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UNIDAD I
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Facultad de Derecho y Ciencias Políticas
Escuela Profesional de Derecho
LECCIÓN No 05
2. INTRODUCCIÓN:
El Derecho de las personas tiene un lugar privilegiado en el Código Civil, es el primer libro,
lo que revela su natural importancia, dado que aborda temas como, por ejemplo: ¿Quién es
sujeto de derecho? ¿El concebido, el nacido o ambos? Interrogante que a la luz de los avances
de la ingeniería genética resulta sumamente interesante y aplicativo. También aborda temas
que son un flagelo para la sociedad como el reconocimiento judicial del embarazo, donación
de órganos, el derecho a la intimidad personal y familiar, el derecho al nombre y temas de
gran relevancia patrimonial como las personas jurídicas entre otros temas que resultan
absolutamente vigentes y latentes en la problemática social.
Dentro de los temas que son objeto de estudio que se encuentra el Título Preliminar del
Código Civil, acápite de máxima relevancia, puesto que es el marco del código sustantivo,
ya que sus normas son de alcance general que conforman el Título Preliminar, debe
entenderse como normas fundamentales, como principios que orientan todo el sistema
jurídico, “el Derecho existe para el hombre y es creación del hombre; la persona natural es
siempre la destinataria mediata o inmediata de la norma jurídica. Desde la abolición de la
esclavitud, y en consecuencia desde que todos los hombres pasaron a ser personas, puede
sostenerse que la finalidad esencial del ordenamiento jurídico es la protección de la especie”.
Lo dicho es aplicable a cualquier rama del Derecho, sea pública o privada: si el Derecho es
creación del hombre, el objetivo de tal creación es siempre el bienestar, la seguridad, la
imposición de conductas o la defensa de valores de su propio creador. Se ha dicho que la
finalidad de cualquiera Constitución Política es la conjugación de la libertad con la
autoridad. La libertad es precisamente atributo de los hombres. Y no existe Constitución
Política en el mundo que no trate de los derechos humanos, garantías constitucionales, o
cualquier otra denominación que quiera darse a aquellos derechos que se centran en el
individuo. Nuestra propia Constitución inicia su articulado sosteniendo que “las personas
nacen libres e iguales en dignidad y derechos” No debe confundirse “persona natural” y
“sujeto de derecho”. La protección concedida por las Constituciones Políticas, así como
aquella contenida en el Código Penal o en las distintas legislaciones civiles y laborales, se
refieren de preferencia a la persona natural. En efecto, si se analizan con detención los
derechos y deberes constitucionales reglamentados por los artículos 19 y siguientes de la
Constitución Política chilena de 1980, se comprobará que ellos se aplican en toda su
integridad a los individuos de la especie humana, y tan sólo por extensión resultan aplicables
a otros sujetos de derechos que no sean personas naturales.
protección jurídica constitucional, penal, civil y laboral. Aquellos sujetos de derechos que
no son individuos de la especie humana reciben del ordenamiento una protección menor.
El ilustre filósofo peruano, Juan Bautista de Lavalle, que tenía a su cargo el curso de
Introducción al Derecho en el primer año de Facultad, nos explicó dándolo por sentado que,
según Hans Kelsen, dicho objeto eran las normas jurídicas pues, de conformidad con lo
postulado por la Teoría Pura del Derecho, la vida humana social y los valores pertenecían a
lo metajurídico. Se encontraban, por consiguiente, a las fronteras del Derecho. La reacción
que nos suscitó la exposición del mencionado profesor, tenía como explicación el que,
resultaba imposible extrañar al ser humano y a los valores, por él sentidos y vividos, de
cualquier disciplina referida al conocimiento de las conductas del ser humano en la
dimensión de sus relaciones sociales y el Derecho, es una de ellas. Los seres humanos se
encuentran inicialmente presentes en la realidad de la vida jurídica, a través de conductas
humanas intersubjetivas. Es así que podemos decir que si Caín no mata a Abel no hay nada
que valorar ni nada que normar. Ello nos pareció indiscutible. Sin conductas humanas
intersubjetivas no es posible imaginar la existencia del Derecho, en el conocimiento de la
doctrina imperante en los años cuarenta del siglo XX, percibimos, como bien se sabe, que
existían tres diferentes respuestas sobre cuál es el objeto de estudio del Derecho: la
jusnaturalista, la formalista y la sociológica, cada una de las cuales reclamaba que los
valores, las normas jurídicas o la vida humana social, respectivamente, se constituían como
dicho objeto, la teoría formalista según lo expuesto por el eximio Kelsen. Ella dominaba
notoriamente el escenario jurídico de aquel momento. Constituía el pensamiento mayoritario
que encontrábamos en los textos jurídicos como en la casi generalidad de profesores de la
materia.
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Asimismo, el segundo párrafo del artículo primero enuncia que ''la vida humana comienza
con la concepción", y no al momento de la fecundación; la concepción de un ser humano
supone, además de la unión del elemento reproductor masculino al femenino
(fecundación), la formación del embrión, seguida de su implantación y de su anidación en
el útero materno (que se produce al final de las dos primeras semanas de la gestación
y corresponde a la aparición del sistema nervioso y a la diferenciación de células). El
derecho constata esa realidad biológica, a través de un diagnóstico médico, y determina a
partir de ella numerosos efectos jurídicos. De lo cual se desprende que el embrión creado
in vitro no es un sujeto de derecho. La fecundación de células sexuales en un laboratorio es
un acto biológico, el cual, en el estado de la legislación, no genera ningún efecto jurídico.
Dicho de otro modo, no hay concepción antes de la transferencia del embrión al útero. Y si,
de acuerdo al artículo primero "la vida humana comienza con la concepción” es posible
afirmar que jurídicamente el embrión obtenido in vitro no es tratado como vida humana. No
se puede, en nombre del embrión in vitro, reivindicar un supuesto derecho de acceder a la
vida. No existe obligación a cargo de la mujer de asumir la gestación. Dentro de nuestra
legislación el huevo humano in vitro no es titular de derechos. Solamente, una vez
producido el hecho de la concepción en el seno materno, la vida merece una protección
específica, por más efímera que sea. Es a partir de ese momento que podemos hablar
de existencia y de eventuales derechos del ser humano.
La dignidad humana, singulariza y caracteriza a la persona de los otros seres vivos, debido
a su razón, voluntad, libertad, igualdad de historicidad, y considero que desde una
perspectiva jurídica, la dignidad humana es la base del ordenamiento político, jurídico y
social de una comunidad, y se asegura su vigencia mediante la defensa y protección de los
derechos humanos de la más diversa naturaleza, reconocidos en la Constitución y en los
instrumentos internacionales que ese Estado ha ratificado. Asimismo, la dignidad humana
es el fundamento del derecho internacional de los derechos humanos. Desde esta óptica,
una primera definición de los derechos humanos puede ser: el conjunto de atribuciones
reconocidas en los instrumentos internacionales y en las Constituciones para hacer efectiva
la idea de la dignidad de todas las personas y, en consecuencia, que puedan conducir una
existencia realmente humana desde los ámbitos más diversos, los que se imbrican, como el
individual, el social, el político, el económico y el cultural.
Los que actualmente se denominan derechos humanos han recibido a través del tiempo
diversos nombres. Entre algunos de ellos se pueden mencionar los siguientes: derechos del
hombre, garantías individuales o sociales, derechos naturales, derechos innatos, derechos
esenciales, libertades públicas, derechos de la persona humana, derechos públicos
subjetivos y una denominación que se ha extendido es la de derechos fundamentales, a tal
grado que existe una importante corriente doctrinal que se basa en diferenciar éstos de los
derechos humanos. Es probable que actualmente esta última corriente sea predominante.
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Las definiciones de derechos humanos son infinitas. Muchas enfatizan que son aquellos
que la persona posee por su propia naturaleza y dignidad, son aquellos que le son inherentes
y no son una concesión de la comunidad política; que son los que concretan en cada
momento histórico las exigencias de la dignidad, la libertad y la igualdad humanas, los cuales
deben ser reconocidos positivamente por el orden jurídico nacional e internacional; que son los que
corresponden a la persona por esencia, simultáneamente en su vertiente corpórea, espiritual y social,
y que deben ser reconocidos y respetados por todo poder o autoridad y toda norma jurídica positiva,
pero que ceden en su ejercicio ante las exigencias del bien común; que son expectativas no previstas
con claridad en alguna norma jurídica, incluso se llega a identificarlos con los "derechos morales";
que son aquellos imprescindibles para poder conducir una vida digna y auténticamente humana, y
constituyen el elemento fundamental de un Estado constitucional democrático de derecho.
En cambio, los derechos fundamentales, en el criterio de diversos autores, son aquellos que están
recogidos en el texto constitucional y en los tratados internacionales, son los derechos humanos
constitucionalizados; que su propia denominación indica la prioridad axiológica y su esencialidad
en relación con la persona humana; que son los derechos humanos que se plasman en derecho
positivo vigente, son las normas que protegen cualquier aspecto fundamental que afecte el
desarrollo integral de la persona en una comunidad de hombres libres y en caso de infracción existe
la posibilidad de poner en marcha el aparato coactivo del Estado; que son un sistema de valores
objetivos dotados de unidad de sentido con interdependencia normativa, cuyo disfrute efectivo
exige garantizar mínimos de bienestar económico para que se pueda participar en la vida
comunitaria. En consecuencia, la relación entre derechos humanos y derechos fundamentales sería
que los primeros implican un mayor matiz filosófico, guardan una connotación prescriptiva y
deontológica, y aún no han sido objeto de recepción en el derecho positivo, mientras que los
derechos fundamentales son los derechos y libertades reconocidos y garantizados por el derecho
positivo de los Estados, y, para algunos autores, por el derecho internacional de los derechos
humanos.
El concepto de derecho fundamental va a correr la suerte de otros, como los de derecho público
subjetivo, libertad pública cada día se emplean menos, por las razones siguientes:
a. Los instrumentos internacionales, incluso las primeras declaraciones de derechos humanos, que
en ese momento no tenían valor jurídico y que en la actualidad sí lo tienen, se refieren a
derechos humanos y cada día los precisan más, e incluso varios de esos instrumentos los
garantizan jurisdiccionalmente. Se refieren a derechos humanos y cualquier matiz deontológico
va desapareciendo. Son instrumentos jurídicos, son parte del derecho internacional de los
derechos humanos.
b. Los agudos ejemplos de Pérez Luño, que a primera vista pueden impresionar, no se sostienen,
debido a que esas discriminaciones y crímenes sí violaban, aun en su concepción, derechos
fundamentales y normas jurídicas, porque violaban el jus cogens, los principios internacionales
reconocidos que obligan a todos los países, incluso si no los han aceptado, y la Declaración
Universal de los Derechos Humanos, y en el caso de Chile además se violaba la Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre y el Pacto de San José; tan es así, que los
criminales nazis fueron juzgados y condenados por los delitos que cometieron, y que en ese
orden jurídico no eran tales, y eso que el derecho internacional de los derechos humanos aún
se encontraba en gestación. Los regímenes del apartheid y la dictadura de Pinochet, y los
ejemplos se pueden multiplicar, cambiaron radicalmente no por voluntad propia, sino por la
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oposición interna, pero también por las sanciones que estableció la ONU aplicando el derecho
internacional, y al aislamiento internacional a que dichos regímenes fueron sometidos. Las
sanciones impuestas a esos regímenes, más allá de cualquier consideración moral, ética, de
derechos morales, filosófica o deontológica, fueron consecuencia de la violación del derecho
internacional de los derechos humanos y el jus cogens. El orden jurídico internacional actuó en
forma parecida a cualquier orden jurídico interno.
c. Por la corriente constitucional que otorga a los tratados internacionales, y en especial a los de
derechos humanos, jerarquía superior a la propia Constitución, el mismo nivel normativo que
ésta o los sitúa por encima de las leyes secundarias del país. En consecuencia, los derechos
humanos contenidos y protegidos en esos tratados, convenios, convenciones o pactos son
normas jurídicas en el orden interno y aquellos se refieren generalmente a derechos humanos.
El concepto de persona no ha sido objeto de mayor discusión por parte de la doctrina. Parece
existir bastante consenso en la mayoría de los autores nacionales en torno a una serie de
puntos, que se exponen a continuación:
❖ En primer lugar, la mayoría de los autores entiende que es persona el ser humano desde
el momento de la concepción o fecundación. Esto significa que estiman como sinónimos
las expresiones persona y ser humano (obviamente, desde la concepción). Por ejemplo,
un autor alude a varios principios; uno de ellos es "la protección de la vida y de la
dignidad de la persona humana. Luego, se refiere a ese principio como "(El principio de
protección a la vida humana y a la dignidad del hombre. Se puede apreciar que las
expresiones "persona humana", "vida humana" y "hombre" son consideradas
equivalentes.
❖ Otro autor: aun cuando no expresa la Constitución una noción de persona, sin embargo,
se encarga muy precisamente de reconocer que quien está por nacer es una persona; en
otros términos, la criatura humana que está en el vientre materno es una persona. Una
última referencia el ser humano en el seno materno es, desde su concepción, sujeto de
derechos fundamentales y que deben serle respetados, comenzando por la vida.
❖ Hay un autor que propone: la persona para el derecho es, en suma, aquel ser inteligente
y libre que ostenta un dominio sobre sí mismo y sobre sus actos, en cuanto es considerado
protagonista esencial de la vida del derecho y centro en torno al cual se construye y
estructura el ordenamiento jurídico. En pocas palabras: el ser humano mirado desde el
prisma jurídico.
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❖ El ser humano desde la concepción es titular del derecho a la vida. Esto significa que el
preembrión y un ser humano nacido gozan de la misma protección desde un punto de
vista constitucional, conforme la postura mayoritaria de la doctrina nacional.
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h) Erga omnes: Existe un deber universal o general de respeto a ellos. Los derechos de las
personas son oponibles contra todos, adversus omnes. Surge una obligación universal,
todos deben respetar las facultades del sujeto sin especificarse el agente o los agentes del
deber. La obligación es exigible, el deber jurídico no, en todo caso, es difícilmente
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exigible. Lo contrario de derecho es privilegio, los derechos son para todos no para uno
o alguien en especial, son democráticos e inclusivos.
La norma jurídica expresa una relación entre dos sujetos que se denominan sujetos de
derecho. Uno de los sujetos es el titular del derecho; sobre el otro, recae el deber. Al
primero se le llama sujeto derecho habiente o creditor; al segundo. sujeto obligado o
debitar. El sujeto de derecho como elemento de la norma no es un ente real sino un concepto
cuyas notas le son atribuidas por el orden jurídico. Dada la bilateralidad del derecho, no se
da sujeto derecho habiente sin sujeto obligado y viceversa. Ambos términos son
correlativos, en algunos casos, el sujeto creditor lo es también de deberes hacia el otro
sujeto o este último puede ser titular de facultades hacia el primero, esta circunstancia no
aminora, sino que acentúa el citado carácter de término de una relación.
La norma jurídica, por regla general, determina sus sujetos. En algunos casos la
individualización del sujeto corresponde a una operación lógica posterior. Se trata entonces
de sujetos determinables. De lo expuesto se desprende que la existencia de la relación
jurídica exige siempre los términos que ella misma enlaza y que no es posible que se den
«derechos sin sujetos». El derecho puede trasmitirse de una persona a otra, pero siempre
es necesario que sean sujetos. Tampoco cabe pensar -en el orden jurídico- en un solo sujeto
como titular de derechos que no pueda ejercitar hacia otros u otros y ni en otro que sea
simplemente el obligado por deberes sin que exista el titular del derecho en cuyo caso se
tratara de deberes morales. Las consideraciones anteriores justificarán el empleo de la
denominación «sujetos de derecho» en vez de «sujeto de derecho». El correlato objetivo
del concepto sujeto de derecho es la persona considerada desde el punto de vista jurídico.
Para decirlo con otro giro: lo que en el orden del pensamiento constituye el objeto formal,
sujeto de derecho, tiene como objeto material a la persona en cuanto es vista por aquél,
pueden ser sujetos de derecho las personas individuales y las «personas colectivas». Se
trata en el primer caso de sujetos individuales, en el segundo de sujetos colectivos.
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➢ Primera: qué quiere decir en términos jurídicos ser persona; qué significa dentro de un
ordenamiento jurídico la calidad de persona; qué es ser persona en derecho.
➢ Segunda: quiénes son los entes sobre los cuales recaiga esa calificación jurídica de
persona; por ejemplo, refiriéndose a las personas individuales de derecho, quiénes son
los hombres a los que el derecho concede personalidad, y refiriéndose a las llamadas
personas colectivas a las cuales el Derecho otorga personalidad.
➢ Tercera: en qué consiste el ser de estos entes a los cuales el Derecho otorga
personalidad; cuáles son sus dimensiones reales, verbigracia, refiriéndose a las personas
individuales, indagar en qué consiste la esencia de lo humano, sus modalidades y sus
manifestaciones; y por lo que atañe a las llamadas personas colectivas, esclarecer en qué
consiste la realidad de una asociación, de una corporación, de una fundación.
➢ Cuarta: plantear desde el punto de vista estimativo, de valoración, de política
legislativa, de a quién el derecho deberá conceder personalidad; esto es lo que se hace,
por ejemplo, cuando criticamos la institución de la esclavitud, afirmando que a todos
los hombres debe corresponder la personalidad jurídica o cuando se pide que el Estado
no admita otras personas colectivas que aquellas que él instituya, o cuando se postula lo
contrario, esto es; que la conceda a cuantos entes colectivos surjan espontáneamente.
Las teorías de la voluntad sostienen que la persona jurídica individual tiene como esencia
la potestad de querer. Dichas teorías carecen de sustento lógico, porque el derecho
subjetivo no se identifica con esa potestad de querer, que sólo se refiere a su ejercicio. Para
el citado autor Ferrara la personalidad jurídica nace del reconocimiento del derecho
objetivo. Considera que: el hombre no es persona por naturaleza sino por obra del Derecho.
La cualidad natural del hombre como ente racional y capaz de voluntad, es sólo una base
ética, para que el derecho de un cierto estado de cultura, reconozca a todos los hombres
personalidad. Pero la subjetividad no es innata en el hombre, no es una cualidad inherente
al individuo, sino una realización ideal que sin el orden jurídico es inconcebible.
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Kelsen sostiene que el orden jurídico no se apropia de la integridad del hombre como tal,
como unidad biológica y psíquica, sino de algunas de sus acciones (u omisiones) que
representan condiciones y consecuencias normativas. Aquello que el Derecho denomina
persona individual no es sino un conjunto de normas, «concretamente: el conjunto de todas
aquellas normas jurídicas que tienen por contenido la conducta de un hombre, ya como
deber o facultad». El sujeto de derecho es el centro de imputación normativa, entendida
como el enlace de todos los actos que constituyen un sector del ordenamiento jurídico. Por
eso debe considerarse que es persona no un ente, sometido a la causalidad natural, sino el
resultado de esa imputación normativa establecida por el derecho.
Para Recaséns Siches la persona jurídica individual, aquel aspecto del hombre que toma en
cuenta el derecho, no es la plenitud y radicalidad de su propia y privativa vida individual
sino aquel aspecto del hombre que hace de él un individuo funcionario. El derecho no se
apoya en esa dimensión singular, genuina, intransferible de cada hombre, sino en aquellos
rasgos que tiene en común con los demás, que son genéricos, colectivos y, por eso,
esquemáticos. No le interesa el hombre en sí, sino «el ciudadano, el vendedor, el pupilo, el
tutor, el hijo, el padre, el arrendatario, el heredero, el moroso, el delincuente, el
contribuyente, el soldado, el juez, etc.»
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