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Clase: Sauropsida
Orden: Testudines
Alimentación: Omnívora
Reproducción: Ovípara
Tanto las tortugas marinas como las tortugas terrestres, poseen cualidades comunes
y características de la especie, como por ejemplo su duro caparazón. Esta formación
ósea, fusionada con la columna vertebral, se compone de placas que van
aumentando de tamaño con los años.
Para endurecer su caparazón y defenderse de los depredadores, las tortugas
toman el sol varias veces en el día, y en cuanto a sus colores y diseños, estos varían
en dependencia de la subespecie, el género, y las condiciones climáticas. Por otra
parte, las tortugas presentan cuatro extremidades y una cabeza grande y
característica que puede ocultar dentro de su caparazón cuando se encuentra en
peligro.
En cuanto a los ojos, estos son capaces de distinguir los colores, pero no poseen una
visión muy acertada. El pico de las tortugas, en el caso de las especies marinas, es de
formación dura y puntiaguda, mientras que sus patas anteriores representan
verdaderas aletas para impulsar su movimiento por el agua.
No obstante, las tortugas marinas han adoptado otro tipo de dieta, y como tal,
presentan una dieta carnívora y omnívora que incluye peces, moluscos, algas,
esponjas, crustáceos y corales. En algunos casos, se ha podido comprobar que las
tortugas se alimentan además de pulpos pequeños y medusas.
Como rasgo común, cabe destacar que las tortugas poseen un metabolismo de lenta
acción, o sea, que necesitan de largos períodos de tiempo para digerir su comida
adecuadamente. En algunos ambientes desérticos, las tortugas han desarrollado un
rasgo evolutivo que les permite racionar el agua en el interior de su vejiga.
Cómo nacen las tortugas
Generalmente, las hembras alcanzan su madurez sexual a la edad de nueve años,
mientras que los machos se encuentran listos para la reproducción a la edad de siete.
Para fecundar a la hembra, el macho debe rivalizar con otros ejemplares (las peleas
consisten en voltear el caparazón de su adversario para inmovilizarlo), tras lo cual
montará a la hembra y fertilizará los huevos con su esperma.
Los huevos se formarán tras dos semanas, y las hembras realizarán pequeños
agujeros en la tierra (10 centímetros) y colocará allí los huevos, los cuales pueden ser
de cuatro a 100 en dependencia de la especie. En un período entre 70 días y un año
de acuerdo a la especie, las crías eclosionarán y abandonarán el huevo con un
tamaño aproximado de cuatro centímetros.