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Tema 3 Los Métodos

¿CUÁLES SON LOS MÉTODOS DE LA CRIMINOLOGÍA?

CONTENIDO:
1 EL MÉTODO EN CRIMINOLOGÍA.
2 EL MÉTODO EXPERIMENTAL.
2.1 ¿En qué consiste el método experimental?
2.2 El Método Experimental y la Criminología.
3 EL MÉTODO DEL CASO INDIVIDUAL.
3.1 Limitaciones del método del caso individual.
3.1.1 es imposible conocer todos los datos necesarios
3.1.2 El material debe ser interpretado lejos de todo prejuicio,
3.2 Procedimiento para la obtención de Datos e informes dentro del método del caso
individual.
3.2.1 Autobiografía del delincuente.—
3.2.2 El observador participante.—
3.2.3 El registro de actividades.—
4 LA ESTADÍSTICA CRIMINAL.
4.1 Delitos que escapan a las estadísticas.
4.1.1 Los delitos cometidos y no descubiertos
4.1.2 Los delitos descubiertos, pero no denunciados a las autoridades
4.1.3 Delitos descubiertos, denunciados, pero judicialmente no comprobados o que no
concluyen con sentencia condenatoria.—
4.2 ¿A qué porcentaje llegan los delitos que escapan de éstas y que constituyen las llamadas
"cifras negras" de la criminalidad o la delincuencia que permanece oculta?

1 EL MÉTODO EN CRIMINOLOGÍA.

Vimos en un blog anterior que el proceder metódico es el único que puede conducir a un
conocimiento científico. No hay que considerar al método científico simplemente como el
camino que hay que recorrer para llegar a un fin; concebido de manera tan amplia, el
método no es sólo necesidad de la ciencia sino también condición del saber vulgar y aun de
la práctica diaria.

El método científico supone una serie de actividades lógicamente llevadas a cabo y


concatenadas de modo de integrar una estructura. "Cada método consta de una serie de
operaciones regulares, de supuestos y alcances bien definidos. Una serie de tanteos sin plan,
al azar, aunque vayan inspirados en una segura intuición científica, no componen un
método ni aun en el caso de que conduzcan a descubrir verdades nuevas; en estos casos, las
verdades descubiertas deberán ser controladas mediante rigurosos métodos de prueba y sólo
entonces adquieren firmeza: la deficiencia metódica en el hallazgo será compensada con la
precisión metódica en la comprobación"[1]. De donde se desprende otro carácter del
método: su objetividad, es decir, su posibilidad de ser usado por cualquier investigador ante
los mismos objetos. Un método de conocimiento que sólo pudiera ser utilizado por una
persona no podría nunca ser reconocido como científico.

Esta objetividad no es fácil de alcanzar en Criminología . Como señala Coeppinger, puede


ser alterada por las valoraciones personales[2]. No debemos olvidar que cada persona, cada
investigador criminológico, suele tener de antemano sus particulares concepciones desde
las cuales intentará interpretar los datos. La unilateralidad es un riesgo contra el que hay
que prevenirse.

También debemos tener en cuenta que, al tratar de explicar una conducta delictiva,
tenemos que recoger muchos datos. De manera excepcional, podrá el investigador
detenerse largamente en esta tarea; pero lo usual es que ese detenimiento sea imposible. El
investigador se ocupa de varios, a veces numerosos, casos y tiene que cumplir su tarea en
tiempo limitado ya que sus informes han de servir de base a la sentencia y es de desear que
ésta se dicte sin que haya un censurable retardo en la acción de la justicia. Esta necesidad
puede llevar a que los datos sean incompletos y, en alguna medida, superficiales.

Dado el carácter eminentemente natural de la Criminología, las investigaciones tendrán que


atenerse, en lo fundamental, a los métodos propios de las ciencias naturales que son los
adecuados para tratar con hechos. En este aspecto metodológico, Criminología y Derecho
Penal se contraponen radicalmente. Pero no puede buscarse simplemente la acumulación de
datos. Aunque se llegara a conseguirlos en gran cantidad, por sí solos no constituirían sino
un conjunto informe. Será preciso formular hipótesis generalizadoras que luego serán
confirmadas o rectificadas por investigaciones posteriores, hasta extraer algunas reglas. Es
preciso inducir algunas conclusiones generales y tratar de sistematizarlas a fin de lograr
conocimientos científicamente estructurados.

Ciertamente se han de tomar en cuenta y de modo fundamental, los métodos propios de las
ciencias componentes de la Criminología. Pero habrá que considerar que las dificultades en
ésta son mucho mayores que en aquéllas porque se ocupan de algo muy complejo —el
delito— que además no puede ser analizado desde el ángulo puramente naturalístico.
Ciertamente y como ejemplo, es menos difícil investigar el sistema endocrino o la
inteligencia de una persona que establecer la forma en que esos factores contribuyeron para
determinar una conducta delictiva[3]. Estas dificultades no deben paralizar o excluir la
acción de la Criminología hasta el momento en que todo se conozca y sea fácil de alcanzar
alguna conclusión práctica pues entonces tendría que mantenerse la inmovilidad para
siempre: se tiene que aprovechar lo que es posible en el momento y dadas las
circunstancias. Eso es lo que ocurre en otros campos, como los de la Medicina, la
Psiquiatría, la Pedagogía, etc. Ningún oncólogo estará justificado de cruzarse de brazos
simplemente porque todavía es mucho lo que se ignora acerca del cáncer y el diagnóstico y
la cura tienen muchos aspectos dudosos. Con situaciones semejantes nos enfrentaremos en
la Criminología aplicada. En la práctica, es frecuente que, a falta de algo mejor, tenga que
operarse en base a probabilidades ni siquiera muy altas.

En Criminología, tenemos dos aspectos que estudiar: el delito como hecho individual y la
criminalidad como fenómeno de masas. En ambos casos, hay que partir de datos de hecho.
Como método principal en el delito individual, tenemos el estudio del caso. El método
fundamental para el estudio de la criminalidad como fenómeno social es la estadística.
2 EL MÉTODO EXPERIMENTAL.

En las ciencias naturales puras, como la Física y la Química, se han conseguido los
mayores logros con el empleo del método experimental.

2.1 ¿En qué consiste el método experimental?

El método experimental consiste en observaciones, pero no de los hechos tales como se


presentan de por sí sino provocados intencionalmente y en circunstancias en que la
captación de los datos es facilitada al favorecerse el análisis de los elementos y causas de
un fenómeno.

2.2 El Método Experimental y la Criminología.

Si este método ha conseguido muchos éxitos en materias afines a la Criminología, podría


pensarse que es fácilmente aplicable en ella. Pero eso supone dificultades insalvables. En
efecto, es característico del experimento que haya un análisis de los factores; se hace variar
uno mientras los demás se mantienen inmutables. Así, si se desea determinar la influencia
de la presión atmosférica en la ebullición, se introducirán cambios en este factor dejando
invariables los demás (naturaleza del líquido, temperatura, etc.). Todo experimento supone
un análisis que es posible en Física, Química, etc., pero imposible en la conducta humana y,
por tanto, en el delito.

Podíamos llegar a esta conclusión observando el éxito que el experimento tiene en las
ciencias componentes de la Criminología. La Biología lo emplea, pero sin duda no con tan
buenos resultados como la Física y la Química. Menores son todavía los éxitos en
Psicología y Sociología, es decir, en ciencias que tratan aspectos más complejos y con
mayor injerencia de lo que no es puramente naturalístico. Si examinamos la esencia del
delito y consideramos al delincuente, llegaremos a afirmar con mayor fuerza las
dificultades: en el delito es imposible variar un sólo factor dejando inmutables los demás; la
variación en uno arrastra modificaciones en otros y en la estructura total de la conducta, es
decir, quedan inmediatamente comprometidos los supuestos en que se basa el
experimento[4].

Fuera de lo anterior, debemos tener en cuenta otro hecho; es de carácter social y moral:
no se puede provocar el delito por el mero afán de estudiarlo. Esta razón perdería peso si
experimentáramos con delitos ficticios, con conducías que se parecen a las delictivas, pero
que el experimentador se preocupa de que no lleguen a serlo realmente. Pero, aun admitida
la posibilidad —lo que es mucho admitir— de que las dificultades de tales experimentos
fueran vencidas, ¿será lícito llevar las conclusiones así obtenidas hasta aplicarlas a los
delitos verdaderos?

Pero, como hace notar Taft, a veces se obtiene un cierto aislamiento de los factores en
grado cercano al que existe en el experimento. Tal sucede en el método que algunos
llaman terapéutico. Supongamos el caso de un menor cuyos delitos se deben
principalmente a causas hogareñas; lo colocamos en un hogar de buenas condiciones. Si la
corrección se produce, podremos aceptar que fue realmente el hogar la causa troncal de la
delincuencia; el tratamiento dará una prueba de ello y, al mismo tiempo, se habrá aislado
uno de los factores del delito. Pero aun entonces, se podrá afirmar que no se ha variado un
solo factor, el hogareño, sino muchos otros que se relacionan con él.

Por tanto, en general, tendremos que limitarnos a analizar los hechos producidos y las
consecuencias de las medidas que se les aplican, pero sin provocarlos expresamente.

Si bien no cabe el experimento para estudiar el delito como tal, puede utilizárselo en
cada una de las ciencias componentes de la Criminología . Por ejemplo, el experimento
servirá para determinar el biotipo, las hormonas, el grado de desarrollo mental, la memoria,
los sentimientos, etc. Pero nunca habrá de olvidarse que, dentro de un sistema de
valoraciones propias de lo delictivo, habrá limitaciones morales y jurídicas que impidan
hacer inclusive todo lo que es admisible en el campo puramente curativo.

3 EL MÉTODO DEL CASO INDIVIDUAL.

Este método debe su importancia actual principalmente al impulso de los criminólogos


estadounidenses. Fue fundado por William Healy.

El busca reunir todos los datos individuales que pueden contribuir a comprender el acto
delictivo. Se toman las declaraciones del delincuente y de quienes lo conocen; se investiga
su ambiente físico y social; se recurre a los informes técnicos de psicólogos, psiquiatras,
pedagogos, médicos, etc., para inferir luego la importancia de los distintos factores en la
determinación del delito[5]. Esta última labor es quizá la más importante y difícil ya que no
se busca una mera acumulación de datos, por numerosos y significativos que sean, sino
coordinarlos o interpretarlos para inferir una explicación.

3.1 Limitaciones del método del caso individual.


Las ventajas del método no pueden ser puestas en duda; pero tiene limitaciones que
dependen fundamentalmente de dos razones:

3.1.1 es imposible conocer todos los datos necesarios

1) es imposible conocer todos los datos necesarios; eso ocurre no sólo porque en algunos
aspectos hay que estar a las declaraciones del delincuente y éste puede tener interés en no
decir la verdad sino también porque, aun suponiendo la mejor voluntad en cuantos
intervienen en la investigación, no son remediables el olvido de algunos datos, la falta de
control de los mismos, etc.

3.1.2 El material debe ser interpretado lejos de todo prejuicio

2) El material debe ser interpretado lejos de todo prejuicio, lo que linda en lo imposible y
no sólo por flaquezas propias de todo ser humano, por amante que sea de la ciencia, sino
precisamente porque los investigadores suelen tener sus concepciones generales acerca de
la importancia relativa de las causas del delito, concepciones para las que buscan
confirmación en los nuevos casos[6].

3.2 Procedimiento para la obtención de Datos e informes dentro del método del caso
individual.

Dentro del método del caso individual, pueden considerarse procedimientos numerosos
destinados a la adquisición de datos y de informes. Citemos algunos de los más corrientes,
a los que Taft reconoce cierta autonomía.

3.2.1 Autobiografía del delincuente.—

Los criminales suelen tener acerca de su conducta, opiniones diferentes a las ajenas lo que
los predispone a explicar sus puntos de vista; por eso, es corriente que acojan sugestiones
para escribir su autobiografía. Suelen conseguirse así datos muy interesantes, sobre todo si
el delincuente está ya definitivamente condenado y no tienen interés en ocultar datos. La
actitud suele ser distinta cuando se trata de simples procesados que tienen interés en
mostrar hechos que los favorezcan en la sentencia.

Las limitaciones y ventajas del procedimiento son claras. Sólo es aplicable en criminales de
cierto nivel cultural e intelectual y en relación con ciertos delitos (la negativa es regla en
algunos delitos, como los de homosexualismo, violación, delación, etc.). Por sinceras que
sean la buena voluntad y la buena fe del escritor, dejará de lado todo lo que olvidó así como
todo lo que no conoce por ser de naturaleza inconsciente. Asimismo, sucederá que el
criminal, desconocedor de la Criminología, deje de lado hechos que considera sin
importancia y que la tienen; o se detendrá en detalles útiles, a los que considera
fundamentales. Taft hace notar que, entonces, el criminólogo se enfrenta con un dilema: o
permite que todo quede librado a lo iniciativa del delincuente y por consiguiente, pierde
datos importantes; o sugiere cuáles son los temas que deben ser extensamente expuestos, en
cuyo caso puede torcerse el resultado con la introducción de los propios prejuicios o abrir al
delincuente el camino a procesos de racionalización que perturban la veracidad de los datos
y la interpretación espontánea del autor[7]

3.2.2 El observador participante.—

El investigador o una persona de su confianza adopta la forma de vida del delincuente para
poder estudiarlo "al natural", sin las deformaciones o inhibiciones que muestra cuando se
encuentra ante extraños. Así, se pueden recoger informaciones útiles, por ejemplo en
cuanto a las reacciones del criminal frente a la vida carcelaria —el investigador asume el
papel de un detenido más—, la estructura y funcionamiento de las pandillas de adultos,
jóvenes y niños, sobre todo en estos dos últimos casos en que es corriente un falso sentido
de lealtad que dificulta la obtención de informaciones fidedignas.

El investigador corre riesgos. Por ejemplo, si es descubierto y considerado un delator o si es


arrastrado por el espíritu de la pandilla, lo que está lejos de ser raro, especialmente en el
caso de niños y de jóvenes.

3.2.3 El registro de actividades.—

Los métodos anteriores tienen las deficiencias anotadas; varias quedarían anuladas si se
utilizara el método que Taft sugiere y que podemos denominar de "registro de actividades"

En él, se inscribirían los datos importantes en el momento de producirse, para evitar olvidos
o deformaciones posteriores. La experiencia se llevaría a cabo, supongamos, con mil
individuos tomados desde su infancia. La recolección de datos proseguiría hasta que
cumplieran treinta años, tomando toda precaución para que aquellos sean exactos. Al cabo,
se compararían los registros de las personas honestas con los de quienes han delinquido.
Indudablemente, resultarán diferencias y conclusiones valiosas en orden a las causas del
delito.

Pero el propio Taft duda de que este método se lleve totalmente a la práctica, por lo menos
en todo su alcance. Habría muchas dificultades, entre las cuales se destacan:

1) Los gastos, que serían enormes, para sostener al personal investigador;

2) Los cambios ambientales inesperados y extraordinarios, como sería una guerra, que
pueden complicar la interpretación y las posibilidades de aplicación a circunstancias
corrientes;

3) Los desplazamientos de los sujetos investigados, que obligarían a seguirlos hasta sus
nuevos domicilios;

4) Las objeciones de los padres de los niños "buenos" que se opondrían a que éstos fueran
sometidos a un estudio sobre su posible delincuencia. Taft considera que este su método
debe ser visto más como una meta lejana a la que debe tenderse que como un objetivo de
inmediata realización[8].
4 LA ESTADÍSTICA CRIMINAL.

Método por excelencia para el estudio de la delincuencia como fenómeno social o de


masas. Es uno de los fundamentos de la Política Criminal.

Pese a la intervención de las matemáticas en la elaboración de las estadísticas, ellas tienen


graves deficiencias contra las que es necesario precaverse.

Las estadísticas serían fiables y base segura para los estudios criminológicos, si
contuvieran todos los delitos cometidos. Inclusive serían muy fiables si sólo escapara de
ellas una mínima parte de los hechos criminales. Eso no sucede. Tampoco podemos estar
seguros de que todos los datos relacionados con los delitos y los delincuentes son
verdaderos. Las limitaciones del método del caso individual se reflejan en las estadísticas.

Lo primero que puede señalarse es que las estadísticas propiamente criminológicas son
raras. En general, son más comunas las estadísticas carcelarias, sobre número de reclusos;
las penales o judiciales, sobre causas llevadas a los tribunales y sus resultados, y las
policiales, sobre arrestos, denuncias e investigaciones. En todos estos casos, se da mayor
importancia al tipo delictivo o a la sanción impuesta que a las causas de la criminalidad.

Pueden resultar también errores en cuanto al tiempo en que se produjeron los delitos sobre
todo si se sigue el criterio legal de que es criminal sólo quien ya ha sido definitivamente
sentenciado como tal. Entonces, los datos se consignarán en las estadísticas del año en que
se produjo la condena y no del año —o mes— en que el hecho se realizó. Podría, por tanto,
presentarse una ola de robos en 1978 cuando en verdad ella apareció dos años antes. El
peligro de inexactitud será particularmente grande en países como el nuestro, donde
muchas veces pasan años y hasta lapsos entre la comisión del delito y su condena final.
Como alternativa, se podría esperar hasta que todos o la mayoría de los delitos cometidos
en cierto año sean condenados —o no—; pero eso traería un permanente y considerable
atraso en los datos; surgiría, además, la permanente duda de si se han consignado todos los
delitos o si no aparecerán otros que obliguen a permanentes rectificaciones.

4.1 Delitos que escapan a las estadísticas.

Hay que admitir, especialmente, que no todos los delitos son consignados en las
estadísticas; escapan a ellas:

4.1.1 Los delitos cometidos y no descubiertos

a) Los delitos cometidos y no descubiertos, entre los cuales están muchos hurtos, estafas,
abusos de confianza, abortos, infanticidios, asesinatos cometidos por medio de veneno u
otros medios no violentos.

Sutherland y Cressev ponen de relieve sobre todo los delitos cometidos por la policía y
asimila, con toda razón, los arrestos ilegales a los secuestros[9]. En Bolivia y varios otros
países latinoamericanos, debemos destacar de modo especial los delitos cometidos por la
policía política, que van desde arrestos ilegales hasta homicidios, pasando por los
numerosos de torturas graves y leves, pero de los que no se tiene conocimiento.

4.1.2 Los delitos descubiertos, pero no denunciados a las autoridades

b) Los delitos descubiertos, pero no denunciados a las autoridades.— Esto sucede con la
mayoría de los delitos contra el pudor pues los padres suelen preferir un honorable
silencio al escándalo resultante de un juicio público. También los casos en que no se
confía en la magistratura o en la ejecución adecuada de las sentencias; entonces, se piensa
que la denuncia no llegará a nada concreto e inclusive que ella traerá represalias contra las
que será imposible cubrirse; tales, por ejemplo, los casos en que hay que proceder contra la
policía, altas autoridades políticas y administrativas y hasta dirigentes políticos, allí donde
la democracia es un mito o poco menos. En Bolivia, ha habido numerosos casos en que se
conocen arrestos ilegales y torturas; pero no se inician juicios criminales porque las
consecuencias serán peores para los detenidos y hasta sus familias[10]. En otros casos, la
causa del silencio es la plena convicción de que los tribunales harán muy poco[11]. Hay
veces en que el delito existe, pero la causa penal no se lleva a cabo porque no ha sido
identificado el autor[12]. Particular relieve tienen, en cuanto a facilidad para eludir las
estadísticas, los delitos cometidos por profesionales[13].

4.1.3 Delitos descubiertos, denunciados, pero judicialmente no comprobados o que no concluyen con
sentencia condenatoria.—

c) Delitos descubiertos, denunciados, pero judicialmente no comprobados o que no


concluyen con sentencia condenatoria.— La situación puede presentarse por falta de
pruebas convincentes, por desistimiento en los delitos de acción privada[14], por
ineficiencia de la policía o los jueces, por dificultades especiales de algunos juicios, etc. De
cualquier modo, los que cometieron el delito no pueden ser incluidos legalmente, como
tales, en las estadísticas.

Citemos algunos ejemplos.

El primero toca a tos delitos de quiebra, de los cuales los abogados conocen muchos. Sin
embargo, no sabemos de ningún caso que hubiera sido sentenciado definitivamente desde la
fundación de la República y no porque nuestros comerciantes sean muchísimo más
honestos que sus colegas del resto del mundo. La razón fundamental era de orden legal,
hasta la reciente codificación nueva. Las causas eran antes tan complejas que una sentencia
se hubiera producido sólo después de varios lapsos y enormes gastos. Los acreedores
preferían salvar lo que se pudiera y luego abandonaban la causa. Esta era archivada y
libertado el culpable.

Hace cuatro años, los medios de información llamaron la atención pública sobre un hecho
escandaloso: pese a que los delitos de fabricación de cocaína eran numerosos, que
generalmente había pruebas convincentes porque los culpables eran descubiertos in
fraganti, que era necesaria una represión eficaz y que había prohibición expresa de
conceder a los sindicados libertad provisional si había pruebas contra ellos; pese a todos
estos antecedentes, se dio una situación muy especial: de 214 fabricantes detenidos en un
semestre, al cabo sólo quedaban en tal condición 14 y los juicios languidecían. Desde
luego, la impunidad era la regla y las estadísticas ocultaban casi completamente la realidad.

En investigaciones hechas como trabajos prácticos en la cátedra de Criminología, se


comprobó otro caso raro en cuanto a delitos de violación y seducción cometidos contra
menores. Eran escasos los juicios con finalidad estrictamente penal; en general, los padres
incoaban las acciones para conseguir una reparación económica o para forzar al delincuente
a que contrajera matrimonio con la víctima. En la mayoría de los juicios, conseguidos estos
objetivos, se producía el desistimiento y, luego, el olvido de la causa, salvo casos
excepcionales. Estos hechos, consiguientemente, no pasan a las estadísticas.

Hay que tomar en cuenta, además, que no todos los delitos conocidos por las autoridades
son registrados por la policía o por los tribunales, ni siquiera en los países que tienen mejor
organizadas sus estadísticas.

4.2 ¿A qué porcentaje llegan los delitos que escapan de éstas y que constituyen las
llamadas "cifras negras" de la criminalidad o la delincuencia que permanece oculta?

Ya en su tiempo. Ferri consideraba que escapan a la sanción y, por consiguiente, a las


estadísticas, el 65% de los delitos[15]. Esta afirmación, como otras que se citen, toman
como punto de comparación algo inasible y desconocido: precisamente el número de
delitos realmente cometidos. Por tanto, las cifras tienen que ser tomadas como valores
sumamente relativos.

Así. Radzinowicz sugiere que sólo el 15% de los delitos cometidos en Inglaterra quedan en
los registros; Hoard Jones piensa que esa cifra llega al 25 por ciento. Para Alemania, Mayer
y Wehner admiten cálculos similares[16]. Si eso sucede en naciones altamente
desarrolladas, puede suponerse lo que ocurre en las subdesarrolladas. Según Taft, en
Chicago pudo comprobarse que sólo el 7% de los delitos graves eran registrados en las
instancias superiores; después de muchas y especiales recomendaciones, se logró que se
registrara el 40% de los delitos.

Las estadísticas no son igualmente inexactas en relación con todos los delitos. En los casos
de homicidio violento, robos a mano armada y otros semejantes, las cifras se acercan más a
la realidad. Lo contrario ocurre en estafas, fraudes, defraudaciones de impuestos, abortos,
seducción, violaciones, hurtos menores, y, en general, los crímenes cometidos por medios
fraudulentos[17].

En cuanto a los datos tocantes a los delincuentes, hay que estar muchas veces a lo que ellos
declaren; la posibilidad de una verificación suele ser anulada no sólo porque muchos de
tales datos sólo pueden ser proporcionados por el sujeto al que se pregunta sino porque, en
otros casos, la comprobación implicaría ingente inversión de dinero, tiempo y esfuerzos.
Taft dice que, en un caso en que se procedió a una verificación, resultó que alrededor de un
tercio de los datos proporcionados por los criminales era falso.

¿Significa lo anterior que hay que descartar el uso de estadísticas en Criminología?


Ciertamente, no. Simplemente —y no es poco— que hay que usarlas con mucho cuidado a
fin de evitar conclusiones precipitadas como aquellas en que frecuentemente incurrieron los
fundadores de la Criminología. Las estadísticas no son exactas, pero son menos inexactas
que las apreciaciones hachas por otros medios.

Uno de los beneficios que puede extraerse es el establecimiento de correlaciones entre


distintos grupos de fenómenos. Por ejemplo, entre el delito y las crisis económicas, las
guerras, la desorganización familiar, el grado de instrucción escolar, etc. Sin embargo,
como principio metodológico, es recomendable no deducir de una simple correlación
estadística una relación de causalidad entre dos variables. Puede ser que eso ocurra, pero
puede ser también que no. Hay que recordar el viejo principio según el que post hoc no
equivale a propíer hoc. Así, el tipo criminal de Lombroso resultó del error de inferir que
pues ciertos caracteres antropológicos se encuentran en mayor cantidad entre los
delincuentes que entre los no delincuentes, ellos son la causa de la criminalidad.

Las estadísticas permiten también comparar los caracteres de los criminales tomados en
conjunto y los similares de los no criminales; pero, si se desea sacar conclusiones valederas,
habrá siempre que andar con cuidado. Se incurre en error, por ejemplo, cuando, en base las
estadísticas, se comprueba que, como promedio, los criminales tienen menor inteligencia
que los no criminales y se da excesiva importancia al factor intelectual en la causación del
delito. Se suele olvidar que los inteligentes lo son inclusive cuando delinquen, son más
capaces de eludir la justicia, cometen delitos más difíciles de descubrir y de probar;
generalmente están en mejor situación económica que los inferiores, por lo que cuentan con
una defensa más adecuada. Muchos casos similares al citado han de presentarse a lo largo
de esta obra.

Si se tienen en cuenta las limitaciones de las estadísticas y «e proceden con prudencia, ellas
pueden proporcionar muchos conocimientos. Descubren aspectos que, de otro modo,
podrían ser descuidados, como la importancia criminológica de los estudios comenzados,
pero no concluidos sin causal justificativa.

[1] Romero y Pucciarelli Lógica, p. 147.

[2] V. Criminología, especialmente las pp 65 69

[3] Estas dificultades son inmediatamente captadas por el especialista; pero pasan
inadvertidas ante el lego en la materia. Por eso, mientras el primero suele proceder con
cautela en sus afirmaciones, especialmente en sus generalizaciones, no faltan quienes las
hacen con plena seguridad basándose sólo en alguna observación que, muchas veces, es
sumamente incompleta y a ojo de buen cubero. Pocos se animan a incursionar en la Física,
la Química, la Medicina si no tienen una preparación adecuada; pero en Criminología sí lo
hacen y con toda tranquilidad e conciencia.

[4] En tal sentido, V.: Taft, Criminology, p. 43; Bonger, Introducción a la Criminología, p.
50; Cantor, Crlme and Soclety, p. 35.
[5] Se advierte enseguida el carácter multidisciplinario de la investigación criminológica, la
imposibilidad de que sea llevada a cabo por una sola persona.

[6] Un buen resumen del método y de las críticas que merece, en Reckless, Criminal
Behavior, pp. 173-181. El autor insiste en la forma en que, de entre los datos obtenidos, se
seleccionan algunos como supuestos factores principales del delito, usando criterios que
corresponden más a los prejuicios, a la posición propia del investigador, que a su real
importancia. Este defecto es tan corriente que, según Reckless. a él no escapó ni siquiera
Healy.

[7] Datos y bibliografía muy interesantes, en von Hertig. Criminología, pp. 104 - 109.

[8] Los frutos que pueden recogerse se advierten en investigaciones en que se ha seguido
por un tiempo a los delincuentes; tal el caso de la que llevaron a cabo los esposos Glueck
sobre carreras criminales seguidas por varios años. Algo semejante se advierte en la obra
Delinquency in a birth cohort. de la que son autores Wolfgang. Figlio y Sellin.

[9] V.: Principies of Criminoiogy, p. 46.

[10] La Comisión de Derechos Humanos de Bolivia tiene varias publicaciones en que


consigna denuncias sobre este tipo de delitos por excesos de represión; aunque varios de los
casos no tuvieran asiento en la realidad, siempre quedarían muchos bien fundados. Se han
intentado recursos de habeas corpus. pero, que sepamos, ninguna causa criminal que
hubiera concluido con la condena de las autoridades culpables.

[11] Tal el caso de los abortos. Varios informes sobre hospitales especializados en
Ginecología, hablan de millares de abortos, entre los cuales, sin duda, muchos de tipo
criminal. Pero ellos no son llevados ante los tribunales porque éstos no tendrían ni tiempo
para considerarlos todos. Sólo llega algún caso especialmente agravado por la muerte o
graves lesiones descubiertas.

[12] En La Paz, se denuncian frecuentemente entre cinco y quince robos diarios de


vehículos; casi nunca los autores son descubiertos por lo cual la iniciación del juicio es
imposible desde el punto de vista legal, es decir, no son puestos en conocimiento sino de la
policía, pero no de los tribunales.

[13] Todos conocemos delitos cometidos por médicos y abogados en el ejercicio de la


profesión; pero son muy escasos los juicios que se incoan al respecto. Inclusive es frecuente
que la prensa informe de la comisión de delitos deportivos: pero las sanciones a los
infractores quedan reducidas a las impuestas por los organismos rectores de cada deporte.
No se va más allá. Esta situación no se da, ciertamente, sólo en Bolivia.

[14] No es raro, entre nosotros, que, salvo casos particularmente graves, el desistimiento
lleve, a la larga, al archivo de la causa inclusive en los delitos de acción pública.

[15] Sociología Criminal, T. I., p. 266.


[16] Estos y otros datos, se hallan en Hood y Sparks Key issues in Criminology, pp. 15 -
16.

[17] El importante asunto de las fallas estadísticas es largamente tratado en las obras de
Criminología. A veces, se insiste en el problema por medio de títulos como "delitos
ocultos", "la criminalidad no revelada", etc. Véanse, entre otros: von- Hentig, ob. cit., pp.
69 - 99; el agudo análisis de Sellin, The measurement of criminality en geographic areas;
Radzinowicz y Wolfgang, Crime and justice, toda la segunda parte del tomo primero, pp.
121 - 240; Hood y Sparks, ob. cit., pp. 11 - 45; Goeppinger, ob. cit., —con referencia a toda
la metódica—, pp. 62 - 136, con muchas recomendaciones prácticas muy útiles

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