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Nasrudín y Tamerlán

[Minicuento - Texto completo.]


Anónimo: Mundo árabe
—Nasrudín —dijo el gran emperador Tamerlán—, ¡he decidido nombrarte juez
supremo!
—Es un honor, Excelencia, pero no soy digno de ello.
—¿Rechazas un mandato real?
—No tengo elección, majestad. Un juez debe ser un hombre puro y justo.
—Cierto.
—Bien, he dicho que no soy digno. Si estoy diciendo la verdad, entonces no debería
ser juez, y si estoy mintiendo, entonces, ¿cómo un mentiroso va a convertirse en
juez supremo?
FIN

Vida de ermitaño
[Minicuento - Texto completo.]
Anónimo: Mundo árabe
Cuando Nasrudín estuvo en el exilio, vivió durante un tiempo como ermitaño. Un
día, Tamerlán, que se había separado de su partida de caza, fue a dar a un claro y
descubrió la cabaña desvencijada del mulá. Inmediatamente, Nasrudín ofreció al
gobernante su cena, que consistía en culebra asada y agua sucia. Tamerlán,
hambriento, aceptó la comida con gratitud. Cuando hubo comido hasta hartarse, se
limpió la barba y se dirigió a su anfitrión.
—¿Cómo puedes soportar haber caído tan bajo para tener que reemplazar las ricas
ropas de cortesano por harapos como estos, y los espléndidos banquetes por
culebra y un agua que apenas se puede beber?
—Porque aquí todo lo que veo es mío —explicó el mulá—. No hay opresores como
tú y no veo a ninguno de tus servidores, como el verdugo, el torturador y el
recaudador de impuestos.
FIN

Preferencias escatológicas
[Minicuento - Texto completo.]
Anónimo: Mundo árabe
—¡Son todos unos pecadores despreciables y unos holgazanes inmorales! —
vociferaba un predicador ambulante a un grupo de aldeanos—. ¡Ningún hombre de
este lugar verá las puertas del Paraíso!
—¿Estás seguro? —preguntó mulá Nasrudín.
—¡Haz todas las bromas que quieras, advenedizo! —bramó el predicador, furioso
porque se pusiera en duda sus palabras—. ¡Tú serás el primero en sentir las llamas
del infierno lamiendo tus botas!
—¿Y dónde irás tú después de morir?
—Los creyentes virtuosos como yo irán directamente al Paraíso eterno.
—En ese caso —contestó Nasrudín tranquilamente—, es mejor que acompañe a mis
amigos y parientes al infierno. Prefiero contar chistes para entretenerlos que tener
que vivir con maníacos como tú por toda la eternidad.
FIN

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