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Capítulo tercero

LA DIMENSIÓN HISTÓRICA
DE LA CONSTITUCIÓN BRITÁNICA

Hasta ahora hemos mencionado algunos rasgos generales de la Constitución


británica, uno de los cuales es su carácter histórico. Esta Constitución tiene
una relación muy especial con la historia. Esa relación consiste en que esta
Constitución no es solamente una realidad histórica, como lo son todas,
sino que es historia (en parte), pues está formada por trozos de historia,
la cual no fue un telón de fondo, como en todos los países, sino un agente
creador decisivo. Es como si la historia no fuera simplemente el contexto,
sino parte del texto constitucional, sobre todo en las instituciones nacidas
por convención. Tras cada una de esas instituciones está la historia, no sólo
como marco temporal o telón de fondo, sino también como autor, por cier-
to, bastante favorable para Inglaterra, que va configurando o esculpiendo
los rasgos constitucionales mediante acontecimientos y casualidades.
Para estudiar esa curiosa dimensión histórica haremos una división,
algo arbitraria, en seis fases o etapas, como sigue:

• Fase medieval.
• Época Tudor, que coincide aproximadamente con el siglo XVI (de
1485 a 1603).
• Época Estuardo, de 1603 a 1688 (aunque, en puridad, después de la
Revolución Gloriosa de 1688 continuaron reinando monarcas Es-
tuardo hasta 1714, fecha de la llegada al trono del primer Hannover,
Jorge I).
• Fase de 1689 a 1832.
• Periodo clásico, de 1832 a la década de 1960.
• Momento actual, de ahí en adelante.

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36 EL EJEMPLO CONSTITUCIONAL DE INGLATERRA

En cada una de estas fases consideraremos los hechos más destaca-


bles, las instituciones políticas y los textos constitucionales. Por lo que se
refiere a éstos, hay que recordar que gran parte de la Constitución no está
escrita en texto alguno, y que, como el Reino Unido, carece de una cate-
goría separada de normas constitucionales, toda selección es arbitraria,
excepto por lo que se refiere a los textos principales, acerca de los cuales
hay general acuerdo.

I. Fase medieval

La fase medieval de la historia inglesa es como la prehistoria consti-


tucional del mundo. Muchas de nuestras actuales instituciones constitu-
cionales tuvieron su origen allí y allí se desarrollaron, sin la interrupción
absolutista del continente, antes de ser exportadas a otros países.
Podemos situar el punto de arranque en 1066, porque en ese año se
produjo la última invasión de la isla. Guillermo el Conquistador, duque
de Normandía, derrotó al rey sajón Harold, en Hastings, y así, como es-
cribió Crossman, volvió aquella isla a convertirse en una provincia del
mundo latino. La monarquía normanda produjo cambios en los campos
del derecho y el idioma. De entonces viene la estructura estamental, que
hasta cierto punto continúa hoy y que tuvo tantas repercusiones constitu-
cionales. También nació en aquella época el common law, que fue luego
desarrollándose hasta vincular también al propio monarca, que desde en-
tonces está, según escribió el jurista Bracton, sub Deo et sub lege, siendo
lex “derecho” (law) y no “ley escrita” (statute). Esto fue el origen del rule
of law o imperio del derecho. De una manera o de otra, todos, desde los
siervos hasta el rey, estaban bajo alguna norma jurídica y, según resultase
de su posición en la pirámide de las lealtades vasalláticas feudales, tenían
algún derecho y algún deber.
También el Parlamento nació durante la Edad Media, a partir del Wi-
tan anglosajón, más la Curia Regis y el Magnum Concilium, que tenían
funciones más judiciales y deliberantes que legislativas. Sus intervencio-
nes en los impuestos fueron importantes: “no hay impuesto sin consenti-
miento”, “no hay impuesto sin representación”. No hubo un designio cla-
ro y preconcebido. Se suele decir que la primera reunión del Parlamento,
como tal, tuvo lugar en 1265, cuando Simón de Montfort convocó por
primera vez no sólo a obispos, abades y pares, sino también a caballeros
DIMENSIÓN HISTÓRICA DE LA CONSTITUCIÓN BRITÁNICA 37

de los condados y burgueses de los burgos. En 1343 ya puede hablarse de


dos cámaras diferenciadas, y en 1377 aparece el primer speaker.
Desde el punto de vista de los textos constitucionales, esta fase fue
igualmente importante porque de ella son la Carta Magna de 1215 y otros
documentos.
La Carta Magna comienza con un saludo de Juan sin Tierra, hermano
de Ricardo Corazón de León, a los arzobispos, obispos, abades, condes,
barones, jueces, guardas forestales, sheriffs, servidores diversos y a to-
dos sus bailíos y vasallos. Después dispone en forma pactada una serie
de heterogéneas reglas casuísticas que se ocupan de los asuntos más pin-
torescos; por ejemplo, lo que ahora es sección, parágrafo o artículo 23,
dice: “Ninguna villa ni persona será obligada a hacer puentes sobre los
ríos excepto aquellas que estuvieran jurídicamente obligadas a hacerlo
así desde antiguo”.
Y el 54, que, ciertamente, no parece redactado por una feminista: “Na-
die será detenido o encarcelado, por acusación de una mujer, por la muer-
te de otro que no sea su marido”.
Para poner orden en las diversas disposiciones de la Carta, que son
muchas, podemos agruparlas como sigue:

a) Reconocimiento de los derechos y libertades de la Iglesia, inmuni-


dades de los clérigos.
b) Reglas de derecho de familia, sobre todo tutela y sucesiones.
c) Criterios sobre deudas y obligaciones diversas, préstamos de judíos,
que tampoco salían demasiado bien parados; situación económica de las
viudas.
d) Aspectos varios de derecho tributario, garantías contra impuestos
indebidos.
e) Derechos, libertades, inmunidades y facultades de contenido vario,
muchos relacionados con los bosques, descendiendo a detalles como los
aparejos de pesca que quedan prohibidos.
f) Usos del comercio, pesas y medidas.
g) Reglas de derecho procesal y otras relacionadas con la administra-
ción de justicia, de las que destaca la celebrada cláusula que sigue: “Nin-
gún hombre libre será detenido o encarcelado o privado de sus tierras o
derechos o declarado fuera de la ley o en algún otro modo destruído, ni
contra él iremos, ni contra él enviaremos a otros, excepto por un juicio
justo de sus pares o por el derecho del país”. (En el actual epigrafiado y
38 EL EJEMPLO CONSTITUCIONAL DE INGLATERRA

numeración de la Carta esto es el párrafo, artículo o sección 39; aquí está


el germen de lo que después ha sido llamado due process of law, o debido
procedimiento jurídico).
La Carta termina con una declaración de buena fe y unas garantías de
cumplimiento de lo pactado, mencionando de nuevo a los testigos, “en
la pradera llamada Runnymede, entre Windsor y Staines, en el décimo-
quinto día de junio, en el décimoséptimo año de nuestro reinado” (1215).
Como se ve, poco parecido tiene con una Constitución democrática actual.
Para una persona acostumbrada a estudiar Constituciones modernas,
como la española de 1978, este documento resulta raro. Para empezar,
hay más de una carta magna, y ésta de 1215, que es la principal, ni siquie-
ra es una ley, sino un pacto entre el rey y los liberi homines, que no eran
todos los hombres, sino sólo los barones; pero se le viene reconociendo
fuerza de ley desde hace muchos siglos. Fue redactada en latín medieval,
originalmente sin separaciones de párrafos, secciones ni artículos, que
han sido añadidas posteriormente. (Se recordará que article, en el sentido
moderno de división legal, es un término francés muy posterior, relacio-
nado con la mentalidad codificadora).
El lector apresurado se preguntará, quizá, a qué se debe su relevancia
constitucional y su fama universal, pues, en realidad, no es sino un texto
similar a otros europeos medievales y, como ellos, pudo haber pasado
sin pena ni gloria, para después morir en el olvido durante los siglos
del absolutismo. En vez de eso fue recibiendo confirmaciones sucesivas,
ganando edad y respeto, de modo que hoy puede decirse que es, segu-
ramente, el texto constitucional más reverenciado del mundo, especial-
mente en los países del common law. En ellos, los grandes principios
de la Carta siguen considerándose vigentes, y pueden ser alegados ante
un juez en el curso de un pleito; por ejemplo, en el caso norteamerica-
no de 1819 Bank of Columbia vs. Okley (4 Wheat 235, 244), en el que
el Tribunal Supremo repite casi a la letra el dicho párrafo 39.35 Hace
unas décadas fue llevada a los Estados Unidos en una caja de seguri-
dad y expuesta al público, que formó largas colas para contemplarla.
Tras ésta, hubo otra Magna Carta, de Enrique III, en 1225, cuyo tenor
fue similar. En 1297 se hicieron el estatuto De tallagio non concedendo
y una Confirmación de las Cartas anteriores, que durante los siglos XIV
y XV volvieron a ser confirmadas repetidas veces. En 1423 se produjo

35 Goldberg, Arthur, “Constitutional Faith and the American People”, en Simmons


(ed.), The United States Constitution. The First 200 Years, Manchester, 1989.
DIMENSIÓN HISTÓRICA DE LA CONSTITUCIÓN BRITÁNICA 39

una Confirmación de Libertades, en la que ya se usó a continuación del


nombre del monarca reinante la fórmula “con el consejo y consentimien-
to de los lores espirituales y temporales y a instancia de los Comunes
de Inglaterra reunidos en Westminster”, que permanece invariada en lo
esencial.

II. Época Tudor

Desde nuestro actual punto de vista, esta fase no fue tan interesante
como otras. Para orientar al lector hispano, podríamos, quizá, comparar
la monarquía Tudor con los reyes Católicos, y los primeros Austrias en
España: reyes enérgicos que estaban construyendo una monarquía nacio-
nal fuerte y reinaron en momentos de expansión. Como en España, tam-
bién en Inglaterra empezó pronto la construcción de lo que con el tiempo
podría llegar a ser, más o menos, un Estado, para luego no continuar. La
reforma anglicana y la Act of Supremacy fueron parte de un proceso de
acumulación de poder que culminaría en la soberanía o supremacía del
Parlamento con la Corona; la figura clave fue Thomas Cromwell.
Se podría discutir si los Tudor, los reyes Católicos y los Austrias eran
realmente estatistas —desde luego que en sentido decimonónico no lo
eran—, pero ésa es materia en la que no podemos detenernos ahora, entre
otras razones porque el nacimiento del Estado no fue un fenómeno claro
ni igual en todas partes. Aquí queremos aludir a los reforzamientos del
poder monárquico que se registraron en ambos países en esas épocas,
y que en Inglaterra, antes que en ningún otro reino, se habían dado ya
bajo Enrique II Plantagenet. Que esos tempranos rasgos de centralismo
y territorialismo formaran parte de un proceso coherente de construcción
estatal y que acabaran o no cuajando en un auténtico Estado, como el
francés del siglo XIX, es otra cuestión, sobre la que nos pronunciamos en
el capítulo correspondiente.
Por lo que se refiere a los textos constitucionales, pocos son los que
proceden de esta época. Mencionaremos las dos Laws in Wales Acts de
1535 y 1542, que ordenaban la plena incorporación jurídica de ese prin-
cipado a Inglaterra, pues, a diferencia de Escocia, Gales no pactó en pie
de igualdad.
En cuanto a las instituciones políticas, hay que mencionar los orí-
genes del Consejo Privado del rey y los avatares experimentados por
40 EL EJEMPLO CONSTITUCIONAL DE INGLATERRA

el Parlamento. Éste, como en el continente, comenzaba a decaer ante la


prepotencia de Enrique VIII e Isabel I, pero, a diferencia del continente,
no dejó de reunirse, porque los Tudor lo hicieron intervenir para legiti-
mar sus decisiones importantes, como la reforma anglicana. El rey se
imponía sobre Westminster apoyándose en su Consejo Privado, institu-
ción antes insignificante, que en 1539 había recibido Poder Legislativo
por el Act of Proclamations. Este periodo se llamó de gobierno conciliar,
a causa de la relevancia del Consejo, que acumulaba la función judicial
además de la legislativa. Con todo, esta facultad continuó disputada hasta
que en el pleito llamado Case of Proclamations (1611) los jueces senten-
ciaron, entre otras cosas, que la Corona no podía legislar.
El Parlamento legisló poco: sobre la sucesión a la Corona y los dere-
chos de los hijos de las mujeres de Enrique VIII; sobre asuntos religiosos
(Ley de Supremacía mencionada, aprobación del libro de oraciones lla-
mado Prayer Book), asuntos territoriales y otras materias de menor inte-
rés. Pero, aun siendo éste un periodo poco brillante para el Parlamento,
fue cuando comenzaron a dibujarse los primeros rasgos de la supremacía
del Parlamento (con el rey: “The King in Parliament”):

El poder más alto y absoluto del reino de Inglaterra consiste en el Parla-


mento... Lo que se hace por este consentimiento es llamado firme, estable
y sanctum, y es tomado por ley. El Parlamento abroga leyes viejas, hace
nuevas,... cambia derechos y posesiones..., legitima bastardos, establece
formas de religión, altera pesos y medidas, da formas de sucesión a la Co-
rona..., da la mayor parte de los libres perdones y absoluciones..., condena
o absuelve... Pues se entiende que todo inglés está presente allí, bien en
persona, bien por representación..., desde el príncipe... hasta la ínfima per-
sona de Inglaterra. Y el consentimiento del Parlamento se considera que es
el consentimiento de todos los hombres.36

Aun siendo Inglaterra un país judicialista, no legalista, la legislación


en sentido moderno comenzó allí y en aquellos momentos. Entendemos
por legislación, en sentido moderno, la creación de derecho ex novo, para
un territorio entero, sin reconocer ninguna limitación, y sobre cualquier
materia; actitud diferente de la mantenida hasta entonces, pues se suponía

36 Smith, Thomas, De Republica Anglorum, 1589, cit. en Peaslee, III, 290; nótese que
el autor no era un campeón de las libertades del Parlamento, sino un ministro de la reina
Isabel.
DIMENSIÓN HISTÓRICA DE LA CONSTITUCIÓN BRITÁNICA 41

que el papel del legislador consistía más bien en aplicar o desarrollar el


derecho. Ya quedó señalado que éste, a su vez, se concebía de una forma
no muy definida, pero poco variable en lo esencial, por estar más allá del
alcance del legislador. La anterior cita de sir Thomas Smith expresa bien
la nueva actitud, que se inició allí, pero no significó que Inglaterra se lan-
zara ya sin frenos en esa dirección. En realidad, el Parlamento continuó
respetando el common law, y legislando, más bien poco, hasta los movi-
mientos reformistas del siglo XIX.
En aquel siglo se produjeron cambios muy importantes: Inglaterra
rompió con Roma; se fortaleció la monarquía; la nobleza medieval de-
clinó; aparecieron la incipiente clase media y la gentry rural, y fueron
destruidos diversos cuerpos intermedios, con lo que aumentó la igualdad
de los súbditos bajo un poder único: el del rey (con el Parlamento). Pero
como el absolutismo de los Tudor fue más personal y fáctico que teóri-
co —ahí está una de las diferencias con el estatismo—, al terminar esta
etapa la estructura constitucional permanecía inalterada.

III. Época Estuardo

Durante estos agitados años, unos ochenta, hubo, primero, un fortale-


cimiento del absolutismo, y, después, unas disputas entre absolutistas y
parlamentarios, que degeneraron en guerra civil, la cual dio paso a una
corta república llamada la Commonwealth, dotada de una Constitución
escrita y rígida. Tras la restauración de la monarquía se produjo el triunfo
definitivo de las tesis parlamentarias. Desde el punto de vista del naci-
miento del constitucionalismo, podríamos decir, mutatis mutandis, que
este proceso tuvo un significado comparable al de la Revolución france-
sa, pero con muchos menos excesos, un espíritu diferente, y más de un
siglo de antelación. Fue el germen de la democracia liberal, que de allí
pasó a las colonias norteamericanas y después a Francia.
En 1603 sube al trono de Inglaterra Jacobo I (que ya reinaba en Es-
cocia como Jacobo VI), hijo de María Estuardo y de su segundo esposo,
lord Darnley. La dinastía Estuardo, si no fuera por su brevedad, quizá
hubiera podido ser comparada con los Borbones franceses y españoles,
pero ocupó el trono durante bastante menos tiempo y en circunstancias
turbulentas. Durante ella hubo una revolución y la ejecución de un rey,
como un siglo después ocurriría en Francia. Jacobo I no profesaba aquel
42 EL EJEMPLO CONSTITUCIONAL DE INGLATERRA

vago absolutismo, todavía moderado, que fue relativamente corriente en


aquellos momentos de nacimiento del Estado, como habían hecho los Tu-
dor o los Austrias españoles, sino que era un hombre culto que pretendía
imponer un absolutismo deliberado, que podríamos comparar al francés
del tiempo de Richelieu. Lo que es peor, Jacobo era de esas personas que
tienen una teoría (la del derecho divino de los reyes) y se proponía apli-
carla con todas sus consecuencias. Y así comenzaron los enfrentamientos
entre absolutismo y common law, gobierno por oposición y gobierno por
consentimiento; el monarca por una banda y los jueces y parlamentarios
por otra, en la que destacaba el “viejo y tozudo” juez Coke. Aunque el
constitucionalismo está en deuda con los segundos, es interesante adver-
tir que la tesis más racional, y, según los criterios de la época, más avan-
zada, era la del rey, al que apoyaban personas cultas y modernas, como
sir Francis Bacon, mientras que Coke defendía un planteamiento más
bien tradicional, incluso algo medievalizante.
En 1625 su hijo Carlos I heredó una situación crispada; tuvo que fir-
mar en 1627 la Petition of Rights; en 1640 entró en vigor la primera ley
de Habeas Corpus; en 1641 la Grand Remonstrance pedía que los servi-
dores reales tuvieran la confianza del Parlamento, y en 1642 las Nineteen
Propositions exigían un mayor control del gobierno por Westminster. El
rey perdió la guerra y, finalmente, en 1649, su propia cabeza. Cromwell,
victorioso, se proclamó lord protector y promulgó el Instrument of Go-
vernment, única Constitución escrita y rígida de la historia inglesa y pri-
mera del mundo. Pero en 1660 la monarquía fue restaurada en la persona
de Carlos II, que pretendía volver por los fueros del absolutismo. Su su-
cesor fue Jacobo II de Inglaterra y VII de Escocia, que era católico. Posi-
blemente no haya sido un monarca tan malo como lo pinta la tradicional
interpretación whig, pues estableció la tolerancia para católicos, judíos
y no conformistas —que sería retirada en 1688 para los dos primeros
grupos—, pero las condiciones no fueron las propicias, y tras un corto
reinado de tres años, huyó en 1688, con lo que triunfaron definitivamente
las pretensiones parlamentarias. Entonces adquirió la Gran Bretaña su
actual fisonomía: predominio de Westminster, monarquía constitucional,
imperio del derecho, separación de poderes (aunque no tajante como la
que después se implantaría en América), derechos y libertades de los
ciudadanos. Desde este momento se convirtió en modelo para los con-
tinentales, comenzando por Montesquieu, y continuando por Constant y
tantos otros.
DIMENSIÓN HISTÓRICA DE LA CONSTITUCIÓN BRITÁNICA 43

Desde el punto de vista de los textos constitucionales, esta fase fue


rica porque Inglaterra sirvió de laboratorio constitucional de la humani-
dad. Aunque la clientela cultural de Francia dé por indiscutido que has-
ta 1789 no hubo en el mundo nada digno de mención, lo cierto es que
casi todos los aspectos importantes del constitucionalismo aparecieron
en Inglaterra durante aquellas efervescentes décadas, con el consiguien-
te reflejo en los documentos constitucionales, a los que nos referimos a
continuación.
A. De ellos, el primero fue la mencionada Petition of Rights. Este
documento, aunque pueda considerarse como la primera declaración de
derechos, todavía resulta un tanto medieval. Fue redactada por el juez
Coke, y presentaba unos rasgos típicamente ingleses: no era de carácter
abstracto, sino concreto, buscaba su apoyo en leyes anteriores, como la
Gran Carta de las Libertades, y reafirmaba solamente los derechos, liber-
tades, costumbres o franquicias que estaban siendo violados —cosa que
no se haría, después, en la Revolución francesa—. Proclamaba de nuevo
el citado párrafo o sección 39 de la Carta Magna y rechazaba lo que era
contrario a su tradición constitucional: los impuestos sin consentimiento
del Parlamento, las detenciones arbitrarias, los juicios según la ley mar-
cial y los tribunales que no juzgaban según el common law.
B. El siguiente texto constitucional relevante fue la primera ley de
Habeas Corpus. Originalmente su nombre abreviado era Star Chamber
Abolition Act, porque abolía el tribunal especial de la Cámara Estrellada,
que no juzgaba según el common law, y regulaba el Consejo Privado,
porque estaba sirviendo como un instrumento del rey. Al abolir la juris-
dicción especial de la Cámara Estrellada, esta ley prestó un gran servicio
al imperio del derecho:

Sea igualmente declarado y promulgado por la autoridad de este presen-


te Parlamento que ni su Majestad ni su Consejo Privado tienen ni deben
tener ninguna jurisdicción, poder o autoridad... para examinar o poner en
cuestión determinar o disponer de las tierras posesiones herencias bienes o
muebles de ninguno de los súbditos de este reino sino que ello tendrá que
ser juzgado y determinado en los tribunales ordinarios de justicia y según
el curso ordinario de la ley (secc. 3, versión de Peaslee, III, 310 y 311).
44 EL EJEMPLO CONSTITUCIONAL DE INGLATERRA

Además, ratificó diversos principios de las cartas magnas del siglo


XIII, entre ellos, una vez más, el párrafo 39 de la Magna Carta de 1215.
Dice el preámbulo:

Considerando que por la Gran Carta [se refiere a la de las libertades de In-
glaterra y del bosque, de 1297] muchas veces confirmada en el Parlamento
está legislado que ningún hombre libre será detenido ni encarcelado ni des-
tituído de su posición libre ni de sus libertades ni libres costumbres ni será
proscrito ni desterrado ni de ninguna otra forma destruído y que el Rey no
lo juzgará ni lo condenará sino por el legítimo juicio de sus iguales o por el
derecho del país... (preámbulo, en Peaslee, III, 308).

Pero su nombre actual lo debe a la prohibición de las detenciones ar-


bitrarias o prolongadas:

... toda persona... privada de su libertad,... a instancias de su abogado u


otra persona empleada por él... recibirá sin dilación una orden de Habeas
Corpus mandada en general a todos y cada uno de los sheriffs carceleros
servidores oficiales u otras personas en cuya custodia... estuviera y el
sheriff, carcelero... al recibo de la dicha orden... traerá o hará que sea
traído el cuerpo de la dicha parte... ante los jueces o justicias... y por con-
siguiente el tribunal dentro de tres días judiciales... procederá a examinar
o determinar si la causa de tal auto de prisión... es justa y conforme al de-
recho [legall en el original] o no...” (secc. 6, en Peaslee, III, 312).

Esta ley fue completada por la Habeas Corpus Amendment Act de


1679, con la misma finalidad.
C. Otro documento constitucional notable fue el Instrument of Go-
vernment de 1653, una Constitución republicana, escrita y rígida, que
quedaría derogada al restaurarse la monarquía en 1660. Era un intere-
sante texto en el que ya se planteaban cuestiones tan actuales, como la
separación de poderes, el poder constituyente diferenciado del legislativo
ordinario, y la distinción entre legislación constitucional y legislación or-
dinaria. Pero no nos detenemos a estudiarlo, porque quedó fuera del acer-
vo de documentos que forman la parte escrita de la Constitución inglesa.
Influyó, sin embargo, en el constitucionalismo norteamericano.
D. El tricentenario Bill of Rights de 16 de diciembre de 1689 es el
último hito de este periodo. Es una declaración de derechos, más mo-
derna que la Petition de 1627, y una limitación del poder real. Los lores
DIMENSIÓN HISTÓRICA DE LA CONSTITUCIÓN BRITÁNICA 45

espirituales y temporales y los Comunes reunidos en Westminster en re-


presentación de todos los estamentos del reino, en presencia de María y
Guillermo de Orange, hacen una declaración de agravios contra Jacobo II,
el cual había hecho, entre otras cosas, lo que sigue:

Recaudar dinero para uso de la Corona bajo pretexto de la prerrogativa [se


refiere a la praerogativa regis que estudiaremos en el capítulo séptimo]
en otro tiempo y en manera distinta de como fue concedido por el Parla-
mento.
Reclutar y mantener un ejército permanente dentro de este país en tiem-
po de paz sin consentimiento del Parlamento y acuartelar soldados en for-
ma contraria a la ley.
Dar lugar a que varios buenos súbditos que eran protestantes fuesen des-
armados al mismo tiempo que los papistas eran no sólo armados sino...
Violar la libertad de elección de los miembros que van a servir en el
Parlamento...

Y considerando que

... Han sido requeridas fianzas excesivas a personas implicadas en casos


criminales para eludir el beneficio de las leyes hechas para la libertad de
los súbditos.
Y han sido impuestas multas excesivas.
E infligido castigos crueles e ilegales...
Todo lo cual es absoluta y directamente contrario al Derecho y las leyes
conocidas y a la libertad de este reino.

A continuación, el Parlamento proclama solemnemente ciertos dere-


chos y libertades, todavía a caballo entre lo medieval y lo moderno:

Y en consecuencia los dichos Lores espirituales y temporales y Comunes...


estando ahora reunidos en plena y libre representación de esta nación to-
mando en su más seria consideración los mejores medios para alcanzar los
antedichos fines en primer lugar (como sus antecesores en similares casos
han hecho usualmente) para la vindicación y afirmación de sus antiguos
derechos y libertades, declaran...
Que la comisión para erigir el extinguido tribunal de comisarios para
las causas eclesiásticas y todas las otras comisiones y tribunales de similar
naturaleza son ilegales [en sentido de “contrarias al derecho”, illegal en el
original] y perniciosas.
46 EL EJEMPLO CONSTITUCIONAL DE INGLATERRA

Que recaudar dinero para uso de la Corona bajo pretexto de la prerro-


gativa sin concesión del Parlamento por más tiempo o en manera distinta
de aquella en la cual es o será concedido es ilegal.
Que es derecho de todos los súbditos hacer peticiones al Rey y que
todas las... persecuciones por tales peticiones son ilegales...
Que los súbditos que son protestantes pueden tener armas para su de-
fensa adecuadas a sus condiciones y según está permitido por la ley.
Que la elección de los miembros del Parlamento deberá ser libre.
Que la libertad de expresión y debate o actuación en el Parlamento no
deberá ser denunciada ni cuestionada en ningún tribunal ni lugar fuera del
Parlamento [estas famosas líneas son el artículo o sección 9, que aún hoy
puede considerarse en vigor].
Que no deberán ser exigidas fianzas excesivas ni impuestas multas ex-
cesivas ni infligidos castigos crueles ni inusuales...
Y que para el remedio de todas las quejas y para la enmienda refuerzo
y preservación de las laws los Parlamentos deberán reunirse frecuente-
mente.
Y ellos reclaman demandan e insisten en todas y cada una de las cosas
dichas por ser sus indudables derechos y libertades... Para la cual demanda
de sus derechos son particularmente estimulados por la declaración de su
Alteza el Príncipe de Orange.

Finalmente, el Bill of Rights declara a Guillermo y María de Orange


reyes de Inglaterra, Irlanda, Francia y demás territorios de la Corona, y
termina con la exclusión de los católicos y la fórmula del juramento que
desde entonces deben prestar los reyes.
En España es mucho más popular la Carta Magna de 1215 que el Bill
of Rights, que es desconocido excepto para los especialistas, a pesar de
que su importancia no es, posiblemente, menor. El Bill nació más como
un programa que como una ley, pero varias de sus partes han funcionado
después, en la práctica, como una ley; incluso hoy, cinco de sus artícu-
los pueden considerarse en vigor.37 Al revés que otros venerables docu-
mentos, como la citada Carta, permanece poco modificado. Decíamos
que su importancia para la historia del constitucionalismo es grande, y
no sólo para Inglaterra: partes de él han pasado más o menos íntegras, a
veces incluso con las mismas palabras, a las diez primeras enmiendas de
la Constitución norteamericana, precisamente conocidas en aquel país
como “el Bill of Rights”. Además, es aplicado hasta nuestros días por los
37 Lock, Geoffrey, “The 1689 Bill of Rights”, Political Studies, XXXVII, 1989, pp.
544 y ss.
DIMENSIÓN HISTÓRICA DE LA CONSTITUCIÓN BRITÁNICA 47

jueces canadienses y neozelandeses, aunque no es aplicable en Escocia


(porque en 1689 no se habían unido los reinos) ni en la Isla de Man, y es
dudoso que lo sea en Irlanda del Norte.38 Escocia produjo una ley coetá-
nea y parecida, el Claim of Rights de 1689, más detallado, más radical y
más anticatólico.
Los acontecimientos de 1688 fueron llamados Glorious Revolution.
Supusieron el triunfo de Harrington, Locke, Defoe y los dissenters (disi-
dentes religiosos, normalmente protestantes no anglicanos, que se benefi-
ciaron de la Toleration Act aprobada ese año), y cerraron un largo periodo
durante el cual Inglaterra, a diferencia de la España de la época, había
sido un país bastante inestable y violento.
En cuanto al legado constitucional de toda la etapa, puede sintetizarse
como sigue:

a) Supremacía del Parlamento, en principio sin limitaciones; y, por


tanto, flexibilidad constitucional. Esto recuerda el planteamiento
hobbesiano: soberanía absoluta sin separación de poderes.
b) Separación de poderes. Éste es el planteamiento lockeano, que con-
tradice al anterior; con el resultado de ninguno ha triunfado sobre el
otro por completo: ni tanta separación de poderes como en los Esta-
dos Unidos ni tan poca como, por ejemplo, en la España de hoy.
c) Disminución del poder del rey, control del ejecutivo por el Parla-
mento y los jueces.
d) Derechos y libertades.
e) Consolidación del imperio del derecho: aboliendo las jurisdicciones
especiales, estableciendo el predominio del common law, retiran-
do al rey y a su Consejo las facultades legislativas y judiciales y
sentando el principio de que la acción de gobierno debe discurrir
dentro del cauce del derecho.
f) Breve experiencia de una Constitución republicana escrita y rígida,
y también de una forma de gobierno asamblearia durante el llamado
Parlamento largo, que duró de 1642 a 1649. Esto, no obstante, fue
una excepción en la historia constitucional inglesa.
g) De este siglo viene también la definición de un acuerdo sobre lo
fundamental y, como lógica contrapartida, la disidencia legítima. El
origen de este proceso fue religioso, pues los vencedores de 1688,
38 Ibidem, pp. 544-558.
48 EL EJEMPLO CONSTITUCIONAL DE INGLATERRA

aunque más abiertos que los Estuardo, no defendían la completa


libertad de cultos. También fue relevante el hecho de que el angli-
canismo no tuviera una doctrina muy sólida, lo que obligó a defi-
nir qué era lo fundamental. Establecido el acuerdo fundamental, se
consentían dentro de él las discrepancias, si bien, a causa de la con-
fesionalidad del reino, quedaron excluidos los católicos y judíos.
h) Origen de los partidos Whig y Tory, que después llegarían a ser
liberal y conservador, respectivamente.
i) Introducción del té en Inglaterra. Los portugueses alegan que se de-
bió a Catalina de Portugal, esposa de Carlos II, pero es una cuestión
debatida.39 El té había de ser igualmente importante en la indepen-
dencia norteamericana —recuérdese el Boston Tea Party—, como
también, más tarde, en la primera ampliación del sufragio de 1832,
pues uno de sus principales impulsores fue el earl Grey, primer
ministro de 1830 a 1834 y gran aficionado a esa infusión, que dio
nombre a una clase de té, que sigue consumiéndose hoy. Huelga
decir que la reina Victoria, primera reina constitucional moderna,
fue también bebedora de té.

IV. De 1689 a 1832: consolidación

En lo constitucional, este periodo, a partir de la Glorious Revolution,


no fue de novedades radicales, sino de consolidación y desarrollo de lo
alcanzado el siglo anterior. En otros terrenos sí hubo importantes cam-
bios, sobradamente conocidos: la reacción antirrevolucionaria de Burke,
y otros, provocada por los sucesos franceses de 1789, la Revolución In-
dustrial, el liberalismo económico. En 1802 se dictó la primera ley labo-
ral moderna del mundo.
A continuación señalaremos los siguientes aspectos:
A. En general: se afianza el sistema parlamentario, que adquiere su
plenitud y rasgos definitivos, incluso en cuestiones de detalle, como la
sustitución del mandato imperativo por el representativo.
B. Responsabilidad del Ejecutivo ante el Parlamento.
C. Monarquía constitucional. Aunque en 1689 se había sentado que el
monarca ya nunca sería absoluto, tampoco se había sentado que iba a ser

39 Sobre la importancia del té, cfr. Camba, “Superioridad dramática del té respecto al
chocolate”, Aventuras de una peseta, cit., pp. 67 y 68.
DIMENSIÓN HISTÓRICA DE LA CONSTITUCIÓN BRITÁNICA 49

lo que ahora llamamos un rey constitucional, entre otras razones porque


no había precedentes. El producto final que conocemos como monarquía
constitucional fue configurándose por causas en parte casuales, pues la
casualidad ha sido una tradicional aliada de Inglaterra. Los dos primeros
reyes de la casa de Hannover no hablaban inglés, pasaban largas tempo-
radas en Alemania y no presidían las reuniones de gobierno, así que los
ministros fueron tomando la costumbre de reunirse sin el rey en un Ga-
binete. El monarca fue paulatinamente perdiendo funciones hasta que a
fines del siglo XVIII Jorge III intentó recuperar algunas, sin éxito. Mien-
tras que en Europa triunfaba el despotismo ilustrado, en Inglaterra termi-
naba de perfilarse la monarquía constitucional, que después inspiraría la
teoría del poder neutro de Benjamín Constant.
D. Acabamos de mencionar el gobierno de Gabinete, una reunión in-
formal de los ministros sin el rey. De ellos va destacándose el primer mi-
nistro, quien al principio no era más que un primus inter pares.
E. Origen de la responsabilidad colectiva del Ejecutivo, que nació por-
que Jorge III intentaba actuar sobre los distintos ministros separadamente.
F. Inamovilidad e independencia de la judicatura.
G. Unión de Inglaterra con Escocia. Desde 1603 ambos países estaban
bajo un mismo rey, pero conservaban todas sus leyes e instituciones par-
ticulares; algo parecido a los diversos reinos españoles bajo los Austrias.
Por medio de dos leyes de 1706 y 1707 ambas naciones pactaron, en pie
de igualdad, establecer un solo Parlamento y un solo gobierno. Así ter-
minó de configurarse desde el punto de vista territorial la Gran Bretaña
(todavía no el Reino Unido de la Gran Bretaña, Irlanda y las islas adya-
centes, que fue su posterior denominación completa, hasta la separación
de la República de Irlanda). Del tenor de estas leyes se deduce, tanto por
la materia como por el procedimiento de elaboración, que son normas su-
periores que la legislación futura ha de respetar. De ahí que la soberanía
del Parlamento sea discutida en Escocia; pero sobre ello volveremos más
adelante. Un siglo después se intentó hacer con Irlanda lo mismo que con
Escocia, con peores resultados como es bien conocido.
H. Definidos ya el acuerdo fundamental y la disidencia legítima, apa-
rece la oposición política. Aunque fruto del desacuerdo, la oposición es
un indicio de que hay vida constitucional, es un elemento del sistema
político más que una amenaza para él, y fue una novedad histórica. La
existencia de una oposición refleja la idea de que los problemas públicos
pueden resolverse por medios políticos y no sólo por la violencia, la re-
50 EL EJEMPLO CONSTITUCIONAL DE INGLATERRA

belión, la obediencia ciega o lo que sir Isaiah Berlin llama “la retirada a
la ciudadela interior”. Sin ella no puede hablarse con propiedad de acti-
vidad política. Por las mismas razones, se produjo la consolidación de los
primeros partidos políticos, Whig y Tory, destinados a turnarse pacífica-
mente en el gobierno.
Ocupémonos ahora de los documentos constitucionales. Hubo pocos
dignos de mención, porque mucho de la evolución política mencionada
se produjo por costumbres y convenciones. El primer texto importante
fue el Act of Settlement de 1700, que trata de lo que su nombre indica:
el establecimiento de la dinastía Hannover. Pero su denominación origi-
naria no era esa, sino An Act for the further Limitation of the Crown and
better securing the Rights and Liberties of the Subject, y su interés viene
precisamente de ahí y de que es el primer texto que ordena la inamovi-
lidad de los jueces quamdiu se bene gesserint, o sea, “mientras se com-
porten bien” (secc. 3,7, según la versión de Dareste, 538; luego repetido
en el artículo III, 1 de la Constitución norteamericana). Hasta entonces,
como hemos visto, sólo se había proclamado la independencia y la uni-
dad de jurisdicción. En cuanto a derechos y libertades y su fundamenta-
ción, esta ley dice:

Son confirmados el derecho y las leyes [el original dice laws and statutes]
del reino. Y... las laws de Inglaterra son el derecho de nacimiento de las
gentes de allí y todos los reyes y reinas que asciendan al trono de este reino
deberán administrar el gobierno del mismo de acuerdo con las dichas leyes
y todos sus servidores y ministros deberán servirles... de acuerdo con las
mismas (secc. 4; en Peaslee, III, 319).

Nótese, primero, la acostumbrada confirmación de la legislación ante-


rior, importante para reconciliar tradición con innovación; segundo, que si
hasta entonces la Petition y el Bill of Rights colocaban los derechos sobre
el gobernante alegando que eran productos de la historia, ahora se alega
que lo son de la naturaleza; tercero, la afirmación expresa de que los dere-
chos y libertades inspirarán y vincularán en adelante a todos los gobernan-
tes y funcionarios, cosa que hace pensar al lector español en el artículo 9,1
de la Constitución de 1978, que dice que la Constitución vincula a todos
los poderes públicos.
El segundo texto constitucional es la Union with Scotland Act de 1706.
Dice, entre otras cosas, lo que sigue:
DIMENSIÓN HISTÓRICA DE LA CONSTITUCIÓN BRITÁNICA 51

Considerando los artículos de la unión acordados... por los comisionados


nombrados en representación del reino de Inglaterra bajo el gran sello de
su Majestad de Inglaterra... y los comisionados nombrados en represen-
tación del reino de Escocia bajo el gran sello de su Majestad de Escocia
(para) tratar y concertar una unión de los susodichos reinos.

Esta ley fue seguida por la Union with Scotland Amendment Act de
1707. Pero sobre estos temas volveremos al tratar la dimensión territorial
de la Constitución británica.

V. De 1832 a 1960: época moderna

Esta etapa no constituye un periodo completamente homogéneo; está


enmarcada por el largo reinado de Victoria, y por las dos guerras mun-
diales. Fue 1832 el año de una importante reforma electoral; la década de
1960 es una fecha más arbitraria, situada entre el consenso de los años
cincuenta y las alteraciones de los ochenta. Aunque no se pueda preci-
sar un año concreto, puede decirse que en estas fechas hubo un cambio
importante. Los últimos años sesenta fueron un periodo de efervescencia
general: en 1964 accedió al poder el laborista Harold Wilson; de 1970
a 1974 gobernó el conservador Edward Heath, durante cuyo mandato
ingresó el Reino Unido en las comunidades europeas. Según los más crí-
ticos, Heath ha sido uno de los peores primeros ministros de este siglo,
y no hay duda de que su pobre liderazgo tuvo que ver con la reacción
thatcherista que vino después.
Durante este periodo se dio en la Gran Bretaña un momento de ple-
nitud en muchos aspectos: constitucional, cultural, económico y de ex-
pansión imperial. El espinoso conflicto irlandés, todavía vivo hoy en
Irlanda del Norte, fue, seguramente, el más duradero y difícil de los
problemas del periodo. Aun así, Inglaterra terminó de constituirse en
modelo universal, admirado por doquier, pero raramente imitado con éxi-
to. El político e historiador español Antonio Cánovas del Castillo, artífice
de la restauración borbónica de 1874, trató deliberadamente de copiar
diversos rasgos constitucionales británicos: el turno pacífico de los par-
tidos, el acuerdo fundamental, la monarquía constitucional. El resultado
fue un éxito relativo, pues aquel régimen, aunque no carente de proble-
mas, ha sido el más duradero de la historia constitucional española hasta
ahora.
52 EL EJEMPLO CONSTITUCIONAL DE INGLATERRA

De la etapa que va de 1832 a la década de 1960 pueden destacarse los


siguientes rasgos fundamentales:

• La democratización del régimen: predominio de los Comunes so-


bre los Lores, universalización del sufragio, transformación de los
viejos partidos oligárquicos, y aparición de un partido político de
masas: el laborista.
• El predominio del Gabinete sobre los Comunes, y del primer minis-
tro dentro del Gabinete.
• La persistencia y transformaciones del bipartidismo.
• La aparición del sindicalismo.
• La aparición del Estado de bienestar, del que Gran Bretaña fue uno
de los pioneros.

Veamos estos hechos con más detalle.


El sufragio en Gran Bretaña era muy minoritario y continuaba con un
planteamiento medieval, precisamente en el país que había iniciado la
democracia y hecho la Revolución Industrial. En 1832 se promulgó una
ley que ampliaba el sufragio, llamada Reform Bill, con la cual comenzó
Inglaterra a ser una democracia moderna y a ajustar su Constitución a
las grandes transformaciones sociales que ya llevaban decenios produ-
ciéndose. Aunque la ampliación fue modesta, permitió que alguna gente
nueva entrase en Westminster: con ocasión del primer Parlamento re-
formado, comentó el duque de Wellington que nunca había visto tantos
malos sombreros en su vida (cfr. Oxford Dictionary of Quotations, voz
“Wellington”). En 1867 la Representation of the People Act extendió más
el derecho al voto, como volvió a hacer otra ley del mismo nombre de
1884. Estas reformas hicieron cambiar la estructura interna de los parti-
dos liberal y conservador, y posibilitaron la aparición de uno de los pri-
meros partidos políticos de masas: el laborista (Labour Party), fundado
al cambiar el siglo.
Pero el sufragio no era aún universal; para los hombres no lo fue hasta
1918. En ese año accedieron también al voto la mayor parte de las mu-
jeres, y el resto hubo de esperar otro decenio. Aquí puede verse la len-
titud de la evolución constitucional británica: en pleno siglo XX y en la
cuna de la democracia, no todo hombre tenía un voto. Por fin, en 1948 otra
ley eliminó los últimos vestigios electorales estamentales, consistentes en
DIMENSIÓN HISTÓRICA DE LA CONSTITUCIÓN BRITÁNICA 53

que las universidades antiguas seguían funcionando como corpora con


derecho a enviar representates al Parlamento.
Con el partido laborista se rompió el antiguo bipartidismo de liberales
y conservadores, que fue restablecido, aunque modificado, al quedar los
liberales convertidos en un pequeño partido de tercer orden. Los laboris-
tas, después de unos efímeros gobiernos en 1924 y 1929-31, ganaron sus
primeras elecciones al terminar la Segunda Guerra Mundial.
Otro proceso digno de mención fue el que llevó a los Comunes a una
posición de completa preeminencia sobre los Lores. A principios de siglo
este tema era de esos que dividían no sólo a los dos grandes partidos po-
líticos, sino también a la opinión pública. Tras la victoria de los liberales,
que habían hecho bandera de su postura pro Comunes, se dictó la Par-
liament Act de 1911, que restringió las facultades de los Lores, especial-
mente en proyectos de ley económicos, correspondiendo también a los
Comunes la decisión sobre cuáles tienen tal carácter.
Este proceso, que condujo al protagonismo de la Cámara baja, se dio
también en la mayor parte de los países. Igualmente fue universal el for-
talecimiento del ejecutivo, que en el Reino Unido dio lugar al predominio
del gobierno sobre todo el Parlamento, también sobre los Comunes, y del
primer ministro sobre el Gabinete. Aparte de las tendencias generales,
esto se debió a las destacadas personalidades que ocuparon el cargo de
primer ministro, como Gladstone, Disraeli y Churchill. El primer mi-
nistro y el Gabinete, hasta muy avanzado este siglo, venían siendo re-
gulados sólo por convención; legalmente, no existía el primer ministro,
sino el “primer lord del Tesoro”. La Ministers of the Crown Act de 1937
reconoció su existencia legal, como también la de la leal oposición de Su
Majestad, cuyo líder disfruta de un sueldo y otros derechos.
Otra novedad fue la aparición del Estado de bienestar. En los comien-
zos, fue obra del gobierno liberal de 1906 y, después, del laborista de
1945, pero, al aceptarlo todas las fuerzas políticas, se convirtió en parte
de la imagen del Reino Unido, al menos hasta los años ochenta. En lo
político y en lo cultural la Gran Bretaña continuó siendo un país notable-
mente liberal, poco igualitario, pero en lo económico y en lo asistencial
se socializó bastante. Esta tendencia tampoco fue exclusiva del Reino
Unido, pero merece notarse que, mientras en otros países el Estado social
se presentó como una evolución o perfeccionamiento del imperio del de-
recho, en Inglaterra, en cambio, se entendió como cosa diferente, como
54 EL EJEMPLO CONSTITUCIONAL DE INGLATERRA

una forma de atender las necesidades sociales, que no necesariamente


tiene que ver con la sujeción del poder al derecho.
Relacionado con el Estado de bienestar estuvo el crecimiento de la
administración pública, la creación de muchos tribunales especiales y las
inmunidades de los sindicatos, que vinieron a disfrutar de una posición
privilegiada, contraria al tradicional rule of law, desde que en 1906 el
Parlamento dictó la Trade Disputes Act eximiéndolos de responsabilidad
civil en casos de conflictos de trabajo. Con el tiempo, estos privilegios
terminaron dando a los sindicatos más fuerza de lo razonable, a juzgar
por los hechos; pero al principio la cosa comenzó, muy británicamente,
con inmunidades o excepciones al common law —enfoque negativo— y
no con leyes constitutivas de derechos y obligaciones —enfoque posi-
tivo—. Al final, la clásica imagen del sistema político inglés acabó por
modificarse. Pero esto nos introduce en el periodo siguiente.
Por lo que se refiere a los documentos legales producidos durante esta
etapa, cabe señalar que, como siempre, no todos los acontecimientos
relevantes fueron acompañados por nuevas leyes, algunos sí, como la
extensión del sufragio, pero otros, como la preeminencia del Ejecutivo,
tardaron mucho en alcanzar reconocimiento legal, como veíamos. Men-
cionaremos las leyes siguientes:
1. Leyes acerca del sufragio: Reform Bill de 1832 y sucesivas Re-
presentation of the People Acts de 1867, 1884, 1918 (sufragio universal
masculino; ampliación del femenino), 1928 (sufragio universal femeni-
no) y 1948 (eliminación de restos corporativos).
2. Leyes acerca del Parlamento: Parliament Act de 1911 (primacía de
los Comunes sobre los Lores) y Parliament Act de 1949.
3. Leyes sobre el Ejecutivo, de las que destaca la Ministers of the
Crown Act de 1937.
4. El Westminster Statute de 1931 no tuvo gran importancia para la
vida constitucional interna del Reino Unido, pero sí para las relaciones
con sus antiguas colonias y dominios. Las naciones de la Commonwealth
continúan unidas por la común fidelidad a la Corona, pero en adelante
el Parlamento británico se abstendrá de legislar para los dominios como
Canadá, Australia o Nueva Zelanda, a menos que lo pidan. En realidad
la cosa no fue tan novedosa, porque esos países venían actuando por su
cuenta desde hacía decenios, y, por otra parte, ese Estatuto no conllevó
la desaparición de los vínculos culturales y económicos que les unían a
Londres.
DIMENSIÓN HISTÓRICA DE LA CONSTITUCIÓN BRITÁNICA 55

VI. De la década de 1960 en adelante

Para nuestro actual propósito, este periodo no tiene el mismo interés


que los precedentes.
Durante éste Inglaterra efectuó la descolonización y encajó la pérdida
de su imperio de una manera que, en general, puede calificarse de ejem-
plar, pero ello no nos concierne mucho ahora. Únicamente señalaremos
que, si eso es correcto, la actual decadencia o crisis no puede atribuirse a
la pérdida del imperio como causa única o principal.
Nuestro interés por el derecho constitucional inglés es, mutatis mu-
tandis, como el de un civilista por el derecho romano: si sigue estudián-
dose hoy es por su valor clásico y no porque esté vigente, pues no lo está
ni en Roma. De la misma manera, lo que el constitucionalismo inglés
tiene que enseñarnos no es, en principio, su situación actual, sino el mo-
delo del que se derivaron la mayor parte de las democracias liberales, así
como nuestro derecho privado se derivó del romano.
Por otra parte, el momento actual no es fácil de calificar, porque ca-
recemos de perspectiva, y los acontecimientos que estamos observando
no tienen un significado único ni indiscutible. Podemos afirmar que si la
Constitución del Reino Unido se estuviera alejando del modelo tradicio-
nal, y no para mejorarlo, perdería interés. La opinión que aquí vamos a
emitir, necesariamente provisional, es deudora de diversas fuentes, des-
de periódicos y revistas hasta conversaciones y entrevistas personales,
pasando por los libros de Beer, Norton y Sampson, entre otros. Mucho
de lo que aquí hay que tratar es materia de legítimo debate y de división
según opiniones políticas, no sólo entre conservadores y laboristas, sino
incluso dentro de los primeros. Algunos tories tradicionales consideran
el thatcherismo como un mal necesario para hacer retroceder al Estado,
pero incluso éstos están, seguramente, en desacuerdo sobre el legado de
Margaret Thatcher y sus efectos sobre el acuerdo sobre lo fundamental y
el conjunto de la Constitución y la sociedad.
En estos momentos, el Reino Unido parece una comunidad política
postimperial cargada con diversos lastres internacionales e internos, po-
líticos y económicos, sociales y culturales, que está experimentando una
transformación política, quizá ajena a su esquema clásico. De los proble-
mas políticos, más de uno irá saliendo a lo largo de este libro; no obstan-
te, los resumiremos como sigue.
56 EL EJEMPLO CONSTITUCIONAL DE INGLATERRA

Primero, el viaje del laborismo hacia no se sabe dónde: la izquierda


ascendiendo, dentro del partido, hasta relegar a segundo plano los histó-
ricos componentes no marxistas, y luego radicalizándose y asentándose
en los ayuntamientos y en el mundo cultural. Así se apartaba tanto de la
realidad como del poder: a las puertas de las elecciones de 1983 el parti-
do laborista hizo público un manifiesto aún más radical, suicida. La de-
rrota fue grande, y sólo el efecto del sistema electoral les salvó de quedar
al nivel de la Alianza Liberal-Socialdemócrata.
Segundo, los sindicatos privilegiados, anticuados e hipertrofiados,
pero todavía con un considerable poder para obstruir.
Tercero, el deterioro del terreno medio, del consenso en que confluían
ambos grandes partidos y que era la envidia de los extranjeros; el fin del
paternalismo tory (término que no es idéntico a conservative), por un
lado, y de la moderación de los sindicatos, por el otro.
Cuarto, la intolerancia y dureza de Thatcher y su legado de insolidari-
dad social, fortalecimiento del poder y recortes a las libertades.
Hasta hace poco tiempo, el gentleman marcaba la impronta en la po-
lítica, la administración, la educación y la vida social. El gentlemanly
style producía, aplicado a la política, el estilo club, como si el Gabinete
y los Comunes fuesen clubs; la moderación, el gobierno por consenti-
miento más que por imposición, como también el escaso control, pues
un caballero, un good old fellow, jamás mentiría ante el Parlamento ni
robaría ni abusaría de los poderes que se le delegasen. En la administra-
ción, el estilo gentleman producía un civil servant (funcionario) bastante
amateur, entendiendo por tal aquél cuyos estudios “no tienen conexión
inmediata con ninguna tarea profesional”.40 Ese funcionario probable-
mente fuese poco moderno, pero era menos rígido, más tratable y, qui-
zá, también más eficaz que los burócratas de algunos otros países, y,
en general, mostraba una clara desvinculación de la política partidista.
En la educación, el resultado era la formación amplia, humanística, sin
una conexión necesaria entre estudios cursados y profesión ejercida des-
pués, y un predominio, más persistente de lo esperado, del etoniano y
oxbrigense, con cierto menosprecio hacia las actividades tecnológicas y
empresariales.
En la política, Thatcher no ha practicado el estilo gentleman, pero en
otros terrenos algunas tradiciones sobreviven, como la separación de cla-
ses sociales. Es como si la merry old England (“vieja y alegre Inglaterra”),
40 Sampson, Anthony, The Anatomy of Britain, Londres, 1962.
DIMENSIÓN HISTÓRICA DE LA CONSTITUCIÓN BRITÁNICA 57

liberal y aristocrática, no se dejara reducir sin resistencia al terreno de la


democracia de masas y la competitividad tecnológica.
Parte de lo mencionado no pertenece al terreno de la política y quizá
nunca se traduzca a lo constitucional. Si tratamos de señalar lo más rele-
vante para el derecho constitucional, intentando enunciar proposiciones
concretas y discernibles, podemos empezar por decir que hay una impre-
sión, bastante generalizada en los medios académicos e intelectuales, de
que en los últimos veinticinco años las instituciones políticas no funcio-
nan como antes. La interpretación pesimista más conocida es la del pro-
fesor norteamericano Beer,41 discutida por otros, como el profesor Nor-
ton, en varias de sus publicaciones. Para concretar nuestro planteamiento
haremos ocho apartados.
1. Comenzaremos por mencionar la disminución del acuerdo funda-
mental y la radicalización de la izquierda y de la derecha. Hasta cierto
punto, es como si la Constitución misma se convirtiera en objeto de deba-
te; en consecuencia, deja de ser estudiada sólo por la ciencia jurídica para
serlo también por la política. Disminuye la cohesión en la comunidad
política. Al final de los años ochenta, el Reino Unido parece haber mejo-
rado económicamente, pero está más dividido en lo social, en lo racial y
también en lo territorial: el visitante extranjero tiene la impresión de que
el sudeste, además de estar más próximo a Europa y menos castigado por
la crisis, recibe del gobierno un trato de favor, y es, con gran diferencia, la
zona que más vota conservador. Últimamente, diversos países han prac-
ticado políticas neocapitalistas similares, con resultados de insolidaridad
social y territorial igualmente similares, como en España bajo el gobier-
no socialista, que ha favorecido sin recato a ciertas zonas.
2. Relacionadas con lo anterior están las transformaciones en el siste-
ma de partidos. Mencionaremos la crisis del bipartidismo, que finalmen-
te parece saldarse con su reafirmación, una vez pasadas las sacudidas
electorales que dieron una oportunidad a los nacionalismos periféricos y
a los liberales y socialdemócratas; aunque un bipartidismo estricto nun-
ca ha existido en el Reino Unido. Añádanse las crisis internas de los
dos grandes partidos, sobre todo del laborista. También se han alterado
los antiguos alineamientos de los votantes, que hasta hace poco eran re-
lativamente claros y estables y consistían, simplificando, en una cierta

41 Beer, Samuel, Britain Against Itself: The Political Contradictions of Collectivism,


Londres, 1982.
58 EL EJEMPLO CONSTITUCIONAL DE INGLATERRA

correspondencia entre clase social y preferencia partidaria. Esa corres-


pondencia era real y visible, pero distaba de ser completa: por un lado,
la “franja celta” (Escocia y Gales) siempre emitió menos votos conser-
vadores, por ser éste el partido inglés por excelencia; por otro lado, hubo
siempre muchos trabajadores votando tory. Además, se intensifica la dis-
cusión sobre el sistema electoral.
3. Concentración de poder en manos del primer ministro, subordina-
ción de los Comunes, absorción de la producción legislativa por el ejecu-
tivo. Con Thatcher, gobierno duro; con sus sucesores, gobierno invasivo
de las diferentes áreas sociales y personales; exagerado incremento de la
vigilancia policial.
4. Disminución del papel del Parlamento, no sólo frente al primer mi-
nistro, sino también frente a Bruselas. La soberanía del Parlamento queda
en entredicho —suponiendo que tal atributo, entendido en sentido fuerte,
haya existido alguna vez—. Ha habido varios referenda, uno sobre el
ingreso en Europa, y otro en Escocia y Gales sobre la regionalización.
Se han producido ciertos cambios en la organización interna del Parla-
mento, sobre todo en las comisiones especiales, que lo aproximan a las
asambleas legislativas de otros países. En 1989 se permitió el acceso de
las cámaras de televisión al Parlamento.
5. Hubo una eclosión de los nacionalismos periféricos. El problema
del Ulster continúa sin resolver y da lugar a que el gobierno, en la lucha
contra el terrorismo, no siempre respete el imperio del derecho.
6. Transformaciones en el “Estado de bienestar” y en el papel de los
sindicatos. Durante muchas décadas fueron los sindicatos británicos un
modelo, tanto por ser muestra de una sociedad civil viva como por su
moderación ideológica, pero al final se habían desorbitado. El hito que
marcó el deterioro en la posición de los sindicatos, antes demasiado pri-
vilegiados, fue la larga huelga de los mineros de 1984, prueba de fuerza
entre Thatcher y el líder sindical Arthur Scargill. Los sindicatos seguían
con una mentalidad atrasada: deseaban mantener sus inmunidades y pri-
vilegios (por otra parte discutibles), un gasto público elevado, y conti-
nuar indefinidamente subvencionando grandes industrias nacionalizadas
obsoletas. Además habían abandonado su anterior línea de defensa de los
intereses de los afiliados y escasa politización. Ya en los años setenta la
opinión pública empezó a mostrarse menos favorable a los sindicatos y
también los jueces han terminado con algunos privilegios sindicales fran-
camente abusivos. En fin, este aspecto es de los más conocidos del periodo
de Thatcher, y no necesita más comentarios.
DIMENSIÓN HISTÓRICA DE LA CONSTITUCIÓN BRITÁNICA 59

7. Violencia en las calles; cambio en la actitud de la policía, cuyo


número crece mucho últimamente. La imagen de Inglaterra como una
sociedad absolutamente tranquila, sin más violencia que en el exterior,
no ha sido nunca cierta; recuérdense las primeras páginas de la Historia
de dos ciudades, de Dickens, o piénsese en el movimiento cartista del
siglo XIX. No olvidemos, por otra parte, que las peleas en los pubs y
en el fútbol han sido siempre notables; otros países que, como España,
han padecido mayores turbulencias políticas, han registrado, en cambio,
menos violencia en el deporte y en los bares. No obstante, es verdad que
en Inglaterra la vida solía ser pausada y la policía era escasa y sin armas:
probablemente haya sido el Estado menos policiaco del mundo excepto
Andorra, San Marino o Liechtenstein. La policía formaba un cuerpo in-
dependiente, poco controlado, considerado por la población de diversas
maneras, ninguna demasiado negativa: como unos amigos, unos servi-
dores del derecho o un fastidio fácilmente soportable: “consideramos a
nuestro policía... como una necesidad inofensiva, y el ciudadano corrien-
te lo utiliza, principalmente, como poste de señales” y ayuda para cruzar
las calles las viejecitas.42 En los años ochenta y noventa ha habido serios
tumultos en diversas ciudades; el número de policías aumenta, pero la
paz social no. También la gente cambia algo su actitud hacia ellos, sobre
todo los jóvenes de color y desempleados que habitan zonas desindustria-
lizadas, quienes les acusan de prejuicios raciales.
8. Los problemas económicos. En el presente siglo la economía britá-
nica creció a menor ritmo que en el resto de los países industrializados.
Ciertamente, el Reino Unido continúa en el tren de los siete grandes, pero
lejos de ser la locomotora. El petróleo del mar del Norte no ha hecho mi-
lagros, y la década thatcherista ha traído un crecimiento económico para
una considerable parte de la población, pero también ha crecido la pobre-
za, la insolidaridad y la diferencia entre las clases sociales.

VII. Recapitulación sobre la dimensión


histórica de la Constitución británica

Hemos tratado de mostrar la peculiar relación que la Constitución bri-


tánica tiene con la historia. Parece una carretera construida a base de par-
ches, o un edificio viejo, ilógico, compuesto de partes heterogéneas. Prima
facie no se ve un proyecto o designio. De ninguna persona o grupo puede
42 Jerome, J. K., Tres ingleses en Alemania, 1900; trad. española, Barcelona, 1981.
60 EL EJEMPLO CONSTITUCIONAL DE INGLATERRA

decirse que haya sido el autor ni inspirador principal. Sucesos, costum-


bres, instituciones, sentencias judiciales, convenciones, textos legales y
casualidades de diversa especie se amontonan durante más de setecientos
años, aparentemente sin orden ni concierto. Por eso pudo decirse que
“simplemente, fue creciendo” y que su autor ha sido la historia. Y sin
embargo, el resultado final, ese conjunto de parches puestos para resolver
los problemas concretos de cada momento, ha sido un éxito.
Una mirada retrospectiva muestra cómo iban naciendo y consolidán-
dose costumbre tras costumbre, institución tras institución, ley tras ley:
primero la Corona, el Parlamento y el common law, después el Consejo
Privado, el rule of law, los derechos y libertades, la separación de poderes,
la imparcialidad e inamovilidad de los jueces, la unión con Escocia, el
ejecutivo de Gabinete, la monarquía constitucional y el poder neutro, la
forma de gobierno parlamentaria, los partidos políticos, el sufragio, fi-
nalmente universal. Y lo mismo puede decirse de la sucesión de textos:
empezando por la Carta Magna de 1215 y demás documentos medieva-
les, siguiendo por las leyes sobre Gales, la Petition of Rights, las leyes de
supresión de las jurisdicciones especiales y las de Habeas Corpus; el Bill
of Rights, la Act of Settlement, la Union with Scotland Act, las diversas
leyes sobre el sufragio a partir del Reform Bill de 1832, las leyes acerca
del Parlamento y las que tratan del Ejecutivo.
Lo primero que llama la atención es la antigüedad y estabilidad de
las instituciones y la ausencia de interrupciones bruscas, excepto en el
siglo XVII. En Inglaterra, al revés que en la mayor parte de los países,
el tradicionalismo y el constitucionalismo no se oponen, y eso tuvo mu-
cha importancia, como se deduce al hacer una comparación con el siglo
XIX español. Lo segundo es que, aunque hayamos dicho que ha sido un
proceso aparentemente sin orden ni concierto, la realidad es que el pro-
ducto final tiene sentido: para seguir con el ejemplo anterior, la carretera
conduce a algún sitio. La prueba es que en el siglo XVII hubo cambios
institucionales y legales que fueron expulsados de la Constitución. Así
que parece haber un trasfondo, unos criterios interpretativos duraderos
y unas líneas maestras, pues de lo contrario igual podría haber resultado
—por ejemplo— un sistema republicano y presidencialista. ¿Cuáles son?
Para responder bastaría, posiblemente, releer lo que escribió lord Bryce
sobre las Constituciones flexibles y las condiciones necesarias para que
funcionen con éxito. Eso significa que aunque la Constitución se defi-
na como flexible, hay unos aspectos fundamentales tan claros como en
DIMENSIÓN HISTÓRICA DE LA CONSTITUCIÓN BRITÁNICA 61

las rígidas, o más, según con cuál Constitución rígida hagamos la com-
paración. Para muchos autores, los tres principios constitucionales más
importantes son la soberanía del Parlamento, el imperio del derecho y la
separación de poderes.
Nosotros pensamos que el trasfondo y los criterios que han servido
para interpretar las cosas en un sentido, y no en otro, han sido, entre
otros, los siguientes. Primero, ciertos conocidos rasgos del carácter in-
glés, como el realismo, el temperamento conservador y reformista, la
moderación, el gusto por el empirismo como forma de resolver los pro-
blemas y la facilidad para el compromiso. Segundo, el common law con
sus principios procedentes del universo jurídico-privado: igualdad ante el
derecho, unidad de jurisdicción (relativa, como veremos en el capítulo de
la judicatura), y justicia natural. El common law, con su mentalidad es-
pecífica, ha sido el trasfondo y filtro aplicado a lo largo de los siglos por
el Parlamento y, sobre todo, por los jueces. Lo que repugnaba al common
law no llegaba a integrarse en el sistema, como ocurrió con las pretensio-
nes absolutistas de los Estuardo. Es, repetimos, como si la Constitución,
aun siendo flexible, en ciertos aspectos fundamentales mostrara también
una cierta rigidez.
Pero, al fin y al cabo, los que vivimos bajo Constituciones escritas y
rígidas, ¿qué enseñanzas podemos inferir de la historia de la Constitu-
ción inglesa? No tantas como de otros de sus aspectos, ciertamente, pero
alguna sí, pues por poco que dure un documento constitucional, aunque
sea rígido, siempre estará expuesto a la interpretación que de él hagan
los jueces y legisladores. El ejemplo clásico es el norteamericano, pero
mutatis mutandis el fenómeno puede observarse también en una Consti-
tución joven, como, por ejemplo, la española: hoy no sería realista decir
que está igual que cuando fue aprobada, en 1978. Así que una Constitu-
ción, sobre todo si es flexible, pero también aunque sea rígida, necesita
un espíritu, unas líneas maestras o un sentido que desempeñe la función
que desempeñó el espíritu del derecho inglés. Esto no es imposible: en
el pasado, a pesar del legalismo oficial, el derecho no constitucional es-
pañol ha funcionado, durante muchos decenios, no sólo con leyes sino
también con principios generales más o menos vagos que informaban y
daban unidad al conjunto, aunque las Constituciones o las leyes no los
proclamaran expresamente, y los jueces los tenían en cuenta. La compa-
ración no es del todo exacta porque el common law fue pronto traducido
a fórmulas, pero no parece impropia en lo esencial. En todo caso, ello
62 EL EJEMPLO CONSTITUCIONAL DE INGLATERRA

implicaría que no basta con redactar una Constitución y crear un órgano


de control de constitucionalidad (llámese consejo constitucional, tribunal
constitucional, supremo o como sea, inexistente, en cualquier caso, en el
Reino Unido), como si los demás actores constitucionales no tuvieran
tras ellos, como un telón de fondo, el espíritu de la constitución.
Otra deducción es la importancia del derecho ordinario (hasta ahora
el privado) para el constitucional, pues en principio el constitucionalis-
mo inglés no fue sino la aplicación de criterios jurídico-privados a los
problemas públicos. Esto nos reconduce al problema de si las Consti-
tuciones, además de ser normas supremas, son también completas y au-
tosuficientes: ciertamente, ellas están en las cumbres de sus respectivos
ordenamientos jurídicos, pero más por lo que tienen de constitucionales
que por lo que tienen de jurídicas. La razón de que ninguna norma cons-
titucional, suprema, sea por completo autosuficiente reside en que, posi-
blemente, ninguna norma lo es. Es lógico afirmar la superioridad formal
de una Constitución sobre las leyes civiles ordinarias, pero, en el fondo,
difícilmente se encontrará una rama del derecho más auténticamente ju-
rídica que el derecho privado. Una Constitución difícilmente podrá ser el
compendio y cifra de todo el derecho porque, para empezar, está por ver
que ese único compendio y cifra exista en forma de ley clara y distinta.
Así que las Constituciones no tienen por qué acaparar todas las fuentes
productoras de derecho ni la democracia gana mucho con tal absorción.
Dejando aparte que tal tarea no parece fácil, es bueno para la libertad que
los agentes productores del derecho no se puedan nunca reducir, en úl-
tima instancia, a uno sólo, aunque sea democrático, y, en la práctica, los
hechos se encargan de mostrar la imposibilidad de tal reducción.
Pocas cosas habrá más jurídicas que una sentencia entre particulares,
elaborada con reglas naturales de justicia procesal y material, y dictada
por un tercero, elegido por los litigantes a causa del reconocimiento so-
cial de su prudentia iuris. De aquí a la auctoritas romana no hay más que
un paso, pero es que Inglaterra es, después de Roma, el país de la aucto-
ritas: una sociedad en la que ciertas personas sabias, prudentes, nobles
o viejas, disfrutan de un reconocimiento social desproporcionado con su
dinero, poder o número. Esto ya lo vio Bagehot en 1867, pero probable-
mente no sea falso hoy.43

43
Bagehot, Walter, The English Constitution, 1867. Las ediciones utilizadas son las
de Oxford, 1928, y la de Londres, 1964, con una introducción de Richard Crossman,
véase el capítulo IV; Norton, Philip, op. cit., p. 29.
DERECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO EN EL
CONTEXTO DE LA INTEGRACIÓN SUPRANACIONAL
Y LA GLOBALIZACIÓN1

MARÍA SALVADOR MARTÍNEZ


Profesora Contratada-Doctora
UNED

SUMARIO

I. Sobre el derecho comparado


II. Origen y desarrollo del derecho constitu-
cional comparado
III. El derecho constitucional comparado a
principios del s. XXI
IV. Actuales influencias recíprocas entre di-
ferentes culturas constitucionales

Este trabajo tiene por objeto realizar un breve análisis de la actual situación
del derecho constitucional comparado, destacando el desarrollo que ha expe-
rimentado como consecuencia de los procesos de internacionalización e inte-
gración supranacional, y resaltando una de sus principales características ac-
tuales, cual es la intensificación de las influencias recíprocas entre diferentes
sistemas jurídicos y entre distintas culturas constitucionales.

I. SOBRE EL DERECHO COMPARADO

Si bien estas líneas tienen por objeto el análisis de las características ac-
tuales del derecho constitucional comparado, es preciso comenzar realizando

1 El presente trabajo se presentó como comunicación a las Jornadas sobre Orientación y Mé-
todo del Derecho Constitucional organizadas por la revista Teoría y Realidad Constitucional el 16
de noviembre de 2007

UNED. Teoría y Realidad Constitucional, núm. 21, 2008, pp. 375-395.


376 MARÍA SALVADOR MARTÍNEZ

algunas consideraciones de carácter general sobre la naturaleza del derecho


comparado, su objeto y los elementos definitorios de su metodología.
Así, en primer lugar, desde el punto de vista de su naturaleza hay que refe-
rirse al debate sobre el carácter autónomo o dependiente del derecho compara-
do, sobre si éste debe considerarse un método auxiliar o una ciencia indepen-
diente, pues se trata del principal debate que ha acompañado a esta disciplina
desde su origen y constituye uno de los elementos de discusión sobre los que,
aún hoy, no existe una posición unánime.2
En este sentido, de una parte, hay quien considera que el derecho com-
parado es esencialmente un método de investigación, de estudio, que desem-
peña una labor auxiliar en diversas disciplinas científicas, pero que no posee
una entidad propia, sino que sirve al objetivo de la disciplina a la que auxilia,
de tal modo que los resultados que se obtienen del análisis comparado se su-
man a los argumentos que aporta dicha disciplina.3 De otra parte, sin embargo,
hay quien entiende que el derecho comparado no es un simple método auxi-
liar, sino una ciencia autónoma, con suficientes características específicas y
principios metodológicos propios que permiten diferenciarla de las restantes
disciplinas jurídicas, y que persigue ciertas finalidades también propias, que se
especifican en cada investigación concreta, y que, de acuerdo con los teóricos
de esta nueva ciencia, pueden responder a alguno de los siguientes objetivos:
buscar la mejor solución a un determinado problema jurídico, determinar las re-
laciones causales entre ellos, o poner de manifiesto la evolución histórica de un
problema jurídico concreto.4 Finalmente, no falta quien considera que, a la
vista de lo dicho, el derecho comparado tiene una doble naturaleza, es, al
mismo tiempo, ciencia y método, ya que «la ciencia no es, a la postre, sino mé-
todo».5 Efectivamente, una ciencia se diferencia de otra por el método con el
que analiza un determinado objeto, de tal modo que para afirmar que estamos
ante una nueva ciencia es preciso que ésta utilice un método diferente y propio.
Por eso, lo que realmente hay que determinar es si el método comparado es
esencialmente diferente del jurídico y, por lo tanto, hay que considerar al de-

2 Como referencia del inicio de estos debates debemos citar el trabajo clásico de BLAGOJEVIC,
B., Le droit comparé-méthode ou science, publicación extraordinaria de la Revue internationale du
droit comparé, no 4, 1953.
3 Especialmente desde la obra de GUTTERIDGE, H. C., An introduction to the comparative me-
thod of legal study and research, Cambridge University Press, Cambridge, 1949 (2a ed.). También DE
CRUZ, P., A modern approach to comparative law, Kluwer, Deventer, 1993.
4 Es la tesis mantenida en Italia por autores como Rotondi y más recientemente Pizzorusso,
Biscaretti di Rufia y Vergottini (ROTONDI, Dogmatica e diritto comparato, Cedam, Padua, 1930, págs.
17 a 19; PIZZORUSSO, Corso di diritto comparato, Giuffrè, Milan, 1983, págs. 80-81; BISCARETTI DI RU-
FIA, Introducción al derecho constitucional comparado, Fondo de Cultura Económica, México,
1975, pág. 13; DE VERGOTTINI, Derecho Constitucional Comparado, Espasa Calpe, Madrid, 1983,
págs. 84 y ss.). Es también la visión de los primeros teóricos de la comparación como Saleillles, Ra-
bel, Rheinstein o Hall.
5 DE LA SIERRA, S., Una metodología para el derecho comparado europeo. Derecho público
comparado y derecho administrativo europeo, Thomson-Civitas, Madrid, 2004, pág. 25, citando a
NIETO, A./ GORDILLO, A., Las limitaciones del conocimiento jurídico, Trotta, Madrid, 2003.
DERECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO CON EL CONTEXTO DE LA INTEGRACIÓN... 377

recho comparado como una ciencia autónoma de la ciencia jurídica, o si, por el
contrario, se entiende que el método comparado es un método jurídico y, con
ello, que el derecho comparado es ciencia jurídica, lo cual no impide reconocer
la relevancia que le corresponde como especialidad metodológica de la ciencia
jurídica ni elaborar una teoría general del derecho comparado a partir de todos
los elementos metodológicos específicos que éste aporta.
En la práctica, la consideración del derecho comparado como ciencia au-
tónoma no excluye ni es incompatible con su consideración como método
auxiliar a otras ciencias. Por ello, al margen de las contribuciones doctrinales di-
rigidas a la construcción de una teoría general del derecho comparado (fun-
ción, objeto, método, ciencias auxiliares...), las diferentes disciplinas jurídicas,
tanto de derecho público como de derecho privado, han utilizado y utilizan el
recurso a la comparación como medio de lograr sus propios objetivos.
En segundo lugar, desde el punto de vista del objeto del derecho compa-
rado, debemos referirnos a la distinción entre derecho comparado y derecho
extranjero. Los especialistas en la materia ponen especial interés en distinguir
entre ambas categorías; consideran que el estudio del derecho extranjero, el
análisis de otro u otros ordenamientos jurídicos distintos del propio, constituye
metodológicamente un paso previo al análisis de derecho comparado en sen-
tido estricto, pero advierten que un estudio de derecho extranjero, por sí mis-
mo, no puede considerase un trabajo de derecho comparado, ya que éste últi-
mo exige, además, la utilización de los criterios metodológicos y la orientación
a una de las finalidades que definen la ciencia del derecho comparado. Es decir,
comparar exige un objeto de referencia distinto del propio y la comparación
implica el estudio del derecho extranjero, aunque no se agote en él. De acuer-
do con esto, un trabajo de derecho comparado, en sentido estricto, exige el
análisis de más de un ordenamiento, el examen conjunto de todos ellos y la
operación lógica de confrontación de la cual se extraen las conclusiones co-
rrespondientes.6
En tercer lugar, y por lo que se refiere a los elementos metodológicos que
definen al derecho comparado, sin ánimo de exhaustividad, se pueden destacar
los siguientes:

1. Para empezar, puesto que nos movemos en el campo de las disciplinas


jurídicas, es preciso recordar que el método aplicable no puede ser
otro que «un método jurídico», aunque a él se añada el elemento de la
comparación de ordenamientos o institutos, con sus correspondientes
reglas específicas.7

6 Esta distinción se encuentra en todos los trabajos sobre la ciencia del derecho comparado.
En nuestra materia, entre otros, se puede citar a PEGORARO, L., «El método en el Derecho Constitu-
cional: la perspectiva desde el Derecho comparado», en Revista de Estudios Políticos, no 112, 2001,
págs. 9 y ss. (pág. 21); y DE VERGOTTINI, G., Diritto costituzionale comparato, Cedam, Padua, 2004
(6a ed.), págs. 25 y 26.
7 BISCARETTI DI RUFIA, P., Introducción al derecho constitucional comparado, op. cit., págs. 19
y ss.
378 MARÍA SALVADOR MARTÍNEZ

2. A la hora de iniciar un estudio de derecho comparado, la primera deci-


sión determinante es la relativa a la elección de los elementos que van a
compararse, para lo cual es fundamental optar por elementos que sean
«comparables», es decir, que no sean idénticos, ni que sean completa-
mente diferentes, sino que sean similares, que muestren suficientes ca-
racterísticas definitorias que permitan su comparación y, sobre todo,
que hagan posible la obtención de resultados útiles. Esta exigencia se
predica tanto de los ordenamientos como de las instituciones concretas
objeto de análisis.8 En este sentido, no existe mayor problema cuando
se trata de comparar una institución tradicional, bien conocida, con
un régimen jurídico perfectamente definido, incluso con un nombre co-
mún por encima de las fronteras, como puede ser el caso si se elige
como objeto de estudio el parlamento, el gobierno o los partidos polí-
ticos. No ocurre lo mismo, sin embargo, si se pretende analizar institu-
ciones de reciente creación o figuras cuyo régimen jurídico no está su-
ficientemente delimitado, ya que, en ese caso, es necesaria una labor
previa de definición y deslinde conceptual.
Así pues, el elemento objeto de comparación determina la forma de
trabajo. A ello responde la distinción clásica entre «macrocomparación»,
que pretende un análisis general de las características de un determi-
nado número de ordenamientos, y «microcomparación», que pretende
examinar el régimen de una institución jurídica concreta en diversos or-
denamientos, así como el sometimiento de cada una de estas formas de
comparación a diferentes reglas metodológicas.9
3. Entre los principios esenciales que deben guiar cualquier análisis de de-
recho comparado destaca el que impone analizar el objeto de estudio
en su contexto jurídico-político, y teniendo en cuenta la cultura jurídica
y política correspondiente.10 En el ámbito de nuestra disciplina, cual-
quier institución o forma concreta de organización sólo puede valorar-
se en relación con el contexto en el que opera, y, puesto que los con-
textos de dichas instituciones pueden presentar características históricas
y constitucionales claramente distintas, es preciso ser consciente de las
diferencias entre dichos contextos; diferencias, por ejemplo, en cuanto
al sistema jurídico, los principios estructurales del Estado, la forma de
gobierno o la forma de organización territorial. Las soluciones de un or-
denamiento jurídico pueden ser útiles para otro siempre que se some-
tan a un análisis de ese tipo, pues, como se ha demostrado ya en algu-

8 Entre otros, DE VERGOTTINI, G., Diritto costituzionale comparato, op. cit., págs. 70 a 75.
9 Sobre la distinción entre estos dos tipos de estudio comparado debemos remitir a CONS-
TANTINESCO, L. J., Traité de droit comparé, LGDJ, Paris, 1972-1973.
10 En este sentido hay que mencionar los conocidos trabajos sobre la cultura de HÄBERLE,
P.; además, «Gibt es eine europäische Öffentlichkeit?, en Schriften der Juristischen Gesellschaft
zu Berlin, Walter de Gruyter, Berlin, 2000; y Rechtsvergleichung im Kraftfeld des Verfas-
sungsstaates. Methoden und Inhalte, Kleinstaaten und Entwickungsländer, Duncker & Hum-
blot, Berlin, 1992.
DERECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO CON EL CONTEXTO DE LA INTEGRACIÓN... 379

na ocasión, la importación directa de soluciones sin tener en cuenta el


contexto puede llevar a consecuencias contrarias a las buscadas.
4. El método comparado consiste, como se sabe, en el análisis y compa-
ración entre ordenamientos diferentes, o instituciones de ordenamien-
tos diferentes, para llegar a determinadas conclusiones. Pues bien, esa
labor se apoya de forma determinante en las clasificaciones y agrupa-
ciones de sistemas jurídicos que se han elaborado previamente aten-
diendo a sus similares características. Por eso, una de las finalidades de
la ciencia del derecho comparado consiste en la elaboración de es-
quemas de referencia, modelos teóricos y categorías, que se deducen
del estudio comparado de los diferentes ordenamientos, y que, poste-
riormente, son los que se utilizan, tanto para comprender mejor los
correspondientes sistemas e instituciones, como para los trabajos con-
cretos de derecho comparado que se realicen en las diferentes discipli-
nas jurídicas.11
5. Por último, debemos referirnos al que seguramente es el mayor escollo
que debe superar el investigador, el problema lingüístico, tanto para po-
der acceder a las fuentes extranjeras (normativas, jurisprudenciales y
doctrinales), como para transmitir el conocimiento obtenido de las mis-
mas, «traduciendo» ese derecho extranjero al «lenguaje jurídico» del pro-
pio ordenamiento. Y no sólo porque todo ello exige un conocimiento
suficiente del idioma extranjero, sino también del «lenguaje jurídico» de
ese ordenamiento extranjero, de las características del mismo, del esta-
do de su doctrina, de su contexto jurídico-político y de su cultura jurí-
dica.12

II. ORIGEN Y EVOLUCIÓN DEL DERECHO CONSTITUCIONAL


COMPARADO

El derecho comparado, como método auxiliar, es común a todas las ramas


de la ciencia jurídica (el derecho constitucional, el derecho procesal, el derecho
civil...), que se diferencian entre sí por el objeto de estudio, pero que compar-
ten un mismo método, el método jurídico. Así es, el interés por las regulaciones
de ordenamientos distintos del propio, y el análisis tanto de las decisiones ju-
risprudenciales extranjeras, como de las fórmulas seguidas por los legisladores
de otros países en la resolución de problemas, han sido comunes a todas las
disciplinas jurídicas. No sólo a partir de consideraciones de lege ferenda, rela-
tivas a la eventual reforma del propio ordenamiento, sino también desde una

11 Véase la obra clásica de DAVID, R., Les Grands Systémes de Droit Contemporains, Dalloz,
Paris, 1950, en la que se consolida el concepto de «familias legales», aquellas en las que se agrupan
los diferentes sistemas jurídicos según sus características.
12 Entre otros, DE LA SIERRA, S., Una metodología para el derecho comparado europeo, op.,
cit., págs. 102 y ss.
380 MARÍA SALVADOR MARTÍNEZ

perspectiva de lege lata, por cuanto el examen de ejemplos extranjeros puede


conducir a una más precisa comprensión e interpretación de las normas e ins-
tituciones propias. En materia constitucional, por ejemplo, malamente se pue-
de dar por zanjado el tema de la relación entre la ley y el reglamento sin cono-
cer el derecho constitucional francés, o las consideraciones sobre el valor de las
sentencias interpretativas sin haber acudido a la doctrina italiana, o la conside-
ración de los problemas que suscita el art. 155 de la Constitución Española sin
haber considerado el «modelo alemán».
Este recurso al estudio de modelos extranjeros y a la comparación ha sido
también constante a lo largo del tiempo. Los estudiosos de la ciencia del dere-
cho comparado sitúan los precedentes más antiguos en la época clásica, aun-
que el método comparado no se desarrolló plenamente hasta que no lo hizo la
moderna ciencia del derecho.13 Así, en materia constitucional, por ejemplo, des-
de la época clásica,14 los pensadores y académicos de todos los tiempos han
analizado y comparado diferentes sistemas políticos para determinar cuál era el
mejor de ellos, aunque la comparación constitucional, en sentido estricto, no se
inicia hasta los episodios revolucionarios de finales del siglo XVIII y la formación
de los Estados constitucionales. Desde aquel primer constitucionalismo, en el
que Francia y Estados Unidos se convirtieron en referentes indiscutibles por ha-
ber triunfado allí las revoluciones burguesas, la circulación de las ideas de las
elites progresistas, el estudio de los referentes extranjeros y el mimetismo en la
organización jurídico-política han acompañado al desarrollo de los Estados
constitucionales y del derecho constitucional.
Más atención requieren, sin embargo, el origen y la evolución de la ciencia
del derecho comparado, es decir, de la disciplina científica definida y desarro-
llada por los académicos. Dejando a un lado precedentes anteriores, la moder-
na ciencia del derecho comparado se gestó a lo largo del siglo XIX, sobre todo
en Alemania y Francia, a partir de diversos elementos: primero, los movimien-
tos de codificación y unificación del derecho, ya que las correspondientes co-
misiones codificadoras nacionales, en su trabajo, prestaban mucha atención a
las soluciones que se iban encontrando en otros sistemas jurídicos; segundo, la
industrialización, el desarrollo económico y una cierta internacionalización de

13 Sobre el origen y evolución del método comparado, entre otros, CONSTANTINESCO, J. L.,
Traité de droit comparé. Vol.I (Introduction au droit comparé), 1972; HUG, W., «The history of com-
parative law», Harvard Law Review, no 45, 1931/32, págs. 1027 y ss.; ZWEIGERT /KÖTZ, Introduction
to comparative law, Clarendon Press, Oxford, 1998 (3a ed.), 48 y ss.
14 En su Política, ARISTÓTELES escribe: «Puesto que nuestro propósito consiste en indagar cuál
es entre todas las asociaciones políticas la que deberán preferir los hombres dueños de escoger una
a su gusto, habremos de estudiar, a la vez, la organización de los Estados que pasan por ser los que
tienen las mejores leyes y las constituciones imaginadas por los filósofos, limitándonos a las más no-
tables; por este medio descubriremos lo que cada una de ellas puede encerrar de bueno y de apli-
cable, y al mismo tiempo demostraremos que si intentamos formas una combinación política dife-
rente de todas, nos ha movido no un vano deseo de lucir nuestro ingenio, sino la necesidad de
poner en claro los defectos mismos de todas las constituciones existentes», (Política, II, I). Ante-
riormente, PLATÓN, en Las Leyes, hacía una comparación de las leyes de las Ciudades-Estado griegas,
describiéndolas y contrastándolas con un modelo ideal que había deducido de todas ellas.
DERECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO CON EL CONTEXTO DE LA INTEGRACIÓN... 381

la economía, que exigían una mayor actividad legislativa e impulsaron la com-


paración entre legisladores; y, tercero, el desarrollo de la escuela histórica,
uno de cuyos elementos definitorios era el análisis histórico comparado. La con-
sagración de la nueva ciencia se produjo ya iniciado el siglo XX y se sitúa en el
conocido Congreso Internacional de Derecho Comparado, organizado por
Raymond Saleilles y Édouard Lambert, celebrado en París los días 31 de julio a
4 de agosto de 1900, coincidiendo con la Exposición Universal. En dicho Con-
greso se sentaron las bases de la nueva disciplina, se definieron por primera vez
sus criterios metodológicos, su objeto y su función, en un ambiente dominado
por las ideas universalistas, la fe en el progreso, el convencimiento de que exis-
tían principios de general aplicación a todos los Estados e, incluso, que era po-
sible unificar el derecho y crear un derecho universal.15 A estas características se
sumó poco después otro elemento definitorio que ha determinado la concep-
ción del derecho comparado hasta nuestros días; se trata del enfoque funcio-
nalista, de acuerdo con el cual el análisis comparado no se guía por la norma o
las instituciones jurídicas, sino por los problemas concretos a los que tiene
que responder el derecho, es decir, sirve a la función de buscar soluciones ju-
rídicas en el conjunto de los ordenamientos.16
Pues bien, esta ciencia del derecho comparado dio importantes frutos
hasta mediados del siglo XX.17 Tras la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, la
creencia en las ideas universalistas se debilitó, sobre todo debido a la expe-
riencia bélica de los años anteriores, lo cual supuso una cierta crisis en la cien-
cia del derecho comparado. Frente a la concepción inicial surgió una concep-
ción más escéptica, se fijaron objetivos menos ambiciosos, se relativizaron las
potencialidades del derecho comparado, se produjeron los correspondientes
ajustes en el método, aunque el enfoque funcionalista siguió siendo el domi-
nante, y, también, comenzaron a escucharse las primeras voces críticas con la
autonomía científica de esta disciplina.18
En este punto hay que señalar que la mayoría de las aportaciones que con-
tribuyeron al desarrollo de la ciencia del derecho comparado en la primera mi-
tad del s. XX se produjeron en el ámbito del derecho privado.19 Este mayor em-
puje realizado por los ius privatistas se debió a que los factores que impulsaron
el desarrollo de esta ciencia (la codificación, la industrialización y el desarrollo

15 SALEILLES, R., «Conception et objet de la science juridique du droit comparé» y LAMBERT, E.,
«Conception générale et définition de la science du droit comparé», en Procèsverbaux des séances
et documents, Congrès international de droit comparé 1900, LGDJ, Paris, 1905-1907, vol. I (1905).
También se han recogido posteriormente en ZWEIGERT/PUTTFARKEN (eds.), Rechtsvergleichung, Wi-
ssenschaftliche Buchgesellschaft, Darmstadt, 1978.
16 RABEL, E., Aufgabe und Notwendigkeit der Rechtsvergleichung, Hüber, München, 1925; y
RHEINSTEIN, M., Einführung in die Rechtsvergleichung, Beck, München, 1974.
17 La exposición histórica de esta etapa se puede consultar en ANCEL, M., Utilité et méthodes
du droit comparé, Editions Ides et Calendes, Neuchatel, 1971, págs. 18 y ss.
18 Especialmente el trabajo ya citado de GUTTERIDGE, H. C., An introduction to the compa-
rative method of legal study and research, op. cit. nota 2.
19 Como el conocido trabajo de LAMBERT, E., La fonction du droit civil comparé, Giard, Paris,
1903.
382 MARÍA SALVADOR MARTÍNEZ

económico,...) afectaban especialmente al derecho privado, y no en la misma


medida al derecho público.20 Así pues, el derecho privado fue el principal mo-
tor en la creación y desarrollo de la nueva disciplina, de tal modo que lo que
aún hoy se considera teoría general del derecho comparado se gestó en el ám-
bito privado.
En cuanto al derecho constitucional, si bien el derecho público no desem-
peñó entonces un papel similar en relevancia al desempeñado por el derecho
privado, no faltaron después aportaciones importantes en este ámbito, espe-
cialmente por parte de la doctrina italiana,21 cuyos trabajos publicados a partir
de mediados del siglo XX concluyeron señalando como rasgos de la «ciencia del
derecho constitucional comparado» los siguientes:

— La autonomía del derecho constitucional comparado, a la que definen


como «ciencia jurídica autónoma», «una de las ciencias jurídicas que
tiene por objeto el estudio profundo de los ordenamientos constitu-
cionales de los Estados, al lado de las ciencias del derecho constitu-
cional particular, estimadas como las relativas a un único ordena-
miento estatal, y la del derecho constitucional general, que constituye
un capítulo específico de la teoría general del Derecho». 22
— La especificidad del derecho constitucional comparado en el marco del
derecho comparado general, especificidad que reside en que la com-
paración constitucional reviste características particulares que la dis-
tinguen sensiblemente de la comparación en el campo del derecho pri-
vado, ya que su objeto son las instituciones relativas a la organización
del poder, y no las posiciones y relaciones jurídicas intersubjetivas de
los individuos.23 De esa diferencia en cuanto al objeto derivan particu-
laridades en la aplicación del método comparado, referidas a la activi-
dad de aplicación del derecho, a la actividad de creación, modificación
o derogación de normas, e, incluso, a la actividad investigadora y a la
docente.24
— Las funciones del derecho constitucional comparado, que son una
concreción de las funciones propias del derecho comparado general, y
entre las que se incluyen: la adquisición de conocimiento, la verifica-
ción de datos, la comprensión del propio ordenamiento, la clasificación

20 ANCEL, M., Utilité et méthodes du droit comparé, op. cit., pág. 15.
21 Las aportaciones han sido muy numerosas, entre ellas resulta obligado citar a: ROSSI, L., Ap-
punti di diritto pubblico comparato, Roma, 1935; AMORTH, A., Corso di diritto costituzionale com-
parato, Giuffrè, Milan, 1947; pero sobre todo las posteriores de BISCARETTI DI RUFIA, P., Introduzio-
ne al diritto costituzionale comparato, Giuffrè, Milan, 1970; DE V ERGOTTINI , G., Diritto
constituzionale comparato, Cedam, Padua, 1981; PIZZORUSSO, A., Sistemi giuridici comparati,
Giuffrè, Milan, 1995; MORBIDELLI/ PEGORARO/ REPOSO/ VOLPI, Diritto pubblico comparato, Giappi-
chelli, Turín, 2004, entre otros muchos.
22 BISCARETTI DI RUFIA, P., Introducción al derecho constitucional comparado, op. cit., pág. 13.
23 DE VERGOTTINI, G., Diritto costituzionale comparato, op. cit., pág. 2.
24 PIZZORUSSO, A., «La comparazione giuridica e il diritto pubblico», en SACCO, R. (ed.), L’ ap-
porto della comparazione alla scienza giuridica, Giuffrè, Milan, 1980, págs. 59 a 83.
DERECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO CON EL CONTEXTO DE LA INTEGRACIÓN... 383

y agrupación de los ordenamientos estatales, la interpretación de las


normas constitucionales, la preparación de normas y la armonización
normativa entre diferentes Estados.25
— La taxonomía propia del derecho constitucional comparado, ya que, de
acuerdo con el método comparado general, el análisis de los diferentes
ordenamientos se realiza clasificándolos y ordenándolos en diferentes
categorías, familias o modelos teóricos. En este caso, las categorías
determinantes para la clasificación son las conocidas «formas de Estado»
y «formas de gobierno»: Estados liberales, Estados socialistas, Estados
autoritarios, Estados en vías de desarrollo..., sistemas parlamentarios,
sistemas presidencialistas... La definición de estas categorías y el desa-
rrollo de la teoría de las formas de Estado y las formas de gobierno han
resultado determinantes para el derecho constitucional, y se han con-
vertido, no sólo en criterio decisivo a tener en cuenta en el desarrollo
de cualquier estudio comparado, sino también en pieza fundamental
de la teoría del Estado constitucional.26
— La metodología, respecto a la cual no se advierten diferencias funda-
mentales con la del derecho privado comparado (elección de elemen-
tos comparables, análisis en el contexto,...), pero sí se reconoce y se in-
siste en la importancia del auxilio de otras ciencias y sus respectivos
métodos: la ciencia política, la historia de las ideas, la historia consti-
tucional, la economía..., que se han demostrado imprescindibles en las
investigaciones de derecho constitucional comparado.27

Además de la aportación italiana, no podemos dejar de señalar que en


Francia, Inglaterra y Estados Unidos también se han desarrollado trabajos sobre
la ciencia del derecho constitucional comparado, aunque con la particularidad
de que el método comparado no se considera allí un método estrictamente ju-
rídico, porque incorpora elementos de otras ciencias (de la ciencia política, la
historia o la economía), lo cual no es sino reflejo de la concepción que en estos
países se tiene del derecho constitucional. Es decir, en estos países la ciencia del
análisis comparado de las instituciones políticas es el resultado de una combi-
nación de ciencia jurídica y ciencia política, con el apoyo de la historia y las
ciencias económicas.28
Por último, parece obligado recordar las obras de derecho comparado pu-
blicadas en España, aunque, como se sabe, no permiten hablar de una ciencia
española del derecho constitucional comparado y, además, se trata de obras

25 DE VERGOTTINI, G., Diritto costituzionale comparato, op. cit., págs. 4 y ss.


26 Es obligada la cita de los trabajos de MORTATI, C., Le forme di governo, Cedam, Padua,
1973; e Istituzioni di diritto pubblico, I, Cedam, Padua, 1975 (9a ed.), págs. 134 y ss.
27 BISCARETTI DI RUFIA, P., Introducción al derecho constitucional comparado, op. cit., págs.
23 a 25; DE VERGOTTINI, G., Diritto costituzionale comparato, op. cit., pág. 2.
28 Recordemos los conocidos trabajos de BURDEAU, DUVERGER y HAURIOU sobre «droit consti-
tutionnel et institutions politiques». En el mismo sentido los trabajos anglosajones se refieren a ese
tipo de análisis con expresiones como «comparative government and politics» y otras similares.
384 MARÍA SALVADOR MARTÍNEZ

que, en su mayor parte, han tenido por objeto el análisis y descripción de dife-
rentes ordenamientos estatales, es decir, constituyen, no tanto trabajos de dere-
cho comparado en sentido estricto, como exposiciones de derecho extranjero.29

III. DERECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO A PRINCIPIOS DEL


S. XXI

1. LA NUEVA RELEVANCIA DEL DERECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO

En materia constitucional, si bien es cierto que el recurso a la comparación


ha sido siempre importante, hoy en día se ha convertido en herramienta im-
prescindible. A principios del siglo XXI el derecho público comparado ha co-
brado una relevancia que no había tenido hasta ahora, y ello se debe, entre
otros, a los siguientes motivos.
Para empezar, el recurso al método comparado se ha intensificado a me-
dida que se constituían nuevos Estados constitucionales. A partir de la Segunda
Guerra Mundial, y posteriormente desde la desintegración de la Unión Soviéti-
ca, tanto en Europa como en otros ámbitos geo-políticos, cada vez son más los
Estados constitucionales y, con ello, los actores ocupados en labores de redac-
ción constitucional, interpretación y desarrollo de normas constitucionales.
Que el modo de organizar un nuevo sistema político constitucional guarde
semejanzas con el de otros Estados constitucionales no puede sorprender hoy
a nadie. Sin ir más lejos, nuestra Constitución se ha inspirado en el derecho
constitucional de otros países; la jurisprudencia de nuestro Alto Tribunal se ha

29 En algunos manuales y tratados de la primera mitad del siglo XX se incluyó ya una parte
dedicada al derecho comparado: así en el manual clásico de POSADA, A., Tratado de Derecho Polí-
tico, Biblioteca de Derecho y de Ciencias Sociales, Madrid, 1928 (4a ed.), el tomo II está dedicado al
derecho constitucional comparado; y PÉREZ SERRANO, N., Tratado de Derecho Político, Civitas, Ma-
drid, publicado en 1976, aunque escrito entre 1936 y 1939, dedica nueve capítulos al derecho cons-
titucional comparado (extranjero). Posteriormente, y hasta la aprobación de la Constitución de
1978, el contexto jurídico-político de la dictadura franquista justificó tanto el recurso al derecho
comparado en la actividad investigadora y docente, como la ausencia de estudios de derecho com-
parado en sentido estricto en los que se incluyera el modelo español. De los trabajos de aquella
época cabe citar los de SEVILLA ANDRÉS, D., Tratado de Derecho Constitucional (Legislación ex-
tranjera), ALDIA, Valencia, 1950 (2a ed.); SÁNCHEZ AGESTA, L., El derecho constitucional en Ingla-
terra, Estados Unidos, Francia, Portugal y la URSS, (s.n.), Granada, 1948; y, posteriormente, Cur-
so de derecho constitucional comparado, Editora Nacional, Madrid, 1963; GARCÍA PELAYO, M.,
Derecho Constitucional Comparado, Alianza, Madrid, 1950; JIMÉNEZ DE PARGA, M., Los regímenes po-
líticos contemporáneos, Tecnos, Madrid, 1960. A pesar de la ruptura con la situación jurídico-polí-
tica anterior que supuso la Constitución de 1978, los trabajos posteriores de derecho comparado
han seguido siendo en su mayor parte exposiciones del régimen constitucional de otros sistemas
políticos, como, por ejemplo, FERRANDO BADÍA, J. (coord..), Regímenes políticos actuales, Tecnos, Ma-
drid, 1985; y SÁNCHEZ GONZÁLEZ / MELLADO PRADO, Sistemas políticos actuales, Ed. Centro de Estudios
Ramón Areces, Madrid, 1992; con la excepción del trabajo coordinado por LÓPEZ GARRIDO, MASSÓ
GARROTE, PEGORARO, Nuevo derecho constitucional comparado, Tirant lo blanc, Valencia, 2000,
que sigue el modelo de los manuales italianos en la materia.
DERECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO CON EL CONTEXTO DE LA INTEGRACIÓN... 385

inspirado en buena medida, y va a continuar haciéndolo, en los trabajos ante-


riores de otros Tribunales Constitucionales con más años y experiencia; y en la
elaboración de las leyes nuestros parlamentos se inspiran también en las legis-
laciones extranjeras.30 Y eso mismo ocurre con cada uno de los nuevos Estados
constitucionales.
Además, los ordenamientos jurídicos nacionales y las diferentes culturas
constitucionales están siendo objeto de una creciente influencia recíproca, in-
fluencia que es el resultado de dos tipos de causas. En primer lugar, de causas
ajenas al derecho, como los mejores conocimientos de idiomas, la creciente
competencia en el campo de la investigación, la posibilidad de acceder por in-
ternet a fuentes extranjeras, y el aumento de las relaciones entre profesores, in-
vestigadores y jueces constitucionales de diferentes países.31 En segundo lugar,
de ciertas causas jurídicas, entre las que destacan: la internacionalización cada
vez mayor y más profunda de las condiciones de vida y de las condiciones
económicas, la llamada mundialización o globalización; los crecientes vínculos
internacionales entre Estados, como, por ejemplo, los existentes entre los miem-
bros del Consejo de Europa firmantes del Convenio Europeo de Derechos Hu-
manos; y la participación en procesos de integración supranacional, de la que es
un excelente ejemplo la construcción de la Unión Europea.32
En el contexto de estos procesos de internacionalización y de integración,
se está produciendo un doble efecto: de un lado, en el ámbito nacional se ad-
vierte una cierta homogeneización entre los diferentes derechos constitucio-
nales nacionales, como consecuencia de la creciente influencia recíproca entre
ordenamientos; de otro, en el plano supranacional, se manifiesta la necesidad
de «constitucionalizar» de algún modo esos ámbitos internacionales que hoy de-
terminan el desarrollo de los Estados, normalmente mediante la definición de
los elementos constitucionales comunes a los Estados nacionales implicados. En
ambos casos, como se puede adivinar, el elemento comparado juega un papel
esencial.
Así, en el marco del Convenio Europeo de Derechos Humanos (CEDH), el
Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) ha venido desarrollado una
detallada jurisprudencia sobre los derechos recogidos en el Convenio y, de ese
modo, ha contribuido a incrementar los elementos constitucionales comunes
europeos y a definir un «estándar» mínimo exigible en materia de derechos fun-
damentales.33 El Convenio ha servido de modelo a los catálogos de derechos de

30 Entre otros, CASCAJO CASTRO, J. L., «Estudio introductorio», en CASCAJO CASTRO/GARCÍA ÁLVA-
REZ, Constituciones extranjeras contemporáneas, Tecnos, Madrid, 1994 (3o ed.), págs. 11 y ss.
(págs. 51 y ss.).
31 Entre otros, MERLI, F., «Hacia una Constitución común europea», en Revista de Derecho Co-
munitario Europeo, no 9, 2001, págs. 241 y ss.
32 MERLI, F., «Hacia una Constitución ...», op. cit., págs. 247 y ss.; y LÓPEZ GUERRA, L., «Las cons-
tituciones europeas en el momento actual», Introducción a GÓMEZ ORFANEL, G., Las Constituciones
de los Estados de la Unión Europea, CEC, Madrid, 1996.
33 FREIXES, T., «Las principales construcciones jurisprudenciales del Tribunal Europeo de De-
rechos Humanos. El estándar mínimo exigible a los sistemas internos de derechos en Europa», en
Cuadernos de la Cátedra Fadrique Furió Ceriol, no 11/12, 1995, págs. 9 a 115.
386 MARÍA SALVADOR MARTÍNEZ

muchas de las nuevas Constituciones, y, con carácter general, tal y como se es-
tablece en el art. 10.2 de la Constitución Española, las normas relativas a los de-
rechos fundamentales de los Estados firmantes deben interpretarse conforme al
CEDH, de manera que, a través de la jurisprudencia vinculante del TEDH, se
está produciendo un acercamiento, una cierta homogeneización, en materia de
derechos fundamentales, entre todos los ordenamientos que participan en el
Convenio.34 De otro lado, es preciso señalar que la jurisprudencia del TEDH no
tiene un carácter absolutamente innovador, sino que responde a precedentes y
doctrinas nacionales, que, a través de esa jurisprudencia, influyen y se integran
en los ordenamientos jurídicos de los restantes miembros del Convenio. Como
se ha demostrado al examinar el proceso de trabajo del TEDH, éste analiza los
ordenamientos nacionales de los Estados firmantes, los compara, y trata de bus-
car el mayor número de coincidencias posibles, el «denominador común» de to-
dos los ordenamientos nacionales, para definir así los elementos que utilizará
en la fundamentación de sus decisiones.35
En este sentido hay que destacar que, en los actuales procesos de interna-
cionalización e integración supranacional, resulta claro que los derechos fun-
damentales forman parte de esos elementos que necesariamente deben «cons-
titucionalizar» los ámbitos internacionales en los que actúan los Estados. Por
ello, uno de los objetos de estudio de derecho comparado que mayor atención
despierta hoy son los sistemas de protección de derechos humanos. El con-
traste entre los niveles de protección de derechos fundamentales en los diver-
sos ordenamientos nacionales e internacionales, y, con ello, el análisis compa-
rado del reconocimiento, contenido y límites de dichos derechos está siendo
materia de un elevado número de trabajos de investigación.36
En cuanto a la integración europea, ésta es, probablemente, el principal
factor que hoy en día hace necesario el recurso al derecho comparado en
nuestro entorno geo-político. Como consecuencia de dicha integración se está
produciendo una importantísima influencia recíproca entre los sistemas cons-
titucionales de los Estados miembros, un muy elevado grado de homogenei-
zación entre ellos, y se está generando un «Derecho constitucional común eu-
ropeo».37
La Unión Europea impone las mismas exigencias a todos los miembros y la
integración produce consecuencias de orden constitucional muy similares en to-

34 Por todos, WALTER, Ch., «Die Europäische Menschenrechtskonvention als Konstitutionali-


sierungsprozess», Zeitschrift für ausländisches öffentliches Recht und Völkerrecht, 1999, págs.
961-983.
35 Por todos, GRABENWARTER, Ch., Europäische Menschenrechtskonvention, Beck, München,
2003, pág. 48; GANSHOF VAN DE MEERSCH, W. J., «La référence au droit interne des états contractants
dans la jurisprudence de la Cour européenne des droits de l’homme», Revue internationale de droit
comparé, 1980. Vid también los trabajos recogidos en BLACKBURN/ POLAKIEWICZ, Fundamental
Rights in Europe, Oxford University Press, Oxford, 2001.
36 COING, H., «Aufgaben der Rechtsvergleichung in unserer Zeit», Neue Juristische Wo-
chenschrift, 1981.
37 Especiamente, HÄBERLE, P., «El Derecho Constitucional común europeo», en Revista de Es-
tudios Políticos, no 79, 1993, págs. 7 y ss.
DERECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO CON EL CONTEXTO DE LA INTEGRACIÓN... 387

dos ellos. Recordemos, por ejemplo, que de acuerdo con el art. 6 del Tratado de
la Unión Europea, los principios de libertad, democracia, respeto a los derechos
humanos y libertades fundamentales, y el principio del Estado de derecho, se
consideran comunes a todos los Estados miembros, y que, conforme a las dis-
posiciones introducidas por el Tratado de Amsterdam, la incorporación de nue-
vos miembros va unida al cumplimiento de esos principios, amén de que se po-
drán suspender los derechos que corresponden a un Estado como miembro de
la Unión Europea en el caso de violación de los mencionados principios. Pero
más significativo aún es el apartado 2 del artículo 6, que establece que la Unión
Europea respetará los derechos fundamentales tal y como se garantizan en el
CEDH, y tal y como resultan de las tradiciones constitucionales comunes a los
Estados miembros. Pues bien, la definición de ese acervo común de tradiciones
constitucionales exige, sin duda alguna, el recurso al estudio comparado de los
derechos constitucionales nacionales.38 Y no es éste el único caso en el que los
Tratados remiten a los «principios comunes a los Estados miembros», 39 ni lo
será, ya que, del mismo modo, el futuro de la construcción europea, sin avan-
zamos por el camino de la integración política, vendrá determinado por la cul-
tura constitucional común de los Estados que participen en ella.40
Y, en fin, como se sabe, para la consecución de sus objetivos, la Unión Eu-
ropea pretende la armonización normativa entre los ordenamientos de los Es-
tados miembros en muy diversas materias, es decir, la reducción o supresión del
mayor número de diferencias posibles entre las correspondientes normativas.
Pues bien, con carácter general, el procedimiento para conseguirlo consiste en el

38 Así lo demuestra la jurisprudencia del Tribunal de Justicia de las Comunidades. El Tribunal,


desde la Sentencia en el caso Stauder (STJCE de 12 de noviembre de 1969), ha reconocido a los de-
rechos humanos como principios generales del derecho comunitario (principios comunes a los or-
denamientos de los Estados miembros), concepto al que el Tribunal ha recurrido en aquellas oca-
siones en las que los Tratados no le ofrecían suficientes elementos para resolver un problema. Para
definir esos principios, es obvio que el Tribunal ha acudido al análisis de los ordenamientos de los
Estados miembros, análisis que normalmente no se reproduce en el texto de la correspondiente
sentencia, pero cuyas conclusiones sí forman parte del razonamiento que se realiza en la misma.
Por ejemplo, en la Sentencia del caso Hauer (STJCE de 13 de diciembre de 1979), relativa al dere-
cho de propiedad, el Tribunal recurre a las normas y a la praxis constitucional de nueve Estados
miembros. También es cierto que por regla general el Tribunal de Justicia se ha apoyado en la ju-
risprudencia del TEDH en lugar de acudir directamente a los ordenamientos nacionales.
39 Por ejemplo, en materia de responsabilidad extracontractual de las instituciones (art. 288
TCE). En otras materias el Tribunal también ha tenido que recurrir a las «tradiciones constituciona-
les comunes» para resolver un recurso; por ejemplo, en la Sentencia del Caso Denkavit italiana (STJ-
CE de 27 de marzo de 1980), el Tribunal compara los sistemas nacionales de tutela jurisdiccional en
materia de restitución de impuestos indebidamente percibidos.
40 MERLI, F., «Hacia una Constitución común europea», op. cit., págs. 249 y ss. En este sentido
son cada vez más numerosos los estudios de derecho comparado que analizan el reconocimiento
y desarrollo de los principios constitucionales básicos en los diferentes Estados miembros de la
Unión Europea. Por ejemplo, HOFMANN/ HÖLLANDER/ MERLI/ WIEDERIN (ed.), Armut und Verfassung,
Verlag Österreich, Viena, 1998, sobre el principio del Estado social; HOFMANN/ MARKO/ MERLI/ WIE-
DERIN (eds.), Information, Medien und Demokratie, Verlag Österreich, Viena, 1997, sobre el Estado
democrático; y, de los mismos, Rechtsstaatlichkeit in Europa, Verlag Österreich, Viena, 1996, sobre
el principio del Estado de derecho.
388 MARÍA SALVADOR MARTÍNEZ

análisis comparado de las legislaciones nacionales con objeto de deducir una


norma de referencia. Esa norma se construye: primero, incorporando los ele-
mentos comunes de las leyes nacionales; y, segundo, en cuanto a las diferencias
entre ellas, bien se incluye la variante que se considera mejor, bien se elabora
una solución nueva. En cualquier caso, los trabajos preparatorios de derecho
comparado son absolutamente imprescindibles.41 En materia constitucional, por
ejemplo, las leyes nacionales sobre protección de datos personales, desarrollo de
un derecho fundamental, son transposición de la correspondiente directiva eu-
ropea, elaborada a partir del estudio de las diferentes normativas nacionales.42
Pues bien, esta función auxiliar que el derecho comparado realiza en la elabo-
ración de textos normativos ha adquirido hoy una enorme relevancia, no sólo en
el caso de la armonización comunitaria, sino en la redacción de todo tipo de tra-
tados y documentos internacionales.43

2. LA REAPERTURA DEL DEBATE SOBRE LA CIENCIA DEL DERECHO COMPARADO

Una vez advertida la importancia que ha adquirido el derecho constitu-


cional comparado en las actuales coordenadas de internacionalización e inte-
gración europea, es preciso señalar las consecuencias que de ello derivan para
la concepción de la disciplina, ya que la nueva relevancia que ésta ha adquiri-
do ha reavivado el debate que se inició a mediados del siglo XX sobre la natu-
raleza y el método del derecho comparado.
Algunos de los factores que determinaron el nacimiento de la ciencia del de-
recho comparado en el siglo XIX (el movimiento codificador, la industrialización y
el desarrollo económico...), guardan cierta similitud con los factores que hoy hacen
imprescindible el recurso a la comparación (los procesos de armonización nor-
mativa en la Unión Europea, la globalización económica...). La actual tendencia a
la homogeneización normativa conecta con los ideales de universalidad y de
construcción de un derecho común mundial conforme a los cuales se definió la
ciencia del derecho comparado a principios del siglo pasado. Por ello es lógico
que hoy se haya producido una recuperación del derecho comparado tradicional
con las características a las que ya hemos hecho referencia anteriormente: enfoque
funcionalista, ideas universalistas, clasificaciones en familias legales...
Pero la recuperación de la versión tradicional del derecho comparado ha su-
puesto recuperar también, como es obvio, las críticas que a mediados del siglo XX

41 La bibliografía sobre ese fenómeno moderno de comparación en el contexto de la inte-


gración europea es extensa, entre otros cabe citar: HARDING/ ÖRÜCÜ, Comparative Law in the 21st
Century, Kluwer, Londres, 2002; MARKESINIS, B., Foreign law and comparative methodology: a
subject and a thesis, Hart, Oxford, 1997.
42 Vid. ARENAS RAMIRO, M., El derecho fundamental a la protección de datos personales en
Europa, Tirant lo blanch, Valencia, 2006.
43 Sobre esta función auxiliar del derecho constitucional comparado, DE VERGOTTINI, G., Di-
ritto costituzionale comparato, Cedam, Padua, 2004 (6a ed.), vol. I, págs. 20 a 23; ZWEIGERT /KÖTZ,
An introduction to comparative law, op. cit., págs. 24 y ss.
DERECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO CON EL CONTEXTO DE LA INTEGRACIÓN... 389

se le hicieron a ésta. A partir de ellas han surgido hoy en día concepciones alter-
nativas del derecho comparado que tienen en común ciertos rasgos críticos:
cuestionan las posibilidades y límites del derecho comparado y de la unificación
normativa debido a las diferencias irreconciliables entre sistemas jurídicos; con-
sideran que cada ordenamiento jurídico responde a un contexto político, eco-
nómico, cultural y moral, y que no hay un denominador común que haga posible
elaborar conceptos neutrales y objetivos; por ello mismo entienden que no es po-
sible aplicar soluciones jurídicas de un ordenamiento jurídico a otro; advierten
que el estudioso del derecho comparado está condicionado por su contexto
cultural y su ordenamiento jurídico, que se acerca a los ordenamientos extranje-
ros lleno de «prejuicios», con una «precomprensión» de los mismos, lo cual le im-
pide ser imparcial; y, por todo lo anterior, consideran que las categorías y clasifi-
caciones típicas del derecho comparado tradicional son subjetivas, arbitrarias y no
representativas; incluso, critican la «ideología» a la que responde la tradicional
ciencia del derecho comparado, la de un proyecto hegemónico de unificación si-
guiendo un determinado modelo, y, de acuerdo con ello, consideran que los pro-
cesos de armonización normativa son una forma de intervensionismo político.44
A nuestro juicio, si relativizamos algunas de las críticas más exageradas, las
nuevas concepciones del derecho comparado constituyen una aportación va-
liosa para el desarrollo de dicha ciencia. En principio, parten de un reconoci-
miento del pluralismo y destacan la importancia de atender a las diferencias de
todo tipo que existen entre sistemas jurídicos, así como la necesidad de integrar
diferentes perspectivas. En segundo término, recuerdan la relación estrecha que
existe entre un análisis de derecho comparado y el contexto social y político,
por lo que insisten en la necesidad de adoptar un enfoque interdisciplinar y lo
más comprensivo posible. Y, en tercer lugar, subrayan el potencial crítico de los
estudios de derecho comparado, porque, más allá de la posibilidad de encon-
trar soluciones legales en otros ordenamientos (enfoque funcionalista), mues-
tran que la verdadera utilidad de este tipo de análisis reside en que son una he-
rramienta idónea para desarrollar un conocimiento crítico: colocan al
investigador en un contexto diferente, le ofrecen perspectivas distintas, otros
conceptos y razonamientos, y le permiten adoptar la distancia intelectual ne-
cesaria para volverse con ojos críticos al propio ordenamiento.45
Teniendo en cuenta estas aportaciones críticas a la concepción clásica del
derecho comparado, y en el actual contexto de internacionalización, nos per-
mitimos apuntar varias indicaciones que pueden resultar útiles para cualquier
estudio de derecho comparado.

44 La bibliografía es muy extensa, se puede citar al trabajo de referencia de FRANKERBERG, G.,


«Critical comparations: re-thinking Comparative law», Harvard International Law Journal, no 26,
1985, págs. 411 y ss.; así como las contribuciones de D. KENNEDY, G. FRANKERBERG, N. BERMAN, entre
otros, al Congreso «New approaches to comparative law», publicadas en la Utah Law Review,
1997; además, GROSSWALD, V., «Cultural inmersión, difference and categories in US Comparative
Law», American Journal of Comparative Law, no 43, 1998, págs. 50 y ss.
45 Vid., en este sentido, el excelente trabajo de A. PETERS y H. SCHWENKE, «Comparative law be-
yond post-modernism», en International and Comparative Law Quarterly, no 49, 2000, págs. 800 y ss.
390 MARÍA SALVADOR MARTÍNEZ

— Así, en primer lugar, si bien es cierto que se han incrementado los


elementos políticos, jurídicos y económicos comunes entre los Estados
europeos, también es cierto que las diferencias entre ordenamientos
nacionales y culturas constitucionales aún existen y deben seguir sien-
do tenidas en cuenta. Por ello, en el actual proceso de constitucionali-
zación europea se insiste en que, junto a la necesaria armonización
constitucional, se debe garantizar el pluralismo, el mantenimiento de la
identidad constitucional de los Estados miembros, así como los espa-
cios constitucionales propios que permiten a las comunidades nacio-
nales reconocerse como tales.46
— En segundo lugar, los ordenamientos que hay que tomar en conside-
ración en un estudio de derecho comparado ya no son solamente los
ordenamientos nacionales, sino también los supranacionales. En Eu-
ropa, por ejemplo, un estudio de ese tipo exige analizar los ordena-
mientos nacionales de los Estados europeos, el ordenamiento comu-
nitario y, en su caso, otros ordenamientos sectoriales de carácter
internacional, como es, en materia de derechos fundamentales, el Con-
venio Europeo de Derechos Humanos.47
— En tercer lugar, y desde el punto de vista de los ordenamientos nacio-
nales, dependiendo siempre de la materia de que se trate y de la pers-
pectiva que se quiera adoptar, interesa el análisis comparado con los
restantes Estados de la Unión Europea, por las razones que hemos
visto. Pero también interesa el análisis de los Estados Unidos, referen-
te indiscutible en el mundo globalizado en el que hoy vivimos y cuya
influencia se advierte tanto en materia de derechos fundamentales —ya
que la interpretación que el Tribunal Supremo de aquel país ha hecho
de determinados derechos ha influido en la jurisprudencia del Tribunal
Europeo de Derechos Humanos y, a través de ésta, en la de los Tribu-
nales Constitucionales nacionales— como en materia de organización
del Estado —por ejemplo, en la creación de las autoridades regulado-
ras que en la mayoría de los países europeos se encargan hoy de su-
pervisar los sectores económicos liberalizados—. Y, finalmente, en el
contexto de la creciente homogeneización que se experimenta en el
ámbito europeo, interesan los sistemas jurídicos que ofrecen perspec-
tivas diferentes, como pueden ser los ordenamientos latinoamericanos,
debido a que en ellos se están desarrollando procesos de tendencia
contraria a la europea; así, por ejemplo, mientras en Europa hemos su-
frido la transformación de nuestro «Estado gestor» en «Estado regulador»,
de la mano de los conocidos procesos de privatizaciones y de liberali-

46 Sobre esta exigencia, entre otros, CRUZ VILLALÓN, P., La Constitución inédita. Estudios ante
la constitucionalización de Europa, Trotta, Madrid, 2004, pág. 149.
47 Así lo reconocen los últimos manuales de la materia, como la última edición de DE VER-
GOTTINI, G., Diritto costituzionale comparato, 2004 (6a ed.), págs. 24 y 25, que advierte cómo el ob-
jeto del derecho constitucional comparado no son ya únicamente los ordenamientos nacionales
sino cada vez más éstos y los ordenamientos internacionales.
DERECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO CON EL CONTEXTO DE LA INTEGRACIÓN... 391

zación de sectores públicos, en el denominado «cono sur» se están de-


sarrollando procesos inversos, del «Estado regulador», que se organizó
en aquellos países bajo el auspicio de determinadas organizaciones in-
ternacionales, hacia un nuevo «Estado gestor», mediante la reorganiza-
ción de determinados sectores en los que el Estado se reserva ciertas
formas de intervención como garantía de la prestación de bienes y
servicios.48

IV. ACTUALES INFLUENCIAS RECÍPROCAS ENTRE DIFERENTES


CULTURAS CONSTITUCIONALES

Por último, nos gustaría concluir estas reflexiones sobre el derecho com-
parado de nuestros días deteniéndonos en el examen de las actuales influencias
recíprocas entre diferentes ordenamientos jurídicos a las que ya hemos hecho
referencia.
Esas influencias se perciben muy claramente al observar las principales ca-
racterísticas de los sistemas jurídicos tradicionales y sus transformaciones más
recientes (se trata, en todo caso, de observaciones muy generales, ya que un
análisis profundo de las mismas excede el objetivo de este trabajo). Para ello
hemos tomado como referencia la clásica distinción entre las familias del
common law y las del derecho romano-germánico (civil law), que siempre
han mostrado grandes diferencias entre sí, por lo que los cambios producidos
en ellas en los últimos años, de tendencia contraria a la que les es característi-
ca, resultan especialmente demostrativos del actual proceso de influencias
recíprocas.49

1. «RIGIDIFICACIÓN» DE LOS SISTEMAS DE COMMON LAW

En el caso de los sistemas de common law, que tradicionalmente se han


definido por su flexibilidad, se observan rasgos de signo contrario, es decir, de
«rigidificación», característicos de los sistemas continentales.
El sistema jurídico inglés ha sido el modelo de los denominados sistemas
de common law, que se han mostrado siempre como conceptualmente con-

48 Ese es, por ejemplo, el caso de Uruguay, cuya Constitución se reformó hace dos años para
incorporar un derecho fundamental al agua de los ciudadanos, que obliga al Estado a desempeñar
un papel central en la garantía del mismo y a que la gestión de este bien sea total o parcialmente
pública. En este sentido, C. de Cabo Martín en su intervención en la Jornada sobre Orientación y
Método del Derecho Constitucional, cuyas actas se publican este mismo número.
49 En el periodo de entreguerras las clasificaciones clásicas realizadas en los trabajos gene-
rales de derecho comparado (en el ámbito del derecho privado) se centraban en esta distinción.
Ello fue debido a que los intentos de unificación del derecho, objetivo entonces del derecho com-
parado, se encontraron con la existencia de diferencias irreconciliables entre los dos grupos de sis-
temas jurídicos que integran las familias del «common law» y el «civil law».
392 MARÍA SALVADOR MARTÍNEZ

trapuestos a los sistemas jurídicos romano-germánicos o continentales («siste-


mas de civil law»), sobre todo por lo que se refiere a la concepción del derecho
y el sistema de fuentes.
La evolución histórico-política, diferente en el continente y en el Reino Uni-
do, ha condicionado las correspondientes concepciones del Derecho. En éste
último se ha generado un sistema jurídico de naturaleza jurisprudencial con una
historia multisecular, en el que el Derecho no se concibe como un sistema or-
denado de normas que se deducen de unos principios universales, sino que se
desarrolla dialécticamente, en un proceso inacabado que perdura en la historia,
y conforme a las reglas del proceso judicial. El Derecho surge de la inducción a
partir de la experiencia empírica y de las circunstancias del caso concreto (iu-
ris prudentia); el derecho no se crea (law-making), sino que se encuentra, se
declara y se aplica (law-declaring).50
Por lo que a la Constitución se refiere, la Norma Suprema británica tam-
bién es diferente de las Constituciones continentales contemporáneas. Es «el
arquetipo de las constituciones flexibles» (de las que se reforman por el mis-
mo órgano y siguiendo el mismo procedimiento que la ley ordinaria) y «la
más acabada expresión positiva del concepto histórico de constitución, pues
es un desarrollo de decisiones parciales que se extienden desde la Carta
Magna hasta nuestros días, y de usos y costumbres formados lentamente y sin
fecha de nacimiento precisa».51 Además, las fuentes del Derecho constitucio-
nal (el statute law —el derecho escrito-, el case law —el derecho judicial-, los
usos y costumbres,...) no difieren sustancialmente de las fuentes de otras ra-
mas del Derecho público, ni de las del Derecho privado, y entre ellas no exis-
te una relación jerárquica clara, aunque el derecho judicial ocupa una posi-
ción preeminente.52
Pues bien, desde la perspectiva de la concepción del derecho y el sistema
de fuentes, en las últimas décadas el sistema inglés se ha aproximado a los
sistemas continentales. Por ejemplo, la actividad legislativa en el Reino Unido
se ha intensificado, se aprueban muchas más normas escritas que anterior-
mente, y la ley —el statute law— se ha convertido, como en el continente, en
la fuente principal del derecho. El derecho judicial, aunque ya no es la fuen-
te primaria, ocupa todavía un lugar destacado, más relevante que el que le co-
rresponde en los sistemas continentales, pero se ha transformado también al

50 Por ejemplo, vid. KRIELE, M., Introducción a la Teoría del Estado, De Palma, Buenos Aires,
1980, pág. 195; y, del mismo, Theorie der Rechtsgewinnung, Duncker & Hublot, Berlin, 1976 (2a
ed.), págs. 60 y ss. Aunque sobre la concepción del derecho en los sistemas de common law se
puede consultar una extensa bibliografía, empezando por los tratados y manuales de derecho com-
parado.
51 GARCÍA PELAYO, M., Derecho Constitucional Comparado, op. cit., págs. 276-277 y págs. 285
y ss.
52 En el ámbito del derecho constitucional, por ejemplo, BRADLEY & EWIN, Constitutional and
administrative law, Longman, Londres, 2003 (13a ed.), págs. 12 y ss. Entre nosotros, PEREIRA MENAUT,
A., El ejemplo constitucional de Inglaterra, Servicio de publicaciones de la Facultad de Derecho
UCM, Madrid, 1992, págs. 5 a12.
DERECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO CON EL CONTEXTO DE LA INTEGRACIÓN... 393

asumir la interpretación de la ley.53 Estos cambios se han producido en el con-


texto de internacionalización e integración europea que ya hemos referido.
Como en el resto de los Estados miembros de la Unión Europea, un gran nú-
mero de las normas escritas que se aprueban hoy en el Reino Unido traen
causa del derecho comunitario, son transposición de directivas comunita-
rios o se aprueban para satisfacer las correspondientes exigencias de la inte-
gración. Y, en el ámbito del Consejo de Europa, el Convenio Europeo de De-
rechos Humanos ha obligado al Reino Unido a aprobar una norma escrita en
la que se reconociesen los principales derechos fundamentales, la Human
Rights Act, lo cual, como se sabe, ha supuesto una verdadera revolución
constitucional en aquel país.54
Desde el punto de vista de la organización del Estado, las transformacio-
nes más importantes han afectado al Parlamento. Como se sabe, el sistema par-
lamentario británico se desarrolló en una situación histórico-política diferente
de la del continente, aunque las diferencias con los sistemas parlamentarios
continentales no son sustanciales. Únicamente hay que recordar que el Parla-
mento se considera la más alta institución del Reino Unido y que, en conse-
cuencia, no existe un sistema de control de constitucionalidad de la ley como
el continental. Pues bien, el principio de la «soberanía del Parlamento», que
constituye uno de los pilares de la arquitectura constitucional de aquel país,
está siendo sometido a revisión. De un lado, la integración del Reino Unido en
la Unión Europea, con las consecuencias que ello ha traído consigo, sobre
todo por lo que al principio de primacía del Derecho comunitario se refiere, ha
obligado a reinterpretar dicho principio, aunque la práctica ha demostrado la
dificultad de compatibilizar «la soberanía del Parlamento británico» con «la
primacía del derecho comunitario».55 De otro lado, la participación del Reino
Unido en el Convenio Europeo de Derechos Humanos ha supuesto el some-
timiento de los actos de los poderes públicos (incluido el Parlamento) al con-
trol del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, y, desde la aprobación de la
Human Rights Act, el sometimiento de las leyes al control de los tribunales na-
cionales, encargados de juzgar la «compatibilidad» de las mismas con la Hu-
man Right Act y con el Convenio, aunque, para respetar formalmente el prin-
cipio de «soberanía del parlamento», los tribunales no declaran la

53 Vid. BARENDT, E., An Introduction to Constitutional Law, Oxford University Press, Oxford,
1998, pág. 69; y un buen resumen de la discusión doctrinal inglesa sobre el tema en MCELDOWNEY,
J. F., Public Law, Sweet & Maxwell, Londres, 1999 (2a ed.), págs. 213 y ss.
54 Entre otros, MCELDOWNEY, J. F., Public Law, Sweet & Maxwell, Londres, 2002 (3a ed.), págs.
54 a 56; CRAIG, P., «Britain in the European Union», en JOWELL / OLIVER, The Changing Constitution,
Clarendon Press, Oxford, 2004 (5a ed.), págs. 88 y ss. Entre nosotros, SÁNCHEZ GONZÁLEZ, S., «Cam-
bios constitucionales en el Reino Unido de la Gran Bretaña», Teoría y Realidad Constitucional, no
1, 1998, págs. 215-222; y «Cambios constitucionales en el Reino Unido de la Gran Bretaña II», Teo-
ría y Realidad Constitucional, no 5, 2000, págs. 253-256.
55 Sobre la modificación del principio de la soberanía del Parlamento como consecuencia de
la integración del Reino Unido en la Unión Europea, vid. BARENDT, E., An Introduction to Consti-
tutional Law, op. cit., pág. 69; BRADLEY & EWING, Constitucional and Administrative Law, op. cit.,
págs. 135 y ss.
394 MARÍA SALVADOR MARTÍNEZ

«inconstitucionalidad» de la ley, sino la incompatibilidad, que, además, debe re-


solver el propio Parlamento.56

2. «FLEXIBILIZACIÓN» DE LOS SISTEMAS CONTINENTALES

En el caso de los sistemas continentales, por el contrario, se observan


nuevos rasgos característicos de la flexibilidad propia de los sistemas de com-
mon law.
Los sistemas jurídicos continentales de tradición romano-germánica, como
ya hemos señalado, responden a otra concepción del derecho, disponen de
una Constitución escrita y rígida, y de un sistema de control de constituciona-
lidad concentrado. Desde la aparición del Estado moderno, el Derecho, o más
concretamente la norma jurídica, se concibe como expresión de la voluntad so-
berana y manifestación de la idea de Justicia;57 se concibe como un conjunto
complejo de normas, a las que se llega mediante la deducción a partir de gran-
des principios racionales de validez universal y atemporal (scientia iuris), que
forman un sistema, ordenado, de acuerdo con diferentes categorías y subcate-
gorías, y completo, es decir, capaz de dar respuesta a todos los casos que se
presenten.58
Pues bien, en los últimos tiempo se han observado ciertos cambios relati-
vos a la estructura misma de ese derecho. El «conjunto completo y ordenado de
normas jurídicas» se ha abierto a principios, convenciones, recomendaciones,
normas de autorregulación, códigos de conducta..., formas de expresión de la
voluntad, distintas de la norma jurídica en sentido estricto, provenientes de los
órganos del Estado, de organismos internacionales, y de los propios privados,
que han adquirido una fuerza vinculante de la que anteriormente carecían en
los sistemas jurídicos continentales y que, sin embargo, sí era característica de
los sistemas de common law. Esta transformación es a la que Zagrebelski se ha
referido al afirmar que nuestro derecho tiende a convertirse en un diritto mite
(derecho dúctil), un derecho en el que la norma-regla se sustituye por la nor-
ma-principio, un derecho de principios propio de las sociedades pluralistas ac-
tuales.59 Haciendo referencia a este mismo fenómeno, otros advierten del avan-

56 BAMFORTH, N., «Parliamentary sovereignty and the Human Rights Act 1998», en Public
Law, 1998, winter, págs. 572 y ss.; y BRADLEY, A., «The Sovereignty of Parliament —Form or subs-
tance?», en JOWELL / OLIVER, The Changing Constitution, Clarendon Press, Oxford, 2004 (5a ed.),
págs. 26 y ss.
57 GARCÍA PELAYO, M., en el apartado sobre la idea medieval del Derecho en el trabajo «Del
mito y la razón en el pensamiento político», recogido ahora en las Obras Completas, CEC, Madrid,
tomo II, 1991; también VON HAYEK, F. A., Recht, Gesetzgebung und Freiheit, Verl. Mod. Ind., Lands-
berg am Lech, vol. 2, 1986 (2a ed.), págs. 105 y ss.
58 Sobre la concepción continental, KRIELE, M., Introducción a la Teoría del Estado, op. cit.,
págs. 146 a 147; ALLISON, J., A Continental Distinction in the Common Law, Oxford University Press,
Oxford, 1996, pág. 35.
59 ZAGREBELSKY, G., Il diritto mite. Legge, diritti, giustizia, 1992; traducido como El derecho
dúctil, Trotta, Madrid, 1995.
DERECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO CON EL CONTEXTO DE LA INTEGRACIÓN... 395

ce de lo que los internacionalistas llaman el soft law, un derecho en el que la


norma se transforma en recomendación o invitación, y del que existen nume-
rosísimos ejemplos en el Derecho Comunitario. Recomendaciones, comunica-
ciones, programas, informes, dictámenes y otros documentos de trabajo no son
vinculantes para los Estados miembros, no se trata de actos normativos típicos,
son instrumentos carentes también a priori de fuerza obligatoria, aunque no de
efectos jurídicos, ya que sirven, por ejemplo, como parámetro de interpretación
del hard law o para atenuar la responsabilidad que pudiera derivarse de la in-
fracción de éste.60
En el plano de la organización del Estado, la mayor influencia extraña a
nuestro modelo organizativo se produce en el ámbito de la administración. De
un lado, las agencias, autoridades independientes y otros organismos similares,
propios de la tradición anglosajona, han comenzado a aparecer en la mayoría
de los Estados de la Europa continental.61 De otro, numerosas iniciativas relati-
vas al control de la administración, a la gestión eficiente de los servicios públi-
cos, etc..., que responden igualmente al modelo flexible de administración
descentralizada británica, están comenzando a proponerse también en los or-
denamientos continentales.62 Prueba de ello son, por ejemplo, los «contratos
programa» a través de los cuales se financian ahora ciertos organismos públicos,
«la externacionalización de servicios», o los mecanismos de «autoevaluación» y
de control interno en organismos públicos.

* * *

ABSTRACT. This paper analyses the actual features of comparative consti-


tutional law. First of all it examines the nature, object and method of compa-
rative law, as well as its origins and historical development. Then, it focuses on
the new relevance of comparative constitutional law as a consequence of in-
ternationalisation and European integration processes, and on the mutual in-
fluences among different legal systems and different constitutional cultures.

60 ALONSO GARCÍA, R., «El soft law comunitario», Revista de Administración Pública, no 154,
2001, págs. 63 y ss.; in extenso, SENDEN, L., Soft Law in European Community Law, Hart, Oxford,
2004.
61 SALVADOR MARTÍNEZ, M., Autoridades independientes. Un análisis comparado de los Estados
Unidos, el Reino Unido, Alemania, Francia y España, Ariel, Barcelona, 2002.
62 Entre los referentes británicos se pueden citar, entre otros, la Financial Management Ini-
tiative (FMI) de los años ochenta, a través del cual se introdujeron en la administración los princi-
pios de gestión, la forma de trabajo y los instrumentos de control coste-beneficio propios de la em-
presa privada; y, en el mismo sentido, el proyecto de New Public Management (NPM), de los años
noventa, que pretendía la transformación de la estructura administrativa tradicional y de su forma
de trabajo, para lo cual incluía la incorporación de especialistas en gestión pública, el estableci-
miento de estándares vinculantes, controles de resultados, reducción de las grandes estructuras ad-
ministrativas, y la introducción de competencia entre organismos públicos, entre otras propuestas.
"LA DIMENSIÓN HISTÓRICA DE LA CONSTITUCIÓN BRITÁNICA"

1. La Constitución británica tiene un carácter histórico muy marcado, siendo parte


integrante de la historia del país.
2. Esta relación histórica implica que la Constitución británica no es solo una
realidad histórica, sino que está formada por elementos históricos que han sido
determinantes en su configuración.

3. La historia no es solo el contexto de la Constitución británica, sino que también


es parte de su texto constitucional, especialmente en las instituciones nacidas
por convención.

4. A lo largo de la historia británica, se identifican seis fases o etapas relevantes:


medieval, época Tudor, época Estuardo, fase de 1689 a 1832, periodo clásico y
momento actual.

5. Cada fase histórica ha influido en la configuración de la Constitución británica a


través de acontecimientos y casualidades, siendo la historia un agente creador
decisivo en su evolución.
6. La Constitución británica no está completamente escrita en un texto único y
carece de una categoría separada de normas constitucionales, lo que hace que
cualquier selección sea arbitraria, excepto en cuanto a los textos principales en
los que hay acuerdo general.
1. Fase medieval
2. La fase medieval de la historia inglesa representa la prehistoria constitucional del
mundo y el origen de muchas instituciones constitucionales actuales.

3. Durante esta fase, se produjo la última invasión de la isla en 1066 por parte de
Guillermo el Conquistador, lo que significó cambios significativos en el derecho y
el idioma, incluyendo la estructura estamental y el desarrollo del common law.
4. Surgieron instituciones clave como el Parlamento, con funciones más judiciales y
deliberantes que legislativas, y se estableció la importancia del consentimiento
en la imposición de impuestos.
5. La Carta Magna de 1215 es un documento fundamental de esta fase, que
contiene disposiciones sobre derechos y libertades, deudas y obligaciones,
garantías contra impuestos indebidos, y aspectos relacionados con la
administración de justicia.
6. Aunque la Carta Magna no se asemeja a las constituciones modernas y no era
una ley en sí misma, ha sido reconocida como un pacto fundamental entre el rey
y los barones, ganando respeto y vigencia a lo largo del tiempo en países del
common law como Estados Unidos.
7. Se realizaron confirmaciones y estatutos posteriores que reafirmaron los
principios de la Carta Magna y establecieron la participación del Parlamento en
decisiones importantes.
II. Época Tudor

1. La época Tudor en Inglaterra se caracterizó por el fortalecimiento de la


monarquía y la acumulación de poder por parte de los reyes Tudor, como Enrique
VIII e Isabel I, de manera similar a los reyes Católicos y los primeros Austrias en
España.
2. Se destacan la reforma anglicana y la Act of Supremacy, que fueron parte de un
proceso de centralización de poder que culminaría en la soberanía o supremacía
del Parlamento junto con la Corona, destacando la figura de Thomas Cromwell.
3. Aunque se discute si los Tudor eran estatistas en el sentido decimonónico, se
observa un fortalecimiento del poder monárquico y la aparición de rasgos
centralistas y territorialistas en la construcción estatal.
4. En términos de textos constitucionales, pocos provienen de esta época,
destacándose las Laws in Wales Acts de 1535 y 1542 que incorporaron
legalmente a Gales a Inglaterra.

5. El Parlamento, aunque experimentó cierto declive frente al poder de los Tudor,


continuó reuniéndose y adquiriendo importancia en la legitimación de
decisiones importantes, como la reforma anglicana.

6. Se establecieron los primeros rasgos de la supremacía del Parlamento, donde se


reconoce su poder para legislar y abrogar leyes, cambiar derechos y posesiones,
establecer formas de religión, entre otros.

7. Aunque la legislación en sentido moderno comenzó en esta época, Inglaterra


siguió respetando el common law y legisló relativamente poco hasta los
movimientos reformistas del siglo XIX.

8. Al final de esta etapa, la estructura constitucional en Inglaterra permanecía en


gran medida inalterada, a pesar del fortalecimiento del poder monárquico
durante los Tudor.
III. Época Estuardo

1. Fortalecimiento del Absolutismo y Guerra Civil: Durante la Época Estuardo, se


observó un fortalecimiento del absolutismo, seguido de disputas entre
absolutistas y parlamentarios que desencadenaron una guerra civil. Esta guerra
llevó a una breve república llamada la Commonwealth, que tenía una
Constitución escrita y rígida.
2. Restauración de la Monarquía y Triunfo Parlamentario: Tras la restauración de
la monarquía, se consolidaron las tesis parlamentarias, marcando el triunfo
definitivo de las ideas parlamentarias sobre el absolutismo.
3. James I y Charles I: James I y su hijo Charles I enfrentaron desafíos significativos
debido a sus intentos de imponer un absolutismo deliberado basado en el
derecho divino de los reyes. Esto provocó enfrentamientos entre el absolutismo
y la common law, con destacados defensores como el juez Coke.
4. Eventos Legislativos Significativos: Durante este período, se promulgaron leyes
importantes como la Petition of Rights en 1627 y la primera ley de Habeas Corpus
en 1640, que limitaban el poder del monarca y establecían protecciones legales
para los ciudadanos.

5. Instrument of Government y Bill of Rights: Se menciona el Instrument of


Government de 1653, una Constitución republicana, y el Bill of Rights de 1689,
que limitó el poder real y proclamó ciertos derechos y libertades fundamentales.
6. Legado Constitucional: La Época Estuardo dejó un legado constitucional
importante en Inglaterra, incluyendo la supremacía del Parlamento, la separación
de poderes, la disminución del poder real en favor del control parlamentario y
judicial, así como la consolidación del imperio del derecho y los derechos y
libertades de los ciudadanos.

7. Además, se mencionan aspectos culturales como el origen de los partidos Whig


y Tory, así como la introducción del té en Inglaterra, que tuvo implicaciones
históricas y políticas significativas.
IV. De 1689 a 1832: consolidación
1. Consolidación y desarrollo en lo constitucional, con pocos cambios radicales.

2. Importantes cambios en otros ámbitos como la reacción antirrevolucionaria, la


Revolución Industrial y el liberalismo económico.
3. Afianzamiento del sistema parlamentario y la monarquía constitucional.
4. Creación de la primera ley laboral moderna en 1802.
5. Desarrollo del gobierno de Gabinete y surgimiento del primer ministro.
6. Origen de la responsabilidad colectiva del Ejecutivo.
7. Inamovilidad e independencia de la judicatura.

8. Unión de Inglaterra con Escocia y establecimiento de un solo Parlamento y


gobierno.
9. Aparición de la oposición política y consolidación de los partidos Whig y Tory.
10. Documentos constitucionales importantes: Act of Settlement de 1700 y Union
with Scotland Act de 1706.
V. De 1832 a 1960: época moderna
1. Periodo marcado por el reinado largo de Victoria y las dos guerras mundiales.
2. Reforma electoral importante en 1832 y cambios significativos en la década de
1960.

3. Momento de plenitud constitucional, cultural, económico y de expansión


imperial.
4. Conflicto irlandés como el problema más duradero del periodo.
5. Democracia moderna con la ampliación del sufragio y la aparición del partido
laborista.
6. Preeminencia del Gabinete sobre los Comunes y del primer ministro dentro del
Gabinete.
7. Persistencia y transformaciones del bipartidismo.
8. Aparición del sindicalismo y del Estado de bienestar, pionero en Gran Bretaña.
9. Evolución lenta del sufragio hacia la universalidad en el siglo XX.

10. Cambios en la estructura interna de los partidos liberal y conservador con la


entrada del partido laborista.
11. Parliament Act de 1911 estableció la primacía de los Comunes sobre los Lores.
12. Consolidación del ejecutivo y del liderazgo del primer ministro.
13. Aparición del Estado de bienestar y crecimiento de la administración pública.

14. Leyes importantes como la Reform Bill de 1832, Representation of the People
Acts, Parliament Acts, y Ministers of the Crown Act de 1937.
15. Westminster Statute de 1931 afectó las relaciones con las colonias y dominios,
permitiendo mayor autonomía.
VI. De la década de 1960 en adelante

1. Período de Transformación: Comprende el largo reinado de Victoria y las dos


guerras mundiales. Destacan eventos como la reforma electoral en 1832 y el
periodo de cambio importante en las décadas de 1960 y 1970.
2. Momento de Plenitud en Gran Bretaña: Se destaca la democratización del
régimen, la aparición del partido laborista, el predominio del Gabinete y del
primer ministro, la persistencia del bipartidismo, la aparición del sindicalismo, y
la introducción del Estado de bienestar.
3. Reformas Electorales: Se mencionan las leyes de ampliación del sufragio en
1832, 1867, 1884, 1918, 1928 y 1948.
4. Dominio del Primer Ministro y Cambios en el Parlamento: Se observa un
aumento del poder del primer ministro, la subordinación de los Comunes, la
absorción legislativa por el ejecutivo, y cambios en la organización interna del
Parlamento.
5. Estado de Bienestar y Sindicalismo: Se destaca la creación del Estado de
bienestar y la transformación de los sindicatos, con una tendencia hacia la
insolidaridad social.
6. Crisis y Transformación Actual: Se mencionan problemas como la disminución
del acuerdo fundamental, la radicalización de la izquierda y la derecha, la crisis
del bipartidismo, la concentración de poder en el primer ministro, la disminución
del papel del Parlamento, el aumento de la violencia en las calles, y los problemas
económicos como la desigualdad social y la falta de crecimiento económico
sostenible.
VII. Recapitulación sobre la dimensión histórica de la Constitución británica

1. Naturaleza Evolutiva: Se compara la Constitución británica con una carretera


construida a base de parches, donde cada elemento se ha añadido a lo largo del
tiempo para resolver problemas específicos.

2. Desarrollo Histórico: Se menciona la evolución de instituciones como la Corona,


el Parlamento, el common law, el Consejo Privado, los derechos y libertades, la
separación de poderes, y la forma de gobierno parlamentaria.
3. Antigüedad y Estabilidad: Se resalta la antigüedad y estabilidad de las
instituciones británicas, con una ausencia de interrupciones bruscas en su
desarrollo.
4. Trasfondo y Criterios Interpretativos: Se sugiere que hay un trasfondo y criterios
interpretativos duraderos que han guiado el desarrollo de la Constitución
británica, basados en el carácter inglés, el common law, y ciertos principios
jurídicos y sociales.
5. Importancia del Common Law: Se enfatiza la influencia del common law en la
interpretación y aplicación de la Constitución británica, destacando su papel en
la coherencia y rigidez del sistema constitucional.

6. Lecciones para otras Constituciones: Se sugiere que otras Constituciones


pueden aprender de la experiencia británica, incluyendo la importancia del
espíritu constitucional, la relación entre derecho privado y constitucional, y la
naturaleza complementaria de las diferentes fuentes del derecho.
7. Importancia de la Autoridad: Se destaca la importancia de la autoridad y la
prudencia en la interpretación y aplicación del derecho, especialmente en el
contexto de la auctoritas social reconocida por la comunidad.
DERECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO EN EL CONTEXTO DE LA INTEGRACIÓN
SUPRANACIONAL Y LA GLOBALIZACIÓN

I. SOBRE EL DERECHO COMPARADO

1. Carácter autónomo o dependiente del derecho comparado: Se discute si el derecho


comparado debe considerarse un método auxiliar o una ciencia independiente, siendo
este uno de los principales debates en la disciplina.

2. Perspectivas sobre el derecho comparado:

 Algunos lo ven como un método de investigación que auxilia en diversas


disciplinas científicas, sin tener entidad propia.

 Otros lo consideran una ciencia autónoma con características específicas y


principios metodológicos propios, con objetivos como buscar soluciones a
problemas jurídicos, determinar relaciones causales y mostrar la evolución
histórica de problemas concretos.

3. Dualidad del derecho comparado: Se plantea que el derecho comparado tiene una
doble naturaleza como ciencia y método, ya que la ciencia se diferencia por el método
con el que analiza un objeto determinado.

4. Relevancia y compatibilidad del derecho comparado: Se destaca que el derecho


comparado puede ser considerado tanto como una ciencia autónoma como un método
auxiliar en otras disciplinas jurídicas, siendo utilizado para alcanzar objetivos específicos
en diferentes áreas del derecho.

5. Diferenciación conceptual: Se enfatiza la necesidad de distinguir entre el derecho


comparado y el derecho extranjero. El estudio del derecho extranjero se considera un
paso previo al análisis del derecho comparado en sentido estricto.

6. Objetivos y enfoque: Se menciona que un estudio del derecho extranjero por sí mismo
no constituye un trabajo de derecho comparado, ya que este último requiere el uso de
criterios metodológicos específicos y la orientación hacia ciertas finalidades definidas
por la ciencia del derecho comparado.

7. Requisitos del derecho comparado: Para realizar un trabajo de derecho comparado en


sentido estricto, es necesario analizar más de un ordenamiento jurídico, examinarlos en
conjunto y realizar una confrontación lógica para extraer conclusiones pertinentes.

8. Método jurídico: Se subraya que el método aplicable en el derecho comparado es


necesariamente un método jurídico, aunque se añada el componente de la comparación
entre ordenamientos o institutos, con sus reglas específicas.

9. Selección de elementos comparables: Se enfatiza la importancia de seleccionar


elementos comparables para el estudio, es decir, elementos que sean similares pero no
idénticos ni completamente diferentes, de modo que permitan obtener resultados
útiles.
10. Análisis contextual: Se menciona el principio esencial de analizar el objeto de estudio
en su contexto jurídico-político, considerando la cultura jurídica y política
correspondiente. Esto implica tener en cuenta las diferencias en sistemas jurídicos,
principios estructurales del Estado, forma de gobierno y organización territorial.

11. Elaboración de esquemas y categorías: Se señala que una finalidad importante del
derecho comparado es la elaboración de esquemas de referencia, modelos teóricos y
categorías que se deducen del estudio comparado de diferentes ordenamientos, los
cuales son utilizados para comprender mejor los sistemas e instituciones
correspondientes.

12. Desafío lingüístico: Se destaca el desafío que enfrenta el investigador en cuanto al


problema lingüístico, tanto para acceder a fuentes extranjeras como para transmitir el
conocimiento obtenido, requiriendo un conocimiento suficiente del idioma extranjero,
del lenguaje jurídico y de la cultura jurídica del ordenamiento extranjero.

II. ORIGEN Y EVOLUCIÓN DEL DERECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO

1. El derecho comparado, como método auxiliar, es común a todas las ramas de la ciencia
jurídica y se diferencia por el objeto de estudio pero comparte un mismo método, el
método jurídico.

2. El interés por las regulaciones de ordenamientos distintos del propio y el análisis de


decisiones jurisprudenciales extranjeras han sido comunes a todas las disciplinas
jurídicas, tanto en consideraciones de lege ferenda como de lege lata.

3. La moderna ciencia del derecho comparado se gestó en el siglo XIX, principalmente en


Alemania y Francia, debido a movimientos de codificación y unificación del derecho, el
desarrollo económico y la internacionalización de la economía, así como el desarrollo de
la escuela histórica.

4. El enfoque funcionalista ha sido dominante en el derecho comparado, guiando el análisis


por los problemas concretos que debe resolver el derecho en conjunto con los
ordenamientos.

5. Después de la Segunda Guerra Mundial, hubo una crisis en la concepción del derecho
comparado debido a la debilitación de las ideas universalistas y surgieron voces críticas
sobre su autonomía científica, lo que llevó a ajustes en el método y a objetivos menos
ambiciosos.

6. El derecho privado fue el principal motor en la creación y desarrollo de la nueva


disciplina del derecho comparado, debido a factores como la codificación, la
industrialización y el desarrollo económico que afectaban especialmente a este ámbito.

7. El derecho constitucional comparado se considera una ciencia jurídica autónoma que


estudia profundamente los ordenamientos constitucionales de los Estados,
distinguiéndose de las ciencias del derecho constitucional particular y del derecho
constitucional general.
8. La especificidad del derecho constitucional comparado radica en que su objeto son las
instituciones relacionadas con la organización del poder, a diferencia del derecho
privado comparado que se centra en las relaciones entre individuos.

9. Las funciones del derecho constitucional comparado incluyen la adquisición de


conocimiento, la verificación de datos, la comprensión del propio ordenamiento, la
clasificación y agrupación de los ordenamientos estatales, la interpretación de las
normas constitucionales, la preparación de normas y la armonización normativa entre
diferentes Estados.

10. Se utiliza una taxonomía propia en el derecho constitucional comparado, donde se


clasifican los diferentes ordenamientos en categorías como formas de Estado y formas
de gobierno, siendo estas categorías fundamentales para el estudio comparado y la
teoría del Estado constitucional.

11. La metodología del derecho constitucional comparado comparte similitudes con el


derecho privado comparado en términos de elección de elementos comparables y
análisis en el contexto, pero también reconoce la importancia del auxilio de otras
ciencias como la ciencia política, la historia de las ideas, la historia constitucional y la
economía.

12. Aunque se destacan las aportaciones de la doctrina italiana en el derecho constitucional


comparado, también se mencionan los desarrollos en Francia, Inglaterra y Estados
Unidos, donde el método comparado se combina con elementos de otras ciencias como
la política, la historia y la economía. Además, se menciona la situación en España, donde
se han publicado obras de derecho comparado, aunque no se habla de una ciencia
española del derecho constitucional comparado.

III. DERECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO A PRINCIPIOS DEL S. XXI

1. LA NUEVA RELEVANCIA DEL DERECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO

1. El derecho constitucional comparado ha adquirido una relevancia crucial en la


actualidad debido a varios factores. El aumento de nuevos Estados constitucionales
después de la Segunda Guerra Mundial y la desintegración de la Unión Soviética ha
intensificado el recurso al método comparado en la redacción, interpretación y
desarrollo de normas constitucionales.

2. Existe una creciente influencia recíproca entre los ordenamientos jurídicos nacionales y
las diferentes culturas constitucionales, tanto por causas ajenas al derecho (como el
acceso a fuentes extranjeras a través de internet y el aumento de relaciones entre
profesionales de diferentes países) como por causas jurídicas (como la
internacionalización de las condiciones de vida y económicas, la globalización y la
participación en procesos de integración supranacional como la Unión Europea).

3. En el contexto de la internacionalización e integración supranacional, se está


produciendo una homogeneización entre los diferentes derechos constitucionales
nacionales, así como la necesidad de "constitucionalizar" los ámbitos internacionales en
los que actúan los Estados.
4. La jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) en el marco del
Convenio Europeo de Derechos Humanos (CEDH) ha contribuido significativamente a
definir un estándar mínimo en materia de derechos fundamentales y ha influido en la
homogeneización de los derechos fundamentales entre los Estados miembros del
Convenio.

5. La integración europea ha generado un Derecho constitucional común europeo, donde


se han establecido principios comunes a todos los Estados miembros y se ha requerido
el cumplimiento de ciertos estándares constitucionales para la incorporación de nuevos
miembros.

6. El derecho comparado desempeña una función auxiliar crucial en la elaboración de


textos normativos, tanto en la armonización comunitaria como en la redacción de
tratados y documentos internacionales, al analizar las legislaciones nacionales para
deducir normas de referencia y encontrar soluciones comunes.

2. LA REAPERTURA DEL DEBATE SOBRE LA CIENCIA DEL DERECHO COMPARADO

1. La importancia actual del derecho constitucional comparado ha reavivado el debate


sobre su naturaleza y método, conectando con la tendencia tradicional del derecho
comparado que enfatiza la universalidad y la construcción de un derecho común
mundial.
2. Sin embargo, surgieron concepciones alternativas que cuestionan las posibilidades y
límites del derecho comparado y la unificación normativa debido a las diferencias
irreconciliables entre sistemas jurídicos, la influencia del contexto cultural y político en
la interpretación de los ordenamientos jurídicos extranjeros, y la subjetividad de las
categorías y clasificaciones tradicionales del derecho comparado.

3. Estas nuevas concepciones resaltan la importancia del pluralismo, la atención a las


diferencias entre sistemas jurídicos y la necesidad de adoptar un enfoque
interdisciplinario y comprensivo en el estudio del derecho comparado.

4. Se señala la importancia de considerar tanto los ordenamientos nacionales como los


supranacionales en el derecho comparado, especialmente en el contexto europeo,
donde se debe analizar los ordenamientos nacionales, el ordenamiento comunitario y
otros ordenamientos internacionales relevantes.

5. También se destaca la relevancia de comparar no solo con los Estados europeos, sino
también con Estados Unidos y otros sistemas jurídicos que ofrecen perspectivas
diferentes, como los ordenamientos latinoamericanos, para obtener una comprensión
más amplia y crítica en el estudio del derecho comparado.

IV. ACTUALES INFLUENCIAS RECÍPROCAS ENTRE DIFERENTES CULTURAS CONSTITUCIONALES


1. «RIGIDIFICACIÓN» DE LOS SISTEMAS DE COMMON LAW

1. Tradicionalmente, los sistemas de common law se han caracterizado por su flexibilidad,


pero en las últimas décadas se observa una tendencia hacia la "rigidificación",
adoptando características más similares a los sistemas continentales de derecho
romano-germánico (civil law).
2. El sistema jurídico inglés, modelo de los sistemas de common law, ha experimentado
cambios hacia una mayor actividad legislativa, con más normas escritas y una ley (statute
law) como fuente principal del derecho, acercándose así a los sistemas continentales
donde la ley es la fuente primaria.
3. Estos cambios se han producido en el contexto de la internacionalización e integración
europea, donde el derecho comunitario y el Convenio Europeo de Derechos Humanos
han tenido un impacto significativo en el sistema jurídico inglés, llevando a la aprobación
de normas escritas para cumplir con los requisitos de integración y protección de
derechos fundamentales.
4. Desde el punto de vista de la organización del Estado, el principio de la "soberanía del
Parlamento" en el Reino Unido ha sido revisado debido a su integración en la Unión
Europea y la participación en el Convenio Europeo de Derechos Humanos, lo que ha
implicado un control más estricto sobre los actos de los poderes públicos y del
Parlamento por parte de instancias supranacionales y tribunales nacionales.

2. «FLEXIBILIZACIÓN» DE LOS SISTEMAS CONTINENTALES

1. Tradicionalmente, los sistemas continentales se han caracterizado por su estructura


rígida, con una Constitución escrita y un sistema de control de constitucionalidad
concentrado. Sin embargo, en los últimos tiempos se observan cambios hacia la
flexibilidad, con la incorporación de principios, convenciones, recomendaciones, normas
de autorregulación y códigos de conducta que adquieren fuerza vinculante.
2. Este cambio se refleja en la transformación del derecho hacia un modelo más "dúctil",
donde la norma-regla es reemplazada por la norma-principio, propio de sociedades
pluralistas actuales. Se observa un avance hacia lo que algunos llaman "soft law", donde
las normas se convierten en recomendaciones o invitaciones, como ocurre en el Derecho
Comunitario con instrumentos como recomendaciones, comunicaciones, programas,
informes, dictámenes, entre otros.

3. En el ámbito de la organización del Estado, se observa una mayor influencia del modelo
anglosajón en la administración de los Estados continentales. Esto se manifiesta en la
aparición de agencias, autoridades independientes y otros organismos similares, así
como en iniciativas relacionadas con el control de la administración y la gestión eficiente
de los servicios públicos, que se inspiran en el modelo flexible de administración
descentralizada británica.

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