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LOGICA, FCE-UBA

El lenguaje de primer orden

0. Observaciones preliminares

0.1. La idea de lenguaje formalizado

La intención de (1) determinar los procedimientos para establecer la validez de razonamientos


deductivos de una manera rigurosa, esto es con exactitud y precisión, y (2) para construir métodos efectvcos,
o algorítmicos de deducción es lo que ha motivado la formalización de la lógica. Así, entre otras
cosas, los elementos puramente retóricos que están presentes en la descripción informal pueden
desaparecer en la descripción formal, y sobre todo, se obtiene un procedimiento efectivo para
determinar si se se trata o no de un signo admisible en el sistema de signos (el lenguaje). Se trata de
que todos los pasos y reglas empleados en estos procedimientos estén totalmente explícitos y
absolutamente especificados, sin que quede oculto elemento alguno que forme parte del procedimiento.

Esta intención trae como consecuencia que estos procedimientos se caractericen de manera efectiva,
permitiendo su mecanización: los procedimientos siguen instrucciones totalmente especificadas,
siendo posible controlar y revisar su ejecución. (Dicho de otro modo, se puede construir una máquina
de Turing para llevar a cabo estos procedimientos.) Así pues, son procedimientos computables:
llegado el caso pueden diseñarse programas que los lleven a cabo.

La formalización consiste, en general, en la construcción de lenguajes y sistemas formalizados, que


corresponden a teorías que pueden hablar sobre cualesquiera dominios de objetos, de cualquier
naturaleza. De todos modos, en la mayoría de los casos se trata de teorías lógicas o matemáticas.
Los lenguajes formalizados son sistemas de signos artificiales en los que se representan las operaciones
que integran el procedimiento a formalizar. Los sistemas formalizados especifican los principios
que gobiernan a estas operaciones.

Las condiciones que hacen posible la formalización (condiciones que están implícitas en la
exposición de la notación usual para la lógica) pueden resumirse de la siguiente manera:

(a) La existencia de una notación

Una primera condición para poder formalizar es la existencia de un medio físico que permita fijar
signos de un modo que se los pueda distinguir unívocamente y que se les pueda presentar en un
determinado orden. Este medio puede ser cualquier soporte físico que permita fijar: piedra, madera,
papel, etc.; y la forma de fijación puede ser variada: inscripciones, tallas o pinturas sobre el soporte

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físico. En la actualidad existen formas tecnológicamente más sofisticadas de inscripción: la
inscripción digital sobre un disco magnético (un disco rígido, o un cd) que requieren instrumentos
para que las inscripciones puedan ser visualizadas (una pantalla). A todo esto se lo puede considerar
una notación o, en un sentido general de la palabra, una escritura. Así, esta condición es compartida
con cualquier escritura lengua histórica que pretenda ser fijada.

(b) La capacidad de abstraer formas o esquemas lingüísticos

En la formalización, la descripción de los procedimientos debe ser esquemática (y aquí comienza a


diferenciarse de la escritura de las lenguas históricas). Esto quiere decir que los signos se toman
como meros esquemas a interpretar en diferentes casos: lo que es importante es la descripción de un
procedimiento, que puede darse de diferentes maneras y aplicarse a entidades diferentes, quedando
constante el procedimiento. Esto significa, en definitiva, establecer reglas generales, de aplicación
general para los diferentes casos a los que les cabe el procedimiento. Aquí aparece la idea de
abstracción formal. En el caso específico de la lógica se consideró el caso de la obtención de formas de
enunciado y de razonamiento.

(c) La capacidad de proceder sin tomar en cuenta el significado

Vinculado con lo anterior está el hecho de que en la formalización se prescinde del significado que
tengan los signos, dado por el proceso de semiosis. Los signos pueden referirse a una categoría de
objetos, pero no se presupone que tengan un significado determinado. El sistema formalizado
contiene reglas para la manipulación de los signos, las cuales se aplican con prescindencia del
significado que estos signos tengan: son simplemente figuras, sujetas a ciertas reglas de formación y
transformación. Las reglas indican cómo obtener estructuras de signos a partir de otras.

0.2. Lenguajes formalizados

Los lenguajes formalizados son sistemas de signos cuya construcción está enteramente especificada por
medio de reglas efectivas. Al igual que en todos los lenguajes artificiales, la gramática es estipulada
de antemano, siendo por lo tanto anterior al uso.

En pocas palabras, un lenguaje artificial consta de un conjunto de signos básicos o alfabeto que
puede tener muy variadas características: puede estar formado por letras de algún alfabeto existente,
por signos convencionales o por gráficos, dibujos, diagramas, etc, es decir son figuras de cualquier
tipo. Sobre la base de este alfabeto, la gramática se presenta por medio de definiciones de las
expresiones que se admiten como bien formadas en el lenguaje. Estas expresiones son cadenas de
signos, esto es, signos dados en un cierto orden. Así se constituye la sintaxis del lenguaje.
Posteriormente se les puede asignar significado a los signos, obteniéndose así la semántica del
lenguaje.

El concepto de lenguaje formalizado se entiende mejor si se tienen en cuenta los objetivos que
guían su construcción y si, además, se analiza la evolución del uso de signos especiales en la ciencia.
Históricamente, aparecieron en diferentes disciplinas signos con un uso específico y un significado
claro, dado de antemano.

Un ejemplo sencillo está dado por la numeración arábiga, tal como la empleamos en diferentes
aspectos de la vida. Los numerales “1”, “2”, “3”, etc. se refieren a números y significan
respectivamente lo mismo que las palabras “uno”, “dos”, “tres”, etc. del castellano. No obstante,

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sus ventajas posicionales y composicionales son obvias. Así, con nuestro sistema decimal, juntar los
dígitos del “0” al “9” en un orden, da lugar a nuevas expresiones que se refieren a números. Así,
“256” se refiere al número que se designa en castellano con la frase “doscientos cincuenta y seis” y
está claro que es un número diferente al que se refiere el numeral “562”, pese a contener los
mismos dígitos.

Piénsese ahora en los signos para las operaciones aritméticas de suma y de resta “+” y “−” los que
expresan lo mismo que las palabras “más” y “menos”, eliminando sus ambigüedades y dándole un
carácter universal: compárese la expresión numérica “7+5” con la frase “siete más cinco”. Mientras
que la segunda requiere conocimiento de la lengua castellana, la primera requiere únicamente
conocimiento de los signos aritméticos, conocimiento que posee cualquier persona que conozca
aritmética, independientemente de la lengua histórica que hable.

Además, permite un nivel de abstracción mayor. Fácilmente, pueden introducirse variables respecto
del dominio en consideración (es decir, expresiones que sirven para referirse de manera
indeterminada a cualquier elemento del dominio en consideración) y así expresar hechos que se
cumplen para todos los elementos del dominio, como la propiedad conmutativa de la suma: “x + y
= y + x”, lo cual es mucho más engorroso formular en castellano (u otra lengua histórica), además
de ofrecer ventajas visuales.

El ejemplo de los numerales y los signos de operaciones aritméticas muestran lo que puede
denominarse un lenguaje técnico (o simbología técnica), que aparece en el contexto de una lengua
histórica (tómese, por ejemplo, cualquier manual de álgebra escrito en castellano). Otro caso muy
conocido es el de los signos para los elementos de la tabla periódica (“H” para el hidrógeno, “Fe”
para el hierro, etc.) y la manera de expresar combinaciones de los mismos (como H2O para el
agua). Lo característico de este lenguaje técnico es que es específico de una disciplina o un área del
conocimiento y lo emplean los expertos en ella. Estas terminologías técnicas pueden verse como
estadios en el camino que condujo históricamente a los lenguajes formales.

Se pueden resumir las ventajas de introducir signos especiales para las expresiones específicas de
una disciplina en los siguientes tres puntos:
(i) universalidad del sistema de signos,
(ii) estandarización (o unificación) de las expresiones,
(iii) construcción de un cálculo formal (tal como se verá más adelante).

0.3. Lenguaje objeto y metalenguaje

La construcción de un lenguaje formalizado requiere una serie de distinciones. El lenguaje, las


expresiones que lo componen, se convierten en el objeto de estudio, es aquello que se construye y
analiza, mientras que se describen sus rasgos y se caracterizan sus expresiones por medio del
lenguaje que empleamos, el castellano por ejemplo. En el caso del lenguaje a analizar hablamos de
lenguaje objeto y llamamos metalenguaje al lenguaje que empleamos para hacer referencia al lenguaje
objeto. Esta distinción es relativa. Un lenguaje puede ser lenguaje objeto en un momento y
metalenguaje en otro. Piénsese, por ejemplo, en una gramática del inglés escrita en castellano. El
inglés es el lenguaje objeto, mientras que el castellano cumple el papel del metalenguaje. Pero, en el
caso de una gramática del castellano escrita en inglés los papeles se invierten. Conviene tener
presente esta diferenciación de niveles a efectos de evitar confusiones.

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El uso de un metalenguaje para mencionar expresiones del lenguaje objeto requiere, entre otras
cosas, tener nombres (formas de designar) para sus expresiones (es decir, sus signos). Así, el
metalenguaje puede tener palabras que funcionen como nombres de expresiones del lenguaje. De todos
modos, una manera usual de nombrar a las expresiones de un lenguaje objeto en un metalenguaje es
entrecomillarlas. Esto es particularmente útil cuando el lenguaje objeto y el metalenguaje emplean el
mismo tipo de signos (como el alfabeto latino, signos matemáticos, etc.) Así, el enunciado
“Buenos Aires” tiene dos palabras hace referencia a la expresión lingüística (el nombre de la ciudad) y
no a la ciudad, de modo que el enunciado resulta verdadero. Si elimináramos las comillas,
estaríamos hablando de la ciudad, con lo que el enunciado pasaría a ser falso. Sin embargo, en lo
que respecta al lenguaje de primer orden, emplearemos comillas (simples o dobles, según el caso)
únicamente en casos que puedan dar lugar a confusiones. En las secciones siguientes, el castellano
será el metalenguaje en el cual describiremos el lenguaje formal del lenguaje de primer orden.

0.4. Sintaxis y semántica

Otra distinción importante tiene que ver con la perspectiva que se adopta al analizar un lenguaje.
Un primer interés puede ser el de determinar cómo deben formularse las expresiones de un
lenguaje, indicando ciertas reglas para la formación de expresiones. Este es el plano de la sintaxis. Esto
puede ilustrarse con una lengua histórica como el castellano. La expresión “El caballo corre por el
campo” es un enunciado bien construido de acuerdo a la sintaxis del castellano. En cambio,
“caballo el corre campo el por” no responde a las reglas sintácticas aceptadas en esta lengua.
Además, se puede examinar el significado que poseen los signos o expresiones de un lenguaje, es
decir, la relación entre las expresiones del lenguaje y aquello que estas expresiones representan o
significan. Este es el plano de la semántica. En los lenguajes formales, el significado de una expresión
se establece de manera precisa y clara sin dejar lugar a ambigüedades o vaguedades. Esto implica
construir una semántica formal. En ella deben distinguirse categorías semánticas para las expresiones
del lenguaje y reglas de significado para estas. Por ejemplo, reglas que determinen los objetos a que
se refieren determinadas expresiones. En lo que sigue serán tratados aspectos esencialmente
sintácticos.

0.5. Reglas de formación para expresiones del sistema.

Un problema que debe resolverse al construir un lenguaje formalizado es determinar qué


expresiones son admisibles en el sistema. Un lenguaje formalizado, tal como el lenguaje de primer
orden, contiene un número finito de signos básicos (signos que pueden ser, dicho sea una vez más,
de cualquier tipo: letras, números, signos tipográficos, figuras geométricas, diagramas, etc.). A este
conjunto finito se lo llama habitualmente alfabeto. Ahora bien, la cantidad de expresiones admisibles
(bien formadas) que pueden construirse a partir del alfabeto, aunque conste de muy pocos signos, es
ilimitada. Entonces, el problema es cómo caracterizar todo este conjunto indeterminado (infinito)
de expresiones. Este es un problema sintáctico o gramatical, y su solución consiste en dar definiciones
recursivas o generativas de las expresiones admisibles en el lenguaje. Este tipo de definiciones consta de
dos partes:
(a) Caso base: se caracteriza el conjunto de las expresiones más básicas admisibles del lenguaje.
(b) Paso inductivo: Una vez caracterizado el conjunto de las expresiones más básicas, pasan a definirse
las más expresiones más complejas. Dadas expresiones admisibles cualesquiera del lenguaje, se
definen las expresiones que resultan de su combinación por medio de otros signos.

Este tipo de definición recibe también el nombre de definiciones por inducción semiótica y se basan en el
principio de inducción matemática. En el caso de que el lenguaje posea diversas categorías de

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expresiones, deben darse definiciones inductivas para las expresiones de cada categoría. Esto es lo
que sucederá más adelante con el lenguaje de primer orden En lenguajes como este, hay dos
categorías básicas de expresiones: aquellas que sirven para referirse a entidades, los términos, y
aquellas que se emplean para expresar enunciados acerca de esas entidades, que son las fórmulas.

0.6. El lenguaje de primer orden como versión formalizada de la notación lógica

El LPO que se presentará a continuación no será otra cosa que la versión formalizada de la notación
lógica usual de cuantificadores y conectivas. Esto requiere algunas aclaraciones. El lenguaje de primer orden,
abreviado de aquí en más como LPO, es un lenguaje formalizado que fue concebido originalmente con
la intención de formalizar teorías matemáticas (como por ejemplo la aritmética), donde son
formalizados predicados y operaciones matemáticas (en el caso de la aritmética, operaciones como
la suma y la multiplicación, y predicados como “ser número primo” o “ser mayor que”). Sin
embargo, nada impide que puede usarse también para formalizar teorías referidas a dominios no
matemáticos (en ciencias naturales y sociales). Pero, sobre todo, no debe olvidarse que, el LPO está
concebido primariamente para desarrollar sistemas formalizados de lógica. Estos sistemas
formalizados de lógica son la base lógica sobre los que se construyen teorías formalizadas referidas
a dominios extralógicos.

Como consecuencia, el LPO para la lógica proporciona a través de sus categorías sintácticas y
semánticas una herramienta útil para procesar la información que se tiene respecto de ese dominio de
una manera computable (hasta donde eso sea viable). Esto quiere decir que en el LPO puede
representarse o simbolizarse la información que se posee, y que normalmente es formulada en el lenguaje
ordinario, es decir, en alguna lengua histórica (como el castellano, el inglés o el portugués),
eventualmente con el agregado de algunas expresiones técnicas ligadas a las entidades del dominio.
Las ventajas del LPO pueden resumirse en los siguientes aspectos:

(a) al ser un sistema de signos artificial, la gramática queda absolutamente especificada, de modo que la
representación es totalmente precisa, sin ambigüedades;

(b) permite una representación del conocimiento muy flexible, de modo que la relación entre las
entidades del dominio puede determinarse claramente y la información puede manipularse de una
manera más clara.

1. Signos descriptivos del lenguaje de primer orden

El LPO, en tanto es una versión formalizada de la notación lógica, se puede utilizar como
herramienta formalizada para representar la forma lógica que se encuentra en los enunciados del
lenguaje ordinario. Ahora bien, al igual que la notación lógica, el LPO debe ser capaz de expresar la
información extralógica que está contenida en los enunciados a formalizar y que lleve a pensar en
un dominio de individuos Las expresiones que se emplean para nombrar objetos del dominio que
se da por supuesto serán los términos del LPO.

Asimismo, tal como sucedía con la notación lógica usual, en el contexto de la representación que
hacemos mediante enunciados del lenguaje ordinario, decimos cosas acerca de las entidades del
dominio; esto es, predicamos acerca de ellas. Por ejemplo, predicamos de Argentina que es una
república, de Chile que es un país montañoso o predicamos de Argentina y Chile (tomado como un
par de entidades) que el primero está al este del segundo. Es decir, se parte de la existencia de un
dominio de objetos, de cuyos miembros se predicarán cosas. Aquello que se predica puede aplicarse

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a un objeto por vez (como “ser república”) o a más de un objeto (como “estar al este de”). De este
modo, el LPO contendrá expresiones que servirán para indicar todo aquello que digamos de los
individuos. A estas expresiones se las llamará predicados. Al adscribir predicados a los términos se
obtendrán lo que se llamarán fórmulas del LPO, en particular enunciados.

A los individuos se hará referencia mediante constantes de individuo (o nombres), todo lo que se diga
de los individuos se expresará mediante predicados. Asimismo, harán falta variables para referirse de
manera indeterminada a los individuos del dominio. Puesto que el dominio es en cada caso único, el
de los individuos, y que sólo de estos puede predicarse algo, no habrá otro tipo de variables. Es en
este sentido que el LPO es un lenguaje de primer orden (sobre este punto se volverá más adelante).

Se tiene, entonces, la siguiente clasificación:

(a) Constantes de individuo (o nombres), para las cuales se emplean las letras a, b, c, d, e, o sino
(mediante subíndices) a1, a2, a3, etc.
(b) Predicados, que son las letras P, Q, R, S, T, o también P1, P2, P3, etc.
Se presupone que el lenguaje dispone de un conjunto numerable de constantes de individuo y de
predicados.

1.1 Grado de predicados. Según el número de individuos (“sujetos”) a los que se refieran, los
predicados pueden tener diferentes grados. Se indicará el grado de un predicado mediante el
número de variables que le suceden. Por ejemplo, Px es un predicado de grado 1, Rxy es otro de
grado 2 y Sxyz es de grado 3. (Pero, ¡atención!, Pxay, p. ej., es de grado 2.). Es usual llamar a los
predicados de grado 1 predicados monádicos y a los predicados de grado mayor que 1 predicados
poliádicos.

2. Signos lógicos del lenguaje de primer orden

Los signos lógicos son en LPO las constantes lógicas, esto es van a ser aquellos signos que tendrán un
significado fijo y constante. en cualquier contexto (mientras que los signos no lógicos van a servir como
meros esquemas que van a corresponder en cada caso a entidades del dominio o a predicados
aplicados a estas entidades. Las operaciones que los signos lógicos representan son el auténtico objeto
de unateoría lógica" y para los cuales se adopta una notación especial. Por lo tanto, los signos lógicos
no se refieren a entidades en particular, sino que vinculan enunciados o fórmulas, o, más en general,
sirven para obtener nuevas fórmulas a partir de otras dadas. Son los siguientes:

(c). Cuantificadores: universal, ∀ (que se lee como "para todo"), y existencial, ∃ (que se lee como
"existe al menos uno").
(d). Conectivas: conjunción, Ù ("y"), disyunción, ∨ ("o"), condicional, ® ("si ... entonces"),
negación, ¬ ("no").

El lenguaje posee además un conjunto numerable de

(e) variables de individuo: x, y, z, o también x1, x2, x3, etc.

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2.1 Observaciones.
(a) A los cuantificadores les sucede inmediatamente la variable a la que se refiere. Por ejemplo, ∀x
se lee "para todo x", ∃z se lee “existe al menos un z”.
(b) La negación se aplica a una sola fórmula, de ahí que se la llame una conectiva unaria, o de aridad
1. Las demás conectivas son binarias, o de aridad 2.

2.2. Símbolos auxiliares. Para construir expresiones se emplearán además, una serie de símbolos
que no tienen significado, sino que son sólo auxiliares: paréntesis, corchetes, puntos y comas. Los
paréntesis “(“ y “)” son, en rigor, también signos del LPO.

2.3. Variables metalingüísticas. Serán variables metalingüísticas de términos, en general, las letras s
y t (eventualmente con subíndices). Las letras A, B, C, D y E se emplearan como variables
metalingüísticas de fórmulas (eventualmente con subíndices). Así, A[t1...tn] expresa que los términos
t1, ..., tn aparecen en la fórmula A. Se adoptará, en general, la siguiente convención:

2.3.1. Las expresiones de LPO escritas en negrita son variables metalingüísticas de ellas mismas.
Mediante estas variables metalingüísticas podemos expresar formas o esquemas de enunciados, en
relación exclusivamente con el LPO. (Nótese que no se introducirán variables metalingüísticas para
los signos lógicos, pues ellos son las expresiones constantes de la teoría lógica.)

3. Términos y fórmulas de LPO

Sobre la base de los símbolos precedentes, se pueden definir recursivamente términos y fórmulas del
lenguaje LPO.

3.1 Términos de LPO. Las variables y las constantes de LPO son términos de LPO.

3.2 Fórmulas de LPO.


(a) Si t1, ..., tn son términos de LPO y P es un predicado cualquiera de LPO de grado n, entonces
Pt1...tn es una fórmula de LPO.
(b) Si x es una variable de LPO y A es una fórmula de LPO, entonces ∀xA y ∃xA son fórmulas
de LPO.
(c) Si A y B son fórmulas de LPO, entonces AÙB, A∨B, A®B y ¬A son fórmulas de LPO.
(d) Solo son fórmulas de LPO las construidas según las cláusulas (a) - (c).

La cláusula (a), da el caso base de la definición recursiva y las cláusulas (b) y (c) son los pasos
inductivos de la definición recursiva.

3.3 Ejemplos de fórmulas y términos de LPO. Son términos de LPO: z, a54, c. Son fórmulas de
LPO: ∀x(Px ® ∃yQxy), ¬Rxyx, P12abÙ∃xQx, ¬(∃xRxa ∨ (Pa ® (¬(∀yQay)) Ù Sz)),
∃yQab, (Ra ∨Pb).

3.4 Símbolos definidos. Existen otros símbolos lógicos, que -según el caso- pueden definirse
mediante los dados. Uno de ellos es el bicondicional:

(↔) A « B =df (A ® B) Ù (B ® A),

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que se lee como “si y sólo si”. (El símbolo “=df” es una manera de abreviar la expresión
metalingüística “es igual por definición”.) También se puede definir otro símbolo, w, que representa
la disyunción exclusiva, generalmente expresada como “o bien, ..., o bien” y que se define como

(Dw) (A w B) =df (AÙ(¬B))∨ ((¬A)ÙB).

3.5 Variables libres y ligadas. Se dice que en una expresión del LPO una variable está ligada si
aparece dentro del alcance de un cuantificador (es decir, el cuantificador afecta a esa variable), de
otro modo está libre. Se indica que una variable está dentro del alcance de un cuantificador mediante
paréntesis. Por ejemplo, en ∀x(...), todas las apariciones de la variable x en la expresión "..." están
dentro del alcance del cuantificador que la antecede. Por ejemplo, en la fórmula (∀xPx Ù Qx), la
segunda aparición de la x está libre; en cambio en (∀x(Px Ù Qx)) está ligada por ∀x.

3.6 Observaciones y otras definiciones.

3.6.1. Términos y fórmulas abiertos y cerrados. Si en un término o una fórmula de LPO aparece
al menos una variable libre, entonces se dice que el término o la fórmula son abiertas. De otro modo
son cerradas. Así las variables de individuo son términos abiertos y las constantes términos cerrados.
Las fórmulas cerradas representan lo que usualmente se llaman enunciados, es decir, afirmaciones con
un sentido completo. En lo que sigue se emplearán indistintamente las expresiones "formula
cerrada" y "enunciado".

3.6.3. El concepto de subfórmula. Si ∀xA y ∃xA son fórmulas de LPO, entonces A es


subfórmula de esas fórmulas. Si ¬A, (AÙB), A∨B, A®B y A«B son fórmulas de LPO, entonces A
y B son subfórmulas de esas fórmulas respectivamente.

3.6.4. Fórmulas atómicas, moleculares y generales.


(a) Aquellas fórmulas que no contienen apariciones de cuantificadores o conectivas se llaman
fórmulas atómicas.
(b) Se llama símbolo principal de una fórmula al símbolo lógico que vincula sus subfórmulas
inmediatas.
(c) Una fórmula es llamada molecular, si su símbolo lógico principal es una conectiva.
(d) Una fórmula es llamada general, si su símbolo lógico principal es un cuantificador.
(e) Se emplearan las letras p, q, y r (eventualmente con subíndices) para hacer referencia a fórmulas
cerradas atómicas.

3.6.5. El condicional. En el caso del condicional (a diferencia de las demás conectivas vistas)
importa si una fórmula está a la derecha o a la izquierda del signo ®, lo cual está en conexión con
el significado y las propiedades que tiene esta conectiva. Así, en un condicional A ® B, diremos
que A es el antecedente y B el consecuente del condicional.

3.6.7. Expresiones y formas de expresiones. Por medio de variables metalingüísticas se obtienen


formas o esquemas de las expresiones del LPO. Así a es una forma o letra esquemática de constante
de individuo, siendo un caso concreto a o cualquier otra constante. A[xy] será la forma lógica de
cualquier fórmula que teng dos variables diferentes libres, por ejemplo Rxy, Sazx o Qyabcx. ∀A[x]
será la forma lógica de cualquier cuantificación universal, por ejemplo ∀zPz , ∀xRax, ∀x∃ySayx

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o ∀x(Px ® Qx). A ® B será la forma lógica de cualquier fórmula condicional, por ejemplo
Pa®Rab, ∀xSx ® (SaÙSb) o (¬Tx) ® Qx.

3.6.8. Fórmulas abiertas y predicados. Cualquier fórmula abierta del LPO puede tomarse como
un predicado de una complejidad determinada ya que posee variables libres y puede convertirse en
un enunciado de dos maneras: (a) reemplazando las variables de individuo por constantes, o (b)
ligando las variables libres con cuantificadores.

5. Lema de formación única para el LPO. Todo término y toda fórmula de LPO pueden ser
formada o construida de una única manera (de acuerdo con las definiciones recursivas de término y
fórmula, dadas en 3.1 y 3.2 respectivamente). En el caso específico de fórmulas y limitándose a
conectivas y cuantificadores del LPO, se puede hacer la siguiente afirmación:

5.1. Si una formula cualquiera A no es atómica, entonces existe un único símbolo lógico * tal que A
es *Bi (i = 1 o 2).

Este es el lema de formación única. De manera correspondiente, hay un único modo de


descomponer una fórmula en sus componentes atómicos.

6. Arboles de generación para fórmulas de LPO

El lema de formación única se comprueba al descomponer una fórmula. Ello puede representarse
diagramáticamente mediante árboles que indiquen la composición, y a su vez determinen si una
expresión es fórmula o no de LPO.

Los árboles que se tratarán de ahora en adelante son un tipo particular de grafos: grafos conectados
sin ciclos. Serán además árboles binarios, es decir, que sus bifurcaciones generan a lo sumo dos ramas.
En el caso de estos árboles de generación, se supone que los nodos, es decir, los puntos conectados
del árbol son fórmulas del LPO. Los siguientes son ejemplos de estructuras que adoptarán los
árboles de generación (los asteriscos indican los lugares a ser ocupados por fórmulas del LPO):

(a)
*
/\
* *
| /\
***
(b)
*
|
*
(c)
*
/ \
* *
/\
**
|
*

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Por ejemplo, a la expresión ∀x (∃yQxy ® (Px Ù Rax)) le corresponde el siguiente árbol:

∀x (∃yQxy ® (Px Ù Rax))


|
∃yQxy ® (Px Ù Rax)
/ \
∃yQxy Px Ù Rax
| /\
Qxy Px Rax

Puesto que Qxy, Px y Rax son fórmulas del LPO, lo que se obtiene en cada uno de los pasos de
descomposición, hasta el último, es una fórmula (ya que sigue la definición recursiva dada). Por el
contrario, tómese la siguiente expresión: ((Pa Ù ∃z(Qzb Ù Sz)) ® ∀x(x ∨ Px)), cuyo árbol de
generación es:

(Pa Ù ∃z(Qzb Ù Sz)) → ∀x(x ∨ Px)


/ \
(Pa Ù ∃z(Qzb ÙSz)) ∀x(x ∨ Px)
/ \ |
Pa ∃z(Qzb Ù Sz) (x ∨ Px)
|
(Qzb Ù Sz) x Px
/\
Qzb Sz

Esta expresión no es fórmula puesto que x no lo es (es un término), aunque Pa, Qzb y Sz sí sean
fórmulas.

Los árboles de generación muestran la manera en que una fórmula está construida de acuerdo con
las cláusulas de la definición de fórmula. Por ejemplo, las fórmulas (PaÙQa) ®Sa y PaÙ(Qa®Sa)
son fórmulas distintas pese a contener las mismas fórmulas atómicas y los mismos símbolos lógicos
(y en igual cantidad). La diferencia (evidenciada ya por medio de los paréntesis) está en la composición
de cada una: su estructura es diferente, y esa diferencia en la composición es lo que indican los
árboles.

6.2. Decidibilidad de los árboles de generación. Al examinar los árboles de generación de


fórmulas y términos -basados en las definiciones de término y fórmula- dadas arriba, queda claro
que los conceptos de término y fórmula de LPO están determinados, es decir, son decidibles: frente a
cualquier cadena de signos de LPO puede decidirse si se está frente a un término o una fórmula,
respectivamente. La decidibilidad se sigue directamente del hecho de que el LPO sea una lenguaje
formalizado.

7. El concepto de orden

Se mencionó que en LPO únicamente hay variables de individuo. Por ello, únicamente puede
cuantificarse sobre individuos. La idea que está detrás es que hay un único dominio, o "universo de
discurso", del cual se habla, y que está constituido por objetos y en el cual no se hace ninguna
distinción de antemano (el dominio no está dividido). De ellos se puede predicar cosas. De los
predicados, en cambio no puede predicarse nada, puesto que no designan objetos del dominio.

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Por ejemplo, el enunciado "R es transitivo" no puede traducirse a LPO como, p. ej., TR, donde T
estaría en un orden superior. Esto se debe a que R no hace referencia a un objeto del universo de
discurso del cual pueda predicarse algo.

Si se considerara la posibilidad de que los predicados designaran objetos del universo, (entendidos,
tal vez, como "conceptos"; por ejemplo, los conceptos de “ser república”, “ser montañoso” o
“estar al oeste de”), eso se expresaría mediante la introducción de variables de predicado, formándose
así un "lenguaje de segundo orden". Esto traería varias consecuencias. Entre otras, (a) el universo
quedaría dividido (un subconjunto del dominio estaría constituido por los designados de los
predicados), y (b) habría que explicar la relación dentro del universo entre los designados de los
predicados y los designados de las constantes de individuo, relación que correspondería a la
predicación. No hay duda de que todo esto aumentaría la complejidad del lenguaje y, en
consecuencia, de la lógica (que pasaría a ser una “lógica de segundo orden”). Y esto sin considerar
que se deja abierta la puerta a la consideración de predicados de predicados, con lo que se volvería a
plantear el problema (y así siguiendo, de manera recurrente).

No obstante, cabe hacer notar que, en general, expresiones que están en un orden mayor que 1,
como la anterior, pueden traducirse a LPO de una manera indirecta. Por ejemplo, la traducción del
enunciado "R es transitivo" al LPO sería ∀x∀y∀z ((Rxy Ù Ryz) → Rxz).

8. Diferentes conjuntos de signos

A lo largo de más de cien años de historia, la literatura de la lógica simbólica ha propuesto


diferentes notaciones para los signos lógicos (como la notación prefija de Lukasiewicz, o “notación
polaca”, que no requiere de paréntesis para indicar agrupación) y también notaciones diagramáticas
en las que los signos se inscriben en dos dimensiones). La notación que aquí se emplea es
unidimensional (al modo de la escritura del alfabeto latino) y los signos que la constituyen son los más
usuales. De todos modos, hay diferencias en los signos empleados, y la elección de un “juego” de
signos es puramente convencional. A continuación, se indican los signos que aparecen en la
literatura sobre el tema:

cuantificador universal: ∀x, /\x, (x), (Ax);


cuantificador existencial: ∃x, \/x, (∃x), (Ex);
conjunción: &, ∧, •;
disyunción: ∨ ;
condicional: →, ⊃, ⇒;
bicondicional: ↔, ≡, ⇔;
negación: ¬, -, ~.

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