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EL MARCO DEL
SISTEMA
INTERAMERICANO DE
DERECHOS HUMANOS Y LA
LEGISLACIÓN NACIONAL
María Elena Attard y Patricia Serrudo Santelices
FUNDACIÓN CONSTRUIR[Dirección de la
compañía]
TEMA 1.................................................................................................................................................4
TEMA 2.............................................................................................................................................. 36
1. LAS GARANTÍAS DEL DEBIDO PROCESO CONTENIDAS EN EL ART. 8.1 DE LA CONVENCIÓN
AMERICANA......................................................................................................................................... 37
2. EL DERECHO A SER OÍDO POR UN JUEZ O TRIBUNAL ................................................................... 38 3.
EL DERECHO A UN JUEZ COMPETENTE, INDEPENDIENTE E IMPARCIAL, ESTABLECIDO PREVIAMENTE
POR LA LEY.................................................................................................................. 41 3.1. JUEZ
COMPETENTE...........................................................................................................................................42 3.2. J UEZ
INDEPENDIENTE......................................................................................................................................45 3.3. J UEZ
IMPARCIAL................................................................................................................................................47 3.4.
FUERO ESPECIAL...............................................................................................................................................48 4.
EL DERECHO A SER JUZGADO EN UN PLAZO RAZONABLE ............................................................ 48 5.
EL DERECHO A OBTENER UNA DEBIDA MOTIVACIÓN Y FUNDAMENTACIÓN DE LAS RESOLUCIONES
COMO GARANTÍA DE NO ARBITRARIEDAD .......................................................................................... 54
TEMA 3.............................................................................................................................................. 59
GARANTÍAS MÍNIMAS DEL DEBIDO PROCESO CONTENIDAS EN EL ART. 8.2. DE LA
CONVENCIÓN AMERICANA.......................................................................................................... 59
1. DERECHO A LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA................................................................................ 60
1.1 . LA PROHIBICIÓ N DE CONDENA PENAL A UNA PERSONA MIENTRAS NO EXISTA PRUEBA PLENA DE SU
RESPONSABILIDAD...................................................................................................................................................61
1.2. LA APLICACIÓ N PROLONGADA DE PRISIÓ N PREVENTIVA A PERSONAS CUYA RESPONSABILIDAD NO
HA SIDO
ESTABLECIDA..................................................................................................................................................62 1.3.
LA EXPOSICIÓ N PÚ BLICA DE UNA PERSONA PROCESADA COMO CULPABLE DE UN DELITO..............62 2.
DERECHO A UN TRADUCTOR O INTÉRPRETE SI NO SE COMPRENDE O NO HABLA EL IDIOMA DEL
JUZGADO O TRIBUNAL ......................................................................................................................... 63
3. DERECHO DEL INCULPADO A UNA COMUNICACIÓN PREVIA Y DETALLADA DE LA ACUSACIÓN
FORMULADA ........................................................................................................................................ 64
4. DERECHO DEL INCULPADO A QUE SE LE CONCEDA EL TIEMPO Y LOS MEDIOS ADECUADOS PARA LA
PREPARACIÓN DE SU DEFENSA....................................................................................................... 66 5.
DERECHO DEL INCULPADO A DEFENDERSE PERSONALMENTE, SER ASISTIDO POR UN DEFENSOR DE SU
ELECCIÓN Y DE COMUNICARSE LIBRE Y PRIVADAMENTE CON SU DEFENSOR ............................ 68 6.
DERECHO DE SER ASISTIDO POR UN DEFENSOR DE OFICIO......................................................... 71 7.
DERECHO DE LA DEFENSA DE INTERROGAR A LOS TESTIGOS PRESENTES EN EL TRIBUNAL Y DE
OBTENER LA COMPARECENCIA, COMO TESTIGOS O PERITOS, DE OTRAS PERSONAS QUE PUEDAN
ARROJAR LUZ SOBRE LOS HECHOS ART. 8.2.F .................................................................................... 72
8. DERECHO A NO SER OBLIGADO A DECLARAR CONTRA SÍ MISMO NI A DECLARARSE CULPABLE ART .
8.2.G, Y A DECLARAR SIN COACCIÓN DE NATURALEZA ALGUNA (ART. 8.3) .............................. 73 9.
DERECHO A RECURRIR EL FALLO ANTE JUEZ O TRIBUNAL SUPERIOR (ART 8.2.H CADH)........ 75 10.
DERECHO DEL INCULPADO ABSUELTO POR UNA SENTENCIA FIRME A NO SER SOMETIDO A NUEVO
JUICIO POR LOS MISMOS HECHOS: PRINCIPIO DE NE BIS IN ÍDEM (ART. 8.4) ......................... 78 11.
DERECHO A UN PROCESO PENAL PÚBLICO (ART. 8.5) ............................................................. 81
BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................................................ 85
1. LIBROS......................................................................................................................................... 85 2.
CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS ................................................................. 85 3.
COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS............................................................ 88
Tema 1
Es así que el debido proceso como una institució n del Estado de Derecho, en
su dimensió n formal está constituido por ciertas garantías de orden procesal que
deben ser aseguradas a los sujetos de derecho; es decir, su consideració n como un
conjunto de requisitos y reglas que deben observarse en las instancias procesales,
hace alusió n a su cará cter formal; en tanto que la dimensió n material se vincula
con la idea de justicia; en palabras de José María Tijerino Pacheco, citado por
Sergio Ramírez, esto conduce a establecer un tipo de proceso que tribute a la
justicia, es decir, un juicio justo.6
5
Ramírez García Sergio. Op. cit. p. 6
6
José María Tijerino Pacheco, señala que la calidad de “debido” va más allá de la simple conformidad
con la ley: Hace referencia a lo que debe ser el proceso según los cánones que exige la dignidad del
hombre, el humanitarismo, la justicia”, por eso es partidario de que la denominación más acorde es la
de “proceso justo”. Cfr. Ramírez García S. op. cit. 16.
Está ligada a la bú squeda del orden justo. No es solamente poner en
movimiento mecá nico las reglas de procedimiento sino buscar un proceso
justo, para lo cual hay que respetar los principios procesales de publicidad,
inmediatez, libre apreciació n de la prueba; los derechos fundamentales
como el derecho a la defensa, a la igualdad, etc., derechos que por su
cará cter fundamental no pueden ser ignorados ni obviados bajo ningú n
justificativo o excusa por autoridad alguna, pues dichos mandatos
constitucionales son la base de las normas adjetivas procesales en nuestro
ordenamiento jurídico, por ello los tribunales y jueces que administran
justicia, entre sus obligaciones, tienen el deber de cuidar que los juicios se
lleven sin vicios de nulidad, como también el de tomar medidas que
aseguren la igualdad efectiva de las partes.
Sergio García Ramírez, sostiene que estos derechos de cará cter procesal o
instrumental no se agotan en las normas contenidas en el art. 8 de la Convenció n ni
en las referidas en el art. 25, sobre protecció n judicial y exigencia de un recurso
sencillo, rá pido y efectivo, que ampare al sujeto en el ejercicio de sus derechos.
Entiende que en el art. 8.1 figuran tanto las garantías judiciales generales, como las
garantías judiciales penales (art. 8.2), pero el debido proceso adjetivo tiene su
expresió n también en otras disposiciones de la Convenció n, que el autor identifica.
8
Faúndez Ledesma, citado por García Ramírez, indica que el derecho a un juicio justo “muy
complejamente estructurado”, se halla conformado por un numeroso grupo de pequeños derechos que
constituyen sus componentes o elementos integrantes. García Ramírez S. op.cit. p. 17. 9 Entre otros, el
derecho a un proceso público; derecho al juez natural; derecho a la igualdad procesal de las partes;
derecho a no declarar contra sí mismo; garantía de presunción de inocencia; derecho a la comunicación
previa de la acusación; derecho a la defensa material y técnica; concesión al inculpado del tiempo y los
medios para su defensa; derecho a ser juzgado sin dilaciones indebidas; derecho a la congruencia entre
acusación y condena; el principio del non bis in ídem; derecho a la valoración razonable de la prueba;
derecho a la motivación y congruencia de las decisiones 10 Dicho párrafo señala: “Toda persona
condenada a muerte tiene derecho a solicitar la amnistía, el indulto o la conmutación de la pena, los
cuales podrán ser concedidos en todos los casos. No se puede aplicar la pena de muerte mientras la
solicitud esté pendiente de decisión ante autoridad competente”. 11 El párrafo segundo señala: “Nadie
debe ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. Toda persona
privada de libertad será tratada con el respeto debido a la dignidad inherente al ser humano”.
12
“Los procesados deben estar separados de los condenados, salvo en circunstancias excepcionales, y
serán sometidos a un tratamiento adecuado a su condición de personas no condenadas”. 13 “Cuando los
menores puedan ser procesados deben ser separados de los adultos y llevados con la mayor celeridad
posible, para su tratamiento”.
14
“Nadie puede ser privado de su libertad física, salvo por las causas y en las condiciones fijadas de
antemano por las Constituciones Políticas de los Estados Partes o por las leyes dictadas conforme a
ellas".
15
“Nadie puede ser sometido a detención o encarcelamiento arbitrarios".
(pá rr. 4)16, control judicial y plazo razonable (pá rr. 5)17; decisió n judicial acerca de
la legalidad de un arresto o una detenció n (pá rr. 6)18, así como las condiciones
sobre la suspensió n de garantías en estados de emergencia (art. 27) y la clá usula
interpretativa prevista en el art. 29 referida al principio pro persona, que ha
servido para la continua expansió n de los derechos humanos y en su caso, de los
derechos y garantías asociados al debido proceso.
Siguiendo lo razonado por el autor, todas las disposiciones señ aladas y las
restantes contenidas en la Convenció n concernientes a la protecció n de los
derechos fundamentales, nutren las obligaciones generales que asumen los
Estados Partes, referidas a los deberes de respeto y garantía de derechos (art.
1.1)19 y adopció n de disposiciones y medidas protectoras de orden interna (art.
2)20.
16
“Toda persona detenida o retenida debe ser informada de las razones de su detención y notificada,
sin demora, del cargo o cargos formulados contra ella”.
17
“Toda persona detenida o retenida debe ser llevada, sin demora, ante un juez u otro funcionario
autorizado por la ley para ejercer funciones judiciales y tendrá derecho a ser juzgada dentro de un plazo
razonable o a ser puesta en libertad, sin perjuicio de que continúe el proceso. Su libertad podrá estar
condicionada a garantías que aseguren su comparecencia en juicio”.
18
“Toda persona privada de libertad tiene derecho a recurrir ante un juez o tribunal competente, a fin de
que éste decida, sin demora, sobre la legalidad de su arresto o detención y ordene su libertad si el
arresto o la detención fueran ilegales. En los Estados Partes cuyas leyes prevén que toda persona que se
viera amenazada de ser privada de su libertad tiene derecho a recurrir a un juez o tribunal competente a
fin de que éste decida sobre la legalidad de tal amenaza, dicho recurso no puede ser restringido ni
abolido. Los recursos podrán interponerse por sí o por otra persona”.
19
“Los Estados Partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y libertades
reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su
jurisdicción, sin discriminación alguna por motivo de raza, color, sexo, idioma o religión, opiniones
políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier
otra condición social”.
20
“Si el ejercicio de los derechos y libertades mencionados en el artículo 1 no estuviere ya garantizado
por disposiciones legislativas o de otro carácter, los Estados Partes se comprometen a adoptar, con
arreglo a sus procedimientos constitucionales y a las disposiciones de esta Convención, las medidas
legislativas o de otro carácter que fueren necesarias para hacer efectivos tales derechos y libertades”.
una variació n de la contenida en la Carta Magna inglesa de 1215 per legem terrae,
by the law of the land-, ha desarrollado un alcance no só lo procesal sino también
sustantivo de esta garantía.
Como sostiene Linares, hay "un debido proceso adjetivo que implica una
garantía de ciertas formas procesales y un debido proceso sustantivo que implica
una garantía de ciertos contenidos o materia de fondo justos"26.
21
http://www.juridicas.unam.mx/publica/rev/cconst/cont/7/ard/ard2.htm
22
Corte IDH. Opinión Consultiva 9/87 párr. 27 y Caso Tribunal Constitucional vs. Perú, parr. 69.
23
Corte IDH, OC 09/87 parr. 28 y caso Mohamed vs. Argentina párr. 80.
24
Attard Bellido M. E. El debido proceso sustantivo reforzado a la luz del acceso a la justicia de niños. La
Paz-Bolivia: Fundación Construir p. 32-33.
25
Recuérdese que el debido proceso adjetivo hace referencia al sistema de garantías de orden procesal,
a la formas y reglas que deben cumplirse para lograr un debido proceso.
26
Sobre el desarrollo de esta dimensión puede consultarse Linares J F. Razonabilidad de las leyes. El
debido proceso como garantía innominada en la Constitución Argentina. Buenos Aires: Astrea, 2ª ed.,
1970, p. 12. Igualmente, Bustamante Alarcón. Derechos Fundamentales p. 12, citados por Ramírez
García. Op. cit. p. 12.
En este marco, Reynaldo Bustamante Alarcó n señ ala: “La dimensió n
material del debido proceso exige que todos los actos de poder, sean normas
jurídicas, actos administrativos o resoluciones judiciales, inclusive, sean justos, es
decir, que sean razonables y respetuosos de los valores superiores, de los derechos
fundamentales y de los demá s bienes jurídicos constitucionalmente protegidos, a
tal punto que su inobservancia debe ser sancionada con la inaplicació n de aquel
acto o con su invalidez27.
A este respecto es importante hacer alusió n a lo señ alado por María Elena
Attard Bellido, en cuanto a que el debido proceso sustantivo se encuentra
íntimamente ligado al principio de razonabilidad de todo procedimiento y de
toda decisión, por tanto, en un Estado Constitucional de Derecho, los actos
administrativos y jurisdiccionales, para tener una plena validez, requieren, segú n
rescata de lo señ alado por Cecilia Giraldi Madiaraga dos cualidades esenciales: la
cualidad normativa formal y la cualidad axiológico-jurídica de la justicia 30.
31
Attard Bellido M. E., Op. cit. p. 34. Vid. Linares Juan Francisco. Razonabilidad de las Leyes. 2da. Ed.
Buenas Aires-Argentina: Editorial Astrea, 1970, p. 81.
32
Attard Bellido M.E., op. cit. p. 35.
33
Ver Informe No. 4/01, en el caso 11.625 María Eugeni Morales de Sierra, Guatemala, de 19 de enero
de 2001, párr. 31. A través del referido informe, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, ha
establecido que una distinción constituye discriminación en las siguientes circunstancias: 1) Cuando hay
una diferencia de tratamiento entre situaciones análogas o similares; 2) Cuando la diferencia no tenga
una justificación objetiva y razonable; 3) Cuando no exista una razonable proporcionalidad entre los
medios empleados y el objetivo cuya realización se persigue. Asimismo, la Comisión ha señalado que
una distinción basada en criterios razonables y objetivos, persigue un propósito legítimo y emplea
medios proporcionales al fin que se busca
34
Attard Bellido M. E., op. cit. p. 35.
fundamentales, de los principios y valores que sustenta determinado
ordenamiento jurídico.
por autoridades
privativa de las el Tribunal jurisdiccionales o
VALORACIÓN DE LA PRUEBA: No proceden las administrativas, salvo casos en los cuales exista
acciones de libertad o amparo constitucional, para apartamiento de los cá nones de razonabilidad o
realizar valoració n probatoria, por ser esta equidad; o, frente a conductas
35
Recuérdese que el principio de constitucionalidad es característico del Estado Constitucional de
Derecho, cuya característica esencial es no se reduce a la limitación del ejercicio del poder público, sino
sus fines esenciales son la eficacia máxima de los derechos fundamentales y la materialización de la
justicia.
36
Dentro de la doctrina de las autorrestricciones se tiene también a la de la interpretación de la
legalidad ordinaria, revisión de la cosa juzgada y la de relevancia constitucional.
de las previsiones legales que rigen el acto procesal como de los marcos de
razonabilidad y equidad previsibles, este entendimiento, entre otras fue asumido
por la SC 0106/2005-R. Luego, la SC 0965/2006-R, sistematizó los supuestos en los
que la justicia constitucional puede revisar la valoració n de la prueba, quedando
establecido lo siguiente: La autoridad jurisdiccional o administrativa tiene el rol
exclusivo de valoració n probatoria y solamente podrá ejercerse control tutelar en
cuanto a la valoració n de la prueba en los siguientes casos: 1) Cuando exista
apartamiento de los marcos legales de razonabilidad y equidad previsibles para
decidir; 2) Cuando se haya adoptado una conducta omisiva, expresada, entre otras,
en no recibir, producir o compulsar cierta prueba inherente al caso y, su ló gica
consecuencia sea la lesió n a derechos fundamentales y garantías constitucionales,
en ambos supuestos, la sentencia sistematizadora ahora analizada, precisó que no
puede usurparse los roles propios de las autoridades jurisdiccionales o
administrativas. Ademá s, esta sentencia sistematizadora generó una carga
argumentativa para la parte en ese momento recurrente –ahora accionante-,
señ alando que en casos de tutela referentes a valoració n probatoria, debía: a)
identificar las pruebas que se omitió valorar o que se apartan de los cá nones de
razonabilidad o equidad; b) indicar la incidencia de la omisió n o el apartamiento
de los cá nones de razonabilidad y equidad en la decisió n final. Línea
jurisprudencial que por vez primera fue confirmada por el Tribunal Constitucional
Plurinacional a través de la SCP 0012/2012.
(…) otro aspecto que cabe dejar establecido, es que para determinar si el
imputado tiene familia constituida, no es preciso el certificado de
matrimonio, pues para ello, son otros los elementos de prueba que debe
acumular el juzgador para imponer la extrema medida, esto no
simplemente por facilitar y viabilizar sin mayores exigencias la libertad del
imputado, sino porque la constitució n de familia en el sentido ontoló gico,
no requiere de la formalidad legal, es decir, la celebració n del matrimonio,
ya que la Constitució n reconoce la unió n libre y de hecho, de modo que en
el caso presente el recurrido ha vulnerado normas del debido proceso, al
negar la solicitud de cesació n con el fundamento de que la recurrente si
bien acreditó certificados de sus hijas, no acreditó tener familia porque no
presentó certificado de matrimonio, criterio totalmente desajustado no
só lo a la prescripció n del art. 234-1 CPP, sino a la normativa especial que
trata la institució n de la familia, así en el Có digo de Familia, tenemos el
matrimonio celebrado ante el Oficial de Registro Civil y el matrimonio de
hecho, en este ú ltimo resulta obvio que no podrá existir el documento
formal de un certificado que lo acredite, por consiguiente pretender la
presentació n del mismo resulta irrazonable má s aú n para negar una
solicitud que tiene relació n con un derecho fundamental primario como es
la libertad física. (FJ. III.3.).
37
Estos dos criterios que son los elementos constitutivos del test de razonabilidad. Estos criterios fueron
plasmados por el Tribunal Europeo de Derecho Humanos en el caso “relating to certain aspects of the
laws on the uso of languages in education in Belgium” (merits) 23 de julio de 1968 parr. 10 Ver Uprimny
Yepes R. y Sánchez Duque L. M., “Artículo 24. Igualdad ante la ley, en Convención Americana sobre
Derechos Humanos. Comentario. Introducción General, op. cit., p 593.
38
Ibid. p 594.
39
Ibid. p 595.
40
Ibid.
dificultades irrazonables que impliquen denegació n de la justicia material41, cabe
sostener que una de las barreras esenciales para el acceso a la justicia es la falta de
observancia estricta a las reglas de un debido proceso adjetivo y sustantivo acorde
y armonioso con el pará metro de convencionalidad vigente que se estudiará en
líneas posteriores.
Así, para la temá tica del debido proceso, siguiendo lo expresado por Attard
Bellido, la razonabilidad, proporcionalidad y objetividad de las decisiones, estará
asegurada en la medida en la cual se cumpla con el pará metro de convencionalidad
imperante, que está compuesto con todos los está ndares internacionales que
plasman interpretaciones progresivas y evolutivas en cuanto a los derechos;
asimismo, este pará metro de convencionalidad comprende los mandatos
convencionales, los principios rectores de Derecho Internacional y todos los
lineamientos supra-estatales desarrollados tanto por el Sistema Universal como
Interamericano de Protecció n de Derechos Humanos42, esto supone que una
decisió n es legítima cuando tiene correspondencia con el marco principios valores
derechos y libertades establecidos en el Constitució n y en el pará metro de
convencionalidad que en el caso de Bolivia forma parte del Bloque de
Constitucionalidad.
41
En cuanto al acceso a la justicia, la Corte IDH, señaló que en virtud al derecho de acceso a la justicia los
Estados deben garantizar que no existan trabas para que las personas acudan a los jueces o tribunales
en busca de que sus derecho sean determinados o protegidos, asimismo, esta instancia jurisdiccional
supra-estatal afirmó que cualquier norma o medida de orden interno que imponga costos o dificulte de
cualquier otra manera el acceso de los individuos a los tribunales, y que no esté justificada por las
razonables necesidades de la propia administración de justicia, debe entenderse contraria al art. 8 de la
Convención que consagra este derecho fundamental. Ver Corte IDH, caso Cantos vs. Argentina parr. 50.
42
Attard Bellido M.E., op. cit. p. 40.
43
Corte IDH. Caso de Ia Comunidad Moiwana, cit., parr. 159, y Caso Carpio Nicolle y otros, cit., parr. 134.
todos los operadores de justicia también son custodios del debido proceso, así
como las partes involucradas en el juicio en sí, pues el cará cter de principio
garantía del debido proceso, obliga concebirlo como un bien jurídico a ser
precautelado por todos quienes intervienen en el proceso, aspecto que se verá
reflejado en sus diferentes actuaciones.
De otro lado, es importe recordar que la Corte IDH ha establecido que “todo
juez tiene la obligació n de asegurar que los procesos se lleven a cabo con el debido
respeto de las garantías judiciales que sean necesarias para asegurar un juicio
justo”, y que igualmente se debe garantizar “que los individuos puedan defenderse
adecuadamente contra cualquier acto del Estado que pudiera afectar sus
derechos”44; sin embargo, es importante dimensionar ¿cuá l es el alcance de la
obligació n que tiene el juez como garante del debido proceso?.
La Corte partiendo del precedente antes señ alado, hizo notar en el caso
Dacosta Cadogan que:
44
Caso Dacosta Cadogan párr. 84.
45
Caso Dacosta Cadogan, op.cit. párrs. 84, 85.
46
Sergio Ramírez en su voto razonado respecto a la Sentencia en estudio, refirió que el deber de
resguardo implicaba que “el tribunal se cerciorase de que se había descartado, razonablemente, el
presupuesto de exclusión de la pena de muerte asociado a la salud mental del proceso en el momento
de cometer el delito, y no sólo al tiempo de comparecer en el juicio (…) Considerando la funcio´n de
garanto que recae en el juzgador, (éste) debía, asumir, por sí mismo, la verificación de ese presupuesto,
ordenando una examen psiquiátrico adecuado para tal fin (…) No puede secundar la idea que de
conforme a las reglas estrictas del sistema procesal penal acusatorio el juzgador debe abstenerse de
asumir iniciativas probatorias y aguardar a que las partes soliciten actuaciones que son notoriamente
En efecto, la Sentencia trae a colació n el alcance del deber de resguardo por
parte del juez en cuanto al debido proceso; y establece que este tiene que
traducirse en medidas efectivas, esto supone cuestionarse ¿hasta qué punto puede
quedar mermada o escudada dicha obligació n desde la perspectiva del sistema
penal acusatorio?, dicho de otro modo, ¿el deber de resguardo del debido proceso,
encuentra límite en el modelo del sistema penal acusatorio?, o es que, má s bien en
observancia de la estricta eficacia de los derechos humanos, verdad y justicia
material el juez o tribunal debe asumir una tutela efectiva y no limitarse a esperar
que lo hagan las partes.
6. La expansión horizontal y vertical del debido proceso
Un sector de la doctrina y principalmente el desarrollo jurisprudencial
efectuado por los ó rganos de protecció n de los derechos humanos han reconocido
que el debido proceso ha sufrido un doble proceso de expansió n: horizontal y
vertical.
Expansió n del
debido proceso
EXPANSIÓN HORIZONTAL. Engloba otras ramas del
derechos: desde el derecho penal hasta el derecho civil,
administrativo, de familia, etc.
EXPANSIÓN VERTICAL. Mayores garantías y aplicadas a
grupos de personas en condiciones de histó rica desigualdad
49
Salmón y Blanco, óp. cit., pág. 85. y O’Donnell, óp. cit., pág. 360.
El Comité observa, a este respecto, que el pá rrafo mencionado no só lo se
aplica en materia penal, sino también en los litigios relativos a derechos y
obligaciones de cará cter civil. Si bien en el artículo 14 no se precisa có mo
debe entenderse el concepto de juicio “con las debidas garantías” en
materia civil (a diferencia de lo que se hace en el pá rrafo 3 del mismo
artículo cuando se trata de determinar el mérito de las acusaciones en
materia penal), corresponde interpretar que el concepto de juicio “con las
debidas garantías”, en el contexto del pá rrafo 1 del artículo14 del Pacto,
exige cierto nú mero de condiciones, tales como el requisito de la igualdad
de las armas, el respeto del juicio contradictorio, la exclusió n de la
agravació n de oficio de las condenas y procedimientos judiciales á giles. En
consecuencia, deben examinarse las circunstancias del presente caso
teniendo en cuenta esos criterios50.
Es en el caso Tribunal Constitucional vs. Perú que realiza la directa ampliació n del
á mbito material del debido proceso al establecer que las garantías del debido
proceso deben respetarse durante procesos civiles y administrativos, efectuando el
siguiente aná lisis del artículo 8 de la CADH:
50
Comité de Derechos Humanos, Caso Morael c. Francia, 1989, párr. 9.3. Citado por O’Donnell, óp. cit.,
pág. 361.
51
Corte IDH. Excepciones al agotamiento de los recursos internos (art. 46.1, 46.2.a y 46.2.b Convención
Americana Sobre Derechos Humanos), Opinión Consultiva OC- 11/90, 10 de agosto 1990, párr. 28.
Disponible en: http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/1/173/48.pdf
52
Corte IDH, Caso del Tribunal Constitucional vs. Perú, sentencia del 31 de enero de 2001 (Fondo,
Reparaciones y Costas), párr. 71.
De igual forma y con referencia al artículo 8.2 de la CADH en el referido Caso del
Tribunal Constitucional vs. Perú, la Corte señ aló :
53
Corte IDH, Caso del Tribunal Constitucional vs. Perú, óp. cit., párr. 70; y Excepciones al Agotamiento de
los Recursos Internos (arts. 46.1, 46.2.a y 46.2.b, Convención Americana sobre Derechos Humanos).
Opinión Consultiva OC-11/90 del 10 de agosto de 1990. Serie A No. 11, párr. 28. 54 Corte IDH, Caso Baena
Ricardo y otros vs. Panamá, sentencia del 2 de febrero de 2001 (Fondo, Reparaciones y Costas), párr.
125. Disponible en: http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/Seriec_72_esp.pdf
55
Corte IDH, Caso Velez Loor vs. Panamá. Sentencia de 23 de noviembre de 2010 Serie C No. 218, parr.
108. Disponible en: http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_218_esp2.pdf . 56 Sauma
Zankys G. El debido proceso. Unidad Didáctica V. Escuela de Jueces del Estado Boliviano, p. 59- 65.
someter a una persona a un procedimiento en el que deberá determinarse
una responsabilidad.
Como acertadamente señ ala Sergio García Ramírez, el debido proceso tiene
una progresió n histó rica que se manifiesta en dos dimensiones: la primera, con
respecto a la profundizació n de su propio contenido a través de la incorporació n
de nuevos elementos que han dinamizado el debido proceso y han ampliado el
elenco de derechos que lo conformaban al momento de la redacció n de los
instrumentos internacionales de protecció n de derechos humanos; y la segunda
dimensió n referida a que este proceso de dinamizació n ha dotado de contenidos
má s amplios a las garantías estipuladas en dichos instrumentos internacionales a
momento de aplicarlos a grupos de personas en condiciones de desigualdad
histó rica58.
57
Sobre la expansión horizontal temporal del debido proceso puede consultarse. Sauma Zankys G. El
debido proceso. Unidad Didáctica V. Escuela de Jueces del Estado Boliviano, p. 59-65. 58 García, Sergio.
Panorama del debido proceso (adjetivo) penal en la jurisprudencia de la Corte Interamericana.
Disponible en: http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/dconstla/cont/2006.2/pr/pr23.pdf
pág. 1133. 59 Ibíd., párr. 115.
Corte, para que exista un “debido proceso legal” es preciso que un justiciable
pueda hacer valer sus derechos y defender sus intereses en forma efectiva y en
condiciones de igualdad procesal con otros justiciables. Al efecto, es ú til recordar
que el proceso es un medio para asegurar, en la mayor medida posible, la solució n
justa de una controversia. A ese fin atiende el conjunto de actos de diversas
características generalmente reunidos bajo el concepto de debido proceso legal.
Por otro lado, para alcanzar sus objetivos, el proceso debe reconocer y
resolver los factores de desigualdad real de quienes son llevados ante la justicia. Es
así como se atiende el principio de igualdad ante la ley y los tribunales, y a la
correlativa prohibició n de discriminació n. La presencia de condiciones de
desigualdad real obliga a adoptar medidas de compensació n que contribuyan a
reducir o eliminar los obstá culos y deficiencias que impidan o reduzcan la defensa
eficaz de los propios intereses. Si no existieran esos medios de compensació n,
ampliamente reconocidos en diversas vertientes del procedimiento, difícilmente se
podría decir que quienes se encuentran en condiciones de desventaja disfrutan de
un verdadero acceso a la justicia y se benefician de un debido proceso legal en
condiciones de igualdad con quienes no afrontan esas desventajas 61.
60
Salmón y Blanco, óp. cit., págs. 104-105.
61
Ibíd., pá g. 105.
¿Qué elementos
deben
considerarse en la
expansió n vertical
del debido
proceso? ampliació n de las ya existentes. 2. Entender que el
que debido proceso es flexible con respecto a los
titulares que invocan su vulneració n.
a:
1. La incorporació n de nuevas garantías al á mbito
de protecció n del debido proceso, así como la
Mujeres
menores Pueblos
víctimas de violencia
indígenas
migrantes
6.2.1. Derechos procesales de las personas menores de edad
62
O’Donnell, óp. cit., pág. 456.
63
Ibíd., pág. 457. Este aspecto se halla ampliamente desarrollado en: OACNUDH. Los derechos humanos
en la administración de justicia: Un manual para jueces, fiscales y abogados. Londres: International Bar
Association, 2010, pág. 449-451.
64
O’Donnell, óp. cit., pág. 457.
65
Corte IDH, Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros) vs. Guatemala, óp. cit., párrs.
196-197.
1) en primer lugar, la posibilidad de adoptar medidas para tratar a esos
niñ os sin recurrir a procedimientos judiciales; 2) en el caso de que un
proceso judicial sea necesario, este Tribunal dispondrá de diversas
medidas, tales como asesoramiento psicoló gico para el niñ o durante el
procedimiento, control respecto de la manera de tomar el testimonio del
niñ o y regulació n de la publicidad del proceso; 3) dispondrá también de un
margen suficiente para el ejercicio de facultades discrecionales en las
diferentes etapas de los juicios y en las distintas fases de la administració n
de justicia de niñ os; y 4) los que ejerzan dichas facultades deberá n estar
especialmente preparados y capacitados en los derechos humanos del niñ o
y la psicología infantil para evitar cualquier abuso de la discrecionalidad y
para asegurar que las medidas ordenadas en cada caso sean idó neas y
proporcionales66.
Con referencia al debido proceso y el acceso a éste por parte de las mujeres,
el Comité ha establecido que los Estados Parte deben presentar informació n que
permita al Comité determinar si la mujer disfruta en condiciones de igualdad con
el hombre del derecho a recurrir a los tribunales y a un proceso justo, previstos en
el artículo 14 del PIDCP.
68
Ibíd., párr. 18.
Finalmente, el Comité incide en las garantías que deben acompañ ar a las
mujeres privadas de libertad: deben estar separadas de los hombres, deben ser
vigiladas ú nicamente por guardias de sexo femenino, las mujeres acusadas jó venes
deben estar separadas de las adultas y a las mujeres privadas de libertad
embarazadas se les debe brindar trato humano y digno.
69
Sauma Zankys. G. Op. cit. p. 67. Vid. CIDH. Informe sobre el acceso a la justicia para mujeres
víctimas de violencia en las Américas, Informe de 20 de enero de 2007, pá rr. 54. Disponible en:
http:// www.cidh.org/women/acceso07/indiceacceso.htm
70
CIDH, Caso Raquel Martin de Mejía-Perú, Informe del 1 de marzo de 1996. Se recomiendo leer de la
CIDH: Caso Diana Ortiz-Guatemala, Informe del 16 de octubre de 1996. En éste, la CIDH también
manifiesta que los abusos sexuales constituyen una forma de tortura. Disponible en:
http://www.cidh.org/PRIVADAS/Guatemala.10526sp.htm
71
Corte IDH. Caso Fernández Ortega y otros vs. México, óp. cit., párr. 100; y Caso Rosendo Cantú y otra
vs. México, óp. cit., párr. 89. Citado por Salmón y Blanco, óp. cit., pág. 93.
se relaciona de manera directa con el debido proceso y acceso a la justicia, de entre
todos los que hasta hoy analizó la Corte Interamericana: Campo Algodonero vs.
México. Este Caso fue materia de pronunciamiento de diversos ó rganos de
protecció n de derechos humanos. La Comisió n Interamericana señ aló que la
violencia contra las mujeres en Ciudad Juá rez “tiene sus raíces en conceptos
referentes a la inferioridad y subordinació n de las mujeres”72. El Comité para la
Eliminació n de la Discriminació n contra la Mujer, en su Informe relativo al caso,
resaltó el hecho de que la violencia de género, incluidos los asesinatos, secuestros,
desapariciones y las situaciones de violencia doméstica e intrafamiliar, no eran
casos aislados, esporá dicos o episó dicos de violencia, sino de una situació n
estructural y de un fenó meno social y cultural enraizado en las costumbres y
mentalidades”, y que estas situaciones de violencia está n fundadas “en una cultura
de violencia y discriminació n basada en el género”73. En el mismo sentido se
pronunció la Relatora sobre la Violencia contra la Mujer, de la Organizació n de
Naciones Unidas, que en el informe sobre el citado caso señ aló que la violencia
contra la mujer en México só lo puede entenderse en el contexto de “una
desigualdad de género arraigada en la sociedad”74.
i) se deberá remover todos los obstá culos de jure o de facto que impidan la
debida investigació n de los hechos y el desarrollo de los respectivos
procesos judiciales, y usar todos los medios disponibles para hacer que las
investigaciones y procesos judiciales sean expeditos a fin de evitar la
repetició n de hechos iguales o aná logos a los del presente caso;
ii) la investigació n deberá incluir una perspectiva de género; emprender
líneas de investigació n específicas respecto a violencia sexual, para lo cual
se deben involucrar las líneas de investigació n sobre los patrones
respectivos en la zona; realizarse conforme a protocolos y manuales que
cumplan con los lineamientos de esta Sentencia; proveer regularmente de
informació n a los familiares de las víctimas sobre los avances en la
investigació n y darles pleno acceso a los expedientes, y realizarse por
funcionarios altamente capacitados en casos similares y en atenció n a
víctimas de discriminació n y violencia por razó n de género;
72
CIDH, Informe sobre la situación de los derechos de la mujer en Ciudad Juárez, México: El derecho a no
ser objeto de violencia y discriminación, Informe del 7 de marzo de 2003. Disponible en:
http://www.cidh.org/annualrep/2002sp/cap.vi.juarez.htm
73
Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, Informe de México producido por el
Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer bajo el Artículo 8 del Protocolo
Facultativo de la Convención, 32° período de sesiones, 2005, párr. 159. Disponible en:
http://www.un.org/womenwatch/daw/cedaw/cedaw32/CEDAW-C-2005-OP.8-MEXICO-S.pdf
74
Relatoría sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, Informe integración de los
derechos humanos de la mujer y la perspectiva de género: la violencia contra la mujer, Misión México,
62o. Periodo de Sesiones, 2006, párr. 7. ( Disponible en:
http://www.pnud.org.co/img_upload/36353463616361636163616361636163/Relatora_Especial_Viole
ncia_contra_la_Mujer._Informe_2003.pdf )
iii) deberá asegurarse que los distintos ó rganos que participen en el
procedimiento de investigació n y los procesos judiciales cuenten con los
recursos humanos y materiales necesarios para desempeñ ar las tareas de
manera adecuada, independiente e imparcial, y que las personas que
participen en la investigació n cuenten con las debidas garantías de
seguridad, y
iv) los resultados de los procesos deberá n ser pú blicamente divulgados
para que la sociedad mexicana conozca los hechos objeto del presente
caso75.
75
Corte IDH, Caso González y otras (“Campo Algodonero”) vs. México, sentencia del 16 de noviembre de
2009 (Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas), párr. 455. Disponible en:
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_205_esp.pdf
76
Sauma Zankis G. Op. cit. p. 56.
77
Ibid.
determinació n que permite una interpretació n colectiva del debido proceso, y la
segunda, como una garantía en el ejercicio de sus derechos personales78.
78
Comité de Derechos Humanos, Comentarios generales adoptados por el Comité de los Derechos
Humanos, Artículo 27 - Derecho de las minorías, Observación General No. 23, 50o. período de sesiones,
1994. Disponible en: http://www1.umn.edu/humanrts/hrcommittee/Sgencom23.html 79 Corte IDH, Caso
Comunidad Indígena Yakye Axa vs. Paraguay, sentencia del 17 de junio de 2005 (Fondo, Reparaciones y
Costas), párr. 63. Disponible en: http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_125_esp.pdf
80
Corte IDH, Caso del Pueblo Saramaka vs. Surinam, sentencia del 28 de noviembre de 2007 (Excepciones
Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas), párr. 178. Disponible en:
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_172_esp.pdf
81
Corte IDH, Caso Pueblo Indígena Kichwa de Sarayaku vs. Ecuador, sentencia del 27 de junio de 2012
(Fondo y Reparaciones), párr. 231. Disponible en:
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_245_esp.pdf
tomen en cuenta factores como el derecho al intérprete, traductor, a que se designe
un perito en temas indígenas, etcétera.
Por otro lado, es importante lo señ alado por la Corte en el Caso Yatama vs.
Nicaragua, sobre la exclusió n en los comicios municipales, realizados el 5 de
noviembre de 2000, de candidatos del pueblo indígena Yapti Tasba Masraka
NanihTakanka (Yatama), debido a una resolució n emitida por el Consejo Supremo
Electoral y a la declaració n de improcedencia del amparo presentado por los
Yatamas ante la Corte Suprema de Nicaragua.
Dimensión colectiva: la
¿Qué reconocimiento de la doble dimensió n de los
implica el derechos colectivos de los pueblos indígenas?
titularidad recae en las naciones o pueblos
indígena originario campesinos como
colectivo.
Dimensión individual: los titulares de los
derechos
humanos son los miembros de los pueblos
indígenas, como cualquier otra persona.
82
Corte IDH, Caso Yatama Vs. Nicaragua, sentencia del 23 de Junio de 2005 (Excepciones Preliminares,
Fondo, Reparaciones y Costas) párr. 185. Disponible en:
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_127_esp.pdf
83
Corte IDH, Caso del Pueblo Saramaka vs. Surinam, óp. cit., 179.
anotados precedentemente, los cuales deben ser utilizados por las autoridades y
jueces de las diferentes jurisdicciones a momento de aplicar el derecho; derechos
que, ademá s, deben ser interpretados pluralmente, es decir, de acuerdo a los
criterios que emanan de la propia comunidad.” (SCP 487/2014, del 25 de febrero).
Tema 2
Elementos del debido
proceso contenidos en el
art. 8.1 de la Convencio n
Americana
1. Las garantías del debido proceso contenidas en el art.
8.1 de la Convención Americana
Como ya se ha señ alado el pá rrafo 1 del art. 8 de la CADH se refiere a las
garantías judiciales generales exigibles en el marco de un proceso; es decir, el
derecho de toda persona a ser oída por un juez o tribunal competente,
independiente e imparcial, dentro de un plazo razonable y con las debidas
garantías.
84
Corte IDH. Excepciones al agotamiento de los recursos internos (arts. 46.1, 46.2.a y 46.2b, Convención
Americana sobre Derecho Humanos). Opinión Consultiva OC-11/90 de 10 de agosto de 1990, párr. 28.
En el mismo sentido se tiene Corte IDH. Caso Tribunal Constitucional vs. Perú. Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia del 31 de enero de 2001, párr. El caso se refiere a la responsabilidad internacional del
Estado del Perú por la destitución, a través de un juicio político por el Congreso, de tres magistrados del
Tribunal Constitucional sin asegurarles el debido proceso.
85
Corte IDH Caso Barbani Duarte y otros vs. Uruguay. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 13 de
octubre de 2011, párr. 118. Corte IDH. Caso Claude Reyes y otros vs. Chile, op. cit. párr. 118 y
Corresponde entonces referirnos a los derechos incorporados en esta disposició n,
cuyo contenido pasamos a desarrollar.
El derecho a ser oído no só lo exige que la víctima sea oída por un juez o
tribunal, sino que pueda participar ampliamente del proceso. 88
86
Corte IDH. Caso Apitz Barbera y otros (Corte Primera de lo Contencioso administrativo) vs. Venezuela.
Sentencia de 5 de agosto de 2008, párr. 72. También puede verse Caso Cabrera García y Montiel Flores
vs. México. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 26 de noviembre de 2010,
párr. 140.
87
Corte IDH. Caso Apitz Barbera y otros, op.cit. párr. 73. La Corte en este caso, analizó la participación de
los magistrados de la Corte Primera en el proceso de avocamiento y señaló que en este proceso no se
determinó derecho u obligación alguna para estos, por tanto, debido a que “la determinación de la
corrección o incorrección jurídica del fallo recurrido no afecto derecho alguno de los jueces, éstos no
fueron transformados per se en partes de la controversia ante la Sala Político Administrativa del Tribunal
Supremo de Justicia y por ello no se violó el derecho de las víctimas a ser oídas en dicho proceso.
88
Cfr. Corte IDH. Caso del Tribunal Constitucional vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del
31 de enero de 2001, párr. 81. El caso se refiere a la responsabilidad internacional del Estado del Perú
por la destitución, a través de un juicio político por el Congreso, de tres magistrados del Tribunal
Constitucional sin asegurarles el debido proceso. La Corte, resolviendo el caso señaló que: “(…) b) luego
de las declaraciones rendidas (…) ante la Comisión de Investigación, los tres magistrados, supuestas
víctimas en este caso, no fueron citados nuevamente ante esta Comisión, con lo cual cuando ésta rindió
su informe dio por cierto lo afirmado por los dos magistrados mencionados, sin brindar la oportunidad a
las supuestas víctimas para que ejercieran su derecho a presentar pruebas de descargo (…)”. Párr. 80.
Asimismo, en el Caso Baena Ricardo y otros vs. Panamá, la Corte señaló que si bien los trabajadores
En esta línea ha establecido un procedimiento justo supone que el ó rgano
encargado de administrar justicia efectú e un examen apropiado de las alegaciones,
argumentos y pruebas aducidas por las partes, sin perjuicio de sus valoraciones
acerca de si son relevantes para su decisió n89.
De otro lado, existe una conexió n directa del derecho a ser oído por un juez
o tribunal con la obligació n estatal de investigar toda violació n de los derechos
reconocidos en la Convenció n; en este contexto la Corte en el caso “Niñ os de la
Calle” vs. Guatemala ha reiterado que del artículo 8 de la Convenció n se desprende
que:
accedieron a la Sala Tercera y fueron oídos por este Tribunal, quedó evidenciado que esto no era
suficiente para garantizar una participación amplia en el proceso.
89
Corte IDH. Caso Barbani Duarte y otros vs. Uruguay. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 13 de
octubre de 2011, párr. 121. Los hechos del presente caso se desarrollan en un contexto de extrema
dolarización del sector bancario uruguayo. El 21 de diciembre de 2002 el Poder Legislativo de Uruguay
aprobó la Ley No. 17.613 titulada “Fortalecimiento del Sistema Financiero”, con la cual se buscaba
atender diversas situaciones surgidas como consecuencia de la crisis bancaria. El 31 de diciembre de
2002 el Banco Central dispuso la disolución y liquidación del Banco de Montevideo. Asimismo, se
transfirieron los fondos del Banco de Montevideo al Trade and Commerce Bank en las Islas Caimán sin
haber consultado a un grupo de ahorristas. Debido a esta situación, solicitaron ante la Comisión Asesora
creada en virtud de la Ley No. 17.613 una audiencia. De igual forma trataron de interponer un recurso
administrativo y judicial. Sin embargo, no tuvieron mayor éxito.
90
Corte IDH. Caso Barbani Duarte y otros vs. Uruguay, op.cit. párr. 122. La Corte definió en el caso, que
“(…) que para garantizar que efectivamente los peticionarios fueran oídos en sus reclamos, a través de
este procedimiento especial, era necesario que el órgano encargado de resolver las peticiones pudiera
analizar el consentimiento de forma completa, porque la ausencia de consentimiento era un requisito
determinante para acceder a los derechos contemplados en el artículo 31 de la Ley 17.613. Dicho
análisis incluye la valoración de todos los alegatos de los peticionarios que significaran una afectación al
consentimiento, tales como los vicios que lo pudieran invalidar y la falta de información veraz y
completa por parte de los Bancos de Montevideo y La Caja Obrera. Ese análisis debió tomar en cuenta
no sólo aquellos elementos que permiten construir el consentimiento, tales como un contrato de
administración de inversiones o instrucciones particulares para la transferencia, sino también aquéllos
que lo podrían invalidar o afectar, como lo serían los alegados vicios al consentimiento”. (párr. 136).
respectivos procesos, tanto en procura del esclarecimiento de los hechos y
del castigo de los responsables, como en busca de una debida reparació n”91.
91
Corte IDH. Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros) vs. Guatemala, op. cit., párrs. 225
y 227.
92
Corte IDH. Caso Barrios Altos vs. Perú. Fondo. Sentencia de 14 de marzo de 2001, párr. 42. 93 Corte IDH.
Caso Almonacid Arellano y otros vs. Chile. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 26 de septiembre de 2006, párr. 126.
94
Corte IDH. Caso Gelman vs. Uruguay. Fondo y Reparaciones. Sentencia de 24 de febrero de 2011, párr.
239.
95
Corte IDH. Caso Tristán Donoso vs. Panamá. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas
Sentencia de 27 de enero de 2009, párr. 153. Así también Corte IDH. Caso Chocrón Chocrón vs.
Venezuela. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 1 de julio de 2011 párr.
118.
De igual manera en el caso Vélez Loor vs. Panamá , la Corte determinó la
directa conexió n del derecho a ser oído con el derecho a la defensa.
Por ú ltimo, ha establecido en el Caso Blake vs. Guatemala que en el art. 8.1
de la Convenció n está comprendido el derecho de los familiares de la víctima a las
garantías judiciales, por ende, ha declarado la violació n del derecho a ser oído de
los familiares de las víctimas, en casos vinculados a desapariciones forzadas y
ejecuciones extrajudiciales96
96
Corte IDH. Caso Blake vs. Guatemala. Fondo. Sentencia del 24 de enero de 1998, párr. 97. En la misma
línea puede consultarse, entre otros. Corte IDH. Caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México.
Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del 26 de noviembre de 2010, párr. 192.
97
Recuérdese que el juez natural deriva su existencia y competencia de la ley. De acuerdo con lo
establecido por la Corte IDH, en un Estado de Derecho sólo el poder legislativo puede regular, a través
de leyes, la competencia de los juzgadores. Cfr. Caso Barreto Leiva vs. Venezuela. Sentencia de 17 de
noviembre de 2009 (Fondo, reparaciones y costas), párrs. 76 y 77. A contrario sensu si es el ejecutivo o el
propio órgano judicial el que define al tribunal, se lesiona la garantía del juez natural, puesto que el juez
natural de una persona será aquél al que la ley atribuya competencia.
98
Caso Barreto Leiva vs. Venezuela. Sentencia de 17 de noviembre de 2009 (Fondo, reparaciones y
costas), párr. 75.
99
Cfr. Barreto Leiva, op.cit. párr. 75. En similar sentido se tiene el caso Usón Ramírez, Sentencia de 20 de
noviembre de 2009, párrs. 120, 124 y 148.
Así en el caso Castillo Petruzzi y otros vs. Perú la Corte determinó que:
Las garantías a que tiene derecho toda persona sometida a proceso,
ademá s de ser indispensables deben ser judiciales, lo cual implica la
intervenció n de un ó rgano judicial independiente e imparcial, apto para
determinar la legalidad de las actuaciones que se cumplan dentro del
estado de excepció n”100.
100
Cfr. Castillo Petruzzi y otros vs. Perú, Sentencia de 30 de mayo de 1999, párr. 131; esta Sentencia cita
a su vez como precedentes: la Opinión Consultiva OC-8/87 de 30 de enero de 1987 el hábeas corpus
bajo suspensión de garantías (arts. 27.2, 25.1 y 7.6 CADH) párr. 30, así como la Opinión Consultiva OC
9/87, Garantías judiciales en estados de emergencia (arts. 27.2, 25 y 8 CADH). En esta última recordó
que las garantías judiciales indispensables son: aquellos procedimientos judiciales que ordinariamente
son idóneos para garantizar la plenitud del ejercicio de los derechos y libertades a que se refiere dicho
artículo ( 27.2 ) y cuya supresión o limitación pondría en peligro esa plenitud (párr. 20). De otro lado,
subrayó que: “(…) los principios del debido proceso legal no pueden suspenderse con motivo de las
situaciones de excepción en cuanto constituyen condiciones necesarias para que los instrumentos
procesales, regulados por la Convención, puedan considerarse como garantías judiciales” (párr. 30).
101
Caso Tribunal Constitucional, op.cit. p.75.
102
Caso Tribunal Constitucional vs. Perú, op. cit. párr. 71. En el mismo sentido. Caso Baena Ricardo y
otros, op. cit. párr. 124.
que no puede ser suspendido ni siquiera en los periodos de excepció n. Es así que
en esta línea de pensamiento determinó que:
El Estado no debe crear tribunales que no apliquen normas procesales
debidamente establecidas para sustituir la jurisdicció n que corresponda
normalmente a los tribunales ordinarios. Con esto se busca evitar que las
personas sean juzgadas por tribunales especiales, creados para el caso, o ad
hoc103.
En el Caso Loayza Tamayo vs. Perú , la víctima fue juzgada ante el fuero
militar por “jueces sin rostro”, situació n que para la Corte determinó , ante el
obstá culo de conocer su identidad, la imposibilidad para la procesada de valorar la
competencia de aquéllos, por ello determinó que los tribunales castrenses
actuaron ultra vires, usurparon jurisdicció n e invadieron facultades de los
organismos judiciales ordinarios.107
Juana María Ibá ñ ez Rivas108, sostiene que la Corte ha tenido una evolució n
importante en los está ndares internacionales sobre esta temá tica. En este sentido,
ha declarado que, en caso de que un Estado conserve la jurisdicció n militar, ésta
debe cumplir con tres características:
103
Caso Apitz Barbera y otros. Sentencia de 5 de agosto de 2008, párr. 50 (verificar) 104 Cf. Corte IDH.
Caso del Tribunal Constitucional vs. Perú. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia del 31 de enero de
2001, párrafo 71.
105
Corte IDH. Caso Barreto Leiva vs. Venezuela. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 17 de
noviembre de 2009, párr. 76.
106
Corte IDH. Caso Apitz Barbera y otros («Corte Primera de lo Contencioso Administrativo») vs.
Venezuela. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del 5 de agosto de 2008,
párrafo 50.
107
Corte IDH. Caso Loayza Tamayo vs. Perú. Fondo. Sentencia de 17 de septiembre de 1997, párrs. 61 y
62.
108
Ibáñez Rivas J M. Artículo 8. Garantías Judiciales. En Steiner Ch., Uribe P. (Editores). Convención
Americana sobre Derechos Humanos. Fundación Konrad Adenauer Stiftung. Bolivia: Plural editores;
2014. p. 207-254.
i) tener un alcance restrictivo y excepcional 109; ii) encontrarse
inspirada en los principios y garantías que rigen el derecho penal
moderno110 y, iii) estar encaminada a la protecció n de intereses
jurídicos especiales, vinculados a las funciones propias de las fuerzas
militares111.
En razó n de la persona:
116
Corte IDH. Caso Palamara Iribarne vs. Chile, op.cit. párrs. 125 y 126. También se tiene el caso Usón
Ramírez vs. Venezuela, op. cit. párr. 110.
117
Corte IDH, Caso Castillo Petruzzi y otros. vs. Perú op.cit. párr. 128 y Caso Masacre de Santo Domingo
vs. Colombia, op. cit. párr. 158.
118
Corte IDH. Caso Fernández Ortega y otros vs. México. Excepciones preliminares, fondo, reparaciones
y costas. Sentencia de 30 de agosto de 2010. Serie C No. 215, párr. 177, y Caso Vélez Restrepo y
Familiares vs. Colombia, op. cit., párr. 238.
119
Cfr. Caso Rever6n Trujillo. Sentencia de 30 de junio de 2009. Serie C No. 197. parr. 67; Caso del
Tribunal Constitucional, cit., párr. 73.
inamovilidad en el cargo y la garantía contra presiones externas, así como en los
procesos de remoció n de funcionarios judiciales.120
inamovilidad del
cargo
Garantía contra
presiones externas
procesos de
remoció n
adecuado proceso
de nombramiento
120
Cfr. Opinión Consultiva OC-20/09, op.cit. párrs. 76 y 77. En el mismo sentido Tribunal Constitucional,
op. cit. párr. 75; Caso Palamara Iribarne, op.cit. párr. 156; Apitz Barbera y otros, op.cit. párrs. 44 y 138.
121
Cfr. Caso Reverón Trujillo op.cit. párrs. 72 y 74.
122
Caso Reverón Trujillo, op. cit. párr. 79.
sido sometida está dentro de la competencia que les haya atribuido la ley” y que
“no se efectú en intromisiones indebido o injustificadas en el proceso judicial”, esto
se correlaciona –segú n la Corte- con la obligació n judicial de resolver las causas
“basá ndose en los hecho y en consonancia con el derecho, sin restricció n alguna y
sin influencias, alicientes, presiones, amenazas o intromisiones indebidas, sean
directas o indirectas, de cualesquiera sectores o por cualquier motivo” 123.
En tanto que “la imparcialidad exige que el juez que interviene en una
contienda particular se aproxime a los hechos de la causa careciendo, de manera
subjetiva, de todo prejuicio y, asimismo, ofreciendo garantías suficientes de índole
objetiva que permitan desterrar toda duda que el justiciable o la comunidad
puedan albergar respecto de la ausencia de imparcialidad”.126
123
Cfr. Principios 2, 3 y 4 de los Principios Básicos de las Naciones Unidas relativos a la independencia de
la Judicatura. Principios que fueron aplicados en el caso Reverón Trujillo párrs. 80, 147. 124 Caso Reverón
Trujillo, op. cit. párr. 118. En el mismo sentido Caso Apitz Barbera y otros (Corte Primera de lo
Contencioso Administrativo), op. cit. párr. 43.
125
Caso Reverón Trujillo, op. cit. párr. 117.
126
Caso Apitz Barbera y otros ("Corte Pmnera de lo Contencioso Administrativo"), cit., parr.
56; Caso Barreto Leiva, cit., parr. 98; Caso Uson Ramfrez, cit., parr. 117
127
Opinión Consultiva OC-20/09 de 29 de septiembre de 2009. (Interpretación del art. 55 de la CADH)
párrs. 33 y 49.
destitució n respetuosos de las obligaciones internacionales de los
Estados”128.
Entonces de acuerdo con la Corte, la condició n legítima para el fuero especial es:
Condició n
legítimaEL FUERO ESPECIAL só lo
puede estar establecido
por ley
128
Comité de Derechos Humanos, Observación General No. 32, artículo 14: El derecho a un Juicio
Imparcial y a la igualdad ante los Tribunales y Corte de Justicia, que fue aplicado en el caso Aptiz Barbera
y otros párr. 43.
129
Caso Aptiz Barbera y otros párr. 45.
130
Caso Barreto Leiva, op. cit. párr. 77.
persona en un tiempo razonable” 131. A esto ha añ adido que una demora
prolongada o “la falta de razonabilidad en el plazo constituye, en principio, por sí
misma, una violació n de las garantías judiciales”132. De esto, es posible concluir que
el derecho a un plazo razonable es predicable en cualquier proceso, sea civil penal,
laboral, etc.
[En materia penal] este plazo comienza cuando se presenta el primer acto de
procedimiento dirigido en contra de determinada persona como probable
responsable de cierto delito, por ejemplo, en la fecha de la aprehensió n del
individuo134 o, en caso de que ello no proceda, a partir del momento en que la
autoridad toma conocimiento del caso135.
Bajo esta perspectiva, la Corte ha establecido en los casos Genie Lacayo vs.
Nicaragua y Masacre de Santo Domingo vs. Colombia -siguiendo la línea de la
jurisprudencia del Tribunal Europeo en el Caso Motta y Ruiz Mateos vs. Spain-, que
la determinació n de la razonabilidad del plazo en el cual se desarrolla un proceso
debe considerar cuatro elementos: a) la complejidad del asunto; b) la actividad
procesal del interesado; c) la conducta de las autoridades judiciales 136, y d) la
afectació n generada por la duració n del procedimiento en la situació n jurídica de la
persona involucrada en el mismo137. A esto debe añ adirse que la Corte, en el caso
Juan Humberto Sá nchez vs. Honduras considera también la legislació n nacional
sobre la materia138.
131
Corte IDH. Caso Suárez Rosero vs. Ecuador. Fondo. Sentencia de 12 de noviembre de 1997, párr.73. 132
Cfr. Corte IDH Hilaire, Constantine y Bejamin y otros vs. Trinidad y Tobago, op.cit. párr. 145 y caso
Masacre de Santo Domingo vs. Colombia, op. cit. párr. 164.
133
Corte IDH. Caso Suárez Rosero vs. Ecuador, op. cit., párr. 71, y Caso García y Familiares vs. Guatemala,
op. cit., párr. 152.
134
Corte IDH. Caso Suárez Rosero vs. Ecuador, op. cit., párr. 70.
135
Corte IDH. Caso Tibi vs. Ecuador. Excepciones preliminares, fondo, reparaciones y costas. Sentencia
de 7 de septiembre de 2004. párr. 168.
136
Corte IDH. Caso Genie Lacayo vs. Nicaragua, op. cit. párr.77. También puede consultarse el caso
Masacre de Santo Domingo, op. cit., párr. 164.
137
Corte IDH. Caso Valle Jaramillo y otros vs. Colombia. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 27 de
noviembre de 2008, párr. 158 y Caso Masacre Santo Domingo vs. Colombia, op. cit, párr. 164. 138 Corte
IDH. Caso Juan Humberto Sánchez vs. Honduras. Excepciones preliminares, fondo, reparaciones y
costas. Sentencia de 7 de junio de 2003, párr. 130, y Caso Apitz Barbera y otros (“Corte Primera de lo
Contencioso Administrativo”) vs. Venezuela, op. cit., párr. 160.
Dada la importancia de dichos elementos, resulta ú til seguir la
sistematizació n realizada por Juana María Ibá ñ ez Rivas139 en lo que se refiere a
cada uno de estos elementos:
1. En cuanto a la complejidad del asunto, de acuerdo con la autora, la Corte
ha tenido en cuenta diversos criterios para determinarla, exponiendo el
siguiente detalle: Entre ellos, “la extensió n de las investigaciones y la amplitud
de las pruebas”, el “nú mero importante de incidentes e instancias”, “la propia
complejidad de la prueba”(por todos Caso Genie Lacayo vs. Nicaragua, párr. 78), la
pluralidad de los sujetos procesales (Caso Acosta Calderón vs. Ecuador, párr. 106)140
y presuntas víctimas (Caso Masacre de Mapiripán vs. Colombia, párr. 221)141, la
imposibilidad de detener a los inculpados (Caso Valle Jaramillo y otros vs.
Colombia, párr. 156), el tiempo transcurrido desde la violació n (Caso Radilla
Pachecho vs. México, párr. 245), las características del recurso consagradas en la
legislació n interna (Caso Furlan y Familiares vs. Argentina, párr. 158), el
contexto en el que ocurrió la violació n
(Caso de la Masacre de Pueblo Bello vs.
El principio de plazo
razonable tiene
como finalidad
impedir que los
acusados
permanezcan largo
tiempo bajo
acusación y
asegurar que ésta
se
decida prontamente (Suárez Rosero vs. Ecuador, párr.
70)
Colombia, párr. 184) 142 , si el asunto comprende
debates técnicos (Caso López Mendoza vs. Venezuela,
párrs. 163 y 176)143, si se trata de asuntos de gran
relevancia y/o que requieran de un cuidado
especial, así como de si supone procesos usuales
para los Estado (Caso Forneron e hija vs. Argentina,
párr. 67)144.
139
Ibáñez Rivas J M. Op. cit. p. 228-230.
140
Corte IDH. Caso Acosta Calderón vs. Ecuador. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 24 de junio
de 2005, párr. 106. Vid. Corte IDH. Caso Masacre de Santo Domingo vs. Colombia, op. cit. párr. 165. 141
Corte IDH. Caso de la Masacre de Mapiripán vs. Colombia. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 15
de septiembre de 2005. párr. 221, y Caso Masacre de Santo Domingo vs. Colombia, op. cit. párr. 165,
entre otros.
142
Corte IDH. Caso de la Masacre de Pueblo Bello vs. Colombia. Sentencia de 31 de enero de 2006, párr.
184; Caso de las Masacres de Ituango vs. Colombia. Excepciones preliminares, fondo, reparaciones y
costas. Sentencia de 1 de julio de 2006, párr. 293, y Caso Valle Jaramillo y otros vs. Colombia, op. cit.,
párr. 156.
143
Corte IDH. Caso López Mendoza vs. Venezuela. Fondo reparaciones y costas. Sentencia de 1 de
septiembre de 2011, párr. 163 y 176, y Caso Masacre de Santo Domingo vs. Colombia, op. cit. párr. 165.
144
Corte IDH. Caso Forneron e hija vs. Argentina. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 27 de abril
de 2012, parr. 67.
entorpecido o demorado los procesos judiciales (Caso Valle Jaramillo y otros.
vs. Colombia, párr. 157).
Así, la Corte ha evaluado, en los Casos Forneron e hija vs. Argentina y Furlan
y Familiares vs. Argentina, entre otros:
145
Corte IDH. Caso Cantos vs. Argentina, op. cit. párr. 57.
146
Corte IDH. Caso Forneron e hija vs. Argentina, op. cit., párr. 68; Caso Furlan y Familiares vs. Argentina,
op. cit., 169-175, y Caso Uzcátegui y otros vs. Venezuela. Fondo y reparaciones. Sentencia de 3 de
septiembre de 2012, párr. 226.
147
Corte IDH. Caso Genie Lacauyo vs. Nicaragua, op. cit. párr. 79.
148
La autora respecto a estos dos supuestos cita los casos Corte IDH. Caso Cantos vs. Argentina, op.cit.
párr. 57, y Corte IDH Juan Humberto Sánchez vs. Honduras, op. cit. párr. 131. Ibáñez Rivas J M. Op. cit. p
229.
149
Corte IDH. Caso de la Comunidad Moiwana vs. Surinam. Excepciones preliminares, fondo,
reparaciones y costas. Sentencia 15 de junio 2005, párr. 162.
150
Corte IDH. Caso Forneron e hija vs. Argentina, op. cit., párr. 70;
El juez interno, como autoridad competente para dirigir el proceso, tiene el
deber de encauzarlo de modo que (…) se restrinja el uso desproporcionado
de acciones que pueden tener efectos dilatorios 151.
Por su parte se tiene que en el caso Furlan y Familiares vs. Argentina, que
involucraba a un niñ o con discapacidad, la Corte consideró :
ELEMENTOS
151
Corte IDH. Caso Bulacio vs. Argentina, op. cit. párrs. 114 y 115.
152
Corte IDH. Caso Valle Jaramillo y otros vs. Colombia, op. cit. párr. 155. La Autora también cita los
siguientes casos: Caso Forneron e hija vs. Argentina, párr.75 y caso Furlan y Familiares vs. Argentina,
párrs. 194-195.
153
Corte IDH. Caso Forneron e hija vs. Argentina, op. cit. párr. 76.
154
Corte IDH. Caso Furlan y Familiares vs. Argentina, op. cit. párrs. 196 y 203. Cabe señalar que la autora
señala que este último elemento, incluido expresamente en el año 2008 en la Sentencia Caso Valle
Jaramillo vs. Colombia no fue tomado en cuenta en posteriores fallos para determinar la razonabilidad o
no del plazo, situación que ha generado cuestionamientos en la doctrina. Cfr. Ibáñez Rivas J M. Op. cit.
p. 230. A este respecto la autora cita entre esa doctrina a: Salmón, Elizabeth y Cristina Blanco, El
derecho al debido proceso en la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Lima,
Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la Pontificia Universidad Católica del Perú-Cooperación
Alemana al Desarrollo, 2012, pp. 204, 222, 223 y 227.
afectaciones
significativas
irreversibles e
derechos e irremediables
De otro lado, Juana María Ibañ ez Rivas, apunta que la Corte ha considerado que no
es necesario analizar los cuatro elementos “dado que es evidente que el tiempo
transcurrido sobrepasa excesivamente el plazo que pudiera considerarse
razonable para que el Estado investigue los hechos, “má xime si se tiene en cuenta
que a ese tiempo se le deberá sumar aquel que tome la individualizació n e
identificació n de los responsables y el trá mite del proceso penal con sus distintas
etapas, hasta la obtenció n de una sentencia firme157.
Siguiendo la investigació n de Ibá ñ ez Rivas, cabe apuntar tres está ndares
internacionales referidos a las posibles alegaciones sobre el retardo de los
procesos. Así la Corte ha señ alado en los casos Garibaldi vs. Brasil y Forneron e hija
vs. Argentina que:
155
Corte IDH. Caso de la Masacre de Pueblo Bello vs. Colombia, op. cit. párr. 171. También se tiene Caso
Radilla Pacheco vs. México, op. cit. párr. 244.
156
Corte IDH. Caso La Cantuta vs. Perú. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 29 de noviembre de
2006, párr. 149 y Caso Radilla Pacheco vs. México, op. cit. párr. 153.
157
Corte IDH. Caso García y Familiares vs. Guatemala, op. cit. párr. 153.
No es posible alegar obstá culos internos, tales como la falta de
infraestructura o personal para conducir los procesos judiciales para
eximirse de una obligació n internacional, o “una sobrecarga cró nica
de casos pendientes158.
Corresponde al Estado demostrar las razones por las cuales un proceso o conjunto
de procesos han tomado un período determinado que exceda los límites del plazo
razonable (Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros vs. Trinidad y Tobago, párr.
145), por ejemplo, si éste expone y prueba que la demora tiene directa relació n con
la complejidad del caso o con la conducta de las partes en el caso (Gonzáles Medina
y familiares vs. República Dominicana, párr. 257). En caso de no demostrarlo, la
Corte “tiene amplias atribuciones para hacer su propia estimació n al respecto”
(Caso Anzualdo Castro vs. Perú, párr. 156)159.
158
Corte IDH. Caso Garibaldi vs. Brasil, op. cit., párr. 137 y Caso Forneron e hija vs. Argentina, op. cit.,
párr. 74.
159
Ibáñez Rivas cita también los casos: López Mendoza vs. Venezuela, op. cit. párr. 162, Uzcátegui y
otros vs. Venezuela, párr. 237.
160
Ibáñez Rivas, op. cit. p. 230.
161
Corte IDH. Caso Bayarri vs. Argentina. Excepciones preliminares, fondo, reparaciones y costas.
Sentencia de 30 de octubre de 2008, párr. 70 y Caso Barreto Leiva vs. Venezuela, op. cit. párr. 120.
garantías” vinculada con la correcta administració n de justicia para salvaguardar el
derecho a un debido proceso162.
Ha sido en el Caso Yatama vs. Nicaragua que la Corte por primera vez desarrolló la
motivació n y determinó que en toda decisió n que afecte derechos humanos es
fundamental la motivació n de esas decisiones, de lo contrario serían arbitraria 164.
En los casos Aptiz Barbera y otros vs. Venezuela y Ló pez Mendoza vs. Venezuela, la
Corte ha justificado que:
La motivació n demuestra a las partes que éstas han sido oídas, que sus
alegatos han sido tomados en cuenta y que el conjunto de pruebas ha sido
analizado (Aptiz Barbera, pá rr. 78). Ademá s, en aquellos casos en que las
decisiones son recurribles, la motivació n proporciona a las partes la
posibilidad de criticar la resolució n y lograr un nuevo examen de la
cuestió n ante las instancias superiores (Caso Ló pez Mendoza, pá rr. 148).
Salmó n y Blanco168 en su investigació n hacen un aná lisis detallado sobre los casos
en los que la Corte se ha pronunciado sobre el deber de motivació n vinculado con
diferentes derechos, cuyo detalle por su importancia se relaciona de la siguiente
manera:
Casos en los que la Corte IDH ha exigido el deber de motivación por afectar
DEREHOS HUMANOS
3. Caso Ló pez Mendoza vs. Venezuela (inhabilitació n Si bien el deber de motivar no exige una respuesta
para el ejercicio de la funció n pú blica y participar en
167
El caso López Mendoza vs. Venezuela se refiere también al cumplimiento del deber de motivación en
decisiones que suponen la restricción de derechos políticos. Los hechos
168
Salmón E y Blanco C. Op. cit. p. 236-
Debida fundamentació n en decisiones Caso Claude Reyes y otros vs. Chile (Denegatoria
administrativas que restringen el derecho a la de informació n a las víctimas en relació n a
libertad de pensamiento y expresió n proyecto de deforestació n)
Tema 3
De esto, determinó en el Caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México que:
174
Corte IDH. Caso Chaparro Álvarez y Lapo Íñiguez op. cit. párr. 145.
175
Corte IDH. Caso Cantoral Benavides vs. Perú, op. cit., párr. 120. En este caso la Corte alegó que la
presunta víctima fue condenada por el delito de traición a la patria sin existir pruebas suficientes para
determinar su responsabilidad.
176
Corte IDH. Caso Ricardo Canese vs. Paraguyay, op. cit. párr. 154.
177
Corte IDH. Caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México, op. cit. párr. 184 y Caso López Mendoza
vs. Venezuela op. cit. párr. 128.
178
Corte IDH Lori Berenson Mejía vs. Perú, op. cit., párrs. 159 y 160.
cautelar, no punitiva. En consecuencia, una prolongada detenció n preventiva
equivaldría a anticipar la pena y, por tanto, puede violar el principio de presunció n
de inocencia179.
Ámbi
tos de aplicación principio de presunción de
inocencia
La prohibició n
Como se ha señ alado en el Caso Cantoral Benavides vs. Perú ella prueba
incompleta o insuficiente, no es procedente condenarla sino absolverla. Ademá s de
establecer que la carga de la prueba recaiga en las autoridades a cargo de realizar
la acusació n y juzgamiento de una persona imputada de la comisió n de un delito181.
En el caso Acosta Calderó n vs. Ecuador, la Corte evaluó que, a pesar de que la
legislació n interna establece los medios que se deben utilizar para determinar la
responsabilidad penal por el delito de trá fico de estupefacientes, en el caso de
Acosta Calderó n el Estado no cumplió con demostrar por medios técnicos y
científicos que se encontraba en posesió n de estas sustancias. Por el contrario, la
Corte observó que se utilizó la declaració n policial, por lo que no existieron
179
Corte IDH Suárez Rosero vs. Ecuador, op. cit. párrs. 77 y 78.
180
Salmón E, y Blanco C., op. cit., p. 252.
181
Corte IDH. Caso Ricardo Canese vs. Paraguay. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 31 de
agosto de 2004, párr. 161. Asimismo, Corte IDH. Caso García Asto y Ramírez Rojas vs. Perú. Excepción
preliminar, fondo, reparaciones y costas. Sentencia 25 de noviembre de 2005, párr. 160.
indicios suficientes para declarar su culpabilidad. Esto fue considerado una
violació n del principio de presunció n de inocencia182.
Asimismo, en el caso Palamara Iribarne vs. Chile exigió ademá s que para proceda
la privació n de libertad preventiva acorde al principio de presunció n de inocencia
es imprescindible que la resolució n se encuentre debidamente motivada en cuanto
a los supuestos que deben presentarse para que la prisió n preventiva pueda
ordenarse vá lidamente. En concreto señ alo que:
Los casos Cantoral Benavides vs. Perú y Lori Berenson vs. Perú , quienes fueron
expuestos ante los medios de comunicació n como autores del delito de terrorismo
y traició n a la patria respectivamente, sin haber sido procesados ni condenados, ha
dado lugar a que la Corte considere la lesió n del principio de presunció n de
inocencia y a dar lugar en el ú ltimo caso a extender la obligació n de respetar la
presunció n de inocencia a las autoridades pú blicas, distintas a las judiciales.
182
Corte IDH. Caso Acosta Calderón vs. Ecuador. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 24 de junio
de 2005, párr. 113-115.
183
Corte IDH. Caso Plamara Iribarne vs. Chile. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 22 de
noviembre de 2005, párr. 198.
Teniendo en cuenta estos criterios dos son los á mbitos en los que la Corte se ha
pronunciado: la situació n de extranjeros y los casos de personas pertenecientes a una
comunidad campesina o pueblo indígena
184
Corte IDH. Opinión Consultiva OC-16/99, op. cit. párr. 119. En el mismo sentido se pronunció en el
caso Vélez Loor vs. Panamá, op. cit. párr. 152.
185
Corte IDH. Caso Baldeón García vs. Perú, op. cit. párr. 203.
Derecho al traductor o
intérprete • extranjeros •
indígenas
186
Corte IDH. Caso Tiu Tojín vs. Guatemala. Fondo reparaciones y costas. Sentencia de 26 de noviembre
de 2008, párr. 100.
187
Corte IDH. Caso López Álvarez vs. Honduras, op. cit. párr. 171.
permitir al acusado que ejerza plenamente su derecho a la defensa y muestre
al juez su versió n de los hechos.188
expresa
Requisitos de
suficientement e detallada
la
comunicació n previa
integral clara
En el mismo caso Tibi vs. Ecuador estableció que:
En el Caso Barreto Leiva vs. Venezuela, la Corte precisó que en todo caso el
investigado, antes de declarar, deberá conocer de manera oficial cuá les son los
hechos que se le imputan, no tendrá que deducirlos de la informació n pú blica o de
las preguntas que se le formulan y, por tanto, “su respuesta podrá ser efectiva y sin
el margen de error que las conjeturas producen”. Ademá s, precisó que:
188
Corte IDH. Caso Tibi vs. Ecuador, op. cit. párr. 187 y Caso Barreto Leiva vs. Venezuela, op. cit. párr. 28.
189
Corte IDH. Caso Barreta Leiva vs. Venezuela, op. cit. párr. 31.
190
Ibid., párrs. 46 y 47.
Sin perjuicio de lo anterior, la Corte ha precisado en el mismo caso:
En ciertos casos, “[e]s admisible que […] exista reserva de las diligencias
adelantadas durante la investigació n preliminar en el proceso penal, para
garantizar la eficacia de la administració n de justicia”, ya que “[a]siste al Estado
la potestad de construir un expediente en bú squeda de la verdad de los hechos,
adoptando las medidas necesarias para impedir que dicha labor se vea afectada
por la destrucció n u ocultamiento de pruebas”. Sin embargo, el Tribunal ha
recordado que “esta potestad debe armonizarse con el derecho de defensa del
investigado, que supone, inter alia, la posibilidad de conocer los hechos que se
le imputan”. (pá rr. 253).
191
Corte IDH. Caso Fermín Ramírez vs. Guatemala op. cit., párr. 67 y 68.
192
Corte IDH. Tribunal Constitucional vs. Perú. Competencia. Sentencia de 24 de septiembre de 1999,
párr. 82.
En el Sistema Interamericano, la Corte en el Caso Palamara Iribarne vs. Chile ha
establecido que:
Este derecho comprende la obligació n del Estado de permitir “el acceso del
inculpado al conocimiento del expediente llevado en su contra”, respetando
el principio del contradictorio, que garantiza la intervenció n del inculpado
en el aná lisis de la prueba193.
Así en el Caso Radilla Pacheco vs. México ha establecido que el acceso al pendiente
es requisito sine qua non de la intervenció n procesal de la víctima en la causa en la
que se constituye como parte coadyuvante o querellante, segú n la legislació n
interna194.
Asimismo, en el caso Barreto Leiva vs. Venezuela ha precisado que en los casos en
que el Estado pretenda limitar este derecho:
193
Corte IDH. Caso Palamara Iribarne vs. Chile, op. cit. párr. 170 y Caso Cabrera García y Montiel Flores
vs. México, op. cit. párr. 156.
194
Corte IDH. Caso Radilla Pacheco vs. México, op. cit. párr. 252 y Caso Castillo Gonzáles y otros vs.
Venezuela. Fondo. Sentencia de 27 de noviembre de 2012, párr. 168. En el Sistema Universal, con
relación a los medios adecuados para la preparación de la defensa, en la Observación General No. 32, el
Comité de Derechos Humanos estableció que el derecho a disponer del tiempo y de los medios
adecuados para la preparación de la defensa incluye el derecho de acceso a los documentos y demás
testimonios que el acusado necesite para preparar su defensa.
195
Corte IDH. Case Barreto Leiva vs. Venezuela, op. cit. párr. 55.
proporcional. Caso contrario, la restricció n del derecho de defensa del individuo será
contraria a la Convenció n196.
De otro lado, con relació n al derecho a contar con tiempo adecuado para preparar
la defensa, en el Caso Chaparro Álvarez y Lapo Íñiguez vs. Ecuador, la Corte
consideró que el Estado violó el derecho de concesió n del tiempo y medios al
inculpado para la preparació n de su defensa porque los abogados de las víctimas
no pudieron estar presentes en la realizació n de una diligencia fundamental para
un proceso por el delito de trá fico de drogas. La ausencia de este instrumento se
debió a que la jueza notificó la orden de dicha prueba dos horas y media antes de
su realizació n, por lo que la Corte consideró que el tiempo era insuficiente y por
ende se había vulnerado el artículo 8.2.c) de la CADH197.
De igual forma, es importante señ alar que en la Opinió n Consultiva OC-16/99, del 1
de octubre, la Corte afirmó que el derecho a la informació n sobre la asistencia
consular (previsto en el artículo 36.1.b de la Convenció n de Viena sobre Relaciones
Consulares), constituye “un medio para la defensa del inculpado, que repercute -y
en ocasiones decisivamente- en el respeto de sus otros derechos procesales”. Para
la Corte, ese derecho “debe ser reconocido y considerado en el marco de las
garantías mínimas para brindar a los extranjeros la oportunidad de preparar
adecuadamente su defensa y contar con un juicio justo”199.
196
Corte IDH, Caso Barreto Leiva vs. Venezuela, óp. cit., párrs. 54 y 55.
197
Corte IDH, Caso Chaparro Álvarez y Lapo Íñiguez vs. Ecuador, óp. cit., párr. 153 y 154.
198
Corte IDH, Caso Da Costa Cadogan vs. Barbados, óp. cit., párrs. 88 a 90.
199
Corte IDH. El derecho a la información sobre la asistencia consular en el marco de las garantías del
debido proceso legal. Opinión Consultiva OC-16/99, del 1 de octubre de 1999, óp. cit., párr. 4.6.
expresamente definida por la Corte en diferentes casos, en los que ha declarado la
violació n conjunta de dichos derechos, segú n podemos recoger de la investigació n
realizada por Juana Ibá ñ ez Rivas200 debido a que la víctima no pudo contar con el
patrocinio letrado de un defensor pú blico o que, una vez que pudo obtener un
abogado de su elecció n, no tuvo posibilidad de comunicarse en forma libre y
privada con él (Caso Suarez Rosero vs. Ecuador, párr. 83); el abogado defensor tuvo só lo
un día para revisar todo un expediente o su labor fue restringida; existieron
escasas posibilidades de presentació n de pruebas de descargo (Caso Castillo Petruzzi
y otros vs. Perú, párr. 141), o se produjo el cambio de objeto del proceso en la etapa de
la indagatoria (Caso Tribunal Constitucional vs. Perú, párr. 82), entre otros. En todos
esos casos, la Corte ha considerado que la imposibilidad o las limitaciones en el
derecho a defenderse personalmente o a través de un defensor impiden que, en los
hechos, el imputado cuente con los medios para preparar su defensa, en los
términos del artículo 8.2.c.
Así en el Caso Barreto Leiva vs. Venezuela dispuso que el inculpado a través de sus
propios actos, entre ellos la declaració n que rinda sobre los hechos que se le
atribuyen, puede enfrentar y refutar la acusació n en su contra (pá rr. 61).
Sobre la defensa técnica, la Corte en los Casos Barreto Leiva vs. Venezuela y Vélez
Loor vs. Panamá ha indicado que ésta supone que un defensor asesore al
investigado sobre sus deberes y derechos, sobre la posibilidad de ejercer recursos
contra actos que afecten derechos, y ejecute, entre otros, un control crítico y de
legalidad en la producció n de pruebas. También ha señ alado que:
200
Ibañez Rivas J., op. cit. p. 237-238.
201
Corte IDH. Caso Barreto Leiva vs. Venezuela, op. cit. párrs. 61 y 62 En el mismo sentido ha
pronunciado en el caso Corte IDH. Caso Vélez Loor vs. Panamá, op. cit. párr. 132. Vid. Cabrera García y
Montiel Flores vs. México, op. cit. párr. 155.
202
Corte IDH. Caso Barreto Leiva vs. Venezuela, op. cit. párr. 62.
203
Corte IDH. Caso Castillo Petruzzi y otros vs. Perú, op. cit. p. 146 y 148. Caso Suárez Rosero vs.
Ecuador, op. cit. párr. 83.
En este apartado conviene conectar los está ndares internacionales señ alados por
la Corte con relació n al derecho a la defensa de una persona extranjera y el
derecho asistencia consular en casos relativos a personas que son privadas de
libertad que no son nacionales del país que las detiene.
Respecto de la notificació n ésta debe ser hecha antes que el detenido rinda su
primera declaració n y supone que se le informe sobre su derecho a que el Estado
receptor comunique a la oficina consular competente de su situació n, y a que el
Estado receptor transmita sin demora cualquier comunicació n dirigida a la oficina
consular por el detenido205.
204
Corte IDH. Caso Vélez Loor vs. Panamá, op. cit. párr. 153. En este caso ha explicado que estos
estándares “no se aplican a las personas detenidas o retenidas que hayan solicitado una medida de
protección internacional (…). Si son detenidas, tales personas gozan de los derechos bajo la Convención
de Viena, no obstante, hay otras consideraciones para proteger sus intereses.
205
Corte IDH. Opinión Consultiva OC-16/99, op. cit., párr. 106, y Caso Vélez Loor vs. Panamá, op. cit.,
nota al pie 157.
206
Corte IDH. Opinión Consultiva OC-16/99, op. cit., párr. 86, y Caso Vélez Loor vs. Panamá, op. cit., nota
al pie 154. La Corte ha considerado que la falta de notificación es en sí misma violatoria del art. 8 de la
Convención, pues coloca al detenido en estado de incertidumbre respecto de su situación jurídica y
torna impracticable el ejercicio del derecho a recurrir el fallo sancionatorio, regulado en el art. 8.2 de la
Convención. Vid. Caso Vélez Loor vs. Panamá, op.cit. párr. 180.
207
Corte IDH. Caso Vélez Loor vs. Panamá, op. cit. párr. 158.
El derecho a la asistencia misma, se impone al Estado del cual el detenido es
nacional, en el sentido que tiene “el deber de proteger los derechos de sus
nacionales en el extranjero brindando protecció n consular. Las visitas de los
funcionarios consulares deberían ser con miras a proveer la protecció n de los
intereses del detenido nacional, particularmente los asociados con su defensa ante
los tribunales208.
A este respecto, en el caso la Corte en el caso Cabrera García y Montiel Flores vs.
México, ha enfatizado que:
208
Corte IDH. Opinión Consultiva OC-16/99, op. cit., párr. 87, y Caso Vélez Loor vs. Panamá, op. cit., párr.
158.
209
Corte IDH. Opinión Consultiva OC-11/90 sobre Excepciones al Agotamiento de los Recursos Internos,
párr. 25-27.
210
Corte IDH. Caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México, op. cit. párr. 155.
De otro lado, en la Opinió n Consultiva OC-18/03 sobre “Condició n jurídica y
derechos de los migrantes indocumentados”, la Corte ha considerado que:
En esta línea en el Caso Vélez Loor vs. Panamá , siguiendo el criterio expresado por
el Tribunal Europeo en el Caso Behham vs. United Kingdom, ha señ alado que:
Cabe precisar que el Tribunal ha establecido en el Caso Barreto Leiva vs. Venezuela
que ni el Ministerio Pú blico, la Defensoría del Pueblo, ni las organizaciones no
gubernamentales responden a las exigencias de una defensa técnica, ni las
organizaciones no gubernamentales responden a las exigencias de una defensa
técnica proporcionada por el Estado213.
En ese sentido en el caso Castillo Petruzzi y otros vs. Perú , la Corte siguiendo la
jurisprudencia del Tribunal Europeo en los Casos Barberá , Messegué y Jabardo vs.
Spain y Bö nisch vs. Austria, ha indicado que:
211
Corte IDH. Condición Jurídica y Derechos de los Migrantes Indocumentados. Opinión Consultiva OC
18/03 del 17 de septiembre de 2003, párr. 126, y Caso Vélez Loor vs. Panamá, op. cit., párr. 146. 212 Corte
IDH. Caso Vélez Loor vs. Panamá, op. cit., párr. 146, y Caso Nadege Dorzema y otros vs. República
Dominicana, op. cit., párr. 164.
213
Corte IDH. Caso Barreto Leiva vs. Venezuela, op. cit., párr. 63. Sobre la justificación de la ineficacia de
estos servidores Vid. FICHA Sistematización jurisprudencial.
mismas condiciones que el Estado, con el objeto de ejercer su defensa y
hacer comparecer a personas que puedan arrojar luz sobre los hechos 214.
En efecto, en el Caso Castillo Petruzzi y otros Vs. Perú , se alegó que la legislació n
aplicada al juzgamiento de las víctimas –acusadas de terrorismo- impedía que se
interrogue como testigos a quienes fundamentaron la acusació n y también a
agentes de la Policía y del Ejército que hayan participado en las diligencias de
investigació n. De esto la Corte consideró que “la imposició n de restricciones a los
abogados defensores de las víctimas vulnera el derecho de la defensa de interrogar
testigos y hacer comparecer a personas en el proceso que puedan arrojar luz sobre
los hechos”.
De otro lado, la Corte ha entendido que este derecho puede ser vulnerado ya sea
por acció n o por omisió n. Respecto del primero, en el Caso Ricardo Canese vs.
Paraguay, no se permitió a la defensa del inculpado obtener la comparecencia de
testigos y peritos, ya que el juez de primera instancia revocó la decisió n mediante
la cual citó a audiencia a los testigos propuestos, luego de lo cual ordenó el cierre
del período probatorio. Esto fue calificado por la Corte como una violació n del art.
8.2.f de la Convenció n, la cual tuvo el efecto de limitar las posibilidades de defensa
del señ or Canese215.
214
Corte IDH. Castillo Petruzzi y otros vs. Perú, op. cit. párr. 155.
215
Corte IDH. Caso Ricardo Canese vs. Paraguay. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 31 de
agosto de 2004, párrs. 164 a 167.
216
Corte IDH. Caso DaCosta Cadogan vs. Barbado. Excepciones preliminares, fondo, reparaciones y
costas. Sentencia de 24 de septiembre de 2009, párr. 88 a 90.
A través de la Opinió n Consultiva OC-17/02, la confesió n ha sido considerada por
la Corte como un acto dentro del proceso que posee especial trascendencia para la
definició n de ciertas consecuencias jurídicas que afectan la esfera de derechos y
responsabilidades del justiciable217. En este entendido en el Caso Maritza Urrutia
vs. Guatemala, ha expresado que:
En los casos Ló pez Á lvarez vs. Honduras y Bayarri vs. Argentina, la Corte reiteró
que:
Las declaraciones obtenidas bajo intensa presió n o coacció n, en las que se
aceptan hechos perjudiciales para el procesado entrañ an una violació n del
art. 8.2.g de la Convenció n219.
217
Corte IDH. Opinión Consultiva OC-17/02, op. cit. párr. 128.
218
Corte IDH. Caso Maritza Urrutia vs. Guatemala. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 27 de
noviembre de 2003, párrs. 120 y 121. En el Caso Cantoral Benavides vs. Perú, se alegó que la víctima fue
sometida a tortura con el fin de obligarlo a autoinculparse o a confesar determinadas conductas
delictivas, por lo que la Corte afirmó la afectación de este derecho. Corte IDH. Caso Cantoral Benavides
vs. Perú. Fondo Sentencia de 18 de agosto de 2000, párr. 132 y 133.
219
Corte IDH Caso López Álvarez vs. Honduras. Fondo Reparaciones y Costas. Sentencia del 1 de febrero
de 2006, párr. 155; y Caso Bayarri vs. Argentina. Excepción Preliminar, fondo, reparaciones y costas.
Sentencia de 30 de octubre de 2008, párr. 108 y 109.
220
Corte IDH. Caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México, op. cit. párr. 165. 221 Corte IDH. Caso
Cabrera García y Montiel Flores vs. México, op. cit. párrs. 166 y 167. A este respecto la Corte en el caso
Tibi vs. Ecuador aclaró que dicha regla se sustenta en el hecho de que “las declaraciones obtenidas
mediante coacción no suelen ser veraces, ya que la persona intenta aseverar lo necesario para lograr
que los tratos crueles o la tortura cesen”, al ser doblegada su resistencia psíquica. Corte IDH. Caso Tibi
vs. Ecuador, op. cit. párr. 198.
prueba que haya sido encontrada o derivada de la informació n obtenida
mediante coacció n222.
222
Corte IDH Caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México, op. cit. párr. 167. 223 Corte IDH. Caso
Cabrera García y Montiel Flores vs. México, op. cit. párr. 174. 224 Corte IDH. Caso Herrera Ulloa vs. Costa
Rica. Excepciones Preliminares, fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 2 de julio de 2004, parr. 158.
225
Corte IDH. Caso Mohamed vs. Argentina, op. cit. párr. 119.
El derecho de recurrir el fallo no se satisface con la mera existencia de un
ó rgano de grado superior al que juzgó y condenó al inculpado, ante el que
este tenga o pueda tener acceso. Para que haya una verdadera revisió n de la
sentencia, en el sentido requerido por la Convenció n, es preciso que el
tribunal superior reú na las características jurisdiccionales que lo legitiman
para conocer del caso concreto226.
Dentro de las características que debe reunir el recurso que contempla el art. 8.2.h,
la Corte ha establecido en el Caso Herrera Ulloa vs. Costa Rica que:
De estos pará metros la Corte concluyó que los Estados tienen un margen de
apreciació n para regular el ejercicio de ese recurso, empero no pueden establecer
restricciones o requisitos que infrinjan la esencia misma del derecho de recurrir
del fallo (pá rr. 161). De ahí que ha estimado, en el caso Mohamed vs. Argentina que
las formalidades requeridas para que el recurso sea admitido deben ser mínimas y
no deben constituir un obstá culo para que el recurso cumpla con su fin de
examinar y resolver los agravios sustentados por el recurrente 227.
Para que el recurso sea eficaz debe constituir un medio adecuado para
procurar la correcció n de una condena erró nea. Ello requiere que pueda
analizar cuestiones fá cticas, probatorias y jurídicas en que se basa la
sentencia impugnada, puesto que en la actividad jurisdiccional existe una
interdependencia entre las determinaciones fá cticas y la aplicació n del
derecho, de forma tal que una erró nea determinació n de los hechos implica
una errada o indebida aplicació n del derecho. Consecuentemente, las
causales de procedencia del recurso deben posibilitar un control amplio de
los aspectos impugnados de la sentencia condenatoria 228.
Tratá ndose de los casos de condena, ha sido en el Caso Barreto Leiva vs. Venezuela,
en el que la Corte enfatizó que la doble conformidad judicial, expresada mediante
la íntegra revisió n del fallo condenatorio, confirma el fundamento y otorga mayor
226
Corte IDH. Caso Castillo Petruzzi y otros vs. Perú. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 30 de
mayo de 1999, párr. 161. También puede verse el Caso Lori Berenson Mejía vs. Perú. Fondo,
reparaciones y costas. Sentencia de 25 de noviembre de 2004, párr. 193.
227
Corte IDH. Caso Mohamed vs. Argentina, op.cit. párr. 99.
228
Corte IDH. Caso Mohamed vs. Argentina, op. cit. párr. 100.
credibilidad al acto jurisdiccional del Estado, y al mismo tiempo brinda mayor
seguridad y tutela a los derechos del condenado229.
Así, una verdadera garantía de reconsideració n del caso será aquella que se
configura ante un ó rgano jurisdiccional superior que atienda las exigencias
de competencia, imparcialidad e independencia que la Convenció n
establece230. Ademá s, dicho juez o tribunal debe cumplir con el deber
especial de protecció n de las garantías judiciales y el debido proceso a
todas las partes que intervienen en el proceso penal de conformidad con
los principios que lo rigen231
De otro lado, cabe recordar que la Corte ha considerado en el caso Ló pez Mendoza
vs. Venezuela que:
229
Corte IDH. Caso Barreto Leiva. Vs. Venezuela. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 17 de
noviembre de 2009, párr. 89.
230
Corte IDH. Caso Castillo Petruzzi vs. Perú, op. cit. 161
231
Corte IDH. Caso Herrera Ulloa vs. Costa Rica, op. cit. párr. 163.
232
Corte IDH. Caso Mohamed vs. Argentina, op.cit. párr. 92.
No es per se contrario a la Convenció n Americana que se establezca en el
derecho interno de los Estados que en determinados procedimientos,
ciertos actos de trá mite no son objeto de impugnació n233.
Ordinario eficaz
Esta diferencia fue constatada por la Corte en el Caso Loayza Tamayo vs. Perú , en
el cual un tribunal militar procesó y absolvió por el delito de traició n a la patria a
María Elena Loayza Tamayo y posteriormente un tribunal ordinario la proceso por
el delito de terrorismo. Al respecto, la Corte consideró que el artículo 8.4 de la
Convenció n Americana prohíbe el doble enjuiciamiento respecto de los «mismos
hechos» a diferencia de la disposició n aná loga del sistema universal que extiende
la protecció n del doble enjuiciamiento ante el mismo delito, de tal modo que la
233
Corte IDH. López Mendoza vs. Venezuela, op. cit. párr. 120.
234
Corte IDH. Caso Vélez Loor vs. Panamá, op. cit. parr. 180.
235
O’Donnel D. Derecho internacional de los derechos humanos. Normativa jurisprudencia y doctrina de
los sistemas universal e interamericano. Bogotá: Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las
Naciones Unidas para los Derechos Humanos, 2004, p. 452.
garantía del Sistema Interamericano resulta má s protectora al usar un «término
má s amplio en beneficio de la víctima». En virtud de ello, consideró que se
incumplió con la prohibició n de doble enjuiciamiento236.
La Corte en los casos Cantoral Benevides vs. Perú y Acevedo Jaramillo y otros vs.
Perú ha definido que la situació n regulada por el art. 8.4 de la Convenció n supone
dos momentos:
La Corte en los casos Cantoral Benavides vs. Perú , Almonacid Arellano y otros vs.
Chile, entre otros, ha resaltado en su jurisprudencia que este derecho no es
absoluto y que, en consecuencia, no resulta aplicable cuando:
236
Corte IDH. Caso Caso Loayza Tamayo vs. Perú. Fondo. Sentencia del 17 de septiembrede 1997, párr.
66. En el mismo sentido. Corte IDH. Caso Mohamed vs. Argentina, op. cit. párr. 121. 237 Corte IDH. Caso
Cantoral Benavides vs. Perú, op. cit. párr. 137, volvió a examinar el juzgamiento absolutorio de Luis
Alberto Cantoral Benavides por un tribunal militar y su condena por el fuero de justicia ordinario. Vid.
Corte IDH. Caso Acevedo Jaramillo y otros vs. Perú, op. cit. párr. 167. Asimismo, en el Caso Lori Berenson
Mejía vs. Perú, la Corte volvió a examinar las intervenciones del fuero militar y el fuero civil en el
juzgamiento del delito de terrorismo. La Corte consideró que como el Consejo Supremo de Justicia
Militar declinó su competencia no se configuró un proceso absolutorio mediante sentencia firme
(requisito exigido por el art. 8.4 de la Convención). Corte IDH. Caso Lori Berenson Mejía vs. Perú. Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 25 de noviembre de 2004, párr. 208. 238 Fundación para el Debido
Proceso Legal, Digesto de jurisprudencia latinoamericana sobre crímines de derecho internacional,
Washington DC, Fundación para el Debido Proceso Legal, 2009, p. 319. 239 Corte IDH. Caso Cantoral
Benavides vs. Perú, op. cit. párrs. 137-139, y Corte IDH Nadege Dorzema y otros vs. República
Dominicana, op. cit. párr. 195.
240
Corte IDH. Caso Almonacid Arellano y otros vs. Chile, op. cit. párr. 154 y Caso Nadege Dorzema y otros
vs. República Dominicana, op cit. párr. 195.
De esta manera, la Corte en los casos Almonacid Arellano y otros vs. Chile y Carpio
Nicolle y otros vs. Guatemala concluyó :
Sobre el particular, la Corte en el caso Genie Lacayo vs. Nicaragua ha señ alado que,
ante su jurisdicció n “eventualmente puede discutirse la autoridad de cosa juzgada
de una decisió n cuando ésta afecta derechos de individuos protegidos por la
Convenció n y se demuestra que existe una causal para su cuestionamiento 243.
como las citadas, por ejemplo.
De esta manera la Corte ha declarado en el caso Castillo Petruzzi y otros vs. Perú
sostuvo si los actos en que se sostiene la sentencia está n afectados por vicios
graves, que los privan de la eficacia que debieran tener en condiciones normales, la
sentencia no subsistirá 244.
241
Corte IDH. Caso Carpio Nicolle y otros vs. Guatemala. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 22
de noviembre de 2004, párr. 131. Caso Caso Nadege Dorzema y otros vs. República Dominicana, op. cit.,
párr. 195.
242
El Estado no podrá argumentar el principio ne bis in ídem, así como cualquier excluyente similar de
responsabilidad, para excusarse de su deber de investigar y sancionar a los responsables. Corte IDH.
Caso Almonacid Arellano y otros vs. Chile, op. cit., párr. 154. En el caso Barrios Altos vs. Perú, por los
actos cometidos por el Grupo Colina, la Corte determinó que no son inadmisible las disposiciones de
amnistía, las disposiciones de prescripción y el establecimiento de excluyentes de responsabilidad que
pretendan impedir la investigación y sanción de los responsables de las violaciones graves de los
derechos humanos tales como la tortura, las ejecuciones sumarias, extralegales o arbitrarias y las
desapariciones forzadas, todas ellas prohibidas por contravenir derechos inderogables reconocidos por
el Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Corte IDH. Barrios Altos vs. Perú. Fondo. Sentencia
de 14 de marzo de 2001, párr. 41.
243
Corte IDH. Caso Genie Lacayo vs. Nicaragua. Solicitud de Revisión de la Sentencia de fondo,
reparaciones y costas. Resolución de la Corte de 13 de septiembre de 1997, párrs. 10 al 12, Corte IDH.
Caso Amonacid Arellano y otros vs. Chile, op. cit. párr. 154.
244
Corte IDH. Caso Castillo Petruzzi y otros vs. Perú, op. cit. párr. 219.