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ESTUDIO-VIDA DE 2 CORINTIOS

MENSAJE VEINTICINCO

LA ESENCIA DEL MINISTERIO DEL NUEVO PACTO

(1)

Lectura bíblica: 2 Co. 3:3, 6-9, 18; 4:1a

El título de este mensaje es: “La esencia del ministerio del nuevo pacto”. La
palabra “esencia” está relacionada con lo que Pablo dice acerca de la gloria y de
la superioridad del ministerio del nuevo pacto en 3:7-11. Estos versículos
muestran la inferioridad de la gloria del ministerio mosaico, el cual es el
ministerio de la ley, un ministerio de condenación y muerte, y la superioridad
del ministerio apostólico, el cual es el ministerio de la gracia, un ministerio de
justicia y del Espíritu. El primero vino por medio de la gloria de modo temporal;
el segundo permanece en gloria para siempre. En 2:12-17 el apóstol habla del
triunfo y efecto del ministerio apostólico; en 3:1-6, de su función y competencia;
y en 3:7-11, de su gloria y superioridad.

En los mensajes anteriores hemos abarcado muchos asuntos básicos


relacionados con el ministerio del nuevo pacto: la esencia, el efecto, la función,
la competencia, la gloria y la superioridad. Ahora en este mensaje debemos
concentrarnos en qué es la esencia del ministerio del nuevo pacto.

INSCRITAS CON EL ESPÍRITU COMO ESENCIA

Tal vez algunos digan que la palabra “esencia” no se encuentra en 2 Corintios 3.


Pero aunque esta palabra no se use, el concepto de esencia está implícito en el
versículo 3: “Siendo manifiesto que sois carta de Cristo redactada por ministerio
nuestro, escrita no con tinta, sino con el espíritu del Dios vivo; no en tablas de
piedra, sino en tablas de corazones de carne”. En este versículo, la palabra
griega traducida “redactada por ministerio nuestro” en realidad significa
“servida”. La palabra griega significa servir algo a alguien, como por ejemplo, lo
que hace un camarero en un restaurante o una azafata en un avión. Por tanto,
Pablo declara que los creyentes corintios son una carta de Cristo servida por los
apóstoles. No obstante, al darse cuenta de que la palabra “servir” no es
adecuada, Pablo usó también la palabra “escrita”, lo cual explica el significado
de la palabra griega en este contexto. La manera que Pablo empleaba para servir
en su ministerio era escribir.
En 3:3, Pablo declara: “escrita no con tinta”; él no dice: “escrita no por tinta”. La
palabra “con” indica que la tinta espiritual, el Espíritu del Dios vivo, es una
esencia, un elemento, del que se vale el que inscribe o redacta. Es importante
que prestemos atención a cómo Pablo usa la preposición “con”. Esta preposición
indica que el Espíritu no es ni el escritor ni el instrumento que se usa para
escribir, sino la esencia, el elemento, la sustancia que se usa al escribir. El
Espíritu del Dios vivo, quien es el Dios vivo mismo, no es un instrumento, tal
como una pluma, sino un elemento, la tinta celestial que se usa para escribir, de
la cual se valen los apóstoles para ministrar a Cristo como contenido en su
redacción de cartas vivas que trasmiten a Cristo.

Tomemos como ejemplo el simple hecho de escribir una carta con un bolígrafo.
Usted podrá ser el escritor, pero el bolígrafo es el instrumento. La tinta, por su
parte, no es ni el autor ni el instrumento; es el elemento, la esencia. Si se le
acaba la tinta a su bolígrafo, todo lo que usted intente escribir será en vano. Tal
vez escriba palabras en una hoja de papel, pero la hoja quedará en blanco. En
ese caso, habrá un escritor y un instrumento, mas no habrá tinta, la cual es la
esencia que se necesita para escribir.

En 2 Corintios 3:3, el Espíritu Santo no es el escritor, el instrumento, ni siquiera


el poder. Hoy, cuando muchos cristianos hablan del Espíritu, lo relacionan con
el poder. Pero si leemos detenidamente este versículo, examinándolo en su
contexto, veremos que el Espíritu aquí es un asunto de esencia, no de poder.

Debido a que muchos cristianos pasan por alto que el Espíritu es una esencia, en
este mensaje he optado a propósito por recalcar la palabra “esencia”. Entre los
cristianos de hoy, ¿quiénes consideran al Espíritu como una esencia? Por lo
general, los cristianos piensan que el Espíritu es un instrumento o un poder;
otros, que han visto algo más, hablan del Espíritu como una persona divina,
pero no conozco ningún predicador que hable del Espíritu como lo hace Pablo
en 2 Corintios 3. En este capítulo, la perspectiva que Pablo tiene del Espíritu es
que éste es una esencia que se usa para escribir cartas de Cristo. Aquí él no ve al
Espíritu como una persona, un instrumento o un poder; más bien, considera al
Espíritu como la esencia que se usa para escribir cartas vivas de Cristo.

El ministerio del nuevo pacto no consiste meramente en enseñar. Ninguno de


los maestros que ustedes tuvieron en la escuela inscribió jamás en ustedes
alguna esencia. Tal vez ellos les inculcaron conceptos, pero no depositaron en
ustedes la esencia de algún elemento. El ministerio del nuevo pacto, por su
parte, hace mucho más que solamente enseñar; dicho ministerio escribe en
nosotros. Además, el ministerio del nuevo pacto inscribe en nosotros no con
conceptos, conocimiento o teología, sino con una esencia, con algo real y
sustancial.
Al estar en la vida de iglesia en el recobro del Señor, ¿no tiene usted la sensación
de que algo espiritual se está inscribiendo en usted? Muchos de nosotros
podemos dar testimonio de que por medio del ministerio del nuevo pacto, Cristo
ha sido inscrito en nosotros. Una esencia divina ha sido escrita en nuestro ser, y
esta esencia es el Espíritu.

Sin embargo, aún necesitamos definir qué es esta esencia. Nos damos cuenta de
que hemos sido inscritos con el Espíritu, pero ¿qué es este Espíritu?

LA MUERTE EN OPOSICIÓN AL ESPÍRITU

Debemos examinar la terminología que se usa con relación al ministerio del


nuevo pacto. En 3:7 Pablo habla del ministerio de muerte, y en el versículo 8,
del ministerio del Espíritu. Por tanto, en estos versículos tenemos una
comparación entre el ministerio de muerte y el ministerio del Espíritu. El
ministerio de muerte alude al ministerio del viejo pacto, al ministerio mosaico.
Pablo fue muy audaz al hablar del ministerio de muerte. No es de sorprender
que los judíos se ofendieran por lo que él dijo. Luego, Pablo compara el
ministerio de muerte con el ministerio del Espíritu.

La mayoría de nosotros no contrastaría la muerte con el Espíritu, pues la muerte


siempre está en oposición a la vida. Para nosotros, es un asunto de vida o
muerte, de muerte o vida. Pero en lugar de usar la palabra “vida” en 3:8, Pablo
habla del Espíritu. Esto indica que el Espíritu aquí está relacionado con la vida,
ya que la vida es lo que está en contraste con la muerte. En 3:6 Pablo ya había
dicho que el Espíritu da vida. Por tanto, el Espíritu aquí alude al Espíritu que da
vida y también a la vida dada por el Espíritu. El ministerio del viejo pacto era un
ministerio de muerte; el ministerio del nuevo pacto es un ministerio de vida, el
cual se halla corporificado en el Espíritu.

La esencia del Espíritu inscrita dentro de nosotros es la vida. La vida aquí no es


un instrumento, una persona, un poder, una fuerza, una capacidad, un talento, o
un don. Si comprendemos que aquí el Espíritu es el Espíritu de vida,
entenderemos qué es la naturaleza de la esencia que se inscribe en nosotros
mediante el ministerio del nuevo pacto.

Los cristianos a menudo se refieren al Espíritu como un instrumento, un poder


o un don. Además, es posible que nosotros, bajo la influencia de la tradición,
tampoco le prestemos la debida atención al hecho de que el Espíritu es la
esencia que se inscribe en nosotros. Por esta razón, quiero recalcar el hecho de
que el Espíritu de 2 Corintios 3 no es un poder ni un instrumento, sino una
esencia.
DE GLORIA EN GLORIA

El versículo 18 confirma este entendimiento: “Mas, nosotros todos, a cara


descubierta mirando y reflejando como un espejo la gloria del Señor, somos
transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Señor
Espíritu”. Aquí la gloria no es un instrumento, un poder, una capacidad ni un
don. La gloria también es una esencia. A medida que miramos la gloria del
Señor a cara descubierta, la gloria como esencia nos transforma. En uno de los
mensajes anteriores, hicimos notar que la expresión “de gloria en gloria” del
versículo 18 significa “del Señor Espíritu al Señor Espíritu”, porque en este
versículo la gloria y el Espíritu son sinónimos. Por tanto, ser transformados de
gloria en gloria equivale a ser transformados del Espíritu al Espíritu.

La versión amplificada del Nuevo Testamento traduce las palabras griegas “de
gloria en gloria” como “de un grado de gloria a otro”. Es correcto afirmar que
somos transformados de un grado de gloria a otro grado de gloria, pero
debemos entender qué es la gloria. La gloria de 3:18 es en realidad el Espíritu.
Esta gloria alude también al Cristo resucitado, o a Cristo en resurrección. El
Señor Jesús fue glorificado mediante la resurrección (Lc. 24:26). Por
consiguiente, la gloria, el Espíritu y la resurrección aluden a lo mismo. Ahora el
Espíritu que está en nosotros es gloria y también es la realidad de la
resurrección. Por consiguiente, una vez más vemos que en 2 Corintios 3, el
Espíritu es una esencia, y no un instrumento ni un poder.

EL MINISTERIO DEL ESPÍRITU Y DE LA JUSTICIA

En 3:9 Pablo añade: “Porque si el ministerio de condenación [vino en] gloria,


mucho más abunda en gloria el ministerio de la justicia”. La expresión “el
ministerio de condenación” también alude al ministerio mosaico del viejo pacto.
Ese ministerio era un ministerio de muerte y también un ministerio de
condenación. Pablo demostró osadía al declarar el hecho de que el ministerio de
Moisés fue un ministerio de muerte y de condenación. Pero como lo indica el
versículo 9, aun este ministerio vino en gloria.

Así como el ministerio del viejo pacto era de muerte y de condenación, el


ministerio del nuevo pacto es del Espíritu y de la justicia. La muerte está en
oposición a la vida, la cual se halla corporificada en el Espíritu, y la condenación
está en oposición a la justicia.

Tal vez esperábamos que Pablo usara la palabra justificación en lugar de


justicia. Pero aquí Pablo habla de la justicia, no de la justificación. Basándonos
en el principio de que en este capítulo el Espíritu es una esencia, la justicia aquí
también debe ser considerada una esencia. Por lo tanto, el ministerio del nuevo
pacto tiene una esencia en dos aspectos: el primer aspecto es del Espíritu, y el
segundo aspecto es de la justicia.

Hemos señalado que el Espíritu en 2 Corintios 3 está relacionado con la vida. En


dicho capítulo, el Espíritu alude a la vida. Pero ¿a qué se refiere la justicia? Para
contestar esta pregunta, debemos darnos cuenta de que Pablo coloca la justicia
en la misma categoría que al Espíritu. Tanto la justicia como el Espíritu están en
el mismo nivel. El ministerio del nuevo pacto es un ministerio del Espíritu y de
la justicia, y ambos son aspectos de la esencia de este ministerio. Así como una
mesa está constituida de madera y de pintura, el ministerio del nuevo pacto
también está constituido del Espíritu y de la justicia. Supongamos que se pinta
una mesa de madera. La madera es la sustancia de la mesa y la pintura le da a la
mesa un aspecto particular. Por consiguiente, en la mesa vemos la sustancia y el
aspecto. El principio es el mismo con relación al ministerio del nuevo pacto.
Este ministerio tiene una sustancia y también un aspecto, una expresión. El
Espíritu es la sustancia del ministerio del nuevo pacto, y la justicia es su
expresión.

EL ESPÍRITU Y LA JUSTICIA
EN NUESTRO DIARIO VIVIR

Consideremos lo relacionado con el Espíritu y la justicia a la luz de nuestra


experiencia con el Señor. Cuando usted, que ama al Señor y va en pos de Él, vive
a Cristo, ¿no siente en su interior algo sustancial, viviente y activo? Esta
sustancia viva no es ninguna clase de doctrina, enseñanza o teología; al
contrario, esta sustancia viva y activa es el Espíritu.

Hoy, a través del ministerio, a todos se nos ha inscrito el Espíritu en nuestro ser.
Muchas veces, después de la reunión, sentimos algo vivo, sustancial y activo
dentro de nosotros. Esta sustancia viva es el Espíritu, el Espíritu que nos ha sido
inscrito. En otras palabras, se nos ha añadido la esencia divina. Si una persona
nunca ha experimentado esto, dudo que halla sido verdaderamente salva y
regenerada. Creo que todos los que estamos en la vida de iglesia podemos
testificar que hemos experimentado al Espíritu en nuestro interior de una
manera viva, activa y sustancial. Además de la sustancia interior, tenemos
también una expresión exterior. Esta expresión es la justicia.

Todo aquel a quien se le ha inscrito el Espíritu del Dios vivo tendrá una
expresión de justicia en su diario vivir. Por ejemplo, un hermano que es casado
experimentará al Espíritu como sustancia viva dentro de él por medio de la
inscripción que efectúa el ministerio del nuevo pacto. Espontáneamente, su
esposa se dará cuenta de que algo le ha sucedido a su marido, y tal vez se diga:
“Algo le ha ocurrido, pero no entiendo qué es. Parece estar bien en todo y con
todo. Antes, actuaba mal casi en todo lo que hacía, incluso en la manera de
guardar las cosas, pues nunca las ponía en su lugar. Pero ahora, se encarga de
cada detalle como se debe. Además, veo también una diferencia en la manera en
que me habla. Cuando se va a trabajar, se despide de mí de una manera muy
agradable; me dice: „Querida, me voy a trabajar‟. Mi esposo se conduce
correctamente aun en la manera en que cuida al perro. No sé qué le pasa”. Lo
que pasa es que puesto que el hermano experimenta interiormente al Espíritu
como sustancia, él expresa la justicia en su vivir en la casa.

Cuando no vivimos a Cristo, actuamos mal en muchas cosas. Tal vez actuemos
mal en la manera en que cerramos la ventana o la puerta. En lugar de cerrar la
puerta correctamente, quizás la cerremos bruscamente. Pero cuando vivimos a
Cristo y experimentamos en nosotros algo sustancial y activo, llegamos a
conducirnos debidamente aun en la manera en que cerramos las ventanas y las
puertas. De hecho, todo lo que hagamos, lo haremos correctamente.

Algunos son muy descuidados en la manera en que mantienen sus zapatos o su


ropa. Si usted pudiera ver sus habitaciones, descubriría que muchas cosas están
desordenadas. Pero si estas personas experimentan al Espíritu como la
sustancia que está en ellos, empezarán a actuar correctamente aun en la forma
de acomodar sus zapatos y su ropa. Todo estará colocado en orden.

Si usted experimenta al Espíritu en lo profundo de su ser y expresa la justicia en


su conducta, otros se darán cuenta de que usted es diferente. Esto es producto
del ministerio del nuevo pacto. Este ministerio escribe una esencia en nuestro
ser, una esencia que tiene un aspecto externo y un aspecto interno. El aspecto
interno es el Espíritu vivo que se mueve en nosotros; y el aspecto externo es la
justicia como nuestra expresión.

EXPRESAR LA IMAGEN DE DIOS

El Espíritu y la justicia están relacionados con el hecho de que expresemos la


imagen de Dios. Esto se debe a que el Espíritu y la justicia en realidad son Dios
mismo. Dios como Espíritu actúa como sustancia en usted y como esencia vive
en usted, pues Él mismo se ha añadido a su interior por medio del ministerio del
nuevo pacto. Así que, interiormente, usted tiene al Espíritu. La justicia que
usted expresa exteriormente también es Dios mismo; por consiguiente, usted no
sólo se conduce correctamente con relación a tantas cosas y no sólo es justo,
sino que también Dios mismo es su justicia. Dios como justicia llega a ser su
propia expresión. Primero, Dios es el Espíritu vivificante que vive, se mueve y
actúa dentro de usted. Luego, Dios llega a ser su expresión externa, su aspecto,
de justicia. Ésta es la esencia del ministerio del nuevo pacto.
La obra del ministerio del nuevo pacto es totalmente diferente de la que lleva a
cabo la mayoría de los predicadores y maestros de hoy. La obra del ministerio
del nuevo pacto no consiste simplemente en enseñarnos a mejorar nuestro
comportamiento; más bien, este ministerio inscribe en nosotros el propio
Espíritu. Escribir significa añadir más esencia de Dios a nosotros.
Interiormente, esta esencia es el Espíritu; exteriormente, es la justicia. Pero
como hemos visto, tanto el Espíritu que está por dentro como la justicia que se
ve por fuera son el propio Dios. Por consiguiente, el ministerio del nuevo pacto,
un ministerio del Espíritu y de la justicia, es simplemente el ministerio de Dios.
Afirmar que el ministerio del nuevo pacto es del Espíritu y de la justicia equivale
a decir que el ministerio del nuevo pacto es de Dios. No obstante, afirmar que
este ministerio es de Dios es hablar en términos generales, mientras que afirmar
que este ministerio es del Espíritu y de la justicia es hablar de una manera más
específica. ¡Alabado sea el Señor porque el Espíritu es el propio Dios que está en
nosotros y que vive, se mueve y actúa en nosotros, y que la justicia es el Dios que
se expresa por medio de nosotros para ser nuestra apariencia externa!

La visión central de la Biblia está relacionada con la imagen de Dios que es


expresada por la vida de Dios. En cuanto a esto, los primeros dos capítulos de
Génesis son muy importantes. En Génesis 1 tenemos la imagen de Dios:
“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra
semejanza ... y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios los creó;
varón y hembra los creó” (vs. 26-27). Dios desea que lo expresemos a Él con Su
imagen, pero si hemos de expresar a Dios de esta manera, necesitamos Su vida.
La vida de Dios es representada por el árbol de vida de Génesis 2:9. El Espíritu
es la vida que está en nosotros, y la justicia es la imagen que expresamos
exteriormente. ¡Alabado sea el Señor por el ministerio del nuevo pacto con sus
dos aspectos: la vida y la expresión! Interiormente tenemos al Espíritu como
vida, y exteriormente tenemos la justicia como expresión.

VIVIR A CRISTO

Entre todos los habitantes de la tierra, las personas más justas son aquellas que
viven a Cristo. Cada vez que usted viva a Cristo, se conducirá bien en todo. No
necesitará que nadie le enseñe cómo conducirse correctamente, pues el Cristo
que vive en usted lo llevará a estar bien con todo y con todos. Si somos
desordenados con nuestras cosas o con respecto a la manera en que cerramos la
puerta, eso indica que no estamos viviendo a Cristo. Si vivimos realmente a
Cristo, cerraremos la puerta correctamente, y cuando se trate de tocar a la
puerta o de usar el timbre, lo haremos como se debe. Una vez más declaro que
no es necesario que nadie nos enseñe a cerrar una puerta, a cómo tocarla o a
usar el timbre. La Biblia no contiene tales instrucciones. Si la Biblia contuviera
una regla para cada aspecto de nuestro diario vivir, sería tan grande que no la
podríamos llevar con nosotros. El Espíritu es aquel que está dentro de nosotros
y nos hace justos en nuestro vivir. Lo que necesitamos es que el Espíritu se
inscriba más en nosotros. El ministerio del nuevo pacto es el ministerio del
Espíritu.

Cuando alguien escribe en nosotros con en el Espíritu, la esencia divina se


imparte en nuestro ser. Esta esencia genera el proceso de metabolismo
espiritual en nosotros, y como resultado de este proceso, somos transformados
en la imagen del Señor.

TRANSFORMACIÓN INTERNA Y JUSTICIA EXTERNA

Hemos visto que ser transformados en la imagen del Señor de gloria en gloria
equivale a ser transformados del Espíritu al Espíritu. Si experimentamos esta
transformación interna, espontáneamente expresaremos la justicia en nuestro
aspecto externo. Entonces estaremos bien con Dios, con los demás y con
nosotros mismos. Pero muchas personas no están bien con Dios, con los demás
ni consigo mismas. A diario ofenden a Dios y a los que los rodean. Además, por
faltarles la esencia divina, no están bien con ellos mismos. Así que, necesitan el
ministerio que escribe la esencia divina en ellos. Interiormente, esta esencia
será el Espíritu que mora en ellos, y exteriormente, esta esencia será expresada
como su justicia.

Esta manera de entender 2 Corintios 3, particularmente el versículo 18, no es


meramente conforme a la doctrina, sino conforme a la experiencia. Por años he
procurado entender 3:18. Ahora, por la experiencia que tengo en el Señor, me
doy cuenta de que el Espíritu es la esencia del Dios que vive, se mueve y actúa
dentro de mí, y que la justicia es la esencia de Dios manifestada exteriormente
como la imagen de Dios para expresarlo a Él. Como resultado de tener al
Espíritu interiormente y la justicia como imagen de Dios exteriormente, llego a
estar bien con Dios, con los hombres, conmigo mismo y con tantos aspectos de
mi diario vivir. Cuando estamos bien en todo, tenemos paz, gozo, descanso y fe.
Éste es el fruto, el resultado, del ministerio del nuevo pacto.
ESTUDIO-VIDA DE 2 CORINTIOS

MENSAJE VEINTISÉIS

LA ESENCIA DEL MINISTERIO DEL NUEVO PACTO

(2)

Lectura bíblica: 2 Co. 3:3, 6-9, 18; 4:1a

EL MINISTERIO Y LOS MINISTERIOS

Hoy en día muchos cristianos hablan de distintos ministerios y de recibir toda


clase de ministerios. El tema del ministerio o de los ministerios no es sencillo.
Según 2 Corintios, existe un solo ministerio, el ministerio único. En 4:1 Pablo
dice: “Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que
hemos recibido, no nos desanimamos”. Por una parte, aquí Pablo dice
“nosotros”; por otra, él habla de “este ministerio”, y no de “estos ministerios”.
Según este versículo, son muchas las personas, pero el ministerio es uno solo.
Con todo, en 1 Corintios 12:5, Pablo habla de “diversidad de ministerios”.

¿Cómo puede haber un solo ministerio y al mismo tiempo muchos ministerios?


La respuesta es que en el Nuevo Testamento, Dios tiene una sola operación u
obra. Además, Él tiene un solo ministerio con que lleva a cabo Su única obra.
Todos los apóstoles, Pedro, Jacobo, Juan, Pablo, Timoteo, llevaron a cabo el
mismo ministerio. Pedro no llevó a cabo un ministerio, Pablo otro y Timoteo
otro diferente. Sin embargo, entre los predicadores, maestros y ministros de hoy
existe otra situación, a saber, ellos llevan a cabo distintas clases de ministerios.

La razón por la cual hay tantas denominaciones es que hay distintas clases de
ministerios. Los bautistas llevan a cabo el ministerio bautista para realizar la
obra bautista; los presbiterianos llevan a cabo otra clase de ministerio para
realizar la obra presbiteriana; y sucede lo mismo con respecto a los episcopales,
los luteranos y los metodistas. Todas estas denominaciones llevan a cabo
distintas clases de ministerios por el bien de sus propias obras. Según el Nuevo
Testamento, esta práctica no es correcta. El Nuevo Testamento revela que existe
un solo ministerio. Hoy en día las iglesias locales no llevan a cabo distintas
clases de ministerios para realizar muchas obras. Dios tiene una sola operación
u obra, la cual la lleva a cabo el único ministerio.

Ahora debemos ver lo que hace este ministerio único. El ministerio único del
Nuevo Testamento sirve a Cristo a las personas; inscribe en ellas a Cristo como
Espíritu que opera en nuestro ser interior y como justicia que llega a ser nuestra
expresión. Ésta es la función del ministerio único. Cuando prediquemos el
evangelio, debemos hacerlo de esta manera. Asimismo, cuando enseñemos la
Biblia, cuando edifiquemos a los santos o a las iglesias, debemos hacerlo de esta
manera. Todo lo que hagamos en la vida de iglesia, lo debemos llevar a cabo con
el fin de inscribir a Cristo en los santos. En cuanto a esto, no tenemos muchos
ministerios distintos.

El Nuevo Testamento indica claramente que el ministerio es uno solo, pero


habla también de distintos ministerios. Estos ministerios se refieren a varios
servicios que existen en la iglesia. Cuando 1 Corintios 12:5 habla de ministerios,
se refiere a los distintos servicios. En la vida de iglesia, los santos participan en
distintos servicios. Por ejemplo, algunos cuidan a los niños; ésta es una clase de
servicio. Algunos pastorean a los jóvenes o a los más débiles; ésta es otra clase
de servicio. Pero todos estos distintos servicios llevan a cabo el ministerio único,
el servicio único. Como hemos visto, la función del servicio único consiste en
ministrar a Cristo al pueblo escogido de Dios. ¿De qué manera debemos cuidar a
los niños? Debemos hacerlo de una manera que les ministre a Cristo. Asimismo,
¿cómo debemos pastorear a los jóvenes o a los más débiles? En el pastoreo,
debemos ministrar a Cristo a los demás. Aun cuando las hermanas se reúnan
para orar, todas deben ministrar a Cristo. Los numerosos servicios tienen un
solo objetivo, el cual es el servicio único, y los numerosos ministerios también
tienen un solo objetivo: el ministerio único.

Nosotros aceptamos todos los ministerios que llevan a cabo el ministerio único
con miras a cumplir la operación de Dios. Pero no podemos aceptar un
ministerio que procura establecer o cumplir algo distinto de la única operación
que Dios lleva a cabo. Por ejemplo, no podemos aceptar un ministerio cuya meta
sea establecer la denominación presbiteriana; tampoco podemos aceptar un
ministerio que procure llevar a cabo la obra bautista, luterana o episcopal. Estos
ministerios causan división; por tanto, no podemos aceptarlos. Los ministerios
que aceptamos son aquellos que tienen por meta el ministerio neotestamentario
único.

Si usted vuelve a leer el Nuevo Testamento, y específicamente las epístolas, con


esta comprensión acerca del ministerio y los ministerios, se dará cuenta de que
esta comprensión es acertada. Le aliento a estudiar las epístolas con esta
perspectiva, prestando especial atención a las palabras “ministerio” y
“ministerios”. Si emprenden un estudio así, verá que todos los distintos
ministerios o servicios tienen por objetivo llevar a cabo el único ministerio del
nuevo pacto.

Para que se lleve a cabo la economía neotestamentaria de Dios, el ministerio es


uno solo. Pero para realizar este ministerio único, especialmente en la vida de
iglesia, se necesitan muchos servicios, se necesitan diversos ministerios. Con
todo, quisiera volver a recalcar el hecho de que la meta de todos estos distintos
ministerios y servicios es llevar a cabo el ministerio único, el cual es el
ministerio del nuevo pacto. Este ministerio inscribe en los santos al Dios todo-
inclusivo, quien es el Espíritu que está en nosotros y la justicia como nuestra
expresión exterior.

UN MINISTERIO QUE INSCRIBE

Como señalamos en el mensaje anterior, el Espíritu y la justicia son los dos


aspectos de la esencia que se inscribe en nosotros mediante el ministerio del
nuevo pacto. El Espíritu vivo es el aspecto interior, y la justicia perfecta es el
aspecto exterior. La esencia del ministerio del nuevo pacto incluye los dos
aspectos del Espíritu y la justicia.

En las iglesias locales nuestro ministerio debe ser un ministerio que inscribe. No
debería simplemente enseñar. Si sólo enseñamos a los demás, no se inscribirá
en ellos la esencia divina. La enseñanza no requiere ninguna esencia; pero para
inscribir sí se requiere una esencia, así como para escribir con un bolígrafo se
necesita tinta. Si uno intenta escribir con un bolígrafo vacío, no habrá ninguna
palabra en la hoja de papel. Si queremos escribir, necesitamos tinta, la cual es la
esencia con que se escribe. Entonces, cuanto más escribamos, más palabras se
escribirán en la hoja. Asimismo, necesitamos la esencia divina si queremos
inscribirla en el ser de los santos.

El ministerio que inscribe es único, y la esencia utilizada para inscribir también


es única. Pedro no inscribió de una manera y con cierta esencia, y Pablo, de otra
manera y con otra clase de esencia. No, los apóstoles no estaban divididos, ni
causaban división; por el contrario, todos inscribían de la misma manera y con
la misma esencia. Pero hoy, los predicadores tienen distintas maneras de
inscribir, distintas clases de enseñanza. Como resultado de ello, cuanto más
enseñan y predican, más divisiones se producen. Por consiguiente, la
inscripción única debe realizarse con la esencia única.

EL DIOS TRIUNO PROCESADO ES


LA ESENCIA ÚNICA INSCRITA EN NOSOTROS

¿Cuál es la esencia única que se debe inscribir en los santos? Esta esencia es el
Dios Triuno como el Espíritu. El término “el Espíritu” según se emplea en el
Nuevo Testamento es muy significativo. “El Espíritu” alude al Dios Triuno que
pasó por un proceso para ser el Espíritu vivificante y todo-inclusivo.

En Génesis 1:2 leemos del Espíritu de Dios. En otras partes, el Antiguo


Testamento habla del Espíritu de Jehová. En el Nuevo Testamento, se usa la
expresión “el Espíritu Santo”. Luego, en Hechos 16:7, leemos del Espíritu de
Jesús; en Romanos 8:9, del Espíritu de Cristo; y en Filipenses 1:19, del Espíritu
de Jesucristo. En Romanos 8 se nos exhorta a andar en el Espíritu. En el Nuevo
Testamento, no se hace énfasis en andar en el Espíritu Santo ni en andar en el
Espíritu de Dios; más bien, se hace énfasis en andar en el Espíritu. Finalmente,
al final de la Biblia, en Apocalipsis 22:17, leemos del Espíritu y la novia. Por
tanto, la Biblia no concluye hablando del Espíritu de Dios, ni del Espíritu Santo,
sino del Espíritu. El Espíritu mencionado en Apocalipsis 22:17 es el Dios Triuno
procesado.

Estoy consciente de que hablar de un Dios procesado perturba la mente


religiosa. Recuerdo la primera vez que usé la palabra “procesado” con relación al
Dios Triuno en un mensaje. Después de dar el mensaje, me pregunté si no
habría sido demasiado audaz al decir que Dios se procesó. En ese mensaje
señalé que Dios hoy ya no es un Dios no procesado, que ya no es el Dios “crudo”;
hoy Dios es el Dios procesado. Pero después de considerar este asunto más
profundamente y de orar al respecto, sentí en lo profundo de mi ser, y creo que
ese sentir venía del Espíritu, que si no hubiera usado la palabra “procesado”, no
habría tenido ninguna otra palabra mejor. Me dije a mí mismo: “Si no usas las
palabras “crudo” y “procesado”, ¿cómo podrás dar mensajes que hablen de que
el Dios Triuno es tu disfrute? ¿Cómo podrás expresar la verdad acerca de las
etapas por las cuales pasó Dios para llegar a ser el Espíritu todo-inclusivo? ¿Eres
tímido o temes que se opongan a ti y te critiquen?” Así que, después de mucha
oración y consideración, sentí la confirmación para usar esta expresión. Nos
hemos enterado recientemente de que William Law y Andrew Murray usaron
también este término en sus escritos.

Aunque no se hallan algunos términos en la Biblia, sí existen los hechos que


justifican el uso de ciertas palabras para describirlos. Por ejemplo, la palabra
Trinidad no se encuentra en la Biblia. Sin embargo, la Biblia revela que la
existencia de la Trinidad es un hecho. Hay un solo Dios, pero Él es el Padre, el
Hijo y el Espíritu. ¿No es esto la Trinidad? Ciertamente lo es. En realidad, la
Trinidad no significa tres en uno, sino tres y uno. El adjetivo de la palabra
trinidad es triuno, compuesto de dos raíces latinas: tri, que significa tres, y
unus, que significa uno. Por tanto, la palabra triuno significa tres y uno, y no
tres en uno. Puesto que la Biblia revela que Dios es triuno, ¿qué tiene de malo
que empleemos la palabra “Trinidad” para hablar de Dios como el Padre, el Hijo
y el Espíritu? Necesitamos alguna palabra para expresar el hecho. En el mismo
principio, la Biblia no usa la palabra “procesado” con respecto al Dios Triuno.
No obstante, la Biblia revela el hecho de que Dios pasó por un proceso.

Mientras luchaba con respecto al uso de la palabra “procesado”, consideraba el


hecho de la encarnación de Cristo. Cristo, el Dios eterno, fue concebido en el
vientre de una virgen y nació en un pesebre en Belén. Luego vivió en la tierra
durante treinta y tres años y medio. Posteriormente, fue crucificado y puesto en
una tumba. Después de visitar el Hades, salió de allí en resurrección. Mientras
pensaba en todo esto, me dije: “Si esto no es un proceso, entonces ¿qué es?
Puesto que es un proceso, tienes que atreverte a usar esta palabra en tus
mensajes”.

¿Qué tiene de malo decir que hoy Dios es el Dios procesado, que Él ha dejado de
ser el Dios no procesado, el Dios “crudo”? Si usted pesca un pescado y lo trae a
casa, ese pescado está crudo. Pero después de cocinarlo y servirlo en la mesa,
deja de ser un pescado crudo. Ahora es un pescado procesado. Nuestro Dios ha
dejado de ser un Dios crudo. En Génesis 1, Él era el Dios crudo. De hecho, en
todo el Antiguo Testamento, Él fue un Dios crudo; todavía no había sido
“cocinado”; todavía no había sido procesado por medio de la encarnación, el
vivir humano, la crucifixión y la resurrección.

La encarnación de Cristo forma parte de Su proceso. El hecho de que fue


concebido en el vientre de María y que nació en Belén son aspectos de este
proceso. Por nueve meses, el Señor Jesús estuvo en el vientre de una virgen, lo
cual fue un proceso. Luego, Él vivió en la tierra durante treinta y tres años y
medio, fue crucificado, estando en la cruz durante seis horas, y luego estuvo en
la tumba durante tres días. ¿No es todo esto un proceso? Algunos dirán que la
encarnación del Señor, Su vivir humano, Su crucifixión y Su resurrección fueron
simplemente procedimientos, pero no un proceso. Según esta comprensión, la
encarnación fue un procedimiento a través del cual Dios se hizo hombre, y la
crucifixión fue un procedimiento por medio del cual nuestro Redentor murió
por nuestros pecados. Pero aun si cambian la palabra “proceso” por
“procedimiento”, los hechos permanecen igual. Además, este procedimiento, si
lo llaman así, es en efecto un proceso.

EL ESPÍRITU Y LA NOVIA

En el Nuevo Testamento, el Espíritu alude al Dios Triuno procesado. En


realidad, el Espíritu es la máxima expresión del Dios Triuno procesado. Hemos
visto que Apocalipsis 22:17 dice: “Y el Espíritu y la novia dicen: Ven”. No hay
expresión en el lenguaje humano que supere ésta. El Espíritu es la máxima
expresión del Dios Triuno procesado, y la novia es la máxima expresión del
hombre tripartito transformado. Para la época de Apocalipsis 22:17, el Dios
Triuno procesado y el hombre tripartito transformado se han casado y han
llegado a ser una pareja universal. Esto significa que el Dios Triuno procesado y
el hombre tripartito transformado llegan a ser uno. ¡Qué boda será aquella! Será
la boda más grandiosa del universo, y todos estamos invitados a participar en
ella.
El Espíritu, quien es el Dios Triuno procesado, es la esencia que se inscribe en
nuestro ser. Puesto que esta esencia se ha inscrito dentro de nosotros, no
podemos ser los mismos. En nosotros se está llevando a cabo una
transformación. Quizás aun mientras ha estado leyendo este mensaje, algo de la
esencia divina se ha inscrito en usted. Tal vez no recuerde los puntos del
mensaje, pero lo que se ha inscrito en usted de la esencia divina no se borrará
jamás.

La esencia divina que se ha inscrito en nosotros a través de los años que hemos
estado en las iglesias locales, tendrá una expresión particular, y esta expresión
es la justicia. Cuando experimentamos la justicia como expresión de la esencia
que se ha inscrito en nosotros, estamos bien con Dios, con otros y con todo lo
relacionado con nuestra vida diaria. Esto significa que el Dios que mora en
nosotros llega a ser nuestra justicia, la cual a su vez llega a ser nuestra
apariencia, nuestra expresión. Esta expresión es la imagen de Dios. Este
Espíritu y esta justicia son la esencia del ministerio del nuevo pacto.
ESTUDIO-VIDA DE 2 CORINTIOS

MENSAJE VEINTISIETE

EL MINISTERIO DEL ESPÍRITU


COMO PROVISIÓN DE VIDA
Y DE LA JUSTICIA
COMO EXPRESIÓN DE DIOS

(1)

Lectura bíblica: 2 Co. 3:8-9, 18; 5:21; Col. 3:10; 1 Co. 1:30; 15:34; Ro.
8:2, 4; 14:17; Fil. 1:19; 3:9; Ap. 19:7-8; Ef. 4:24; Mt. 5:6, 10, 20

El ministerio del nuevo pacto es un tema muy importante, pues abarca todo el
Nuevo Testamento, el cual se compone de veintisiete libros. En los mensajes
anteriores hemos visto, del capítulo tres de 2 Corintios, que en la era del
Antiguo Testamento había un solo ministerio, un ministerio que en 2 Corintios
3 se le llama el ministerio de muerte y de condenación. Con todo, los cristianos a
menudo consideran que en el Antiguo Testamento había tres clases de
ministerios: el ministerio de los sacerdotes, el ministerio de los reyes y el
ministerio de los profetas. Los cristianos sostienen este concepto porque el
Antiguo Testamento habla de tres clases de personas: los sacerdotes, los reyes y
los profetas. Puesto que estas tres clases de personas se mencionan en el
Antiguo Testamento, muchos estudiantes y maestros de la Biblia piensan que en
el Antiguo Testamento había tres clases de ministerios.

Pablo consideraba todo el Antiguo Testamento como la ley. En 1 Corintios 14:21,


él dice: “En la ley está escrito: „Por medio de hombres de otras lenguas y con los
labios de otros hablaré a este pueblo; y ni aun así me oirán, dice el Señor‟”. En
este versículo, Pablo cita un pasaje del libro de Isaías. Aunque Isaías era un
profeta, Pablo considera el libro de Isaías la ley. Esto indica que los libros de los
profetas también eran considerados parte de la ley. De hecho, a todo el Antiguo
Testamento se le consideraba la ley. Esto comprueba que en los tiempos del
Antiguo Testamento había un solo ministerio, el cual era el ministerio del
antiguo pacto, el ministerio de muerte y de condenación.

EL MINISTERIO ÚNICO DEL NUEVO TESTAMENTO

En el Nuevo Testamento también existe un solo ministerio. Los doce apóstoles


tenían este ministerio único. Después de que Judas traicionara al Señor y se
suicidara, Pedro se levantó y dijo que Judas había sido contado con ellos y que
se le había asignado “una porción de este ministerio” (Hch. 1:17). Luego,
pidieron al Señor que les mostrara a quién había escogido Él para que tomara
“parte de este ministerio y apostolado” (v. 25). Esto indica que todos los
apóstoles tenían un solo ministerio. No era cuestión de que Pedro tenía un
ministerio, que Juan tenía otro, y que Jacobo, otro. Si ése hubiera sido el caso,
los doce apóstoles habrían tenido doce ministerios distintos. Pero no, ellos
tenían un solo ministerio, el ministerio único. Posteriormente, el Señor levantó
más apóstoles, el más prominente de los cuales era Pablo. Pablo y sus
colaboradores también tenían el mismo ministerio, el ministerio único del
nuevo pacto. Por tanto, en el Nuevo Testamento hay muchos apóstoles, pero un
solo ministerio. Este ministerio del nuevo pacto es un ministerio del Espíritu y
de la justicia.

A lo largo de los siglos, ha habido solamente dos ministerios: el ministerio del


antiguo pacto y el ministerio del nuevo pacto. Sin embargo, entre los cristianos
de hoy existen muchos ministerios distintos. La razón por la cual los cristianos
se han dividido en grupos y en denominaciones es que han inventado muchas
clases de ministerios. Cada denominación tiene su propio ministerio. Los
episcopales tienen un ministerio episcopal, los metodistas tienen el ministerio
metodista, y los bautistas, los presbiterianos y los pentecostales tienen sus
propios ministerios.

En la actualidad hay quienes dicen ser de mentalidad abierta y por eso quieren
aceptar todas las distintas clases de ministerios para demostrar que no son
estrechos, sectarios ni facciosos. Quieren ser todo-inclusivos y recibir los
ministerios del catolicismo, de la iglesia ortodoxa griega, de las denominaciones
protestantes y de todos los grupos independientes. Esto queda en contraste con
el ministerio del nuevo pacto, el cual es uno solo. El ministerio del nuevo pacto
es único en naturaleza, esencia, función y propósito.

¿En qué clase de ministerio estamos? Específicamente, ¿qué clase de ministerio


tiene usted? Ciertamente ninguno de nosotros diría que estamos en el
ministerio de muerte y condenación del antiguo pacto. Pero, ¿está usted en el
ministerio del catolicismo?, ¿de la ortodoxia griega?, ¿de alguna denominación
protestante?

Los que tienen el ministerio bautista ciertamente recalcarán el bautismo por


inmersión. Los que están en el ministerio episcopal ciertamente estarán a favor
de un gobierno de obispos. Asimismo, los que tienen el ministerio presbiteriano
estarán a favor de una administración regida por los presbíteros. Los que están
en estas denominaciones practican estos ministerios. Además, estas
denominaciones se han establecido para llevar a cabo dichos ministerios. Los
pentecostales también tienen su propia clase de ministerio, el cual recalca el
hablar en lenguas, la sanidad y los milagros. Pero ninguno de estos ministerios
es el ministerio único del nuevo pacto. El ministerio del nuevo pacto, ¿es un
ministerio de bautismo por inmersión?, ¿un ministerio de obispos, de
presbíteros o de hablar en lenguas? Sin lugar a dudas, la respuesta a estas
preguntas es no. El ministerio del nuevo pacto es un ministerio totalmente del
Espíritu y de la justicia. Éste es el ministerio único en el Nuevo Testamento.

Cuando decimos que el ministerio del nuevo pacto es único, no queremos decir
que es el ministerio de una sola persona. Por ejemplo, es una infamia acusarme
de afirmar que el ministerio único hoy en día es el ministerio de Witness Lee.
Nosotros no decimos eso, ni tampoco lo insinuamos. Cuando hablamos de un
solo ministerio, del ministerio del nuevo pacto, nos referimos al ministerio del
Espíritu y de la justicia. Quien ministre el Espíritu y la justicia a los demás
participa en el ministerio único, sea quien sea esa persona. Pedro, Juan, Jacobo,
Pablo, Timoteo, Tito, Apolos, todos tenían el ministerio único. Los ministros son
muchos, pero el ministerio es uno solo. Si usted ministra al Espíritu y la justicia
a los demás, usted participa en este ministerio único.

En varias ocasiones se me ha preguntado algo así: “Hermano Lee, usted afirma


que el ministerio es único, lo cual significa que existe un solo ministerio.
Cuando usted dice que hay un solo ministerio, que el ministerio es único,
¿quiere usted decir que su ministerio es ese ministerio único?” Algunas
personas que me preguntan eso quizás piensen que yo me considero un José
Smith, el fundador del mormonismo. Siempre contesto esta pregunta de esta
manera: “No, definitivamente no quiero decir que mi ministerio sea el
ministerio único”.

Otros preguntan si aceptamos todos los ministerios. La respuesta es que no


aceptamos todas las distintas clases de ministerios. Entonces, algunos tal vez
digan: “Por una parte, usted dice que su ministerio no es el ministerio único;
por otra parte, no acepta todos los ministerios. Entonces ¿qué practica usted en
cuanto al ministerio?” Debido a que los que hacen esta pregunta tal vez carecen
de conocimiento y se encuentren también bajo el efecto embotador de los
conceptos tradicionales, no es fácil explicarles este asunto. A veces me digo a mí
mismo: “Yo simplemente soy lo que soy, pero ustedes han sido embotados y no
entienden lo que dice el Nuevo Testamento acerca del ministerio”. El ministerio
del nuevo pacto es único; es el ministerio del Espíritu y de la justicia. Aunque no
aceptamos todas las distintas clases de ministerios, sí aceptamos el ministerio
de cualquiera que verdaderamente ministre al Espíritu y la justicia.

Lo que estoy diciendo en este mensaje acerca del ministerio es algo nuevo y
también antiguo. Es antiguo porque ha existido por casi dos mil años; por otra
parte, es algo nuevo porque es un asunto que se perdió y que ha sido recobrado.
Agradecemos al Señor porque ha recobrado la verdad acerca del ministerio. Le
damos gracias por mostrarnos en 2 Corintios 3 que en la Biblia existen dos
ministerios: el ministerio del antiguo pacto, el cual es el ministerio de muerte y
condenación, y el ministerio del nuevo pacto, el cual es el ministerio del Espíritu
y de la justicia.

Como cristiano, o como uno que cree tener cierta clase de ministerio, ¿qué clase
de ministerio tiene usted? Si no está en el ministerio del nuevo pacto, es decir,
en el ministerio que ministra a Cristo como el Espíritu vivificante y como la
justicia a otros, usted debe decirnos qué clase de ministerio tiene. ¿En qué
ministerio está? Si no está en el ministerio del Espíritu y de la justicia, ni en el
ministerio de muerte y de condenación, ¿en qué ministerio está? Algunos dirán
que tienen el ministerio de la predicación del evangelio. Esta respuesta no es
correcta. Usted debiera afirmar que su ministerio de predicación del evangelio
forma parte del único ministerio del nuevo pacto, en el cual usted le ministra a
otros a Cristo como el Espíritu y la justicia. Es mejor no decir que tenemos el
ministerio de la predicación del evangelio; más bien, debemos decir que nuestra
predicación del evangelio forma parte del único ministerio del nuevo pacto.

EL ESPÍRITU COMO SUMINISTRO DE VIDA

Algunos cristianos ven el ministerio del Espíritu principalmente como un


ministerio del Espíritu como poder. Ellos esperan que si hablan en el poder del
Espíritu, mucha gente será ganada para el Señor. Pero el ministerio del Espíritu
en 2 Corintios 3 es un ministerio del Espíritu como vida y como suministro de
vida. Mi base para decir esto se encuentra en el versículo 6, donde Pablo declara
que Dios “nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, ministros no de la
letra, sino del Espíritu; porque la letra mata, mas el Espíritu vivifica”. Aquí
Pablo no dice que el Espíritu dé poder, realice milagros o imparta dones, sino
que el Espíritu da vida. También en otros versículos de este capítulo, el Espíritu
está relacionado con la vida, y no con el poder, los dones, ni los milagros.

Esta comprensión de que el Espíritu es un suministro de vida la confirma Pablo


cuando dice en Filipenses 1:19: “Porque sé que por vuestra petición y la
abundante suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mí
salvación”. En este versículo Pablo no habla del poder abundante del Espíritu ni
de Su capacidad abundante, sino de la abundante suministración del Espíritu.

Recalco este punto porque muchos cristianos tienen un concepto erróneo acerca
del Espíritu y piensan que el Espíritu es principalmente una fuente de poder, de
capacidad o de impacto. Por ejemplo, algunos grupos recalcan lo que
comúnmente llaman “caer al suelo por poder del Espíritu Santo”. Había una
mujer que era bien conocida por esta práctica. ¿Acaso es éste el Espíritu que es
el suministro de vida? Por supuesto que no.
En 1962, al poco tiempo de empezar a ministrar en este país, me invitaron a
hablar a un grupo de cristianos en San Diego. Algunos de los que estuvieron allí
me alentaron a ir a cierta ciudad de Texas donde supuestamente ocurrían
muchos milagros. Algunos aseguraban que, de forma milagrosa, a una persona
se le había rellenado los dientes con oro, y que algunas personas que asistieron a
la reunión incluso olieron el oro. Sin embargo, cuando les hice algunas
preguntas al respecto, no pudieron confirmar ese informe. Además, les dije que
si tal cosa había sucedido, lo habrían publicado en los periódicos. Les dije
también que si nuestro Dios deseaba rellenar nuestros dientes, ¿por qué no los
restauraba a su condición normal en lugar de usar oro? Ciertamente nuestro
Dios jamás sanaría los dientes de una persona llenándolos de oro. No presten
atención a esos falsos informes.

En 2 Corintios Pablo no habla de dones ni de milagros, pero sí habla de que el


Espíritu da vida. En 1 Corintios Pablo menciona el hablar en lenguas, por
ejemplo, con la intención de limitar esta práctica en las reuniones de la iglesia.
Pero en 2 Corintios él ni siquiera menciona el hablar en lenguas. Este libro hace
hincapié en que el Espíritu es el suministro de vida. El ministerio del nuevo
pacto tiene que ver con el Espíritu como suministro interno y con la justicia
como expresión externa de Dios.

EL MINISTERIO DE LA JUSTICIA

En 2 Corintios 3:8 Pablo habla del ministerio del Espíritu, y en el versículo 9,


del ministerio de la justicia. Tal vez entendamos lo que es el ministerio del
Espíritu, pero, ¿qué es el ministerio de la justicia? ¿Sabe usted lo que quiere
decir Pablo con eso? Hace muchos años, no entendía lo que Pablo quería decir
cuando hablaba del ministerio de la justicia. Pensaba que al hablar del
ministerio de la justicia se refería al ministerio de la justificación, porque en este
capítulo parece haber una comparación entre la condenación y la justificación,
la cual es lo opuesto a la condenación. Pero en lugar de hablar de la
justificación, Pablo habla aquí de la justicia. Si él hubiera dicho que el ministerio
del nuevo pacto era un ministerio de justificación, sería fácil entender lo que
quería decir. Inmediatamente sabríamos que el ministerio de la ley consistía en
condenar, o sea, que era un ministerio de condenación, pero que el ministerio
del nuevo pacto consiste en justificar a la gente, o sea, que es un ministerio de
justificación. Puesto que en el tercer capítulo de 2 Corintios Pablo declara que el
ministerio del nuevo pacto es el ministerio de la justicia, y no el ministerio de la
justificación, debemos hacer lo posible por entender lo que quería decir con
esto. Ciertamente es muy significativo que el ministerio del nuevo pacto sea el
ministerio del Espíritu y de la justicia.
Si queremos entender lo que es el ministerio de la justicia, primero debemos
entender debidamente qué es la justicia. La justicia tiene que ver con estar bien
con los demás. Cuando permitimos que el Espíritu viva, se mueva y actúe dentro
de nosotros de una manera real y sustancial, automáticamente estamos bien con
Dios, con otros y con nosotros mismos. Esta comprensión de lo que es la justicia
es correcta, mas no es completa. Así que, debemos ver algo más acerca de la
justicia.

VOLVER A LA SOBRIEDAD, COMO ES JUSTO

En 1 Corintios 15:34 Pablo dice: “Volved a la sobriedad, como es justo, y no


pequéis; porque algunos de vosotros no conocen a Dios”. En este versículo,
volver a la sobriedad equivale a despertar del aturdimiento de la embriaguez, es
decir, dejar de embriagarse, como es justo. Todo aquel que duerme
espiritualmente, no está bien con Dios, con otros, consigo mismo ni con la
iglesia. Este versículo tiene por contexto lo que dice Pablo acerca de la
resurrección. Afirmar que no hay resurrección ofende a Dios y a los hombres, y
constituye un pecado. Por tanto, el apóstol aconsejó a los desviados corintios
que despertaran de ese pecado y volvieran a la sobriedad, para que restauraran
su relación con Dios y con los hombres. Ellos estaban ebrios injustamente,
estaban en el estupor de la herejía de que no había resurrección. Por eso,
necesitaban salir de ese estupor.

Aceptar la idea herética de que no hay resurrección equivale a dejarse drogar, a


caer en una condición de aturdimiento. Esto significa también caer en un sueño.
Los que se encuentran bajo tal estupor, hablan de manera insensata con
respecto a la resurrección y, como resultado, no están bien con Dios, con la
iglesia ni con ellos mismos. Por el contrario, ofenden a Dios, a la iglesia y aun a
miembros de su propia familia. Los que están embotados de esta manera a
menudo causan problemas sin darse cuenta de ello. Por tanto, Pablo exhorta a
los corintios a que despierten y vuelvan a la sobriedad como es justo.

¿Qué significa volver a la sobriedad como es justo? Significa volver a la


sobriedad de tal manera que estemos bien con Dios, con los demás y con
nosotros mismos. Un creyente sobrio, como es justo, estará bien con su esposa,
con sus hijos, con sus vecinos, con todos los santos, con la iglesia y también
consigo mismo. Los que no estén bien en todos estos aspectos están en cierto
estupor.
EXPERIMENTAR EL MINISTERIO DEL ESPÍRITU
EN LA VIDA DE IGLESIA

Sin el ministerio del nuevo pacto, no tendríamos al Espíritu ni la justicia. Antes


de entrar en la vida de iglesia y de recibir el ministerio en el recobro del Señor,
¿cuánto experimentó usted al Espíritu como suministro de vida? Por supuesto,
como persona salva, en su interior ya moraba el Espíritu, pero probablemente
usted no estaba muy consciente de que el Espíritu vivía, era activo, real y
sustancial en usted. Muchos de nosotros podemos testificar que después de
entrar en la vida de iglesia, empezamos a darnos cuenta de que hay algo en
nosotros que está vivo, que es real y sustancial. Nos referimos al Espíritu que
está operando en nuestro ser, haciéndonos gozosos, pacíficos y tranquilos. Éste
es el Espíritu de vida, el cual, como suministro de vida, nos es impartido por el
ministerio en el recobro del Señor.

Antes de que usted experimentara al Espíritu de esta manera, tal vez le era muy
fácil discutir con su cónyuge. Pero si usted experimenta al Espíritu como su
suministro de vida, algo en su interior le restringirá cuando quiera discutir. Por
ejemplo, es posible que una hermana se sienta tentada a culpar a su marido,
pero en lo profundo de su ser, se da cuenta de que debe ir a su cuarto y orar.
Esta experiencia proviene del Espíritu como suministro de vida, impartido en
nosotros mediante el ministerio del nuevo pacto.

Quizás en una reunión de la iglesia no se diga ni una sola palabra acerca de que
el Espíritu es el suministro de vida. Y tal vez usted no esté consciente de que le
está siendo impartido el Espíritu. Sin embargo, aun cuando no se diga nada al
respecto, es un hecho que en la reunión a usted le es impartido el Espíritu. Hay
un ministerio en el recobro que inscribe al Dios Triuno procesado, como
Espíritu vivificante, en nuestro ser.

En las reuniones de la iglesia a menudo recibimos la suministración del Espíritu


sin estar conscientes de ello. Puedo testificar que muchas veces he vuelto a casa
después de una reunión sintiéndome algo descontento. Parecía que estaba
molesto con todos y con todo. No obstante, algo dentro de mí operaba y vivía.
Era el Espíritu vivificante que había experimentado en la reunión. Aun cuando
estamos molestos o descontentos, este Espíritu opera en nosotros. Si nos
volvemos al Señor y le decimos, “Señor”, nuestra infelicidad y nuestro enojo
serán absorbidos. Esto lo lleva a cabo el Espíritu vivificante que fue ministrado a
nosotros sin que nos diéramos cuenta.

Puesto que en las reuniones de la iglesia recibo la suministración del Espíritu


vivificante, muy rara vez me pierdo una reunión. A mí no me interesa quién
hable en determinada reunión, porque mi único deseo es estar en la reunión y
recibir el suministro. Específicamente, disfruto la reunión de oración de la
iglesia en Anaheim. Durante esa reunión, el Espíritu se me infunde y me satura.
Después de unos momentos, todo me parece que es de oro y tengo la sensación
de que el árbol de la vida crece dentro de mí y que el río de vida fluye en mi
interior. Aunque no se dé ningún mensaje ni se den palabras de aliento, el
Espíritu vivificante es impartido en mi ser. Muchos de entre nosotros podemos
dar testimonio de esta experiencia.

LLEGAMOS A SER JUSTOS

Llegamos a ser justos como resultado de experimentar al Espíritu viviendo y


operando en nosotros. Espontáneamente nuestro ser interior llega a ser
transparente y resplandeciente como cristal, y nosotros llegamos a conocer el
corazón de Dios. Inmediatamente, sin esfuerzos, conocemos la mente del Señor
y poseemos un entendimiento con respecto a Su voluntad y obra. Entonces, lo
que hacemos concuerda con la mente y la voluntad del Señor. Esto es la justicia.

Muchos cristianos tienen el concepto de que cuando hacemos algo malo, no


estamos bien con Dios. Este concepto de lo que es la justicia es demasiado
superficial, pues aun cuando no hagamos nada malo, es posible que no estemos
bien con Dios, porque nuestro ser quizás no esté en conformidad con la mente y
con la voluntad del Señor. Aparentemente, no hemos hecho nada malo; sin
embargo, es posible que todo nuestro ser esté lejos de estar bien con Dios. Tal
vez nuestro ser no concuerde con la mente del Señor, y lo que hacemos quizás
no sea Su voluntad. Mientras no hagamos la voluntad de Dios, no estaremos
bien; más bien, estaremos desperdiciando nuestras vidas y todo lo que el Señor
nos ha dado.

Supongamos que un joven que está en la escuela no hace nada malo, pero
apenas estudia como debe. Además, cuando está en clase, su mente está
distraída. Aunque tal vez no haga nada malo, él es peor que los demás
estudiantes. Exteriormente, él quizás no esté mal, pero interiormente, todo su
ser está mal. En el mismo principio, exteriormente muchos santos no actúan
mal en nada, pero de hecho, no están en la voluntad del Señor. Esta
comprensión en cuanto a estar bien con Dios no es según la doctrina; más bien,
concuerda con la experiencia.

Si el Espíritu vivificante se infunde en usted y lo satura, su ser interior se volverá


transparente. Entonces usted sabrá lo que hay en la mente del Señor. También
entenderá la voluntad del Señor y espontáneamente, andará en Su voluntad y la
llevará a cabo. Como resultado, usted llegará a estar bien con Él. Además, sabrá
cómo debe actuar para con otros y aun cómo debe administrar sus posesiones
materiales. Entonces llegará a ser una persona justa, una persona que está bien
en cosas pequeñas así como en cosas grandes, una persona que tiene una
relación correcta con Dios, con los demás y consigo misma. Ésta es una persona
que expresa a Dios, pues su justicia es la imagen de Dios, Dios expresado.

ESTUDIO-VIDA DE 2 CORINTIOS

MENSAJE VEINTIOCHO

EL MINISTERIO DEL ESPÍRITU


COMO PROVISIÓN DE VIDA
Y DE LA JUSTICIA
COMO EXPRESIÓN DE DIOS

(2)

Lectura bíblica: 2 Co. 3:8-9, 18; 5:21; Col. 3:10; 1 Co. 1:30; 15:34; Ro.
8:2, 4; 14:17; Fil. 1:19; 3:9; Ap. 19:7-8; Ef. 4:24; Mt. 5:6, 10, 20

Debemos saber la definición correcta de la palabra “justicia”. Los incrédulos,


por supuesto, no conocen el significado bíblico de esta palabra; sin embargo,
hay muchos creyentes de Cristo que tampoco lo conocen. Hablando con
propiedad, en la Biblia la palabra “justicia” alude a la expresión de la imagen de
Dios. Esto significa que, según la Biblia, la justicia es Dios expresado.

LA VIVA EXPRESIÓN DE DIOS

¿Cómo podemos afirmar que en la Biblia la justicia alude a la expresión de Dios?


Para contestar esta pregunta, debemos ver que en la Palabra, la justicia se
refiere primero al hecho de cumplir la ley. Si guardamos la ley y la cumplimos,
somos justos, o sea, tenemos justicia. Pero si quebrantamos la ley, o si
ofendemos a otros al quebrantar la ley, no somos justos, o sea, no tenemos
justicia. Por tanto, en la Biblia el primer significado de la palabra “justicia” es
que la justicia equivale al cumplimiento de la ley.

La ley denota los Diez Mandamientos. Pero, ¿cuál es el significado de los Diez
Mandamientos? El Antiguo Testamento indica claramente que los Diez
Mandamientos son el testimonio de Dios. El arca era llamada el arca del
testimonio (Ex. 25:16), y el tabernáculo, el tabernáculo del testimonio (Ex.
38:21). Este testimonio se refiere a la ley; la ley, por lo tanto, es el testimonio de
Dios.

Como testimonio de Dios, los Diez Mandamientos eran un retrato de Dios, una
descripción de Él. Esto significa que la ley es una clara descripción, definición y
explicación de Dios en el sentido de que revela qué clase de Dios es nuestro
Dios.
Si usted estudia los Diez Mandamientos, verá que nuestro Dios es santo. Él no
es común; Él está separado [de lo común] y es diferente de todo lo demás. Por
consiguiente, uno de los mandamientos declara que debemos tener un solo Dios
y que no debemos hacernos ninguna imagen ni adorar ídolos. Además, no
debemos tomar el nombre del Señor en vano, y debemos reconocer que el
sábado es un día para recordar a Dios como el Creador único.

Al estudiar detenidamente los primeros cuatro mandamientos, vemos que ellos


indican que Dios es celoso. Él es celoso porque Él es santo y único. La Biblia usa
la relación matrimonial para mostrar cuán especial es Dios. Así como una
esposa tiene un solo marido, nosotros también, como pueblo de Dios, no
debemos tener ningún otro Dios. Dios es nuestro único marido, y no debemos
tener otro marido aparte de Él. Así como el esposo de una mujer está separado
de todos los demás hombres, y por ende, no es común, también Dios está
separado de todo lo demás y no es común. Esto significa que nuestro Dios es
santo.

Si leemos los últimos seis mandamientos, veremos que Dios es justo. Él es un


Dios recto, un Dios de equidad. Además, Él es un Dios de amor y de luz. Por
consiguiente, según la descripción de Dios contenida en los Diez Mandamientos,
Dios es santo y justo, y Él es un Dios de amor y de luz. Éste es nuestro Dios.

Los últimos seis mandamientos revelan claramente que Dios es justo y que Él es
un Dios de amor y de luz. Honrar a nuestros padres ciertamente es justo. Es
justo no matar, no cometer fornicación, no robar, no dar falso testimonio, ni
codiciar. Si cumplimos estos mandamientos, seremos justos para con los demás
en la sociedad. Además, el cumplimiento de estos seis mandamientos supone el
amor. Sin lugar a dudas, una persona que mata no tiene amor. Si usted amara a
los demás, no cometería fornicación, no robaría ni daría falso testimonio;
tampoco codiciaría las posesiones ajenas. Por tanto, los Diez Mandamientos
presentan a un Dios que es santo y justo y que está lleno de amor y de luz.

Si guardamos los Diez Mandamientos, tenemos justicia, y esta justicia es la


expresión de Dios, es decir, la imagen de Dios. Por tanto, según el significado
bíblico, la justicia consiste en guardar la ley de manera que presente a los demás
una imagen, una expresión, de Dios. De esta manera damos a conocer la clase
de Dios que adoramos. Si somos justos, llenos de justicia, esta justicia llega a ser
la expresión del Dios que adoramos y servimos.

Supongamos que alguien afirma ser de Dios y dice que adora a Dios y le sirve,
pero esta persona roba, miente y codicia. Esto hará que los demás digan que
ellos jamás creerían en el Dios de ese hombre. Esta persona causa que otros
tengan una impresión equivocada de quién es Dios. Pero supongamos que
adoramos a Dios, le servimos y afirmamos ser de Él. Supongamos que además
llevamos una vida santa, separada para Dios, y una vida justa y llena de amor y
de luz, una vida que toma en cuenta a los demás. Honramos a nuestros padres,
no robamos, no damos falso testimonio ni codiciamos. En otras palabras,
servimos a Dios y adoramos a Dios y también somos justos. Como resultado de
esto, tenemos la expresión, la imagen, de Dios. Entonces los que están a nuestro
alrededor se darán cuenta de que ciertamente nuestro Dios es el Dios verdadero,
y tendrán el deseo de aceptar a este Dios como su Dios.

Cristo, nuestro precioso Redentor, mora ahora dentro de nosotros como


Espíritu vivificante para ser nuestra vida y suministro de vida. Ahora tenemos
una maravillosa motivación y suministración en nosotros. Como Espíritu, Cristo
nos suministra, nos motiva y aun nos sostiene todo el día. Si vivimos por Él y lo
expresamos, nuestro vivir manifestará una justicia genuina. Esta justicia es la
imagen viva, la expresión viva, de Dios. Ésta es la razón por la cual decimos que
el Espíritu está dentro de nosotros como vida y que la justicia es la expresión
externa.

El propósito del ministerio del nuevo pacto es ministrar a los santos el Espíritu
vivificante y la justicia. Tanto el Espíritu vivificante como la justicia son en
realidad Cristo mismo. El Cristo que vive en nosotros es el Espíritu vivificante, y
el Cristo que se expresa por medio de nosotros es la justicia, la cual es la imagen
de Dios. ¡Cuán maravilloso es esto!

En 3:8 y 9 Pablo habla primeramente del Espíritu y luego de la justicia. En el


versículo 8 declara: “¿Cómo no con mayor razón estará en gloria el ministerio
del Espíritu?” Aquí leemos del ministerio del Espíritu. En el versículo 9 Pablo
añade: “Porque si el ministerio de condenación [vino en] gloria, mucho más
abunda en gloria el ministerio de la justicia”. Aquí tenemos el ministerio de la
justicia. Por esta razón decimos que el ministerio del nuevo pacto es un
ministerio del Espíritu y de la justicia.

UN MINISTERIO QUE REDUNDA


EN QUE SE EXPRESE LA IMAGEN DEL SEÑOR

En 3:18 Pablo usa una palabra que es sinónima de justicia en 3:9. Esta palabra
es imagen. En 3:18, Pablo dice: “Mas, nosotros todos, a cara descubierta
mirando y reflejando como un espejo la gloria del Señor, somos transformados
de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Señor Espíritu”. A medida
que miramos y reflejamos al Señor, somos transformados en Su imagen, y esta
imagen es sinónima de la justicia que se menciona en el versículo 9. Por tanto, el
ministerio de la justicia es un ministerio que redunda en que se exprese la
imagen del Señor.
¿Cómo podemos obtener esta imagen? ¿Cómo podemos tener una justicia viva
que sea la imagen del Señor? Podemos tener esta imagen, esta justicia,
solamente por medio del Espíritu. Según el versículo 18, somos transformados
en la imagen del Señor, de gloria en gloria, como por el Espíritu. Esto significa
que la fuente y la sustancia de esta imagen, de esta justicia, es el Espíritu. El
Espíritu, que mora dentro de nosotros, es el factor que produce la imagen de
Dios, la justicia de Dios como expresión Suya.

EL ESPÍRITU, LA JUSTICIA Y LA IMAGEN

No llegué a entender así al Espíritu, la justicia y la imagen meramente


estudiando. Además de los muchos años de estudio, he tenido muchos años de
experiencia. Por experiencia empecé a darme cuenta de que cuando el Espíritu
vivificante se infunde en mí, me lleva a tener espontáneamente un vivir que es
justo en todos los sentidos. Hago la voluntad de Dios, no ofendo a los demás, y
no me conduzco injustamente con ellos. Cuando soy saturado del Espíritu, mi
vivir se convierte en la expresión del Cristo que mora en mí. El Cristo que mora
en mí y que expreso en mi vivir es la justicia como expresión de Dios, y esta
expresión es la imagen de Dios.

Esta comprensión, a saber, que la justicia es la propia imagen de Dios, es


confirmada por Efesios 4:24 y Colosenses 3:10. Efesios 4:24 dice: “Y os vistáis
del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la realidad”.
Aquí Pablo habla de la justicia en relación con el nuevo hombre. En Colosenses
3:10, él declara: “Y vestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo
creó se va renovando hasta el conocimiento pleno”. Si comparamos estos
versículos, vemos que el nuevo hombre es creado a la imagen de Dios y que en
esta imagen está la justicia. Con estos versículos nos damos cuenta de que la
justicia viva es la imagen de Dios, la expresión de Dios. Esta imagen, esta
expresión, es Cristo como Espíritu vivificante, a quien expresamos en nuestro
vivir.

¿Sabe usted lo que es el ministerio del nuevo pacto? ¿Es éste un ministerio o
servicio que enseña a otros a hablar en lenguas o que les instruye a bautizarse de
cierto modo? No; en todo aspecto y en todo sentido el ministerio del nuevo
pacto imparte en nosotros a Cristo como Espíritu vivificante. Entonces, este
Espíritu vivificante llega a ser una abundante suministración en nosotros.
Simultáneamente, el ministerio del nuevo pacto nos presenta a Cristo como la
justicia, como la viva imagen de Dios, para que seamos Su expresión.
HALLADOS EN CRISTO

Sabemos por el libro de Filipenses que el anhelo de Pablo era ser hallado en
Cristo. En Filipenses 3:9 Pablo declara: “Y ser hallado en El, no teniendo mi
propia justicia, que es por la ley, sino la que es por medio de la fe en Cristo, la
justicia procedente de Dios basada en la fe”. Según este versículo, el propio
Cristo en quien Pablo deseaba ser hallado es la justicia de Dios. Pablo deseaba
ser hallado en Cristo, no teniendo nada de sí mismo como justicia, sino teniendo
al Cristo que es la justicia de Dios.

Podemos ejemplificar el asunto de ser hallados en Cristo con el hecho de llevar


un traje y ser hallados por los demás usando ese traje. Supongamos que llevo un
traje gris. En la reunión, me encuentran en ese traje, y en la casa también me
encuentran usando el mismo traje. Puesto que ése es el traje que llevo puesto,
dondequiera que vaya, me encuentran en ese traje. Asimismo, si deseamos ser
hallados en Cristo, debemos llevar puesto al Cristo vivo como nuestro vestido,
como nuestra justicia. Esto es ser hallado en Él quien es la expresión de Dios, Su
imagen.

LA META DEL MINISTERIO DEL NUEVO PACTO

La meta del ministerio del nuevo pacto es nada menos que ministrar a Cristo
como el Espíritu vivificante que tenemos en nuestro interior y como la justicia
viva que manifestamos exteriormente. Aunque nuestra experiencia pueda ser
limitada, creo que en el recobro del Señor, el Espíritu y la justicia viva han sido
impartidos a nosotros, al menos en pequeña escala, por el ministerio del nuevo
pacto.

Antes de entrar en la vida de iglesia, a menudo ministraba sobre temas tales


como los diez cuernos, los diez dedos y las setenta semanas. Estos temas me
ocupaban por completo. En cierto sentido, me encontraba en un estupor
espiritual; ciertamente necesitaba “volver a la sobriedad, como es justo”, como
exhorta Pablo a los corintios en 1 Corintios 15:34. Cuando me encontraba con
otros cristianos, les preguntaban si sabían lo que la Biblia enseñaba acerca de
las setenta semanas. Si no lo sabían, aprovechaba la oportunidad para
explicárselo. Además, hablaba bastante acerca del arrebatamiento. Pero doy
gracias al Señor porque un día desperté, como es justo, de mi estupor, de mi
aturdimiento. En lugar de recalcar cosas como los diez cuernos, las setenta
semanas y el método de bautismo, empecé a interesarme únicamente en Cristo y
la iglesia. Ahora mi diccionario bíblico consta de una sola palabra: Cristo. Junto
con esta única palabra, hay una nota de pie de página que dice: “y la iglesia”. Por
lo tanto, mi diccionario bíblico es el diccionario de Cristo y la iglesia. Puedo
testificar que durante todos los años que he estado en este país, no he enseñado
otra cosa que no sea Cristo y la iglesia. Éste es el ministerio del Nuevo
Testamento.

El ministerio del nuevo pacto es un ministerio de Cristo. El ministerio del


antiguo pacto, por su parte, era un ministerio de la ley. Los sacerdotes, los reyes
y los profetas, todos ministraban la ley al pueblo. Puesto que la ley mata, ese
ministerio era un ministerio de muerte. Además, era también un ministerio de
condenación, pues todo lo que está muerto, también está condenado. Así que, el
ministerio único del antiguo pacto era un ministerio de muerte y de
condenación. Pero ahora existe un solo ministerio, el ministerio del nuevo
pacto. Este ministerio es un ministerio del Espíritu y de la justicia. Es vital que
todos veamos esto. Nuestro ministerio no se centra en asuntos tales como el
bautismo o el hablar en lenguas. Nuestro ministerio, el ministerio del nuevo
pacto, ministra una sola cosa, un solo asunto, una sola persona, a saber, el
Cristo todo-inclusivo como Espíritu vivificante, quien se nos da como el
suministro de vida que tenemos por dentro y como nuestra justicia que
manifestamos exteriormente. Cuando Cristo vive en nosotros, Él es nuestra vida
y suministro de vida. Pero cuando lo expresamos en nuestro vivir, Él llega a ser
nuestra justicia. Él fue hecho pecado por nosotros, y ahora nosotros estamos
llegando a ser la justicia de Dios en Él. Éste es el ministerio del nuevo pacto.
ESTUDIO-VIDA DE 2 CORINTIOS

MENSAJE VEINTINUEVE

EL MINISTERIO DEL ESPÍRITU


COMO PROVISIÓN DE VIDA
Y DE LA JUSTICIA
COMO EXPRESIÓN DE DIOS

(3)

Lectura bíblica: 2 Co. 3:8-9, 18; 5:21; Col. 3:10; 1 Co. 1:30; Ro. 8:2, 4;
14:17; Fil. 1:19; 3:9; Ap. 19:7-8; Ef. 4:24; Mt. 5:6, 10, 20

Debemos estudiar algunos versículos claves de Romanos 8 a fin de obtener una


mejor comprensión del ministerio del Espíritu según se presenta en 2 Corintios
3.

En Romanos 8:2 Pablo dice que la ley del Espíritu de vida nos libra de la ley del
pecado y de la muerte. En este versículo, la frase clave es “el Espíritu de vida”.
En Romanos 8:4 Pablo habla de andar conforme al espíritu, lo cual incluye el
andar conforme al Espíritu de vida mencionado en el versículo 2. Debemos
andar conforme al Espíritu de vida a fin de que los requisitos justos de la ley se
cumplan en nosotros. Esto no significa que nos esforzamos por guardar la ley,
sino que la ley se cumple en nosotros de manera espontánea y sin que nos
demos cuenta de ello, cuando andamos conforme al Espíritu.

LOS REQUISITOS DE LA LEY


SE CUMPLEN EN NOSOTROS

Si no vivimos en el Espíritu de vida ni andamos conforme a este Espíritu, y con


todo, intentamos guardar la ley, no lo lograremos. Y aunque lográsemos guardar
la ley de manera externa, no poseeremos la justicia. Pero cuando vivamos en el
Espíritu de vida y andemos conforme al Espíritu de vida, automáticamente
guardaremos la ley, aun cuando no tengamos la intención de hacerlo, y todos los
requisitos de la ley se cumplirán espontáneamente en nosotros.

Consideremos ahora detalladamente cómo la ley de Dios, los Diez


Mandamientos, se cumple en nosotros cuando andamos conforme al Espíritu de
vida. Cuando vivamos y andemos en el Espíritu, ciertamente tendremos un solo
Dios. Nunca tendremos ningún otro Dios aparte de nuestro Dios. Esto significa
que cumpliremos espontáneamente el primer mandamiento.

Además, jamás haríamos una imagen con el fin de adorarla como a los ídolos.
No nos haríamos ni imágenes visibles ni invisibles. A veces creamos imágenes
invisibles en nuestra imaginación o en nuestras fantasías. Por ejemplo, tal vez
alguien piense que en el futuro llegará a ser un médico opulento, un
multimillonario con muchas posesiones. Al soñar de esta manera él crea un
ídolo invisible, una imagen invisible. Entonces él hará todo lo posible por
realizar este sueño. Esto equivale a adorar una imagen invisible.

Los jóvenes, en especial, fácilmente se forjan ídolos en su imaginación. Tal vez


un hermano sueñe con la maravillosa mujer con la que un día se casará. Luego,
quizás buscará la persona de sus sueños. Cuando va a las reuniones de la iglesia,
busca a la mujer perfecta que él ha soñado. Este sueño es un ídolo invisible para
este hermano. Si andamos conforme al Espíritu, condenaremos todo sueño de
esta naturaleza. Pero los que no andan conforme al Espíritu, pasan mucho
tiempo meditando sobre sus sueños y disfrutándolos. Pero cuando andamos
conforme al Espíritu, cumplimos espontáneamente el segundo mandamiento.

Pasa lo mismo en cuanto al tercer mandamiento, el mandamiento de no tomar


el nombre del Señor en vano. Si vivimos y andamos en el Espíritu de vida, jamás
mencionaremos el nombre divino, el nombre santo, en vano. Por el contrario,
siempre mencionaremos el nombre del Señor con veracidad y con un propósito
específico. Además, guardaremos espontáneamente el día conmemorativo del
Señor, y cumpliremos así el cuarto mandamiento. Así que, cuando andamos
conforme al Espíritu de vida, se cumplen en nosotros los cuatro primeros
mandamientos.

Lo que es cierto de los cuatro primeros mandamientos, también es cierto de los


seis últimos. Cuando vivimos y andamos conforme al Espíritu, los seis últimos
mandamientos, que tienen que ver con nuestra relación con otros, se cumplen
espontáneamente. El quinto mandamiento requiere que honremos a nuestros
padres. Si andamos conforme al Espíritu, honraremos a nuestros padres
automáticamente, y no será necesario que nos propongamos honrarlos ni que
nos esforcemos por hacerlo. No será necesario que el joven se diga a sí mismo:
“En el pasado no he tenido una actitud adecuada hacia mi madre y mi padre.
Ahora que soy cristiano, tendré la actitud correcta, me comportaré como
conviene y llegaré a ser un buen ejemplo para mis hermanos menores”. Todo
aquel que se proponga honrar a sus padres de esta manera, no tendrá éxito. Esto
se puede comparar con un gato que intenta volar como pájaro. El gato es gato y
no puede volar, pues simplemente no tiene la capacidad, la habilidad, de volar.
Pasa lo mismo con todo aquel que intenta, por su vida natural, cumplir el quinto
mandamiento. Pero si vivimos a Cristo, si vivimos y andamos en el Espíritu de
vida, honraremos espontánea y automáticamente a nuestros padres. Cuando
nuestros padres vean esto, se quedarán muy sorprendidos y se preguntarán qué
nos ha pasado.
En 2 Corintios 3:3 Pablo dice que los corintios eran cartas de Cristo redactadas
por el ministerio de los apóstoles. Al permitir que Cristo se inscriba en nosotros,
también nosotros llegamos a ser cartas vivas de Cristo que otros pueden leer.
Conozco muchos casos de jóvenes que han sido leídos por sus padres. Al
principio, sus padres se oponían a ellos porque se habían vuelto al Señor o
porque habían entrado a la vida de iglesia. Pero mientras se les oponían, sus
padres leían al Cristo que se había inscrito en ellos. Como resultado, después de
cierto tiempo, muchos de los padres que se oponían a sus hijos, se convirtieron
al camino del Señor. He oído muchos testimonios maravillosos con respecto a
esto.

Aun si sus padres se les oponen a ustedes, jóvenes, al mismo tiempo ellos están
observándolos, están leyendo las cartas de Cristo, que ustedes son. Un día, si
ustedes viven y andan en el Espíritu de vida al relacionarse con sus padres, ellos
quedarán convencidos. Aunque ustedes no intenten honrarlos,
espontáneamente les brindarán un respeto maravilloso y excelente, porque
ustedes andan conforme al Espíritu. Sus padres notarán esto, lo valorarán, y un
día, eso los convencerá y los vencerá.

Durante los más de cincuenta años que llevo en la vida de iglesia, he visto
muchos casos parecidos. Al principio, algunos santos sufrieron oposición por
parte de sus padres. En algunos casos, los padres eran budistas; en otros casos,
eran cristianos. Debido a que el camino del recobro del Señor era nuevo para
ellos y les parecía extraño, se opusieron a sus hijos. Algunos dijeron: “Otros
cristianos asisten a la iglesia una sola vez por semana. ¿Por qué tienes que
asistir a las reuniones varias veces por semana? ¿Qué te atrae a ir a la iglesia con
tanta frecuencia? Anteriormente te gustaban muchas cosas, pero ahora parecen
no importarte. ¿Qué te ha pasado? ¿Has perdido la razón? ¿Qué clase de
influencia tiene sobre ti esa iglesia?” Cuando los hijos amaban las cosas
mundanas, los padres estaban contentos con ellos, pero tan pronto las
abandonaron, los padres se turbaron. Perplejos por lo que les pasaba a sus hijos,
decidieron oponerse a la iglesia y hacer todo lo posible por alejarlos de la vida de
iglesia. Estos casos sucedieron centenas de veces en China y también en Estados
Unidos. Pero delante del Señor puedo testificar que en la gran mayoría de los
casos, al final, los padres se volvieron al Señor y a Su camino. Algunos se
volvieron al Señor después de unos cuantos años; otros tardaron más de treinta
años. En algunos casos, los padres llegaron a la reunión de la iglesia, y con
lágrimas, se levantaron para dar testimonio de cómo se habían opuesto a la
iglesia al oponerse a sus hijos. Luego, declararon que el vivir de sus hijos los
había convencido y que se habían arrepentido.

¿Por qué ganó la victoria el Señor en tantos casos? Él ha sido victorioso


simplemente porque los santos han vivido en el Espíritu de vida y han andado
conforme al Espíritu. Respetaron y honraron automáticamente a sus padres de
tal manera que sus padres quedaron convencidos de que el camino que habían
tomado sus hijos era el camino del Señor.

Si andamos conforme al Espíritu, también cumpliremos los mandamientos que


prohíben matar, fornicar, robar, dar falso testimonio y codiciar. Si decidimos
guardar estos mandamientos, no lo lograremos de manera completa. En
Romanos 7 Pablo nos dice que él intentó vencer la codicia, pero que no lo logró.
Por el contrario, este mandamiento lo mató. Luego, él se condenó a sí mismo y
exclamó: “¡Miserable de mí! ¿quién me librará del cuerpo de esta muerte?” (Ro.
7:24). Luego, en Romanos 8, él pudo declarar: “Ahora, pues, ninguna
condenación hay para los que están en Cristo Jesús. Porque la ley del Espíritu
de vida me ha librado en Cristo Jesús de la ley del pecado y de la muerte” (vs. 1-
2). Pablo también se dio cuenta de que los requisitos justos de la ley se
cumplieron en él automáticamente cuando anduvo conforme al Espíritu de vida.
Ésta también puede ser nuestra experiencia hoy en día. No necesitamos
proponernos cumplir los Diez Mandamientos. Una vez más digo que si andamos
conforme al Espíritu de vida, cada mandamiento se cumplirá en nosotros
espontáneamente y sin que nos demos cuenta de ello. Cada mandamiento se
cumplirá a cabalidad en nosotros.

LA EXPRESIÓN DE DIOS

Cuando los justos requisitos de la ley se cumplen en nosotros debido a que


andamos conforme al Espíritu, entonces tendremos la justicia. La justicia, como
señalamos en el mensaje anterior, alude a la expresión de Dios, a Su imagen.
Cuando tenemos la justicia, tenemos la expresión del Dios a quien servimos y
adoramos. Puesto que tenemos esta expresión, que es la justicia que
espontáneamente expresamos en nuestro vivir al andar por el Espíritu de vida,
otros quedarán convencidos y sometidos. Por esta razón, con el tiempo, los que
se oponen a nosotros serán convencidos al ver la expresión de Dios en nuestro
vivir.

En Romanos 8:4 Pablo habla del justo requisito de la ley, y en el versículo 29, de
la imagen del Hijo de Dios: “Porque a los que antes conoció, también los
predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de Su Hijo, para que
Él sea el Primogénito entre muchos hermanos”. Si tomamos en cuenta este
versículo junto con los versículos 2 y 4, veremos al Espíritu, la justicia y la
imagen. Día tras día debemos andar conforme al Espíritu de vida a fin de
cumplir la justicia de la ley. Esto equivale a ser conformados a la imagen del
Hijo de Dios.
Tal vez nos preguntemos cómo podemos ser conformados a la imagen del Hijo
de Dios. La manera de ser conformados a Su imagen es andar conforme al
Espíritu de vida para que los justos requisitos de la ley se cumplan en nosotros.
Entonces tendremos la justicia, y esta justicia es la imagen misma del Hijo de
Dios. Por tanto, el Espíritu produce la justicia, y la justicia es la imagen.

LA JUSTICIA Y EL REINO

Romanos 14:17 dice: “Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino


justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo”. En este versículo, Pablo nos presenta
otro aspecto de la justicia. En Romanos 8 vemos que la justicia está relacionada
con el Espíritu de vida y que da por resultado la imagen del Hijo de Dios,
mientras que en Romanos 14:17 la justicia está relacionada con el reino de Dios.
En este capítulo, el reino de Dios denota la vida de iglesia. Las reuniones de la
iglesia son una exhibición del reino de Dios. En la vida de iglesia tenemos una
condición y una situación que muestran a los demás lo que es el reino de Dios.
La vida de iglesia es el reino de Dios, y el reino de Dios es justicia.

Las palabras de Pablo en Romanos 14:17 corresponden con lo que está escrito en
el Antiguo Testamento. Según Salmos 89:14, la justicia es el cimiento del trono
de Dios. Este versículo puede ser traducido también en el sentido de que la
justicia es el establecimiento del trono de Dios. El trono de Dios se establece con
la justicia como fundamento. El libro de Isaías también tiene mucho que decir
acerca de la justicia. Por ejemplo, Isaías 32:1 declara: “He aquí que para justicia
reinará un rey”. Aquí la justicia se relaciona nuevamente con el reino. Donde
está la justicia de Dios, allí también está Su reino. Además, Hebreos 1:8 y 9
declara: “Tu trono, oh Dios; por el siglo del siglo; cetro de rectitud es el cetro de
Tu reino. Has amado la justicia, y aborrecido la iniquidad”. Estos versículos son
una cita del salmo 45.

En el Antiguo Testamento, la justicia a menudo es sinónima de reino. Por tanto,


la justicia está relacionada con el gobierno, la administración, los reglamentos y
las reglas. La justicia alude a que las cosas están establecidas y mantenidas en
buen orden. Donde hay justicia, todo está en buen orden. Esto es el reino.

La justicia primero da como resultado la imagen de Dios. Luego, la justicia


establece el reino de Dios. En Romanos 8 vemos la justicia y la imagen de Dios,
y en Romanos 14 vemos la justicia y el reino de Dios. Tanto la imagen como el
reino se basan en la justicia.

Apliquemos ahora este aspecto de la justicia a nuestra vida familiar y a nuestra


vida de iglesia. Cuando marido y mujer no están contentos el uno con el otro y
cuando la situación en el hogar no es agradable, en esa vida familiar no hay
justicia, no se manifiesta la imagen del Hijo. Tampoco está presente el reino de
Dios, porque el reino de Dios es justicia. Los que observan esa situación nunca
verán allí la imagen de Cristo, la expresión de Dios. Pero supongamos que el
hermano y su mujer viven en el Espíritu y andan conforme al Espíritu. Ellos
estarán felices, y sus hijos también. ¡Qué vida familiar tan gloriosa será esa! Los
demás podrán ver la imagen de Dios y se darán cuenta de que el reino de Dios
está presente en esa familia. Ésta es la justicia manifestada en la vida familiar.

Supongamos que en determinada iglesia, los santos murmuran, critican y


chismean. Además, supongamos que en las reuniones hay desorden. Si una
iglesia se encuentra en esa condición, allí no habrá expresión de Dios ni reino de
Dios. Pero supongamos que en lugar de murmurar, criticar y chismear, se hallan
la comprensión, las alabanzas, la invocación del nombre del Señor y la
comunión. Además, supongamos que las reuniones son vivientes, están en buen
orden y son ricas en función. Ciertamente en esa iglesia podremos ver el reino
de Dios, lleno de justicia. Todo allí estará en orden y en paz.

La meta del ministerio del nuevo pacto es impartir en otros al Espíritu todo-
inclusivo del Dios Triuno procesado como suministro. Simultáneamente, este
ministerio imparte a Cristo en los creyentes como justicia. Entonces, los
creyentes, al vivir y andar conforme al Espíritu, estarán en una condición que
expresa a Dios y que manifiesta la imagen del Hijo de Dios. Además, serán en
realidad el reino de Dios, establecido en justicia, en orden y bajo la debida
autoridad. También tendrán paz y gozo en el Espíritu Santo. Éste es el producto
del ministerio del nuevo pacto. En contraste, los distintos ministerios de hoy
generan diferencias de opinión, divisiones y desorden.

ADORNADA DE JUSTICIA

Apocalipsis 19:7 y 8 dice: “Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque


han llegado las bodas del Cordero, y Su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha
concedido que se vista de lino fino, resplandeciente y limpio; porque el lino fino
es las acciones justas de los santos”. La novia aquí alude a la humanidad
tripartita redimida y transformada. Esta novia se vestirá de lino blanco, el cual
es las acciones justas de los santos.

Debemos adornarnos de justicia si deseamos formar parte de esta novia, la cual


está adornada de justicia brillante, resplandeciente y pura. Día tras día debemos
preparar el vestido de lino brillante para vestirnos con él. Esto se refiere a
nuestra justicia diaria.

¿Cómo podemos producir este vestido de justicia? Lo producimos al andar a


diario conforme al Espíritu de vida y al llevar una vida conforme al Espíritu. Si
preparamos nuestro vestido de boda día tras día, mes tras mes y año tras año, al
llevar esta vida en el Espíritu, no seremos hallados desnudos cuando vuelva el
Señor. Al contrario, a Su regreso, llevaremos un vestido de boda brillante y
puro.

Finalmente, la novia de Apocalipsis 19 llegará a ser la Nueva Jerusalén de


Apocalipsis 21 y 22. La ciudad de la Nueva Jerusalén tendrá la apariencia de
jaspe. Refiriéndose a la Nueva Jerusalén, Apocalipsis 21:11 dice: “Y su
resplandor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe,
diáfana como el cristal”. Según Apocalipsis 21:18, “el material de su muro era de
jaspe”. Además, el primer cimiento de la Nueva Jerusalén también es jaspe (Ap.
21:19). Por tanto, la apariencia de la ciudad será de jaspe. Apocalipsis 4 indica
que el Dios que está sentado en el trono en los cielos también tiene apariencia
de jaspe. Por consiguiente, el jaspe denota la imagen de Dios, Su expresión. El
hecho de que el jaspe sea tanto la apariencia de Dios como la de la Nueva
Jerusalén indica que la ciudad santa llevará la misma apariencia que Dios. Toda
la ciudad expresará a Dios.

El jaspe de la Nueva Jerusalén equivale a la justicia de la novia. Hoy estamos


preparando nuestro vestido de novia, un vestido que tendrá la apariencia de
justicia, la cual es la expresión de Dios. Finalmente, en la Nueva Jerusalén,
nuestro vestido tendrá la apariencia de jaspe.

LA JUSTICIA MORA EN EL CIELO NUEVO


Y EN LA TIERRA NUEVA

En 2 Pedro 3:13 dice: “Pero nosotros esperamos, según Su promesa, cielos


nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia”. Según se emplea en este
versículo, la palabra “justicia” es rica en significado. Afirmar que la justicia
morará en los cielos nuevos y en la tierra nueva significa que todo estará en
orden, bajo autoridad y regulado. Todo estará gobernado, controlado y bajo el
régimen adecuado, pues el trono de Dios, el reino, la administración divina,
estarán presentes allí. Como resultado de todo esto, habrá paz y gozo.

Cuando la justicia more en el cielo nuevo y en la tierra nueva, la situación será


muy distinta a la de hoy. En la actualidad hay poca justicia en la tierra. En lugar
de justicia, imperan la injusticia, el desorden y la confusión. Pero ¡alabado sea el
Señor porque en la iglesia, donde tenemos un anticipo del cielo nuevo y de la
tierra nueva, mora la justicia! Además, debiéramos decir que, por la
misericordia del Señor, la justicia mora también en nuestra vida familiar.

Hoy muchos cristianos pasan por alto el ministerio del nuevo pacto. En lugar de
ministrar el Espíritu y la justicia a los demás, discuten acerca de los distintos
métodos de bautismo. Debaten sobre si las personas deben bautizarse boca
arriba o boca abajo, una sola vez o tres veces, en el nombre de Jesús o en el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Los distintos llamados
ministerios han dividido a los hijos de Dios. Estos facciosos ministerios no son
el ministerio del nuevo pacto. El ministerio del nuevo pacto simplemente
imparte en las personas a Cristo en dos aspectos: como Espíritu para que sea la
suministración de vida que ellos disfrutan interiormente, y como la justicia que
es la expresión de Dios que manifiestan exteriormente. Esta expresión de Dios
como justicia, la propia imagen de Dios, trae el reino, donde todo está
reglamentado, en orden y bajo la debida autoridad. Esto nos proporciona un
anticipo del reino venidero y de la Nueva Jerusalén, los cuales existirán en el
cielo nuevo y en la tierra nueva. En esto consiste la función del ministerio del
nuevo pacto.

Todos los santos, incluyendo a los jóvenes, deben ser los actuales ministros del
nuevo pacto, no solamente los colaboradores y los ancianos de las iglesias. Esto
significa que todos debemos llevar a cabo el ministerio a fin de ministrar a
Cristo como el Espíritu vivificante y como la justicia.
ESTUDIO-VIDA DE 2 CORINTIOS

MENSAJE TREINTA

LOS MINISTROS Y EL MINISTERIO LLEGAN A SER UNO

Lectura bíblica: 2 Co. 3:8-9, 16-18; 4:6-7

Antes de considerar el tema de este mensaje, un tema que trata de que los
ministros y el ministerio llegan a ser uno, debemos considerar lo que dijo el
Señor Jesús en cuanto a la justicia. Cuando Él dio la promulgación acerca de la
constitución del reino de los cielos (Mt. 5:1-7:29), dijo algunas cosas
importantes en cuanto a la justicia. Una y otra vez hizo énfasis en la justicia. Él
declaró: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos
serán saciados” (Mt. 5:6). Luego, añadió: “Bienaventurados los que padecen
persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos”
(Mt. 5:10). También enseñó a Sus discípulos: “Porque os digo que si vuestra
justicia no supera a la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los
cielos” (Mt. 5:20). El Señor Jesús también hizo hincapié en la justicia cuando
dijo: “Mas buscad primeramente Su reino y Su justicia, y todas estas cosas os
serán añadidas” (Mt. 6:33). Así que, nosotros, en lugar de preocuparnos por la
comida o por la vestimenta, debemos buscar el reino de Dios y Su justicia. Pero,
¿cuál es esta justicia que recalca el Señor Jesús? Esta justicia es el Cristo que
vivimos y que llega a ser la expresión de Dios y el reino de Dios. Cuando
tenemos esta justicia, ciertamente tenemos el reino de Dios; tenemos el mando,
la administración y el gobierno de Dios. Esto significa que tenemos el reino, y
además, paz y gozo, en nuestra vida diaria, en nuestra vida familiar y en nuestra
vida de iglesia.

Quisiera recalcar una y otra vez el hecho de que el ministerio del nuevo pacto es
un ministerio del Espíritu y de la justicia. Nunca me canso de repetir esto. Es
este ministerio el que se lleva a cabo en el recobro del Señor. En el recobro, sólo
ministramos a Cristo como el Espíritu vivificante y como nuestra justicia viva.

Si leemos 3:8, 9 y del 16 al 18, podemos ver claramente que todos los ministros
del nuevo pacto llegan finalmente a ser uno con su ministerio. Esto significa que
los ministros son el ministerio. Su ministerio es lo que ellos mismos son, no
meramente lo que hacen o la obra que realizan. El ser mismo de los ministros
del nuevo pacto es su ministerio. Por tanto, podemos hablar del hecho de que
los ministros y el ministerio llegan a ser uno.
LAS DOS ETAPAS DEL MINISTERIO DEL NUEVO PACTO

En 2 Corintios 3:8 y 9 se dice: “¿Cómo no con mayor razón estará en gloria el


ministerio del Espíritu? Porque si el ministerio de condenación tiene gloria,
mucho más abunda en gloria el ministerio de la justicia”. Observe que el
versículo 8 declara que el ministerio del nuevo pacto está en gloria, y el versículo
9 declara que este ministerio abunda en gloria. Aquí vemos dos etapas del
ministerio del nuevo pacto. La primera etapa es el ministerio del Espíritu; la
segunda etapa es el ministerio de la justicia. Cuando el ministerio es del
Espíritu, está en la primera etapa; éste es el ministerio que está en gloria.
Cuando el ministerio es de la justicia, se encuentra en la segunda etapa. En esta
etapa, el ministerio del nuevo pacto no sólo está en gloria, sino que abunda en
gloria. El ministerio del nuevo pacto abunda en gloria porque de él emana la
justicia.

Estas dos etapas del ministerio del nuevo pacto se pueden aplicar a nuestra vida
de familia. Supongamos que un hermano, su esposa y su hijo reciben el
ministerio del Espíritu. En este ministerio del Espíritu hay gloria, pero dicho
ministerio no abunda en gloria, porque todavía no se manifiesta la justicia. Pero
quizás después de cierto tiempo, el marido, la esposa y el hijo expresan la
justicia conforme al Espíritu de vida que está en ellos, y con esto se ve el
ministerio de la justicia abundando en gloria. Todo aquel que visite a esta
familia notará la gloria que está con ellos.

En la etapa inicial, la etapa del ministerio del Espíritu, el ministerio del nuevo
pacto está en gloria. Pero cuando este ministerio llega a ser el ministerio de la
justicia, el ministerio abunda en gloria. Cada vez que el ministerio del Espíritu
es expresado en nuestro vivir, lo cual produce una expresión de justicia, el
ministerio abunda en gloria.

En 3:8 y 9, las palabras “en gloria” y “abunda en gloria” están relacionadas con
el ministerio. Pero en los versículos del 16 al 18, la gloria no está relacionada con
el ministerio, sino con los ministros. En el versículo 18 Pablo declara: “Mas,
nosotros todos, a cara descubierta mirando y reflejando como un espejo la gloria
del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como
por el Señor Espíritu”. En este versículo, la palabra “nosotros” se refiere a los
apóstoles, quienes, como ejemplos y representantes de todos los creyentes, son
los ministros de Cristo. Por tanto, en los versículos 8 y 9, la gloria está
relacionada con el ministerio, mientras que en el versículo 18, está relacionada
con los ministros.

Aunque la gloria mencionada en los versículos 8 y 9 está relacionada con el


ministerio, y la gloria del versículo 18 está vinculada a los ministros, no existen
dos clases de gloria. No hay una clase de gloria adherida al ministerio y otra
clase de gloria relacionada con los ministros. No, existe una sola clase de gloria.
Esto demuestra que finalmente todos los ministros del nuevo pacto llegan a ser
uno con su ministerio. Lo que ellos son con respecto a su propio ser, o sea, a su
persona, es lo que conforma su ministerio

EL VIVIR DE LOS MINISTROS DEL NUEVO PACTO

El hecho de que los ministros y el ministerio son uno, se comprueba plenamente


en 2 Corintios 4. En este capítulo Pablo indica claramente que el ministerio es
exactamente lo que son los ministros del nuevo pacto. De hecho, los ministros
del capítulo cuatro no laboran; ellos simplemente viven. Por tanto, su vivir es su
laborar. Aparte de su vivir, no necesitan realizar ninguna obra, pues su vida es
su obra, su ministerio. Su ser, su persona, es realmente su ministerio. Lo que
cuenta en el ministerio del nuevo pacto es lo que los ministros del nuevo pacto
son con respecto a su vivir y a su persona.

La situación de los ministros del nuevo pacto es muy distinta a la de muchos


predicadores cristianos de hoy en día. Es común que los ministros y
predicadores cristianos laboren de una manera y vivan de otra. Esto significa
que lo que hacen es una cosa y lo que verdaderamente son es otra. Tal vez
enseñen a los demás a vivir conforme a ciertas normas elevadas, pero ellos
mismos no viven conforme a dichas normas. Por tanto, hay una discrepancia
entre su obra y su ser. Pero un ministro del nuevo pacto es uno con su
ministerio. Lo que hace es lo que él es. La manera en que labora es la manera en
que vive. Su vivir, su persona, es su ministerio. Como resultado, la gloria de su
ministerio es su gloria, y su gloria es la gloria de su ministerio.

LA GLORIA INVISIBLE

La gloria de los ministros del nuevo pacto no es visible ni externa. Esta gloria es
tanto interna como invisible y tiene que ver con que lo que otros aprehenden de
la realidad de Cristo manifestada en el propio vivir de tales ministros. Por
ejemplo, si usted visita la casa de cierto hermano, tal vez observe en su vida
familiar una condición, un estado, de gloria. Esta gloria no es Cristo mismo visto
por otros, sino que más bien es el Cristo hecho real para otros tal y como se
observa en el diario vivir de esa familia. Las personas tienen la sensación de que
en la vida de esa familia hay algo glorioso. Ésta es la gloria de los ministros del
nuevo pacto y su ministerio.

Cuando Moisés descendió del monte, la gloria resplandeció en su rostro de


manera visible. Sin embargo, no hubo semejante resplandor de gloria en el
rostro de Pablo. En el caso de Moisés, la gloria era física y visible; pero el
resplandor de esa gloria no duró mucho. En el caso de Pablo, el resplandor de
gloria no fue visible ni físico; sin embargo, en él había un resplandor de gloria
interior y espiritual. Todo aquel que permanecía con Pablo por algún tiempo, se
daba cuenta de que en él había un resplandor invisible. Aunque no podían ver
con ojos físicos este resplandor, sí podían sentirlo, podían percibirlo. Éste es el
resplandor de la gloria interna.

En el caso de Pablo, no había un resplandor exterior, sino algo glorioso que


irradiaba de su interior. Agradezco al Señor de que hoy en día también hay
ministros que irradian, no una luz externa, sino una luz interna, una luz que
proviene de su interior.

DIOS RESPLANDECE EN NUESTROS CORAZONES

He aprendido por experiencia que los ministros del nuevo pacto resplandecen
interiormente con una gloria invisible. Pero, no queriendo poner mi confianza
sólo en mi propia experiencia, estudié este asunto conforme a la Biblia. Cuando
lo hice, descubrí que en 4:6 Pablo dice: “Porque el mismo Dios que dijo: De las
tinieblas resplandecerá la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones,
para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”.
El mismo Dios que mandó que de las tinieblas resplandeciera la luz, ha
resplandecido en los corazones de los ministros del nuevo pacto. Cuando Él
resplandeció en el universo, se produjo la vieja creación. Ahora, cuando Él
resplandece en los corazones de los ministros del nuevo pacto, hace de ellos una
nueva creación. De esta manera, ellos pueden exaltar a Cristo como Señor en su
predicación, y conducirse como esclavos de los creyentes en su servicio (v. 5).
Tanto lo que hacen por Cristo como lo que son para los creyentes es el resultado
del resplandor de Dios que irradia en ellos. El resplandor de Dios produce los
ministros del nuevo pacto y su ministerio.

En la vieja creación, el resplandor de Dios era externo. Pero en cuanto a


nosotros, en la nueva creación, el resplandor de Dios es interno. Dios ha
resplandecido en nuestros corazones. Ahora, el resplandor, la gloria, la
iluminación, está dentro de nosotros.

El resplandor de Dios en nuestros corazones da por resultado la iluminación de


conocer la gloria de Dios en la faz de Cristo, es decir, Su resplandor resulta en la
iluminación que nos permite conocer la gloria del evangelio de Cristo. La
iluminación, el alumbramiento, que nos da a conocer la gloria del evangelio de
Cristo, se produce cuando Dios resplandece en nuestros corazones.

Muchos de nosotros hemos experimentado la gloria del Señor resplandeciendo


en nuestros corazones. Un día, algo del Señor empezó a resplandecer en
nosotros. Antes de experimentar este resplandor interior, estábamos en
tinieblas. Esto fue lo que yo experimenté mientras estuve en el cristianismo
institucional durante muchos años. Escuché historias acerca de Cristo, y se me
enseñó referente a la cruz. Pero no fue sino hasta que fui salvo, que pude
experimentar el resplandor interior.

Hoy algunas personas religiosas sostienen un concepto supersticioso de una


cruz física. Algunos colocan una cruz de madera o de concreto encima del lugar
donde adoran. Otros llevan una cruz de oro en una cadena alrededor de su
cuello; y otros practican el persignarse. No hace mucho, vino a verme un
hombre que llevaba un collar de clero, del cual pendía una gran cruz. Tal clase
de cruz no salva a nadie; pues no tiene ningún poder. Aun así, algunas personas
realmente creen que si colocan una cruz material sobre algún enfermo, esa cruz
cuenta con el poder para sanarlo. ¡Qué superstición! El concepto de una cruz
externa y física no tiene nada que ver con el ministerio del nuevo pacto.

El ministerio del nuevo pacto se halla exclusivamente en la esfera del Espíritu.


No tiene nada que ver con las cosas visibles o físicas. El ministerio del nuevo
pacto es invisible; no obstante, es algo que podemos asir. Es algo real que
podemos sentir, percibir, experimentar y disfrutar. Ésta es la gloria, el
resplandor, la realidad, el poder y la fuerza del ministerio del nuevo pacto.

EL TESORO EN VASOS DE BARRO

En 4:7 Pablo dice: “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la
excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros”. El resplandor de Dios en
nuestros corazones introduce en nosotros un tesoro, el Cristo de gloria, quien,
como corporificación de Dios, es nuestra vida y nuestro todo. Sin embargo,
nosotros, los que llevamos este tesoro, somos vasos de barro sin valor y frágiles.
¡Qué tesoro más precioso está en vasos que no valen nada! Esto hace que los
vasos sean hechos ministros del nuevo pacto, los cuales tienen un ministerio
inestimable. La excelencia del poder proviene ciertamente de Dios y no de
nosotros. Este tesoro, el Cristo que mora en nosotros, los vasos de barro, es la
fuente divina de la cual proviene el suministro necesario para que podamos vivir
la vida cristiana. Por el poder excelente de este tesoro, los apóstoles, como
ministros del nuevo pacto, pueden llevar una vida crucificada de modo que
manifiestan la vida de resurrección de Cristo.

La realidad resplandeciente de Cristo es el tesoro que está en nosotros, los vasos


de barro. Exteriormente, somos vasos de barro, pero interiormente tenemos un
tesoro que no tiene precio. Este tesoro es Cristo, la propia corporificación del
Dios Triuno procesado, quien está en nosotros como Espíritu vivificante y todo-
inclusivo. Este tesoro tiene un poder, y este poder es excelente. Cristo como
Espíritu vivificante en nosotros, es Aquel que resplandece y labora. Éste es el
tesoro que está en nosotros.

Los ministros del nuevo pacto con su ministerio son vasos de barro que
contienen un tesoro admirable. Su ministerio se halla totalmente en la esfera del
Espíritu, es algo real y vivo; es algo que podemos sentir, disfrutar, percibir y
experimentar. Esto es lo que el Señor desea en Su recobro hoy. Éste es el
testimonio del Nuevo Testamento, y es lo que Dios desea que haya entre
nosotros. Debemos estar en el recobro de este ministerio. Debemos llevar esta
clase de vida y estar en una iglesia que tenga este ministerio. Además, debemos
ministrar esto a otros, no principalmente por medio de lo que hagamos, sino
especialmente por medio de lo que somos y por la manera en que vivimos. Éste
es un cuadro que nos muestra los ministros y su ministerio del nuevo pacto. No
cabe duda que los ministros y el ministerio son una sola entidad.

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