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MENSAJE VEINTICINCO
(1)
El título de este mensaje es: “La esencia del ministerio del nuevo pacto”. La
palabra “esencia” está relacionada con lo que Pablo dice acerca de la gloria y de
la superioridad del ministerio del nuevo pacto en 3:7-11. Estos versículos
muestran la inferioridad de la gloria del ministerio mosaico, el cual es el
ministerio de la ley, un ministerio de condenación y muerte, y la superioridad
del ministerio apostólico, el cual es el ministerio de la gracia, un ministerio de
justicia y del Espíritu. El primero vino por medio de la gloria de modo temporal;
el segundo permanece en gloria para siempre. En 2:12-17 el apóstol habla del
triunfo y efecto del ministerio apostólico; en 3:1-6, de su función y competencia;
y en 3:7-11, de su gloria y superioridad.
Tomemos como ejemplo el simple hecho de escribir una carta con un bolígrafo.
Usted podrá ser el escritor, pero el bolígrafo es el instrumento. La tinta, por su
parte, no es ni el autor ni el instrumento; es el elemento, la esencia. Si se le
acaba la tinta a su bolígrafo, todo lo que usted intente escribir será en vano. Tal
vez escriba palabras en una hoja de papel, pero la hoja quedará en blanco. En
ese caso, habrá un escritor y un instrumento, mas no habrá tinta, la cual es la
esencia que se necesita para escribir.
Debido a que muchos cristianos pasan por alto que el Espíritu es una esencia, en
este mensaje he optado a propósito por recalcar la palabra “esencia”. Entre los
cristianos de hoy, ¿quiénes consideran al Espíritu como una esencia? Por lo
general, los cristianos piensan que el Espíritu es un instrumento o un poder;
otros, que han visto algo más, hablan del Espíritu como una persona divina,
pero no conozco ningún predicador que hable del Espíritu como lo hace Pablo
en 2 Corintios 3. En este capítulo, la perspectiva que Pablo tiene del Espíritu es
que éste es una esencia que se usa para escribir cartas de Cristo. Aquí él no ve al
Espíritu como una persona, un instrumento o un poder; más bien, considera al
Espíritu como la esencia que se usa para escribir cartas vivas de Cristo.
Sin embargo, aún necesitamos definir qué es esta esencia. Nos damos cuenta de
que hemos sido inscritos con el Espíritu, pero ¿qué es este Espíritu?
La versión amplificada del Nuevo Testamento traduce las palabras griegas “de
gloria en gloria” como “de un grado de gloria a otro”. Es correcto afirmar que
somos transformados de un grado de gloria a otro grado de gloria, pero
debemos entender qué es la gloria. La gloria de 3:18 es en realidad el Espíritu.
Esta gloria alude también al Cristo resucitado, o a Cristo en resurrección. El
Señor Jesús fue glorificado mediante la resurrección (Lc. 24:26). Por
consiguiente, la gloria, el Espíritu y la resurrección aluden a lo mismo. Ahora el
Espíritu que está en nosotros es gloria y también es la realidad de la
resurrección. Por consiguiente, una vez más vemos que en 2 Corintios 3, el
Espíritu es una esencia, y no un instrumento ni un poder.
EL ESPÍRITU Y LA JUSTICIA
EN NUESTRO DIARIO VIVIR
Hoy, a través del ministerio, a todos se nos ha inscrito el Espíritu en nuestro ser.
Muchas veces, después de la reunión, sentimos algo vivo, sustancial y activo
dentro de nosotros. Esta sustancia viva es el Espíritu, el Espíritu que nos ha sido
inscrito. En otras palabras, se nos ha añadido la esencia divina. Si una persona
nunca ha experimentado esto, dudo que halla sido verdaderamente salva y
regenerada. Creo que todos los que estamos en la vida de iglesia podemos
testificar que hemos experimentado al Espíritu en nuestro interior de una
manera viva, activa y sustancial. Además de la sustancia interior, tenemos
también una expresión exterior. Esta expresión es la justicia.
Todo aquel a quien se le ha inscrito el Espíritu del Dios vivo tendrá una
expresión de justicia en su diario vivir. Por ejemplo, un hermano que es casado
experimentará al Espíritu como sustancia viva dentro de él por medio de la
inscripción que efectúa el ministerio del nuevo pacto. Espontáneamente, su
esposa se dará cuenta de que algo le ha sucedido a su marido, y tal vez se diga:
“Algo le ha ocurrido, pero no entiendo qué es. Parece estar bien en todo y con
todo. Antes, actuaba mal casi en todo lo que hacía, incluso en la manera de
guardar las cosas, pues nunca las ponía en su lugar. Pero ahora, se encarga de
cada detalle como se debe. Además, veo también una diferencia en la manera en
que me habla. Cuando se va a trabajar, se despide de mí de una manera muy
agradable; me dice: „Querida, me voy a trabajar‟. Mi esposo se conduce
correctamente aun en la manera en que cuida al perro. No sé qué le pasa”. Lo
que pasa es que puesto que el hermano experimenta interiormente al Espíritu
como sustancia, él expresa la justicia en su vivir en la casa.
Cuando no vivimos a Cristo, actuamos mal en muchas cosas. Tal vez actuemos
mal en la manera en que cerramos la ventana o la puerta. En lugar de cerrar la
puerta correctamente, quizás la cerremos bruscamente. Pero cuando vivimos a
Cristo y experimentamos en nosotros algo sustancial y activo, llegamos a
conducirnos debidamente aun en la manera en que cerramos las ventanas y las
puertas. De hecho, todo lo que hagamos, lo haremos correctamente.
VIVIR A CRISTO
Entre todos los habitantes de la tierra, las personas más justas son aquellas que
viven a Cristo. Cada vez que usted viva a Cristo, se conducirá bien en todo. No
necesitará que nadie le enseñe cómo conducirse correctamente, pues el Cristo
que vive en usted lo llevará a estar bien con todo y con todos. Si somos
desordenados con nuestras cosas o con respecto a la manera en que cerramos la
puerta, eso indica que no estamos viviendo a Cristo. Si vivimos realmente a
Cristo, cerraremos la puerta correctamente, y cuando se trate de tocar a la
puerta o de usar el timbre, lo haremos como se debe. Una vez más declaro que
no es necesario que nadie nos enseñe a cerrar una puerta, a cómo tocarla o a
usar el timbre. La Biblia no contiene tales instrucciones. Si la Biblia contuviera
una regla para cada aspecto de nuestro diario vivir, sería tan grande que no la
podríamos llevar con nosotros. El Espíritu es aquel que está dentro de nosotros
y nos hace justos en nuestro vivir. Lo que necesitamos es que el Espíritu se
inscriba más en nosotros. El ministerio del nuevo pacto es el ministerio del
Espíritu.
Hemos visto que ser transformados en la imagen del Señor de gloria en gloria
equivale a ser transformados del Espíritu al Espíritu. Si experimentamos esta
transformación interna, espontáneamente expresaremos la justicia en nuestro
aspecto externo. Entonces estaremos bien con Dios, con los demás y con
nosotros mismos. Pero muchas personas no están bien con Dios, con los demás
ni consigo mismas. A diario ofenden a Dios y a los que los rodean. Además, por
faltarles la esencia divina, no están bien con ellos mismos. Así que, necesitan el
ministerio que escribe la esencia divina en ellos. Interiormente, esta esencia
será el Espíritu que mora en ellos, y exteriormente, esta esencia será expresada
como su justicia.
MENSAJE VEINTISÉIS
(2)
La razón por la cual hay tantas denominaciones es que hay distintas clases de
ministerios. Los bautistas llevan a cabo el ministerio bautista para realizar la
obra bautista; los presbiterianos llevan a cabo otra clase de ministerio para
realizar la obra presbiteriana; y sucede lo mismo con respecto a los episcopales,
los luteranos y los metodistas. Todas estas denominaciones llevan a cabo
distintas clases de ministerios por el bien de sus propias obras. Según el Nuevo
Testamento, esta práctica no es correcta. El Nuevo Testamento revela que existe
un solo ministerio. Hoy en día las iglesias locales no llevan a cabo distintas
clases de ministerios para realizar muchas obras. Dios tiene una sola operación
u obra, la cual la lleva a cabo el único ministerio.
Ahora debemos ver lo que hace este ministerio único. El ministerio único del
Nuevo Testamento sirve a Cristo a las personas; inscribe en ellas a Cristo como
Espíritu que opera en nuestro ser interior y como justicia que llega a ser nuestra
expresión. Ésta es la función del ministerio único. Cuando prediquemos el
evangelio, debemos hacerlo de esta manera. Asimismo, cuando enseñemos la
Biblia, cuando edifiquemos a los santos o a las iglesias, debemos hacerlo de esta
manera. Todo lo que hagamos en la vida de iglesia, lo debemos llevar a cabo con
el fin de inscribir a Cristo en los santos. En cuanto a esto, no tenemos muchos
ministerios distintos.
Nosotros aceptamos todos los ministerios que llevan a cabo el ministerio único
con miras a cumplir la operación de Dios. Pero no podemos aceptar un
ministerio que procura establecer o cumplir algo distinto de la única operación
que Dios lleva a cabo. Por ejemplo, no podemos aceptar un ministerio cuya meta
sea establecer la denominación presbiteriana; tampoco podemos aceptar un
ministerio que procure llevar a cabo la obra bautista, luterana o episcopal. Estos
ministerios causan división; por tanto, no podemos aceptarlos. Los ministerios
que aceptamos son aquellos que tienen por meta el ministerio neotestamentario
único.
En las iglesias locales nuestro ministerio debe ser un ministerio que inscribe. No
debería simplemente enseñar. Si sólo enseñamos a los demás, no se inscribirá
en ellos la esencia divina. La enseñanza no requiere ninguna esencia; pero para
inscribir sí se requiere una esencia, así como para escribir con un bolígrafo se
necesita tinta. Si uno intenta escribir con un bolígrafo vacío, no habrá ninguna
palabra en la hoja de papel. Si queremos escribir, necesitamos tinta, la cual es la
esencia con que se escribe. Entonces, cuanto más escribamos, más palabras se
escribirán en la hoja. Asimismo, necesitamos la esencia divina si queremos
inscribirla en el ser de los santos.
¿Cuál es la esencia única que se debe inscribir en los santos? Esta esencia es el
Dios Triuno como el Espíritu. El término “el Espíritu” según se emplea en el
Nuevo Testamento es muy significativo. “El Espíritu” alude al Dios Triuno que
pasó por un proceso para ser el Espíritu vivificante y todo-inclusivo.
¿Qué tiene de malo decir que hoy Dios es el Dios procesado, que Él ha dejado de
ser el Dios no procesado, el Dios “crudo”? Si usted pesca un pescado y lo trae a
casa, ese pescado está crudo. Pero después de cocinarlo y servirlo en la mesa,
deja de ser un pescado crudo. Ahora es un pescado procesado. Nuestro Dios ha
dejado de ser un Dios crudo. En Génesis 1, Él era el Dios crudo. De hecho, en
todo el Antiguo Testamento, Él fue un Dios crudo; todavía no había sido
“cocinado”; todavía no había sido procesado por medio de la encarnación, el
vivir humano, la crucifixión y la resurrección.
EL ESPÍRITU Y LA NOVIA
La esencia divina que se ha inscrito en nosotros a través de los años que hemos
estado en las iglesias locales, tendrá una expresión particular, y esta expresión
es la justicia. Cuando experimentamos la justicia como expresión de la esencia
que se ha inscrito en nosotros, estamos bien con Dios, con otros y con todo lo
relacionado con nuestra vida diaria. Esto significa que el Dios que mora en
nosotros llega a ser nuestra justicia, la cual a su vez llega a ser nuestra
apariencia, nuestra expresión. Esta expresión es la imagen de Dios. Este
Espíritu y esta justicia son la esencia del ministerio del nuevo pacto.
ESTUDIO-VIDA DE 2 CORINTIOS
MENSAJE VEINTISIETE
(1)
Lectura bíblica: 2 Co. 3:8-9, 18; 5:21; Col. 3:10; 1 Co. 1:30; 15:34; Ro.
8:2, 4; 14:17; Fil. 1:19; 3:9; Ap. 19:7-8; Ef. 4:24; Mt. 5:6, 10, 20
El ministerio del nuevo pacto es un tema muy importante, pues abarca todo el
Nuevo Testamento, el cual se compone de veintisiete libros. En los mensajes
anteriores hemos visto, del capítulo tres de 2 Corintios, que en la era del
Antiguo Testamento había un solo ministerio, un ministerio que en 2 Corintios
3 se le llama el ministerio de muerte y de condenación. Con todo, los cristianos a
menudo consideran que en el Antiguo Testamento había tres clases de
ministerios: el ministerio de los sacerdotes, el ministerio de los reyes y el
ministerio de los profetas. Los cristianos sostienen este concepto porque el
Antiguo Testamento habla de tres clases de personas: los sacerdotes, los reyes y
los profetas. Puesto que estas tres clases de personas se mencionan en el
Antiguo Testamento, muchos estudiantes y maestros de la Biblia piensan que en
el Antiguo Testamento había tres clases de ministerios.
En la actualidad hay quienes dicen ser de mentalidad abierta y por eso quieren
aceptar todas las distintas clases de ministerios para demostrar que no son
estrechos, sectarios ni facciosos. Quieren ser todo-inclusivos y recibir los
ministerios del catolicismo, de la iglesia ortodoxa griega, de las denominaciones
protestantes y de todos los grupos independientes. Esto queda en contraste con
el ministerio del nuevo pacto, el cual es uno solo. El ministerio del nuevo pacto
es único en naturaleza, esencia, función y propósito.
Cuando decimos que el ministerio del nuevo pacto es único, no queremos decir
que es el ministerio de una sola persona. Por ejemplo, es una infamia acusarme
de afirmar que el ministerio único hoy en día es el ministerio de Witness Lee.
Nosotros no decimos eso, ni tampoco lo insinuamos. Cuando hablamos de un
solo ministerio, del ministerio del nuevo pacto, nos referimos al ministerio del
Espíritu y de la justicia. Quien ministre el Espíritu y la justicia a los demás
participa en el ministerio único, sea quien sea esa persona. Pedro, Juan, Jacobo,
Pablo, Timoteo, Tito, Apolos, todos tenían el ministerio único. Los ministros son
muchos, pero el ministerio es uno solo. Si usted ministra al Espíritu y la justicia
a los demás, usted participa en este ministerio único.
Lo que estoy diciendo en este mensaje acerca del ministerio es algo nuevo y
también antiguo. Es antiguo porque ha existido por casi dos mil años; por otra
parte, es algo nuevo porque es un asunto que se perdió y que ha sido recobrado.
Agradecemos al Señor porque ha recobrado la verdad acerca del ministerio. Le
damos gracias por mostrarnos en 2 Corintios 3 que en la Biblia existen dos
ministerios: el ministerio del antiguo pacto, el cual es el ministerio de muerte y
condenación, y el ministerio del nuevo pacto, el cual es el ministerio del Espíritu
y de la justicia.
Como cristiano, o como uno que cree tener cierta clase de ministerio, ¿qué clase
de ministerio tiene usted? Si no está en el ministerio del nuevo pacto, es decir,
en el ministerio que ministra a Cristo como el Espíritu vivificante y como la
justicia a otros, usted debe decirnos qué clase de ministerio tiene. ¿En qué
ministerio está? Si no está en el ministerio del Espíritu y de la justicia, ni en el
ministerio de muerte y de condenación, ¿en qué ministerio está? Algunos dirán
que tienen el ministerio de la predicación del evangelio. Esta respuesta no es
correcta. Usted debiera afirmar que su ministerio de predicación del evangelio
forma parte del único ministerio del nuevo pacto, en el cual usted le ministra a
otros a Cristo como el Espíritu y la justicia. Es mejor no decir que tenemos el
ministerio de la predicación del evangelio; más bien, debemos decir que nuestra
predicación del evangelio forma parte del único ministerio del nuevo pacto.
Recalco este punto porque muchos cristianos tienen un concepto erróneo acerca
del Espíritu y piensan que el Espíritu es principalmente una fuente de poder, de
capacidad o de impacto. Por ejemplo, algunos grupos recalcan lo que
comúnmente llaman “caer al suelo por poder del Espíritu Santo”. Había una
mujer que era bien conocida por esta práctica. ¿Acaso es éste el Espíritu que es
el suministro de vida? Por supuesto que no.
En 1962, al poco tiempo de empezar a ministrar en este país, me invitaron a
hablar a un grupo de cristianos en San Diego. Algunos de los que estuvieron allí
me alentaron a ir a cierta ciudad de Texas donde supuestamente ocurrían
muchos milagros. Algunos aseguraban que, de forma milagrosa, a una persona
se le había rellenado los dientes con oro, y que algunas personas que asistieron a
la reunión incluso olieron el oro. Sin embargo, cuando les hice algunas
preguntas al respecto, no pudieron confirmar ese informe. Además, les dije que
si tal cosa había sucedido, lo habrían publicado en los periódicos. Les dije
también que si nuestro Dios deseaba rellenar nuestros dientes, ¿por qué no los
restauraba a su condición normal en lugar de usar oro? Ciertamente nuestro
Dios jamás sanaría los dientes de una persona llenándolos de oro. No presten
atención a esos falsos informes.
EL MINISTERIO DE LA JUSTICIA
Antes de que usted experimentara al Espíritu de esta manera, tal vez le era muy
fácil discutir con su cónyuge. Pero si usted experimenta al Espíritu como su
suministro de vida, algo en su interior le restringirá cuando quiera discutir. Por
ejemplo, es posible que una hermana se sienta tentada a culpar a su marido,
pero en lo profundo de su ser, se da cuenta de que debe ir a su cuarto y orar.
Esta experiencia proviene del Espíritu como suministro de vida, impartido en
nosotros mediante el ministerio del nuevo pacto.
Quizás en una reunión de la iglesia no se diga ni una sola palabra acerca de que
el Espíritu es el suministro de vida. Y tal vez usted no esté consciente de que le
está siendo impartido el Espíritu. Sin embargo, aun cuando no se diga nada al
respecto, es un hecho que en la reunión a usted le es impartido el Espíritu. Hay
un ministerio en el recobro que inscribe al Dios Triuno procesado, como
Espíritu vivificante, en nuestro ser.
Supongamos que un joven que está en la escuela no hace nada malo, pero
apenas estudia como debe. Además, cuando está en clase, su mente está
distraída. Aunque tal vez no haga nada malo, él es peor que los demás
estudiantes. Exteriormente, él quizás no esté mal, pero interiormente, todo su
ser está mal. En el mismo principio, exteriormente muchos santos no actúan
mal en nada, pero de hecho, no están en la voluntad del Señor. Esta
comprensión en cuanto a estar bien con Dios no es según la doctrina; más bien,
concuerda con la experiencia.
ESTUDIO-VIDA DE 2 CORINTIOS
MENSAJE VEINTIOCHO
(2)
Lectura bíblica: 2 Co. 3:8-9, 18; 5:21; Col. 3:10; 1 Co. 1:30; 15:34; Ro.
8:2, 4; 14:17; Fil. 1:19; 3:9; Ap. 19:7-8; Ef. 4:24; Mt. 5:6, 10, 20
La ley denota los Diez Mandamientos. Pero, ¿cuál es el significado de los Diez
Mandamientos? El Antiguo Testamento indica claramente que los Diez
Mandamientos son el testimonio de Dios. El arca era llamada el arca del
testimonio (Ex. 25:16), y el tabernáculo, el tabernáculo del testimonio (Ex.
38:21). Este testimonio se refiere a la ley; la ley, por lo tanto, es el testimonio de
Dios.
Como testimonio de Dios, los Diez Mandamientos eran un retrato de Dios, una
descripción de Él. Esto significa que la ley es una clara descripción, definición y
explicación de Dios en el sentido de que revela qué clase de Dios es nuestro
Dios.
Si usted estudia los Diez Mandamientos, verá que nuestro Dios es santo. Él no
es común; Él está separado [de lo común] y es diferente de todo lo demás. Por
consiguiente, uno de los mandamientos declara que debemos tener un solo Dios
y que no debemos hacernos ninguna imagen ni adorar ídolos. Además, no
debemos tomar el nombre del Señor en vano, y debemos reconocer que el
sábado es un día para recordar a Dios como el Creador único.
Los últimos seis mandamientos revelan claramente que Dios es justo y que Él es
un Dios de amor y de luz. Honrar a nuestros padres ciertamente es justo. Es
justo no matar, no cometer fornicación, no robar, no dar falso testimonio, ni
codiciar. Si cumplimos estos mandamientos, seremos justos para con los demás
en la sociedad. Además, el cumplimiento de estos seis mandamientos supone el
amor. Sin lugar a dudas, una persona que mata no tiene amor. Si usted amara a
los demás, no cometería fornicación, no robaría ni daría falso testimonio;
tampoco codiciaría las posesiones ajenas. Por tanto, los Diez Mandamientos
presentan a un Dios que es santo y justo y que está lleno de amor y de luz.
Supongamos que alguien afirma ser de Dios y dice que adora a Dios y le sirve,
pero esta persona roba, miente y codicia. Esto hará que los demás digan que
ellos jamás creerían en el Dios de ese hombre. Esta persona causa que otros
tengan una impresión equivocada de quién es Dios. Pero supongamos que
adoramos a Dios, le servimos y afirmamos ser de Él. Supongamos que además
llevamos una vida santa, separada para Dios, y una vida justa y llena de amor y
de luz, una vida que toma en cuenta a los demás. Honramos a nuestros padres,
no robamos, no damos falso testimonio ni codiciamos. En otras palabras,
servimos a Dios y adoramos a Dios y también somos justos. Como resultado de
esto, tenemos la expresión, la imagen, de Dios. Entonces los que están a nuestro
alrededor se darán cuenta de que ciertamente nuestro Dios es el Dios verdadero,
y tendrán el deseo de aceptar a este Dios como su Dios.
El propósito del ministerio del nuevo pacto es ministrar a los santos el Espíritu
vivificante y la justicia. Tanto el Espíritu vivificante como la justicia son en
realidad Cristo mismo. El Cristo que vive en nosotros es el Espíritu vivificante, y
el Cristo que se expresa por medio de nosotros es la justicia, la cual es la imagen
de Dios. ¡Cuán maravilloso es esto!
En 3:18 Pablo usa una palabra que es sinónima de justicia en 3:9. Esta palabra
es imagen. En 3:18, Pablo dice: “Mas, nosotros todos, a cara descubierta
mirando y reflejando como un espejo la gloria del Señor, somos transformados
de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Señor Espíritu”. A medida
que miramos y reflejamos al Señor, somos transformados en Su imagen, y esta
imagen es sinónima de la justicia que se menciona en el versículo 9. Por tanto, el
ministerio de la justicia es un ministerio que redunda en que se exprese la
imagen del Señor.
¿Cómo podemos obtener esta imagen? ¿Cómo podemos tener una justicia viva
que sea la imagen del Señor? Podemos tener esta imagen, esta justicia,
solamente por medio del Espíritu. Según el versículo 18, somos transformados
en la imagen del Señor, de gloria en gloria, como por el Espíritu. Esto significa
que la fuente y la sustancia de esta imagen, de esta justicia, es el Espíritu. El
Espíritu, que mora dentro de nosotros, es el factor que produce la imagen de
Dios, la justicia de Dios como expresión Suya.
¿Sabe usted lo que es el ministerio del nuevo pacto? ¿Es éste un ministerio o
servicio que enseña a otros a hablar en lenguas o que les instruye a bautizarse de
cierto modo? No; en todo aspecto y en todo sentido el ministerio del nuevo
pacto imparte en nosotros a Cristo como Espíritu vivificante. Entonces, este
Espíritu vivificante llega a ser una abundante suministración en nosotros.
Simultáneamente, el ministerio del nuevo pacto nos presenta a Cristo como la
justicia, como la viva imagen de Dios, para que seamos Su expresión.
HALLADOS EN CRISTO
Sabemos por el libro de Filipenses que el anhelo de Pablo era ser hallado en
Cristo. En Filipenses 3:9 Pablo declara: “Y ser hallado en El, no teniendo mi
propia justicia, que es por la ley, sino la que es por medio de la fe en Cristo, la
justicia procedente de Dios basada en la fe”. Según este versículo, el propio
Cristo en quien Pablo deseaba ser hallado es la justicia de Dios. Pablo deseaba
ser hallado en Cristo, no teniendo nada de sí mismo como justicia, sino teniendo
al Cristo que es la justicia de Dios.
La meta del ministerio del nuevo pacto es nada menos que ministrar a Cristo
como el Espíritu vivificante que tenemos en nuestro interior y como la justicia
viva que manifestamos exteriormente. Aunque nuestra experiencia pueda ser
limitada, creo que en el recobro del Señor, el Espíritu y la justicia viva han sido
impartidos a nosotros, al menos en pequeña escala, por el ministerio del nuevo
pacto.
MENSAJE VEINTINUEVE
(3)
Lectura bíblica: 2 Co. 3:8-9, 18; 5:21; Col. 3:10; 1 Co. 1:30; Ro. 8:2, 4;
14:17; Fil. 1:19; 3:9; Ap. 19:7-8; Ef. 4:24; Mt. 5:6, 10, 20
En Romanos 8:2 Pablo dice que la ley del Espíritu de vida nos libra de la ley del
pecado y de la muerte. En este versículo, la frase clave es “el Espíritu de vida”.
En Romanos 8:4 Pablo habla de andar conforme al espíritu, lo cual incluye el
andar conforme al Espíritu de vida mencionado en el versículo 2. Debemos
andar conforme al Espíritu de vida a fin de que los requisitos justos de la ley se
cumplan en nosotros. Esto no significa que nos esforzamos por guardar la ley,
sino que la ley se cumple en nosotros de manera espontánea y sin que nos
demos cuenta de ello, cuando andamos conforme al Espíritu.
Además, jamás haríamos una imagen con el fin de adorarla como a los ídolos.
No nos haríamos ni imágenes visibles ni invisibles. A veces creamos imágenes
invisibles en nuestra imaginación o en nuestras fantasías. Por ejemplo, tal vez
alguien piense que en el futuro llegará a ser un médico opulento, un
multimillonario con muchas posesiones. Al soñar de esta manera él crea un
ídolo invisible, una imagen invisible. Entonces él hará todo lo posible por
realizar este sueño. Esto equivale a adorar una imagen invisible.
Aun si sus padres se les oponen a ustedes, jóvenes, al mismo tiempo ellos están
observándolos, están leyendo las cartas de Cristo, que ustedes son. Un día, si
ustedes viven y andan en el Espíritu de vida al relacionarse con sus padres, ellos
quedarán convencidos. Aunque ustedes no intenten honrarlos,
espontáneamente les brindarán un respeto maravilloso y excelente, porque
ustedes andan conforme al Espíritu. Sus padres notarán esto, lo valorarán, y un
día, eso los convencerá y los vencerá.
Durante los más de cincuenta años que llevo en la vida de iglesia, he visto
muchos casos parecidos. Al principio, algunos santos sufrieron oposición por
parte de sus padres. En algunos casos, los padres eran budistas; en otros casos,
eran cristianos. Debido a que el camino del recobro del Señor era nuevo para
ellos y les parecía extraño, se opusieron a sus hijos. Algunos dijeron: “Otros
cristianos asisten a la iglesia una sola vez por semana. ¿Por qué tienes que
asistir a las reuniones varias veces por semana? ¿Qué te atrae a ir a la iglesia con
tanta frecuencia? Anteriormente te gustaban muchas cosas, pero ahora parecen
no importarte. ¿Qué te ha pasado? ¿Has perdido la razón? ¿Qué clase de
influencia tiene sobre ti esa iglesia?” Cuando los hijos amaban las cosas
mundanas, los padres estaban contentos con ellos, pero tan pronto las
abandonaron, los padres se turbaron. Perplejos por lo que les pasaba a sus hijos,
decidieron oponerse a la iglesia y hacer todo lo posible por alejarlos de la vida de
iglesia. Estos casos sucedieron centenas de veces en China y también en Estados
Unidos. Pero delante del Señor puedo testificar que en la gran mayoría de los
casos, al final, los padres se volvieron al Señor y a Su camino. Algunos se
volvieron al Señor después de unos cuantos años; otros tardaron más de treinta
años. En algunos casos, los padres llegaron a la reunión de la iglesia, y con
lágrimas, se levantaron para dar testimonio de cómo se habían opuesto a la
iglesia al oponerse a sus hijos. Luego, declararon que el vivir de sus hijos los
había convencido y que se habían arrepentido.
LA EXPRESIÓN DE DIOS
En Romanos 8:4 Pablo habla del justo requisito de la ley, y en el versículo 29, de
la imagen del Hijo de Dios: “Porque a los que antes conoció, también los
predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de Su Hijo, para que
Él sea el Primogénito entre muchos hermanos”. Si tomamos en cuenta este
versículo junto con los versículos 2 y 4, veremos al Espíritu, la justicia y la
imagen. Día tras día debemos andar conforme al Espíritu de vida a fin de
cumplir la justicia de la ley. Esto equivale a ser conformados a la imagen del
Hijo de Dios.
Tal vez nos preguntemos cómo podemos ser conformados a la imagen del Hijo
de Dios. La manera de ser conformados a Su imagen es andar conforme al
Espíritu de vida para que los justos requisitos de la ley se cumplan en nosotros.
Entonces tendremos la justicia, y esta justicia es la imagen misma del Hijo de
Dios. Por tanto, el Espíritu produce la justicia, y la justicia es la imagen.
LA JUSTICIA Y EL REINO
Las palabras de Pablo en Romanos 14:17 corresponden con lo que está escrito en
el Antiguo Testamento. Según Salmos 89:14, la justicia es el cimiento del trono
de Dios. Este versículo puede ser traducido también en el sentido de que la
justicia es el establecimiento del trono de Dios. El trono de Dios se establece con
la justicia como fundamento. El libro de Isaías también tiene mucho que decir
acerca de la justicia. Por ejemplo, Isaías 32:1 declara: “He aquí que para justicia
reinará un rey”. Aquí la justicia se relaciona nuevamente con el reino. Donde
está la justicia de Dios, allí también está Su reino. Además, Hebreos 1:8 y 9
declara: “Tu trono, oh Dios; por el siglo del siglo; cetro de rectitud es el cetro de
Tu reino. Has amado la justicia, y aborrecido la iniquidad”. Estos versículos son
una cita del salmo 45.
La meta del ministerio del nuevo pacto es impartir en otros al Espíritu todo-
inclusivo del Dios Triuno procesado como suministro. Simultáneamente, este
ministerio imparte a Cristo en los creyentes como justicia. Entonces, los
creyentes, al vivir y andar conforme al Espíritu, estarán en una condición que
expresa a Dios y que manifiesta la imagen del Hijo de Dios. Además, serán en
realidad el reino de Dios, establecido en justicia, en orden y bajo la debida
autoridad. También tendrán paz y gozo en el Espíritu Santo. Éste es el producto
del ministerio del nuevo pacto. En contraste, los distintos ministerios de hoy
generan diferencias de opinión, divisiones y desorden.
ADORNADA DE JUSTICIA
Hoy muchos cristianos pasan por alto el ministerio del nuevo pacto. En lugar de
ministrar el Espíritu y la justicia a los demás, discuten acerca de los distintos
métodos de bautismo. Debaten sobre si las personas deben bautizarse boca
arriba o boca abajo, una sola vez o tres veces, en el nombre de Jesús o en el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Los distintos llamados
ministerios han dividido a los hijos de Dios. Estos facciosos ministerios no son
el ministerio del nuevo pacto. El ministerio del nuevo pacto simplemente
imparte en las personas a Cristo en dos aspectos: como Espíritu para que sea la
suministración de vida que ellos disfrutan interiormente, y como la justicia que
es la expresión de Dios que manifiestan exteriormente. Esta expresión de Dios
como justicia, la propia imagen de Dios, trae el reino, donde todo está
reglamentado, en orden y bajo la debida autoridad. Esto nos proporciona un
anticipo del reino venidero y de la Nueva Jerusalén, los cuales existirán en el
cielo nuevo y en la tierra nueva. En esto consiste la función del ministerio del
nuevo pacto.
Todos los santos, incluyendo a los jóvenes, deben ser los actuales ministros del
nuevo pacto, no solamente los colaboradores y los ancianos de las iglesias. Esto
significa que todos debemos llevar a cabo el ministerio a fin de ministrar a
Cristo como el Espíritu vivificante y como la justicia.
ESTUDIO-VIDA DE 2 CORINTIOS
MENSAJE TREINTA
Antes de considerar el tema de este mensaje, un tema que trata de que los
ministros y el ministerio llegan a ser uno, debemos considerar lo que dijo el
Señor Jesús en cuanto a la justicia. Cuando Él dio la promulgación acerca de la
constitución del reino de los cielos (Mt. 5:1-7:29), dijo algunas cosas
importantes en cuanto a la justicia. Una y otra vez hizo énfasis en la justicia. Él
declaró: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos
serán saciados” (Mt. 5:6). Luego, añadió: “Bienaventurados los que padecen
persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos”
(Mt. 5:10). También enseñó a Sus discípulos: “Porque os digo que si vuestra
justicia no supera a la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los
cielos” (Mt. 5:20). El Señor Jesús también hizo hincapié en la justicia cuando
dijo: “Mas buscad primeramente Su reino y Su justicia, y todas estas cosas os
serán añadidas” (Mt. 6:33). Así que, nosotros, en lugar de preocuparnos por la
comida o por la vestimenta, debemos buscar el reino de Dios y Su justicia. Pero,
¿cuál es esta justicia que recalca el Señor Jesús? Esta justicia es el Cristo que
vivimos y que llega a ser la expresión de Dios y el reino de Dios. Cuando
tenemos esta justicia, ciertamente tenemos el reino de Dios; tenemos el mando,
la administración y el gobierno de Dios. Esto significa que tenemos el reino, y
además, paz y gozo, en nuestra vida diaria, en nuestra vida familiar y en nuestra
vida de iglesia.
Quisiera recalcar una y otra vez el hecho de que el ministerio del nuevo pacto es
un ministerio del Espíritu y de la justicia. Nunca me canso de repetir esto. Es
este ministerio el que se lleva a cabo en el recobro del Señor. En el recobro, sólo
ministramos a Cristo como el Espíritu vivificante y como nuestra justicia viva.
Si leemos 3:8, 9 y del 16 al 18, podemos ver claramente que todos los ministros
del nuevo pacto llegan finalmente a ser uno con su ministerio. Esto significa que
los ministros son el ministerio. Su ministerio es lo que ellos mismos son, no
meramente lo que hacen o la obra que realizan. El ser mismo de los ministros
del nuevo pacto es su ministerio. Por tanto, podemos hablar del hecho de que
los ministros y el ministerio llegan a ser uno.
LAS DOS ETAPAS DEL MINISTERIO DEL NUEVO PACTO
Estas dos etapas del ministerio del nuevo pacto se pueden aplicar a nuestra vida
de familia. Supongamos que un hermano, su esposa y su hijo reciben el
ministerio del Espíritu. En este ministerio del Espíritu hay gloria, pero dicho
ministerio no abunda en gloria, porque todavía no se manifiesta la justicia. Pero
quizás después de cierto tiempo, el marido, la esposa y el hijo expresan la
justicia conforme al Espíritu de vida que está en ellos, y con esto se ve el
ministerio de la justicia abundando en gloria. Todo aquel que visite a esta
familia notará la gloria que está con ellos.
En la etapa inicial, la etapa del ministerio del Espíritu, el ministerio del nuevo
pacto está en gloria. Pero cuando este ministerio llega a ser el ministerio de la
justicia, el ministerio abunda en gloria. Cada vez que el ministerio del Espíritu
es expresado en nuestro vivir, lo cual produce una expresión de justicia, el
ministerio abunda en gloria.
En 3:8 y 9, las palabras “en gloria” y “abunda en gloria” están relacionadas con
el ministerio. Pero en los versículos del 16 al 18, la gloria no está relacionada con
el ministerio, sino con los ministros. En el versículo 18 Pablo declara: “Mas,
nosotros todos, a cara descubierta mirando y reflejando como un espejo la gloria
del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como
por el Señor Espíritu”. En este versículo, la palabra “nosotros” se refiere a los
apóstoles, quienes, como ejemplos y representantes de todos los creyentes, son
los ministros de Cristo. Por tanto, en los versículos 8 y 9, la gloria está
relacionada con el ministerio, mientras que en el versículo 18, está relacionada
con los ministros.
LA GLORIA INVISIBLE
La gloria de los ministros del nuevo pacto no es visible ni externa. Esta gloria es
tanto interna como invisible y tiene que ver con que lo que otros aprehenden de
la realidad de Cristo manifestada en el propio vivir de tales ministros. Por
ejemplo, si usted visita la casa de cierto hermano, tal vez observe en su vida
familiar una condición, un estado, de gloria. Esta gloria no es Cristo mismo visto
por otros, sino que más bien es el Cristo hecho real para otros tal y como se
observa en el diario vivir de esa familia. Las personas tienen la sensación de que
en la vida de esa familia hay algo glorioso. Ésta es la gloria de los ministros del
nuevo pacto y su ministerio.
He aprendido por experiencia que los ministros del nuevo pacto resplandecen
interiormente con una gloria invisible. Pero, no queriendo poner mi confianza
sólo en mi propia experiencia, estudié este asunto conforme a la Biblia. Cuando
lo hice, descubrí que en 4:6 Pablo dice: “Porque el mismo Dios que dijo: De las
tinieblas resplandecerá la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones,
para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”.
El mismo Dios que mandó que de las tinieblas resplandeciera la luz, ha
resplandecido en los corazones de los ministros del nuevo pacto. Cuando Él
resplandeció en el universo, se produjo la vieja creación. Ahora, cuando Él
resplandece en los corazones de los ministros del nuevo pacto, hace de ellos una
nueva creación. De esta manera, ellos pueden exaltar a Cristo como Señor en su
predicación, y conducirse como esclavos de los creyentes en su servicio (v. 5).
Tanto lo que hacen por Cristo como lo que son para los creyentes es el resultado
del resplandor de Dios que irradia en ellos. El resplandor de Dios produce los
ministros del nuevo pacto y su ministerio.
En 4:7 Pablo dice: “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la
excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros”. El resplandor de Dios en
nuestros corazones introduce en nosotros un tesoro, el Cristo de gloria, quien,
como corporificación de Dios, es nuestra vida y nuestro todo. Sin embargo,
nosotros, los que llevamos este tesoro, somos vasos de barro sin valor y frágiles.
¡Qué tesoro más precioso está en vasos que no valen nada! Esto hace que los
vasos sean hechos ministros del nuevo pacto, los cuales tienen un ministerio
inestimable. La excelencia del poder proviene ciertamente de Dios y no de
nosotros. Este tesoro, el Cristo que mora en nosotros, los vasos de barro, es la
fuente divina de la cual proviene el suministro necesario para que podamos vivir
la vida cristiana. Por el poder excelente de este tesoro, los apóstoles, como
ministros del nuevo pacto, pueden llevar una vida crucificada de modo que
manifiestan la vida de resurrección de Cristo.
Los ministros del nuevo pacto con su ministerio son vasos de barro que
contienen un tesoro admirable. Su ministerio se halla totalmente en la esfera del
Espíritu, es algo real y vivo; es algo que podemos sentir, disfrutar, percibir y
experimentar. Esto es lo que el Señor desea en Su recobro hoy. Éste es el
testimonio del Nuevo Testamento, y es lo que Dios desea que haya entre
nosotros. Debemos estar en el recobro de este ministerio. Debemos llevar esta
clase de vida y estar en una iglesia que tenga este ministerio. Además, debemos
ministrar esto a otros, no principalmente por medio de lo que hagamos, sino
especialmente por medio de lo que somos y por la manera en que vivimos. Éste
es un cuadro que nos muestra los ministros y su ministerio del nuevo pacto. No
cabe duda que los ministros y el ministerio son una sola entidad.