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Y a las palabras del Señor a los judios: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libre”
(Juan 8:32).
Está en el corazón de todo aquel que ama y conoce a Dios, el sentir de hacer que el bien
prevalezca sobre el mal, lo justo sobre lo injusto, y la verdad sobre la mentira.
Nos dice el apóstol Pablo, que en un hijo de Dios, sus pensamientos deben ser:
“… todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable,
todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto
pensad” (Filipenses 4:8)
Y si el pensamiento es de este carácter, sin duda se cumplirá lo que también nos dice el
apóstol Pablo: “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena
para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes” (Efesios 4:29).
Esto quiere decir, que en la vida de un creyente, todo debe fundamentarse en el bien y la Verdad
La Iglesia es conocedora de las virtudes de Dios, por eso lo que piensa, vive y publica, es
precisa- mente la Verdad, lo que no puede ser refutado, ni puesto en tela de juicio, sino
que, es recibido con seguridad y confianza.
Por todos los medios y en todos los puntos cardinales de nuestra amada Panamá hay un
mensaje que transmitimos y nadie puede detener. Es verdad que el Señor Jesucristo
sufrió, murió y resucitó por los pecadores; mensaje que encontrando cabida en muchos
corazones va transformando, precisamente porque este mensaje es vivo y respaldado por
el Espíritu Santo.
Cuando el Señor Jesucristo nos dice que Él es la Verdad, es porque no hay mentira en Él,
puede dar luz, sacar de las tinieblas del pecado, es real, verdadero, no hay doblez en Él.
Hermanos amados, utilicemos todos los medios posibles para publicar la Verdad, esto es,
anunciar al Señor Jesucristo.
El mensaje que tenemos, el que Dios nos ha dado, trasciende, hace sentir sus efectos
donde quiera se predique, produciendo en los oyentes la necesidad de vivir según Él,
porque este mensaje redarguye los argumentos, conceptos y pensamientos del hombre.
El Señor mismo lo dijo:
“…las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (Juan 6:63).
Seamos publicadores de la Verdad, cada uno piense en ser un heraldo de la Verdad.