Aunque el culto de San José está extendido por toda la Iglesia universal y recibe por ello una veneración especial, muchas veces el creyente puede constatar que se desconoce y se profundiza poco en la gran labor que el padre adoptivo de Jesús tuvo en la economía de la salvación. Nos dice de manera puntual y breve el Catecismo de la Iglesia Católica en el número 437 que: José fue llamado por Dios para tomar consigo a María su esposa encinta del que fue engendrado en ella por el Espíritu Santo (Mt 1,20) para que Jesús llamado Cristo nazca de la esposa de José en la descendencia mesiánica de David (Mt 1,16). De este numeral del Catecismo se proponen tres rasgos de la persona y misión de José que pueden ayudar a aquellos que ejercen el don y la responsabilidad de ser padres de familia -o se sienten llamados a serlo- puesto que en un mundo de cambios drásticos es necesario tener modelos de vida acordes a nuestra fe y valores. La vocación de padre. Nos dice el número 437 que José fue llamado por Dios, es decir, desde el principio de su existencia el Señor le había escogido para llevar en sus hombros la exigente tarea de ser el padre de Jesús en la tierra; de ello se desprende que la paternidad no es una casualidad, el resultado de eventos aislados, coincidencias, sino que es una vocación. Así que cada hombre deberá preguntarse ante Dios si en lo íntimo de su persona siente que Dios le ha llamado a vivir la paternidad, a engendrar hijos y educarles en el amor y en los valores del Reino. No se es padre circunstancialmente, Dios elige. Cabeza de familia. Es evidente la crisis tan dura que vive el modelo de familia que hasta unos siglos conocíamos. José asume la tarea de tomar a su esposa encinta y a pesar de sus dudas y miedos; comenzar la ardua tarea de formar una familia, de proveer a María y al niño de lo necesario, de soportar las adversidades de quienes les persiguen. Hoy el varón necesita hacerse consciente de las responsabilidades del engendrar, superar la idea de que solo se trata de un proceso biológico, sino que es principalmente un compromiso humano, relacional y trascendente. Presencia y protección. Dios elige a José para que Jesús pertenezca a la descendencia mesiánica de David. José no solo provee lo necesario en cuanto a alimento y vestido, sino que le da a María y a Jesús la protección de un nombre, de un grupo familiar, les arropa en su persona con una identidad propia. Un papá cristiano no debe olvidar que su familia necesita su presencia, sus cuidados, el que le reafirme a su esposa y a sus hijos que pueden contar con él en todo momento.