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ESCUELA DE TEOLOGÍA INSTITUTO EXOUSIA

CLASE 11
Dones y Frutos del Espíritu Santo.
Angie Alarcón
Los dones del Espíritu Santo: cuáles son, significado y cómo usarlos

LOS DONES DEL ESPÍRITU


Los dones espirituales son habilidades especiales que Dios regala a sus hijos para la
edificación de su iglesia. Debemos usarlos para bendecirnos los unos a los otros y así
construir juntos una iglesia fuerte que honra a Dios.

Todos los cristianos tenemos por lo menos un don y el Espíritu Santo distribuye los
dones según quiere: “Todo esto lo hace un mismo y único Espíritu, quien reparte a
cada uno según él lo determina” (1 Co. 12:11). Sin embargo, la Biblia nos dice también
que podemos anhelar otros dones y nos anima a pedirlos (1 Co. 12:31).

En la Biblia encontramos tres listas principales de dones, los que se mencionan en 1


Corintios 12: 4-11 y 28, en Romanos 12: 6-8 y en Efesios 4:7-13.

Son ellos: sabiduría, conocimiento, fe, dones de sanidad, poderes milagrosos,


profecía, discernir espíritus, hablar en diversas lenguas, interpretar lenguas,
enseñanza, evangelismo, ayudar a otros, servir, administración, ánimo,
generosidad, liderazgo, mostrar compasión.

1. Sabiduría
Va más allá de la sabiduría humana. Es tener la capacidad de saber decir o hacer lo que
es correcto dentro de la voluntad de Dios en una situación específica.

2. Conocimiento
Saber o recibir la revelación de algo sobre una persona o situación sin haber recibido la
información por medios naturales.

3. Fe
Confianza total en las promesas de Dios que no cede frente a las circunstancias
adversas. Es mayor que la fe normal que tenemos todos los cristianos.

4. Dones de sanidad
Orar por personas enfermas física o emocionalmente y tener la capacidad de traer el
poder sanador de Dios a sus vidas.

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5. Poderes milagrosos
Hacer señales y prodigios más allá de las leyes naturales para mostrar la presencia y el
poder de Dios en una situación particular.

6. Profecía
Comunicar una palabra de parte de Dios, un versículo o pasaje que aplica a una
situación específica, con el fin de exhortar o animar.

7. Discernir espíritus
Habilidad de percibir qué tipo de espíritu actúa en cierta situación y determinar si viene
de Dios o no.

8. Hablar en diversas lenguas


Capacidad de hablar un idioma sin haberlo estudiado para comunicar el mensaje del
evangelio. También hay el don de lenguas angélicas, palabras que entiende solo Dios.
Son para la edificación personal y para tener comunión especial con él.

9. Interpretar lenguas
Poder entender y comunicar un mensaje que se ha dado en lenguas, en el idioma que
pueden comprender los que están presentes.

10. Enseñanza
Habilidad especial para transmitir las verdades del evangelio con claridad e instruir a los
demás cristianos en la palabra de Dios.

11. Evangelismo
Comparte el mensaje de salvación de una forma atractiva y relevante a aquellos que aún
no han recibido el perdón de Dios.

12. Ayudar a otros, servir


Sensibilidad especial ante las necesidades de los demás y un gran deseo de hacer todo lo
posible por aliviarles la carga.

13. Administración
Sabe organizar cosas o actividades, disfruta de la planificación, la dirección y la
organización.

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14. Ánimo
Da la palabra de ánimo o motivación en el momento preciso. Tiene una disposición
positiva basada en las promesas de la palabra de Dios.

15. Dar con generosidad (socorrer a los necesitados)


Disfruta compartiendo sus recursos (tiempo, talento y dinero) con los demás, en especial
con aquellos que sufren y con los que llevan el mensaje del evangelio a otros lugares.

16. Liderazgo, dirección


Disposición especial para guiar a otros y ayudarles a crecer en su andar con Jesús.
Siente satisfacción al cuidar y alimentar espiritualmente de aquellos que Dios pone bajo
su cuidado.

17. Mostrar compasión


Amor especial, misericordia genuina por los necesitados y la habilidad de identificarse
con ellos.

¿Para qué sirven los dones espirituales?


Dios los da a sus hijos para capacitarlos a trabajar juntos por el crecimiento de la
iglesia. Deben usarse con unidad de propósito, por el bien común. El deseo principal
debe ser siempre que Cristo sea glorificado.

A fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de
Cristo (Efesios 4:12).

Los dones no se nos dan como un premio a nuestra espiritualidad. Dios nos los regala
para que sirvamos a nuestros hermanos y para que nos animemos los unos a los otros en
nuestro andar con Jesús. Al usarlos de forma correcta mostramos que Dios es real en
nuestras vidas y que es él quien nos dirige

Dios nos capacita para cumplir con su obra en este mundo a través de los dones. La
iglesia es más efectiva y funciona mejor cuando todos sus miembros ejercen los suyos.
De lo contrario pasaría como cuando nos duele una muela o no podemos usar la mano
por alguna razón. Nuestro cuerpo no funciona igual ni somos tan eficientes. Así mismo,
la iglesia sufre y cojea cuando sus miembros dejan de usar, o usan mal, los dones
que Dios les ha concedido.

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¿Cómo debemos usar los dones?


Es interesante ver que los tres capítulos principales en los que se habla de los dones
tienen como denominador común el tema del amor y la unidad de los creyentes. Por esto
queda claro que los dones deben usarse con amor, con el deseo de aportar para el
bien y la edificación de la iglesia. De otra forma, no cumplirán el propósito para el
cual Dios los ha concedido.

“Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un
metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo
todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar
montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que
poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor,
nada gano con eso” (1 Corintios 13:1-3).

Es importante valorar los dones que Dios nos ha dado y los dones que tienen los demás.
Todos los dones son necesarios para el buen funcionamiento de la iglesia y no debemos
menospreciar ningún don. Sea cual sea el don que Dios te ha concedido, agradécele y
úsalo de forma fiel. Sirve a Dios con alegría y deja que él se mueva en tu vida y en la de
los demás mediante el uso de tus dones.

“Cada uno ponga al servicio de los demás el don que haya recibido, administrando
fielmente la gracia de Dios en sus diversas formas” (1 Pedro 4:10)

Especificaciones necesarias referente a los dones


Como ya lo mencionamos, los dones del Espíritu son las habilidades espirituales del
Espíritu Santo dadas al pueblo de Dios para que, por medio de su uso, edifiquen al
cuerpo de Cristo y den gloria a Dios.

En tres capítulos de una de sus cartas (1 Co 12 –14), el apóstol Pablo nos enseña siete
verdades sobre los dones espirituales:

1) Vemos la conocida paradoja de la soberanía divina/responsabilidad humana.


El Espíritu asigna de forma soberana los dones «como Él quiere» (1 Co 12:11), y Pablo
nos ordena «procurad los dones espirituales» (1 Co 14:1). Cuando deseamos dones que
no tenemos, debemos someternos a la soberanía del Espíritu. Cuando estamos inactivos,
debemos obedecer el llamado de Dios de servirle usando nuestros dones.

2) Los corintios necesitaban un discernimiento espiritual básico.

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Por eso Pablo advierte: «Por tanto, les hago saber que nadie hablando por el Espíritu de
Dios, dice: “Jesús es anatema”; y nadie puede decir: “Jesús es el Señor”, excepto por el
Espíritu Santo» (1 Co 12: 3).

3) Nuestros dones espirituales corresponden a la unidad y diversidad de la Trinidad.


«Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Hay diversidad de
ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero es el
mismo Dios el que hace todas las cosas en todos» (1 Corintios 12:4-6).

Los diferentes dones del mismo Espíritu se usan en diferentes ministerios para servir al
mismo Señor Jesús, ya que el mismo Padre da poder a los dones. Cuando servimos a la
iglesia, la Trinidad nos usa para bendecir a otros.

4) Los dones espirituales tienen un propósito claro según la Escritura.


Pablo da el propósito de los dones espirituales: el Espíritu los da «para el bien común»
(1 Co 12:7). Pedro está de acuerdo: Dios nos ha dado a cada uno de nosotros al menos
un don espiritual. «Según cada uno ha recibido un don especial, úselo sirviéndose los
unos a los otros como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios» (1 P
4:10). Los dones son expresiones de la gracia de Dios, que se nos da para que podamos
servir a los demás y beneficiarlos (Ro 12:6–8).
Los dones son expresiones de la gracia de Dios, que se nos da para que podamos
servir a los demás y beneficiarlos

5) Los dones espirituales y la unidad en la diversidad.


Pablo compara la unidad en la diversidad de nuestros cuerpos físicos con la unidad en la
diversidad que el Espíritu trae a la iglesia (Ro 12:4-5; 1 Co 12:12-13). Los miembros
ordinarios de la iglesia no son innecesarios ni carecen de importancia (1 Co 12:14-20).
Los miembros en el primer plano no son más necesarios o importantes que otros ( 1 Co
12:21-24). Dios quiere «que en el cuerpo no haya división, sino que los miembros
tengan el mismo cuidado unos por otros» (1 Co 12:25).

6) El amor mutuo es imperativo para que los dones funcionen correctamente en el


cuerpo de Cristo.
Los dones espectaculares sin amor son «nada» (1 Co 13:1-3, RV60). La descripción que
hace Pablo del amor es encantadora y demasiado elevada para que la alcancemos sin la
obra del Espíritu (1 Co 13:4-7). A diferencia de los dones espirituales, el amor
permanece para siempre (1 Co 13:8-12). No debemos subestimar el amor, porque es
más grande que la fe y la esperanza (1 Co 13:13).

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7) La profecía y las lenguas exigen cuidado.


Pablo insta a los creyentes del primer siglo a buscar el amor y los dones espirituales,
especialmente la profecía, para edificar la iglesia (1 Co 14:1, 12, 39).
 La profecía fue más provechosa en la iglesia del primer siglo que el hablar en
lenguas (1 Co 14:2–25).
 La profecía se habla a las personas con la mente, no con el espíritu, para edificarlas,
animarlas y enseñarlas (1 Co 14:3–4, 31).
 La profecía es una señal para los incrédulos que Dios usa para demostrarles su
realidad (1 Co 14:22-25).
 Las lenguas se hablan a Dios con el espíritu, no con la mente, en misterios por el
Espíritu para edificar al que habla (1 Co 14:2, 4, 14, 28).
 Cuando se interpretan las lenguas, estas edifican a la iglesia, pero las lenguas no
interpretadas no producen edificación (1 Co 14:5-12).
 Pablo habla en lenguas, pero no en la iglesia sin interpretación (1 Co 14:15-19).
 Pablo dice que la iglesia no debe prohibir el hablar en lenguas (1 Co 14:39).
 Él insiste en el orden en los servicios de adoración y todo debe hacerse para
edificación (1 Co 14:26–39).
 Él da reglas para hablar en lenguas: los oradores están limitados a tres por reunión,
deben hablar uno a la vez y la interpretación es necesaria (1 Co 14:27-28).
 No podrían hablar más de tres profetas y los demás deben sopesar lo que se está
diciendo (1 Co 14:29–33).
 Ellos también deben hablar uno a la vez (1 Co 14:31), y es la voluntad de Dios que
los oradores tengan dominio propio (1 Co 14:32-33, 40).

Los evangélicos, en su gran mayoría, están de acuerdo en estos asuntos primarios


relacionados con los dones, pero discrepan en los secundarios. Estamos de acuerdo con
que ciertos dones han cesado, en términos específicos, los de apóstoles y profetas como
aquellos que hablan revelación autorizada de Dios. También estamos de acuerdo con
que ciertos dones continúan, incluido el de servicio, enseñanza, exhortación, dar,
liderazgo y misericordia (Ro 12:6–8). Los creyentes de diferentes herencias doctrinales
no nos hemos puesto de acuerdo con respecto al cese o la continuación de los llamados
dones de señales, que incluyen sanidad, milagros, profecía y lenguas (1 Co 12:9-10). No
obstante, deberíamos estar de acuerdo con que ningún don espiritual es esencial para la
salvación o el servicio, porque todos los corintios fueron bautizados con el Espíritu,
aunque no todos hablaron en lenguas (1 Co 12:13, 30).

EL FRUTO DEL ESPÍRITU SANTO.

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Muchas personas se preguntan cuáles son los frutos de una vida llena del Espíritu Santo.
La Biblia habla, en Gálatas 5:22-23, de un solo fruto que se manifiesta de 9 formas:
 Amor
 Alegría o gozo
 Paz
 Paciencia
 Amabilidad o benignidad
 Bondad
 Fidelidad, fe
 Humildad, mansedumbre
 Dominio propio

“En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad,
fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas” (Gálatas
5:22-23).

Estas son las características o comportamientos que muestran que la persona es un


verdadero discípulo de Jesús y que su vida está dirigida por el Espíritu Santo.

La vida con Jesús es como un árbol que crece, madura y da fruto. Según creces en tu
andar con Jesús, el Espíritu Santo transforma tu vida y te ayuda a ser más maduro. Ese
crecimiento es evidente en la manifestación de cada una de estas características en tu
vida.

1. Amor.
Para Dios, el amor es esencial. Todo aquel que ama a Dios también debe amar a su
prójimo. No es una sugerencia, es un mandamiento. Por lo tanto, es un amor que incluye
una decisión firme, no una emoción que viene y va.

“Queridos hermanos, amémonos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios, y
todo el que ama ha nacido de él y lo conoce” (1 Juan 4:7).

2. Alegría o gozo.
Nehemías 8:10 dice que el gozo del Señor es la fortaleza de los que creen en Dios y
confían en sus promesas. El gozo o la alegría que Dios nos da, no depende de las
circunstancias, sino que fluye del interior. Brota del saberse perdonado y amado por el
Rey de reyes y Señor de señores.

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“Gritarán de júbilo mis labios cuando yo te cante salmos, pues me has salvado la vida”
(Salmo 71:23)

3. Paz.
La paz que Dios te da abarca todas las áreas de tu vida. Sientes una paz generalizada
porque sabes que tu vida está en las manos del Dios todopoderoso. Aun en medio de
circunstancias adversas, sabes que el Dios soberano cuida siempre de ti y tiene un
propósito para tu vida. Con tu confianza puesta en él, aprendes a echar el miedo a un
lado y a encontrar la verdadera tranquilidad.

“La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se
angustien ni se acobarden” (Juan 14:27).

4. Paciencia.
La paciencia es muy importante en la vida porque pasamos bastante tiempo esperando a
que suceda lo que deseamos. En el Señor, la paciencia implica perseverar, seguir
adelante en fe aun cuando no vemos cambios. La paciencia llega cuando logramos
entender que Dios sabe cuál es el momento perfecto para que sucedan las cosas.

“Pacientemente esperé al SEÑOR, y él se inclinó a mí y oyó mi clamor”


(Salmo 40:1).

“Alégrense en la esperanza, muestren paciencia en el sufrimiento, perseveren en la


oración” (Romanos 12:12).

5. Amabilidad o benignidad.
La amabilidad y suavidad hacia los demás deben crecer según recordamos cuán grande
ha sido la bondad de Dios a nuestro favor. Él no nos trató conforme a nuestros errores o
pecados (Salmo 103:10). Al contrario, siguió mostrándonos su amor de forma amable,
con paciencia y misericordia.

“Y un siervo del Señor no debe andar peleando; más bien, debe ser amable con todos,
capaz de enseñar y no propenso a irritarse” (2 Timoteo 2:24).

6. Bondad.
La bondad surge de un corazón que se inclina hacia el bien. No somos buenos por
nuestros propios méritos, sino por la obra de Cristo en nosotros. Mientras más

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conscientes estamos de la presencia de Dios en nosotros y de su obra en nuestros


corazones, más crecemos en bondad hacia los demás.

“Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente,
así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo” (Efesios 4:32).

7. Fidelidad, fe
Una persona fiel mantiene sus ojos puestos en el objeto de su fidelidad. Como hijo de
Dios, debemos mantener nuestros ojos puestos en él. Así es como aumenta nuestra fe, al
conocer mejor a Dios y mantenernos cerca de él.

“Su señor le dijo: “Bien, siervo bueno y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te
pondré. Entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25:21).

“Pondré mis ojos en los fieles de la tierra, para que habiten conmigo; solo estarán a mi
servicio los de conducta intachable” (Salmo 101:6).

8. Humildad, mansedumbre.
La humildad y la mansedumbre nos ayudan a aceptar la voluntad de Dios y a vivir en
paz con Dios y con los demás. En lugar de buscar imponer nuestros puntos, nos
esforzamos por ayudar y servir a los demás. Jesús era manso, él trataba a todas las
personas de forma justa y con amor. Él no buscaba vengarse ni respondía con maldad a
quienes lo trataban de mala manera.

Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y
encontrarán descanso para su alma.
(Mateo 11:29).

La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús, quien, siendo por naturaleza
Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el contrario, se
rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los
seres humanos.
(Filipenses 2:5-7).

9. Dominio propio.
El dominio propio es una señal de fortaleza en el Señor. Es obedecer a Dios aun cuando
nuestros deseos carnales intenten llevarnos por otro camino.

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“El necio da rienda suelta a su ira, pero el sabio sabe dominarla” (Proverbios 29:11)

¡Permitamos que el Espíritu Santo transforme nuestra vida!


¡ALeluya!

Infografia.
Apuntes personales
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www.coalicionporelevangelio.org

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