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Parcial de Metodología de la investigación

Alumno: Pablo González Pacheco.

1. Describir las características centrales de la metodología hermenéutica y


de la Historia de las Ideas a partir de los textos de P. Ricoeur, A. Roig y E.
Fernández Nadal respectivamente. Puede ser útil señalar diferencias y
coincidencias entre ambos accesos filosófico-metodológicos; teniendo en
cuenta algunos tópicos. Por ejemplo:

HERMENÉUTICA HISTORIA DE LAS IDEAS


Tensiones u oposiciones de las cuales parten
Concepción de Lenguaje y/o Discurso
Concepción de Texto
Concepción de Lector
El lugar de la historia
Finalidad que se proponen
Otros

Textos:
FERNÁ NDEZ NADAL, Estela (1999). «A propó sito de la Historia de las Ideas
Latinoamericanas». Utopía y Praxis Latinoamericana 4, pá gs. 7-31.

RICOEUR, Paul, “¿Qué es un texto?”, en Del texto a la acción, FCE, Buenos Aires, 2000,
pp. 127-147.

ROIG, Arturo Andrés, “Propuestas metodológicas para la lectura de un texto”, en Revista


del Instituto de Investigaciones Sociales (IDIS), Universidad de Cuenca, Ecuador, 1984, pp.
131-138.

Hermenéutica
Tensiones u oposiciones de las cuales parten: Paul Ricoeur en “¿Qué es un
texto?” parte del debate entre dos actitudes fundamentales que se tienen ante un texto.
Se remonta a finales del siglo pasado convocando al filósofo y hermeneuta alemán
Wilhelm Dilthey quien marcaba la tajante diferencia entre “explicar” e “interpretar”. La
primera era entendida como un modelo de inteligibilidad tomado de las ciencias
naturales y extendido a las ciencias sociales por las escuelas positivistas. Por otro lado,
la interpretación se tenía como una forma derivada de la “comprensión” (opuesta a la
explicación, su fin era llegar a aprehender el psiquismo ajeno) en la que veía la actitud
fundamental de las ciencias del espíritu. Ricoeur señala cómo con el paso del tiempo, el
concepto de explicación se desplazó a modelos lingüísticos; mientras que el de
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interpretación en la hermenéutica moderna tuvo transformaciones que lo alejaron de la


noción psicológica de comprensión en el sentido dado por Dilthey. El filósofo francés
tiene como intención proponer una posición menos antinómica y más fecunda.

Concepción de texto: Paul Ricoeur dirá que llamamos así a todo discurso fijado
por la escritura; siendo tal fijación constitutiva del texto mismo. (p.127) Surgen las
preguntas respecto a si ¿es sólo eso? ¿qué se debe pensar de la relación del texto con el
habla? El texto aparece como una fijación escrita que ocupa el lugar del habla. Se tiene
presente la noción de que “como institución, la escritura es posterior al habla y estaría
destinada a fijar mediante un grafismo lineal todas las articulaciones que ya han
aparecido en la oralidad” (p. 128); por lo cual la anterioridad psicológica y sociológica
del habla respecto a la escritura no se pone en cuestión. En la diferencia entre habla y
escritura surge el problema de la interpretación. Sostiene el autor que la escritura se
ocupa de interceptar la intención de decir, fijándola para dar origen al texto. Se hace
necesario aclarar que la intención del texto, radica en lo que este quiere decir, no en la
intención del autor.

Concepción del lenguaje y/o discurso: el lenguaje con su función mediadora


simbólica distancia las cosas, los objetos, abriendo paso a la manifestación de los signos
y a la función referencial que trae nuevamente esas cosas distanciadas al mundo.
Mediante la lingüística y sus relaciones internas dadas por el estructuralismo y
las leyes de la semiótica, un texto puede ser explicado y abordado en su clausura en una
primera instancia (inmanencia que lo separa del mundo) En un segundo momento,
mediante la interpretación, el lector/hermeneuta puede levantar dicha clausura para
sacar al texto de su suspensión y abrirlo al mundo de la vida, comunicándolo. Se trata de
evitar un análisis semántico superficial y hacer aparecer una semántica profunda; pasar
de una interpretación ingenua a una interpretación crítica (explicación/interpretación
como constitutivos del arco hermenéutico)

Concepción del autor: por medio de la idea del hablante tomada de otros
modelos de comunicación, nos hacemos una idea respecto a la figura del autor de un
texto. Sin embargo, en el discurso fijado por la escritura, el texto ha tomado el lugar del
habla y es quien instituye al autor. Para Dilthey, por la interpretación se llega a
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comprender al autor mejor de lo que él se comprendió a sí mismo, mediante las


objetivaciones sígnicas que produjo su genio.

Concepción del lector: no hay un diálogo inmediato o interlocución directa


entre la relación lector/escritor. No hay un intercambio de preguntas y respuestas entre
ellos. “El libro separa en dos vertientes el acto de escribir y el acto de leer que no se
comunican” (p.129) El lector está ausente en la escritura y el escritor lo está en la
lectura; produciendo el texto el doble ocultamiento del lector y del escritor. El lector
sólo tiene ante sí el texto.
La lectura pone al lector ante el texto con la posibilidad de explicarlo y
comprenderlo, actitudes que se busca complementar. Es mediante la autonomía del texto
respecto al habla que se puede presentar a la lectura como una dialéctica entre la
explicación y la interpretación. “Al término de la investigación, resulta que la lectura es
este acto concreto en el cual se consuma el destino del texto. En el corazón mismo de la
lectura se oponen y se concilian indefinidamente la explicación y la interpretación”
(p.147)

El lugar de la historia: en la hermenéutica, esta cobra sentido especial al


momento de la interpretación, en la cual el lector levanta la suspensión del texto, propia
del momento de la explicación, para acabarlo como habla real, destino de la lectura,
finalidad propuesta. Se habilita la pregunta: ¿qué novedad trae este texto a la historia
presente? conduciendo al “anclaje del arco [hermenéutico] en el suelo de lo vivido” (p.
147)
Tiene vital importancia también la cadena de interpretaciones producidas
históricamente por la comunidad interpretante que funciona como tradición para los
últimos interpretantes; de manera que la interpretación sea lo menos posible victima de
arbitrariedades o excesos de psicologización. Se realiza de esta manera la “reasunción
de aquello mismo que se está obrando” (p. 147) Un “re-decir, que reactiva el decir del
texto” (p.147) para la historia; dando continuidad al movimiento del texto hacia el
significado a partir del acto del texto mismo como operación objetiva y no desde la
subjetividad del lector.
Se concluye en la finalidad de “articular un discurso nuevo al discurso del
texto” (p. 140) incluso cabe la posibilidad de que el lector/hermeneuta de un texto,
llegue desde la interpretación de este a la de sí mismo, mediante la apropiación, que
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marca el carácter actual de la interpretación acortando distancias culturales;


encontrándose el texto con el lector y su mundo.

Historia de las Ideas

Tensiones u oposiciones de las cuales parten: el filósofo e historiador


argentino, Arturo Andrés Roig, expresa en “Propuestas metodológicas para la lectura de
un texto” que el origen y objetivo de sus preocupaciones metodológicas, no se encuentra
en el campo de las ciencias sociales, sino en lo que se ha dado a llamar “historia de las
ideas”, a partir de las ideas filosóficas; con el proyecto de colaborar dentro del
movimiento de elaboración de una historia del pensamiento americano. Aclara que no se
trata de una reconstrucción del pasado y presente ideológico motivado por una intención
academicista sino; “participar en la reconstrucción de una de las tantas manifestaciones
culturales, atendiendo al proceso de lucha contra las diversas formas de alienación
derivadas básicamente de nuestra situación de dependencia, como de la vigencia de un
sistema de relaciones sociales organizado sobre la relación entre opresores y oprimidos”
(Roig, p. 131-132).

Concepción de texto: el universo discursivo oculta de manera disimulada en la


cultura las formas de alienación y una posición política tomada en relación con las
diversas manifestaciones conflictivas sobre las que se organizan las realidades humanas.
(Cf. Roig, p. 133) El texto, en sus modalidades formales, expresa lo ideológico. (Cf.
Roig. Tesis 3) Es una de las tantas manifestaciones posibles del universo discursivo.
(Cf. Roig, p. 134) La tesis cuarta de Roig, sobre la dualidad estructural, afirma como
regla general que todo texto en cuanto discurso, supone un “discurso contrario”,
potencial o actual, de naturaleza axiológica, que incluso puede no tener manifestaciones
discursivas.
Los textos muestran siempre su dialecticidad que es reflejo de la realidad, pero
poniendo en ejercicio dos modos diversos de mediación que hacen que dicha
dialecticidad quede en el plano de lo discursivo o se aproxime a lo real. (Cf. Roig, p.
135)
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Concepción del lenguaje y/o discurso: el lenguaje se torna una de las vías de
objetivación y mediación. Se presenta como lugar de encuentro (comunicación) y
desencuentro (incomunicación), reflejo de la naturaleza misma de los signos en los que
la categoría de “presencia y de ausencia” es su definición más propia; siendo el lenguaje
excepcional frente a otras formas de objetivación (Cf. Roig. 132). El lenguaje se afirma
como hecho histórico, es decir, manifestación de una sociedad dada. Es un reflejo que
contiene, mediatizadamente, la realidad social misma; por lo cual se excede el mero
análisis de sus estructuras formales profundas o de superficie. Se trata de una realidad
compuesta de signos que son significantes y significados que nos hacen recurrir a los
aportes de la lingüística, la semiótica y la teoría de la comunicación para su
comprensión. Cabe aclarar que todo lenguaje y metalenguaje se organizan en un nivel
primario o “lenguaje cotidiano”. Dentro de los metalenguajes de las ciencias del hombre
se reconoce el aspecto cualitativo axiológico que permite evidenciar que, en todas las
formas de mediaciones dadas por los diversos lenguajes, está presente la naturaleza
conflictiva de la realidad social que se explicita en la lucha de clases. Ya sea de modo
implícito o explícito, se expresa un discurso político.
Para la Dra. en Filosofía Estela Fernández Nadal, el discurso se comprende
como producción lingüística, en cuyo transcurso, determinados enunciados, tomados del
código de la lengua, son asumidos por un enunciador, en circunstancias temporales,
espaciales y sociales precisas, y articulados en torno de determinados ejes temáticos a
partir de criterios formales definidos, que dotan al conjunto simbólico producido de
unidad lógica y le confieren una apariencia de autonomía y clausura. Toda formulación
discursiva es el resultado de una construcción de la realidad. Citando al lingüista ruso
Voloshinov dirá que el lenguaje no es un instrumento ascéptico, puesto al servicio del
intercambio de contenidos y de la comunicación diáfana sino un campo polémico donde
se dirime la conflictividad social.
Más allá de su pretensión de clausura, el discurso es heterogéneo; poseyendo
brechas y discontinuidades por donde se cuelan vestigios de múltiples voces
potencialmente incongruentes con la voz del enunciador.

Concepción del autor: escribe políticamente, asumiendo un discurso, una


postura particular de la conflictiva lucha de la realidad social, desde una dialéctica
discursiva o una real. Para Estela Fernández Nadal, el sujeto individual que toma la
palabra en el discurso está inmerso en una realidad social e histórica, que condiciona su
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horizonte de comprensión y le proporciona los códigos que le permiten interpretarse a sí


mismo, en su papel de enunciador, y al mundo que lo rodea. El proceso de codificación
practica elecciones y omisiones (dichas operaciones se fundamentan en las
contradicciones del campo social) El enunciador se sitúa siempre desde una perspectiva
parcial, en relación con la formación social a la que pertenece y expresando los
conflictos que la cruzan.

Concepción del lector: es aquel que puede leer en el texto mismo, lo


ideológico, decodificar las luchas de poder y conflictividades sociales presentes.
Denuncia los sucesivos niveles de discursividad en los textos (dialéctica
discursiva/dialéctica real)
Para Estela Fernández Nadal, tiene el lugar del crítico, que debe apuntar a
desenmascarar la apariencia de unificación formal del discurso; mostrando su carácter
de espejismo ideológico y la multiplicidad de elementos contradictorios que chocan
entre sí.

El lugar de la historia: la historia está marcada por el universo discursivo o


“totalidad posible discursiva de una comunidad humana concreta” (Roig, p. 134) la cual
no es consciente para dicha comunidad como consecuencia de los conflictos de base; en
él se repite el sistema de contradicciones y su estructura depende de él. La dialéctica
real se escribe desde el factum de la historia y no desde universales ideológicos.
Estela Fernández Nadal remarca la inmanencia del contexto histórico en los
textos o producciones simbólicas; no significando esto una determinación mecánica de
lo social sobre lo simbólico que tiene relativa autonomía. Sin embargo, las categorías
funcionan a priori puesto que son un producto histórico y hunden sus raíces en una
situación concreta cuyas marcas portan.

Finalidad propuesta: el investigador puede y debe tratar de alcanzar la claridad


consciente del alcance, significación y posición tomada en el universo discursivo. La
dualidad del universo discursivo lleva a aceptar dos tipos de comprensión del hecho
dialéctico surgidos por la aceptación de la facticidad social misma como fuente del
universo discursivo en su totalidad. Se llega por un lado a descubrir la dialéctica
discursiva, dada como un hecho del lenguaje, modo como se pone de manifiesto la
función de la mediación cuando adquiere una naturaleza ideológica (universales
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ideológicos que muestran una cara parcializada de la totalidad discursiva); y en segundo


lugar, se abre una dialéctica real, que parte de los hechos, procesos y luchas sociales con
el fin de ir desmontando universales ideológicos de la dialéctica discursiva y quebrando
su circularidad excluyente. Cabe aclarar que, como por la mediación del lenguaje nos
aproximamos a la facticidad, esta dialéctica real se realiza a nivel discursivo. Recurrir al
aspecto cualitativo axiológico se vuelve de vital importancia para evitar formalismos y
leer de manera comprometida con la realidad social. (Cf. Roig, p. 137)
Fernández Nadal afirma que todo texto contiene elementos que rebasan
exclusivamente su carácter ideológico para proponer, citando al teórico de la cultura
contemporánea, Jameson, un horizonte utópico liberador de todo determinismo o
historia cerrada (deshistorización)

Conclusión
En el intento de esbozar una comparación entre las metodologías: hermenéutica
e historia de las ideas podemos decir en primer lugar, citando a Estela Fernández Nadal,
que, en la historia de las ideas se intenta:
“superar la opción metodológica planteada entre dos vías de acceso a los fenómenos
discursivos: de un lado, la lectura interna, entendida como un comentario respetuoso del
texto, atento al sentido producido intradiscursivamente; de otro, la lectura externa,
conceptuada como una especie de transposición de la obra hacia un significado
determinado por factores extradiscursivos, de índole histórica, económico-social o
psicológica”. (Fernández- Nadal, p. 8)

Una superación de metodologías hermenéuticas, evaluadas como estériles y


empobrecedoras. Se intenta en cambio avanzar hacia la búsqueda de herramientas
heurísticas que faciliten la comprensión del contexto no como externo, sino como
presente y operante en el nivel textual. (Cf. Ibíd.)
En lo que respecta a la concepción del lenguaje, podemos decir que ambas
metodologías recurren a las herramientas de la lingüística y la semiótica para el análisis
textual. En la hermenéutica, la primera parte se dedica a la explicación de un texto
mediante las unidades estructurales del lenguaje, manteniéndolo suspendido de la
realidad. En la historia de las ideas se recurre a los aportes de la lingüística, la semiótica
y la teoría de la comunicación para la comprensión del texto; pero el lenguaje se afirma
como hecho histórico, reflejo que contiene de manera mediatizada la realidad social
misma. Se excede el simple análisis de sus estructuras formales profundas o de
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superficie para pensar al lenguaje como campo problemático donde se disputan


conflictividades sociales.
Respecto al lugar del autor, en la hermenéutica la intención del texto radica no
en la intención del autor que es instituido por el texto, sino lo que este mismo con su
autonomía quiere decir. En la historia de las ideas el autor escribe políticamente,
asumiendo un discurso, una postura particular o perspectiva parcial de la conflictiva
lucha de la realidad social e histórica en que está situado.
Respecto a la historia, en la hermenéutica recién toma lugar en la comprensión y
apertura del arco hermenéutico al mundo de la vida (presente/futuro); mientras que en la
historia de las ideas forma parte del nombre de la metodología porque su manifestación
en las producciones culturales hace el quid de la misma.
Como finalidad, el lector en ambas tiene la posibilidad de incorporar la novedad:
articulando un discurso nuevo al discurso del texto, en la hermenéutica y; creando un
horizonte utópico liberador de todo determinismo con la historia de las ideas.
La historia de las ideas, elaborada desde los años cuarenta del siglo pasado, tiene
la fuerza joven del pensamiento latinoamericano subversivo que busca la liberación de
toda dependencia y; recepcionando el pensamiento de Walter Benjamin, se esmera por
“peinar la historia a contrapelo”. La antigua, conocida y hegemónica hermenéutica;
resulta camino seguro para todo investigador.

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