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Textos:
FERNÁ NDEZ NADAL, Estela (1999). «A propó sito de la Historia de las Ideas
Latinoamericanas». Utopía y Praxis Latinoamericana 4, pá gs. 7-31.
RICOEUR, Paul, “¿Qué es un texto?”, en Del texto a la acción, FCE, Buenos Aires, 2000,
pp. 127-147.
Hermenéutica
Tensiones u oposiciones de las cuales parten: Paul Ricoeur en “¿Qué es un
texto?” parte del debate entre dos actitudes fundamentales que se tienen ante un texto.
Se remonta a finales del siglo pasado convocando al filósofo y hermeneuta alemán
Wilhelm Dilthey quien marcaba la tajante diferencia entre “explicar” e “interpretar”. La
primera era entendida como un modelo de inteligibilidad tomado de las ciencias
naturales y extendido a las ciencias sociales por las escuelas positivistas. Por otro lado,
la interpretación se tenía como una forma derivada de la “comprensión” (opuesta a la
explicación, su fin era llegar a aprehender el psiquismo ajeno) en la que veía la actitud
fundamental de las ciencias del espíritu. Ricoeur señala cómo con el paso del tiempo, el
concepto de explicación se desplazó a modelos lingüísticos; mientras que el de
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Concepción de texto: Paul Ricoeur dirá que llamamos así a todo discurso fijado
por la escritura; siendo tal fijación constitutiva del texto mismo. (p.127) Surgen las
preguntas respecto a si ¿es sólo eso? ¿qué se debe pensar de la relación del texto con el
habla? El texto aparece como una fijación escrita que ocupa el lugar del habla. Se tiene
presente la noción de que “como institución, la escritura es posterior al habla y estaría
destinada a fijar mediante un grafismo lineal todas las articulaciones que ya han
aparecido en la oralidad” (p. 128); por lo cual la anterioridad psicológica y sociológica
del habla respecto a la escritura no se pone en cuestión. En la diferencia entre habla y
escritura surge el problema de la interpretación. Sostiene el autor que la escritura se
ocupa de interceptar la intención de decir, fijándola para dar origen al texto. Se hace
necesario aclarar que la intención del texto, radica en lo que este quiere decir, no en la
intención del autor.
Concepción del autor: por medio de la idea del hablante tomada de otros
modelos de comunicación, nos hacemos una idea respecto a la figura del autor de un
texto. Sin embargo, en el discurso fijado por la escritura, el texto ha tomado el lugar del
habla y es quien instituye al autor. Para Dilthey, por la interpretación se llega a
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Concepción del lenguaje y/o discurso: el lenguaje se torna una de las vías de
objetivación y mediación. Se presenta como lugar de encuentro (comunicación) y
desencuentro (incomunicación), reflejo de la naturaleza misma de los signos en los que
la categoría de “presencia y de ausencia” es su definición más propia; siendo el lenguaje
excepcional frente a otras formas de objetivación (Cf. Roig. 132). El lenguaje se afirma
como hecho histórico, es decir, manifestación de una sociedad dada. Es un reflejo que
contiene, mediatizadamente, la realidad social misma; por lo cual se excede el mero
análisis de sus estructuras formales profundas o de superficie. Se trata de una realidad
compuesta de signos que son significantes y significados que nos hacen recurrir a los
aportes de la lingüística, la semiótica y la teoría de la comunicación para su
comprensión. Cabe aclarar que todo lenguaje y metalenguaje se organizan en un nivel
primario o “lenguaje cotidiano”. Dentro de los metalenguajes de las ciencias del hombre
se reconoce el aspecto cualitativo axiológico que permite evidenciar que, en todas las
formas de mediaciones dadas por los diversos lenguajes, está presente la naturaleza
conflictiva de la realidad social que se explicita en la lucha de clases. Ya sea de modo
implícito o explícito, se expresa un discurso político.
Para la Dra. en Filosofía Estela Fernández Nadal, el discurso se comprende
como producción lingüística, en cuyo transcurso, determinados enunciados, tomados del
código de la lengua, son asumidos por un enunciador, en circunstancias temporales,
espaciales y sociales precisas, y articulados en torno de determinados ejes temáticos a
partir de criterios formales definidos, que dotan al conjunto simbólico producido de
unidad lógica y le confieren una apariencia de autonomía y clausura. Toda formulación
discursiva es el resultado de una construcción de la realidad. Citando al lingüista ruso
Voloshinov dirá que el lenguaje no es un instrumento ascéptico, puesto al servicio del
intercambio de contenidos y de la comunicación diáfana sino un campo polémico donde
se dirime la conflictividad social.
Más allá de su pretensión de clausura, el discurso es heterogéneo; poseyendo
brechas y discontinuidades por donde se cuelan vestigios de múltiples voces
potencialmente incongruentes con la voz del enunciador.
Conclusión
En el intento de esbozar una comparación entre las metodologías: hermenéutica
e historia de las ideas podemos decir en primer lugar, citando a Estela Fernández Nadal,
que, en la historia de las ideas se intenta:
“superar la opción metodológica planteada entre dos vías de acceso a los fenómenos
discursivos: de un lado, la lectura interna, entendida como un comentario respetuoso del
texto, atento al sentido producido intradiscursivamente; de otro, la lectura externa,
conceptuada como una especie de transposición de la obra hacia un significado
determinado por factores extradiscursivos, de índole histórica, económico-social o
psicológica”. (Fernández- Nadal, p. 8)