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Emisor

Se llama emisor a la entidad, individuo o artefacto en el que


se origina algún tipo de información, materia o energía, y
que por lo tanto la emite o transmite hacia el medio
circundante. Su figura contrapuesta es la del receptor, o sea,
el que recibe.
Dependiendo del tema y área del saber al cual se refiera,
dicho emisor puede ser de tan distinta naturaleza como aquello que se emite. De hecho, en
nuestro día a día, estamos rodeados de emisores y emisoras. Basta encender nuestra
televisión o nuestra radio (tradicionalmente llamados aparatos receptores) para conectarnos
con una emisora, es decir, con una instalación desde la cual se emite información vía ondas
electromagnéticas.

Receptor
Llamamos receptor a cualquier instancia que cumple el rol
de captar, obtener y usualmente interpretar o responder,
algún tipo de mensaje, estímulo o información. El receptor
puede ser un individuo, organización o parte de un sistema.
Su figura complementaria es el emisor, que es la instancia
que origina y transmite el mensaje en cuestión.
El término receptor puede usarse en un sinfín de contextos y
ámbitos diferentes del saber, por ejemplo:
Deportes: En el béisbol se habla de lanzador y receptor, siendo este último el que ataja la
pelota arrojada.
Bioquímica: Los quimiorreceptores del cerebro son porciones sensibles a determinadas
sustancias del organismo.
Telecomunicaciones: A los aparatos de radio y televisión se les conocía antiguamente
como receptores.

Mensaje
En ciencias de la comunicación, el mensaje es aquello que
deseamos comunicar, o sea, el contenido que el emisor
desea transmitirle al receptor. De cara al resto de los
elementos de la comunicación, el mensaje es aquello que el
código codifica y que se transmite por el canal, en fin, es el
objeto mismo de la comunicación.
El mensaje consiste en algún tipo y cantidad de información, representada de distintas
formas y a través de diferentes medios. Su contenido puede ser desde una descripción del
mundo real, hasta una interjección emotiva o un intento por incidir en la conducta del
receptor; y según sea el caso, estaremos en presencia de diferentes fines comunicativos.

Canal de comunicación
Un canal de comunicación es el medio físico a través del
cual se lleva a cabo un acto comunicativo, es decir, que
sirve para el intercambio de información entre un emisor y
uno o varios receptores.
La presencia y disponibilidad de este medio específico es
sólo uno de los elementos indispensables para que el circuito de la comunicación se cumpla
de manera efectiva. Es sumamente importante, ya que todo acto de comunicación requiere
de la transmisión de información a través de un elemento físico, concreto.
Por ejemplo, en este mismo instante, la información contenida en este texto está llegando a
sus lectores luego de haber sido transmitida en una red informática, empleando para ello
señales satelitales (microondas), cables de fibra óptica o emisiones de radio (WiFi). Estos
son ejemplos de canales de comunicación.

Código (comunicación)
En el marco de los elementos de la comunicación, se
denomina código al lenguaje o la encriptación en la que se
transmite el mensaje de emisor a receptor: el emisor codifica
el mensaje y el receptor lo decodifica para comprenderlo. En
el léxico cotidiano, es a esto a lo que llamaríamos “idiomas”
o “lenguas”.
El código es indispensable para que el proceso comunicativo se lleve a cabo efectivamente.
El emisor y el receptor o receptores, es decir, las partes involucradas en la comunicación,
deben manejar un mismo código. De otro modo, el mensaje permanecerá encriptado y sin
descifrar, como ocurre cuando alguien nos habla en un idioma que desconocemos.

Ruido (comunicación)
Ruido es un sonido inarticulado o confuso que suele causar
una sensación auditiva desagradable. En el área de las
telecomunicaciones, 'ruido' es una perturbación o una señal
anómala que se produce en un sistema de
telecomunicación, que perjudica la transmisión y que impide
que la información llegue con claridad.
Esta palabra también se utiliza para referirse a un alboroto. Igualmente, este término hace
referencia al revuelo o extrañeza que provoca algo. Procede del latín rugĭtus.

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