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encontradas.
1. Fuerte énfasis sobre doctrinas relacionadas con el plan de salvación, la naturaleza de la
iglesia edificada por Cristo, la adoración y el Espíritu Santo, es muy evidente en muchos
estudios y mensajes que presentamos al público en general, pero este enfoque no significa
que hayamos relegado a plano inferior la buena conducta moral, las buenas obras, la
salud mental, los sentimientos sanos y nobles o la consagración espiritual . Tanto en el
Internet, como en otros medios de comunicación, existe infinidad de recursos sobre estas
categorías de enseñanza en particular. Desde luego, también sobre “doctrina”, “dogma” o
“teología”. Pero, precisamente, en el área de “doctrina” es donde encontramos la causa
principal de tanto fraccionamiento y diversidad asombrosa de interpretaciones contradictorias.
A este hecho obedece el “fuerte énfasis” nuestro sobre “doctrina”, pues tenemos por cierto
que la “sana doctrina”, seguida fielmente como “una misma regla” (Filipenses 3:16) de fe y
práctica por cristianos que hablan “una misma cosa” (1 Corintios 1:10), obra en contra del
fraccionamiento del cuerpo espiritual del Señor, asegurando la altamente deseable “unidad
del Espíritu en el vínculo de la paz” (Efesios 4:3).
Además, la buena conducta, las buenas obras, etcétera, no se validan para salvación en el
creyente que no obedece los “mandamientos del Señor” (1 Corintios 14:37; Juan 14:21-24)
englobados en la “sana doctrina”, “la doctrina de Cristo” (Hebreos 6:1). ¿Cuántos adeptos
de religiones orientales, o tribales, hacen buenas obras, tienen buenos sentimientos y viven
sanamente? ¿Qué les falta para salvación? Conocer y obedecer el plan de salvación
establecido por Dios, para que él los añada a la iglesia de su Hijo, donde no solo deberían
vivir piadosamente sino también adorar “en espíritu y en verdad” y desenvolverse en la obra
de Dios conforme a sus directrices.
3. Nuestra firme convicción es que “la doctrina de Cristo” (Hebreos 6:1; 2 Juan 9), sinónima
de “la ley de Cristo” (1 Corintios 9:21), o “el evangelio de… salvación” (Efesios 1:13), no
contiene enseñanzas contradictorias , sino que constituye un solo “nuevo pacto”,
debidamente sellado con la sangre del Señor (Mateo 26:28), dado, en su totalidad, a la iglesia
de Cristo, “una vez” (Juan 16:13; Judas 3), en el Siglo I, siendo perfectamente armonioso en
sus partes y quedándose ratificado para siempre. “Una vez ratificado, nadie lo invalida, ni
le añade” (Gálatas 3:15). Nuestro empeño es sostener esta convicción, y los estudios,
mensajes, comentarios y demás aportaciones por nosotros dados a conocer, son el fruto de
ello. Su valor el estudioso lo determina conforme al nivel de su propio conocimiento y
entendimiento.
4. La “sana doctrina” (Tito 2:1) es indispensable, tanto para la salvación como para la
unidad de los santos en Cristo.
8. El “obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad”,
siendo “aprobado” por Dios (2 Timoteo 2:15), establece y organiza congregaciones bíblicas,
fieles al Señor. “Haz obra de evangelista, cumple tu ministerio” (2 Timoteo 4:5). En su rol
de “evangelista”, el obrero aprobado por Dios está sujeto a Cristo, a quien ha de dar cuenta
de su “ministerio” , y no está sujeto a “concilio religioso” alguno, como tampoco a “ministerios
internacionales” o a individuos auto elegidos como “evangelistas independientes” que montan
su propia organización, siguiendo su propia agenda.