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I.E.P.T.P.CH. - “San Francisco de Asís”-Huaycán Empecé regalando a D.

Pedro, el viejo sacerdote del santuario, su bolsa, rogándole


P5° - “A-B-C” – FRANCISCANISMO - II BIM – 2023-MMUA tuviese siempre encendida una lámpara, por él, delante de la imagen del Crucifijo.
FICHA INFORMATIVA DE FRANCISCANISMO Luego corrí a mi casa, cargué mi caballo con telas preciosas, las vendí todas en el
TEMA: El Crucifijo de San COMPETENCIA: Construye su
mercado de Foligno y entregué lo ganado en manos del sacerdote.
Damián Identidad como persona humana, amada
por Dios.
Después que mi padre me puso en la prisión en la cárcel familiar, la renuncia de mis
EL CRUCIFIJO QUE TRANSFORMÓ A FRANCISCO
bienes hecha a los pies del Obispo me puse a cuidar los leprosos en el hospital de
La imagen del Cristo de San Damián es una Cruz llena Gubbio, volví nuevamente a San Damián para empezar la restauración de la capilla,
de símbolos y belleza. El icono fue pintado sobre tela, con las piedras mendigadas en limosna.
poco después de 1100.
Con la alegría del pajarillo que construye a sus pequeñuelos un blando nido me vieron
En ella se expresa toda la fe de la Iglesia. Quiere hacer
trabajar día y noche en torno de la capillita, se maravillaban de ver al antiguo rey
Hacer visible lo invisible. Quiere adentrarnos a través
de los banquetes y de las fiestas transformado en un sencillo albañil.
Y más allá de la imagen, de los colores y de la belleza,
En el misterio de Dios. Ahora nos toca a nosotros saber A todos me contentaba con responderles:
Mirarla, leerla en sus detalles.
Además, fue el que señaló el camino a seguir, en el que “Vengan a ayudarme también ustedes en esta obra, porque pronto surgirá aquí un
Se comprometió para toda su vida, con la luz de su monasterio de mujeres, cuya santa vida dará gloria, en toda la iglesia, al Padre
presencia acompañó en los momentos más difíciles a los Celestial”.
seguidores de San Francisco para cumplir su misión en
la Iglesia.

EL ENCUENTRO CON FRANCISCO

“Yo, joven había aprendido a amar la capillita de San


Damián, en aquellos días de mis luchas y de congoja
en que pensaba abandonar el mundo y me
dedicaba con entusiasmo al servicio de los pobres y
de los leprosos, alternando aquellos cuidados con
con largas y ardientes oraciones solitarias ante la
imagen del Crucifijo que se levantaba sobre el
altar de la pequeña capilla.

Una mañana, mientras rogaba con extraordinario fervor al Altísimo para que se
dignase hacerme conoce r su divina voluntad, se animó el rostro del Cristo y por
tres veces dejó salir de los labios estas palabras: “Ve, Francisco, y repara mi
iglesia que se cae” . Entonces, volviendo tembloroso la mirada en torno mío, noté
que la capilla tenía necesidad de ser restaurada, y me ofreció en seguida a seguir el
mandato del cielo.

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