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Biodiversidad y armonía en el
huerto
18 de mayo de 2016
Todo está relacionado, todo se complementa y se corresponde, todo es recíproco.
El concepto de biodiversidad
Cuando nos referimos a biodiversidad, estamos hablando de la variedad y la variabilidad de todos
los organismos y su hábitat así como de las relaciones que se establecen entre ellos. Es un concepto
que integra escalas espaciales: desde la célula y los genes hasta el ecosistema en el territorio; todas
las escalas poseen además 3 elementos distintivos: su composición, su estructura y su función. (Lazo
et al, 2009). La biodiversidad se define como “la variabilidad de organismos vivos de cualquier
fuente, incluidos ecosistemas terrestres y marinos y los complejos ecológicos de los que forman
parte; esto incluye la diversidad dentro de cada especie, entre las especies y de los ecosistemas”.
Biodiversidad en Chile
Los científicos más destacados que identificaron las primeras especies tanto de flora como de fauna
en Chile fueron el Abate Molina en 1782, Charles Darwin en 1832 y Claudio Gay en 1847. Hubo otras
iniciativas para identificar especies pero fue recién en el año 1997 que se realiza el primer estudio
nacional de diversidad biológica que entrega datos precisos sobre la diversidad de especies
presentes en nuestro territorio. En ese momento, se encontraron 30.000 especies diferentes de las
cuales 6.300 son endémicas de Chile.
Chile posee dos características que lo definen en términos de las condiciones ambientales que
sustentan la diversidad biológica: el primero es una condición geográfica, dada la amplia distancia
entre norte y sur, combinado con el gradiente de altura de cordillera a mar. Las combinaciones de
ambos generan numerosas condiciones únicas y extremadamente diversas. La segunda condición
es el aislamiento generado por la masa cordillerana al oriente y el océano pacífico al poniente, el
desierto de atacama por el norte y los campos de hielo por el sur.
Chile posee además uno de los lugares denominados “Hot Spot” de biodiversidad, esto es lugares
que cuentan con gran diversidad de especies endémicas y son ambientes vulnerables al cambio por
actividades humanas. Los “hot spots” ocupan menos del 5 por ciento de la superficie del planeta y
conservan alrededor del 50 por ciento de las especies. Esta región de Chile incluye parte del Desierto
de Atacama, Bosques y Matorrales Esclerófilos y Bosque Valdiviano. Aunque estas zonas tienen
diferente clasificación climática, cuentan con características biológicas comunes, que les permite
clasificarse como un solo Hotspot.
1. Las presiones que impulsan la pérdida de biodiversidad, que son principalmente el cambio
del hábitat, la sobreexplotación, la contaminación, la presencia de especies exóticas
invasoras, y el cambio climático, se han intensificado.
2. La huella ecológica de la humanidad supera la capacidad de la tierra para generar recursos
3. En los sistemas agrícolas continúa disminuyendo la diversidad genética por los modelos de
monocultivo y sistemas intensivos de producción de ganado
4. Los hábitats naturales se degradan continuamente en su extensión e integridad. Dentro de
los más frágiles actualmente están los humedales de agua dulce, hábitats de hielo marino,
arrecifes de coral, bosques tropicales y manglares.
5. La fragmentación y degradación de ecosistemas como bosques y ríos han causado pérdidas
de diversidad y de servicios ecosistémicos.
La situación es alarmante. No podemos quedar indiferentes. Tanto es así, que en su última encíclica,
el papa Francisco hace un llamado como nunca antes se había hecho, a revisar nuestras conductas
y modificar nuestros hábitos de vida, con el objetivo de cuidar nuestra “casa común”, nuestra madre
tierra.
Dice el papa, “el cambio es algo deseable, pero se vuelve preocupante cuando se convierte en
deterioro del mundo y de la calidad de vida de gran parte de la humanidad”. La contaminación
expresada en toneladas de basuras y desechos tóxicos emitidos a la atmósfera y a las aguas, el efecto
de la acción del ser humano en el cambio climático, cuyas dimensiones ambientales, sociales,
económicas y políticas plantea gigantescos desafíos a la humanidad; la problemática del agua como
el deterioro de los cursos de agua y la escasez; la pérdida de biodiversidad y su impacto en el
funcionamiento de los ecosistemas son algunos de los elementos que son abordados en el texto de
manera crítica y urgente. Es necesario hacer cambios.
Propone Francisco una “ecología integral”. Afirma que así como los distintos componentes del
planeta – físico, químico y biológico – están relacionados entre sí, también las especies vivas
conforman una red que nunca terminamos de conocer y comprender. Los conocimientos
fragmentados y aislados requieren ser integrados en una visión más amplia de la realidad. Si un
lugar se contamina, dice Francisco, debemos analizar el funcionamiento de la sociedad, de la
economía, de su comportamiento y formas de comprender la realidad. Es por esto que se plantea
que estamos inmersos en una crisis social y ambiental al mismo tiempo.
En escalas reducidas como nuestro huerto urbano, consideramos valioso contar con una amplia
diversidad de especies y variedades vegetales como animales, en una red compleja de interacciones
y cadenas alimentarias, cumpliendo cada uno múltiples funciones y proporcionando armonía.
En este sentido, es valioso destacar algunos aspectos y visiones de quienes han cultivado desde hace
siglos esta tierra y que están vigentes hoy también para el cultivo de nuestro huerto,
particularmente cuando consideramos importante incorporar una dimensión afectiva y sensorial en
el trabajo que realizamos.
Por ejemplo, para los Aymara, hay 4 elementos clave en el trabajo con la tierra: el respeto, el cariño,
la reciprocidad y el festejo. El respeto (o cuidado) es importante para garantizar la continuidad de
la vida en el huerto, debido a que la fertilidad de la pachamama depende de ello. El cariño también
es importante y natural, dado que la tierra es considerada como un familiar cercano a quien
amamos. La reciprocidad se expresa en el sentido de que no podemos cosechar si no hemos
entregado algo primero, como nuestro tiempo y nuestro trabajo; y finalmente el goce que significa
tener una la mirada atenta que percibe todo lo que ocurre en el huerto y se hace sensible a cada
señal, a cada transformación perceptible. Estos elementos se conjugan gracias a la percepción
sensorial y la contemplación del mundo natural cuidadosa y detallista: se requiere aprender a ver la
naturaleza atendiendo a sus cambios y transformaciones y desarrollar la capacidad de interpretar
lo que observa y actuar en consecuencia. Y finalmente, es también necesario el esfuerzo, entendido
tanto como trabajo físico como en cuanto a la capacidad de permanecer, de continuar en lo que se
está haciendo. Este trabajo se desarrolla naturalmente por los Aymaras junto a su grupo familiar y
vecinos, comprenden y viven en una comunidad natural integrada por seres humanos, plantas y
animales.
En grandes ciudades del mundo, comunidades de horticultores urbanos también reflexionan sobre
su relación con la naturaleza; observamos que surge una expresión de la “diversidad”, tanto en lo
social como en lo ambiental. La diversidad identificada como una fortaleza, como un medio para
proveer de estabilidad al sistema. ¡Comenzamos a mirar los fenómenos sociales como fenómenos
ambientales! La naturaleza comienza a transformar a las personas, incluso en ambientes urbanos.
¡La restauración sicológica ocurre junto con la restauración ecológica! Y ocurre de esta forma lo que
se dice que “quién cultiva un huerto se cultiva a sí mismo”.
Estas reflexiones nos dan un marco para comprender la biodiversidad ambiental y comunitaria en
nuestro huerto y generar una propuesta de acción integradora y afectiva. No hay respuestas ni
soluciones únicas pero si posibilidades para desarrollar una visión más amplia de la realidad, como
dice Francisco, el proceso de ver nuestro entorno y nuestro huerto como un espacio interconectado,
que permita integrar capas, complejizar el ecosistema del huerto, agregar belleza y diversos tipos
de plantas, identificar los espacios óptimos para cada una y hacerse parte del proceso.
Desde la escala de lo abordable que puede ser nuestro huerto o nuestro jardín, y sabiendo que está
todo relacionado, y sabiendo que construimos espacios que determinan nuestra visión del mundo,
la invitación es a construir un huerto y un jardín hermoso, diverso, donde todo sea importante y
todo esté conectado.
Bibliografía
1. Lazo, I. et al. Nuestra diversidad biológica. 2009. Conama.
2. Perspectiva mundial sobre la biodiversidad. Informe del convenio sobre la diversidad
biológica. FAO, 2010.
3. Reed, N. 1999. Indicators for monitoring biodiversity: a hierachical approach.
4. Hemeway, T. 2009. A guide to home scale permaculture.
5. Jake, D. 2005. Edible forest gardens. Ecological visión and theory for temperate climate
permaculture.
6. Laudato si. Carta encíclica de SS Francisco.
7. Hou, Jeffrey. 2009. Greening cities, growing communities. Learning from seattle’s urban
community gardens
8. Arentsen, V. Reconocimiento y valorización del legado indígena en agricultura urbana. 1er
simposio de agricultura urbana. Santiago, 2013.
Anexo. Lista de plantas ornamentales que se podrían incorporar al
huerto