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Fronteras, mestizajes y vida cotidiana19

FRONTERAS Y LENGUAJES

Tomar la palabra en el marco de un ciclo de conferencias organi­


zado por el Instituto de Políticas Lingüísticas, solicita algunas re­
flexiones previas que nos habiliten el acceso posterior a los temas
anunciados en el título. De un modo muy abarcador se podría con­
siderar que las Políticas Lingüisticas se presentan de manera explí­
cita o implícita en los ordenamientos que adoptan las redes mul­
tiformes del poder, tanto a través del discurso estatal y guberna­
mental, como de organizaciones civiles, medios masivos de comu­
nicación, publicidad, grupos o clanes familiares. Las relaciones de
poder diseminadas hasta en los vínculos más íntimos, o bien con­
centradas en instituciones estatales y privadas, ponen en acción de­
cisiones sobre el uso, la enseñanza y el aprendizaje del lenguaje. Es­
tas retículas intersticiales del poder tramadas en la interacción so­
cial conllevan una impronta política que opera sobre la mera vida
de las gentes. Los ‘animales políticos’, diría Aristóteles, hablan, no

19- Ciclo de Conferencias, organizado por el Instituto de Política Lingüistica.


Ministerio de Educación. Cultura. Ciencia y Tecnología de la Provincia de
Misiones. 20/11/2013.

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FRONTERAS, MESTIZAJES Y VIDA COTIDIANA

de cualquier manera, sino de acuerdo con las opciones que adopte buen criollo ‘ésta es la madre del borrego' y después podemos ha­
el poder y se ejecuten según sus designios. blar de lo demás.
Así entonces, las Políticas Lingüísticas quedarán plasmadas en En la contra cara de este aspecto macro legal, nos deslizamos
la Constitución, en Leyes, Documentos, Reglamentos y diversas hacia la incidencia y la preponderancia del proceso educativo es­
normativas, y también habrá de manifestarse en resoluciones fami­ pecífico del lenguaje dado que se yergue como una columna verte­
liares. de grupos étnicos, territoriales o inmigrantes. Si bien evita­ bral en la existencia de cada ciudadano. Los procesos de enseñanza
ré referirme aquí a los aspectos legales propiamente dichos, ya in­ y aprendizaje lingüísticos son vitalicios, pero la compleja adquisi­
vestigados, me parece oportuno comentar la Constitución de 1994, ción de “hábitos lingüísticos', configura una etapa crucial en cuyo
en la que no hay referencia directa ni a la lengua oficial ni a polí­ transcurso se incorpora la ‘lengua madre o familiar', también de­
ticas lingüísticas, no obstante tomo el Art. 75, referido a las Atri­ nominada ‘primera lengua’. El complejo tópico de la adquisición
buciones del Congreso, de cuyo Inciso 19 recorto los fragmentos del lenguaje goza de una copiosa y variadísima bibliografía, aquí
siguientes: “Proveer al crecimiento armónico de la Nación....; pro­ tan solo pretendo señalar algunas consideraciones que me parece
mover políticas diferenciadas que tiendan a equilibrar el desigual sensato tener en cuenta en un comentario de políticas lingüísticas.
desarrollo relativo de provincias y regiones". “Sancionar leyes de Por un lado, habría que destacar que el lenguaje no es autónomo ni
organización y de base de la educación que consoliden la unidad despojado de relaciones, sino por el contrario se aprende inmerso
nacional respetando las particularidades provinciales y locales;..." en una esfera cultural, en un clima biosemiótico de costumbres in­
y agrega en otro pasaje “Dictar leyes que protejan la identidad y terconexas de significaciones y sentidos profundamente correlacio­
pluralidad cultural". Aunque lo lingüístico esté ausente, mi lectura nados. La lengua respira en esa atmósfera materno-familiar que
política intenta destacar la tensa articulación que vibra entre con­ podríamos denominar con Lotman, semiósfera en analogía con la
solidar la unidad nacional y el respeto a las particularidades pro­ biosfera. En consecuencia, cabría pensar en tono coloquial que to­
vinciales y locales, entre proteger “la identidad" y “la pluralidad dos hablamos literalmente ‘a la que te criaste', porque es el poder
cultural". Este nudo gordiano de nuestra presunta organización de la crianza el que determina y dispone el legado.
federal, ajusta sus cuerdas de modo desproporcionado en favor de Estos aprendizajes imprimen un ‘modelado primario' que la
un centralismo del poder que afecta gravemente las diferencias de criatura podrá modificar o transformar a lo largo de su vida, pero
las distintas regiones. El “crecimiento armónico de la Nación” se­ en su primera infancia constituye la configuración básica de su in­
gún reza el texto magno, solo podrá resultar efectivo en la medida serción en el mundo. Por otro parte, indicamos que se trata del pri­
que las decisiones políticas respondan a las genuinas necesidades mer efecto político del biopoder familiar en el que se trama el in­
y costumbres de los habitantes provinciales y locales, tanto en lo greso en lo comunitario de la nueva existencia. Este ingreso inex­
político como en lo educativo, tanto en lo económico como en lo cusable del/a ‘recienvenido/a’ será la medida exacta de sus posibi­
lingüístico. Sin adentrarnos en los pliegues de este laberinto, cierro lidades de supervivencia. Costumbres y lengua reciben, envuelven,
el planteo inicial simplemente colocando una baliza de alarma ur­ asedian y se apropian de cada criatura para incorporarla a la me­
gente que por un lado, indica la matriz del problema en cualquie­ moriosa interacción comunitaria. Entonces, habrá que ponderar el
ra de sus aspectos y a la vez, explicita mi propia interpretación de carácter obligado, necesario y hasta se podría decir fatal, de este
fondo sobre el asunto: mientras las políticas sigan concentradas en bagaje con el que cada uno se instalará en el mundo.
la metrópoli, el resto del país permanece violentado en sus carac­ Más allá de las circunstancias que pueden contextualizar el na­
terísticas particulares y lo lingüístico constituye uno de los aspec­ cimiento y crianza de un/a niño/a, habría que plantear con cierta
tos más relevantes aunque se lo evada sistemáticamente. Dicho en lógica práctica que la memoria colectiva atesora una trama de ‘há-

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hitos' que convierte cualquier lugar en ‘hábitat' y a sus miembros esto dicho muy ligeramente para dar una idea aproximada de poi­
en ‘habitantes’. Este dispositivo básico, nos ubica ahora en el len­ qué el concepto FRONTERA se articula con el poder biopolítico
guaje primario del espacio. Los aprendizajes se llevarán a cabo en y su ejercicio biosemiótico en la existencia de las comunidades y en
algún lugar, no importa cual, porque el animal humano investirá cada uno de nosotros.
de significados, de valores y sentidos todo espacio que decida ha­ Así como en la rueda festiva decimos ’cantemos algo que sepa­
bitar: la cueva, la carpa, el rancho, la casa, el departamento, el pa­ mos todos', aquí seleccionaremos algunas muestras del lenguaje
lacio. metafóricamente la ‘habitación' de cada cual. Si hábitos y cotidiano ‘que usamos todos', para facilitar la comprensión de los
lengua, semiotizan los espacios, los invisten de valor y sentido, la límites-fronteras diseñando el mundo con marcaciones espaciales,
‘espacialidad’ impregna los hábitos en general y los lingüísticos en por ejemplo, cuando utilizamos la fórmula: ’adelante, pase, siénta­
particular. se en su casa’ estamos no solo reconociendo la injerencia del espa­
En el procesamiento semiótico de la dimensión espacial inserta­ cio sino también el sentido de propiedad, por el contrario se suele
mos entonces, el concepto de FRONTERA en todíi su amplitud, sentenciar: ’que no pise más mi casa'. Las apropiaciones emergen a
polimorfismo y riqueza semántica. Se supone que los ’animalitos cada paso cuando decimos ’éste es mi barrio’ o ’recorro mis calles'
semióticos' nos pasamos la vida aprendiendo cuáles son los lími­ o como el tango melancólico anunciando ’‘vuelvo al Sur como se
tes, cómo los reconocemos, cómo los acatamos y a las vez cómo vuelve al primer amor"... También plagamos de figuras espaciales
los trasgredimos, los desplazamos o los abolimos. Somos animales nuestro fraseo coloquial como en los pocos ejemplos que damos
territoriales, aunque también se pueda aducir que somos anima­ ahora: ’cayó demasiado bajo’, ‘dale para adelante', ’habló largo
les ’desterritorializados' según la argumentación del discurso pos­ y tendido', ‘alta gama', ‘está lejos de alcanzar el nivel', ‘comemos
moderno, a partir de los despegues tecnológicos y cibernéticos del afuera', ‘viene del interior' o angustiados gritamos ‘¿hasta dónde
mundo actual, o bien argüir que somos ‘desambientados’ según la querés llegar?’ Esta preguntita final, precisamente exhibe nuestra
interpretación filosófica de Paolo Virno. al ponderar el impulso ex­ profunda relación espacial porque metaforiza de manera emble­
plorador y transgresivo de la historia humana. Quizá lo más apro­ mática las fronteras simbólicas insertas en diagramas primarios del
piado fuera reconocer ambas tendencias: nuestras relaciones espa­ espacio y así como algunos interrogan para saber cuál es el límite,
ciales de pertenencias y afincamientos, y a la vez. nuestros impul­ otros en cambio advierten sentenciosos: ’hasta acá llegó mi amor’
sos activos para traspasar confines, en contradictoria simultanei­ o ‘hasta aquí llegó mi paciencia pedagógica'... rara variante de un
dad y con pareja incidencia, caracterización que nos define como amor un tanto devaluado.
animales paradójicos. El breve inventario antes mencionado alcanza para tener en
Aunque demos por aceptada esa convergencia paradojal de cuenta que las fronteras se trazan por doquier, no solo en los ma­
nuestra especie en el uso y apropiación del espacio y de tantos otros pas geográficos. A propósito de mapas, notemos que nuestra ac­
aspectos de nuestras vidas, considero que nuestro arraigo prima­ tualidad tan alegadora de la ‘desterritorialización’, al mismo tiem­
rio de instalación en el mundo es ‘territorial’ y en ella se inscriben po rinde culto generalizado a los diseños espaciales geopoliticos,
los aprendizajes profundos de las determinaciones, de los límites de ahí que cualquier tipo de discurso esté habilitado en sentido fi­
abstractos y empíricos; en ese dispositivo primigenio que denomi­ gurado o en sentido común, para decir ’el mapa de la pobreza’, ‘la
no H (hábitos, hábitat, habitante), se estatuye el poder de los que cartografía de las investigaciones’, ‘la zona roja del delito', ’la to­
deciden desde la memoria y la tribu; en esa distribución básica de pología de las pasiones’ o ‘mapeos de sitios de Web'... Esta moda
acatamientos habitacionales. se incorporan encadenamientos de espaciadora que se apodera de todos los discursos autoriza una
hábitos correlacionados, que algunos llaman 'cognigramas'. Todo paradojal lectura: por un lado, enfatiza las ‘fronteras’ en todas sus

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formas y manifestaciones, por otro, se podría interpretar como un lingüísticos sigan su curso; liberalidad que no hace más que so­
gesto testimonial urgido por relevar la existencia de límites que se lapar decisiones que favorecen la hegemonía de los grupos domi­
encuentran en franca retirada o en proceso de ambigua disolución. nantes. Mientras nuestras consecutivas redacciones constituciona­
Las fronteras están en crisis, qué duda cabe, por tanto su per­ les, eludieron históricamente explicitar cuál es la 'lengua oficial y
tinencia se exacerba en nuestros lugares de actuación, en nuestros otras precisiones acerca de 'política lingüistica’, en los hechos se
ámbitos culturales, en nuestros territorios y en nuestros cuerpos; comprueba muy fácilmente el privilegio del castellano con visos de
la cuestión de fondo en la crisis es que pone en relieve la necesidad monolingüismo. El titánico proyecto de la Generación del 80 y los
primaria y la determinación fundante de las fronteras. Podremos fastuosos festejos del Primer Centenario, introdujeron un proceso
cuestionar estas fronteras históricas que ‘supimos conseguir' o que sociopolítico que así como estimularon el arribo de grandes masas
nos supieron imponer, podremos transgredirlas, moverlas, trans­ inmigratorias, establecidas con sus lenguas y costumbres, con igual
formarlas. pero tales modificaciones suponen el trazado de nuevas énfasis depositaron en la eficacia escolar y en la obligatoriedad del
fronteras para lograr sobrevivir en comunidad, única vía de super­ servicio militar la misión de hacer creer que la lengua patria e iden-
vivencia por otra parte, porque es el continuo comunitario el que titaria de la República Argentina, era el español, único portador
garantiza la perpetuidad la especie, no el individuo. del metafísico ‘ser nacional’. La homogeneidad lingüística no ha
Dicho esto, restringimos la atención a las fronteras de los esta­ requerido letra constitucional, se impuso como inexcusable por
dos nacionales modernos en cuyo espacio se supone el uso oficial ejercicio omnímodo del poder de las élites económicas, militares e
de una o más lenguas. Las fronteras nacionales en general estable­ intelectuales que encontraron en mandatos culturales tradiciona­
cen las unidades de intercambio comercial según las leyes del Capi­ les a través del sistema educativo, el procedimiento más efectivo.
talismo industrial, acumulativo y expansivo desde el s. XIX a fines La poderosa 'lengua oficial’ arrasó las lenguas autóctonas, ridicu­
del s. XX. El Estado-Nación, requiere para instaurar su soberanía, lizó las lenguas inmigratorias y descalificó sin tregua toda variante
al menos los siguientes requisitos: a) estipulación 'clara y distinta' regional criolla. Las fronteras del Estado-Nación demarcadas con
de sus fronteras para determinar su territorio; b) establecimien­ obstinado rigor, pretendieron coincidir con un único idioma, en
to de una moneda de cambio; c) selección de una o más lenguas un férreo mandato político que se impuso hasta finales del s. XX.
que faciliten la organización de instituciones, y d) diseño de sím­ A partir de la década de los ’90, los vientos posmodernos so­
bolos patrios que lo representan. Entre las instituciones vertebra­ plan con intempestiva fuerza trayendo los requerimientos del capi­
les para el logro de cierta cohesión comunitaria habrá que contar talismo financiero y de alto consumo. El 'nuevo orden' ejecutó un
con un sistema de gobierno con redes burocráticas, fuerzas arma­ giro completo sobre sus imposiciones y sobre su relato, ahora nos
das y sistema educativo. Este bosquejo elemental no tiene otro sen­ solicita 'globalización’ que implica abolir fronteras geopolíticas y
tido que destacar la intervención política intrínseca de la 'lengua de las otras, adoptar el inglés como lengua indispensable para el
oficial' en la configuración de un Estado-Nación en la Era Mo­ mercado unificado. En eso estamos, cumpliendo a raja tabla las
derna. La adopción soberana de una o más 'lenguas oficiales', la/s últimas órdenes recibidas 'desde arriba', un Olimpo en el que se
inviste/n de poder tornándola/s obligatorias y hegemónica/s, tanto confunden los grupos concentrados, el Banco Mundial, el gobier­
sobre otras lenguas que coexistan, como sobre las variantes de sí no nacional, los grandes medios masivos de comunicación, en fin,
misma/s que se hable/n en diferentes regiones. alguien de 'arriba' nos 'baja línea' (noten la injerencia espacial en
Nuestro país desde su independencia hasta hoy. se ha caracteri­ estos giros, no?). Raudamente hacemos los deberes, cambiamos el
zado por mantener políticas lingüísticas de 'no intervención’, una discurso y por ende, las políticas lingüísticas. 'De pronto', caemos
marca liberal que supone dejar que la evolución de los procesos en la cuenta (‘se dio en cuenta, mismo', dice nuestro dialecto), que

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había que enseñar inglés desde la primaria, que el portugués exis­ tura implantada en nuestra memoria racional y emotiva. Nuestro
te y para colmo es nuestro enorme vecino con el que tenemos que señalamiento no apunta a la contradicción como tal, sino al rela­
coexistir y en lo posible ‘salir a flote'; notamos con sensible agude­ to mítico que intenta abolir, disimular o eludir la contradicción de
za que las comunidades aborígenes no solo han logrado sobrevivir base. No solo se nos dice que este ‘idioma nacional’ habla de nues­
al genocidio sino que ademéis hablan sus propias lenguas, tan resis­ tra esencia única y distinta, sino que además nos conmina a cuidar
tentes al exterminio como la memoria de un pueblo. Estos ‘mara­ y vigilar la ‘pureza’ de este ‘idioma’.
villosos descubrimientos’ de nuestra era, han “puesto en valor' con Cabe recordar como al pasar nomás, que la raíz griega ‘idio’,
apuro de última hora las ‘políticas lingüísticas' negadas en conti­ también la encontramos en la palabra ‘idiota’ cuya referencia vie­
nuidad y por las que algunos loquitos habíamos venido bregando ne desde Grecia indicando una patología de profundo trastorno
desde hace cuarenta años. mental y que el castellano lo tomó en su utilización coloquial para
significar ‘tonto, corto de entendimiento'. De aquí nos dirigimos
al lenguaje y nos encontramos con los ‘idiotismos’ que son frases o
MESTIZAJES Y VIDA COTIDIANA giros desentendidos de las reglas gramaticales, que resultan redun­
dantes y que se han impuesto por el uso en las diferentes lenguas,
Retomamos las incidencias de las fronteras en nuestras modeliza- p.e. ‘a ojos vistas'. Esta voltereta filológica, no tiene otro sentido
ciones semióticas con el fin de concentrar nuestra atención en lo que introducir mi lectura epistemológica: en efecto, estimo que el
lingüístico. En primer lugar, reconocemos una tradición muy an­ empeño por ocluir sobre sí mismo al ‘idioma’ amalgamado con el
tigua que exige fronteras demarcatorias absolutas de los límites de inefable ‘ser nacional' y la identidad única y esencial, forma parte
una lengua determinada. Esta circunscripción rigurosa permite es­ de una constelación idio-mática en la que chisporrotean sentidos
tablecer hacia fuera, las diferencias con las demás lenguas, y hacia de alarma acerca de cierto grado de encierro, de necedad intelec­
dentro, preservar la pureza de sus componentes y características. tual y de saturación semántica. A la vez, no me privo de discernir
De tal concepción emerge la denominación ‘idioma’, que compar­ en esta posición filosófica, el fuerte sustento del racionalismo car­
te raíz griega con ‘idiosincrasia’, denominaciones que subrayan el tesiano que sabe decirnos en qué consiste ‘lo evidente’ y cuáles son
principio de identidad ‘A=A’. en un cierre de sus deslindes o fron­ las ‘ideas claras y distintas’, encabalgado sobre el andamiaje de la
teras y un volverse sobre sí mismo. Pero ‘idioma’ en griego signifi­ lógica aristotélica que nos ha revelado con impecable astucia, el
ca ‘propiedad privada’, etimología que converge con el sentido de ‘principio de identidad’, gracias al cual hemos descubierto que “A
‘apropiación’ y de ‘propiedad privada’ de la concepción capitalista. es A'.
Generalmente se habla de ‘idioma nacional’, sintagma que supone Sigo con las reflexiones identitarias para aducir que tal como
esta unión entre la lengua delimitada, estable y pura, con una na­ lo declara el texto bíblico del Antiguo Testamento, el único que
cionalidad. tan delimitada, estable y pura como la lengua. El ‘ser se autodefine afirmando: ‘soy el que soy', es Dios. Esta perfecta
nacional’ conlleva este mismo sello ideológico y va incrustado en la identidad concebida en el seno de una religión monoteísta, asigna
identidad del ‘idioma’. Ahora bien, pensemos que si el español es tal condición única y autosustentable (sin haber leído a Aristóte­
nuestro “idioma nacional’, también lo es de España, Perú. Colom­ les), al ser supremo, no a la condición humana. Entonces, cuan­
bia. Venezuela, Chile, Uruguay, etc. ¿en qué consiste nuestra exclu­ do la canción de Sandra Mihanovich anuncia con alegre lógica
siva diferencia? ¿Cuál es nuestra sempiterna identidad? Desde lue­ aristotélica ‘soy lo que soy', hay un juego simpático de lo obvio,
go. la contradicción salta al instante, sin embargo, hemos sosteni­ que sin pretender ser 'dios’, no se priva de un guiño afirmativo de
do con obcecado empecinamiento político-ideológico esta impos­ diosa y un toque que remite a sí misma con exasperación poética.

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Pido disculpas por la conexión blasfema entre textos sagrados y tares, intelectuales o mediáticas, a hegemonías religiosas, ideológi­
profanos, pero creo que su contraste facilita la comprensión de lo cas y culturales, a dominaciones comerciales, tecnológicas y políti­
que intento dilucidar. Observemos pues, que esta fórmula ‘Idioma cas. Las lenguas no son ‘idiomas idiotas’, sino prácticas semióticas
nacional+ser nacional', oscila entre lo divino y lo poético, entre lo profundamente involucradas en las dinámicas de comunidades en
mítico y lo metafísico y porta en su propia entraña la paradoja “hu­ constante movimiento. Si esto lo pensamos así. la lengua que ha­
mana. demasiado humana’, de pretender constituirnos en lo uno. blamos no encarna una pureza esencial, sino por el contrario es el
idéntico y homogéneo, aunque nuestra condición sea plural, hete­ resultado de una mixtura histórica como lo es nuestra composición
rogénea y comunitaria. étnica. No hay pureza de raza, ni hay pureza de lengua que vigilar
Porque digámoslo ya mismo, nuestras lenguas no ‘son lo que ni defender. Somos el fruto de mestizajes antiguos que continúan
son’ respondiendo a una esencia, sino que devienen polimórficas sus derroteros más allá de las ciencias, las religiones y las mitolo­
y mezcladas en tanto producto de longevos procesos de cambios y gías cuyos poderes pretenden ordenar el devenir, controlar los flu­
sobre todo, de intercambios con otras lenguas. Tomemos un ejem­ jos poblacionales y acotar las lenguas.
plo que nos concierne pero válido para toda lengua: el español no La historia doliente de Latinoamérica exhibe su herida étnico-
remite a una identidad ocluida y terminada, sino que viene del alto lingüística como un emblema que nos atañe: por un lado, se nega­
latín pleno de presencia griega, del latín tardío mezclado con len­ ron, se descalificaron y se sojuzgaron las comunidades aborígenes,
guas autóctonas ibéricas, de las mixturas con las lenguas árabes, de sus memorias y sus lenguas, y por otro, la exclusión y los estigmas
los contactos con otras lenguas romances y finalmente desembar­ se ensañaron con las mixturas, hibridaciones y mestizajes de las
cado en América para experimentar intensos mestizajes con len­ gentes, sus costumbres y sus lenguas. Generalmente se cree o se in­
guas aborígenes. Hoy encontramos al español en variaciones mul- tenta hacer creer que los procesos de mestizaje han concluido en
tifacéticas, dado que las tecnologías permiten interrelaciones más etapas anteriores de la historia (’ya fueron' como se dice ahora),
amplias, erráticas e incontrolables, no obstante, resulta evidente el pero esto no es así, no solo somos mestizos, sino que los procesos
predominio del inglés internacional que interviene en sus principa­ de mestizaje permanecen activos, no han quedado detenidos en el
les préstamos, calcos, hibridaciones y cambios. Todos reseteamos, tiempo ni en el espacio. Todo se mueve, cambia, se traduce y se
chateamos. guasapeamos. chequeamos, etc. Este dilatado devenir mezcla. No cometamos el error de aplicar a las ‘culturas del mesti­
que hemos simplificado demasiado, se ha cumplido en etapas des­ zaje’, la exigencia de alcanzar una identidad estática, una esencia-
parejas, con sistemas inestables, de distribuciones irregulares y con lidad ideal, un cierre de sus fronteras, un código dogmático y or­
variaciones simultáneas de diferentes formaciones fonéticas, fono­ todoxo.
lógicas, morfo-sintácticas, lexicales, en fin. un proceso semiótico Las ‘culturas en proceso de mestizajes’ se caracterizan por su di­
que cabe llamar ‘semiosis infinita'. Si esto es así. entonces los pro­ namismo: lo heterogéneo, los cambios, las oscilaciones, los desvíos
cesos lingüísticos son infinitos hasta encontrar y redefinir sus fron­ de las reglas, las mezclas, las traducciones habilidosas y amañadas
teras, hasta encontrar su límite práctico o erudito y disolverse en al uso. las paradojas de su mera existencia proteica y las rebeldías
otras lenguas, en otras fronteras. de sus estratagemas, nos hablan de un ‘mundo-otro’, de un espacio
Y recuperamos entonces, lo dicho al comienzo: estas evolucio­ resbaladizo y difícil de asir para los tentáculos del poder concen­
nes recién mencionadas no responden a ‘la lengua" en sí misma trado. Los mestizajes molestan al poder en todas sus formas y ma­
como un artefacto autogestionario, sino a una actividad inserta en nifestaciones. precisamente porque éste no logra ponerlos en caja,
procesos socio-históricos y culturales, a desplazamientos de pue­ porque sus ‘engendritos semióticos’ desafían sus mandatos. De ahí
blos. a conquistas, coloniajes y descolonizaciones, a guerras mili- que la ‘cultura de los mestizajes’ se ubique en los bordes, en los in-

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tersticios, en los entresijos de las tramas oficiales, consolidadas, le­ partir de la ‘Transformación educativa' de la década de los ‘90 en el
gitimadas y hasta consagradas por poderes académicos, religiosos, siglo pasado, se propicia la ‘diversidad cultural', lo ‘multicultural',
económicos y políticos. Dado que aquí reivindicamos las injeren­ la ‘interculturalidad’, la integración de las escuelas a sus respecti­
cias espaciales, digamos que los mestizajes antes que ubicarse, per­ vos ‘contextos’, un combo de postulados repetidos por inercia has­
manecen en movimiento ‘fuera de lugar', se podría decir que devie­ ta la vacuidad, sin advertir el menjunje de conceptos que respon­
nen ’perpetuos desubicados'. den a posiciones teóricas contradictorias. Como nadie puede dete­
Y puesto que procuramos indicar ‘el lugar' de las ‘culturas mes­ nerse a estudiar un poco, tal vez en esa misma mezcla desprolija,
tizas'. no podemos dejar de mencionar a Komi Bhabha, intelectual inadvertida por la repetición de palabras a la moda, encontremos
indio que propuso una teoría sobre ese escurridizo espacio que no un buen ejemplo de nuestras improvisaciones y mescolanzas en es­
está ni aquí ni allá, sino ‘entre" (in btween) dos o más ámbitos cul­ tos parajes del fin del mundo.
turales, lo que denominó ‘interculturaf. Su extenso desarrollo teó­ Lo cierto es que en la realidad-real del aula la educación a veces
rico consiste en atribuir a esta configuración del ‘tercero exclui­ evade, al parecer no escucha, y otras, no soporta ni acepta el ha­
do' (respecto del ‘principio de identidad'), una dinámica flexible de bla cotidiana de las variantes criollas de las distintas regiones que
ambigüedades, vacilaciones y relaciones paradójicas que comparto componen nuestro país federal. ¿Se acuerdan que nuestra repúbli­
en todos sus términos. Sin embargo, sus esfuerzos por definir ta­ ca se define como federal? En dialecto digo ¿le recordás por ella?
les características, muchas veces quedan burlados y tergiversados Volvemos así a la dimensión espacial para preguntar: ¿dónde
por la imperiosa necesidad de manejar categorías que respondan se localiza la gestoría de ese proceso de mestizajes inasibles? Res­
a las estandarizaciones y así. lo ‘interculturaf se convierte otra vez pondemos con lo postulado al inicio: en la matriz primaria de la
en un lugar hegemonizado por las descripciones rígidas, estables y crianza, en el hábitat que envuelve y comprende los hábitos semió-
ortodoxas. Es exactamente lo mismo que aconteció con el concep­ ticos y lingüísticos de sus habitantes. En este ámbito, en ese ‘cobijo
to de ‘cultura mestiza' o ‘pensamiento mestizo', se los encuadró, eco-semiótico’, el lenguaje responde a la ‘lógica utens', es decir, a
se los describió, se los nominó como si respondieran a una esencia lo útil, al uso. a lo necesario, a lo práctico y a la supervivencia. El
última, como si pudieran plegarse al dilema metafísico-literario y lenguaje adhiere su maleable flexibilidad a la interacción cotidia­
por qué no aristotélico: ‘ser o no ser mestizo', cuando los procesos na. de ahí que la plasticidad de sus prácticas se vuelva tan rutinaria
de mestizajes ponen en crisis, revuelven y mixturan esa fronterita como creativa, tan reiterativa como original. El impulso de la ac­
entre ‘ser y no-ser'. ción y la necesidad, lo llevan a ejecutar formas muy habituales pero
Dicho esto, se comprende rápidamente por qué el sistema edu­ también se desliza en cabriolas impensadas y desconocidas. En este
cativo tiene un conflicto insoluble con los ‘procesos de mestizajes", punto de inflexión y reflexión, los sentidos estallan, la risa emerge
por ese flujo de modulaciones enrevesadas, de conjunciones erráti­ y la experiencia intensa del lenguaje alcanza su punto culminan­
cas, de montajes y encastres imposibles, que rebasan los conceptos te de estupor y familiaridad. La experiencia del lenguaje-niño nos
que tenemos bien ordenados y gramaticalmente legitimados, por conduce a experimentar las fronteras más desopilantes, nos mues­
tanto no pueden dar cuenta de semejante devenir mestizo. Ni el Es­ tra y nos demuestra cuáles son las características supremas de las
tado-Nación. ni las Provincias, saben qué decir, cómo tratar el ha­ posibilidades infinitas... Y cuando se toca esa cuerda vibrante que
bla cotidiana que. en su ebullición constante, lleva las huellas revul­ nos pone sobre el limite, reímos y nos asombramos: una epifanía
sivas de los ‘procesos de mestizaje'. ¿Cómo aceptar, cómo corregir luminosa como una bengala nos revela lo obvio y lo misterioso del
las variantes criollas de nuestras diferentes regiones? En el Sistema mundo semiótico convertido en rutinario. Aquí, en la ‘vida cotidia­
Educativo (cada vez menos sistémico en su continuo descalabro), a na', en nuestra existencia de entre-casa encontraremos el secreto

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evidente, el arcano dicho a voces, de nuestras posibilidades lingüís­


ticas y semióticas, en ese espacio tan restringido y humilde, halla­
remos la cocina de nuestra ‘cultura de mestizajes' y nuestro ‘pen­
samiento mestizo'. Nuestro lenguaje dialectal atesora y revuelve
con parsimonia antigua ese mboyeré de cruvicas heterogéneas y no
‘le hace caso mismo' a lo que prescriba la Real Academia, ni a las
otras, porque esto se cocina entre-nosotros, aquí en los bordes, en
las fronteras de nuestra memoria. Propicio pues Políticas Lingüís­
ticas que no decidan desde la pureza de los idiomas, sino que sepan
comprender y valorar los lenguajes en procesos de mestizajes pro­
ducto genuino de la ‘vida cotidiana' en continuidad comunitaria.

Muchas gracias.

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