Está en la página 1de 11

SEMINARIO ORTODOXO PATRIARCAL ATENEO

“SAN MARCOS”
CÁTEDRA: LITURGIA

EJERCICIO N° 5:
REFORMAS LITÚRGICAS

Elaborado por:
Hermano Gregorio
(Luis Manuel)

Carúpano, 17 de junio de 2022


1. ¿Cuál es el panorama que describe el autor que rodea los cambios litúrgicos
para la segunda mitad del siglo XX?

El autor centra su atención en dos planos específicos que permean directamente


los diferentes cambios litúrgicos, además de hacer referencia al aspecto de la concepción
superflua y simplificada de la práctica litúrgica en ese periodo; por un lado, expresa el
autor, en el plano material, se vive un proceso acelerado de transculturización a partir del
crecimiento y desarrollo de las diferentes técnicas y medios de comunicación (escritos,
visuales, de transporte, tecnológicos, entre otros), los cuales han permitido un
acercamiento, en otros tiempos impensado, al conocimiento histórico y doctrinal de las
civilizaciones extranjeras, aunque positivo, esto genera como consecuencia una
percepción superficial de los “cambios culturales”, evitando así una asimilación y reflexión
profunda y personal de estos. Se presenta además en este plano, la desaparición de los
Estados teocráticos tradicionales, lo que supone como ventaja un balance ante la
aparición de los Estados antireligiosos.

Por otro lado, plantea el autor, en el plano del espíritu, se encuentra el desarrollo
progresivo y acelerado del pensamiento Científico y Filosófico, planteando
cuestionamientos a teorías hasta el momento consideradas dogmáticas e irrefutables, el
auge de ciencias experimentales como el psicoanálisis, la neuropsiquiatría, entre otras,
las cuales intentaron abordar de manera científica el problema religioso, especialmente
la práctica litúrgica, así como al pensamiento mítico, llevando al hombre a entender la
revelación cristiana como un proceso supra o infra-racional, pero humano, quitándole su
carácter de intervención divina, sin la cual ella pierde su originalidad y su fuerza; las
tendencias filosóficas del momento ponían en duda la racionalidad de lo real,
interesándose particularmente en la filosofía social y en el estudio del hombre total. Afirma
el autor que “la humanidad parece estar más deformada, más esclerosada en los nuevos
prejuicios, que abierta a un real desarrollo espiritual”.
¿Cuál es la clasificación que hace de países donde está presente la Iglesia
Ortodoxa? Sintéticamente enunciar la situación de dicha Iglesia en cada uno de
ellos, desde el punto de vista de los fieles ortodoxos que a ella concurren.

El autor plantea una clasificación más o menos simple, en función de las raíces
ortodoxas de los países en donde está presente, a continuación se describen:

 Estados oficialmente ortodoxos, centrados especialmente en Grecia, Chipre y


de manera reservada se menciona Siria y Líbano, para los cuales pertenecer a la
Iglesia Ortodoxa reviste para sus fieles un sentido de pertenencia, orgullo nacional
y, percibido de cierta forma, un orgullo racial, visible entre el clero y los laicos;
teológicamente y litúrgicamente el creyente se siente realizado, se siente en casa,
pues la religión forma parte de su vida cotidiana. Esta naturalidad religiosa, permite
la entrada a una confusión entre la tradición y la costumbre, por lo que en este
ambiente, no surge la necesidad de reencontrar el verdadero aspecto de la liturgia
cristiana.
 Países sometidos a regímenes totalitarios, anti cristianos (Estados ateos o
musulmanes), centrados en la URSS, Serbia, Bulgaria, Rumania, Polonia,
Turquía, Egipto, África del Norte, entre otros; en ellos, los fieles a la Iglesia
Ortodoxa, mantienen una conciencia viva al sentirse miembros del pueblo elegido.
En estos países, la liturgia representa el único medio en el que pueden expresar
su vida religiosa, estableciéndose como medio de la enseñanza teológica de la
Comunión en la Palabra, por lo que las enseñanzas filosóficas y teológicas no
litúrgicas están prohibidas. En definitiva, la autenticidad de la tradición transmitida
se garantiza únicamente por la continuidad de esta tradición, y el problema de una
restauración litúrgica, o hasta de una reforma, no puede ser planteado, solo estas
tradiciones pueden ser consideradas auténticas y saludables.
 Países en donde se instituye la diáspora ortodoxa, conformados
principalmente por los grupos eclesiales nacidos de los emigrados políticos rusos,
griegos (Asia Menor), serbios, rumanos, entre otros, en países mayormente
católicos romanos o protestantes, donde hay un desconocimiento, cultural e
histórico, de la religión ortodoxa. El sentido de pertenencia de los fieles a esta
Iglesia es muy cerrado, pues hay un predominio en el sentido de defensa de su
originalidad, es decir de sus tradiciones y de su santificación cultural. Es así que
en esta Iglesia conformada, la liturgia ocupa un lugar de honor y su celebración
está dignamente asegurada tanto en las parroquias como en los monasterios,
respetando obligatoriamente las características que la misma ha adquirido en su
país de origen en el curso del siglo precedente a la emigración.

A partir de esta última, expresada en la diáspora, se da el problema de las


generaciones nacidas en la emigración de padres ortodoxos, quienes conservan
celosamente su lengua y cultura ancestrales, y frente al problema litúrgico, defienden a
esta de manera muy apasionada, sin embargo hay otros nacidos que se han dejado
absorber por el contexto, los que les hace vivir una liturgia reprimida; y los nacidos de
matrimonios mixtos, uno de los casos, en el que el conyugue es ortodoxo y los hijos se
vuelven ortodoxos, la liturgia se acepta con naturalidad, pero supone un ambiente familiar
extranjero en función del contexto.

Se da, además, una nueva categoría de ortodoxos, planteada por el autor, que son
personas que entran en la Iglesia ortodoxa por convicción, sin que a ello los llame su
nacimiento u otros factores exteriores. Estas personas vienen de ambientes muy
diversos: mundo agnóstico, mundo católico o protestante (practicantes o no), y hasta
judíos. Esta es una de las consecuencias de la transculturización, planteada
anteriormente.

En las reformas anunciadas por la Iglesia Católica Romana en el Concilio Vaticano


II, ¿qué es lo que el autor considera “un valeroso retorno a la tradición esencial”?
Cuál sería en cambio, la opinión del tradicionalismo católico -caso del Lefebvrismo-
que cuestionó las reformas liturgistas del Concilio Vaticano II? ¿Qué opina usted
al respecto?

Un valeroso retorno a la tradición esencial, al que la iglesia ortodoxa ha sido siempre


fiel, tiene que ver con la introducción del idioma propio del país como lengua autorizada
en la liturgia, poniendo fin, de un solo golpe, a una costumbre milenaria; sin embargo este
empleo de la lengua popular, obligatorio en la práctica de la liturgia ortodoxa, no es
obligatoria en la práctica de la liturgia latina. Esto no solo se trata de volver a las fuentes
comunes de una tradición viva, dentro de la cual el rito latino, hasta ahora dominante en
la Iglesia romana, es considerado a partir de ese instante como una más de las formas
de desarrollo histórico de la tradición; la participación activa y consciente de los fieles,
vívida en la liturgia ortodoxa, estaba poco marcada en el culto romano anterior al Concilio,
además de la participación completa en la totalidad del oficio, y no en un momento o una
palabra aislados; la forma de liturgia vespertina preconizada por el Concilio se aproxima
cada vez más a la liturgia tradicional de la Iglesia indivisa, de la que las liturgias orientales
no sean deformadas por las costumbres.

Para el tradicionalismo católico, las reformas litúrgicas se dieron en un terreno mal


preparado; los encargados de llevar a la práctica estas reformas interpretaban con un
sentido parcial, y hasta opuesto al espíritu de esas reformas, no se prestó atención a los
textos que afirman que la liturgia debe ser una experiencia anticipada de la vida eterna,
o que las modificaciones de los ritos no se pueden hacer más que a través de una
evolución armoniosa que parta de las tradiciones existentes, sin romper la sacralización;
incesante la simplificación de los ritos, supresión de los títulos, supresión de la lengua y
de la música tradicionales, supresión de todo lenguaje teológico, tanto en las homilías
como en las plegarias, entre otras; además la desacralización de los gestos y del
lenguaje, lo mismo ocurre con la música, donde se muestran muy pocos esfuerzos para
adaptar la técnica de la música moderna a las exigencias "estrictas" del espíritu litúrgico,
así como a facilitar una transición orgánica entre esta nueva música litúrgica y la tradición
gregoriana; en definitiva, para los tradicionalistas católicos, en su conjunto, las
aplicaciones de la reforma no plasman todavía el deseo del Concilio Vaticano II.

Particularmente considero, que la intención de modernizar a la iglesia, permitiendo


la simplificación y la desacralización de los diferentes rituales y formas de celebración
litúrgicas ha alejado a la Iglesia romana de esa idea fundamental de reconciliación o
vuelta a la tradición esencial. La participación activa de los fieles que se profesa, queda
reducida a un conjunto de respuestas prefabricadas, y hasta cierto punto vacía, que
alejan a los fieles del misticismo de la celebración; sin embargo, no considero que la
intención fundamental de las reformas litúrgicas tengan como sentido principal lo descrito,
simplemente no se han aplicado de la manera más adecuada las decisiones tomadas, no
se han girado las instrucciones necesarias para el cumplimiento de estas, a diferencia de
la Iglesia romana, la Iglesia ortodoxa muestra poco signos de una renovación litúrgica,
en concordancia por lo expresado por el autor, esta no es más que una etapa transitoria
para la Iglesia Universal.

Enunciar cuáles son los elementos esenciales que identifican a la Liturgia


Ortodoxa

La Iglesia ortodoxa posee virtualmente una liturgia constituida, que responde con
bastante exactitud a la liturgia tradicional de la Iglesia indivisa, y que dentro de sus usos
muchos elementos de esta virtualidad siguen efectivamente vivos. No obstante, se
observa un cierto grado de inamovilidad y una cierta pereza en dar valor a las riquezas
particulares que le son confiadas. En ella se conforman varios elementos esenciales que
la identifican, entre estos encontramos, doctrina inalterada de la comunión (epiclesis y
comunión de los fieles bajo las dos especies); riqueza incomparable de los textos
contenidos en los oficios del año litúrgico; manera de presentar esos textos en una forma
sacralizada con una cierta música tradicional; cantilena que sirve para la lectura de los
Salmos, las letanías y las oraciones, y fórmula de los "ocho tonos" que permite ejecutar
la combinación de los textos variables sin demasiada dificultad y, eventualmente, con la
participación de los fieles, lo que permite a éstos gustar, comprender y asimilar el
contenido educativo y formador de dichos textos; conservación del principio de
celebración en la lengua del país.

Enunciar brevemente diferencias acontecidas dentro de la Liturgia Ortodoxa en


cuanto a lo siguiente: a- Eucaristía, b- Plegarias en voz baja, c- Letanías, d-
Salmodia, e- Troparios, melodías ortodoxas litúrgicas.

 Eucaristía: sacramento central de la vida cristiana; para algunos miembros del


clero existe un rechazo del carácter de "alimento" espiritual de la Eucaristía,
indispensable al crecimiento interior, y por lo tanto frecuente. Estos clérigos ven
más bien en ella una meta, una "recompensa" a un esfuerzo previo que, más moral
que sacramental, parece poder ser realizado sin la ayuda de la Eucaristía.
 Plegarias en voz baja: las plegarias en las que el presbítero se dirige a Dios en
nombre del pueblo, destinadas a elevar los corazones hacia la contemplación de
las cosas divinas, son dichas en su mayor parte en voz baja, cuando en realidad
las mismas han sido hechas para ser proclamadas: la voz baja hace que no sean
escuchadas por los fieles, por lo que no logran su objetivo.
 Letanías: las letanías, no son más que momentos de reposo dentro de la acción
litúrgica, se dicen siempre en voz alta y en forma completa, y a menudo se las
repite varias veces en el curso del oficio; a pesar de que su nivel teológico sea
menos elevado y menos nutrido que el de las plegarias leídas en voz baja. La
estructura de los oficios, proporcionada y balanceada por los Padres, se encuentra
de tal modo alterada.
 Salmodia: En una gran cantidad de casos, y sobre todo vivido dentro de la
emigración rusa, los presbíteros y diáconos no conocen bien la cantilena
tradicional, y leen el texto sagrado, sea en tono de habla normal, sea en una
salmodia monótona y a menudo inexpresiva. La salmodia pierde entonces su
fuerza sacralizante y se transforma más bien en algo que dificulta la comprensión
del sentido profundo de los textos.
 Troparios, melodías ortodoxas litúrgicas: en lo que concierne a los textos
variables, Troparios, correspondientes a cada día y a cada época del año litúrgico,
no pueden ser ejecutados y comprendidos dignamente si los miembros del coro y
los fieles asistentes no conocen la fórmula o modelo de las melodías tradicionales
creadas para su ejecución. Muy a menudo son leídos por un lector, en lugar de ser
cantados, lo que disminuye su capacidad expresiva, y muchas veces hasta se los
omite.

En relación a los puntos anteriores, ¿Qué reformas litúrgicas implementó la Iglesia


Ortodoxa de Francia, donde según el autor se produjo una “cooperación entre las
capas profundas del espíritu litúrgico occidental y los elementos vivificantes que
le aporta el espíritu de la ortodoxia”?

En esa nueva formación eclesial que fue la Iglesia Católica Ortodoxa de Francia,
donde se da una cooperación entre las capas profundas del espíritu litúrgico occidental y
los elementos vivificantes que le aporta el espíritu de la ortodoxia oriental, se plantean
esfuerzos de restauración de la liturgia:

En cuanto a la liturgia de la Palabra, encuentra en ella su verdadero lugar. Todas


las plegarias "públicas" y todas las lecturas de las Santas Escrituras y de los Padres de
la Iglesia son proclamadas en el idioma del país, en voz alta, y acompañadas por
cantilaciones tradicionales. Las letanías, las cuales fueron reducidas al mínimo necesario,
retoman su forma primitiva de diálogo entre los fieles y el diácono, trayendo a plena luz
su función de lazo de unión entre los miembros de la parroquia y su sacerdote. Los cantos
variables, que expresan el sentido teológico del año litúrgico, retoman su importancia.
Las riquezas incomparables de la liturgia bizantina y de antiguos textos de la liturgia de
la Galia encuentran allí su lugar legítimo: esos cantos sin apoyo instrumental se realizan
a partir de "células musicales" pertenecientes al tesoro de las tradiciones gregoriana y
bizantina.

No se trata ni de transcripción en lengua moderna de melodías completas


existentes, ni de composiciones totalmente libres. Es la aplicación a una lengua moderna
del principio de composición común a todas las músicas litúrgicas, principio básico que
diera antaño nacimiento al canto bizantino, el canto gregoriano y el canto eslavo, a través
de la respectiva sacralización del griego, del latín patrístico y del eslavo.

Todos los cantos destinados a la asamblea de los fieles, tales como las
aclamaciones "Amén", "Y con tu espíritu" y "Kyrie eleison", así como el diálogo de los
fieles con el celebrante antes del Canon eucarístico son efectivamente ejecutados en
conjunto por la asistencia y el coro, lo que no se ha visto en estos últimos, tiempos en las
Iglesias griegas y eslavas. La comunión es frecuente: no hay misa alguna, ni siquiera en
días de semana, en que la mayoría de los fieles no se acerque al Banquete Eucarístico.

¿Qué problemas detecta el autor en relación a la reforma implementada por el


Patriarcado de Roma con el Concilio Vaticano II?

El autor plantea que, desafortunadamente, las grandes decisiones del Concilio caen
sobre un terreno insuficientemente preparado. Pues, los esfuerzos de Renovación
litúrgica en el ámbito del rito latino, emprendidos por los benedictinos belgas, alemanes
y franceses desde fines del siglo XIX pasado, no han dispuesto del tiempo necesario
como para hacerse un hábito; plantea además que, en la práctica, la Iglesia romana se
ve obligada a partir de un conjunto de costumbres correspondiente a un estado anterior
a esos esfuerzos, estado más marcado aún por siglos de decadencia litúrgica.

Esta liturgia, tal como fue celebrada en ella hasta el Concilio Vaticano II, sobre todo
en su forma parroquial, está muy lejos de las exigencias de una liturgia tradicional, tal
como la propone ahora la Constitución de ese Concilio. Ofrece pocos elementos vividos
sobre los que sea posible construir de golpe una nueva tradición. En definitiva, plantea el
autor como problema, existe un cierto desasosiego entre las personas encargadas de
llevar a la práctica las reformas decididas en el Concilio Vaticano II.

¿Qué virtudes ve el autor en la reforma litúrgica protestante?

Plantea el autor, que en las reformas litúrgicas protestantes, se puede notar una
sacralización progresiva de los ritos: empleo de ornamentos, introducción de la cantilena
tradicional y del canto de los salmos en lugar de otros cánticos, restablecimiento de los
oficios diurnos, celebración más frecuente del oficio de la Santa Cena, viviéndolo más y
más no simplemente como una conmemoración, sino como un sacramento completo, que
incluye comunión, memorial, sacrificio y acción de gracias, entre otras cosas.

Afirma además que, es en el mundo protestante que las investigaciones litúrgicas


de los últimos años han tenido la mayor influencia práctica. Numerosas son las
comunidades privilegiadas que han modificado sensiblemente el estilo y el contenido
verbal de su culto, volviendo a la tradición litúrgica de la Iglesia indivisa.

Ya en pleno siglo XXI, y habiendo pasado más de 50 años del escrito del Rvdo.
Diacono Maxime Kovalevsky, ¿Cuál es su opinión sobre la evolución de la
REFORMA LITURGICA en las Iglesias mencionadas en el texto?

Indudablemente, la Iglesia Católica Romana es la que ha manifestado de la manera


más radical y palpable reformas en su liturgia, ello a partir del Concilio Vaticano II, cuya
intención inicial, o así más o menos se planteaba, era recuperar esos aspectos centrales
y originarios de la liturgia cristiana, lo cual concluyó en una transformación litúrgica; como
se mencionó, el paso del latín a las lenguas vivas, la colocación de quien preside de cara
a la asamblea, con la intención de promover la participación de esta, las diversas formas
de participación de los laicos durante la celebración, en fin un conjunto se cambios que
le permitían a la Iglesia adaptarse a los cambios contextuales del mundo, aunque de
cierta forma paradójico, ya que una de la idea de la liturgia es la santificación del hombre,
para ello es necesario aislar al hombre de las cosas del mundo para que viva su
celebración y su encuentro en comunión con Dios. Para los observadores ortodoxos,
presentes en esa asamblea sinodal, hubo una intención bastante profunda de la Iglesia
Romana de aproximarse litúrgicamente a los principios de la Iglesia indivisa.

Personalmente, considero que de los aspectos mencionados en esta reforma


litúrgica de la Iglesia Romana, el que ha revestido un aspecto más negativo ha sido la
flexibilización y acortamiento de los diversos ritos y etapas del culto, en aras de una mayor
participación de la asamblea, sin embargo, esto promueve, en mi forma de verlo, una
anarquía litúrgica, pues cada comunidad cristiana siente que tiene la libertad de adaptar
su liturgia al contexto de donde se realiza la celebración. Es importante destacar que la
liturgia se sustenta en la tradición de los Apóstoles, por lo que es necesario mantener esa
matriz en las celebraciones, pues recupera la esencia de la iglesia primitiva, esa iglesia
universal.

Por otro lado la Iglesia Ortodoxa, en cuanto a reformas litúrgicas, se h mantenido


fiel a la tradición apostólica, pues la celebraciones, aun hoy en día, se han mantenido
casi invariable a lo largo de los siglos, conservando su aspecto sacro y mítico, en el
encuentro de los celebrantes con el Señor Jesucristo en el Santo Sacrificio. Cosas que si
se han promovido es la participación más activa de los fieles durante la celebración de la
liturgia, haciendo o diciendo en voz alta la mayoría de las plegarias, lecturas y cánticos,
dejando las cosas centrales secretamente para el sacerdote u obispo celebrante. La
tradición de la lengua propia de la comunidad ya estaba arraigada en la Iglesia Ortodoxa,
por lo que la Iglesia Romana en el Concilio buscó una aproximación a esta.

De igual manera, se aprecia como las diferentes corrientes protestantes, a partir de


reformas en su liturgia, modificando tanto el estilo como el contenido en el desarrollo de
sus cultos, es decir, han buscado que sus cultos revistan cierta estructura sacra,
permitiéndose la incorporación, en función de la Iglesia indivisa, de diversos ornamentos,
cantos tradicionales y salmos, por encima de cantos melódicos modernos e
instrumentales, y como aspecto importante, en la celebración central se dejó de ver el
oficio de la santa cena, divina liturgia, como un simple recuerdo, como conmemoración,
viviéndola más como sacramento pleno de la Iglesia, donde se pone de manifiesto la
comunión, el memorial, sacrificio, acción de gracias.

Lo que si hay que tener claro es que, en las tres profesiones de fe estudiadas por
el autor, todas han hecho esfuerzos valiosos en pro de la restauración litúrgica, es decir,
se busca un acercamiento litúrgico autentico, ecuménico, ciertamente hasta ahora hay
un importante avance teórico, sin embargo, como las cosas del mundo, lo que comenzó
en un principio como un solo cuerpo, dado a circunstancias históricas, políticas,
económicas, sociales, entre muchas otras, finalizó con la separación, y durante el
desarrollo de la historia se han dado más separaciones, pero en el último siglo se han
visto avances significativos de acercamientos entre las diferentes corrientes cristianas de
la iglesia, como se ha dicho, se ha puesto de manifiesto la vuelta a la liturgia de la Iglesia
indivisa.

También podría gustarte