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LAS VUELTAS QUE DA LA VIDA:

EL CUTE; UNA HERRAMIENTA Y UN CONCEPTO EN EL SUR ANDINO


COLOMBIANO

MEJORES TRABAJOS DE GRADO


Versión XXII, 2013

Universidad Nacional de Colombia


Facultad de Ciencias Humanas
Departamento de Antropología
Bogotá
2013

1
LAS VUELTAS QUE DA LA VIDA:
EL CUTE; UNA HERRAMIENTA Y UN CONCEPTO EN EL SUR ANDINO
COLOMBIANO

MEJORES TRABAJOS DE GRADO


Versión XXII, 2013

JAIME ENRIQUE CLAVIJO SALAS

Monografía de grado
Director: Carlos Guillermo Páramo Bonilla

Universidad Nacional de Colombia


Facultad de Ciencias Humanas
Departamento de Antropología
Bogotá
2012

2
La vida me sabe, la vida me huele, la vida la siento, la vida me crece como el pensamiento. Siento a
mi espíritu volar, siento a la vida amar. Vuelta es vida, vuelta es pensamiento, vuelta es tiempo. La
vida es cute en la medida en que es trabajo. El cute es todo porque viene del monte, está con el
hombre y ayuda a crear vida. Viene del pensamiento y de la acción. Amanse, vuelta y vida.

(Texto del diario de campo)

3
Agradecimientos

A María Inés Reina, quien fue la persona que me permitió llegar a esas bellas
tierras. Así mismo, agradezco a su familia, que me acogió y cuidó como un
miembro más. Gracias: doña Tulia, don Marcos, doña Esperanza, Paolita, don
Gonzalo y su hijo Gonzalo. A don Miguel Cáliz y su linda familia por su disposición
siempre para conmigo. A don Arquimedes por brindarme un poco de su sabiduría
en el trato con la tierra y con la vida. También agradezco a doña Yolanda
Chamorro y en general a toda la gente que me recibió y me enseñó a ver
diferente, a ver el mundo a manera de espirales, a tratar la tierra a conjuro de
vueltas. A ver en el trabajo la magia de la vida, las vueltas de la vida.

A Manuela González quien fue mi compañera y acompañante importante en gran


parte de este proceso. A Danilo Palacios por sus consejos. A Laura Layton, por su
ayuda y correcciones. A María Isabel Galindo, Valentina Arango, María del Pilar
Rivera y a cada uno de mis compañeros que compartieron palabras, risas y
pensamientos conmigo. A Luis Alberto Suarez Guava, quien ayudó al crecimiento
de este trabajo con sus mordaces críticas que sirvieron como levadura para este
texto. A Carlos Guillermo Páramo Bonilla, director de mi tesis; bella persona que
me ayudó siempre con disposición y paciencia una y otra vez a corregir y depurar
este trabajo que sigo pensando, está en obra negra.

A mi familia por brindarme siempre su apoyo y su empuje, tanto en momentos


gratos como en momentos difíciles. Entre ellos: Rocío Salas, mi mamá; Jaime
Enrique Clavijo Pacheco, mi padre; Pedro Botero, esposo de mi madre; Javier
Alejandro Salas, hermano y primo; y por supuesto a mi abuela María Inés Medellín
a quien le debo parte de lo que soy. A Sol mi perro y compañero de vida. A todos
ellos y a los que faltan por mencionar, muchas gracias.

4
Índice

Pág.

Resumen/Ambstract 6

Preámbulo 7

Resumen Ejecutivo 9

1. Cute y cutiar. De la herramienta al concepto 11

Primera vuelta: ¿Dónde está adelante y dónde queda atrás? Ahísito no más 27

2. Ollocos: jurga y vuelta 30

Segunda vuelta:

A. Carnavales 54
B. Vacío y peso. Opuestos que forman un mal aire 58

3. Fuerza brava, fuerza de monte, fuerza Auca 62

Tercera vuelta: Una vuelta en Chuma 85

Bibliografía 94

5
Resumen

El presente trabajo, desglosa la investigación realizada sobre el Cute, una


herramienta utilizada –generalmente- en la cosecha de ollucos y papas en el
departamento de Nariño. De allí se desprende esta investigación, investigación
que pretende ver el cute no sólo como una herramienta, sino como un concepto
que me permite ver la forma en la cual la gente se relaciona con la tierra, la
naturaleza y con su territorio.

Palabras clave: Cute, cutiar, vuelta, criar, enseñarse, manso, bravo, yunta, chuma.

Abstract

In this paper, I present a study on Cute, a tool usually used in the harvesting of
ollucos and potatoes in the department of Nariño. The research follows from there,
and expects to see the Cute not only as a working tool, but as a concept which
allows seeing the way people is in contact with the land, the nature and their
territory.

Keywords: Cute, cutiar, vuelta, criar, enseñarse, manso, bravo, yoke, chuma.

6
Preámbulo

El lugar en donde se desarrolla este trabajo es en uno de los tantos rincones que
existen en Colombia; allí donde las fronteras políticas de los países se desdibujan,
en donde los paisajes abruman y la gente encanta por su excesiva amabilidad; es
donde este trabajo tiene un lugar, tiene un sentido. Este rincón se ubica en el
departamento de Nariño y se llama Aldana, un pequeño pueblo ubicado a diez
minutos por carretera de Ipiales. Limita con los municipios de Ipiales, Pupiales,
Guachucal y Guespud Carlosama.

Me comuniqué con María Inés Reina, compañera graduada de antropología y


oriunda de Aldana (persona a la cual le debo gran parte de mi trabajo, pues fue
quien posibilitó mi llegada y estadía allá), quien organizó todo para que su familia
pudiera recibirme. Arranqué la travesía que implica ir hasta esas tierras; un viaje
que desde Bogotá dura entre 22 y 26 horas en bus. Aún tengo en mi memoria la
primera vez que me encaminé a esas tierras. Mientras el bus atravesaba la mitad
del país, la mente, el cuerpo y el espíritu se ponían ansiosos; las sorpresas y
aprendizajes que traen consigo el trabajo de campo hacían que la espera en el
bus de ida fuera aún más larga.

Paisajes de múltiples formas y colores van pasando una y otra vez. De repente,
montañas grandes y peñascos van apareciendo, dando una homogeneidad al
paisaje, anunciando la llegada al departamento de Nariño. Transcurridos unos
minutos, el bus pasa por Pasto, lo primero que se ve al entrar es la figura del
volcán Galeras, un cerro-volcán que tutela a Pasto como el cerro de Monserrate a
Bogotá. El camino sigue, dos horas después el viaje termina con la llegada a
Ipiales; en la plaza Santander se toman los carros para ir a Aldana, de allí, no
queda más que llegar, organizarse y empezar a conocer las particularidades de
esas tierras.

Durante mi estancia en ese lugar fui enamorándome de los paisajes, de la gente y


de todas las cosas que allí se contenían, pero que en un principio poco entendía.
Comencé mi trabajo de campo buscando lo que iba a orientar mi tesis: el cute. Un

7
instrumento para cosechar papas y ollocos, el cual intuía era más que una simple
herramienta. Esperaba encontrar en campo algo que me diera luces para pensar y
explicar el cute como un concepto. Ver en él una cosa-concepto -noción trabajada
ya por Luis Guillermo Vasco-.

Mi trabajo inició en la Vereda Chitaira, lugar en el cual dormiría durante mis salidas
de campo. Ésta es una de las veredas adscritas al Cabildo Indígena Pastás.
Queda a unos quince minutos a pie de la cabecera municipal. En el lugar de mi
estancia viven Paola, Esperanza Reina, Tulia Piarpuzán y don Marcos Reina.
Doña Esperanza es la madre de mi compañera de carrera y madre de Paola;
Esperanza es una madre poco usual en ese lugar, pues es soltera y trabaja la
tierra al igual que los hombres de allá. Doña Tulia es la madre de doña Esperanza
y esposa de don Marcos, don Marcos por ende, es padre de doña Esperanza y
abuelo de Paola y María Inés. Con ellos construiría lazos muy fuertes, pues la
relación iría mucho más allá de un trabajo de campo. Ellos se convirtieron en mí
familia adoptiva. Doña Tulia en particular, me amparó como a un hijo suyo, como
parte de su nido.

Allí el español que se habla es muy diferente al hablado en Bogotá. Atribuye


diferentes significados a algunos conceptos (como enseñarse, criar, vuelta).
Maneja otras metáforas, otras lógicas, otros ritmos y es por ello que al principio las
conversaciones entre gente oriunda de esas tierras y mi persona, eran siempre
trabadas. ¿Qué? ¿Cómo? Fueron preguntas comunes que hacía al entablar una
conversación. Tenían que repetirme o explicarme muchas de las cosas que me
decían. De a pocos el oído se fue adaptando, amansando, enseñando a ese
español que al principio se desdibujaba en mi mente y lo hacía parecer otro
idioma. Con el tiempo y la experiencia, el ritmo de la tierra dio vuelta al compás de
mi pensamiento y hasta de mi acento.

Así mi proyecto de grado se fue gestando, entre amistades y trabajo, entre tierra,
cute y papas. Pensando con el cuerpo, escuchando y entendiendo cada cosa que
se habla y que se hace, interiorizando un cotidiano ajeno a mí; otras formas de
tratar y concebir el mundo.

8
Resumen Ejecutivo

Mi trabajo se inicia caminando, recorriendo, aprendiendo por medio del trabajo con
la tierra y la relación de la gente con ésta. En ese vientre se gesta este
aprendizaje: de la práctica cotidiana entre ellos con la tierra, las plantas, el cuerpo
y los instrumentos que permiten acceder a ésta. En un vaivén, en un ir y venir,
dando vueltas, aprendiendo a dar vueltas a la tierra y a mí, a este cuerpo que
aprende a trabajarla, a escucharla y a sentirla. La percepción fue y ha sido
fundamental para no dejar escapar esas pequeñas partículas en clave que
develan el sentido de un mundo que se mueve al son de la tierra, las papas, la
música y el trago.

Lo que en esta tesis se plasma es el constante aprendizaje con la tierra y la forma


en la cual ellos la conciben, por esto, aposté por utilizar y entender los conceptos
que manejan para explicar su relación con ésta. Así, el primer capítulo se encarga
de explicar qué es un cute, cómo trabaja éste, las similitudes con otros
instrumentos y con otras formas de trabajo con la tierra. Finalmente cuenta la
forma en que un cute termina su vida útil. Capítulo producto de varias idas y
venidas a esas tierras. Allí –en esos primeros avatares de campo-, empecé a
percibir que detrás del cute había un mundo que sustentaba la idea de cutiar, por
ello, fue necesario explorar otros temas que entretejidos e igualmente
indisociables convergen en lo mismo: en cutiar.

De allí que el segundo capítulo de mi tesis narre y explique el proceso de siembra


y cosecha, múltiples experiencias trabajando como pión (peón): picando (aflojando
la tierra) terrenos, sembrando papas, cosechando ollocos, dando vueltas a la
tierra, sembrando vida. Además, explico el trabajo de la yunta de bueyes, pues
como veremos a lo largo del texto, tiene una relación y semejanza con el empleo
del cute.

El tercer y último capítulo hace un análisis sobre la fuerza que se requiere en el


trabajo, lo que implica enseñarse, criarse y chumarse. Explicar estas categorías

9
posibilita entender todo lo que implica trabajar la tierra, la relación que se da entre
la gente y el territorio y además, posibilita entender el cute como un concepto. En
consecuencia con esas relaciones conceptuales, me fue menester explicar otra
noción de gran relevancia: Auca, noción conceptual que se relaciona con la fuerza
necesaria para trabajar y la fuerza contenida en la tierra.

A lo largo del texto se encuentran pequeños pasajes; pequeñas vueltas, que


separan un capítulo de otro. Estos textos son anécdotas en campo que, por un
lado, dan pausa y descanso al lector con respecto al análisis que se está llevando
a cabo, pero por otro lado, permiten entender en el diario vivir todo lo que se viene
explicando y analizando.

Finalmente, cabe la pena aclarar que el texto se ha construido teniendo en cuenta


mi proceso de aprendizaje en campo, por ello, el diálogo que maneja este texto
está hecho a manera de vueltas. Repite varias veces un suceso, anécdotas y
análisis, pues fue así –y no de otra manera- como cada cosa se iba mostrando en
campo. La reiteración constituye parte del lenguaje que se maneja allí y por ello,
una y otra vez me encontraba con lo mismo; conceptos reiterados; sin embargo,
cada repetición me permitía comprender mejor cada cosa, ahondar esos
conocimientos, ese cotidiano. Vuelta a trabajar, a sembrar y cosechar. Vuelta a
cocinar, a comer, a sacar agua del aljibe. Vuelta a mudar las vacas… vuelta voltía
el año para empezar.

De este modo, el trabajo se propone de alguna manera vislumbrar la relación que


la gente maneja sobre su territorio por medio del cute. Por ello, ir de adentro hacia
afuera y de afuera hacia adentro, como el proceso que implica la siembra y
cosecha de las papas va a marcar el ritmo de este texto. Del cute a las papas;
tierra, siembra, cosecha y trabajo. Vueltas a manera de ciclos. Espiral que juega
danzando al son del viento. Región que evidencia una andinidad que prevalece en
la tierra, en la gente, en el tiempo.

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1. Cute y cutiar. De la herramienta al concepto

Para entender lo que es un cute y lo que implica cutiar, me dispuse a trabajar, a


aprender el trato con la tierra; que implica picar, sembrar y cosechar. En mi trabajo
antropológico trabajé el campo; me unté de vida, de tierra: aprendí a empuñar un
palancón, un cute, una pala. Me sumergí en el cotidiano de la gente y esto
posibilitó entender el significado del trabajo; comprender el uso de las
herramientas y lo que ellas hacen, asimilar el trato con la tierra como una vuelta,
como un vaivén; ir y venir plasmado en los ciclos, en las repeticiones, en el cute,
en cutiar. Empezaré por explicar que es un cute, cómo es un cute y qué implica
cutiar la tierra. Paso a paso comprender el cute como una cosa-concepto1, que así
mismo devela las formas en las cuales la gente en el sur-occidente de Nariño se
relaciona con la tierra.

¿Qué y cómo es un Cute?

El cute es un instrumento utilizado en las veredas de Aldana y en general en la


región nariñense (Cumbal, Guachucal, Chiles, Panán, entre otros), para trabajar la
tierra; con él se cosechan papas y ollocos 2. Da vuelta a las entrañas de la papa,
poniendo la flor morada hacia abajo y sacando afuera el fruto de esa cosecha que
se transformará en alimento. Es un personaje que está compuesto por un palo
largo que en la punta se curva y cambia de dirección para descender luego de
forma diagonal. De cuerpo largo, erguido, con la cabeza curca, a manera de curva
o vuelta (conceptos que serán desarrollados más adelante), la cual cambia de
dirección, apuntando en diagonal hacia abajo, como mirando la tierra, tal vez de
reojo. La punta de éste es penetrante, larga y fuerte, capaz de traspasar la tierra
con facilidad.

Vasco Uribe, Luis Guillermo. Entre selva y páramo vivie do y pe sa do la lu ha i dia, e E us a de una
1

vía etodológi a propia. Repla tea ie to del tra ajo de a po y la es ritura et ográfi os
Bogotá: Instituto Colombiano de Antropología e Historia 2002.
2
Olluco, es un tubérculo que se da en algunas partes de los Andes suramericanos, especialmente al sur de
Colombia y en algunas zonas de Ecuador y del Perú.

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Ilustración 1. Dibujo de un cute de madera

Describo su posición de la cabeza hacia abajo a pesar de que éste trabaje de


cabeza, porque la gente suele colgarlo y asumirlo de esta forma. Cuentan las
personas de la vereda Chitaira que el cute se dedica sobre todo a sembrar y
cosechar papas y ollocos; es su trabajo más común. Nace en donde el monte
quiere verlo nacer, pues surge entre los árboles, escondido por ramas que muchas
veces logran disimular su presencia. Su figura, al ser única, llama la atención.
Además de las ramas, éste también nace entre el suelo, en la parte baja del árbol,
en los pies, en las raíces. Se cría en los extremos del árbol, en las ramas que
miran el inmenso cielo o en las raíces que contemplan el oscuro misterio de la
tierra. Sin embargo, es raro que críe –como dice la gente- en las ramas, ya que
como me dijo don Arquimedes, “tiene que venir curco, completico, si no ese se
partiría facilito, no más”. De ahí que fuese más común sacarlo de las raíces.
Aparentemente uno podría encontrar entre los árboles ramas muy parecidas al
cute; empero, estas no son cute porque parten de una bifurcación en la cual de un
palo sale una rama, no es una vuelta completa. El cute es cute por que la rama o,
mejor, porque la raíz que se ve en las zanjas viene entera como un brazo cuando
hace músculo, comenta don Arquimedes.

Los hombres son los encargados de encontrarlo, cuando se va en la búsqueda de


éste personaje hay que caminar, entre el monte y las zanjas, por caminos
veredales, para ver si aparece ahísito no más. Así se va buscando al cute
escondido entre las raíces del monte; se pone a secar para que su color cambie y
cuando se vuelva amarillo se sabrá que ya está maduro. Antes de esto se le
prepara, se depura; su cuerpo pierde peso, se vuelve ligero, penetrante, fuerte. Se

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amansa, pues éste se adecua de tal forma que la persona pueda dar vueltas a la
tierra.

Hay árboles que se encargan de criar y dar buenos cutes. Entre los que más
resaltan están el Pumamaque (Gunnera pilosa), Chilca (Bacharis ambatensis),
Arrayán (Myrtus Communis), Cerote (Hesperometes sp), Pandala (Dugandio
dendrumstriatifolium), Pundé y Rosa o Roso. Otros en veces crían, como
mencionó doña Tulia, y aunque ella sabe, me ha dicho que le pregunte a don
Marcos porque él sí sabe; él cogía cutes y los preparaba. Las personas tienen su
árbol favorito respecto a la procedencia del cute; por ejemplo, don Arquimedes me
dijo que el mejor era el de Arrayán, ya que cuando se endurece queda como
metal. Por otro lado, don Miguel me dijo que en donde mejor crían y salen
resistentes son del Cerote, pero que del Pandala y del Arrayán también salen muy
duros.

El Arrayán aparece como un árbol particular, del cual saben salir buenos cutes y
además suelen aparecer taiticos o santos. Sobre estos cuentan varias historias de
aparicionesn. Aunque sería interesante ver las propiedades que tiene este árbol,
en este texto me limitaré sólo a hacer esta breve mención.

El cute se ha enseñado a dar vuelcos a la tierra, a poner la yerba que cubre la


superficie del suelo para abajo, con el fin de alimentar lo que se va a sembrar.
Doña Esperanza dice que cuando se va a picar la tierra para trabajarla, hay que
voltear la yerba. Voltiar es parte vital del proceso de preparación de la tierra. Ya
veremos más adelante este proceso.

A partir del cute base sale un familiar de él, conocido y nominado por la gente
como pala encutada o cute-pala. La pala encutada es un cute al que se le pone
una especie de pala de metal, adaptada para empatar con el mismo. Es un casco
fuerte que permite penetrar con mayor fuerza la tierra. Con la pala encutada se
puede guachar la tierra y también picarla. Contaba don Arquimedes que la pala
encutada sabe sacar adobes de tierra, a los cuales se les da vuelta para hacerle
cama a la papa; eso es guachar la tierra, es cogerla y voltearla, haciendo que lo

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que está afuera quede adentro y lo que está adentro quede afuera. Así, la yerba
que estaba arriba pasa abajo y podrá alimentar como abono a la papa. Lo que
está adentro pasa afuera protegiendo lo que queda adentro, y lo que estaba
afuera pasa adentro para alimentar, para hacer crecer y fructificar, para criar.
Luego de sacar un bloque (adobe) por un lado, se saca otro por el lado opuesto.
Queda una cama en donde la papa va a reposar y a ser arropada por la misma
tierra.

Varios de los conceptos que aquí se utilizan como criar, enseñarse, adobe,
guacho o guachar y picar serán desglosados en el siguiente capítulo, por ahora no
hago más que una breve descripción de lo que esto puede significar. Así como a
lo largo de mi trabajo de campo los conceptos fueron tomando cada vez más
cuerpo, aquí se hará lo mismo.

La pala encutada también sabe picar la tierra (Ilustración 2). Eso es soltarla,
trabajarla -como comentaba doña Esperanza-, con el fin de poder sembrar el
terreno. Hay que voltiar la yerba, comentaba ella misma, mientras picábamos la
parcela ubicada cerca de su casa. Al picar la tierra, toda yerba o maleza hay que
dejarla boca abajo para que se pudra y no vuelva a prender; así además
alimentará la tierra.

Ilustración 2. Cute pala

El ejercicio de empatar la pala al cute para mí no fue sencillo; hay que depurarlo
de tal forma que quede en equilibrio perfecto, ni muy delgada ni muy gruesa la
punta para que la pala empate fuerte y no se zafe. Don Marcos es un especialista

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en empatar el cabo con la cabeza del cute para hacer una pala encutada o
empatar un cute de metal. Estando allá, tuve la fortuna de poder aprender e
intentar empatar una pala en un cute, algo de lo cual no me había percatado y que
solo hasta una posterior salida de campo comprendí, es que para que el metal
empate con el palo hay que golpearlo al revés; al cute se le pega en la nuca para
que la pala vaya entrando, no al contrario; es decir, no se le pega a la pala para
que entre.

Aprendí esto trabajando con don Arquimedes un día de siembra de árboles


abriendo uno de los huecos para sembrar acacias, en uno de los tantos huecos
que abrí se zafó la pala del cabo. Don Arquimedes me dijo que lo empatara contra
un tronco que había al lado mío; yo empecé a forzar al cabo para entrar en la pala,
golpeando al cabo y la pala contra el tronco, para mí era la forma lógica de meter
el cabo, golpear para que entrara de arriba hacia abajo ya que al chocar la pala
con el tronco haría que el cabo entrara más. Sin embargo, en ese momento me
dijo que cómo se me ocurría pegarle a la pala así, “así más bien le voy a pegar a
usted” me dijo, frase que me dio a entender su molestia al verme hacer semejante
acto. Para disipar el mal genio de don Arquimedes, le dije que no sabía cómo se
hacía, que si me enseñaba. Él se calmó y me dijo que había que pegarle al cabo
desde abajo, desde donde inicia el palo, teniendo la pala arriba, así entraría
facilito. Luego de pensarlo entendí. Si se golpea al cabo desde abajo, el golpe va a
generar una fuerza de abajo hacia arriba, lo que empuja la pala hacia abajo. Las
formas de pensamiento son diferentes: lo que yo habría hecho de una forma ellos
lo hacen de otra, tal vez por mi poco conocimiento del trabajo con la tierra y sus
instrumentos.

La gente cuenta que desde hace unos treinta o cuarenta años el cute de madera
se ha remplazado paulatinamente por un cute de metal que tiene los mismos
principios del cute original y es su forma curca. Un metal que tiene una vuelta en
cute.

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Ilustración 3. a. Cute de metal b. Cute de madera c. palancón y pala de cute (abajo)

Un proceso medianamente diferente se dio con la pala encutada, pues ella fue
relegada y dejada a un lado progresivamente con la llegada de otro especialista en
el trabajo con la tierra: el palancón. Este se conoce en otras partes del país como
azadón; está compuesto por un palo recto que empata en una de sus puntas con
una especie de pala que tiene buen filo. Esta pala es diferente a la del cute-pala
porque es mucho más amplia y el palo o cabo empata de forma vertical, no
horizontal. El palancón fue desplazando al cute-pala por ser más liviano que éste;
esta característica lo hace mejor para trabajar la tierra pues permite realizar el
trabajo sin generar un gasto energético más grande. Doña Tulia, doña Esperanza
y don Marcos me contaban, –en una de las tantas charlas de cocina- que el cute
pala antes de tener la pala de metal se le ponía un pedazo de hueso de vaca: el
omoplato o paleta. Dicen que esos eran las palas encutadas del tiempo de antes.
(El tiempo de antes es una noción fundamental sobre la forma en que se ve y se
concibe la historia, tema que será desarrollado posteriormente).

Del hueso al metal, el cute ha venido transformándose con el fin de poder


emplearse mejor en el trabajo con la tierra. A medida que fue pasando el tiempo

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se fue incorporando en su cabeza un casco de metal, lo que permitía una mejor
entrada a la tierra, una forma más óptima para dar vuelcos.

A lo largo de mi experiencia en campo, se hizo presente de manera reiterativa


otro elemento relacionado con el cute: la yunta de bueyes. Durante las fiestas de
San Francisco, en el ritual de siembra que suelen realizar los devotos, estaba
presente la yunta de bueyes acompañada de San Isidro Labrador, el Ángel de la
Guarda y dos negros los cuales son los encargados de dirigir la yunta; en este
ritual se realiza la representación del trabajo con la tierra, de las melgas que van
haciendo –la melga es el surco que se hace cuando se va a sembrar-, el cultivo y
la cosecha. El arado es parecido a un cute gigante, y es el que precisamente ara,
melga o guacha la tierra (ilustración 4).

Ilustración 4. Yunta de bueyes, durante la fiesta de San Francisco en la Vereda La Laguna


Aldana

Don Arquimedes me contaba una mañana de domingo el funcionamiento y la


forma de trabajo de una yunta. Inició no por los bueyes sino por el tractor. Dijo que
el tractor daña la tierra ya que la abre, mientras que los bueyes sí saben cómo es
trabajar la tierra. Los bueyes van sacando la tierra buena y poniendo la mala para
adentro, estos van dando vueltas a la tierra con lo que denominan reja, la reja es

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la parte que entra en contacto con la tierra. La relación bueyes-tierra es muy fuerte
pues como trabajadores la fertilizan, le dan vida, le dan vuelcos. Además de ello,
representan la misma fuerza de la tierra, del monte. Una fuerza salvaje, brava,
energía compartida del mismo origen. Esto se ve por ejemplo en los relatos de
guacas, pues muchas veces se menciona a la misma como un toro. Fuerza de la
tierra, de la guaca, energía del mismo monte. Además de ello, dicen que el vaho
de los toros le da fuerza a la tierra para que crie bien. El toro maneja esa dualidad
de monte y manso, pues contiene la fuerza de éste, pero es llevado por el hombre.
Dualidad que presenta el cute y es ser monte pero manso. Mezcla de opuestos en
un mismo cuerpo. Cute y yunta, ambos con la carga del monte, la fuerza del
monte, pero con la capacidad de amansar.

A pesar de que ahora veo clara la relación entre yunta y cute, en un principio fue
difícil verla. Recordé entonces que don Gonzalo y don Miguel me habían dicho
que el arado era como un cute gigante, el cual servía para trabajar la tierra. En
efecto, el funcionamiento de ambos era el mismo; dar vuelta a la tierra. Esa
relación de bueyes-tierra puede ser equivalente a la de cute-tierra, ya que ellos
saben trabajarla –como dice don Arquimedes-, le dan vueltas a la tierra para poner
lo de arriba abajo y lo de abajo arriba, cosa que hacen ambos. Yunta como un
cute gigante.

Ritmo y trabajo a son de vueltas. Como la danza ritual de las fiestas de San
Francisco, los toros danzantes dan vueltas en el baile todo el tiempo. A las afueras
de la capilla de San Francisco los bueyes con San Isidro Labrador, los negros y el
Ángel de la Guarda hacen un baile de giros en el cual los negros van arriando e
interactuando con el público. El Ángel y San Isidro guían a los toros y éstos van
moviéndose cambiando de posición mientras se mueven en círculos; la danza
siempre mantiene ritmo, paso y compás en “bomba”, es decir, en círculos, en
vueltas. Hay un momento en el cual se realiza el ritual de siembra, que ejemplifica
el proceso de cultivo y cosecha con la yunta. Éste se realiza en frente del salón
comunal y el proceso se desarrolla sobre el pasto, sobre la tierra. El ritual empieza
con la danza, luego se pasa al amanse de los bueyes. Los bueyes, amarrados con

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una soga, van corriendo descontrolados entre la gente intentando enredarlos con
vueltas; dan vueltas para enredar, para inundar y atropellar a la gente con la
fuerza del monte, de lo bravo. Luego de un largo rato en el cual los bueyes están
descontrolados se les amansa con lazos y música. La música va asentando al
toro, sin embargo éstos quedan amansados de manera parcial –pues siguen
intentando moverse para distintos lados-, dualidad que siempre se hace presente
en un toro. Se les pone el yugo, el arado y empiezan a hacer el guacho o melga,
con el fin de sembrar y posteriormente cosechar.

Ilustración 5. Yunta melgando guiada por el "negro"

Posteriormente, la gente acomoda los productos de la cosecha en hileras o en


melgas, estos productos provienen de cada uno de los cultivos sembrados por las
personas. Después de ubicar la comida en melgas, se empieza a recoger, a
cosechar y a guardar en bultos. Esta comida puede ser comprada, el dinero va
para el dueño de la misma; luego de esto los toros siguen descontrolados un buen
rato intentando atrapar a cualquier distraído. Vuelta quedan bravos.

Se mueven entre esa dualidad de manso y bravo, entre el monte y lo manso. El


cute, por su parte, sale del monte para amansar; no obstante éste siempre
mantiene su forma de monte esa forma que es en sí su esencia. Igualmente
mantiene su condición dual entre monte y manso, pues por un lado, ha sido pulido

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y trabajado para hacerlo más suave, más manso, pero la esencia con la que el
monte lo entregó se mantiene –forma “curca” o de “vuelta”-. Su figura proveniente
del monte se mantiene pues es éste el que lo hace cute. Resulta siendo así el cute
monte que amansa monte, sale de adentro, de los pies del monte. Es amansado
por el monte para luego amansar; convirtiéndose así en el remedio del mismo
monte. Da una vuelta completa, como un ciclo, como una espiral.

Asimismo, la relación –a mi modo de ver- más fuerte entre el cute y la yunta de


bueyes está en su condición de buenos trabajadores con la tierra, de saber dar
vuelta, de poder cambiar la condición de las partes de la tierra, la de arriba y la de
abajo, la buena y la mala, saber dar vuelcos, generar botes. Es por ello que dentro
de las historias del cute la yunta de bueyes no puede quedar por fuera porque
representa órdenes similares frente al trabajo con la tierra.

Ahora es importante presentar a grandes rasgos lo que significa el concepto


monte, pues es parte fundamental del pensamiento de la gente sobre el territorio y
sobre las formas de concebir el espacio en Aldana.

Como sostiene Rivera (2010:1) “El Monte en Pastás, más que ser una elevación
montañosa, es el templo que guarda en sus entrañas secretos y maravillas. Ojos
que parpadean en la oscuridad, Viejas que salen a deambular para comerse los
corazones de los borrachos, duendecitos que salen cuando danza el sol. El Monte,
tiene vida y cuerpo, y en ocasiones habla con los cerros más cercanos, por las
crestas de los árboles se mandan mensajes, vienen en parejas, una mujer que
guarda las riquezas del hombre que siempre tendrá figura de antigua Huaca”.

El monte en principio es un cúmulo de naturaleza en el cual uno difícilmente puede


moverse. Allí la gente dice que se esconden los espantos, el duende, la vieja, el
chutún, entre otros. Es un lugar repleto de misterio y magia, un lugar que además
protege los aljibes y, por ende, uno de los recursos más sagrados: el agua. Donde
hay agua, hay monte y donde hay monte, hay agua.

20
En este punto, es importante resaltar que si bien el monte es un lugar habitado por
seres, lugar de secretos y maravillas (Rivera 2010), es también un lugar de fuerza.
De esto pude darme cuenta luego de trabajar, pues lo que significa e implica el
monte frente al trabajo va más allá de los espantos o espíritus. El monte contiene
en la tierra la fuerza de la naturaleza, es un lugar que si se le da vuelta se le
amansa, es bueno para criar, pues está contenido de gran energía. El monte
contiene lo que hace crecer a cada cultivo, a cada planta, lo que posibilita la
siembra y la cosecha. La fuerza para hacer crecer, la vida misma contenida en
energía. El monte es un opuesto necesario para el cultivo pues es el que preserva
la energía de crecimiento de la tierra. Mantiene la tierra gruesa.

También comentan que los cerros son cerros por el agua; el agua es la que hace
que un cerro pueda ser, y cuando se amansa un cerro se seca, porque se va el
agua, porque se va el monte, así como los espíritus. El monte es ese lugar en
donde está lo desconocido pero también lo sagrado. De esta manera está referido
en el texto de Natalia Ortiz (2011:36) quien comenta que: “El monte se encuentra
en los lugares extraviados que la gente desconoce, así como ellos desconocen a
la gente; está donde aún no se han secado las lagunas ni las quebradas también
en los bosques y en los cerros enmarañado entre los árboles y las plantas que
soplan los fríos vientos de los Andes. “Donde todavía la chilca está grande, y por
donde no se transita con frecuencia”, le decían a Pilar Rivera (2010:14). Inclusive,
el monte está en las zanjas que protegen las casas y los sembrados, donde la
vegetación crece libre –a excepción de unos cuantos árboles que se siembran en
los bordos para tener de dónde cortar leña– como si estuviera en el mismo monte.
Porque, en últimas, la zanja es una replicación del monte, aunque zanjando se
acabe con él” (Ibíd.).

Las zanjas son lugares en donde se siembran árboles para separar caminos o
terrenos y en donde crecen sin ningún tipo de control las plantas. Sustituyen al
monte, aunque dice Ortiz (2011) que terminan siendo como el monte. De allí se
saca la leña para las cocinas, y es de donde se saca el cute, en donde cría. El

21
monte provee de acuerdo a las necesidades, pero también castiga por medio de
los espíritus cuando éste es tratado de la forma incorrecta.

Aunque Ortiz toma a la zanja como monte, creo pertinente mostrar diferencias
frente a esta aseveración. La zanja, si bien crece de manera espontánea y
posibilita la aparición de espantos, su función principal es separar un terreno de
otro, hace las veces de cerca, sin embargo no es cerca. Allí, transitan lo bravo y lo
manso; empero, no es ni lo uno ni lo otro. Podría ser la representación del monte,
no obstante, lo que implica representar es eso: ser algo que no es. La
representación parte de la personificación de algo que no se es, pero que se
quiere mostrar. La zanja tiene monte y contiene lo manso, sin embargo no es
ninguno de los dos, pero los dos se realizan en la zanja. Como en los toros o el
cute, en la zanja se mueven energías bravas o pesadas pero también energías
mansas. Por ello, me parece pertinente manejar la categoría de zanja de manera
individual, sin equiparar ni contraponer frente a la categoría monte. Se hace
necesario entonces abordarlo como categoría propia, en la cual aparece esa
dualidad sin que ello la haga una cosa u otra; ni cerca ni monte, sino zanja.

Ilustración 6. Cerro con monte, zanjas y cultivos

Mencionado lo que es y significa monte, vemos la importancia que implica


comprender el significado de esta categoría enmarcada en la historia del cute,
pues es desde allí de donde nace el instrumento que se encarga de conectar al

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hombre con la tierra. Éste en esencia es monte que al trabajar amansa, da vueltas
ya que dándolas se va amansando; por ello da vuelta al monte, a la planta de
papa, de ollocos, pues saca la raíz, permite dar provecho de lo que está abajo: del
fruto, de la tierra.

Hasta este punto he mencionado vuelta una y otra vez, explicando de manera
implícita lo que significa. No he mencionado cómo llegué a entenderlo, por ello
haré un breve repaso al respecto.

El concepto vuelta implica un movimiento, un cambio de estado. El día en que


logré entender ese concepto fue trabajando con don Arquimedes. Mirando las
zanjas que él tenía alrededor de su gran parcela, empezó a decirme que los
ucalitos (eucaliptos) son malos, pues chupan gran cantidad de agua y secan todo.
Fue por ello que don Arquimedes los mandó tumbar, o en palabras de él mandé
dar vuelta to´os esos palos. Vuelco, cambio.

Otro ejemplo de ello (de vuelta) es con los cuyes. Hablando con don Miguel en la
cuyera que él y su familia tienen, me comentaron que cuando una cuy está
embarazada y da a luz, vuelta queda cargada, ahí mismito. La cuy luego de tener
los cuyes vuelve a quedar cargada el mismo día. Pasó de estar embarazada a no
estarlo, y luego volvió a cambiar de condición. Vuelta es lo que hace el cute, lo
que hace la yunta de bueyes, es chuma (un tipo de borrachera), puede ser
también cocinar; es cambio de estado. Este concepto luego va a ser relacionado y
sustentado con otro tipo de temas que también convergen en cutiar en el segundo
capítulo.

Ahora me centraré en describir cómo es la muerte de un cute, teniendo en cuenta


las diferentes formas en que la vida útil de un cute puede llegar a su fin, pero
también, lo que implica el concepto mismo, y lo relativa que viene a ser su muerte.

Retomando lo mencionado al principio, el cute de madera progresivamente se ha


venido sustituyendo por un cute de metal, o mejor, por un metal que hace de cute.
Aunque podríamos tomar esto como la muerte del cute de madera o cute de
monte, esto no lo considero como una de las muertes, puesto que, en primer

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lugar: aunque se utiliza el de metal, generalmente está presente el de madera
dentro de las casas. El cute de madera sigue apareciendo, se sigue recogiendo y
sigue trabajando. Asimismo su figura está presente en el metal, pues el cute de
metal surge de esa posición única del cute de madera que sirve para volcar tierra.
En segundo lugar, el cute es cute, así sea de metal, porque al cute no lo hace el
material, lo hace su forma de curva o de vuelta. Vemos así cómo cute se vuelve
un concepto y; en tanto concepto, no desaparece. Viene siendo vuelta, pues es
eso lo que hace el cute. Vuelta a la tierra, a las papas, al monte. De esta misma
manera, la vuelta de un cute representa la vuelta que se ve en el trato de la gente
con la tierra. Esta relación se da a manera de ciclos, ciclos que vuelta hay que
hacer pues cuando la papa se ha cosechado luego toca vuelta sembrar.

Entonces, ¿cómo es la muerte de un cute? El cute de madera nace (como dije


anteriormente) en donde el monte lo quiere ver nacer. El humano lo amansa para
que el cute pueda amansar monte. Cuando lleva tiempo de trabajo encima, el
desgaste hace que su figura se pueda desquebrajar. Generalmente, cuando un
cute se rompe, éste se rompe apenas unos centímetros debajo de la curvatura
que caracteriza al cute, dejándolo inservible. Un cute no es cute sin su figura
“curca” o curva, pues no cumpliría su función de dar vueltas. Lo que se hace
posteriormente con el palo es utilizarlo para leña al fogón o, si el palo está bueno,
como cabo para otra herramienta. Así, vuelta encarna herramienta. Queda como
un cute de metal o un palancón y continúa desarrollando su función; vuelta.

Otra forma en la que un cute “muere” en cuanto a su trabajo con la tierra, es


cuando queda relegado en el cuarto de las papas. Éste es un cuarto oscuro,
generalmente de suelo en tierra apisonado, el cual alberga una variada gama de
objetos que a simple vista develan años de óxido encima; tiempo de uso, historias
encima. Clavos largos y oxidados, moledores de maíz dañados esperando a ser
arreglados mientras el tiempo va deteriorándolos. Allí, en ese cuarto donde se
guardan todas aquellas cosas que se cree que en algún momento van a ser
utilizadas, pero que al parecer nunca lo vuelven a ser, es en donde se esconde el
cute de madera. En casa de doña Tulia y don Marcos hay dos cutes. Los dos son

24
de madera. Sin embargo, uno fue empleado para la danza del cute3. Es un
cutecito chiquito, ubicado en la última esquina de ese cuarto. Guardado esperando
a que vuelta lo saquen.

El cute termina su ciclo y vuelta nace, pues todo el tiempo está muriendo y
naciendo. Muriendo en las manos de los hombres y naciendo en los pies del
monte. El cute implica ciclos de uso, de muerte y nacimiento. Por ello en realidad
el cute como tal no muere, simplemente se renueva, cambia de cuerpo, pero su
ser se mantiene. Cute siempre implica vuelta. Da vuelta desde que el hombre lo
saca, da vuelta al monte, a las papas, a la tierra e inclusive al cuerpo, ya que lo
amansa para el trabajo con la tierra. Vive y muere una y otra vez, porque su fin es
dar vueltas, es retornar, es dar y recibir, pasado y presente, ir y venir.

La idea mencionada anteriormente, podemos encontrarla también en el significado


que se le da al concepto “kúti” del quechua, pues según el Diccionario kkechuwa-
español, realizado por Jorge Lira (1982). Dice que Kúti es “Vez, turno, ocasión,
caso, momento. Kkháynakúti: Aquella o esa vez, Ímakutipítakkkánman: En que
caso puede (ser), cháykúti: Éste momento, máykúti: Qué vez. Ískaykúti: Dos
veces.” También significa “Torna, acción de tornar o volver. Regreso. Kútisára:
Maíz crecido al revés. Decoloración, pérdida o disminución de color. Kútikúti: con
tornas contra lo natural, con vueltas al revés. Devolución.” Otro de los múltiples
significados que tiene es “Mango de azada, de piqueta o de otro instrumento de
labranza o agricultura. Lánpakkkútin: Mando de la lampa. Kkoránakkkútin: Mando
del desherbador”. Como podemos ver, el significado que se le da a Kúti del
quechua se asemeja a las ideas mencionadas en este trabajo sobre lo que es y
significa cute en Aldana.

El cute viene de una historia de vueltas, de cambios, de diferentes tipos de


estados. El cute y la tierra parecen tener historias similares en la que la tierra se
seca, se cambia la producción de más antes, sin químicos, a una producción con

3
Danza que recrea un día de trabajo del cute con la tierra. Se trata de una creación reciente y fue concebida
por los mayores con el fin de mostrar sus tradiciones y enseñárselas a los más jóvenes.

25
químicos, que obedece a unas formas ajenas de producción y ganancia; el que
produce más, gana más. El cute cambia, deja de salir del monte y empieza a salir
del metal; origen diferente al de más antes, para así poder responder a la
producción disonante y acelerada que ahora requieren estos tiempos. Claro está
que ello no implica que cute desaparezca, pues se mantiene como concepto;
mantiene su significado, su uso. Dar vueltas, cambios, ciclos. Aquí, es preciso ver
cute como una cosa-concepto pues va más allá de la materia que pueda encarnar
al instrumento.

En el siguiente capítulo se pretende abordar el concepto de vuelta, pues éste –


como he venido recalcando a lo largo del texto- es fundamental, ya que su
significado puede explicarnos las formas de ver, pensar y percibir el mundo allá. El
lenguaje se ve constantemente atravesado por esa noción.

Ilustración 7 Cutes: uno di antes y uno de ahora

26
Primera vuelta:

¿Dónde está adelante y dónde queda atrás? Ahísito no más

Un día más de trabajo. Iba a recoger ollocos. La mañana amaneció fría, como
suelen amanecer las mañanas en Aldana. El cielo estaba gris. Las nubes tenían
forma de almohadones grandes que tapaban todo el cielo y no dejaban ver
siquiera un viso de azul. Ese día me levanté un poco tarde, alrededor de las seis y
media de la mañana. Toda la casa estaba en actividad hacía más o menos una
hora larga; las vacas estaban con las ubres casi vacías, los cuyes ya tenían el
primer pasto del día y el café ya estaba preparado. Me vestí y salí con el sueño en
los hombros, el peso de las cobijas en los párpados y la mente todavía en reposo.
Me senté en la cocina, me dieron el café, un pan y huevo frito. Comí un poco lento.
Mi cuerpo poco a poco reactivaba cada parte, pues sabía que pronto iba a
trabajar. Doña Esperanza estaba un poco afanada, pues no quería que se nos
hiciera de diota, por lo cual me sugirió terminar de desayunar con tranquilidad
mientras ella se adelantaba al trabajo. Yo le pedí que me esperara. Terminé de
comer y fui a arreglar rápidamente la cama donde todas las noches reposaba.
Estiré las cobijas, recogí la ropa que tenía desperdigada y salí. Levanté la vista y
doña Esperanza no estaba por ningún lado; ya se había ido. Fui hacia la salida, en
donde se encontraban doña Tulia y don Marcos, quienes estaban soltando las
vacas para mudarlas. Les pregunté si sabían en donde era el trabajo, pues el día
anterior me dijeron que los ollocos que íbamos a cosechar estaban en otra melga.
Luego de pensar un rato, doña Tulia me dijo que me fuera caminando como si
fuera para donde don Miguel, luego, encontraría un camino a la izquierda, que
queda bajando, por donde pueden pasar… ¿carros? adelante, cerca de un sitio
que queda vuelta. Intenté hacer un mapa mental en mi cabeza con las
instrucciones que me había dado doña Tulia, sin embargo recordaba muchos
caminos ubicados a mano izquierda. Mi confusión aumentó. Por experiencias
anteriores sabía que si me ponía a preguntar una y otra vez, igual seguiría sin
entender y podría obtener explicaciones largas y repetitivas que no harían más

27
que confundirme. Por ello tomé camino y me aventuré a encontrar el sitio. Al salir,
me di cuenta que efectivamente a mano izquierda había por lo menos cuatro
caminos en los cuales podía entrar un carro y lo peor es que no veía ninguno que
bajara, solo veía caminos de subida. Busqué, me introduje en cada uno de los
caminos, los recorrí hasta encontrarme con casas o cercas. No encontré nada. No
sabía si darme por vencido o seguir buscando. Repasaba una y otra vez las
instrucciones que doña Tulia me había dado; empero, no lograba encontrar nada
parecido a lo que ella me había dicho. La cabeza me daba vueltas, empecé a
pensar que lo que me decían tenía otro orden, otro sentido diferente al que yo
concebía.

Resignado, vuelta regresé a la casa para preguntar de nuevo las indicaciones. Al


llegar, doña Tulia me dijo que no me fuera por donde me había dicho, me dijo
vuelta pensé que estarían delante de donde don Miguel. Sonreí, pues además de
no haber entendido nada de las instrucciones, el lugar no era el que en un
principio me había indicado. Vuelta tomé camino. Al llegar donde don Miguel me
encontré con su hijo Cristian. Le comenté porqué me había demorado y me dijo
que estaban adelante, arribita. Emprendimos camino por una bajada que cada vez
se alejaba más y más de la carretera veredal. Llegamos luego de caminar unos
minutos. El sitio era un plan; es decir un sitio medianamente plano. Para mí la
ubicación del cultivo era abajo y atrás, pues quedaba atrás de la carretera veredal
y abajo de la casa de don Miguel. Sin embargo esto era adelante y arriba como
me había dicho Cristian, pues el sitio estaba adelante del frente de la casa (en
donde están ubicadas las puertas) de don Miguel, ya que la casa da la espalda a
la carretera veredal. Era arriba, dado que enfrente del cultivo (el lugar de trabajo)
hay una carretera que está abajo del terreno.

Una vez más las formas de organización y percepción del mundo me dan vuelta.
Adelante siempre lo ubican en frente del cuerpo. En este caso es la casa el cuerpo
de la tierra que ellos habitan, por ello el cultivo estaba adelante y no atrás. El
cuerpo del trabajo es la tierra, por ello, desde allí se ubica el arriba y abajo. El nivel
de la tierra sembrada estaba levantada mucho más que el camino. Los puntos de

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referencia se hacen de acuerdo con el sitio específico, al igual que los conceptos
toman sentido en contextos determinados. Por ello, entender adelante y atrás,
arriba y abajo, es entender la ubicación del espacio, de la gente, del territorio.
Ahísito no más es una distancia, un adelante o un atrás que se entiende
comprendiendo el territorio.

Doña Tulia me explicó bien, el que no entendía la forma de organizar el territorio


era yo. Mi percepción estaba totalmente viciada por mi pensamiento citadino y es
lógico, todavía no había captado esas formas de organizar y concebir el espacio.
Las carreteras no son un punto de referencia fijo para definir adelante y atrás,
como solemos hacer en la ciudad, sino que son las casas –cuerpos del territorio-
las que referencian las direcciones. El frente es la entrada. Como un cerro que
puede mirar o dar la espalda según se le mire. El camino hacia el cerro puede ser
un adelante, no obstante, al llegar a la punta esto cambia, pues el cerro permite
contemplar los cuatro puntos. Por ello, el Cerro Gordo podría encarnar una
chacana, pues la chacana (cruz andina), hace referencia a los puntos cardinales,
las cuatro orientaciones, el cerro, la tierra, la vida, el ciclo. Toda una vuelta de
múltiples direcciones que conforman finalmente el mismo.

Aprendí a seguir instrucciones enseñándome a concebir el mundo como ellos lo


hacen, dando vuelta y mirando lo que ahora es el frente, el atrás, el arriba y el
abajo… mirando las vueltas del territorio.

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2. Ollocos: jurga y vuelta

El día de trabajo inicia acompañado de un fuerte frío.


Al salir de la cama ese frío inunda cada parte del
cuerpo y este se prepara tanto para el clima como
para una larga jornada de trabajo. El día
generalmente amanece opaco porque a veces “sabe
hacer páramo”. Nubes llenas de frío caminando
entre caminos y casas son las encargadas de
exacerbar la temperatura baja. La persona se
prepara y viste con ropas dispuestas a impregnarse
de tierra. Después de organizar el sitio de dormir y
en general el espacio que se ocupa, hay que salir
del cuarto. La cocina es el primer lugar de encuentro
en el día. El café y el pan dan el primer aliento.
Luego de cruzar unas cuantas palabras hay que salir a trabajar.

El camino de la casa al trabajo se encarga de calentar y disponer al cuerpo para


una larga jornada. Caminos largos, angostos, pesados, son los que uno transita
antes de llegar a la melga.

La hora de llegada es alrededor de las siete de la mañana. El primer día de trabajo


con los ollocos llegué tarde, pues había tenido tos y estaba paramiando mucho;
por ello Doña Esperanza me dijo que me quedara, para no enfermar, que ella sí se
iba pues había que hacer acto de presencia. Además dijo que al paramiar no se
trabajaba porque se mojaban y dañaban los ollocos.

Emprendí camino a las 8:30. La llegada tarde de una persona al trabajo es


acogida con burlas. Han de habérsele amarrado las cobijas, dirá. Todos ríen; otra
persona repite la misma frase y de nuevo la gente ríe. El rato que había dejado de
llover, trabajaron. Sin embargo, mi llegada fue acompañada por la lluvia. Uuu eso

30
la gente de Bogotá parece haberse traído la lluvia… ¿qué será? Escampamos a
son de bromas y molestias por mi retardo debajo de los árboles que dan cuerpo a
una de las zanjas que rodean la melga. De nuevo, la broma de alguien enseguida
la repetía otro. La reproducción era igual a la anterior, pero diferente por ser
pronunciada por otra persona. Transcurrido un rato, miraron al cielo y dijeron uuu
ya solo falta un páramo. Luego de ello se vino una fuerte lluvia y antes de
detenerse ya se sabía que pararía. Se retomaron actividades y al instante dejó de
llover.

Todas las personas se pusieron en cuclillas enfrente de cada melga. Tomaban la


planta, la levantaban, la despojaban de la tierra, la sacudían; así los ollocos se
iban desprendiendo de la planta y cayendo a la tierra. Se dejaba a un lado la
planta y, luego de haber dado vuelta a las matas, se jurgaba la tierra con las
manos buscando los camarones (ollocos). Mientras la mayoría de piones
revolcaba la tierra, había una persona (generalmente hombre) que iba cutiando las
plantas. Éste era denominado como aflojador. Iba melga por melga cutiando para
que los recabadores dieran vuelta fácilmente a las plantas.

Al ver aquel proceso pensé que sería una tarea fácil. Inicié dando vueltas a las
plantas y buscando ollocos entre la tierra. La posición que hay que adoptar para
recoger es agotadora; la espalda se va resintiendo, las piernas también; el cuerpo
va sintiendo poco a poco el cansancio de la posición. Además de ello, la recogida
de ollocos se tornaba lenta para mí. La falta de experiencia se hizo presente.
Mientras yo recogía el fruto de una sola planta, ellos llevaban dos. Don Miguel –
dueño de la siembra- se dio cuenta de mi falta de práctica y por ello me explicó
brevemente. Se voltea la mata, se sacude, se bota, se da vuelta a la tierra con las
manos y se van recogiendo los ollocos. Los que están con manchas verdes o
totalmente verdes, se guardan en un costal, pues estos son los que se utilizan
para semilla (es decir, para vuelta sembrar). Los que vienen rosados o pálidos se
echan en otro costal; estos serán para comer y, sobre todo, para vender por
bultos.

31
Hay momentos en el que los ollocos son muy rentables, pues según cuentan
pueden pagar el bulto entre 65 mil y 80 mil. Si uno le pega a la época que es,
puede uno enguacarse con éstos, comentaba don Miguel mientras
cosechábamos.

Separar es un trabajo que por mi experiencia y percepción era lento, pues me


ponía a observar qué color tenía cada uno. Los demás separaban de forma casi
automática. Sus manos se movían al doble o al triple de lo que se movían las
mías. Comentaban que ligerito, ligerito se recoge, como maquinitas.

El trabajo se piensa y se hace con el cuerpo, son movimientos interiorizados; de


reojo se sabe qué color trae el olloco, por ello no hay que revisarlo. Al tiempo que
se jurga la tierra la gente va recogiendo, como redes amontonando peces. Los
ollocos van desapareciendo a la vista y se van acumulando entre dedos y palmas.
Luego se descargan todos en el costal. Queda la tierra limpita, sin un olloquito.

Para distraerse un poco en el trabajo, empiezan a molestarse unos con otros.


Generalmente son comentarios sobre la vida de la otra persona. Cosas íntimas
que salen a relucir a manera de broma. Momentos de risa y luego el silencio.

Ese día que empecé a trabajar, después de un rato vuelta cayó la lluvia. Por ello
se paró el trabajo. Fuimos a resguardarnos y a resguardar los ollocos que estaban
ya contenidos en los bultos, pues en el pueblo no gustan mojados, pues comentan
que el páramo los berrea o los lancha; es decir que, se llenan de manchas verdes.
Mientras escampamos empezaron a echar chisme. Hablaban sobre lo que dijo
alguien, lo que otro negó, de lo que se dejó de hacer, o de lo mala persona que es
alguien. Todo ello constantemente terminado con un comentario que dejaba la
posibilidad de no ser así, de la duda ¿qué será?, pus ¿quién sabe no? ¿Qué ha de
ser?

Después de un tiempo pasó el páramo, no sin que ellos lo anticiparan.


Posteriormente, mi empleo de sacar ollocos cambió, pues no había quién cutiara,
ya que la persona encargada de esa tarea se había ido a dejar unos bultos.
Empecé entonces a cutiar. Mi cuerpo reconocía al cute, lo manejaba bien, dado

32
que éste ya me había amansado, mi fuerza estaba domada, enfocada hacia el
trabajo. Una vuelta que ya había dado mi cuerpo, para poder así enfocar la fuerza
del trabajo en la tierra.

Hay que clavar el cute en la parte baja de la melga, en donde inicia ésta. Así se
jala con el cute y la mata se desprende de la tierra; cuando se saca el cute la
planta da vuelta. Así fue transcurriendo la mañana. Sin darme cuenta, eran las
once.

Las once hora que indica la llegada del almuerzo. El sol que se encuentra detrás
de un gran cúmulo de nubes deja entrever su silueta; por lo tanto su posición en el
cielo y así permite saber la hora del día. Llega el almuerzo. Arroz con fideos,
hornado4 con ollocos, papas y ají. Los ollocos y las papas están contenidos en un
balde grande rojo el cual está prácticamente lleno. Éstos (papas y ollocos) están
cocinados en agua. Se ponen en el fogón en donde vuelta quedan blanditos.

Luego viene sopa con papa. El almuerzo se sirve al revés de como suele servirse
en Bogotá, pues allí en Aldana se da primero el seco y luego la sopa. Doña
Esperanza me dijo que así es siempre para los piones la comida. Vuelta al otro día
lentejas, vuelta fríjol y así.

Los días siguientes, en efecto, la comida fue la predicha por Doña Esperanza;
fríjoles con hornado, ollocos y sopa. El almuerzo siempre va a estar compuesto
por lo que se está cosechando. Fue así como uno de los días de trabajo me

4
Comida típica de Nariño a base de cerdo. Se prepara picando toda la carne de éste y cocinándola tapada
por el cuerpo del mismo animal.

33
encargaron llevar por la mañana a la casa de don Miguel los primeros ollocos que
habíamos cosechado.

Dice la gente que los piones comen la mejor parte de la cosecha, pues son los
primeros ollocos cosechados los que se van a comer al almuerzo. Es una forma
de dar fuerza al pion. Ingieren la fuerza de la tierra que se está cosechando. Una
fuerza que se transmite el cuerpo y se materializa en el trabajo con la tierra.

El almuerzo se acompaña con una chicha de maíz, después de esto vuelta a


trabajar.

Cutié y cutié hasta la hora del café. Mis manos empezaron a empollarse, mi
espalda empezó a sentir el cansancio que implica estar jalando y voltiando. El
cansancio acompañó gran parte de la tarde; no obstante, había que seguir
trabajando a ritmo de maquinita. Se suponía que luego del café se terminaba la
jornada; no obstante, durante esos días había la urgencia de sacar los ollocos
rápido, pues si se dejaban mucho se verdeaban. Debíamos quedarnos aquella vez
para terminar las últimas tres melgas que en un principio no iban a ser voltiadas.
Vuelta a trabajar. Cutié de nuevo hasta que terminé las melgas. Como dije
anteriormente, mis manos estaban empolladas (ampolladas) y, apenas lo
mencioné y las mostré, me dijeron “las vueltas que da la vida, las vueltas que da la
vida, tome su vuelta”, refiriéndose a mis manos.

El cute da vuelta a las manos –parte del amanse constante que sufre el cuerpo-;
es por ello que salen ampollas. Mis manos estaban -en los lugares de las
ampollas- sin parte de la piel; se veía la carne. El cute sacó la carne y quitó la piel.
Luego doña Esperanza me dijo que de todas formas todo eso me servía, pues iba
a llegar más fuerte a Bogotá; así saben decir, que´l que toca tierra es más fuerte,
es más alentado; no ve que la tierra alienta, envejece pero alienta. Trabajar la
tierra es fundamental, pues así se va adquiriendo la fuerza de la tierra a través del
cute, de mis manos, en mis brazos, en mi espalda, en mi cuerpo. Posteriormente
me dijeron que las manos luego se vuelven de cuero bravo, pues se ponen duras,
ásperas, se les nota en las arrugas y la piel dura el trabajo, ¿no ve que están

34
trabajadas?, me contaba don Herman Piarpuzán. Una vuelta que se da
amansando para volver el cuero bravo. Juego de opuestos.

Uno de los tantos días de trabajo, después de haber terminado de cutiar las
plantas de ollocos, descansando y escuchando las conversaciones ya sobre el
final de la jornada, comentaba don Miguel de un hombre que se enguacó
cultivando ollocos. Cuenta la historia que el hombre compró papa para sembrar en
gran cantidad y se le quedó; es decir que no creció. Luego compró más papa y
maíz, pero nada le crió. Compró vuelta y no crió, hasta que gastó sus últimos
ahorros en ollocos. Los compró baratos, pues eran para semilla, a dólar o dos
dólares sería5. Compró y sembró 100 bultos de ollocos. Se le crió todo y cuando
los fue a vender, el bulto estaba en 50 dólares. Dicen que fue tal la fortuna del
hombre que vendió en mulas (camiones) hasta el Perú. Luego de eso se compró
su buen camión, buena tierra, su casa y ahí se quedó no más, no sembró más.
Este hombre no sembró más pues, según don Miguel, Dios ya lo había bendecido
y por ello, para evitar desgracia, se dedicó solo a su finca. Historia parecida a las
que suelen contar sobre guacas, pues llegan de repente, generan gran fortuna, y
con ello una responsabilidad. Si la fortuna se trata con ambición, la fortuna misma
trae desgracia, pero si se trata con humildad, la desgracia no llega, o no llega con
rapidez. Los ollocos se convierten en una suerte de guaca, en la medida que traen
fortuna, un cultivo que resulta siendo una lotería. En Chiles, un señor llamado
Jaime Villarreal me contaba sobre el cultivo de papas. Allí siembran la papa del
Ecuador, la cual llaman única. Esta papa es sembrada porque es muy fuerte y
rendidora, sin embargo él me decía que la papa da y quita, da y quita. Vuelta si no
sale ya ahí uno perdió, no ve que la papa da y quita, da y quita, entonces toca
vuelta sembrar y vuelta esperar.

5
El dólar es la moneda oficial de Ecuador, referente además para la gente del lado colombiano, pues si el
pago es con dólares es mejor.

35
a. Cutiar, putiar, culiar

Aflojando y dando vuelta; floriando los ollocos. Floriar es regar, es esparcir, es


sacar y regar por el campo. La tierra se florea, así como las papas, el maíz y los
ollocos.

Me encontraba aflojando y floriando ollocos cuando empezaron a molestarme.


Velo, ahí está putiando. Luego de esto, risas; alguien más repite esta frase y de
nuevo más risas. Enseguida dijeron ¿putiando o culiando? Carcajadas, putiando
dirá. Estas frases aparentemente descontextualizadas me dejaron pensando.
Recordé que hay una adivinanza que suelen contar allá, la cual dice la mama bien
sentada y la hija culee y culee. El metate es la respuesta. La piedra mama siempre
está quieta, pues es en ésta en donde muelen, mientras que la piedra que está
arriba –y de menor tamaño- es la que se mueve, es la que culea para transformar
en una masa lo que se está moliendo. El cute vendría a hacer un movimiento
parecido, está revolviendo la tierra. A la hora de la siembra está fecundando, está
permitiendo al humano penetrar la tierra para fertilizarla, para hacerla crecer.
Culiando; fecundando. Al cosechar se encarga de ayudar a parir la tierra, a sacar
lo que meses atrás ayudó a fecundar. ¿Putiar podría ser voltiar? Si es así, culiar al
sembrar y putiar al cosechar.

Estas palabras generalmente brotan en momentos de humor y molestia, y hacen


referencia al movimiento que en la palabra puede implicar. Culee y culee es
utilizada para el movimiento que se hace adelante y atrás. Putiar es más difícil de
rastrear dentro de una conversación, pues no he visto usarla dentro del lenguaje
cotidiano que se maneja dentro de las casas. Por ello, lo mencionado
anteriormente puede tener una relación de fecundidad y nacimiento de la tierra,
pero puede no tenerla, pues podría obedecer simplemente a frases y palabras de
las cuales se echa mano para molestar. ¿Qué será?

b. El futuro es incierto pero verdadero

El futuro es un tema que se hizo presente de una forma o de otra a lo largo de las
jornadas de trabajo. Parece saberse sin tener certeza de saber. Como

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mencionaba anteriormente, sabían cuándo iba a llegar una lluvia y cuándo se iba a
ir. Por ello siempre anticipaban movimiento. Antes de empezar a llover, ya estaban
tapando los ollocos y diciendo camine, camine, no se vaya a mojar. Así mismo,
cuando va a dejar de llover dicen uu ya falta un páramo no más. Se empiezan a
preparar para el trabajo y cuando se van a poner a trabajar, en efecto escampa.

Además del clima, las premoniciones sobre la muerte se hacen presentes, pues si
aparece un mosquerío se sabe que alguien va a morir.

También saben cuándo se puede cosechar; miran la mata, ven el color. Cuando
está amarilla es buen momento de recoger, sin embargo hay un momento propicio
para acopiar dentro de esa temporalidad en la cual la planta tiene coloración
amarilla. La miran, ha de estar en unos dos días. Aunque en ese momento la
planta ya estuviese amarilla faltan dos días. Dos días después se está
cosechando, si no se amañan. El concepto de amañar puede implicar algo bueno
o algo malo, dependiendo de la situación. Una persona que se amaña demasiado
en la cama puede estar enferma, enduendada (con el duende de la pereza), o
simplemente perezosa (cosa que es muy rara allá). Por otro lado, amañar, puede
ser utilizado cuando alguien se enseña en algún sitio, aprende a vivir en éste y se
acostumbra. La gente también se amaña o queda enseñando. Enseñando es
cuando un grupo familiar o una persona se acostumbra a algo, por ello cuando yo
partía de esas tierras me decían uu y nosotros nos quedamos aquí solitos, ya se
va y nos deja enseñando no más, nos deja enseñando y se va.

Retomando la idea de futuro, éste se sabe sin saberlo, como algo que se vivió y
que poco se recuerda, como algo que pasó y que al hacerlo se está recordando.
Sembrar y cosechar es recordar que se debe hacer, es traer lo que se hizo para
hacer. Es traer esa tierra que está enterrada, esperando a salir, esperando el
retorno, pues se quedó abajo en una cosecha anterior. Pasa a ser el presente,
deja de ser pasado, aunque ese pasado era un cultivo del futuro, pues era lo que
vendría posteriormente; sería la tierra que en un nuevo cultivo saldría para
resguardar la semilla.

37
c. Los infieles

Los infieles se enterraron al saber que los españoles venían y esperan salir
cuando ellos se vayan. El problema es que los españoles se quedaron, por eso
mismo ellos también se quedaron allí. Se enterraron con todas sus pertenencias,
vasijas, comida, riquezas. Quedaron enterrados en otro tiempo; su época es la de
los de más antes. Hay gente que dice que ya murieron ahogados, enterrados en la
tierra, pues se demoraron mucho en salir, por ello a veces saben salir sus restos.
Otros dicen que siguen enterrados esperando a salir.

Son infieles porque no conocieron el bautizo; indios que vienen de una


temporalidad diferente, a la cual suelen referirse como una época más llevadera;
un tiempo más duro pero mejor. Un tiempo al que se evoca también con los
mayores de antes o los de más antes. Una época que se cuenta, recurrente en los
relatos de los mayores, que poco o nada se vivió. Un más antes que aunque no
maneja una temporalidad estrictamente definida es un tiempo lejano, lejo lejo. Un
tiempo que maneja una gama amplia, pues allí en esa época trabajó don Marcos,
pero con las mismas palabras (más antes) relatan que vivieron los infieles.
Temporalidad de algo que fue diferente; en gran medida mejor pero así mismo
más duro.

38
Los infieles eran Indios que no conocieron la cruz, aucas que saben llamar según
don Arquimedes. Gente que viene cargada del monte, indios indómitos, que
guardan misterios del monte y de la vida, que cultivaron y cosecharon papas de
otros tiempos; papas de todos los tiempos: curipamba, guata ojona, pamba negra,
chauchas mambera, ratona, botella, guanteña; papas que ahora es raro ver, pero
que sin embargo hay lugares como Cumbal y veredas como el Chaquilulo, en
donde todavía saben sembrarse de todos los tiempos.

Jurgando la tierra suelen aparecer infieles. Un día empezamos a hablar con Doña
Esperanza sobre estos, dando vuelta a la tierra para recoger ollocos. Contó que
en la parte de atrás de la casa de los papases supo salir ollas y esas cosas.
Cuando estaban picando la tierra al darle botes para poderla sembrar, salieron.
Según Doña Esperanza, son ellos (los infieles) los que deciden qué entregan; si
les da por entregar un mísero plato de esos negro o un plato pintadito bien bonito.
Por ello hay veces que saben salir platos míseros, pues no quieren entregar lo que
más les gusta, lo que más valoran.

Si los infieles deciden qué entregan, debe ser porque hay unos que todavía no han
muerto; siguen esperando el retorno de ellos, pasar al ahora, salir de ese tiempo
de más antes. Volver a un tiempo mejor. ¿El bienestar que retorna de la mano de
los infieles, tal vez?

Al sembrar o cosechar, la tierra da vuelcos; por ello sale parte de los infieles; saca
lo que está adentro, saca lo de más antes y lo pone arriba, enterrando lo que está
presente. Por ello, cuando se va a preparar la tierra para cultivar hay que darle
vuelta a la yerba, para que el pasto que está arriba pase a alimentar lo que está
guardado abajo, lo que está más antes, y lo de adentro pueda salir para hacerse
presente en el ahora. Puede así entonces, en esa mezcla de tierra revuelta, crecer
la siembra que va salir del más antes al ahora.

Entender el tiempo de los infieles, o los de más antes, permite así mismo entender
los procesos de la tierra, pues la gente cuenta que más antes la tierra era buena,
que no era delgadita como ahora, una tierra con mucha fuerza, gruesa, con la

39
capacidad de hacer crecer bien. Ahora vuelta no se sabe, así como puede salir
buenita puede que no. El retorno de un tiempo mejor podría ser así mismo el
retorno de una tierra mejor, pues la vida misma en el sur de Nariño se mueve a
ritmo de la tierra. El diario vivir está marcado por el trabajo con la tierra, como lo
argumenta Valentina Arango6. De la mañana a la tarde, el trabajo con la tierra es
el que hace que el día transcurra, es el que le da un ritmo y un sentido. Da fuerza,
da vida, da el cansancio necesario para comer todo lo que hay que comer y dormir
lo que se necesita.

Así mismo, cuentan que los infieles sabían trabajar muy bien la tierra.
Contemplaban las formas de tratarla de tal manera que su rendimiento siempre
fuera bueno. Rotaban los cultivos, no sembraban de más y la dejaban descansar.
Don Arquimedes dice que fueron los indios los que enseñaron a los blancos a
trabajar la tierra, porque estos no sabían cómo hacerlo. Esos indios de más antes
tenían en sus saberes el trabajo con la tierra, en cambio, el blanco no le gustaba
tocarla. Se le empollaban las manos al blanco, pues es flojo para trabajarla. Por
ello, cuenta don Arquimedes que los indios saben todo lo que implica tratar la
tierra, desde el cultivo hasta la cosecha. Las manos del indio no se empollan, son
fuertes, están acostumbradas al contacto con la misma, con la fuerza de la
naturaleza, con el monte; en cambio, el blanco requiere de guantes, una
protección para tratar la fuerza del monte. Esta protección evita que el trabajo y la
fuerza contenida en la tierra, de vuelta a las manos.

6
Arango, Valentina. Caminaré al Vaivén del Tiempo: Reflexiones Sobre el Tiempo en Aldana. Tesis
de pregrado. Bogotá 2011

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d. Arriba la flor morada y abajo la pendejada ¿Qué será?... Pus la papa

El proceso de cultivo y siembra de la papa es largo y por ello hay que estar
pendiente de este. Implica estar dando vuelta, botes, vuelcos. El cute es el
instrumento principal en este proceso, pues es con él que se cosecha, que se da
vuelta. Cutea para hacer parir la papa que se ha gestado de la tierra. Su
importancia no se puede menospreciar, pues el cute facilita cosechar sin dañar o
tocando poco las semillas.

La papa tiene dos formas de ser sembrada: en melga y enguacho. Cada una tiene
particularidades que obedecen principalmente al tipo de papa que se siembre;
aunque puede depender en algunas ocasiones del terreno.

Para explicar el tipo de siembra, es preciso aclarar qué significa melga, así como
es pertinente explicar qué y cómo es un sembradío en guacho, pues
comprendiendo estos conceptos será clara la diferencia entre los tipos de cultivos.

La melga son hileras que se hacen apilando la tierra, de tal forma que quedan
como pequeñas montañitas en fila. De lejos, la tierra parece peinada, organizada
en líneas. En otras partes a esto suele denominársele como surco.
41
Hacer una melga implica picar la tierra. Picar la tierra es soltarla, aflojarla, para ello
se utiliza el palancón, con el cual se empieza a dar vuelcos a la tierra. Hay que
poner la yerba boca abajo, así se evita que vuelva a prender. Este proceso deja
suelta la tierra, lo que posibilita maniobrarla de manera más cómoda y con menor
esfuerzo. Una fuerza al picar para luego poder sembrar con suavidad. Luego de
haber picado la tierra, con el palancón se van haciendo las hileras de tierra.

Ilustración 8 Melga o cultivo con ojo de agua

Las melgas son utilizadas para varios de los cultivos –maíz, lechuga, repollo,
entre otros-, incluyendo la papa; sin embargo, cuando se siembra esta última, es
sembrada en melga solo si es chaucha7. La forma de sembrar la papa en melga
es poniendo la semilla al lado de la montaña que se ha hecho. Esta papa se
siembra así pues no necesita mucha tierra para coger fuerza. A bota es la
distancia que se utiliza para poner una semilla de la otra; se ponen entre tres y
cuatro papas, luego se mide con la bota (pantanera) y a esa distancia se ponen
otras papas o semillas. Al terminar de posar la semilla se procede a poner el
abono, el cual se ubica al lado de la papa, no encima pues quema toda la semilla.
Posteriormente se va echando la tierra que estaba en surco o en melga encima de
la semilla. Se termina de tapar y así se deja el cultivo. A los 15 o 20 días hay que
voltiar la yerba para que no quite fuerza a la papa y así pueda crecer. La forma de
dar vuelta es raspando con el palancón toda la yerba, desprendiéndola. Luego, la
tierra que está en la parte más alta de la melga, se vuelca para tapar la yerba.

7
La papa chaucha es la que se conoce en el interior como papa criolla, y se reconoce por su
coloración amarilla.

42
Gonzalito, hijo de don Gonzalo –hermano de Doña Tulia- me decía que a eso se le
llama retape. La tierra de arriba que tapa la yerba desprendida se floria o se
esparce. Para floriar, hay que hacerlo de manera rápida, pues vuelta lento no
floría. La tierra que se recoge con el palancón y es esparcida de manera rápida,
forma parte de una acción en la cual la mente no es la que piensa, pues es el
cuerpo el que va aprendiendo, va pensando por medio de los movimientos.
Sintiendo la tierra y la fuerza que ello implica. Se piensa haciendo. Si uno se
detiene a pensar como floriar, la acción se hace lenta, por ello hay que mover el
cuerpo, para que este sea el que aprenda y no solo la mente. El movimiento
rápido permite esparcir de mejor manera que lento, pues de manera lenta no se
distribuye la tierra de una forma ecuánime, ya que queda en montones. De ello me
di cuenta al intentar floriar. Me ponía a pensar cómo podía regar la tierra, intentaba
pensar qué movimiento era mejor y por ello la acción no me salía como esperaba.
Vaya haciendo, vaya haciendo que eso va saliendo, me decía Gonzalito al ver la
forma lenta con la cual realizaba la acción. Igual que al retapar, fui haciendo los
movimientos y el cuerpo mismo fue aprendiendo, luego de unos cuantos
movimientos el cuerpo ya acostumbrado floriaba de manera rápida. Los músculos
pensaban el movimiento, sentían y contemplaban a la herramienta. La tierra baila
dependiendo de cómo uno la guie. Se mueve al son del retape, al compás de la
herramienta, al vaivén del cuerpo.

Luego de ese proceso se deja un mes y vuelta se retapa, así la papa puede crecer
con la suficiente fuerza. Este proceso es la forma en la que se siembra en forma
de melga. A manera de hileras que crían el alimento. Fuerza que se enfoca. Monte
amansado para producir.

Ahora es pertinente hacer una descripción sobre la forma en la que una yunta de
bueyes trabaja, pues estos también realizan melgas para sembrar y su trabajo va
más allá de la simple realización de las melgas, ya que la fuerza de estos
animales es fundamental para tratar y trabajar la tierra.

La yunta de bueyes está compuesta por dos toros. Cada uno de estos tiene un
nombre. Moreno, negro, español, son nombres que suelen ponerse al toro negro.

43
Al toro pintado (blanco con negro) se le ponen nombres como brillante, castillo y
granizo.

8
Ilustración 9 Yunta de bueyes de don Herman Piarpuzán

Don Herman Piarpuzán es dueño de una yunta de bueyes. Pude hablar con él
gracias a Danilo (amigo y compañero de Antropología), quien lo abordó en uno de
los tantos caminos veredales que están tatuados alrededor de Aldana. Él y yo
fuimos a hablar con don Herman para que nos explicara todo el proceso de trabajo
con la yunta, así como las partes que la componen.

Estaba melgando en un terreno cerca al colegio de Aldana. Un terreno largo. Al


llegar estaba gritando ¡Brillante, Brillante, Brillante! Iba detrás de la yunta
agarrando el arado. En la otra mano tenía un palo largo, el cual luego sabríamos
que se llama perrero. Con él va arriando a los toros.

Don Herman nos empieza a explicar que para mantener una melga recta hay que
estar llamando a cada uno de los toros cuando éstos se están desviando del
camino. ¡Español, Español, Español!, si se va mucho para el otro lado empieza a
llamar al otro ¡Brillante, Brillante, Brillante! El toro negro era Español y estaba
ubicado a la izquierda, mientras que el que estaba al lado derecho, el pintado era
Brillante. Cuando se están desviando a la izquierda llama a Brillante para que sea
él el que traiga a Español y lo alinee con la melga. Así mismo, si la yunta se va
para la derecha don Herman llama a Español.
8
Foto tomada por Carlos Guillermo Páramo Bonilla

44
Ilustración 10 Brillante y Español

Lo acompañamos hasta que terminó la melga que le quedaba. Mientras eso, nos
explicó que la parte que uno va agarrando se llama mansera y forma parte del
arado. Luego de parar empezó con detalle a explicar cada una de las partes. El
yugo se ubica en la nuca de los toros. Cumple la labor de mantener unidos a estos
mientras trabajan. En el yugo están los platos, la coyunta y el barzón. Los platos
están situados a cada lado del yugo y se utilizan para poner sobre la nuca de los
toros, pues así se evita lastimar la nuca de éstos. La coyunta es una cuerda –a
veces de cuero- que amarra la cabeza de los toros para mantener firme el yugo y
en general la yunta. El barzón es la cuerda que va amarrada a la mitad del yugo y
es desde allí de donde parte el arado. El arado es la parte de la yunta que forma
las melgas. Esta parte entra en contacto con la tierra y al ser arrastrada por los
dos toros se van gestando los surcos; tiene algo que llaman reja o rejilla, con una
forma similar a la de un cute de metal, y es la que profundiza el trabajo con el
arado, el cual se encarga de darle botes a la tierra, abriéndola de buena manera.
La clavija es un clavo que va pegado en la parte superior del arado. Su función es
mantener el barzón. El palo largo que conforma el arado y que empata además
con la cabeza de éste se llama timón. La tilera mantiene pegada al timón de la
cabeza del arado. Algo sobre lo cual hacía hincapié don Herman en una
conversación que sostuve con él posteriormente, es que la tilera tiene que tener
un buen ángulo. Un ángulo cerrado, como un cute. Pues así se puede enterrar
bien y formar de manera correcta las melgas. La mancera es la parte de la cabeza

45
del arado que se coge para llevar o dirigir a la yunta. Desde allí se da dirección. Se
amansa con los bueyes la tierra. Para llevar la mancera hay que tener fuerza,
pues hay que controlar la yunta desde allí. Don Herman recalcaba mucho eso. La
fuerza de uno se desarrolla por medio de la mancera, llevándola con fuerza. Los
brazos se ponen fuertes, se tensan y al final de la jornada están exhaustos.

Ilustración 11 Dibujo de Yunta. El dibujo que está a la izquierda fue hecho por mí en el diario de campo. Los que están
en la parte superior y en la parte derecha fueron hechos por don Herman Piarpuzán.

En esta ilustración que realicé en el diario de campo, al mostrarla a don Herman


me decía que ese arado estaba muy abierto, por ello comenzó a dibujar una y otra
vez un arado que tuviera el ángulo ideal.

Expuesta entonces la composición de la yunta pasaré a explicar las dinámicas del


trabajo con ésta, así como lo que implica manejarla.

Remitiéndonos a lo comentado anteriormente, los toros 9 van arriados desde atrás,


van de atrás hacia adelante formando las melgas con el arado. Cuando hay que
dar vuelta al arado para que se enrumbe en dirección contraria, hay que llamar al
opuesto. Si se va a voltear hacia la izquierda, se llama a Brillante para que sea
éste el que dé la vuelta y con ello empuje a Español. Siempre las direcciones son
invertidas, se le habla a uno para que éste de vuelta al otro y den vuelta. Tal vez
una forma de dar vuelta con un par; como el cute al trabajar la tierra. El cute sale
del monte y trabaja al monte, le da vuelta. Sale de la misma fuerza de la tierra y
por ello al contener la fuerza de ésta le puede dar vuelta, la puede amansar. Es
9
Los llamo toros porque así los definen. En conjunto son Yunta de bueyes, pero cada uno es toro.

46
así como un toro voltea al otro; aunque uno los dirija, siempre es uno de los toros
el que está enrumbando al otro para mantener recta una melga o para voltear
hacia la dirección opuesta.

10
Ilustración 12 La yunta de bueyes dando una vuelta

El trabajo con la yunta, como el trabajo con la tierra, requiere de fuerza y


dedicación. Don Herman nos contaba a Danilo y a mí la forma en la que él
aprendió a trabajar con ésta. Cuenta que cuando era pequeño empezó a
manejarla, pero por la fuerza misma que tenían los toros él era arrastrado. La
yunta se lo llevaba. La fuerza de éstos lo dominaba. Su padre, en vez de ayudarle
a tenerla le pegaba como arriando, pues así iba a coger fuerza y a enseñarse a
trabajar la yunta. Ese trabajo implica tener fortaleza y bravura, pero también ser
manso, pues enseñarse es amansarse; implica ser juicioso y dedicado al trabajo
con la tierra.

10
Foto tomada por Carlos Guillermo Páramo Bonilla

47
11
Ilustración 13 Yunta de bueyes haciendo una melga

A punta de golpes y esfuerzo don Herman se enseñó a trabajar con la yunta. Sus
brazos se pusieron grandes y fuertes, sus manos magnas, amplias. Si uno
observa las manos de él se da cuenta que por ellas ha pasado el trabajo con la
tierra. Son manos fuertes para amansar; para dirigir. Las piernas también se
fortalecen, pues cuenta don Herman que después de todo un día de trabajo se
resienten. Cogen resistencia. El cuerpo se enseña con el cansancio, así como la
yunta, pues según él la forma de amansar a los toros es cansándolos. Cuando se
cansan de tirar para otros lados no les queda más remedio que tirar en la dirección
que les corresponde.

El cansancio deja aprender y, si lo pensamos, es parte del trabajo, de la jornada,


del diario. El cansancio parece ser el que interioriza todo lo vivido durante el día.
La comida repone ese esfuerzo. Vuelta lo recupera a uno. Las vueltas que da la
vida, las vueltas que da la vida, tome su vuelta.

Hacer melgas es un trabajo repetitivo, de vueltas, de ir y venir una y otra vez, sea
con la yunta o con un palancón. La repetición apremia con el aprendizaje. El
trabajo es una y a la vez muchas vueltas. Una vuelta en el día, muchas vueltas en
la acción del trabajo. El cansancio viene vuelta, pero el trabajo vuelta quita el dolor
de los músculos cansados. Toda persona con la que hablo sobre el dolor del
cuerpo generada por el trabajo me dice que para quitar ese dolor vuelta hay que
trabajar.

11
Foto tomada por Danilo Palacios.

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Así, el cansancio viene siendo el premio del día trabajado. Pues es éste el que
permite ingerir grandes cantidades de alimento. De esto me di cuenta luego de
trabajar una temporada allá. El cansancio era tal que el hambre que sentía hacía
que comiera lo que nunca imaginé. Llegué a comer diez papas en el almuerzo,
además de ollocos, arroz, plátano, hornado, sopa y chicha.

La fuerza viene de la cantidad que se trabaje y del volumen de comida que se


ingiera, por ello el que come poco es anémico, delgado, flaco o enfermo. El que
come bien y en grandes cantidades es grueso, probablemente de sangre pesada.
Esto lo veremos más adelante.

Con todo ese cansancio criado, la persona se pone fuerte, aprende a ser brava
para trabajar. Fuerte como un toro, nos decía don Herman en compañía de otro
señor. Comentaba que para trabajar la tierra hay que ser fuerte, bravo. Implica
tener esa fuerza brava que tienen los toros, una fuerza de monte pero trabajada,
es decir, enfocada, bien llevada para hacerla productiva. Con esa fuerza viene el
crecimiento de la tierra, pues dicen que es bueno trabajar con la yunta y así la
fuerza de los toros hace crecer y prosperar la tierra. El vaho del toro, la respiración
de esa fuerza brava es la que da fuerza a la tierra para crecer; fuerzas
compartidas. El toro y la tierra resultan compartiendo esa misma energía, una
fuerza proveniente del monte, de lo salvaje.

La fuerza del monte hace crecer lo manso, por ello hay que ser bravo para trabajar
la tierra, pues no todo el mundo se le mide a trabajar en el campo, comentaba
doña Tulia. Todos los hijos de ella intentaron trabajar la tierra, pero solo doña
Esperanza se quedó en el campo. Los otros hijos sabían llorar. No se enseñaron y
por ello se fueron a vivir a Ipiales.

Luego de este esbozo sobre el trabajo con la tierra y la siembra en melga, es


pertinente describir y analizar lo que implica sembrar en guacho, pues es de esta
manera como en general es sembrada la papa; cultivo que además es de suma
importancia en la región.

49
e. Guacho guachando pero nunca sembrando ¿qué será? El tejado ha de
ser12

El guacho, una forma de tratar la tierra, de penetrarla y de voltiarla, en la cual se


siembra la papa. Este ejercicio se realiza con el palancón. Anteriormente era el
cute pala el que guachaba y más antes era el cute con paleta de vaca, tal vez
utilizado por infieles, gentes de otros tiempos, gente de tierra gruesa, con mayor
fuerza, con más vida. Un cute que contiene toda la fuerza del monte para amansar
la tierra. Toro y monte hecho cute. Hechos vuelta para dar vuelta.

La adivinanza que se utiliza como título, ejemplifica muy bien lo que es un guacho,
pues la figura se asemeja mucho a la del tejado. Son montañitas puestas en
hileras, que de lejos parecerían melgas y que; sin embargo, no lo son. Como
explico en el primer capítulo, guachar es sacar un adobe de tierra y darle vuelta.
Esto se hace sin haber picado la misma: simplemente se clava el palancón lo más
profundo que se pueda; si no sale un buen bloque, se repite la acción hasta sacar
un buen cúmulo de tierra. Luego se le da vuelta. Se repite esta acción al lado
derecho. Así, se van consolidando las hileras. Luego de terminar por un lado, se
cambia y se empiezan a sacar adobes por el lado opuesto al que ya se hizo. De
esta manera va quedando una cama, el bloque de cada lado queda junto y en el
centro se pone a reposar la papa. Después se echa tierra encima de la papa y del
guacho, no mucha. Arropada, la papa queda lista para criar. A los quince días hay
que retapar, al igual que en la melga. Se da fuerza a la papa, se alimenta por
medio de la tierra que se da vuelta.

12
Adivinanza común en Aldana y sus veredas

50
13
Ilustración 14 Guachos

De esta forma se hacen los guachos, como el tejado de una casa a dos aguas.
Lado y lado para complementar. Allí se resguarda la papa, descansa para criar
bien, con fuerza. Casa para la papa, tejado de tierra, vuelta que protege.

Los guachos se diferencian de las melgas precisamente por la forma de tratar la


tierra. Mientras que en una se pica, en la otra se hacen las hileras voltiando
directamente la tierra. Por los grandes adobes de tierra, los guachos suelen ser
mucho más grandes que las melgas. Así mismo, al momento de cosechar la papa
en guacho, es mucho más dispendioso. Eso sí es trabajo; no ve que es más
difícil. Eso sí cansa hartísimo, comentaba una de las mujeres que estaba
trabajando conmigo cosechando ollocos. A los pocos días comprobé la dificultad
de cosechar papas. Fui a ayudar a don Gonzalo, el cual tenía sembradas unas
papas morasurco.

Cute en mano y costal al lado se para uno al lado del guacho. Allí se le quita
grosor raspándole la parte baja. Cuando se ha devastado buena parte, se clava al
otro lado y se da vuelta a la planta. Para esta labor, comentaban que es mejor un
cute pesado, con la cabeza bien curca y nariz grande. Los que son poco

13
Foto tomada por Danilo Palacios

51
rendidores saben ser chatos; en cambio, los rendidores saben ser bien curcos,
anchos y al final picudos. Son más pesados pero entran solitos a la tierra.

Ilustración 15 Dibujo de un cute bueno para cosechar papas (Dibujo del diario de campo Enero de 2012)

Cuando se da vuelta a la planta, se florean las papas con la cabeza del cute.
Luego se recogen y, según la papa, se echa en un costal o en otro. La papa
delgadita se pone en un costal, mientras que la gruesa se pone en otro, porque va
a ser vendida.

Me comentaban que cuando uno sólo está dando vuelta al guacho, a eso se le
denomina bloqueo. Por otro lado, el que solo recoge papa se llama recabador.
Cosechar es el acto completo, cutiar y recoger. Desarrollar la actividad conjunta
(cosechar) es un trabajo fuerte, pues aparte de realizar un gran esfuerzo por dar
vuelta al guacho hay que estarse agachando para recoger el fruto. Una y otra vez,
la espalda y los brazos se van agotando. Vuelta voltiar, vuelta agacharse, vuelta
recoger; vuelta sembrar, vuelta retapar, vuelta cosechar, vuelta voltía el año para
empezar.

Fue así y no de otra manera que comprendí las dinámicas del trabajo, la relación
de la gente con la tierra, con la comida. La forma de pensar con el cuerpo, el acto
de sembrar y cosechar. Aprendí a comer con tierra en las manos. La comida se
impregnaba de esta. Ello forma parte del trabajo, pues como me dijeron, así dirá
cuando esté allá que así comen los indios allá. Ingiriendo tanto lo que da la tierra
como la misma. El retorno de la fuerza por medio del alimento; alimento que es en
sí la misma tierra. Una vuelta que trae vuelta la fuerza del monte. De esta manera,

52
con trabajo encima se ingieren grandes cantidades de papa, de fuerza. Siempre
con trabajo, con alimento y cansancio, con vueltas que da la vida.

53
Segunda vuelta:

A. Carnavales

El carnaval en Pasto maneja unos ritmos y dinámicas diferentes a las


acostumbradas en el interior colombiano. Salir a la calle es estar dispuesto a
entrar en contacto con lo desconocido, intimar, jugar, reír, sonreír y por supuesto,
ensuciarse. La carioca vuela de lado a lado. Pasa zumbando. Cada calle escucha
su sonido. Cada calle saborea su espuma. El piso recibe una y otra vez esta
espuma que sale a presión con la intención de vuelta ensuciar. La espuma o
Carioca, viene contenida en pequeños cilindros que en la parte de arriba tienen un
compresor que, al ser presionado, la dispara. Un chorro de espuma que quema la
piel y la reseca, pues una y otra vez la toca.

La salida a la calle en carnavales inicia con algo de carioca y polvos, estos son
harina blanca que vuelta ensucia. Los venden en las esquinas de las calles. Su
valor es de 500 pesos. Estos polvos suelen echarlos cuando alguien está
desprevenido. La gente que es más apetecida para ser ensuciada es aquella que
está limpia o tiene el pelo largo. Se preparan, esperan y, cuando alguien pasa, de
sorpresa el polvo cae sobre sus cabezas. Vuelta echan polvo. Vuelta a alguien
ensucian, vuelta uno se ensucia.

Inicia el primer polvo del día con la salida de la casa. Era extraño para mí tener un
contacto tan cercano con aquellas personas que desconocía. El mal genio y la
molestia hay que dejarlas a un lado, pues si se sale es precisamente para jugar a
romper reglas, jugar a seguir otras reglas, jugar a carnaval.

Llegué a Pasto gracias a la amabilidad de Danilo Palacios, quien fue el que me


recibió en su casa. El día cuatro de enero salimos a ver los desfiles.
Caminábamos y la carioca pasaba de lado a lado. Un chorro de carioca me cayó
en el oído y el pelo. A Danilo -el cual también tiene el pelo largo- también lo
llenaron de espuma. Yo me limpié, él por el contrario, simplemente siguió

54
caminando. Parecía no prestar mayor atención al carnaval de espuma que caía
sobre su pelo y cuerpo. Yo vuelta me limpiaba. Vuelta me ensuciaban. Vuelta me
limpiaba, hasta comprender que el que está limpio es el que hay que dejar limpito
de lo sucio, como dicen en Aldana. Hay que taparlo en polvo y carioca.

Seguimos caminando por las calles; el juego sigue, la gente ríe y juega con los
juguetes del carnaval (polvo y carioca). La música proviene de varios lados, por
ello, si no se está cerca de algún lugar, lo único que se escuchan son ruidos
melódicos. La venta se mueve como la carioca. Gente vendiendo polvos, carioca,
gafas, comida y muchas cosas más. Danilo me sugirió comprar gafas, pues era
probable terminar con polvo en los ojos si no se tenían. Las compramos y
seguimos el camino hasta la que llaman plaza del carnaval. Allí dimos una vuelta y
volvimos a bajar para encontrarnos con los amigos de Danilo, pues el cuatro de
enero generalmente se bebe fuerte.

Compramos sobre la Avenida de Los Estudiantes aguardiente Nariño. Las calles


estaban cubiertas de polvo. Nos ubicamos cerca de un sitio que tenía una carpa,
bafles grandes y gente bailando. Iniciamos a tomar y cuando menos me di cuenta,
la botella se había terminado. Compramos otra. Vuelta se acabó. Compramos y
compramos trago. Bebimos una y otra vez mientras la tarde avanzaba. El frío poco
a poco impregnaba los cuerpos. La chuma ayudaba a mitigar el fuerte frío que se
hacía dueño de la noche. El baile, el trago, el polvo y la carioca seguían dando
vueltas. Alrededor de las seis de la tarde todo el mundo estaba chumado y
totalmente sucio. A esa hora yo no respondía bien, estaba muy borracho. Me fui a
comer algo y al regresar no había nadie. Me perdí del grupo. Di vueltas por la
calle. Después mis recuerdos son vagos, al tomar consciencia estaba sentado con
un grupo de gente y a cada lado estaba sentada una mujer; me estaban
molestando, yo no entendía muy bien esas bromas. Danilo no estaba, empecé a
preguntar por él pero nadie me daba razón. Lo llamaba al celular y no respondía.
A eso de las once de la noche apareció caminando como si nada. Miraba de lado
a lado. Nos vio, sonrió y se unió al grupo. Llegó y tampoco sabía lo que había
pasado, no recordaba más allá de las seis de la tarde. Se había perdido casi cinco

55
horas y sin embargo, no tenía idea de lo que había hecho durante ese tiempo.
Todos reímos, la preocupación no fue algo que nos embargara, pues era parte de
estar en carnaval. Alteración del orden, del cotidiano, del cuerpo, del tiempo, de la
vida.

Al día siguiente, día de los negros, Danilo comentaba que casi nadie salía, pues
no les gusta que les echen cosméticos; pinturas que se echan en la cara. El color
que utilizan es negro, aunque pueden aparecer colores como el azul. Uno camina
por la calle y la gente pasa las manos llenas de cosmético sobre la cara de los
transeúntes. El tacto con el desconocido una vez más hace intimar sin conocer.
Ese día terminé con la cara llena de cosmético y con un poco de tragos en la
cabeza, pues como son carnavales, vuelta a tomar.

El día seis de enero, por ser el cierre de los carnavales, se toma mucho más. Ese
día pasaba gente en carros lanzando polvos. Se enfrentaban en grupos con polvo
y carioca. El piso parecía un arenal. Los chorros de carioca no cesaban. El desfile
de carrosas daba el toque final a un carnaval que se movía en cada calle, que
palpitaba en cada esquina.

Las carrosas sorprenden por su tamaño. Generalmente hacen alusión a los


espíritus que se conocen en Nariño. La vieja, los duendes y muchos otros
espantos cobran vida en las carrosas que desfilan por las calles pastusas. Por
supuesto, hay carrozas y comparsas que encarnan las figuras del indio andino, su
cosmogonía y sus figuras icónicas como “el sol de los pastos” están por todos
lados. Cuyes, espirales, diablos, brujas y demás culminan el adorno de un desfile
que evidentemente forma parte de ese sur andino. La gente se apila a ver las
carrozas. Buscan el mejor sitio para contemplar el desfile. Alrededor, los puestos
de comida pululan. Humo, comida, sol, carioca y polvos rodean la pasarela de
carrozas. Luego de la mañana y parte de la tarde recorriendo las calles, las
carrozas van a descansar. El alcohol parece duplicarse. Fiesta en la calle, trago y
baile al son de carnaval.

56
Empezó a llover y las calles se vuelven babosas, resbalosas por la cantidad de
polvo aposentada en el suelo. La gente patina una y otra vez. Los chumados se
resbalan. La gente ríe y sigue tomando. El frío vuelta se posa sobre la capital
nariñense. Un buen rato bailando y nos aburrimos de la fiesta. La gente empieza a
buscar otros sitios para seguir el carnaval. La plaza del carnaval es organizada
para un concierto. Nosotros emprendimos camino hacia allá. Richie Ray y Bobby
Cruz cerraban la noche de carnavales con un gran concierto salsero. Llegamos al
lugar del evento. Por supuesto el trago no nos podía faltar. Me llevaron a
comprarlo por ser bogotano, pues según ellos podría conseguir el trago más
barato si así lo pedía. Llegué, negociamos, le dije que me rebajara el trago, que
era la primera vez que vivía un carnaval. Después de negociar alrededor de cinco
minutos, el hombre cedió y pudimos comprar dos botellas de aguardiente Nariño.
Bebimos hasta que el trago nos dio vueltas, el mundo nos daba vueltas.
Mareados, salimos del concierto caminando por las calles de Pasto. El carnaval
agonizaba con la noche, los chumados llenan algunas de las esquinas de la
ciudad. El último suspiro de la noche se lleva un carnaval que una vez más se
gesta a ritmo de vueltas.

57
Segunda vuelta:

B. Vacío y peso. Opuestos que forman un mal aire

Llegaba a Aldana luego de disfrutar los carnavales de blancos y negros en Pasto.


Casi no puedo llegar. Los buses que salían de Pasto a Ipiales estaban llenos.
Logré tomar un bus a las cuatro de la tarde, este era pequeño, de color vino tinto.
Dormí un poco en el transcurso del trayecto. Desperté y ya estábamos llegando a
Ipiales. Eran casi las siete de la noche. Me preocupaba llegar y no poder coger
ningún carro hasta Aldana. Por fortuna, al llegar al terminal, había un taxi que salía
para Guachucal y, como la vía pasa por Aldana, el taxi podía llevarme. A las siete
y media de la noche estaba en la plaza de Aldana. El frío que caracteriza las
noches en este pueblo me generó el grato sentimiento de volver, de caminar no
más. Un frío diferente al de Bogotá. Tal vez más limpio, menos impregnado de
humo, ruido y afán. Cogí uno de los últimos carros que quedaban parqueados
sobre la plaza. Esperé casi media hora, pues tenía que esperar que se llenara.
Emprendimos camino, dimos una gran vuelta, fui el último en bajarme. Entré a la
tierra que hace tiempo atrás había trabajado con mis manos. Los perros salieron a
ladrar. Apenas me olieron identificaron quién era y fueron a saludarme
efusivamente. Linda (una de las perritas) brincaba una y otra vez sobre mí. Seguí
caminando y llegué al frente de la casa, todos salieron a recibirme en la puerta.
Me saludaron de forma grata. Luego fui y descargué la maleta. Inmediatamente
después pasé a la cocina, pues la merienda me estaba esperando. Comí, relaté
un poco el transcurso del viaje. Preguntaron por los carnavales en Pasto, les conté
y me dijeron que es lo mismo que en todo lado. Sin embargo, allá es mejor porque
van carrozas, de las grandísimas. Pero en todo lado se chuman, se echan
carioca, polvo, cosmético. Esos chiquillos echan carioca a los mayores y uno
cómo se va a poner bravo, pues lo que le dicen a uno es verdad, si no se quiere
ensuciar pus ¿Pa qué sale?, decía doña Tulia.

58
Terminé de merendar, Rosa llegó y le pidió a doña Esperanza que le soplara el
remedio, pues tenía mal aire y no había podido dormir absolutamente nada la
noche anterior. Doña Esperanza se levantó, buscó el remedio y se preparó para
hacer la curación. Ese remedio está compuesto por siete yerbas que compran en
Ipiales de las cuales varias son provenientes del Putumayo. Las ponen en un
frasco con chapil y allí se dejan. Doña Esperanza tomó el frasco, se paró cerca a
la puerta de la cocina y le dijo a Rosa que se parara enfrente. Allí le sopló el
remedio mientras ella daba una vuelta sobre sí misma. Antes de esto, doña
Esperanza le dijo a Rosa córrase más para allá porque de pronto se les pasa a
ellos, no ve que se puede salir y meterse en otro. También me advirtió correrme
(hacia el fogón) para evitar que se me pasara el mal aire. Sin embargo, tenía
tantas ganas de ver que me quedé en el mismo puesto. Inició la curación. Doña
Esperanza escupía el remedio; éste salía atomizado, bañando gran parte del
cuerpo de Rosa. Apenas terminaba el trago que tenía en la boca, tomaba otro
poco y vuelta lo escupía. Mientras tanto Rosa daba vuelta. Al terminar esa vuelta
Rosa sentía alivio. Decía que se le había ido ese peso que sentía en la cabeza y
pecho.

Luego, fuimos todos a dormir. Estaba muy cansado, no había dormido bien en
carnavales. Tenía sueños atrasados y el viaje también me tenía un poco agotado.
Me recosté con todo el peso del sueño sobre mis ojos. Me mezclé con las cobijas
que en ese momento estaban frías. Me moví un poco intentando moldear las
cobijas a mi cuerpo. Me quedé quieto, en posición fetal, esperando ser recogido
por el sueño. Sin embargo, y a pesar de mi cansancio, el sueño no llegaba. De un
momento a otro sentí una presión en el pecho que se combinaba con un vacío. No
era insoportable, no obstante era una sensación fea y extraña. Ajena para mí,
nunca había sentido eso. Esto no impedía que tuviera mucho sueño, pero no
lograba encontrarlo. Desesperación y angustia. La cabeza se me puso densa.
Empecé a entender ese peso en la cabeza. Es extraño, nada parecido a lo que
antes había sentido. Por más que lo intenté, lo máximo que logré dormir fue
media hora, en la cual tuve dos pesadillas. Sentí miedo. Las sombras de la noche
recreaban figuras raras, cuerpos extraños. Pensaba que me miraban, que había

59
alguien parado enfrente. Daba vueltas en la cama una y otra vez sin encontrar la
posición ideal para descansar, sin encontrar el sueño que tanto buscaba. Las
horas pasaban. El reloj caminaba. El mundo giraba. Poco a poco sentía cómo el
día se encendía. Las aves comenzaron a cantar. Cantaban para anunciar la pronta
llegada del sol. No podía creer que pasara por primera vez una noche en vela.
Nunca antes había pasado por algo así. Jamás había tenido que contemplar la
noche entera postrado en la cama sin conciliar el sueño nocturno. Pensé que de
pronto era por ser la primera noche que estaba en Aldana; empero las pesadillas y
las malas sensaciones eran algo muy inusual. El mal aire era la única explicación
para tan extraña noche.

Me paré, fui a tomar el café y cuando me preguntaron ¿Sí durmió? Les comenté
lo que me había pasado. En seguida doña Esperanza me dijo que eso seguro era
mal aire. Yo le dije que también creía lo mismo, pero que era muy raro porque
nunca me había imaginado como sería tener eso. De lejos había pensado lo que
era sentir mal aire. No había logrado dimensionar el peso que genera ese mal.
Cuando me contaban una y otra vez sobre las enfermedades de monte,
simplemente asentaba la cabeza, pensaba en las explicaciones y ya. No
imaginaba lo que era encarnarlas. El vacío que se siente en el pecho es muy
extraño. Ocurre a punzones, punzones de vacío. Peso y vacío, sensaciones
paradójicas, pues se supone que en el vacío no hay peso. ¿El peso puede
contener vacío? ¿El vacío puede contener peso? Fue lo que sentí, una mezcla de
opuestos que me daban vuelta y a causa de esto no pude dormir.

Ese día íbamos a la iglesia de Las Lajas, por lo cual doña Esperanza estaba
dudando si soplarme o no el aguardiente, pues qué tal le agarre el sueño por allá.
Le pedí con un poco de desesperación que me soplara un poco de remedio. “No
todo” comenté; doña Esperanza concordó y se preparó. Me paré y comencé a dar
vuelta sobre mí mismo mientras me soplaban el remedio; sopló el aguardiente –o
remedio- al menos tres veces mientras yo daba la vuelta. La vuelta transforma,
cambia, vuelca. Cuando terminé, sentí un gran alivio en mi pecho. Apenas sí

60
sentía un pequeño malestar. Me sentía fresco, con la cabeza liviana. Ojalá no se
vaya a quedar dormido apuntó Doña Esperanza.

Nos arreglamos y salimos para la iglesia. En el camino me empezó a coger un


sueño muy fuerte, cabeceaba en el bus, tanto que a doña Esperanza le daba risa,
y al bajarnos me dijo ¿no le dije que eso le cogía el sueño? Todo el sueño que no
se había manifestado en la noche entraba pesado sobre mi cuerpo. Los ojos me
ardían del sueño que tenía.

La caminata en la iglesia fue agotadora para mí. A veces me sentía como zombi
caminando por los alrededores de la iglesia. Comimos el avío que habíamos
llevado. Me recosté en el pasto y doña Esperanza me dijo que no me fuera a
quedar dormido o si no me daba un mal aire peor. Me recomendó lanzar una
piedra al vacío, pues eso saben decir, que le descarga a uno las malas energías.
María Inés y su novio, Paola, el Fercho (sobrino de doña Esperanza), María del
Pilar y yo, lanzamos piedras al vacío.

Peso al aire, peso al vacío. Descarga de energía, de fuerza. Un vez más un juego
de opuestos que sirven como remedio. El vacío arrastra, el peso carga. La piedra
adquiere las energías negativas, el vacío se las lleva. ¿Se podría curar un mal aire
de esta forma? En todo caso estos opuestos ayudan a dar un cambio. Soltar, dejar
y seguir. Aprendizaje constante en esas tierras. Como el proceso de cura que fui
haciendo luego de terminar con mi pareja. Aprender, soltar y seguir. Permitir la
vuelta en uno, permitir el cambio, el giro. Aceptar lo que viene y lo que se va.
Comprender que la vida es, que esa espiral va construyendo el presente, en el
cual no se sabe bien lo que va a pasar, aunque se tengan fuertes indicios… ¿qué
será? Llegará lo que tenga que llegar y, así mismo, se irá lo que la espiral se
quiera llevar.

Como dijo doña Esperanza luego de haberle contado mi pena de amor, así es la
vida, se sufre pero se goza, se sufre pero se goza. Risas y lágrimas. Unas vienen
y otras se van. Como las enfermedades. El mal aire viene y vuelta se va. El
caminante viene y se va, el trabajador, la papa, el sol, la luna… caminará no más.

61
3. Fuerza brava, fuerza de monte, fuerza Auca

Cuando inicié el desarrollo de esta investigación no entendía muchas de las cosas


que allí (en Aldana) me mencionaban. La fuerza brava tan requerida en el trabajo,
me era mencionada de manera reiterada al preguntar sobre el trabajo con la tierra.
Solían decirme que para trabajar la tierra hay que ser fuerte, aprender a ser bravo.
Mientras trataba la tierra y hablaba con las personas, comentaban que no todo el
mundo podía vivir del trabajo con esta. No porque no hubiera trabajo, sino por la
poca fuerza que muchas personas tenían; fuerza que es fundamental. No se
enseñan, solían decirme. Para vivir de la siembra y cosecha hay que saberse
enseñar; criarse, pues el trabajo tiene que volverse la costumbre del cotidiano;
aprender a ver el trabajo como la vida misma.

Como podemos observar, han salido varias categorías (Fuerza, fuerza brava,
criar, enseñarse), las cuales en ese entonces no eran relevantes para mí. Sin
embargo, el proceso de entendimiento que me brindó el trabajo de campo fue
abriendo de a pocos la percepción que me permitió dimensionar la importancia de
este tipo de categorías. Es por ello que van a ser desarrolladas y entendidas con
el fin de comprender todo lo que implica el trabajo con la tierra y ver la
convergencia tanto del trabajo como de estas categorías con lo Auca.

Así mismo la chuma será explicada y desglosada con el fin de dar entendimiento
sobre la relación de lo Auca con la fuerza brava y el trabajo.

******************

Yo asumía la categoría fuerza como algo inherente y necesario para trabajar, pues
el desgaste físico que genera el trato constante con la tierra requería de fuerza. Si
nos remitimos un poco a lo que significa la fuerza, generalmente es asociada con
la capacidad de mover o transformar algo. Definida por la RAE (Real Academia
Española) como “1. f. Vigor, robustez y capacidad para mover algo o a alguien que

62
tenga peso o haga resistencia; como para levantar una piedra, tirar una barra,
etc.”. Como podemos ver la fuerza es relacionada siempre con capacidad de
movimiento. Una capacidad de empuje o soporte; no obstante, la fuerza de la que
me hablaban allá, aunque en parte es así (pues implica movimiento y empuje),
ésta tiene significados que van más allá. La fuerza que comentan en el sur de
Nariño tiene que ver con algo contenido en el interior, una energía interna, un
empuje que viene desde adentro y que luego se exterioriza. Esta fuerza es una
energía que contiene la misma naturaleza. Es resguardada por el monte y por la
tierra, pues es desde allí de donde sale el empuje. Para entender la fuerza en el
trabajo me parece preciso hacer alusión a experiencias precisas que involucran
tanto la fuerza como el trabajo.

Al iniciar mis primeros días de trabajo, solían decirme que generalmente eran los
hombres los que trabajaban la tierra pues eran más afines. Esa afinidad es
traducida en la capacidad de contener la fuerza para trabajar, para sembrar,
cosechar o mover bultos. Claro está que, también solían decirme que había
mujeres muy fuertes, iguales a un hombre, buenas para trabajar la tierra.

Esa fuerza para trabajar la tierra no surge de la nada, tampoco nace de repente,
pues para poder contenerla hay que criarla, hay que enseñarse a trabajarla, pues
es de ésta forma en la cual surge esa resistencia y esa fuerza para poderse
emplear en el trabajo continuo. Es un cultivo constante. Enseñarse viene entonces
a significar la manera de acostumbrarse a una forma de vida, la cual va a ser
llevada constantemente. Se asume y se reproduce en el cotidiano; día a día.
Enseñarse es también la manera de construirse, de crecer, como una planta que
se enseña a estar en un solo sitio, como una planta de ají que se enseña a
entregarle sus frutos sólo a una persona. Enseñarse es también una repetición,
una vuelta que implica siempre reproducir algo que se aprende. Así se aprende a
trabajar, enseñándose. Yo sí me enseñé a trabajar la tierra, yo sí me supo gustar,
aunque eso es duro me decía doña Esperanza mientras picábamos un terreno de
maíz para sembrar.

63
Como menciono anteriormente esa fuerza del trabajo hay que criarla, es decir,
sembrarla, cultivarla para que se desarrolle. Aunque criar implica sembrar, no
basta con ello, pues hay que alimentar lo que se siembra. Criar la fuerza es igual
que hacer que un cultivo de papa crie, pues además de sembrarla, hay que estar
prestando constante atención. En el cultivo de la papa, a los quince días de haber
sembrado hay que retapar, para que así coja fuerza la papa y pueda criar. Al mes
toca vuelta retapar. El trabajo constante cría esa fuerza. Constantemente el
trabajo permite que uno se enseñe, se acostumbre y vaya desarrollando de
manera progresiva esa fuerza. Fuerza que cría fuerza, como papa que cría papa.
Una semilla que produce lo mismo que se siembra.

Se cría fuerza para enseñarse a trabajar la tierra. Es un proceso que se va dando


paso a paso. En medio de ese proceso hay gente que desiste. Personas que no
se enseñan a trabajar la tierra. Si nos remitimos a lo dicho en el capítulo anterior,
respecto a lo que doña Tulia comentaba conversando en la cocina. Decía que
todos los hijos de doña Tulia a excepción de doña Esperanza no se enseñaron a
trabajar la tierra; que desde niños lo intentaron, sin embargo llegaban llorando, con
las manos empoyadas, diciéndole a doña Tulia mamita yo no quiero trabajar más.
Fue por esta razón que todos (exceptuando a doña Esperanza) se fueron para
Ipiales o para Bogotá, a emplearse en algo diferente.

También me decían que no todo el mundo sirve para trabajar la tierra. Al que es
débil o anémico le queda grande trabajarla. Le cuesta mucho trabajo, le duele
mucho el cuerpo, las manos se le empoyan constantemente, inclusive puede darle
mal aire.

Doña Yolanda Chamorro mencionaba sobre la gente de sangre liviana, que si está
trabajando y se sienta sobre un infiel se enferma. Una persona de sangre liviana
es asociada generalmente con la enfermedad. Es propensa a los males de monte;

64
enfermedades como el mal aire, la mal´ora, el mal producido por el chutún14 o
inclusive el mal de infiel –sobre el cual me detendré más adelante-.

Es así como parece verse asociada la sangre pesada y la sangre liviana con las
virtudes, fuerzas y enfermedades que produce el monte y la tierra con respecto al
trabajo. La sangre pesada es en sí una protección que está contenida en el
cuerpo. Las personas de sangre pesada no contraen tan fácilmente una
enfermedad de monte. Generalmente son personas mucho más fuertes y mejores
para trabajarla, pues no viven enfermándose. Las personas de sangre pesada
pueden coger una vasija de infiel sin ser afectados, mientras que una persona de
sangre liviana puede fácilmente enfermarse. De las tantas historias que nos contó
doña Yolanda a Danilo Palacios y a mí una tarde, cuenta que la mujer de un señor
que sacaba infieles, le recibió una vasija al marido mientras él terminaba de hacer
algo. Mientras ella tenía la olla, se le torcieron los dedos, le quedaron totalmente
dañados y ahora utiliza guantes para que no vean sus manos. Los dedos torcidos
saben llamarles también cutecitos, pues la forma en la que quedan es muy similar.
Teniendo en cuenta lo dicho anteriormente, los dedos que se torcieron fueron
voltiados, se dieron vuelta, o mejor, el infiel les dio vuelta. Una vuelta como la de
un cute, de forma curca, completa.

a. Las vueltas que da la vida, las vueltas que da la vida; tome su vuelta.

Una persona de sangre pesada no se deja llevar tan fácil por una enfermedad
como el sulimán15 de una huaca, pues la sangre pesada genera resistencia.

Esto nos da indicios de una fuerte relación entre la sangre de las personas y la
tierra. Esa sangre pesada podría tener la fuerza de la tierra, por ello las

Espíritu del monte que produce granos en la cara. Su forma –cuenta la gente- es similar a la de un cuy o un
14

perro, sin embargo es mucho más grande. Suele estar entre el monte que tiene frutos como la mora. Doña
Tulia cuenta haberlo visto una vez sobre un árbol que producía unos frutos que ella y sus hermanos solían
comer cuando estaban pequeños. Cuenta ella que por fortuna lo vio primero, pues si el Chutún la hubiese
visto primero a ella, la enferma.
15
Se podría decir que el Sulimán de una huaca es el espíritu de la misma o la fuerza de ésta, el cual ataca
cuando se saca la huaca. Aunque el Sulimán es un espíritu que requiere mayor detalle en su significado y
explicación, aquí nos quedaremos con esta breve definición, pues no es de suma importancia desarrollarlo
en este trabajo.

65
enfermedades que da la misma, no tienen ningún efecto en la persona de sangre
pesada, pues podrían reconocerse como iguales. La sangre liviana podría ser una
sangre ajena a la tierra, por ello ese tipo de males pueden dar.

Ahora, si esto es así ¿Habría alguna forma de volver la sangre pesada? Se podría
pensar que trabajando la tierra se cría fuerza; al criarla se enseña al cuerpo al
trabajo; a todo lo que ello implica. Esto conseguiría proveer una fuerza que podría
-o no- traducirse en la pesadez de la sangre, pues genera un cuerpo fuerte,
resistente. Un cuerpo que lleva trabajo encima es un cuerpo más fuerte y menos
propenso a las enfermedades. Un cuerpo más pesado. Aunque la gente no dice
como tal que el trabajo dé peso a la sangre, todo este tipo de cosas nos dan
indicios que permiten pensar que esto sea así.

Otro ejemplo en el cual el cuerpo adquiere la pesadez de la tierra y, por ende el


peso en la sangre, es andar con ruda o con marco. Estas plantas proporcionan
peso a la sangre; sobre todo a los bebés, pues suelen comentar que éstos tienen
la sangre liviana. Cuando se lleva a un niño al cementerio se arma una cruz y se le
pone en el pecho. Esta cruz es conformada por ruda o marco. Con ello, la sangre
adquiere peso y se evita que el bebé o el niño contraigan algún tipo de
enfermedad que puede dar en el camposanto.

Si se piensa, un bebé o un niño no han desarrollado fuerza por medio del trabajo.
Son seres que por su misma condición no han trabajado, están apenas
empezando a crecer. Ello nos indica de nuevo la posibilidad de pensar al trabajo
como la forma en la cual las personas adquieren peso en la sangre.

La relación entre sangre y tierra parece ser muy fuerte. La sangre pesada se
asocia a la fuerza que tienen la tierra y el monte, mientras que la sangre liviana
pareciera tener la ausencia de esto. Un ejemplo que muestra esta relación de
forma más directa es la que comenta María Inés Reina en su texto
“Manifestaciones de los Taitas Guacas en el Resguardo de Pastás” al decir que:
“Cuando alguien está en lugares desconocidos hay que tomar un poco de tierra y
llevársela a la boca, para así ser como la gente que vive en ese lugar y la

66
naturaleza lo reconozca. Eso lo aprendí desde pequeña. Cuando mi madre me
llevaba a lugares extraños para mí, me decía que tomara un poco de tierra y me la
comiera para que no me pegue el mal aire y no me enfermara”. Consumir tierra de
monte permite adquirir esa fuerza, ingerir y contener la fuerza que hace al monte.

Comer la tierra es igual que comer el alimento que sale de la primera cosecha
proveniente del guacho (cultivo, sembradío) que se está trabajando. Si
recordamos lo dicho en el capítulo anterior con respecto a la alimentación en el
trabajo, comento que al ingerir el alimento que se está cosechando permite ingerir
la fuerza de la tierra que se está trabajando. Finalmente el alimento es parte de la
tierra, por ello contiene la misma fuerza de esta.

Trabajar es una forma de comer, de ingerir fuerza, experiencia. Comer es


transformar, al igual que trabajar. Se genera una transformación que permite
aprovechar el alimento que ha parido la tierra… finalmente una vuelta, pues se
come por la mañana, pero vuelta hay que comer al medio día y vuelta por la noche
la merienda. Hay que trabajar temprano, comer algo y vuelta trabajar, almorzar y
vuelta trabajar; dormir y vuelta trabajar. Vuelta sembrar, vuelta cosechar y vuelta
otra vez sembrar; como el año. Doña Tulia menciona que el año acaba y vuelta
voltía para empezar. Una vuelta que transforma y suma, para adelante o para
atrás pero siempre suma. Cada año que voltía trabajando la tierra podría dar más
peso a la sangre del que trabaja.

Comer, comer tierra y trabajar suman fuerzas del monte para ser menos
contagiosa a las enfermedades de lugares que la misma gente denomina como
pesados.

La vuelta suma y sigue. Acrecienta con cada vuelta. Como una espiral que da una
vuelta y crece. Cada vuelta que da genera una espiral más grande. De la misma
manera, el trabajo suma fuerza cada vez que vuelta se trabaja. Se expande fuerza
y experiencia. Se enseña a trabajar creciendo siempre en espiral.

Como hemos podido ver, la fuerza que se requiere para trabajar proviene del
monte, de la tierra, de lo salvaje. La diferencia entre la fuerza que cada persona

67
emplea al trabajar y la fuerza que contiene la tierra y el monte, es el enfoque, pues
esta fuerza para trabajar se direcciona específicamente en algo. Es una fuerza
cutiada, amansada. Como la de una yunta de bueyes.

La yunta de bueyes está contenida por la fuerza salvaje o fuerza brava que
contienen los toros. Si nos remitimos al capítulo anterior, esa fuerza se amansa
cansándolos. Éste se cansa de tirar para diferentes lados, hasta que se enseña y
se enfoca en el trabajo. Direcciona su fuerza hacia la melga. Como el muchacho
que es rebelde y se le enseña a trabajar la tierra. El joven se amansa, cambia su
forma de ser y enfoca su fuerza en el trabajo. Se alinia, comentaba Gonzalito. El
trabajo vuelve a la persona mansa, al igual que al toro. Su fuerza, aunque de
monte, es amansada. No obstante, el toro no pierde su condición de ser de monte;
salvaje, pues como nos decía don Herman los toros son mansos pero jodidos.
Creer que en Aldana y en general en el sur de Nariño las categorías opuestas son
fijas sería negar las contradicciones propias que allí surgen. Un toro o una
persona pueden ser mansos pero bravos, mansos pero jodidos. Puede contener
las dos condiciones sin que una niegue a la otra. Este tipo de categorías fluctúan y
se hacen presentes de acuerdo con las experiencias que se están viviendo, a lo
que ocurre concretamente, a las situaciones. Al igual que un cerro, su condición
natural en sí no es ser bravo, sino que éste se vuelve bravo si alguien lo molesta;
cambia su estado16. Es por ello que el toro como tal no pierde su condición de
monte. Si nos remitimos a la fiesta de San Francisco (fiesta que se realiza en
honor al taitico San Francisquito, encarnado una pequeña estatuilla de San
Francisco que contiene ciertas propiedades, entre ellas hacer llover), este taitico
es igual que una persona muy respetada, pues es tratado como tal (por ejemplo,
suelen tejerle y ponerle vestidos) y con el transcurso del tiempo –según cuenta la
gente-, va creciendo17. La fiesta se realiza en el mes de octubre. Inicia con una
misa dirigida por el padre de Aldana, empero esta celebración se hace en la
capilla de San Francisco, ubicada en la vereda La Laguna. Luego de la misa

16
Esta idea es de Danilo Palacios y salió producto de una de las tantas conversaciones en campo.
17
Para saber más sobre los taitas y mamas en Aldana ver Manifestaciones de los Taitas Guacas en el
Resguardo de Pastás

68
realizan una danza enfrente de la capilla. Son seis los danzantes. Dos toros, San
Isidro Labrador, el ángel de la guarda y dos negros, los cuales se encargan de
arrear a los toros. Esta danza es un vaivén de vueltas, en el cual los toros son
dirigidos para que vayan de un lado a otro. Luego de esta danza se desplazan
tanto los danzantes como la procesión al salón comunal, en el cual se realiza el
ritual de siembra y cosecha. Para ello se hace la representación del trabajo con la
yunta. Primero los toros muestran su bravura corneando y persiguiendo a la gente
que está mirando. Arrancan a correr para todos lados. Quien está desprevenido es
corneado por los toros. Luego de un rato, los negros enlazan a los toros con el fin
de amansarlos y alinearlos en la yunta. Estos se ponen más rebeldes y agresivos.
Se les da trago, el cual hace las veces de agua sal, con el cual se amansa a los
toros. Corren amarrados de la cuerda para un lado y otro. Intentan enredar a la
gente con la cuerda a la cual están amarrados. La gente corre con miedo
intentando escapar de la furia de estos. Están siendo domados. Ellos se resisten.
Vuelta trago. Parece una pelea entre el amansador y el toro. La fuerza de estos
está dispersa por el sitio. El cansancio amansa esa fuerza brava. De la misma
manera, en este ritual los toros poco a poco van diezmando su bravura. Se van
dejando tratar a medida que la tarde avanza con el cansancio. Cuando el
agotamiento y el trago han hecho lo suyo, los toros son amarrados a la yunta. Con
la yunta lista inician el recorrido para hacer las melgas o guachos 18 en los cuales
se siembra. Van y vienen. Una y otra vez. Son dirigidos de la mansera por uno de
los negros. Luego de unas vueltas es el Ángel de la Guarda quien guía su
recorrido. Terminan el vaivén de la yunta. La gente saca de costales comida que
van a poner en hileras con el fin de hacer alusión a los alimentos que salen en la
siembra. Los toros quedan sueltos y vuelta inician a cornear y a molestar a la
gente. Vuelta quedan salvajes, bravos. En todo este ritual se observa a los toros
en un constante flujo de bravo a manso y de manso a bravo. Una dualidad que se
hace presente en un mismo cuerpo, se complementan a pesar de ser opuestos.

18
Utilizo tanto melga como guacho porque así los denomina la gente, aunque son términos distintos en
otras circunstancias.

69
La asociación que se hace entre la fuerza de un hombre y la de un toro es
recurrente, no sólo en Nariño, sino en el altiplano cundi-boyacense. Por ejemplo,
ingerir los testículos del toro o el glande, es una forma de adquirir la fuerza que el
toro contiene. Esa fuerza salvaje podría ser también una energía sexual. La sopa
de testículos es llamada sopa de criadillas y dicen que da fuerza; alienta. La sopa
de glande es conocida como sopa de raíz y es muy común tomarla para el vigor
sexual.

La energía y la fuerza de monte pueden entonces ser compartidas entre toro y


hombre, pues su origen es el mismo; la tierra.

Ser fuerte como un toro se convierte en la forma ideal de ser en el trabajo con la
tierra, pues ser el símil de un toro contempla la plenitud del trabajo; ser un hombre
manso pero con fuerza de monte, ser una persona fuerte, trabajadora, constante;
un semental, manso pero jodido. Mantener esa dualidad es imprescindible, pues
es la forma ideal de realizarse en el trabajo. Opuestos complementarios. Sin uno o
el otro no se contempla en plenitud al trabajador. Ser manso, ser fuerte. Tener la
capacidad de dar vuelta, de transformar a lo bravo con lo bravo para así
amansarlo.

Esta noción de opuestos complementarios que encontramos en el trabajo no


aparece solo allí. La dualidad se hace presente en cada cosa. El cerro está manso
y se pone bravo, aunque partes de él sigan mansas. Aquí en el sur nariñense
aunque encontramos esa fuerte división entre pares opuestos -casi al punto de
verse como una constatación del estructuralismo antropológico en esta zona-
estos pares opuestos no operan separados, sino que, por el contrario, es en
conjunto en donde se realizan. Es en un mismo cuerpo en donde aparecen. La
contradicción es un complemento para la realización. Como un remedio, que viene
del monte, que está cargado de todo lo que el monte contiene y que sin embargo,
aunque es de donde se produce la enfermedad, éste cura. El remedio es el
amanse de las propiedades de las plantas que tiene el monte. La dualidad hace
que todo sea posible, efectivo. Como una fiesta con corridas de toros, en la cual si
no está el componente bravo como la chuma, como la muerte de unos cuantos, la

70
fiesta no se realizó, no llegó al culmen. Muerte y vida en un mismo lugar. Vida
para la fiesta al igual que la muerte.

Por lo anterior, el trabajo de la yunta y del hombre manejan esa dualidad


necesaria. Fuerza brava con un trabajo manso. Comportamiento, fuerza, acción y
producción. Un juego en el cual lo manso y lo bravo se entremezclan para generar
el vuelco, para generar la vuelta, la transformación.

Hasta este punto he desglosado lo que es y significa fuerza brava y la carga de


monte que contiene, no obstante es preciso explicar con mayor detalle lo que
implica amansar, teniendo en cuenta la dualidad mencionada anteriormente.

El amanse en principio es la forma de controlar lo monte, lo salvaje, lo bravo. Es


un remedio que se debe aplicar a manera de vuelta; es decir, de manera
constante.

La tierra se amansa para sembrar, se deja descansar y vuelta cría monte, por ello
hay que poner a las vacas a pastar o vuelta sembrar. Si algo se deja de amansar
da vuelta y retorna al estado anterior. Como el aljibe. Siempre hay que estar
dando vuelta, pues si no, los espíritus toman el aljibe y se vuelve un lugar
pesado19. Dándole vuelta se mantiene siempre manso, pues es del aljibe, de
donde sale el agua que contiene al cerro. Es agua que viene de lo profundo de la
tierra, cargada con la fuerza del monte, por ello, dando vueltas al pozo se amansa.

El frente de la casa también hay que regarlo con agua bendita cada cierto tiempo,
pues si no el cuco empieza a dar vueltas por la casa. Fue por ello que en una
ocasión fuimos al santuario de Las Lajas a traer agua bendita, pues doña Tulia
decía que el cuco andaba rondando la casa. Cuando la casa es rondada por el
cuco empieza a dar de manera constante mal aire. Unos riegos de agua bendita y
la casa queda mansa por un tiempo.

El amanse es una categoría de suma importancia para entender el proceso de


trabajo con la tierra. También posibilita entender el significando de cute y cutiar
19
Información recopilada por Angie Paola Ariza Porras en la salida de campo que se realizó del 29 de
septiembre al 12 de octubre del 2011 con el curso de etnografía

71
como conceptos, pues es el amanse el que permite sembrar y cosechar. El
amanse da vuelta al monte. Cutiando se va amansando 20, se va dando vuelta.
Transformación nuevamente. Esta vuelta permite sembrar y controlar lo que crece.
Permite así mismo quitar lo pesado de un lugar. Cutiar la tierra es amansarla. Un
vuelco que cambia órdenes, aunque dentro de estos ordenes se siga moviendo lo
bravo y lo manso. Lo bravo; propiedad de la tierra. Lo manso; el vuelco; kuti.

Siempre que se vaya a sembrar hay que dar vuelcos a la tierra. Sea para sembrar
maíz, arveja, habas, papas u ollocos. Picando la tierra, guachando o melgando.
Siempre el vuelco es parte fundamental del proceso. Vuelta a la yerba para que no
prenda. Vuelta al guacho para hacerle cama a la papa. Vuelta a la papa para
recogerla. Vuelta a sembrar ollocos. Vuelta voltía el año para empezar.

Cocinando también se amansa, pues al preparar el ají, éste se amansa al ser


molido o como la adivinanza culiando en la piedra del ají. Se prepara para dejarlo
manso. Se prepara para ingerirlo. Esa es la forma de amansar algo en la cocina;
transformarlo con el fin de poder luego comerlo. Transformación necesaria para
adquirir, para ingerir y contener.

La mediación de las personas dando vueltas genera el amanse. Si se deja quieto


algo, el mismo monte le da vuelta y lo pone pesado. Como una chicha que si se
deja quieta por unos días se vuelve chumadora. Da una vuelta y esta chicha así
mismo da vuelta. Ya nos detendremos con mayor cuidado en la chuma.

El cambio de condición que genera el amanse no implica la negación de lo monte,


pues en realidad lo que permite el amanse es enfocar la fuerza contenida en la
tierra para una producción específica. Cutiar amansa y quita lo pesado, claro está
que la tierra como tierra sigue siendo. Su fuerza no se va. Es dirigida a la
producción de alimentos. Se enfoca en hacer crecer por medio de su fuerza a
cada planta. Una fuerza que se enfoca como la de los toros o las de una persona.
Esto es necesario si se quiere criar algo, pues necesita de gran fuerza. Retapar es

20
Como menciona María Inés Reina (2010:29)

72
el proceso de enfoque de la energía contenida en la tierra, pues eso se hace para
que la papa coja fuerza y críe bien, como bien comentaba Gonzalito.

Teniendo en cuenta lo mencionado anteriormente, se puede reseñar de ello


algunas cosas. Entre ellas, se puede decir que cada cosa que se hace como
enseñarse o amansar -categorías que cumplen un papel similar-, hay que hacerlas
siempre vuelta. Es algo que se debe hacer de manera constante. El cotidiano es el
mejor ejemplo de ello. Si no se reproduce el cotidiano del diario vivir, se
desorganiza todo. Si no se da la yerba a los cuyes o se saca agua del aljibe para
darle agua a las vacas todo se trastoca y se perturba el orden de la casa. Como
un dicho que ejemplifica de mejor manera lo comentado: los cuyes sin yerba la
casa botada.

Desglosado lo que es fuerza, la forma en la cual se adquiere, la importancia que


ésta tiene para el trabajo, lo que implica criarla y enseñarse a trabajar la tierra, su
trascendencia para el amanse y en general para cultivar, ahora vale la pena
mencionar lo que implica una tierra delgada y una gruesa, mostrar la manera en
que esto se relaciona con los diferentes tiempos como el de más antes y el tiempo
de ahora, posibilita ver la relación que hay con los infieles y lo Auca, pues estos
últimos contienen esa fuerza de monte que tanto se ha mencionado en el
transcurso del texto. Comprender lo grueso y lo pesado, dentro de un tiempo de
fuerza que tiene relación con el monte, permite comprender las relaciones que
aquí se plantean.

b. Grueso y delgado: De la fuerza al tiempo

El contacto con la tierra es la constante dentro del trabajo. Los procesos de


siembra y cosecha mantienen al trabajador en permanente tacto con la tierra que
se trabaja. Por ello, en el trabajo se aprende a sentir la tierra. Su textura, su
densidad, su color, su olor, y por supuesto, su fuerza.

El trabajo teje un vínculo entre la persona y la tierra, que posibilita a la persona


comprender el estado de la misma. Es por ello que, mientras trabajaba, la gente
iba mirando y comentando el estado de la tierra. Está duro, está apretado. Hace

73
ratísimo que no se sembraba. Está buenita la tierra para criar. Suelen también
comentar que esa tierra está amañadora. Comentarios como estos fueron
demostrando la forma constante de observación y relación con la tierra.

Recurrentemente la gente hacía mención a la tierra gruesa y delgada cuando yo


preguntaba sobre el cultivo y la producción. Explicaban que sabe criar bueno
cuando la tierra está gruesa. Hora como ya está delgadita ya poco sabe dar. No ve
que tiene poquita fuerza. Así ¿cómo va a criar? La tierra gruesa es una tierra que
contiene gran cantidad de fuerza. Contiene la energía del monte. Esta tierra dicen
que es más apretada, más densa, su color es oscuro. Está llena de nutrientes y
por ello, da buenas cosechas cuando es trabajada.

Esta tierra gruesa no se encuentra en todo lado. Recuerdo estar sembrando


árboles un día, sobre el filo de una de las zanjas del terreno de doña Esperanza.
Mientras abría uno de los huecos para sembrar un arbolito de arrayán, doña
Esperanza me señaló la tierra que se veía entre la zanja. Me dijo que esa tierra es
muy buena, pues esa sabe viciar. Bien viciosa es esa tierra. Yo no entendía
mucho. Seguramente hice un gesto de poca comprensión, pues doña Esperanza
al verme empezó a explicarme. Me decía que la tierra que vicia es tierra muy
buena, es tierra gruesa que sabe criar cualquier cosa. Por sugerencia del profesor
Carlos Páramo, revisé el Diccionario de Autoridades de 1739, en el cual “vicioso”
en su tercera acepción es definido como “vigoroso y fuerte, especialmente para
producir”21. Vigorosidad en las zanjas, tierra gruesa, tierra buena, viciosa, claro
está que no es el único sitio en donde se encuentra tierra de este tipo.

Caminando hacia el Páramo de la Paja Blanca, por Sapuyes, Néstor, un señor que
nos acompañaba en el recorrido, comentaba que la chaucha mambera -un tipo de
papa de más antes, pues ahora no se suele sembrar, ya que requiere mucha
fuerza-, hay que sembrarla en donde hay monte. Hay que darle vuelta al monte,
preparar la tierra, picarla y ahí se puede sembrar la chaucha mambera. Con la
tierra nueva se siembra y sale de esa chaucha bien gruesa.

21
Academia Española, Madrid. Diccionario de autoridades. Facsimil.-- Madrid : Gredos 1963. 3v. : front

74
El monte contiene esa tierra gruesa. Si pensamos en todo lo que he mencionado
en el transcurso del texto es apenas lógico que el monte contenga este tipo de
tierra, pues por excelencia el monte está cargado de gran fuerza; fuerza brava,
fuerza que finalmente, enfocada, cría cualquier cosa.

Generalmente, la gente asocia a la tierra gruesa con el tiempo de más antes, pues
suelen mencionar que en el tiempo de más antes la tierra sabía estar bien gruesa.
Eso criaba de todo. Antes se daba mucha papa que necesitaba mucha fuerza para
criar. Esto lo mencionaba don Marcos intentando justificarme la ausencia de papas
que comentan, había más antes.

Tiempo de más antes, temporalidad asignada de la misma manera para los


infieles. Un tiempo diferente, el cual según las descripciones se hace más acorde
con las costumbres comentadas por la gente; costumbres de los mayores o de los
mayorcitos de más antes. Más antes sí era bueno. Más antes también vivía la
gente que se enterró a la venida de los españoles. Cuenta don Arquimedes que
estos infieles sabían trabajar la tierra mejor que nadie, la trataban bien y por ello
siempre se mantenía productiva, gruesa. Ahora, con la introducción del tractor y
de los químicos para trabajarla, se ha enfermado, su producción ha mermado. Su
color cambió. Su textura se ha alivianado de tal forma que comentan ahora parece
casi arena.

Observamos de acuerdo a lo anterior como la tierra delgada es una tierra sin


fuerza, enferma, poco criadora. Tierra que se agota con el tiempo de ahora, con
las exigencias de ahora. Se vuelve delgada hasta el punto de dejar de criar. Tierra
que queda casi muerta, sin nutrientes, maltratada y cansada. El tractor la ha
golpeado. Su fuerza se ha acabado. Desde que su producción se transformó.
Desde que deja de ser trabajada con ciclos de descanso. Las vueltas se volvieron
tan constantes que terminaron mareando la tierra. Desahuciándola.

Don Herman explicaba que el tractor cuando trabaja saca la tierra mala, la tierra
que está muy profunda y la buena la deja delgada, como arena. Así mismo
comentaba don Arquimedes y en general cada persona a la cual le preguntaba

75
sobre el trabajo del tractor. Si bien con el tractor rinde más, éste maltrata la tierra,
le quita su fuerza, la despoja de su condición densa. Esa tierra delgada se
identifica a simple vista, pues su color se vuelve más claro. Se torna más blanca.
Don Arquimedes mencionaba esto un día en el cual le estaba ayudando a trabajar.
Me decía que la tierra delgada es clarita y como arena.

Lo delgado y lo grueso son categorías que como a la tierra, se asocian a lo fuerte


y lo débil. Una persona que trabaja y come bien es una persona gruesa, alentada.
Doña Tulia solía decirme que yo era bueno para trabajar porque era gruesito;
bueno para comer. El que no come, le llaman anémico, pues se le considera una
persona enfermiza. El cuerpo habla como la tierra. Un cuerpo fuerte, denso,
resistente, es un cuerpo grueso. Similar a las características que se le asignan a la
tierra, mientras que la persona enferma, delgada o anémica, es una persona
generalmente pálida, muy delgada y de poco apetito.

Una vez más la relación tierra-cuerpo se hace presente, pues tanto la tierra como
el cuerpo comparten características de fuerza y debilidad. El cuerpo se amansa
trabajando, cutiando, picando la tierra, sembrando y cosechando. El cuerpo se va
adaptando al trabajo. Las manos se vuelven robustas. El pecho y la espalda sacan
fuerza de monte. El cuerpo aprende a pensar cada movimiento que da. Interioriza
el manejo de las herramientas que posibilitan su relación con la tierra.

La tierra, de la misma manera, se comporta de acuerdo con el trabajo. Se amansa,


produce, cría, enfoca fuerzas. El cuerpo y la tierra se transforman de manera
conjunta, en el trabajo junto y continuo. El trato y la relación que se maneja entre
uno y otro condicionan su estado.

La tierra es vida al igual que el trabajo. Cada uno deja crecer algo. Cada uno cría
a su manera. Relacionados y condicionados. La tierra converge, el trabajo
transforma. Puedo decir así que la tierra es vida pues es ella la que da el alimento
a cada persona que habita esas tierras, pero es el trabajo el que lo permite. Es el
que marca el compás del día, el ritmo de la vida… las vueltas que da la vida.

76
Cuando se trabaja en exceso el cuerpo enferma, pues no se le da el descanso que
merece. Para eso están los domingos, no ve que son para descansar comentaba
doña Tulia. A la tierra delgada le pasa lo que al cuerpo le pasa si no descansa;
enferman. El descanso es un bien necesario, es parte del ciclo, es parte de la
transición entre una vuelta y otra. La transición de la vuelta para el cuerpo es el
domingo, pues vuelta lunes hay que trabajar. El descanso en la vuelta de la tierra
es el descanso necesario entre la cosecha y el inicio de un nuevo cultivo. Hay que
dejar que críe un poquito de monte, luego vuelta se ponen las vacas y ahí sí vuelta
a sembrar, me decía don Marcos en una de las pocas frases que solía decirme
casi a manera de susurro mientras hacíamos algo en conjunto.

Si una tierra está muy delgada, hay que dejarla descansar por mucho tiempo, para
que así de vuelta y regrese lo grueso, para que la vuelta genere el retorno de lo
que antes estaba, de lo que quedó en el tiempo de más antes. Lo grueso ha
quedado en el tiempo de más antes, como las papas que son del tiempo de más
antes, como los infieles que quedaron allí. En un tiempo que no se ve atrás. Una
temporalidad que está en una época de bienestar.

Al hablar con la gente veo cómo se añora y en cierta forma se espera el retorno de
aquello que se ve como mejor. Se espera ese retorno de lo grueso, al igual que el
retorno de los infieles. La vuelta del mundo. Un vuelco que cambie lo que está
ahora para que retorne lo de más antes. Para que el pasado venga. El pasado se
espera que llegue, por ello, el pasado resulta siendo el futuro y el futuro el pasado.

Retorno, como la utopía andina22, como el retorno de Tupac Amarú el inca


libertador, como el regreso de los incas. El regreso de una tierra que fue mejor, de
una tierra libre y con fuerza para producir. Retorno que no se sabe cuándo va a
llegar, incierto pero cierto. Ocurrirá cuando llegue el momento. Ni antes ni
después, como cada cosa que ocurre en la vida. Vendrá cuando el vuelco tenga
que darse.

22
Flores Galindo, Alberto 1949-. Buscando un Inca identidad y utopía en los Andes Alberto Flores
Galindo. La Habana : Casa de las Américas 1986. 400 p. : il. ( (Ensayo ).

77
Es así como llegamos a la parte final de este análisis sobre el trabajo con la tierra.
Del cute, de kuti. Teniendo desglosado el trabajo, la fuerza y demás, será bueno
explicar su relación con lo Infiel y lo Auca, todo ello enmarcado por la chuma. La
chuma; concepto que devela vuelco y por ello, será de suma importancia para
terminar de relacionar el trabajo con lo Auca.

c. Chuma, voltiado, tal vez como Auca ha quedado.

Comprender el significado y la dimensión de lo que es chuma y Auca fue un


proceso que se gestó desde que inicié mi investigación. Al principio, lo que
entendía como chuma era una borrachera. Era el efecto que generaba el alcohol
sobre una persona. No veía más allá de eso. En ese momento lo que era vuelta
estaba enfocado en la tierra, la relación que tiene con cutiar, con los ciclos. No
podía ver ninguna relación evidente entre una vuelta y una chuma. Para entender
todo lo que implica una chuma tuve que experimentar qué es estar chumado.
Como a lo largo de mi trabajo, haciendo se va entendiendo. El acto de hacer, de
coger y realizar cada acto, cada trabajo; vivir cada experiencia es la forma en la
cual el universo se abre para poder ser entendido. Cada categoría se involucra
dentro de un contexto que permite y posibilita entender todo lo que en una
situación determinada se dice y se hace.

Para comprender el concepto de vuelta, tuve que darme vuelta a mí mismo.


Aprender a trabajar, aprender a dar vueltas a la tierra fue la mejor manera de
comprender cada concepto. Hacer, más que escuchar y ver, me permitió
aprender. El cuerpo va interiorizando cada vuelta, cada trabajo realizado. Éste
entiende los conceptos que se hablan, pues cada categoría hace alusión a la
experiencia. En Aldana los conceptos están pasados por la experiencia concreta
que implica hacer. Visualizar cada concepto, interiorizarlo y comprenderlo se
posibilitan de manera concreta al trabajar. Entender las vueltas que se viven en el
cotidiano se entienden viviendo el cotidiano mismo. Las experiencias mismas de
las personas oriundas de allá, el cotidiano, el diario vivir, dan entendimiento al

78
pensamiento propio, por ello, es de vital importancia comprender las formas de
trabajo, de relación con la tierra y esto es posibilitado al vivir el cotidiano mismo.
Mi trabajo de campo fue más allá de las simples charlas, las visitas, la
observación. Intenté dejar a un lado el rol de académico e investigador (sabiendo
que no podía distanciarme del todo de esta posición), para ser un miembro más, el
cual trabajaba la tierra como cualquier persona que ha sabido enseñarse. Romper
las estructuras clásicas de investigador-investigado, sujeto-objeto, para ir más allá,
para comprender desde una óptica diferente, en el cual el trabajo de campo es la
práctica cotidiana de la gente. Aprender a trabajar fue fundamental, por un lado,
para dejar los poderes académicos de lado, posibilitando una relación diferente
entre el universitario y el indígena-campesino; relación en la cual era la persona de
allá la que enseñaba y yo el que aprendía; inversión de roles. Luis Guillermo
Vasco ya ha señalado la importancia de romper los poderes de un etnógrafo, al
señalar que “el poder del etnógrafo se rompen solamente cuando, en el campo, se
aceptan unos presupuestos centrales y se actúa con base en ellos:

—la autoridad clave es la de los indígenas


—la opinión del etnógrafo es una más entre otras
—tiene que discutirla con los indios
—los indios tienen sus propias propuestas
—los mitos son verdad y no un mero discurso

Por tanto, la autoridad del etnógrafo debe ser semejante y en ocasiones hasta
subordinada a la de los indios. De este modo, se cambian las relaciones de dominio
por una acción conjunta, por un diálogo real a través de la confrontación.”23

Por ello, la experiencia de la chuma, más allá de haber sido una borrachera, fue
una experiencia de vuelta en la cual comprendí lo que ellos atribuían a este
concepto, en el que el mundo mismo giró, cambió, se volcó.

Cuando la gente habla de la chuma, suele referirse a la bravura que esta saca.
Dicen que la gente chumada se pone brava, pues la chuma saca lo bravo. Saca
una vez más esa fuerza de monte. Una y otra vez la gente señalaba al chumado
como un ser bravo. Yo no entendía la vuelta que estaba implícita en ese proceso.

23
Vasco (2002).

79
Para que alguien se chume debe tomar algún tipo de bebida alcohólica; sin
embargo, dicen que el trago bueno es el chancuco, ese es el propio, pues según
cuenta la gente, no da guayabo. Ese trago es de más antes, pues ahora es difícil
conseguirlo; casi no se prepara. El símil de ese trago es el chapil, el cual es un
tipo de aguardiente destilado24. Con estos tragos también se hacen curaciones. El
mal aire se cura con soplos de aguardiente y yerbas, lo que llaman el remedio.
Para efectuar la cura una persona se debe parar enfrente de otra persona, quien
va a ser la que le sople el remedio; tal cual como menciono más arriba, en la
historia del mal aire. Cuando lo están soplando -soplarlo es tomarlo y escupirlo de
tal manera que salga atomizado-, la persona con el mal aire tiene que girar, dando
una vuelta; vuelta que termina siendo espiral. Se parte de un punto siendo uno y
vuelta se regresa siendo otro.

d. El trago transforma, genera un vuelco.

Entendí, poco a poco, la vuelta que el trago generaba en una persona de camino
al páramo de la Paja Blanca. Néstor nos contaba a Danilo y a mí que él no era
propio de Sapuyes. Él viene de un pueblo que se llama Las Cruces, ubicado cerca
de Ipiales. Cuenta que allí, en ese pueblo, la gente es de tradición chichera.
Suelen preparar mucha chicha para eventos especiales. En temporada de fiestas
preparan una chicha que llaman chumadora, la cual le da vuelta a uno. Esa sabe
darle vuelta a la gente. Le da vuelta a uno y se le olvida hasta el nombre.

Esa vuelta que da la chuma saca la fuerza de monte que contiene cada humano,
la diferencia con el trabajo es la forma en la cual sale esa fuerza brava, pues en la
chuma sale de forma descontrolada. Como la fuerza de un toro sin amansar. Por
ello es frecuente que en las fiestas se peleen unos chumados con otros. La vuelta
cambia la condición de la persona. La pasa de un estado manso a uno bravo, de
fiel a infiel podría decirse, pues le da vuelta y se le olvida hasta el nombre. Queda
auca, pues aunque lo auca es un ser de monte, generalmente en Aldana se le

24
Para saber más sobre este tipo de tragos referirse a Ortiz (2011)

80
asocia con niños que murieron antes de ser bautizados, niños que no recibieron su
nombre ante Dios. Si a uno se le olvida el nombre, se le olvida el bautizo, queda
como un ser de monte, queda auca, queda infiel, pues opta comportamientos que
en la iglesia no están admitidos, toma comportamientos que no son acordes con
una persona mansa.

Los aucas en Aldana también son indios bravos. Indios pasados por pluma como
me contaba don Arquimedes. Son indios que no quisieron tener ese amanse.
Indios que si se mira a los ojos lo pueden matar a uno, pues contienen toda la
fuerza del monte. Para mirarlos, comenta don Arquimedes, hay que hacerlo con
un espejo, el cual refleje el rostro del indio auca, pues así se le da una vuelta y el
indio da la cara. Si por el contrario, no se tiene un espejo lo que hay que hacer es
dar la vuelta, no mirarlo y meterse al monte. Remedio del mismo monte. Vuelta
para el amanse, para el cambio, para que dé la cara.

La chuma entonces sirve para dar una vuelta, es un ente transformador o


generador de cambio. Esto lo viví en carne propia, pues el último día que estuve
caminando por tierras nariñenses fui a Chiles. Allí resulté tomando chancuco del
propio con un señor. Luego de haber tomado, salí y vi el cielo de noche. Pensé
que me había pasado todo el día tomando en Chiles y por ello había llegado la
madrugada. Me asusté, no podía creer que hubiese pasado tanto tiempo. Yo
miraba el reloj y éste indicaba las tres. Pensaba que eran las tres de la mañana,
sin embargo eran las tres de la tarde y el día estaba claro. Por la chuma que tenía,
el día se había volteado. Un vuelco ocurrió. El cielo se oscureció, todo cambió, el
orden se alteró, ese día de mi vida se volcó. Un vuelco que no vino a dar vuelta de
nuevo sino hasta las seis de la tarde, hora en la cual el mundo volvió al orden
anterior.

En el transcurso de la chuma, mi personalidad cambió; me puse agresivo, mis


palabras lo eran. Frases fuertes. Groserías salían aireadas por mi boca. Fluía otra
energía en mí.

81
Con esa experiencia final pude comprender del todo lo que implica una chuma,
pues en efecto implica vuelta. El mundo entero terminó cambiando por la chuma
en ese particular día. Para la gente esa vuelta de chuma es normal, por eso no se
hacen extrañas las peleas ni la agresividad en las fiestas. Es parte de las
costumbres. Parte del orden que se gesta en las fiestas, en la cual el chumado
actúa como chumado, correspondiendo a todo lo que implica esa vuelta.

Así, la chuma deja a la persona auca. El entendimiento de esto no fue algo fácil,
pues ese concepto de auca no lo había contemplado, y fue gracias a Danilo
Palacios que empecé a pensar lo auca como algo más allá de un concepto
referido a los niños sin bautizar. Él realizó un texto en el cual sugiere lo auca como
una categoría que remite a los infieles y en la cual puede haber algún tipo de
reivindicación frente a las comunidades indígenas, no obstante esto no queda
claro en su texto.

Con eso en la cabeza, vamos Danilo y yo a campo, en donde cada día tenía una
puntada más que permitía hilar el entendimiento sobre este concepto, y fue así
como empecé a comprender la chuma y lo auca en relación con la fuerza de
monte y el tiempo de más antes.

Uno de los primeros días de campo, fuimos Danilo y yo a hablar con doña Yolanda
Chamorro. Contaba que al preparar la chicha, ésta queda mucho mejor si se
prepara en olla de infiel. El sabor queda más acentuado. Más chumadora también
decía. La esencia de la chicha encarna la esencia de un infiel, afirma Lisbeth
Meneses. La chicha chumadora “es aquella que se deja más días en contacto con
un infiel, así como este espera para resurgir, la chicha debe esperar para tomar
todo lo que el indio infiel quiere entregar.” 25. Esa chicha incorpora la fuerza
contenida por un infiel, fuerza proveniente de la misma tierra, pues es de allí de
donde viene éste. Al ingerirla, su fuerza da vuelta a la persona y la chuma. Es por
ello que -comenta doña Yolanda-, cuando una persona va a coger una guaca, hay
que estar chumado, pues al sacarla, de allí sale un toro bravo al cual hay que

25
Meneses Casas, Lisbeth Paola. La esencia de la chicha, la esencia de un infiel. Trabajo realizado para el
curso de etnografía. 2012

82
enfrentar. Con la chuma se pierde el miedo y se saca lo bravo. Así, es posible
enfrentar al toro de la guaca y ganarle. Se toma de los cuernos al toro y se
enfrenta bravura con bravura. Monte con monte. Infiel con infiel. De esta manera
se logra dar vuelta a una guaca. Como el cute, el cual guarda su condición de
monte. La chuma permite tener en la persona la condición misma para dar vuelta a
lo monte; en este caso a una guaca.

Ahora, quien no se bautiza mantiene su condición de auca. A este tipo de


personas les llaman indios bravos. Sin estar amansados, pueden cometer actos
que muestran su condición indómita. Nibia Carlota Pastás -señora que vive al pie
del cementerio-, nos contaba que a los niños no se les debe dejar crecer para
bautizar. Hay que bautizarlos recién nazcan, pues si se dejan crecer mucho, luego
pueden mostrar signos de rebeldía o bravura. Como ejemplo, nos contó que un
niño de cinco años iba a ser bautizado en la iglesia de Las Lajas. Al momento de
bautizarlo el niño insultó al padre.

Empieza a quedar claro que auca implica y representa esa esencia de monte,
pues cuentan que los niños sin bautizar se convierten en espíritus que transitan
por él. Se escuchan llorar, asustan e inclusive pueden dar mal aire. Algunas
personas cuentan que los auquitas siguen creciendo, unos dicen que a manera
de árbol, otros que a manera de persona.

Representación del monte, fuerza del monte. Lo auca por excelencia es infiel,
pues no está enmarcado dentro de lo católico, no tiene la bendición de la iglesia.
Por ello, los infieles que estaban en el más antes son igualmente aucas. Eran
gente que vivía como nosotros, que sabía cultivar mucho mejor que nosotros y
tratar mucho mejor la tierra –sabe decir la gente-. Infieles por que no conocieron la
cruz, infieles por que no quisieron subordinarse a los españoles.

Cargados de monte, de naturaleza, estaban contenidos los infieles. Ahora, la


gente que trabaja la tierra contiene esa fuerza que como ya se ha explicado es de
monte. Por ello el trabajo con la tierra, la fuerza para cutiar, para sembrar y
cosechar, son fuerzas de auca, de infiel.

83
Dualidad presente siempre en el cuerpo. Bravo y manso o monte y manso. Si
pensamos esto, la dualidad es parte de todo cuerpo, ya que el cuerpo en sí es
natural y este se carga de contenidos y significados. Cultura que se encarna y
reproduce. Juego entre lo que se ve como natural y lo que se ve como cultural.
Construcción que se entremezcla. Vaivén entre monte y manso.

Pensar lo que se ha dicho posibilita ver esta dualidad de forma complementaria.


Somos seres que contenemos lo monte, lo natural, lo salvaje, empero nos
movemos dentro de lo manso. Amansamos con el monte, con el cute,
transformamos por medio de la fuerza del monte para generar alimentos.
Amansamos dando vueltas, pero estas vueltas no separan, pues por el contrario
unen. Vueltas que fusionan opuestos. Como en la cocina. El agua del aljibe se
mezcla con el maíz, con la papa, con la sal y con muchas más cosas que vienen
de la naturaleza. Sin embargo, el fuego mas las vueltas propias que se dan al
cocinar, transforman todos estos elementos en comida.

Espiral que mezcla pasado y futuro, el cual va generando el constante presente.


Vueltas que entre mezcla y mezcla van gestando el retorno de la tierra gruesa, de
los infieles, de tiempos buenos. El día en que esa vuelta se mezcle a manera de
retorno el mundo dará una vuelta más grande que la de una chuma. Un pachakuti
volcará órdenes, tierras y gente. Por ahora la gente espera, la tierra espera.

84
Tercera vuelta:

Una vuelta en Chuma

Era Viernes Santo. Ese día iba a ir a Chiles con Natalia Ortiz, Isabel Galindo y
cuatro compañeros más. Salimos tarde de Aldana; ya se nos había hecho de
diota. Emprendimos camino alrededor de las nueve y media. Teníamos que coger
un carro que nos dejara en Ipiales; de allí coger un bus hasta Rumichaca. A las 10
de la mañana estábamos allá, en el paso fronterizo de Colombia con Ecuador. Allí
nos embarcamos en una camioneta que nos habría de dejar en Tulcán, donde
esperamos alrededor de 20 minutos la llegada de un carro que nos llevara hasta
Tufiño. Llegó una camioneta que pronto se llenó. Cada vez era más tarde. La
angustia hizo que preguntáramos si en otra parte se podía coger algún bus para ir
a Tufiño. Nos dijeron que era en la otra cuadra en donde salían los buses para
allá, y que en esos momentos estaba a punto de partir uno. Logramos montarnos
en el bus; solo dos personas tomaron puesto. Yo iba parado mirando el bus y a la
gente. Un bus grande, con un atrapa-sueños colgado en el espejo retrovisor del
bus. El color naranja predominaba en aquel transporte. Tomamos carretera.
Recorrimos alrededor de treinta minutos carreteras ecuatorianas con paisajes
semejantes a los colombianos. Una misma tierra. Papa y arveja, cultivos que
imperaban en las tierras que pasábamos.

Arribamos a Tufiño. Es un pueblo diminuto, atravesado por una carretera.


Cogimos rumbo hacia la carretera que nos llevaba a Chiles. Fuimos caminando y
hablando.

Chiles es un pueblo que parece nacido; como la totora 26 de las lagunas, alrededor
de la carretera que lo atraviesa de principio a fin y que sigue para Cumbal.
Llegamos a la plaza principal en donde está ubicada la iglesia. Entré y la miré
apenas de reojo. No tenía muchas intenciones de quedarme a detallarla, quería
hablar con alguien, quería dejar fluir y compartir palabra con alguna persona de
26
Junco acuático que crece en las lagunas de muchos de los páramos en Nariño.

85
aquel pueblo. En seguida fuimos a mirar si estaba un señor que Natalia y otros
compañeros habían conocido en los días anteriores. Al llegar vi un cultivo de
ollocos, poquitos, eran tres melgas. Seguido estaban sembradas unas habas.
Golpeamos la puerta del señor pero nunca abrió. Nos devolvimos en grupo
esperando poder hablar en el pueblo con alguien que ya conocieran. Mi paciencia
se agotaba, no quería depender de lo que otros hicieran. Me exasperé y me fui del
grupo. Nos separamos en el lugar que llaman “polideportivo”, éste tiene una
cancha de micro fútbol entechada. Vi a la distancia dos señores que descansaban
sobre un pastal. Fui a saludarlos. Me presenté, conté mi historia de trabajo con la
tierra en Aldana, aprendiendo lo que implica el trabajo con ella, el trato que se le
da, la constancia que se debe tener. Aprendiendo de papas, de ollocos, de la
siembra y la cosecha. Los ciclos que implica el trabajo con la tierra. El trabajo con
el Cute y demás herramientas. Le pregunté si sembraban papa por esa zona. Me
dijo que sembraban solamente de la ecuatoriana, la que saben llamar única, de
esa es la que se siembra aquí ¿no ve que esa es la que mejor cría? Cría grande,
fuerte. Esa es la que menos sabe quedarse. La papa que sabe quedarse, es la
papa que se lancha, o se negrea y no sale. No crece y queda enterrada, no se le
puede cosechar. Así pues, me decía que la papa da pero también quita, da pero
quita, no ve que si no cría ¿quién pierde? ¡Pues uno!, ¿todo lo que uno le trabajó a
la papa para que se quede? Por eso digo, la papa así como lo alimenta a uno
también le quita. Y es que como ora ya la tierra sabe estar delgaditita, no cría
fácil27. Es por ello que la gente de Chiles sabe irse a trabajar por el Ecuador, no ve
que allá sí hay trabajo. Con la tierra o en construcciones, pero allá sí sabe haber
trabajo. Por aquí ya no, ya poco, de pronto la papa, porque ya ni ollocos hay.
Luego de conversar un buen rato, nos presentamos formalmente. Di mi nombre
completo, me dieron las gracias y enseguida se presentó el señor con el que tanto
había estado hablando, pues el otro señor solamente asentía con la cabeza para
dar veracidad a todo lo que el otro me decía. Don Jaime Villalba, me dijo que se
llamaba. Se pararon los dos, pues según ellos venía la lluvia. Ya viene la lluvia,
toca caminar. Les agradecí por su tiempo. Don Jaime me dijo que cuando volviera

27
Transcripción Diario de campo. 7 de abril del 2012

86
lo buscara y hablábamos, le dije que cuando volviera nos tomábamos unos
hervidos28. Respondió de inmediato, pus si quiere no los tomamos ya, pero frío.
Acepté la propuesta. Tomamos rumbo a la cantina donde se gestaba el
chancuco29. Es una pequeña casa que queda cerca al polideportivo. De paredes
blancas, aunque manchadas de tierra. Entramos y a mano izquierda quedaba un
cuarto con tres o cuatro mesas y dos carteles pegados, uno de Dragon Ball Z y
otro de un juego. Si se sigue por el pasillo uno llega a un patio grande. A mano
derecha está la cocina, en la cual tienen el chancuco. Entramos a la cocina y
pedimos una botella de frío; es decir de chancuco puro. Nos indicaron que nos
sentáramos en una de las mesas del cuarto. Nos sentamos y al momento llegaron
con una botella de vidrio, en la cual anteriormente había estado embotellado
Norteño, aguardiente que producen en el Ecuador, de muy bajo costo. Todavía
tenía la botella parte de la etiqueta; sin embargo, en su interior estaba el
chancuco. Trampa que no es trampa pues se sabe de ella, se sabe lo que
contiene la botella.

Don Jaime empezó a repartir, primero me dio a mí. Todos tomamos de un mismo
vaso. Me lo sirvió hasta la mitad, un trago largo para ir calentando. Un buen trago
frío que al revés, en vez de enfriar, saca calor. Luego le sirvió al otro señor (de
quien no recuerdo el nombre). Lo bebió rápido. Enseguida, don Jaime se dispuso
a tomaraunque antes de ello me dijo que antessabían poner música en ese lugar.
Ponían música de la de más antes. Música ecuatoriana, andina, folclórica, de
despecho. De esa yo sí me sabe gustar, bien buena sí sabe ser esa música. Tomó
su trago. Lo dejó en la mesa y seguimos hablando. Ora ya no, ya la música que
saben escuchar los jóvenes es bien fea, no como la de más antes, de esa
folclórica, andina que llaman, de esa que saben poner todavía en el Ecuador. Le
pregunté entonces porqué ya no ponían música en el sitio donde estábamos. Me
dijo que el cura y el ejército la prohibieron, pues sabían bajar la gente del monte a
chumarse y echaban mucho plomo. En un principio no entendía muy bien quiénes
eran la gente del monte, pues hablan también de la gente de monte como los

28
Bebida a base de jugo caliente y aguardiente casero conocido en esas tierras como Chancuco.
29
Bebida similar al aguardiente, la cual es preparada de forma casera.

87
espíritus que contiene éste. Me dijo que antes había muchos más, pero que ahora
se mueven por el monte, por los páramos. En seguida, contó que él prestó servicio
militar. Una porquería.

Fue reclutado en Ipiales cuando se fue a comprar un bulto de papa. Al bajarse del
transporte estaba el ejército. Le pidieron papeles y como él no tenía lo montaron
rápidamente al camión en donde ya tenían otros jóvenes. Se lo llevaron lejo de
Nariño. Estuvo por Cundinamarca y el Tolima. Contaba que había un general que
lo trataba muy mal por la forma en la que él hablaba. Lo golpeaba mucho, lo
insultaba y lo ponía a hacer trabajos fuertes. Tiene malos recuerdos en el ejército,
de los cuales, muchos están relacionados con el trato que brindaba el general.

Contó que una vez estaba sentado tomando una cerveza en un pueblo en el
Tolima y que, cuando menos se dio cuenta le estaban apuntando tres guerrilleros.
Le decían que lo iban a matar, pero luego llegó el comandante de ellos y les dijo
que no les dispararan, que solo eran muchachos. Les ofreció entrar en la guerrilla.
Les preguntó que cómo eran tratados en el ejército y que si les daban algo. Ellos
respondieron que los trataban muy mal y que no les daban nada. El comandante
les dijo que se estaban matando por nada, que se unieran a su causa, una causa
justa y además les pagaría. Ellos se asustaron en ese momento y prefirieron no
aceptar. Ese día pasó, y luego de un tiempo terminó el ejército, pero me decía
que yo sí quedé con el resentido de que me trataron mal, algún día me he de
cobrarlas. Me dijo que a él le daba pesar con la gente del monte, pues el gobierno
no es justo, para ellos facilito van matándolos desde arriba. No ve que ellos no
saben peliar justo, son cobardes. Le daba mucho dolor por los jóvenes que
mataban de esa manera. Fuera de frente, uno dice bueno; guerra es guerra, pero
ni siquiera así. En medio de la conversación yo había servido ya una vuelta de
chancuco, pues don Jaime me había dicho que era mi turno. Serví al que estaba a
mi derecha, luego le servía a él. Por último tomé yo y dejamos reposar el trago. Al
momento el señor que estaba a mi lado cogió el trago y sirvió a don Jaime, luego
me dio a mí y por último tomó el. Ya habíamos dado una vuelta completa.
Seguimos hablando. Comentó sobre el cerro negro, en el que no cría nada

88
cultivado, pues es un cerro bien bravo. Solamente crían toros bravos, toros para
fiestas. Cerros bravos, toros bravos, fuerza de monte, fuerza salvaje.

En ese mismo lugar se había gestado un grupo que se llamó Camilo Torres, no
hace mucho, pero el gobierno lo acabó, los bombardiaron a todos, pobres. Ese
estado es infame, no pelea limpio, siempre sucio, siempre juega sucio. Unos
muchachos venían escapando del ejército y me comentó que él los albergó en su
casa y les dio comida. Pobres no tenían nada, llevaban dizque como tres días sin
comer nada. Yo como soy humilde poco les pude dar, pero cómo me agradecían
ellos. Les di a cada uno cinco dólares, pus me dijeron que iban pal Perú, allá que
se estaba formando un nuevo grupo otra vez. Sendero luminoso, dije yo.
Inmediatamente afirmó mi sentencia y dijo que allá se están organizando de
nuevo. Al son de otra botella de chancuco me dijo que Raúl Reyes no había
muerto. Que todo era un montaje del gobierno, pero que ellos sí habían invadido
Ecuador. Raúl Reyes, vive pero en Ecuador; a veces da la cara, muy de vez en
cuando, aunque me decía que él sí lo había visto una vez. Que está escondido y a
veces sale como campesino. Tal vez como un espíritu del monte me hace pensar.
También decía que si le hicieran eso a Venezuela ya estaríamos en guerra, pues
el Chávez si sabe ser bien bravo, como toro, ese si no se deja joder carajo. Vuelta
más trago, ya íbamos por la mitad de la otra botella. Me dijo que la vez pasada
bajaba chumadísimo y que vio a un soldado besándose con una muchacha del
pueblo. Carajo, hubiese tenido mi fusil ahí los hubiese dejado, ahí no más, pero
eso también es de cobardes, por eso yo fui y me le enfrenté. “Carajo, soltá ese
fusil y nos rompimos como hombres de verdad, hacele que estoy bien bravísimo”
le decía y el otro que no soltaba el fusil, yo vuelta le decía “soltalo y nos rompimos
como hombres”. Ya si me disparaba pus nada, quedaba muerto ahí no más, pero
¿y qué? La chuma le había quitado el miedo, le había dado fuerza y bravura.
Seguimos hablando de la gente de monte, le comenté que cuando niño yo había
conocido gente de monte en Tibacuy; él me preguntó que de cual gente de monte.
¿La guerrilla o los espíritus? La guerrilla respondí. En ese momento, me di cuenta
que la categoría de gente de monte era utilizada tanto para los espíritus del monte
como para la guerrilla. Guerrilla que se vuelve gente del monte, pues se la pasan

89
allí, gente brava. Para estar en el monte hay que ser bravo. El guerrillero podría
verse como un auca, un infiel, inclusive como un espanto que asusta a la gente
pero que también -en ocasiones- ayuda.

En el momento de mayor fulgor en la conversación, se fue el señor que estaba al


lado mío. Luego entró otro. Apenas entró ese señor don Jaime me miró, me agarró
del brazo con fuerza y me dijo que no le fuera a decir nada a él, que él era
informante del ejército. Llegó y se paró enfrente de mí, me miró e inició un
bombardeo de preguntas. Me preguntó de dónde era yo y qué hacía por esos
lados. Yo respondí que era estudiante y que venía a aprender del trabajo con la
tierra, de lo que la gente cuenta del cultivo y de la cosecha, de las papas y demás.
En ese momento la chuma había dado vuelta en mí totalmente, por ello lejos de
sentir miedo me daba un poco de risa el interrogatorio. Pedí otra botella y le
empecé a dar a él. Se negó, entonces me negué a hablar con él, pues yo no
hablaba si él no tomaba. Le di un trago tras otro, pues en ese momento yo
pensaba que él estaba quedado. Empezó a decir que no me podía recibir tanto
trago, sin embargo terminó tomando como don Jaime y yo. Tomó y siguió
haciéndome preguntas. Yo le hablaba de papas, de las chauchas, de la mora
surco, de la suprema, de la única. Insistía con sus preguntas en saber porqué yo
estaba en Chiles. Le respondía una y otra vez lo mismo. Vuelta me preguntaba.
Me preguntó el nombre, le respondí “Jaime” y como el señor que estaba a mi lado
se llamaba igual, no me creía. Vuelta preguntaba y yo vuelta respondía. No creyó
que mi nombre fuera ese, empero no volvió a preguntarme por ello. Hubo un
momento en el cual la insistencia se volvió agresiva. Vueltas muy bravas. Decía
que él había escuchado otra cosa sobre mí. Yo no prestaba mayor atención a lo
que él decía. Alcanzó un punto en que la indagatoria fue tan intensa que don
Jaime se paró y lo cogió a él de la ruana. Le decía que me dejara en paz, que yo
era un muchacho universitario que solo estaba aprendiendo de la región. No
molestés más, carajo, si no querís que nos rompimos. Tú puedes estar armado,
pero a mí no me da miedo. Andate de aquí, andate. El señor se fue disgustado.
Nosotros seguimos bebiendo hasta terminar esa botella. Luego me dijo don Jaime
que lo mejor era que me fuera. Él se ofreció llevarme hasta el bus. Antes de partir

90
pedí otra botella para poder llevar a Bogotá. Salimos del sitio y al ver el cielo,
estaba de noche. Todo estaba oscuro. El cielo parecía de madrugada. Un cielo
oscuro, apenas con unos visos vagamente dorados que anuncian la venida del sol
en unas horas. Pensé entonces que me había pasado todo el día y la noche
tomando. Asumí que era de madrugada. Las tres, marcaba el reloj de mi celular.
El suelo era brillante, estaba iluminado, resplandecía, casi como oro. Sin embargo
no había luz que iluminara ese suelo. Una vuelta completa.

Me preocupé por el grupo que había llegado conmigo a Chiles, los llamé varias
veces para saber dónde estaban. Una y otra vez me respondían que estaban en
Tufiño esperándome. Le dije a Natalia Ortiz que ya había perdido su bus, pues ella
salía de Ipiales para Bogotá a las cinco y media de la tarde. Ella me decía que no,
que no lo había perdido. Yo insistía. Don Jaime me montó al bus no sin antes
despedirme con un buen abrazo, un abrazo de despedida. El bus era azul. Me
monté, iba de pie, agarrado de la baranda con una mano y en la otra llevaba el
chancuco. Parado, con vueltas en la cabeza. Mariado de tantas vueltas que
habíamos dado con el chancuco. Estaba impresionado por la hora que era.
Llegué, me preguntaron por mi ruana, respondí con groserías para decir que no
sabía dónde estaba. El cielo seguía oscuro. Tomamos un bus para Tulcán. Al
llegar eran las cuatro y media (aprox.). Empezó a amanecer de a poquitos en
Tulcán. No recuerdo ver a nadie allí. Para mí el pueblo estaba vacío. El suelo
seguía alumbrando, como si fuera de allí de donde saliera la luz, claro está que,
no alumbraba nada. Recuerdo que de repente apareció una camioneta. Llegaron
unas personas, las cuales también se dirigían a Ipiales. Nos montamos en la parte
de atrás; en el platón. Iba de pie en el platón, que tenía una capota. Me agarré de
una varilla. Empecé a hablar de antropología a un compañero de cuarto semestre.
Mientras tanto me tambaleaba un poco y miraba la carretera que pasaba frente a
mis ojos. Empecé a preguntarle si había leído a Luis Guillermo Vasco. La
respuesta de él me generó molestia. Le dije que cuando yo estaba en segundo
semestre ya me había leído todo lo que él tenía. Repetía una y otra vez que Vasco
era fundamental para la antropología colombiana. Lo que ellos me cuentan es que

91
empecé a explicarles lo que implica la chuma y lo que implica ser Auca. De ello no
recuerdo mucho, aunque según ellos (o eso creo), mis ideas eran coherentes.

Llegamos a Ipiales. De ahí tomamos un taxi hasta Aldana. En el camino le decía


una y otra vez a Natalia que el bus la había dejado, que teníamos que llamar a
Luis Alberto para que nos esperara, pues salíamos todo el grupo a las cinco y
media de la mañana del sábado. Eran las cinco. El día empezó a aclarar. El cielo
se veía con tonos azules oscuros que empezaban a ser suavizados por la luz del
sol. Al llegar a Aldana no recuerdo bien qué se hizo la gente. Lo siguiente que
recuerdo es estar llegando a la vereda Chitaira (donde me estaba quedando).
Entré a la cocina en donde todos estaban reunidos. Me senté y empecé a hablar.
Me preguntaron si había almorzado. Les dije que no comía desde ayer. Esa
premisa desencadenó en ellos rostros de desentendimiento. Me dijeron que por
qué decía eso si yo había desayunado allá por la mañana. Yo respondí que por
eso, que ayer había desayunado allí, pero que hoy no había comido nada. No
entendieron, entonces me preguntaron si quería almuerzo. Respondí que prefería
desayuno, pues eran las seis. El cielo ya estaba pintado de azul claro. Me dijeron
que por qué desayuno si eran las seis de la tarde. Yo me extrañé y les dije que
eran las seis de la mañana. En ese momento recordé que nos íbamos a las cinco
y media, por lo que llamé a Danilo para que hablara con Guava y así, nos
esperaran. Él no me entendió mucho, me dijo que me relajara (o eso recuerdo).
Luego me llamó Luis Alberto (Guava) y al escucharme se dio cuenta que estaba
chumado. Le dije que me disculpara pero que estaba muy chumado. Colgamos,
luego le mandé un mensaje de texto para que le dijera a Danilo que me comprara
seis mil pesos en Chapil. Que esperaba no fuera mucha molestia, pedí disculpas
en el mensaje y le mandé un abrazo. Posterior a eso, entré. Me sirvieron almuerzo
y empezaron a preguntarme por lo que había tomado. Les decía que chancuco del
propio. Me señalaban que no entendían por qué pensaba que eran las seis de la
mañana. Les respondí que yo me había quedado en Chiles toda la madrugada
tomando. Respondieron que no, que no había pasado más que unas horas. Eran
las seis de la tarde. Yo no entendía lo que decían. Les costó más de media hora
explicarme que no había pasado un día completo. Me costó entender más de

92
media hora que estaba anocheciendo. Luego de entender, salí y al mirar el cielo
efectivamente estaba oscureciendo. El mundo volvió a dar vuelta. Tomó otro orden
para mí. Retornó el orden de día anterior. En ese momento la chuma se me pasó.
Me sentí cansado. Me recomendaron irme a descansar un poco. Fui y apenas
toqué la cama caí en un profundo sueño. Me desperté luego de un buen rato. Miré
a mí alrededor y sólo estaba Rosa mirando televisión. Le pregunté qué horas eran.
Me respondió han de ser las nueve o diez. ¿Qué será? Pensé que se me había
hecho muy tarde, salí corriendo y abrí la puerta. Al mirar el cielo era de noche, sin
embargo pensé que eran las nueve de la mañana. Corrí a la cocina. Entré y
estaban reunidos tomando hervidos. Me preguntaron que si me sentía bien. Les
pregunté la hora. En coro me respondieron ¿Otra vez? Luego risas. Me dijeron
que las once de la noche. Me calmé y me senté al lado del fogón. Tenía un poco
de pena. Todos se reían de mí. Yo apenas reía y soportaba las burlas. Me dieron
algo de comer y fui a recostarme vuelta, pues mañana amanecería y nos
encaminaríamos de regreso a Bogotá.

Quedó grabado en mi mente un mundo a vueltas, acontecimientos arremolinados


que no dejaban de rondar mi cabeza. Al recostarme para dormir, no podía dejar de
pensar en la cantidad de vueltas que había dado el día. Las situaciones, las
personas, las conversaciones. El día, la noche, el amanecer y el atardecer.
Vueltas de un día que en principio nacía y que luego dio vuelta para agonizar y
traer de regreso la noche. Giros de luz, giros de mundo. Vuelta en mí, chuma en
mí. Una chuma que como el tiempo, se movió en espirales, vueltas que marean el
pensamiento. Adelantó el mundo, me adelanté y me devolví. Pasado y futuro que,
finalmente se unieron para traerme al presente, el ahora. Ir y venir, vaivén, danza
de una chuma que me movió en el tiempo.

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Bibliografía

ARANGO, Valentina. (2011). Caminaré al vaivén del tiempo:Reflexiones sobre el


tiempo en Aldana. Trabajo de grado para optar por el título de antropóloga.
Bogotá: Universidad Nacional de Colombia

LIRA, Jorge A. (1982). Diccionario kkechuwa-español. 2a. ed..--Bogotá : SECAB

ORTIZ HERNÁNDEZ, Natalia. (2011). Chancuco, aguardiente y trampa. Una


etnografía de Aldana (Resguardo Indígena de Pastás). Trabajo de grado para
optar por el título de antropóloga. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia

REINA, María Inés. (2010). Manifestaciones de los taitas guacas en el resguardo


de Pastás. Trabajo de grado para optar por el título de antropóloga. Bogotá:
Universidad Nacional de Colombia

RIVERA MORATO, María del Pilar. (2010). Entre el viento, el monte y la cocha: El
mal aire y los espíritus del Monte en el Resguardo indígena de Pastás. Trabajo de
grado para optar por el título de antropóloga. Bogotá: Universidad Nacional de
Colombia

VASCO URIBE, Luis Guillermo. (2002). Entre selva y páramo viviendo y pensando
la lucha india. Bogotá: Instituto Colombiano de Antropología e Historia.

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