Está en la página 1de 38

BIENVENIDOS

MUERTE Y DUELO

Docente: GLADYS MERY MARTÍN BERNAL


LA MUERTE
La muerte siempre ha sido y será un tema del
que pocos quieren hablar, sin embargo desde
tiempo inmemorial el hombre ha rendido
culto a sus muertos y esto se ha reflejado en
los diferentes rituales y formas de entierro.
La condición humana de seres finitos
determina y obliga a caminar en un solo
sentido; cada segundo que transcurra será
irreparable un segundo después. El tiempo
aparece como una línea que une la vida con
la muerte.
El hecho de no ser libres para determinar la
muerte, aceptarla, integrarla y vivir con
ella, por su carácter de irreversibilidad,
dificulta poder asimilarla a otras
experiencias de la vida y por lo tanto
comprenderla.

La angustia de la muerte ha sido


considerada como la angustia mas profunda
del hombre
La mayoría de los profesionales de la salud
elegimos esta profesión para beneficiar a
las personas que nos solicitan ayuda, pero
cuando esa ayuda tiene que ver con la
experiencia de la muerte y el duelo, hay algo
que limita nuestra capacidad para ayudar.

Como seres humanos, los miembros del


equipo de salud, debemos reconocernos
vulnerables para poder comprender que las
situaciones de duelo y muerte en nuestros
pacientes nos van a afectar
La muerte es la pérdida total de las
funciones vitales. Estancanti define la
muerte como la conclusión de la
existencia terrena e histórica del hombre,
símbolo de la finitud del ser, que sufrida
de forma impotente y pasiva no esta en
manos del hombre poder evitarla.
La muerte, es el acontecimiento universal
por excelencia que, en cierta forma, le
confiere intensidad y valor a la vida; lo
cual según Kubler, permite configurar una
vida más consciente, para ser más
responsable con propia existencia y para
madurar más intensamente
La muerte es la compañera inevitable de la
vida, es su etapa final. Puede ocurrir a
cualquier edad, repentinamente o después de
padecer una larga enfermedad.

A pesar de saber que algún día tendremos


que morir, el fallecimiento de un ser querido
resulta un hecho terrible, muy difícil de
aceptar, que afecta nuestro yo. Cuando se
rompe el vínculo con la persona fallecida, el
sufrimiento es tan grande, que se ponen en
tela de juicio los fundamentos del ser, de la
existencia humana y nuestras más profundas
creencias, afectando de manera importante
las relaciones familiares y sociales básicas.
Si bien es cierto que la muerte es una realidad
especialmente difícil de entender; hoy en día lo
es más, porque en la era del mundo
globalizado se fomenta la ilusión de que
vamos a vivir muchos años y se alimenta la
negación de la realidad de la muerte.

Nuestros antepasados, vivían en un


mundo donde la muerte de las personas y
de los animales se vivenciaba como algo
natural. Se moría en casa, rodeado de los
seres queridos y de sus “cosas” (su cama,
su cuarto, su aroma).
Otro aspecto importante a considerar es
el sufrimiento que genera la muerte.
El sufrimiento, según Sadrin, es la
respuesta emotivo/afectiva negativa,
desagradable, generada en los más altos
centros nerviosos por el dolor y por otras
situaciones que psicológicamente se
le asemejen, como pérdidas de personas
queridas o de objetos de amor
importantes, con la consiguiente
depresión, estrés, ansiedad y frustración
que suele acompañarlo
DUELO
La vida es real, incontrolable, inabarcable y compleja.

A menudo resulta inteligible: Aparecen y desaparecen


las alegrías y las penas, los éxitos y los fracasos, las
risas y las lágrimas, las gracias y as desgracias. Y
como parte de la vida está la muerte.
A pesar de saber racional e intelectualmente que
somos mortales el fallecimiento y pérdida de un ser
querido resulta un acontecimiento traumático y
terrible, de difícil aceptación, aunque
paradójicamente sólo el milagro de la aceptación
hará posible la integración de la pérdida.
DEFINICIÓN DE DUELO

El duelo (del latín “dolor”, dolor) es la


respuesta a una pérdida o separación.
El duelo es una respuesta normal y
natural ante el dolor que nos produce
la ausencia de la persona querida o
amada.

Se sufre porque se ama.


El duelo es, por tanto, algo
personal y único, y cada
persona lo elabora y lo
experimenta personalmente.
Pero todo duelo produce reacciones
humanas comunes, como son:

Repercusiones físicas: náuseas,


palpitaciones, opresión en el tórax y
garganta, cervicalgia, cefalea, pérdida de
apetito, disfagia, insomnio, fatiga, disnea,
dolor de espalda, visión borrosa, etc.
Repercusiones psíquicas:

llanto, tristeza, ansiedad, angustia,


falta de concentración, pesadillas,
inapetencia, pasividad, pensamiento
absorto, etc.
DESARROLLO

El duelo es una experiencia ambivalente:


Se presenta como posibilidad y riesgo.

Posibilidad de maduración, que hace que el ser


humano toque el mayor fondo y emerja renaciendo a
la vida, adaptándose a la pérdida y volviendo a vivir
de manera sana en un mundo nuevo en el que
ese ser querido nunca más estará. Si aprovecha
este sufrimiento y dolor y lo sabe elaborar sale
fortalecido psíquica y espiritualmente.

El riesgo es de cronificación al hacer un duelo


incompleto o mal elaborado que requerirá de
tratamiento psicológico o psiquiátrico.
EL DUELO COMO
PROCESO

Todo duelo es un proceso natural en el que


el doliente atraviesa una serie de fases,
aunque la persona en duelo no
necesariamente debe pasar por todas ellas
ni seguir una determinada secuencia.
Cada persona siente el duelo según su
idiosincrasia, personalidad y recursos
personales.

Es evidente que la gama del pesar, su


intensidad y su duración, varían según
la personalidad de cada uno y según el
valor que represente la persona perdida.
¿Qué se puede hacer ante una persona
que sufre un duelo? ACOMPAÑARLE.
Y acompañar no es simplemente estar
junto a él. Es estar totalmente con él,
implica todo el estar, una presencia
emocional.
El ser doliente diferencia perfectamente
quién está en él y con él y quién
simplemente cumple un papel o roll.
Acompañar supone saber escuchar
empática y transempáticamente.
No somos conscientes de la importancia
que tiene el acompañante; en un proceso
de duelo es la figura central, porque el
doliente encuentra en el acompañante la
fuerza afectiva de la que carece.
Fases del duelo
 LINDEMANN (1944) 1.- Shock/incredulidad, 2.- Aflicción
aguda, 3.- Reanudación de la vida diaria, 4.- Disminución
de la imagen de estar muerto.
 ENGEL (1964) 1.- Negación, 2.- Aceptación creciente, 3.-
Restitución.
 KÜBLER- ROSS (1969) 1.- Negación, 2.- Depresión, 3.-
Cólera, 4.- Reajuste, 4.- Aceptación.
 HOROWITZ (1976) 1.- Protesta, negación, 2.- Intrusión, 3.-
Obtención, 4.- Conclusión.
 SCHULZ (1978) 1.- Inicial, 2.- Intermedia, 3.-
Recuperación.
 DAVIDSON (1979) 1.- Shock e insensibilidad, 2.- Búsqueda y
ansiedad, 3. Desorientación, 4, Reorganización.
Fases del duelo
 BOWLBY (1980) 1.- Embotamiento, 2.- Anhelo y
búsqueda, 3.- Desorganización y desesperanza, 4.-
Reorganización.
 BACKER ET AL (1982) 1.- Ansiedad, 2.- Ira y
culpabilidad, 3.- Desorganización.
 MARTOCCHIO (1985) 1.- Shock e incredulidad, 2.-
Anhelo y protesta, 3.- angustia, desorganización y
desesperación, 4.- Identificación, 5.- Reorganización
y restitución.
 DELISLE - LAPIERRE (1984) 1.- Crítica, 2.- Crucial, 3.-
Creadora.
 CLARK (1984) 1.- Negación e incredulidad, 2.-
Aceptación creciente de la pérdida, 3.- Restitución
y recuperación.
 D’ANGELICO (1990) 1.- Shock / negación, 2.- Ira /
depresión, 3.-
Comprensión / aceptación.
FASE 1ª

 SHOCK, INSENSIBILIDAD, ESTUPEFACCIÓN,


Nada parece real al doliente, está como en trance,
no puede concentrarse ni tiene energía, está
aturdido, paralizado, como anestesiado. Esta
situación responde a un mecanismo de protección
ante la amenaza de un dolor psíquico y confusión
intolerables. Es un escape natural y temporal, que
amortigua el impacto inmediato y ayuda a ir
asimilando la terrible realidad.

Aunque haya una aceptación intelectual de la


pérdida el proceso emocional es lento y puede durar
días o meses.
NEGACIÓN, INCREDULIDAD.

El doliente habla del fallecido en tiempo


presente, no renuncia a la esperanza de
que va a volver, “no ha ocurrido nada”,
“no es a mí”.
PÁNICO.
El doliente sólo puede pensar en la pérdida y está paralizado por el miedo,
miedo a perder los nervios y el control, a no poder concentrarse, a volverse
loco, a lo desconocido, al futuro.

El doliente está emocionalmente desorganizado, se siente solo, triste, vacío,


confuso, desamparado y desesperado. La idea del suicidio no es infrecuente.

Las emociones que se experimentan al ser expresadas ayudan a que afloren


las frustraciones. Hablar del fallecido y llorar alivia y hace que se compartan
sentimientos con otros. El identificar estas emociones: “estoy triste, estoy
furioso, estoy dolido” desahoga y sirven de cauce para que las penas fluyan.

Madoz describe en esta fase los comportamientos siguientes: Los que


bloquean la percepción como desmayos, desfallecimientos, estados
crepusculares (estar traspuestos), o bloqueos pseudocatatónicos (inmóvil,
rígido y sin respuesta).

Los que alteran la motricidad: parálisis de partes de cuerpo, inhibición de


movimientos, automatismos, motóricos regresivos (balanceo) o repetitivos sin
sentido.
FASE 2ª
EL SENTIDO DE CULPA.
Relacionado con la pérdida aparece como fenómeno
de autocastigo y auto recriminación: cosas que no
hizo, no dijo o actuaciones que hicieron daño a esa
persona amada. La culpabilidad siempre responde a
la no aceptación y a los sentimientos ambivalentes
que la persona amada produce.

DEPRESIÓN Y ABANDONO. Prima el sentimiento de


desolación, nadie ha sufrido un duelo como el suyo.
La depresión aparece en esta etapa
como un fenómeno normal y sano. Es una necesidad
psicológica, un camino lento para llegar a aceptar
la pérdida y forma parte del proceso de decir adiós
al ser querido.
FASE 3ª

RESISTENCIA A VOLVER A LA VIDA


HABITUAL.
El doliente se siente sin fuerzas, débil
e incapaz de afrontar nuevas
decisiones y situaciones.
El doliente debería abrirse a nuevas
relaciones e iniciar algo diferente, pero no
le apetece y le cuesta, lo cual es muy
normal.
FASE 4ª
AFIRMACIÓN DE LA REALIDAD Y RECUPERACIÓN.
Gradualmente se va abriendo paso la esperanza, se
alternan temporadas buenas con los baches, que
casi siempre coinciden con fechas claves,
aniversarios y fiestas significativas. Se recupera el
sentido de sí mismo, que pasa por aceptar la
pérdida:
“mi hijo ha muerto, mi marido ha muerto”… Se
afronta la dura realidad.
Reconocer el dolor e intentar vivirlo es una
expresión de salud mental. En el dolor no hay
atajos, no se puede huir de él, hay que
atravesarlo. Pero tampoco fijarse en él ni
recrearse victimistamente en él.
EL DUELO EN EL SISTEMA
FAMILIAR
De Von Bertalanffy tomamos las
propiedades de los sistemas por la
utilidad que tienen para comprender el
funcionamiento de los sistemas familiares
y su modo de restablecer el equilibrio
tras una situación traumática.
Totalidad:
La familia como sistema es más que la
suma de personas unidas por
determinados lazos ya que cada una es la
individualidad y en su interrelación una
parte interdependiente del grupo, de
modo que cada cambio en una de sus
partes modifica a todas las demás y por
ende a todo el sistema.
Autoorganización:
La familia se rige por unas pautas de
interacción asumidas por sus miembros
que se van modificando en la medida que
el medio lo requiera. Cada cambio
desequilibra el sistema que evalúa y
cambia su organización interna para
reequilibrarse nuevamente.
Cuanto mayor sea la capacidad de
soportar los cambios y adaptarse a las
situaciones que resulten de los mismos,
mayor será la fortaleza y cohesión del
grupo.
Equifinalidad:
En la familia la enfermedad y muerte de
uno de sus miembros siendo en su
origen un trauma pueden modificar de
tal modo la estructura interna del grupo
que, éste se transforma manteniendo su
coherencia.
Lamentablemente, en nuestro medio, el
equipo de salud ha sido formado para
promover la salud, prolongar la vida,
controlar riesgos, curar y rehabilitar
enfermos, aliviar el dolor físico; pero no
para comprender que en ocasiones su
intervención profesional esta dirigida a
ayudar al enfermo y a su familia a
enfrentar dignamente la muerte y el duelo
y apoyarlos en sus decisiones, lo cual
implica enfrentar no solo problemas
profesionales y técnicos, sino también
emocionales y espirituales.
Al profundizar en el fenómeno del duelo
de médicos : 1.- Vivencia anticipada de
la propia Muerte.
2.- Impotencia ante la muerte del paciente.
Vivencia anticipada de la propia muerte, las
expresiones predominantes fueron: “No sé… el
saber que el paciente va a morir me genera
mucha ansiedad”. “Cada vez que alguien se
moría yo sufría,… vivía mi propia muerte”. “No
aceptaba que se va iba a morir”. “La muerte
de un paciente me recuerda lo vulnerable que
es mi vida”. “Para mi la muerte es un hecho
terrible”. “Nunca estamos preparados para la
muerte”.
AYUDA AL DOLIENTE
1.Proporcionar ayuda emocional. Se trata
de no hablar sino que la ayuda sea de
presencia emocional, contacto y tacto.
2.Aliviar el sufrimiento en la primera fase
del duelo, estar alerta a las reacciones,
facilitarle lo que necesite: respiración,
sedantes, llanto, etc.
3.Facilitar el duelo ayudando a expresar
sentimientos y aceptar de manera
progresiva la realidad.
Todos los estudiosos del duelo están de
acuerdo en afirmar que éste se resuelve
mejor si se cuenta con soporte emocional
y social adecuados, ya que el doliente
aprende que lo tiene que afrontar es el
presente y futuro solo: que cuenta con
familiares y amigos que le ayudan a temer
menos el mundo real, aunque la
experiencia durísima de un duelo la vive
cada cual en su propia soledad. Pero esta
soledad acompañada mitiga el dolor.
Un duelo se da por finalizado cuando el
doliente pueda hablar y recordar al ser
querido con naturalidad, tranquilidad, sin
angustia y haya establecido nuevas
relaciones significativas aceptando los
retos de la vida.
“El duelo es tan natural como llorar
cuando te lastimas, dormir cuando estás
cansado, comer cuando tienes hambre,
estornudar cuando te pica la nariz. Es la
manera en que la naturales sana un
corazón roto”.

Dou Manning “No me quites


mi duelo”

También podría gustarte