CUENTOS CORTOS

EL SECRETO DEL CENTRO

COMERCIAL

EL MOHAN
 EL SECRETO DEL CENTRO COMERCIAL

En el corazón de la vibrante ciudad de Ibagué, un

bosque frondoso y antiguo, conocido como el Bosque de
Los Susurros, se erguía como un oasis de verde en
medio del cemento y el bullicio urbano. Entre sus
árboles centenarios, cubiertos de musgo esmeralda y
susurros ancestrales, habitaba el Mohan, una criatura
mítica de la cultura tolimense, protector de la
naturaleza y guardián de los secretos del bosque.
El Mohan, una criatura de imponente presencia, poseía
una piel verde oliva cubierta de escamas iridiscentes,
ojos que brillaban como brasas ardientes y una voz que
resonaba como el trueno entre los árboles. Su fuerza
era legendaria, capaz de derribar árboles con un solo
golpe y controlar las fuerzas de la naturaleza a su
voluntad.
Las leyendas sobre el Mohan eran abundantes entre los
habitantes de Ibagué. Algunos lo consideraban un
espíritu benigno, protector de los animales y las
plantas, mientras que otros lo temían como un ser
diabólico, responsable de desgracias y eventos
inexplicables.
Sin embargo, para la comunidad que vivía al borde del
Bosque de Los Susurros, el Mohan era más que una
simple leyenda. Era una parte integral de su existencia,
una presencia invisible que mantenía el equilibrio en el

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ecosistema y protegía sus hogares de los peligros del
mundo exterior.
Un día, la tranquilidad del bosque se vio interrumpida
por la llegada de un grupo de empresarios ambiciosos.
Sus planes de progreso y modernización amenazaban
con destruir el Bosque de Los Susurros para dar paso
a la construcción de un colosal centro comercial, un
gigante de cristal y acero que albergaría tiendas,
restaurantes y cines.
La noticia conmocionó a la comunidad, que desde
siempre había venerado el bosque y sus leyendas. Las
familias que vivían al borde del bosque se unieron en
protesta, implorando a los dueños del proyecto que
reconsideraran su decisión.
Sin embargo, las súplicas cayeron en oídos sordos.
Para los empresarios, el bosque era solo un obstáculo
en su camino hacia la riqueza y el éxito. Las máquinas
devoradoras de tierra se adentraron en el bosque,
talando árboles centenarios y abriendo paso a la
construcción.
El Mohan, al enterarse de la inminente destrucción de
su hogar, se llenó de ira y tristeza. Desde las sombras,
observaba como las máquinas devoraban la tierra,
talando árboles y abriendo paso a la construcción. La
comunidad, a pesar de su temor al Mohan, se unió en
protesta, organizando manifestaciones y bloqueando el
acceso a la obra.

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Los obreros, entre murmullos y temores, comentaban
extraños sucesos: las herramientas se movían solas, las
máquinas se atascaban con musgo en las noches y una
extraña niebla envolvía la obra al amanecer. Algunos
incluso decían haber visto al Mohan entre los árboles,
sus ojos brillantes observándolos con una furia
contenida.
Cediendo a la presión de la comunidad y a la extraña
serie de eventos inexplicables, los dueños del proyecto
decidieron integrar una pequeña porción del bosque al
centro comercial, creando una especie de oasis verde
en medio de la jungla de concreto. La inauguración del
centro comercial fue un evento lleno de pompa y
celebración, con música, globos y discursos de
progreso y desarrollo.
Sin embargo, en la oscuridad de la noche, mientras las
luces del centro comercial se apagaban y el silencio
reinaba, el Mohan emergió de su escondite. Sus ojos
brillaban con una furia contenida y su voz retumbaba
como un trueno entre los pasillos vacíos.
El Mohan recorrió el centro comercial, observando con
desdén las tiendas lujosas y los restaurantes opulentos.
Su ira crecía con cada paso, al ver cómo el bosque que
una vez fue su hogar se había convertido en un símbolo
de la codicia y la destrucción humana.
En su camino, el Mohan se encontró con el dueño del
centro comercial, un hombre arrogante y egocéntrico
que había amasado su fortuna a costa del medio

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ambiente. El Mohan lo confrontó, acusándolo de su
codicia y falta de respeto por la naturaleza. El hombre,
aterrorizado, intentó huir, pero el Mohan lo atrapó con
su fuerza sobrenatural.
En un juicio rápido y despiadado, el Mohan examinó el
corazón del hombre, buscando algún vestigio de bondad
o arrepentimiento. Pero solo encontró avaricia y
desprecio. Con un rugido feroz, el Mohan transformó al
hombre en un árbol, condenándolo a vivir para siempre
en el centro comercial que había construido, como un
recordatorio constante de su crimen.
Desde entonces, se dice que el Mohan recorre los
pasillos del centro comercial en las noches, buscando a
aquellos que han dañado al medio ambiente. Si
encuentra un corazón puro, deja una planta en su casa
como señal de su aprobación. Pero si encuentra un
alma corrompida, la transforma en un árbol, uniéndola
al bosque que una vez fue su hogar.
El centro comercial, ahora envuelto en un aura de
misterio y temor, se ha convertido en un extraño
monumento a la naturaleza y a la justicia. Los árboles
que crecen entre sus paredes son un recordatorio de la
conexión profunda que existe entre el hombre y la
tierra, y una advertencia para aquellos que osan
desafiar el equilibrio del mundo natural.
Los rumores sobre el Mohan y su presencia en el centro
comercial se extendieron por toda Ibagué, atrayendo a
curiosos y temerarios que buscaban una experiencia

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paranormal. Algunos acudían al centro comercial con
la esperanza de ser bendecidos por el Mohan, mientras
que otros buscaban emociones fuertes y escalofríos.
Una noche, un grupo de jóvenes aventureros,
impulsados por la adrenalina y la curiosidad, se
adentraron en el centro comercial después del cierre.
Ignorando las advertencias de los vigilantes, se
adentraron en los pasillos oscuros y vacíos, buscando
un encuentro con el Mohan.
De repente, un escalofrío recorrió sus cuerpos. Un
susurro helado rozó sus oídos, y una niebla espesa
comenzó a envolverlos. La temperatura descendió
abruptamente, y una sensación de opresión se apoderó
de ellos.
En medio de la niebla, una figura imponente emergió de
las sombras. El Mohan, con su piel verde oliva y sus ojos
brillantes como brasas, los observaba con una mezcla
de curiosidad y furia. Los jóvenes, aterrorizados,
intentaron huir, pero las puertas del centro comercial
se habían bloqueado misteriosamente.
El Mohan se acercó a ellos, su voz retumbando como un
trueno en el silencio. Les preguntó sobre sus motivos
para estar allí, sobre su respeto por la naturaleza y su
relación con el medio ambiente. Los jóvenes,
temblorosos y arrepentidos, confesaron sus faltas y
prometieron cambiar sus hábitos para proteger el
planeta.

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El Mohan, conmovido por su sinceridad, decidió
perdonarlos. Con un gesto de su mano, la niebla se
disipó, las puertas del centro comercial se abrieron y
los jóvenes pudieron escapar, jurando nunca volver a
dañar la naturaleza.
Desde ese día, el Mohan se convirtió en un símbolo de
esperanza para aquellos que buscan proteger el medio
ambiente. Su presencia en el centro comercial sirve
como un recordatorio constante de la responsabilidad
que tenemos hacia nuestro planeta y de las
consecuencias que nuestras acciones pueden tener.
El Bosque de Los Susurros, aunque reducido en
tamaño, sigue siendo un refugio para la flora y la fauna
local. La comunidad que vive al borde del bosque lo
protege con fervor, conscientes de la importancia de
preservar este espacio natural y de la conexión que
tienen con el Mohan, el guardián eterno del bosque.
La historia del Mohan del Centro Comercial se ha
convertido en una leyenda urbana en Ibagué, una
advertencia para aquellos que buscan explotar la
naturaleza sin respeto, y una esperanza para aquellos
que luchan por un futuro más verde y sostenible.

Autor: Pomponio

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FRANCISCO FABIANY MOLINA BUSTOS
MAGISTER EN TERRITORIO,
CONFLLICTO Y CULTURA
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Magister en territorio conflicto y
cultura, apasionado por las tradiciones
colombianas y la literatura, busco
reinventar las leyendas colombianas,
adaptándolas a contextos modernos y
relevantes para la sociedad actual. Mi
objetivo es utilizar el poder de las
historias para concientizar sobre
temas sociales importantes actuales,
como la igualdad, la justicia, la
sostenibilidad y la preservación de la
cultura.

EDUKIVOTOS
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