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Departamento de Español

Profa. Melany Calderón

Don Joaquín García Monge y la literatura costarricense


Arnoldo Mora Rodríguez
Semanario Universidad
2019

Don Joaquín se expresa así de su creación literaria: ”Y ahora terminemos con


algunas noticias acerca de la producción propia, muy escasa, muy modesta; me he
inclinado más a servir a los demás”.
Antes de 1900, con el pseudónimo de El Lugareño, publiqué en La Prensa
Libre mis primeros artículos de costumbres costarricenses.
En 1900 publiqué tres novelitas: El moto (de factura perediana), Las hijas del
campo(inspirada en las de Zolá), Abnegación (inspirada en Resurrección de Tolstoi).
Con los años, algunas cosas más han salido. La mayoría está en Repertorio.
Recogiendo lo que no se ha coleccionado, podría componer unos dos tomos más con
cosas mías. He de hacerlo antes de morir. En 1917 publiqué otro librito: La mala
sombra y otros sucesos (muy estimado en el exterior). Y nada más por el momento.”
En el texto que hemos citado, merece destacarse la frase que podría ser la clave
del estilo y la actitud de Don Joaquín en materia literaria. La frase de marras es la
siguiente: “Me he inclinado más a servir a los demás”. Es la misma actitud que Don
Joaquín asume frente a la filosofía y el pensamiento puro, la misma que asume frente a
la política, la religión y el arte.
Para Don Joaquín, como claramente lo dice en otra carta suya, inédita hasta la
publicación de sus Obras escogidas por su hijo, el Dr. Eugenio García Carrillo, en su
vida sólo hubo un absoluto, solo hubo un Dios: la justicia, o, para decirlo con sus bellas
palabras: “creo en el Destino como justicia por encima de los dioses y de los hombres”.
Y añade más adelante: “Por lo demás he creído en estos dos bienes supremos: la
justicia civil y la libertad. Por ambos he luchado. Así como por la belleza y el bien”.
Para García Monge, por ende, carecía de sentido el arte por el arte; la búsqueda
de la belleza y de la perfección formal estaba subordinada al valor supremo de la
justicia y la libertad, es decir, al ser humano. El fondo predomina sobre la forma, el
tema sobre el estilo, el testimonio sobre las ideas abstractas.
Lo que importa para Don Joaquín son los valores humanos, subordinando a tal
objetivo incluso la inspiración o el sentimiento y la creación estéticas.

“Preparémonos para abrir horizontes, para abrir el corazón”


Papa Francisco
Departamento de Español
Profa. Melany Calderón

Tal fue la meta suprema de García Monge, que le llevó espontáneamente a


adoptar un estilo o estética para expresar su propia creación literaria: el realismo social,
que en esa época (finales de siglo) apenas era cultivado en lengua española por algunos
espíritus visionarios de las letras y el pensamiento.
Para Don Joaquín, escribir no fue un fin en sí mismo, sino un medio para luchar
por la justicia social y la dignidad humana. De ahí que sean los sectores marginados de
la sociedad los personajes más destacados de sus obras, y la descripción desgarradora de
su situación, el objeto de sus técnicas literarias.
Ante tal concepción de la vida en general, y de la literatura en particular, ¿qué
mejor instrumento de expresión literaria que el realismo social? Joaquín García Monge
fue el escritor comprometido por excelencia desde sus primeros escritos. Su gran
novedad en nuestro medio estriba en que no quiso describir al campesino como si le
fuese una realidad extraña, sino con una identificación total de clase social.
Su literatura es una literatura popular, si por tal se entiende no el escribir
sencillo, que también fue preocupación del Maestro García Monge, mil veces repetida,
sino describir la realidad de su pueblo desde dentro, desde su propia entraña.
Para Don Joaquín el campesino costarricense es una realidad demasiado seria
como para convertirla simplemente en objeto de ficción literaria; no se interesa en sus
costumbres, habla vernácula o indumentaria únicamente por lo pintoresco, que es todo
lo que hace un escritor de mirada superficial y foráneas, sino porque detrás de esas
realidades exteriores descubre el drama de la injusticia y la miseria; detrás de esos
rostros prematuramente envejecidos, adivina el reflejo de exigencias de libertad nunca
satisfechas, de una dignidad nunca reconocida; detrás de esos hombres y mujeres, ve la
interpelación por la justicia y el dolor de la explotación.
Desde su juventud, Don Joaquín hizo suyo el destino de su pueblo, y vio
hermanos en los más humildes de su compatriotas.
Por ello, no necesitó salir de su terruño desamparadeño para descubrir al ser
humano en toda su dimensión, haciendo suyo el drama de su destino como clase social.
Esto nos explica por qué la corriente estética, insisto, que mejor expresó esa
visión de mundo fue el realismo social.

“Preparémonos para abrir horizontes, para abrir el corazón”


Papa Francisco
Departamento de Español
Profa. Melany Calderón

“Preparémonos para abrir horizontes, para abrir el corazón”


Papa Francisco

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