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rotas
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Experimentos similares de diversos investigadores a través del tiempo, han
desarrollado “la teoría de las ventanas rotas”, muy utilizado en criminología, y
que concluye que el delito es mayor en zonas donde el descuido, la suciedad, el
desorden, el abuso, el maltrato y la desconsideración por el prójimo, son mayores.
Un experimento simple indica, que, si por casualidad se rompe una ventana en
una casa, y pasa el tiempo y nadie la repara, pronto, muchas ventanas en
diferentes casas estarán en la misma condición. Si una comunidad, sea cual
fuere, exhibe signos de deterioro, que parecen no importarle a nadie, entonces
estos crean las condiciones para que surja y prospere lo antisocial. Lo mismo
ocurre con conductas, como, por ejemplo, estacionarse en lugares prohibidos,
exceder el límite de velocidad, o pasarse una luz roja; si estas “pequeñas fallas”, no
son inmediatamente sancionadas, entonces se convertirán en parte de la rutina
cotidiana, e irán conduciendo, como a poco, a faltas más graves. La ausencia de
parques, jardines públicos y privados, ornamentación ciudadana como estatuas y
monumentos, la presencia de calles descuidadas y sucias, de terrales yermos,
montañas de basura, de zonas mal iluminadas, constituyen áreas que pronto
caerán en manos de la delincuencia. La conclusión final es que, ante el descuido,
el deterioro y el desorden, crecen los males sociales y se deteriora
rápidamente la conducta individual y colectiva de la comunidad.
Lo mismo ocurre en las empresas. Un área de trabajo limpia, ordenada,
estructurada, invita al respeto, el compromiso y la productividad. A nivel de
relaciones interpersonales, cuando éstas son saludables, se genera empatía,
colaboración, apoyo, trabajo en equipo y liderazgo, surgiendo la sinergia y
reforzando los principios y valores de la convivencia humana. La mejor actitud
que podemos mostrar, si queremos alcanzar altos niveles de productividad, en
una operación segura y con excelente clima laboral, es la de fomentar entre
nosotros relaciones sanas, respetuosas, humanas y empáticas. Toda forma de
violencia, abuso, incomprensión, desprecio, segregación, soberbia, ocultamiento
de la verdad o sensación de injusticia, actúa como disparador, a través de ciertos
códigos psicológicos, de conductas indeseables, que rápidamente nos alejan de la
colaboración productiva, y nos llevan a la violencia, el egoísmo, la desidia y la falta
de compromiso.
Aristóteles
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