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¿Por qué destituyeron al contador del hospital?

El caso del doctor Espíndola

El doctor Manuel Hernández, director de un hospital público de la ciudad de Monterrey, Nuevo León, ante la renuncia presentada por el doctor José
Espíndola, el mejor cardiólogo del hospital, quiso retenerlo al ofrecerle un pequeño aumento de sueldo y permitirle un mejor horario de trabajo que
el de los otros médicos, siempre y cuando atendiese a los pacientes asignados. El doctor Espíndola argumentaba que él perdía mucho al no poder
atender a los pacientes que lo buscaban en su consultorio particular y que, por otra parte, el sueldo que percibía en el hospital no era suficiente. No
obstante la fuerza de sus argumentos, el doctor Espíndola terminó por ceder a la petición del doctor Hernández y acordaron que este último se
encargaría de llevar a cabo los trámites necesarios para cumplir lo prometido. Al solicitar el doctor Hernández al contador Sergio Ruiz, jefe de finanzas
de la institución, que efectuara los trámites necesarios para elevar el sueldo del doctor Espíndola, se le informó que no era posible debido a la
normatividad interna.

Ante la negativa, el doctor Hernández argumentó molesto que no podían ser burócratas y dañar vidas por trabas administrativas. Añadió que el
doctor Espíndola colaboraba siempre con el hospital aun fuera de su horario normal y el aumento que solicitaba era pequeño dado su prestigio, pues
tan sólo ascendía a $5 000.00 mensuales, lo que, afirmó, era poco comparado con el costo de las demandas que el hospital había tenido que pagar
por errores cometidos por otros médicos. La última había sido de $150 000.00, lo que elevaba la suma anual de este concepto de gastos a $3 000
000.00, y que eso sí estaba por completo fuera de una partida presupuestal y, sin embargo, sí lo resolvían, pues se trataba de órdenes judiciales. Por
otra parte, el director consideraba muy difícil reemplazar al doctor Espíndola, debido a su elevado nivel profesional. A pesar de las argumentaciones
del doctor Hernández, el contador Ruiz continuó objetando hasta que se retiró sin llegar a ningún acuerdo; sin embargo, el director consideró que
con lo que había dicho, el contador resolvería el problema. El día de la quincena el doctor Espíndola se dio cuenta de que su salario no se había
incrementado.

Se dirigió a la jefatura de finanzas, donde preguntó por su aumento al contador Ruiz, quien le informó que no era posible pues no procedía conforme
a las regulaciones salariales vigentes en el hospital. De inmediato, el doctor Espíndola se retiró y procedió a elaborar y firmar Msu renuncia, para
entregarla al director.

Este hecho molestó al doctor Hernández, que en el acto mandó llamar a Ruiz. Al tenerlo frente a él solicitó su renuncia. El contador se limitó a decir
que no había motivo legal para ser despedido y que demandaría a la institución, pues si no aplicaba la norma incurría en responsabilidad, y de no
acatar las órdenes del director también sería despedido.

Ante la negativa del jefe de personal de aumentar el sueldo del doctor Espíndola, el doctor Manuel Hernández, director del hospital, toma la decisión
de despedir al señor Pérez. Ante esta situación, el subdirector de hospitales de la región le solicitó al director que lo reinstalara debido a que la
rescisión del contrato de Pérez estaba mal fundada y no proceda el despido; además, llego a un acuerdo para que reubicaran en otra unidad al señor
Pérez y enviaran al hospital a un nuevo jefe de personal, con la idea de que se solucionaría el problema del doctor Espíndola, a quien le había ofrecido
que el aumento se llevará a cabo en cuanto llegara el nuevo jefe de personal. El licenciado Morales, nuevo jefe de personal, también se negó a realizar
el aumento solicitado por el director del hospital, argumentando que no era posible incrementar el sueldo de un médico en particular, por muy
talentoso que fuera. En cambio le sugirió al doctor Hernández otra opción para solucionar la situación: “Creo que la normatividad permite otorgar
ingresos adicionales a los médicos que realicen labores de docencia y capacitación en el hospital, se le puede compensar”. El doctor Hernández
comentó aliviado: “En principio me agrada tu idea, ya que con ella se solucionan dos problemas: la falta de capacitación de los médicos cardiólogos
y me ayudas a retener al doctor Espíndola, ya aprendí a no precipitarme, déjame analizar si no hay restricciones de otro tipo y otras consecuencias
porque no quiero volver a cometer otro error”.

Debido a los problemas que tuvo que enfrentar el director del hospital, el doctor Hernández decidió tomar un curso de administración por objetivos.
Con base en los conocimientos adquiridos en el curso, el doctor Hernández determinó fijar objetivos basados en indicadores de impacto; a saber, de
desempeño y eficiencia. Con objeto de elevar el nivel de calidad del hospital, el doctor Hernández, director del nosocomio, le solicitó al doctor
Espíndola que generara un sistema de medición de calidad total para que por semana se analizaran los datos reunidos y se formaran estadísticas de
estudio para localizar fallas en los procesos y servicios de salud proporcionados a los pacientes.

Como consecuencia de las mediciones de calidad, el doctor Hernández determinó la necesidad de certificar al hospital con la norma ISO 9000:2000
en sus ocho principios:
1. Orientación al cliente.
2. Liderazgo.
3. Involucramiento del personal.
4. Enfoque basado en procesos.
5. Administración con enfoque de sistemas. 6. Mejora continua.
7. Toma de decisiones con base en hechos. 8. Relación de beneficio mutuo.

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