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Enajenación

y teatralidad
del poder
en El relojero de Córdoba
de Emilio Carballido

Julio Isla Jiménez

E
n la pieza teatral El re- el contrario, discurre de manera recreación histórica de vocación
lojero de Córdoba (1958) directa y lineal a través de sus dos arcaizante, desvinculada de los pro-
del dramaturgo mexi- jornadas, con una deliberada au- blemas del presente. Antes bien,
cano Emilio Carba- sencia de artificios que busca estar como intentaremos demostrar, en
llido (1925-2008), no a tono con el asunto de la obra que esta obra se plantea una reflexión
encontraremos las técnicas teatra- tiene lugar algunos años después sobre una problemática que no deja
les experimentales y de vanguardia de la fundación de la ciudad de de tener vigencia: los efectos que el
que se emplean con frecuencia en el Córdoba (1618) en el estado mexi- ejercicio del poder absoluto tienen
teatro hispanoamericano contem- cano de Veracruz, cuna, asimismo, sobre el individuo, en particular
poráneo. No habrá rupturas tem- de Carballido. la enajenación1, y algunos de los
porales, estructuración dramática Sin embargo, a pesar de su medios de que se vale el poder para
fragmentaria o un empleo singular formato tradicional, El relojero de alcanzar sus fines de control social:
del espacio escénico. La acción, por Córdoba está lejos de ser una mera la corrupción y la teatralidad.

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Para abordar estos aspectos entre sí y que establecían una aun cuando alguien quisiera cues-
del poder, hemos dividido nuestro relación viva y armónica entre tionarlos, no hay contra quién
estudio en dos partes: en la primera, las partes y el todo. Un mundo dirigir las críticas, ni una cabeza
recordaremos algunos sucesos de suficiente, cerrado al exterior visible a la cual echarse abajo. Las
la acción dramática, para ver que pero abierto a lo ultraterreno autoridades supremas que regían el
la enajenación del protagonista se (110-111). orden colonial, el Rey de España
produce cuando entran en conflic- y el Dios católico, se encontraban
to su imaginación y sus deseos con Para mantener compacto e inque- fuera del alcance de cualquier cues-
el rígido orden social en el que vive. brantable este “mundo suficiente” tionamiento: la metrópoli, allende
En la segunda parte nos ocupamos y “hecho para durar” era necesario el Atlántico; Dios, más allá de todo
de dos aspectos del poder presentes que el poder sea ejercido de manera lo cognoscible. Un régimen tan
en la obra. Primero, veremos que la omnímoda, vigilando y reprimien- hermético como este tenía que pro-
enajenación no afecta únicamen- do la menor perturbación del ducir la enajenación del individuo
te al individuo, pues el poder que orden. Pero había otra circunstan- que no era capaz de ajustarse ple-
busca preservar el orden social, namente al engranaje social.
aun a costa de vulnerar sus propios Pero la enajenación del indi-
principios constitutivos, termina viduo a manos del poder colonial
por enajenarse a sí mismo y a que tiene lugar en El relojero de
quienes lo detentan —funcio- Córdoba no puede entender-
narios y autoridades—, y da se a cabalidad sin recordar
lugar a abusos y prácticas algunos aspectos de la
prevaricadoras, es decir, acción dramática. En
corrupción. Y segundo, esta obra se cuenta la
que en la actuación historia del fabrican-
de funcionarios y ver- te de relojes Martín
dugos y en el gusto Gama y de las peri-
por las ejecuciones, se pecias que tiene que
manifiesta una de las pasar cuando, debido
formas del poder en el a un confuso inciden-
objetivo de alcanzar sus te, es procesado por un
fines: la teatralidad. crimen que no ha come-
tido. Gama es un hombre
1. Enajenación que vive una existencia
del individuo: la equívoca, ya que, a pesar de
imaginación ante que parece poseer cierto talento
el poder para su oficio, este no le permite
vivir con holgura; y, aunque carece
Para entender mejor de qué manera Emilio Carballido. de los medios para subsistir, fan-
se produce la enajenación del indi- tasea y se embarca en grandiosos
viduo en el orden social colonial, es cia que hacía aún más difícil cual- proyectos como el de construir
necesario recordar una caracterís- quier cuestionamiento: mientras un gigantesco reloj con esquele-
tica esencial de este tipo de socie- que en un gobierno opresivo o tota- tos móviles que quiere vender a
dades. A ella se refiere Octavio Paz litario, la imaginación podía identi- las catedrales más importantes de
cuando afirma en El laberinto de la ficar las fuerzas que la constreñían, México. Aunque al comienzo no
soledad: y socavar su legitimidad mediante queda claro si es un visionario o
la denuncia abierta o subrepticia de un soñador, más adelante se verá
La sociedad colonial es un las prácticas represoras, a través del que se trata de un hombre de una
régimen hecho para durar. humor o la ironía, en un régimen gran imaginación. Esta, que podría
Quiero decir, una sociedad colonial las creencias y valores que suponerse una cualidad ventajosa
regida conforme a principios rigen la existencia se presumen in- en cualquier circunstancia, en un
jurídicos, económicos y reli- conmovibles y se encuentran tan régimen como el colonial podía ser
giosos plenamente coherentes profundamente arraigados, que más bien problemática si, por un

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lado, sus creaciones o invenciones dos meses que nadie sabe la hora. clama su inocencia, aduciendo que
entraban en conflicto con el sistema Por eso voy” (16). los embustes contados por Nuño
de creencias vigente, o si le impe- El viaje a Orizaba, provisto le despertaron “los malos senti-
dían desarrollar un sentido práctico de la cuantiosa suma de doscientos mientos” y que “se trataba de…
para ganarse la vida. cincuenta onzas de oro, le supone mentir, y yo dije mentiras” (28). La
Este es el caso de Martín el reencuentro con un viejo cono- mala fortuna de Martín aumenta
Gama y es por ello objeto de las cido, Nuño, quien le relata sus an- cuando en el lugar del supuesto
burlas de su cuñado Diego, que lo danzas en Europa, en donde, según crimen, encuentran el cadáver de
llama: “El profeta de los negocios: cuenta, medró gracias a su falta de un hombre decapitado. Es forzado,
vende relojes de sol en tiempos de escrúpulos. Al relatarle que estuvo bajo amenaza de los peores tor-
nublado, relojes de arena cuando en Venecia, donde se encuentra mentos, a confesar la ubicación de
el aire está húmedo” (11). Como el famoso reloj con el que sueña una cabeza de la cual no sabe nada.
todo hombre imaginativo, Martín Martín, la posibilidad de que Nuño La enajenación de Martín, el
antepone sus sueños a sus necesida- haya estado cerca de él, aunque no divorcio entre lo que imagina y lo
des materiales y se embarca en una lo viera, excita la imaginación del que realmente puede hacer, se ma-
obra extravagante, un reloj cuya relojero. Similar perturbación ex- nifiesta en su anhelo de una vida
construcción parece superior a las perimenta cuando Nuño le cuenta muy diferente a la que lleva. Su en-
fuerzas y a los recursos con los que que embarazó y abandonó a una cuentro con Nuño parece enfren-
cuenta: mujer que Martín pretendió alguna tarlo a la conclusión de que los que
vez sin éxito. En suma, el conocer son como él tienen un lugar asegu-
Hay cuatro evangelistas y dos la vida azarosa y pendenciera de rado en el mundo y les va mejor en
arcángeles. ¡Todos tocan las Nuño, tan opuesta a la tranquila la vida, mientras que a él, ser bueno
campanas! Y lo mejor de todo: pero soñadora que él lleva, despier- y decente no parece haberle servido
cuando suenan las doce, salen ta en el relojero el deseo de atribuir- de mucho. Por ello, con el fin de
doce esqueletos con guadañas, se acciones deshonrosas: adaptarse mejor a la lucha por la
como un desfile. En realidad existencia, reniega de su propio
son tres, pero parecen doce, Y hago otras cosas. Contra- modo de vida y se atribuye uno
y hacen cinco gestos distintos bando de tabaco y… cosas así. completamente diferente. Pero, no
cada uno. (13) Eso deja, pero… hay que tener solo en esta circunstancia se pondrá
carácter, y no parar mientes de manifiesto la enajenación que
Es tal su desinterés por los asuntos en… pequeñeces. Tengo gente padece; lo hará también cuando,
materiales y su abstracción en los a mis órdenes, viajo… Y hay vislumbrando ya la imposibilidad
ideales que, cuando su cuñado se otras cosas, que se presentan, de sustraerse al tormento y a la
queja de que le truenan los huesos y… se pescan al vuelo. (Bebe.) muerte, termina por convencerse
y de que aliviaría su dolor tener las Como ahora en el camino, a sí mismo de que es culpable del
coyunturas dentadas a la manera tuve suerte. Encontré un co- crimen que le quieren imputar. Así
de un mecanismo de precisión, merciante (se ríe), un pobre se lo explica a su esposa Casilda:
Martín, en lugar de condolerse, imbécil. Almorzaba en el borde
se abstrae en la frase “coyunturas mismo de la barranca. Se había MARTÍN.— Hay una cosa
dentadas” y en las ideas que esta le quitado los cueros; éstos. (Se los que he estado pensando
inspira para mejorar su reloj. Asi- quita y los deja con estrépito sobre mucho. Quiero que la recuer-
mismo, a pesar de su exigua clien- la mesa.) Tócalos. Es oro. Y des. La he pensado muy bien
tela, Martín fanfarronea acerca de aquel pobre comía, bebía, en para poder decirla cuando
sus muchos clientes. Cuando por el borde mismo de la barranca. vaya a confesarme: todo esto
razones ajenas a su oficio se ve obli- (Se ríe.) Brindé con él, y… (Da es culpa mía. (…) Yo no he
gado a viajar, se las arregla para un empujón a la mesa, que la vuelca.) sido muy malo, pero es que no
decir: “Tengo asuntos urgentes en No me va mal, siempre hay he podido. Nunca supe cómo.
Orizaba. La profesión es así: lo ne- maneras de ganar algo. (25) Yo veía a todos y quería ser así,
cesitan a uno en todas partes. Hay capaz de cosas de esas que la
que viajar… En algunas ciudades Martín se adjudica un crimen in- gente comenta: “este es muy
no se arregla un reloj hasta que ventado, Nuño lo denuncia y al listo”, “este supo vivir” (…)
llego; Orizaba por ejemplo: hace día siguiente es arrestado. En vano Me habría gustado ser como

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Nuño, como todos los otros. poder casi absoluto que trajo como considerado moral o inmoral, legal
Pero no supe cómo. Nuca supe. consecuencia una serie de abusos e o ilegal, pueden cambiar de una
Y ahora, van a… Esto que van injusticias. Sin embargo, como era época a otra y de una cultura a otra,
a hacerme, se lo merece el necesario que la autoridad virreinal este fenómeno presenta elementos
que yo quise ser. Eso. Este es mantuviera, al menos exteriormen- comunes que permiten hablar de
el fin que yo buscaba. Cuando te, una apariencia de legalidad y una constante en la historia mexi-
menos, hay que alegrarse de de una administración de justicia cana. Como señala Horst Pietsch-
que no lo merecí tanto como imparcial entre sus súbditos, no se mann: “Había que afirmar […] que
otros. (57) permitieron los abusos demasiado la corrupción en América no fue un
ostensibles, que debieron trasla- mero abuso más o menos frecuente,
Se produce así el mayor triunfo del darse al terreno de lo encubierto. sino que estuvo presente en todas
control absoluto del las épocas y en todas
régimen colonial: la las regiones en forma
justicia no solo cons- regular”. Por ello es
triñe físicamente con necesario esclarecer la
la cárcel y la tortura, idea de corrupción que
también consigue se tenía en la sociedad
persuadir al indivi- colonial mexicana, a
duo de que es culpa- partir de lo que afirma
ble de algo que no Solange Alberro:
cometió. Para lograr
este tipo de control, el En efecto, una socie-
poder debe recurrir a dad en vías de for-
algunas de las prácti- mación —en la Colo-
cas que veremos en el nia—, con la heteroge-
siguiente apartado. neidad étnica y social
que le confería su sello
2. Enajenación propio, no tenía con-
del ciencia de sí misma
poder: la como de un todo pre-
corrupción ciso y particular. Los
únicos lazos que logra-
El sistema colonial ban mantener unidas
pretendía apoyarse y las partes tan disímiles
encontrar su legitimi- que la conformaban
dad en las inmutables eran la religión cató-
y sagradas leyes re- lica y el culto monár-
ligiosas. No obstan- quico. Esta es la razón
te, aunque tenía su Primera edición de El relojero de Córdoba (1960). por la que, al no existir
vista puesta, como dice idea de “bien común”,
Octavio Paz, en lo ultraterreno, Surgen así las prácticas ilegales que la noción de “corrupción”
sus funcionarios actuaban de un hoy reciben el nombre de corrup- tampoco existía. En cambio,
modo más bien terrenal. Por ello, ción, pero que entonces no se les las prácticas prevaricadoras
el orden monárquico español no llamaba de ese modo. que los patrones culturales es-
podía implantarse de manera per- El término corrupción puede tigmatizaban como tales apare-
fecta en suelo americano sin que describir una serie de conductas de cían como faltas y desobedien-
se produjeran algunas alteraciones. lo más disímil, pero aquí lo toma- cias hacia Dios o el rey. En este
Una de ellas se debió a la gran dis- remos en el sentido limitado de uso tipo de sociedad, el funcionario
tancia que existía entre las colonias ilegal o inmoral del poder político o eclesiástico corrupto no per-
americanas y los centros de poder con fines de lucro o ventaja per- judicaba a la sociedad o a los
europeos, que permitió que los fun- sonal, familiar o grupal. Aunque ciudadanos: ofendía a Dios y
cionarios coloniales gozaran de un las concepciones de lo que es desobedecía al rey”. (44-45)

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Como el rey y Dios se encontra- es la corrupción, pero hay otro, más importantes que el fondo de la
ban muy lejos para ofenderse y acaso más efectivo, que es la teatra- acusación: se cumplen las diligen-
castigar la desobediencia, la auto- lidad. En el arresto, investigación y cias, se leen las actas, pero de una
ridad virreinal y sus funcionarios condena a muerte de Martín vemos manera mecánica y artificial, como
tenían carta libre para transgre- una muestra de lo que Georges si la rigurosidad con que se observa
dir sus propias leyes. En El relojero Balandier denominó la “teatrocra- el procedimiento bastara para con-
de Córdoba, esta corrupción y estos cia”, es decir, la visión de las rela- ferir justicia a los actos de los fun-
abusos de poder se manifiestan, ciones del poder como una puesta cionarios, que se limitan a cumplir
por ejemplo, en la impunidad con en escena en la cual gobernantes y los papeles que la jerarquía judicial
que los funcionarios judiciales, en gobernados representan un deter- les ha asignado. La teatralidad se
cada nuevo registro, van despojan- minado papel: muestra aquí en que el poder, más
do a Martin del oro incautado (32). interesado en la forma que en el
O también en el intento de seduc- Todo poder político acaba fondo, imparte una justicia aparen-
ción de Elvira por parte de don obteniendo la subordinación te, antes que una verdadera.
Leandro quien, aprovechando su por medio de la teatralidad, Pero como toda teatralidad re-
posición y prestigio, promete ayu- más ostensible en unas so- quiere de los intérpretes adecuados,
darla a cambio de que sea com- ciedades que en otras, en además de los funcionarios judicia-
placiente con él. La separación de tanto que sus diferencias ci- les, en la teatralización del poder
poderes que garantizaría una jus- vilizatorias las distribuyen en los verdugos ocupan, como señala
ticia imparcial e independiente no distintos niveles de “especta- Balandier, un lugar importante,
existe en la sociedad colonial: don cularización”. Esta teatrali- pues las ejecuciones demuestran
Leandro personifica a la justicia dad representa, en todas las la energía del poder y sirven como
y puede, a su antojo y con los in- acepciones del término, la so- mecanismo para salvaguardar las
centivos adecuados, hacer que esta ciedad gobernada. Se mues- formas y preservar los valores de
funcione con mayor celeridad: tra como emanación suya, le la sociedad (23). De ahí que en las
garantiza una presencia en sociedades coloniales fueran tan
DON LEANDRO.— La ma- el exterior, le devuelve a la necesarios para las exhibiciones de
quinaria de la Justicia es terri- sociedad una imagen de sí poder y por ello que en El relojero
ble en razón de su peso, y es idealizada y aceptable. Pero de Córdoba los vemos formar parte
por su peso que avanza tan representación implica sepa- esencial de la administración de
lentamente. Sin embargo, hay ración, distancia; establece justicia.
un aceite infalible para hacerla jerarquías; cambia a aquellos Por otro lado, Balandier
más veloz. (49) a cuyo cargo se halla. Son es- señala que la necesidad de repre-
tos últimos quienes dominan sentación que exige la teatralidad
Dicho “aceite”, el incentivo perso- la sociedad, brindándole un del poder, además de establecer
nal del funcionario, será para don espectáculo de ella misma en jerarquías, “cambia a aquellos a
Leandro la joven Elvira. Con este el que se contempla (o debe- cuyo cargo se halla” (23), es decir,
fin, promete encontrarle un nuevo ría hacerlo) magnificada. Las que el papel que se ven obligados a
marido y otorgarle una dote para manifestaciones del poder se cumplir como parte del teatro del
que pueda casarse, no sin antes adaptan mal a la simplicidad poder, enajena también a los que
recordarle que “espero que me y son la grandeza o la osten- lo ejercen, imponiéndoles un dis-
demuestres tu gratitud… un poco tación, la etiqueta o el fasto, el torsionado sentido del deber en el
antes de tu nuevo matrimonio” ceremonial o el protocolo lo cual no caben consideraciones de
(55). que suele caracterizarlas. (23) orden moral. Por ello, en El relojero
de Córdoba los funcionarios asumen
3. Teatralidad del El gusto por el ceremonial y el pro- con la más absoluta naturalidad
poder tocolo es el aspecto de la teatrali- lo más terrible de su oficio. Los
dad del poder que encontramos verdugos ejercen una profesión
Hemos observado que el poder en El relojero de Córdoba; y lo vemos como cualquier otra, y buscan
enajenado se vale de cualquier en su concepción del procedimien- ejercitarse y perfeccionarse en ella,
medio para preservar el orden que to judicial como una práctica en sin el menor cuestionamiento del
lo sostiene. Uno de ellos, en efecto, la cual las formas procesales son sentido de sus actos.

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en la siguiente línea de don Hasta aquí hemos visto cómo
VERDUGO.— Señor, yo… Leandro: el ejercicio del poder absoluto en
Perdone el atrevimiento… un régimen cerrado como el co-
Siempre he querido ir a la in- DON LEANDRO.— Pero lonial tiene como consecuencia la
quisición de México. ¡Aquí no además, he perdido la fe en enajenación del individuo y de los
se hace nada! Si me permite, los azotes. Al asno se le castiga encargados de administrarlo, fun-
puedo mostrarle ahora, sé y establece una clara rela- cionarios y verdugos, y cómo dicho
muchos tratamientos especia- ción entre la falta cometida poder recurre a prácticas como la
les. ¡A ver tú, tráeme las cuñas! y el dolor en los lomos. ¡Pero teatralidad y la corrupción para
¡Y las agujas, ponlas en la los hombres! No establecen mantener inalterable el orden
lumbre! ninguna relación, discuten si al que sirve. Afortunadamente,
DON LEANDRO.— No te fue justo el castigo, juzgan a todos estos aspectos no se presen-
afanes, hijo. Si algo nos sobra sus jueces y acaban por decir tan en El relojero de Córdoba de una
en México, últimamente son que los azotes son producto ile- manera esquemática o unilateral,
verdugos. Tienen tan poco gítimo de un sistema que anda sino mediante un distanciamien-
trabajo que se dedican a mal. (40) to crítico frente a la acción dra-
sembrar flores en los jardines. mática donde el humor, la ironía
(45) y el cinismo hacen tolerables las
injusticias y los abusos a los
La enajenación no solo que el relojero es someti-
afecta a los funciona- do. La ironía alcanza
rios, sino también a su punto más alto
quienes viven bajo al final de la obra,
la égida del poder cuando la salva-
enajenado y ello ción de Martin
se aprecia en el Gama viene
gusto y la na- de la mano del
turalidad con propio opresor,
que se asiste a don Leandro,
las ejecuciones con lo cual acaso
públicas, que son se da a entender
consideradas un que el poder colo-
espectáculo como nial es de tal modo
cualquier otro. Son, incuestionable, que así
pues, demostraciones de como la justicia puede
la energía del poder y necesa- ser negada sin ningún fun-
rias para su “espectacularización”. damento, puede ser devuelta al
Representación de El relojero de Córdoba. mero arbitrio del poderoso. Con
UNA SEÑORA.— (A otra.) Foto: Archivo Candileja. este distanciamiento, y sin apelar
¿Vas a ir mañana a la quema directa ni explícitamente a la sen-
del impresor? En ella se revela la concepción sibilidad del lector / espectador, El
OTRA SEÑORA.— No he del castigo que tiene la autoridad relojero de Córdoba logra con mayor
conseguido balcón, pero a ver. colonial. De acuerdo con esta, el efectividad el objetivo de hacernos
LA OTRA SEÑORA.— Yo hombre no es más que una pieza reflexionar sobre los perniciosos
tengo uno, te invito. intercambiable dentro de la estruc- efectos que puede tener el ejerci-
LA OTRA SEÑORA.— Ay, tura social colonial, en la cual debe cio del poder de manera absoluta.
qué buena eres. Te lo agradez- encajar de manera forzosa. Como De esta manera logra convertirse
co. (38) el fin del castigo no será la búsque- en una obra que, a pesar de su
da de la justicia, sino la preserva- forma tradicional y su ambienta-
El mejor resumen de esta perversa ción del orden social, no se contem- ción en la lejana época colonial,
asociación entre enajenación y tea- pla la posibilidad de que pueda ser tiene mucho que decirnos en el
tralidad del poder lo encontramos administrado de manera injusta. presente.

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Nota
1. Empleamos el concepto de “enajena- por diversos factores, siendo uno de
ción” en el sentido en que lo hace la los principales, el sentimiento de alie-
filosofía alemana desde Hegel, Marx nación que experimenta el individuo
y Feuerbach, pero, sobre todo, en la en un orden social sostenido por un
vertiente “metafísica” del primero, poder ejercido de manera omní-
según la cual la enajenación signifi- moda. Los mecanismos de control
ca el sentimiento de extrañamiento, social, al limitar el campo de acción
desgarramiento o alejamiento que de los individuos, perturban y pro-
experimenta el individuo respecto a vocan desajustes en la manera en
la realidad en la que vive, sentimiento que estos conciben el mundo y a sí
que provoca una escisión en su con- mismos. Esta enajenación es la que, a
ciencia que lo hace “ponerse fuera de nuestro modo de ver, experimenta el
sí”. La enajenación puede producirse protagonista de esta pieza teatral.

Bibliografía
Alberro, Solange. Pietschmann, Horst.
- “Control de la Iglesia y trans- - “Sobre el Estado patrimonial”,
gresiones eclesiásticas durante el en El Estado y su evolución al prin-
período colonial”, en Vicios públi- cipio de la colonización española.
cos, virtudes privadas: la corrupción en México, Fondo de Cultura Eco-
México, Claudio Lomnitz, comp., nómica, 1989.
México D.F., CIESA, 2000.
Paz, Octavio.
Balandier, Georges. - El Laberinto de la soledad. México:
- El poder en escenas. De la representa- Fondo de Cultura Económica,
ción del poder al poder de la representa-
ción. Barcelona: Paidós, 1994.

Carballido, Emilio.
- Teatro. El relojero de Córdoba.
México: Fondo de Cultura Eco-
nómica, [1960] 2009.

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