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En este sábado santo María quiere que meditemos en sus dolores.

Por
eso al rezar cada Avemaría es muy importante que cerrando nuestros ojos y
poniéndonos a su lado, tratemos de vivir con nuestro corazón lo que
experimentó su Corazón de Madre tierna y pura en cada uno de esos momentos
tan dolorosos de su vida. Si lo hacemos vamos a ir descubriendo los frutos
buenos de esta devoción: empezaremos a vivir nuestros dolores de una manera
distinta y le iremos respondiendo al Señor como Ella lo hizo. Comprenderemos
que el dolor tiene un sentido, pues ni a la misma Virgen María, la Madre “tres
veces admirable”, por ser Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo y Esposa de
Dios Espíritu Santo, Dios la libró del mismo.

Los Dolores de María Pg.1


PRIMER DOLOR: LA PROFECÍA DE SIMEÓN EN LA PRESENTACIÓN DEL
NIÑO JESÚS

Lectura del Santo evangelio según san Lucas 2, 34-35: Simeón los bendijo
y dijo a María, su madre: «Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y
se levanten; y será como un signo de contradicción —y a ti misma una espada te
traspasará el alma—, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de
muchos corazones».
Virgen María: por el dolor que sentiste cuando Simeón te anunció que
una espada de dolor atravesaría tu alma, por los sufrimientos de Jesús, y ya en
cierto modo te manifestó que tu participación en nuestra redención sería a base
de dolor; te acompañamos en este dolor... Y, por los méritos del mismo, haz que
seamos dignos hijos tuyos y sepamos imitar tus virtudes.
Dios te salve María...

Pg.2 Los dolores de María


SEGUNDO DOLOR: LA HUIDA A EGIPTO CON JESÚS Y JOSÉ.

Lectura del santo evangelio según San Mateo 2, 13- 15: El ángel del Señor se
apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre y huye
a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño
para matarlo». José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a
Egipto.
Virgen María: por el dolor que sentiste cuando tuviste que huir
precipitadamente tan lejos, pasando grandes penalidades, sobre todo al ser tu
Hijo tan pequeño; al poco de nacer, ya era perseguido de muerte el que
precisamente había venido a traernos vida eterna; te acompañamos en este
dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos huir siempre de las
tentaciones del demonio.
Dios te salve María...

Los Dolores de María Pg.3


TERCER DOLOR: LA PÉRDIDA DE JESÚS

Lectura del Santo evangelio según san Lucas 2, 46-50: Y sucedió que, a los tres
días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros,
escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban
asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron
atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te
buscábamos angustiados». Él les contestó: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais
que yo debía estar en las cosas de mi Padre?». Pero ellos no comprendieron lo
que les dijo.
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al
perder a tu Hijo; tres días buscándolo angustiada; pensarías qué le habría podido
ocurrir en una edad en que todavía dependía de tu cuidado y de San José; te
acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que los jóvenes
no se pierdan por malos caminos.
Dios te salve María...

Pg.4 Los dolores de María


CUARTO DOLOR: EL ENCUENTRO DE JESÚS CON LA CRUZ A CUESTAS
CAMINO DEL CALVARIO

En el camino hacia el Calvario Jesús se encuentra con María, su madre; y


María se encuentra con Jesús, su hijo amado, su predilecto, salido de sus
entrañas. El intercambio de miradas es intenso, profundo, lleno de amor y de
ternura; desde el silencio amante y compasivo. En este encuentro no hay
palabras, es la mutua mirada que expresa el dolor intenso y profundo que hijo y
madre viven. El dolor de la madre por su hijo ajusticiado, llevado al suplicio de la
muerte, sin causa alguna; es profundo, indecible.
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al
ver a tu Hijo cargado con la cruz, como cargado con nuestras culpas, llevando el
instrumento de su propio suplicio de muerte; Él, que aceptó por nosotros sufrir
este desprecio ; sufrió y se humilló hasta lo indecible, para levantarnos a nosotros
del pecado; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz
que seamos dignos servidores de tan gran Rey y sepamos ser humildes como Él lo
fue.
Dios te salve María...

Los Dolores de María Pg.5


QUINTO DOLOR: LA CRUCIFIXIÓN Y LA AGONÍA DE JESÚS

Del evangelio de San Juan: Tomaron a Jesús, y, cargando él mismo con la


cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota),
donde lo crucificaron... Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de
su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena... Después de esto,
sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura,
dijo: «Tengo sed». Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja
empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús,
cuando tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido». E, inclinando la cabeza, entregó el
espíritu.
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al
ver la crueldad de clavar los clavos en las manos y pies de tu Hijo, y luego al verle
agonizando en la cruz; para darnos vida a nosotros. Tú misma también te
sentirías morir de dolor en aquel momento; te acompañamos en este dolor. Y, por
los méritos del mismo, no permitas que jamás muramos por el pecado y haz que
podamos recibir los frutos de la redención.

Dios te salve María...

Pg.6 Los dolores de María


SEXTO DOLOR: LA LANZA Y EL RECIBIR EN BRAZOS A JESÚS YA MUERTO

Lectura del evangelio según San Juan 19, 32-33 y san Marcos 15, 43-47:
Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, sino
que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió
sangre y agua». Vino José de Arimatea, miembro noble del Sanedrín, que
también aguardaba el reino de Dios; se presentó decidido ante Pilato y le pidió el
cuerpo de Jesús. Pilato se extrañó de que hubiera muerto ya; y, llamando al
centurión, le preguntó si hacía mucho tiempo que había muerto. Informado por
el centurión, concedió el cadáver a José. Este compró una sábana y, bajando a
Jesús, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro, excavado en una roca, y
rodó una piedra a la entrada del sepulcro. María Magdalena y María, la madre de
Joset, observaban dónde lo ponían.
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al
ver la lanza que dieron en el corazón de tu Hijo. Tú, que habías tenido en tus
brazos a tu Hijo sonriente y lleno de bondad, ahora te lo devolvían muerto,
víctima de la maldad de algunos hombres y también víctima de nuestros
pecados; te acompañamos en este dolor... Y, por los méritos del mismo, haz que
sepamos amar a Jesús como Él nos amo.
Dios te salve María...

Los Dolores de María Pg.7


SÉPTIMO DOLOR: EL ENTIERRO DE JESÚS Y LA SOLEDAD DE MARÍA

Lectura del santo evangelio según san Juan 19, 40-42: Tomaron el cuerpo de Jesús
y lo envolvieron en los lienzos con los aromas, según se acostumbra a enterrar
entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto,
un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los
judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a
Jesús.
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al
enterrar a tu Hijo; te quitaron a Jesús por la muerte más injusta que se haya
podido dar en todo el mundo en todos los siglos; siendo la suprema inocencia y
la bondad infinita, fue torturado y muerto con la muerte más ignominiosa; tan
caro pagó nuestro rescate por nuestros pecados; y Tú, Madre le acompañaste en
todos sus sufrimientos: y ahora te quedaste sola, llena de aflicción; te
acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, concédenos a la
paz interior y la paz en el mundo, especialmente en Ucrania.
Dios te salve María...
Oración final: Oh Doloroso e Inmaculado Corazón de María, cubre mi alma con
tu protección maternal a fin de que siendo siempre fiel a la voz de Jesús,
responda a Su amor y obedezca Su divina voluntad. PJNS. Amén.

Pg.8 Los dolores de María

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