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Los 7 Dolores de la Virgen

Parroquia San Martin de la Misericordia Gesto Mariano Los 7 Dolores de la Virgen

Acto de Contrición:
Señor mío, Jesucristo, me arrepiento profundamente de todos mis pecados.
Humildemente suplico Tu perdón y por medio de Tu gracia, concédeme ser
verdaderamente merecedor de Tu amor, por los méritos de Tu Pasión y Tu
muerte y por los dolores de Tu Madre Santísima. Amén.

Primer Dolor

LA PROFECÍA DE SIMEÓN EN LA PRESENTACIÓN DEL NIÑO JESÚS

Lectura Bíblica:

"Cuando se cumplieron los días de la


purificación de ellos, según la Ley de Moisés,
llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al
Señor, como está escrito en la Ley del Señor:
Todo varón primogénito será consagrado al
Señor y para ofrecer en sacrificio un par de
tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se
dice en la Ley del Señor. Y he aquí que había en
Jerusalén un hombre llamado Simeón; este
hombre era justo y piadoso, y esperaba la
consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. Le había sido
revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al
Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres
introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él, le
tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, puedes, según tu
palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu
salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para
iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel.» Su padre y su madre
estaban admirados de lo que se decía de él. Simeón les bendijo y dijo a
María, su madre: «Este está puesto para caída y elevación de muchos en
Israel, y para ser señal de contradicción - ¡y a ti misma una espada te
atravesará el alma! - a fin de que queden al descubierto las intenciones de
muchos corazones.»"

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Meditación

El primero de los 7 dolores de la Virgen María fue cuando Simeón le


anunció que una espada de dolor atravesaría su alma por los sufrimientos
de Jesús. En cierto modo Simón manifestó que la participación de la Virgen
María en la redención sería a base de dolor.
Imaginemos que impacto tan grande sintió en el Corazón María cuando oyó
las palabras con las que Simeón le profetizó la amarga Pasión y muerte de
su Hijo, Jesús.
Señor, quiero tomar conciencia de tu presencia y cercanía junto a mí.
Señor, cambia mi corazón frío de piedra por un corazón caliente de carne,
que sepa descubrirte y ver tu Amor en mis hermanos, en la eucaristía, en un
nuevo amanecer, en la brisa suave… que en todo lo que me rodea, me
asombre de tu Amor.

Señor, Simeón y Ana esperaron toda la vida para verte y yo te tengo


presente en la Eucaristía y en mi corazón por la vida de gracia. Ayúdame a
valorar la eucaristía, mi amistad contigo, y a estar decidido a morir antes
que ofenderte.

Oración

Virgen María: Por el dolor que sentiste cuando Simeón te anunció que una
espada de dolor atravesaría tu alma, por los sufrimientos de Jesús, y ya en
cierto modo te manifestó que tu participación en nuestra redención como
corredentora sería a base de dolor; te acompañamos en este dolor... Y, por
los méritos del mismo, haz que seamos dignos hijos tuyos y sepamos imitar
tus virtudes.

Padrenuestro, siete Ave Maria, Gloria al Padre

Momento de Silencio

Segundo Dolor

LA HUIDA A EGIPTO CON JESÚS Y JOSÉ

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Lectura Bíblica:

Después que ellos se retiraron, el Ángel del Señor


se apareció en sueños a José y le dijo:
«Levántate, toma contigo al niño y a su madre y
huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga.
Porque Herodes va a buscar al niño para
matarle.» Él se levantó, tomó de noche al niño y a
su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta
la muerte de Herodes; para que se cumpliera el
oráculo del Señor por medio del profeta: De Egipto
llamé a mi hijo.

Meditación

Qué sufrimiento el del Corazón de María oír que se le intimaba la orden de ir


con su Hijo a tan duro destierro. Es fácil imaginar lo mucho que María sufrió
en este viaje. Era grande la distancia hasta Egipto, trescientas millas
requerían un viaje de treinta días. El camino era escabroso, desconocido y
poco frecuentado, el clima, desapacible. María era doncella joven y
delicada, no acostumbrada a semejantes viajes. ¿Dónde pernoctarían
durante tan largo viaje con doscientas millas de desierto, sino sobre la
arena? Vivieron en Egipto siete años. Eran forasteros desconocidos, sin
rentas, sin dinero, sin parientes. Apenas podían sustentarse con sus
modestos trabajos hechos a mano. María vivía allí tan en la pobreza que
alguna vez pasaron hambre sin tener ni un bocado de pan que darle a su
Hijo.

Ver a Jesús y María con San José andar por el mundo como errantes y
fugitivos nos debe mover a vivir también en la tierra como peregrinos, sin
aferrarse a los bienes que el mundo ofrece, como quienes pronto lo
tendremos que dejar todo y pasar a la vida eterna. Nos enseña además a
abrazar la cruz, pues no se puede vivir en este mundo sin cruces. Amemos
y consolemos a María acogiendo dentro de nuestros corazones a su Hijo,
que todavía es perseguido y maltratado por los hombres con sus pecados.

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Oración

Virgen María: por el dolor que sentiste cuando tuviste que huir
precipitadamente tan lejos, pasando grandes penalidades, sobre todo al ser
tu Hijo tan pequeño; al poco de nacer, ya era perseguido de muerte el que
precisamente había venido a traernos vida eterna; te acompañamos en este
dolor. . . Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos huir siempre de las
tentaciones del demonio.

Padrenuestro, siete Ave Maria, Gloria al Padre

Momento de Silencio

Tercer Dolor

LA PÉRDIDA DE JESÚS

Lectura Bíblica:

Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la


fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años,
subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al
volverse, pasados los días, el niño Jesús se
quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres.
Pero creyendo que estaría en la caravana,
hicieron un día de camino, y le buscaban entre
los parientes y conocidos; 45.pero al no
encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su
busca. Y sucedió que, al cabo de tres días, le
encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros,
escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban
estupefactos por su inteligencia y sus respuestas. Cuando le vieron,
quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho
esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando.» .Él les
dijo: «Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa
de mi Padre?» .Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio."

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Meditación

Qué ansiedad tuvo que experimentar esta afligida Madre durante aquellos
tres días en los que anduvo por todos lados preguntando por su Hijo, como
la Esposa de los Cantares: “¿Acaso habéis visto al que ama mi alma?”

Este tercer dolor de María primeramente debe servir de consuelo a quienes


están desolados y no gozan de la presencia de su Señor, que en otro
tiempo sintieron. Lloren, sí, pero con paz, como lloraba María la pérdida de
su Hijo. Y el que quiera encontrar al Señor sepa que debe buscarlo, no
entre las delicias y los placeres del mundo, sino entre las cruces y las
mortificaciones, como lo buscó María. “Tu padre y yo te hemos buscado
llenos de aflicción” (Lc 2,48) dijo Ella a su Hijo.

Debemos aprender de María a buscar a Jesús. Por lo demás es el único


bien que debemos buscar: Jesús. Si María lloró tres días la pérdida de su
Hijo, con cuánta más razón deben llorar los pecadores que han perdido la
gracia de Dios, porque esto es lo que hace el pecado, separa el alma de
Dios, por lo cual, aunque un pecador sea muy rico, habiendo perdido a Dios,
todo lo de la tierra no es más que humo y sufrimiento.

Oración

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al
perder a tu Hijo; tres días buscándolo angustiada; pensarías qué le habría
podido ocurrir en una edad en que todavía dependía de tu cuidado y de San
José; te acompañamos en este dolor. . . Y, por los méritos del mismo, haz
que los jóvenes no se pierdan por malos caminos.

Padrenuestro, siete Ave Maria, Gloria al Padre

Momento de Silencio

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Cuarto Dolor

EL ENCUENTRO DE JESÚS CON LA CRUZ A CUESTAS CAMINO DEL


CALVARIO

Lectura Bíblica:

En su camino hacia el Calvario, Jesús va


envuelto por una multitud de soldados, jefes
judíos, pueblo, gentes de buenos sentimientos...
También se encuentra allí María, que no aparta
la vista de su Hijo, quien, a su vez, la ha
entrevisto en la muchedumbre. Pero llega un
momento en que sus miradas se encuentran, la
de la Madre que ve al Hijo destrozado, la de
Jesús que ve a María triste y afligida, y en cada
uno de ellos el dolor se hace mayor al
contemplar el dolor del otro, a la vez que ambos se sienten consolados y
confortados por el amor y la compasión que se transmiten.

Meditación

Qué exceso de dolor fue para Ella ver los clavos, los martillos y los cordeles
que llevaban delante los verdugos y todos los horribles instrumentos para
matar a su Hijo! Pero ahora los instrumentos de ejecución, los verdugos,
todos han pasado. María levanta sus ojos. Y ¿qué ve? Ve a un joven
cubierto de sangre y heridas de pies a cabeza, con una corona de espinas,
con una pesada cruz sobre sus espaldas. Miró a Él pero apenas lo
reconoció. Las heridas, los hematomas y la sangre coagulada le hacían
semejante a un leproso, estaba desconocido. El Hijo, apartándose de los
ojos un grumo de sangre que le impedía la visión –como le fue revelado a
Santa Brígida– miró a la Madre, y la Madre miró al Hijo. Sus miradas llenas
de dolor fueron como otras tantas flechas que traspasaron aquellas almas
enamoradas. Pero a pesar de que ver morir a Jesús le ha de costar un dolor
tan acerbo, la amante María no quiere dejarlo. La Madre lleva su cruz y le
sigue para ser crucificada con Él. Tengamos compasión de Ella y
procuremos seguir a su Hijo y a Ella también nosotros, llevando con
paciencia la cruz que nos envía el Señor.

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Oración

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver
a tu Hijo cargado con la cruz, como cargado con nuestras culpas, llevando
el instrumento de su propio suplicio de muerte; Él, que era creador de la
vida, aceptó por nosotros sufrir este desprecio tan grande de ser condenado
a muerte y precisamente muerte de cruz, después de haber sido azotado
como si fuera un malhechor y, siendo verdadero Rey de reyes, coronado de
espinas; ni la mejor corona del mundo hubiera sido suficiente para honrarle
y ceñírsela en su frente; en cambio, le dieron lo peor del mundo clavándole
las espinas en la frente y, aunque le ocasionarían un gran dolor físico, aún
mayor sería el dolor espiritual por ser una burla y una humillación tan
grande; sufrió y se humilló hasta lo indecible, para levantarnos a nosotros
del pecado; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del
mismo, haz que seamos dignos vasallos de tan gran Rey y sepamos ser
humildes como Él lo fue.

Padrenuestro, siete Ave Maria, Gloria al Padre

Momento de Silencio

Quinto Dolor

LA CRUCIFIXIÓN Y LA AGONÍA DE JESÚS

Lectura Bíblica:

"Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la


hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y
María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a
ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre:
«Mujer, ahí tienes a tu hijo.» .Luego dice al discípulo:
«Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el
discípulo la acogió en su casa. Después de esto,
sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para
que se cumpliera la Escritura, dice: «Tengo sed.»
Había allí una vasija llena de vinagre. Sujetaron a una
rama de hisopo una esponja empapada en vinagre y se la acercaron a la

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boca. Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo: «Todo está cumplido.» E


inclinando la cabeza entregó el espíritu."

Meditación.

Apenas llegado al Calvario el Redentor, rendido de fatiga, los verdugos lo


despojaron de sus vestiduras y clavaron en la cruz sus sagradas manos y
sus pies. Una vez crucificado, levantaron en alto la cruz, y así lo dejaron
hasta que muriera. Lo abandonaron los verdugos, pero no lo abandonó su
Madre. Entonces se acercó más a la cruz para asistir a su muerte. Así lo
dijo la Santísima Virgen a Santa Brígida: “Yo no me separaba de Él, y me
aproximé más a su cruz”.

Oh verdadera Madre, Madre llena de amor, a la que ni siquiera el espanto


de la muerte pudo separar del Hijo amado. Pero, ¡qué espectáculo tan
doloroso era ver a este Hijo agonizando sobre la cruz, y ver agonizar a esta
Madre al pie de la cruz, que sufría todas las penas que padecía el Hijo!
Todos estos sufrimientos de Jesús, eran a la vez sufrimientos de María.
“Cuantas eran las llagas en el cuerpo de Cristo –dice San Jerónimo– otras
tantas eran las llagas en el corazón de María.” “El que entonces se hubiera
encontrado en el Calvario, dice San Juan Crisóstomo, habría encontrado
dos altares donde se consumaban dos grandes sacrificios: Uno en el cuerpo
de Jesús, y otro en el Corazón de María”

Oración

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver
la crueldad de clavar los clavos en las manos y pies de tu amadísimo Hijo, y
luego al verle agonizando en la cruz; para darnos vida a nosotros, llevó su
pasión hasta la muerte, y éste era el momento cumbre de su pasión; Tú
misma también te sentirías morir de dolor en aquel momento; te
acompañamos en este dolor. Y, por los méritos del mismo, no permitas que
jamás muramos por el pecado y haz que podamos recibir los frutos de la
redención.

Padrenuestro, siete Ave Maria, Gloria al Padre

Momento de Silencio

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Sexto Dolor

LA LANZADA Y EL RECIBIR EN BRAZOS A JESÚS YA MUERTO

Lectura Bíblica:

"Y ya al atardecer, como era la Preparación, es


decir, la víspera del sábado, vino José de
Arimatea, miembro respetable del Consejo, que
esperaba también el Reino de Dios, y tuvo la
valentía de entrar donde Pilato y pedirle el cuerpo
de Jesús. Se extrañó Pilato de que ya estuviese
muerto y, llamando al centurión, le preguntó si
había muerto hacía tiempo. Informado por el
centurión, concedió el cuerpo a José, quien,
comprando una sábana, lo descolgó de la cruz, lo
envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro que estaba excavado en
roca; luego, hizo rodar una piedra sobre la entrada del sepulcro" .

Meditación.

Basta decirle a una madre que ha muerto su hijo para revivir en ella todo el
amor hacia el hijo perdido. “Uno de los soldados le abrió el costado con una
lanza, y al instante salió sangre y agua” (Jn 19,34 Compartió Cristo con su
Madre el sufrimiento de esta herida. De modo que él recibió el ultraje y
María el dolor. Fueron tantos y tales los sufrimientos de María, que no murió
sólo por milagro de Dios. En los demás dolores tenía al menos a su Hijo que
la compadecía, pero en éste no tenía al Hijo que la pudiera consolar. He
aquí que ya bajan a Jesús de la cruz y la afligida Madre, extendiendo los
brazos, va al encuentro de su amado Hijo, lo abraza y después se sienta al
pie de la cruz.

Su Hijo murió por los hombres, pero ellos continúan persiguiéndole y


crucificándole con sus pecados. Tomemos la resolución de no atormentar
más a esta Madre Dolorosa, y si en lo pasado la hemos afligido con
nuestros pecados, hagamos ahora lo que Ella nos pide.

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Oración

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver
la lanzada que dieron en el corazón de tu Hijo; sentirías como si la hubieran
dado en tu propio corazón; el Corazón Divino, símbolo del gran amor que
Jesús tuvo ya no solamente a Ti como Madre, sino también a nosotros por
quienes dio la vida; y Tú, que habías tenido en tus brazos a tu Hijo sonriente
y lleno de bondad, ahora te lo devolvían muerto, víctima de la maldad de
algunos hombres y también víctima de nuestros pecados; te acompañamos
en este dolor... Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos amar a
Jesús como Él nos amó.

Padrenuestro, siete Ave Maria, Gloria al Padre

Momento de Silencio

Séptimo Dolor

EL ENTIERRO DE JESÚS Y LA SOLEDAD DE MARÍA

Lectura Bíblica:

Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en


vendas con los aromas, conforme a la costumbre
judía de sepultar. En el lugar donde había sido
crucificado había un huerto, y en el huerto un
sepulcro nuevo, en el que nadie todavía había sido
depositado. Allí, pues, porque era el día de la
Preparación de los judíos y el sepulcro estaba cerca,
pusieron a Jesús."

Meditación.

A fin de considerar mejor este último misterio de dolor, volvamos al Calvario


para contemplar a la afligida Madre que aún tiene abrazado a su Hijo
muerto. Los santos discípulos, temiendo que la Virgen muriese allí de dolor,
se apresuraron a quitarle de su regazo al Hijo muerto para darle sepultura.
Por lo cual, con reverente violencia se lo quitaron de los brazos, y,

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embalsamándolo con aromas, lo envolvieron en la sábana ya preparada. Lo


llevan al sepulcro en fúnebre cortejo; la Madre Dolorosa sigue al Hijo
camino a la sepultura. Al rodar la piedra para cerrar el sepulcro los
angustiados discípulos del Salvador, debieron dirigirse a la Virgen para
decirle: “Señora, hay que rodar la piedra, resígnate, míralo por última vez y
despídete de tu Hijo” Por fin ruedan la piedra y queda encerrado en el Santo
Sepulcro el Cuerpo de Jesús, aquel gran tesoro, que no lo hay mayor ni en
el Cielo ni en la tierra. María deja sepultado su Corazón en el sepulcro con
Jesús, porque Jesús es todo su tesoro: “Donde está tu tesoro está tu
corazón” (Lc 12,34). Y con esto, dando el último adiós al Hijo y al sepulcro,
se marchó y volvió a su casa. Andaba María tan triste y afligida, que, según
San Bernardo: “provocaba las lágrimas de muchos”, de modo que por
donde pasaba, los que la veían no podían contener el llanto, y agrega San
Bernardo que los santos discípulos y mujeres que la acompañaban, lloraban
aún más por Ella que por su Señor.

Oración

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al
enterrar a tu Hijo; El, que era creador, dueño y señor de todo el universo,
era enterrado en tierra; llevó su humillación hasta el último momento; y
aunque Tú supieras que al tercer día resucitaría, el trance de la muerte era
real; te quitaron a Jesús por la muerte más injusta que se haya podido dar
en todo el mundo en todos los siglos; siendo la suprema inocencia y la
bondad infinita, fue torturado y muerto con la muerte más ignominiosa; tan
caro pagó nuestro rescate por nuestros pecados; y Tú, Madre nuestra
adoptiva y corredentora, le acompañaste en todos sus sufrimientos: y ahora
te quedaste sola, llena de aflicción; te acompañamos en este dolor... Y, por
los méritos del mismo, concédenos a cada uno de nosotros la gracia
particular que te pedimos...

Padrenuestro, siete Ave Maria, Gloria al Padre

Momento de Silencio

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Oración final

Oh Doloroso e Inmaculado Corazón de María, morada de pureza y santidad,


cubre mi alma con tu protección maternal a fin de que siendo siempre fiel a
la voz de Jesús, responda a Su amor y obedezca Su divina voluntad.
Quiero, Madre mía, vivir íntimamente unido a tu Corazón que está
totalmente unido al Corazón de tu Divino Hijo. Átame a tu Corazón y al
Corazón de Jesús con tus virtudes y dolores. Protégeme siempre. Amén.

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