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Viajes y celos del amor

MARCHA INCESANTE
El puerto de Aurora, zigzaguea
en el umbral de su periplo.

A la hora de partir,
siempre está llegando de su sueño trunco…
Viene y va en la elongación de su enésima odisea.

Placer y dolor del bamboleo entre lazos ovillados;


columpio abismal que sostienen sus lloros,
pendiendo de leñoso árbol moribundo;
único mástil hecho para el viaje del naufragio.
El tiempo circula por sus poros sobre el mar.

Ella medita en su partida:


“Que el sol no asome tanteando
los cesteros que ayer centelleaba;
que el rey cósmico no irradie el monte
dibujando los perfiles de mi soledad.

La luna será mi cómplice, abrazada


a las sombras ataviadas de pródigo follaje.
la reina selénica protege mis estalactitas,
congeladas por mi sueño devastado…”

La noche de su viaje,
avista el remar del gondolero,
que ansía de nuevo verla intacta
con su fervor de vuelo.
Él, iluso, llega con su pluma coqueta…
bandera delatora de su próxima aventura.

CELOS DE LA LUNA

Lumbres plateadas emanaban del cenit,


bañaban el bosque umbroso,
y mimaban tu noche embelesada.
Al tiempo nacía el crepúsculo del cosmos
que en tu oscuridad felina se fundía.

¿Quieres ver la luna despeinarse


de “máculos” celos homicidas?
Es por ti que narcotiza sus antojos.

Si tu cuerpo brilla bajo el agua fresca,


asalta su ira satelital contra el poniente,
denunciando por qué tu piel broncea;
y por qué el concierto natural de la floresta,
te eleva ovaciones primaveras,
cuando descubres, sin pudor, tus carnes nuevas,
y sobre la sábana cristal fluyen tus guedejas.
Con impasible enojo advierte
que los suyos de oro, quiere canjear
por tu melena umbrosa,
y devastará sin piedad tu desnudez canela.

Por eso toda entera… brazas de miel,


sobre el madero aprietas…
amedrentada huyes a veloces remolinos,
En maderamen feliz, como a Moisés librado.
Leve andamio balsa, ¡será el bálsamo salvaje que te salve!

LENGUA… DE VIAJE POR TU PIEL

Su lengua, puñal de usura,


perseguía su piel manzana,
para encontrar la paz de sus espasmos;
hoy corona la geografía balsámica
de sueños censurados.
Su boca sangra besos flama,
sobre la senda suave de su carne;
en el edén, volado, de sus ojos,
descubre jubiloso, el premio de su antojo.

Muerde el pebetero, flor salobre de su gloria.


Bebe la enjundia del cielo de su boca;
sobre el badana tibio… ardorosa piel,
sus lenguas derraman
jugos de cardos y amapolas.

El, con su lengua cuneiforme,


exploraba las grietas de su piel aduraznada,
y esculpía con su danzante y carnívoro buril,
todos los valles y cuencas de su ampulosa orografía.

Ella: déjame que encienda tus aceites seminales.


El: concédeme que exhale tu selva venusiana …
Voy cabalgando mi sueño entre tu sueño,
Ella: ardo… mientras logro elevar tu mástil rabioso,
con que has de herir la flor de mis esteros…
mis epicúreas agonías.
El: Viajo con la sangre de mi bandera a media asta,
hacia los risos que bordean el precipicio de tu noche,
lago secreto; puerta escondida,
bizarro despeñadero de cascadas…
bosque amatorio, donde he de vaciar mis llamas.
¡Dulce germinar del éxtasis…
¡Fosca melosa! Poso de dicha
que apacigua el tsunami de mi tempestad liberada.
Antonio Jesús Betancur -San Antonio de Prado-Medellín, Colombia

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