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Valeria Esquivel Andazola

Afectación física y psicológica del síndrome burnout


El síndrome de burnout, también llamado síndrome de desgaste profesional o
síndrome de estar quemado, hace referencia a la cronificación del estrés laboral que
da lugar a una sensación de agotamiento generalizado. Se manifiesta a través de un
estado prolongado de agotamiento físico y mental que llega a alterar la personalidad
y autoestima del trabajador, sufriendo progresivamente una pérdida del interés por
sus tareas y desarrollando una reacción psicológica negativa hacia su ocupación
laboral. Según la Subsecretaría de Prevención y Promoción de la Salud, en México,
se ha observado con mayor frecuencia en personas entre los 30 y 40 años.

México es el país con más habitantes que presentan dicho síndrome, la


Organización Mundial de la Salud (OMS) indicó que 8 de cada 10 empleados del
país lo padecen, es decir, un 75% de la población económicamente activa. La
calidad de vida de los mexicanos se ve afectada económicamente por esta
situación, pues de acuerdo con la consultora de la Administración de Riesgos y
Consultoría en Capital Humano (AON), el burnout provoca pérdidas por 16 mil
millones de pesos a las empresas.

Por otra parte, la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional señala que fue
identificado en mayor medida en aquellas profesiones que están en relación con el
trato público y clientes, sin embargo, puede darse en cualquier ocupación, ya que el
riesgo se eleva cuando existe una gran discrepancia entre las expectativas laborales
del trabajador y la realidad a la que se enfrenta día a día, o bien, el ambiente laboral
es tenso, degradado y/o con relaciones laborales conflictivas. Pese a que las
condiciones laborales son determinantes, también influyen factores de riesgo
personales, entre ellos, baja tolerancia a la frustración o al estrés, circunstancias
vitales estresantes como enfermedades graves, pérdidas, etc.

En cuanto a la afectación psicológica, este síndrome se caracteriza por 3 principales


síntomas: agotamiento emocional, donde el estrés supera los recursos afectivos del
trabajador; despersonalización, en la que se desarrollan sentimientos negativos
hacia sus compañeros de trabajo, y, baja realización personal, evaluando de forma
negativa su labor. Así mismo, pueden presentarse características como ilusión por el
Valeria Esquivel Andazola

trabajo, desgaste psíquico, ansiedad, falta de motivación y concentración, angustia,


irritabilidad, indolencia y sentimientos de culpa.

Los síntomas físicos incluyen dolor de cabeza o espalda, trastornos del sueño,
malestar estomacal (náuseas, gastritis, colitis, etc.), tensión muscular, cansancio
constante y prolongado, caída del cabello, cambios en el peso corporal sin
aparentes causas, y, en el caso de las mujeres, alteraciones en el ciclo menstrual.

El diagnóstico debe basarse en los síntomas, el estado emocional y los sentimientos


de la persona hacia su trabajo y otros compromisos personales. Es conveniente,
identificar la gravedad del problema con base en los síntomas presentados,
ubicándola en uno de los 4 estadios de evolución de la enfermedad que se han
establecido: leve, es decir, presencia de síntomas físicos, vagos e inespecíficos;
moderada, una vez que el insomnio, el déficit atencional y la tendencia a la
automedicación, aparecen; grave, mayor en ausentismo, aversión por la tarea,
cinismo y, probable abuso de sustancias, y, extrema, forma en la que el aislamiento,
la crisis existencial, depresión crónica y riesgo de suicidio, se suman a las
afecciones.

El tratamiento y la recuperación, requieren tiempo y apoyo, por lo que es


indispensable la ayuda profesional, la terapia psicológica puede ser útil para
identificar las causas y encontrar estrategias viables para la mejora, así mismo, es
importante tomarse el tiempo para descansar y energizarse, buscando actividades
placenteras y de esparcimiento, buscando el apoyo de familiares y amigos,
haciendo ejercicio, etc. Además, es crucial modificar las condiciones de trabajo que
han producido el síndrome, e incluso, puede ser necesaria la reubicación del
trabajador o, un asesoramiento psicológico o acompañamiento en el puesto para
rectificar los hábitos adquiridos.

No obstante, la prevención es posible. El capital más valioso de una empresa, es el


factor humano, por lo que la misma debe velar por el bienestar y la satisfacción de
los trabajadores, lo cual es posible mediante el ofrecimiento de las herramientas
necesarias para que ejecuten sus tareas diarias de manera adecuada y oportuna,
brindar un espacio confortable que permita evitar contratiempos, la evaluación
Valeria Esquivel Andazola

constante a fin de identificar posibles factores de riesgo, y, programas que permitan


al equipo de trabajo gestionar el estrés de la mejor manera posible. A nivel personal,
mantener un estilo de vida saludable, es primordial; establecer límites, pedir ayuda
cuando sea necesario, cuidar la salud, hacer pausas activas y ocupar el tiempo libre
para romper la rutina de trabajo, son estrategias que permitirán el autocuidado. Es
importante estar atento a los signos reveladores de un estrés cada vez mayor y
reaccionar a estos tempranamente.

El síndrome de burnout afecta a un gran número de personas, y, en ocasiones,


puede pasar desapercibido o atribuirse a otros factores, por ello, las empresas
deben promover, a través de sus departamentos de recursos humanos, un entorno
laboral favorable, con programas para manejo de estrés y frustración, flexibilidad, la
creación de espacios dinámicos, el reconocimiento de los buenos resultados, etc.
Proteger a los trabajadores, analizándolos y evaluándolos constantemente, evitará
daños a la salud y ayudará a mantener personal eficiente, motivado y sano, por lo
que el entorno laboral se beneficiará de ello.

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