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1. Introducción
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1º El primer criterio para la evaluación de los cuadros que debemos
establecer es, por tanto, el de la invariación: cada fonema del cuadro estará
caracterizado de forma exclusiva por rasgos opositivos invariantes. En apoyo de
este criterio aducimos no sólo las citas anteriores sino también otras expresas de R.
Jakobson que dice: “el fonema es la invariante en las variaciones” (p. 430), y N.
Trubetzkoy indica que el contenido fonológico de un fonema deberá contener sólo “las
particularidades que son comunes a todas las variantes de ese fonema” (p. 59). Por tanto,
está claro que este criterio impone eliminar del cuadro rasgos que caractericen a una
sola variante y no sean comunes a todas las variantes del fonema. Coseriu (1981:225)
aclara además un punto a este respecto: “no sólo se excluyen los rasgos que caracterizan
las variantes, aun obligatorias, ... sino que tampoco se consideran como constitutivos
ciertos rasgos constantes, pero no opositivos...”
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1/3=0.33; mientras que la probalidad de sacarla blanca es de 2/3=0.66. Toda elección
para codificar un mensaje ha de tener una probabilidad entre 0 y 1. 0 representa la
imposibilidad de aparición. Siguiendo nuestro ejemplo, la probabilidad de sacar una
bola verde al meter la mano es igual a 0, porque no hay bolas verdes en la bolsa. En
cambio 1 representa la certeza absoluta; lo que significa en el ejemplo porpuesto que, si
en la bolsa tenemos tres bolas blancas, la probabilidad de sacar una blanca es igual a 1;
por tanto, carecería de información alguna el color de la bola que saquemos. El color
sería totalmente redundante. Cualquier elemento informativo siempre será mayor que
cero y menor que uno. Un elemento es predecible si su probabilidad de aparición es
igual a 1, entonces decimos que es redundante. Es impredecible si es un valor entre cero
y uno, entonces decimos que es distintivo o pertinente (Cfr. J. Lyons, 1968:85 y ss).
Ejemplos lingüísticos: en castellano toda /u/ es a la vez redondeada (o
labializada) y velar; por tanto, un rasgo presupone el otro. Ciertas convenciones suponen
que el rasgo velar tiene prioridad, por lo que, si coinciden en esta vocal, el redondeado
será redundante. ¿Qué probabilidad de aparecer tiene el rasgo redondeado en una vocal
velar en castellano? Probabilidad 1. Son dos las vocales velares (/o, u/) y las dos son
redondeadas Pr=2/2=1: es redundante (si velar, entonces redondeada; si no, no
redondeada). El rasgo velar se opone al palatal y al neutro. Su probabilidad es 1/3=0.33:
es pertinente. En sueco, por el contrario, el rasgo redondeado es pertinente, pues en su
sistema vocálico existen vocales velares redondeadas y velares no redondeadas: por
ejemplo, /u-ɯ/ y /o-ɤ/. Este ejemplo se refiere a los rasgos constantes no distintivos;
pero también la probabilidad sirve para rechazar los rasgos determinados por el contexto
que caracterizan las variantes combinatorias. ¿Qué probabilidad existe de que una vocal
entre nasales esté nasalizada? Probabilidad 1. Es obligatorio, no puede ser de otra
manera. Y lo obligatorio es redundante siempre. Lo informativo es elegible.
La aplicación rigurosa de la probabilidad admitirá o rechazará el número de
rasgos que deben formar parte del fonema y que pueden, por tanto, aparecer en los
cuadros de fonemas, con lo cual podemos estar seguros de que esos cuadros son
correctos desde un punto de vista fonológico estricto.
No obstante, “no debe desdeñarse el papel auxiliar de las redundancias. En
determinadas circunstancias pueden incluso reemplazar a los rasgos distintivos”
(Jakobson y Halle, 1956:23); pero, “de hecho, cuando operamos con un fonema o con
un rasgo distintivo, tratamos sobre todo de una constante...” (ibid, p.29). Entendemos
que es conveniente proporcionar un cuadro de fonemas en el que cada uno de ellos esté
caracterizado por un haz de rasgos invariantes y opositivos y otro cuadro de alófonos
con todos los rasgos que caracterizan a cada una de las variantes. El primero será un
cuadro verdaderamente fonológico y, el segundo, fonético y evitaremos, de esta forma,
un cuadro fonético de fonemas que es un híbrido absolutamente desdeñable. Con el
cuadro de alófonos tendremos todos los rasgos redundantes, que, aunque no deban ser
menospreciados, hay que situarlos en el sitio que les corresponde.
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Modelo de cuadro número 1
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Vid. E. Alarcos (1950:176) y (1994:31); A. Martinet, (1955:118); B. Pottier (1972:23).
El cuadro expuesto es de E. Alarcos. Pottier sigue llamando oclusivas a los fonemas /b,
d, g/.
1. Modelo de cuadro 1:
A) /b, d, g/ Todos los autores coinciden en que estos fonemas poseen dos alófonos en
distribución complementaria: uno oclusivo y otro denominado fricativo por muchos
autores y que, modernamente, se ha demostrado que es aproximante. Ese segundo
alófono no es oclusivo de ningún modo. Por tanto falla el criterio 1: no es un rasgo
invariante: -1 punto.
C) /y/ Todos los autores admiten dos alófonos en distribución complementaria: uno es
aproximante y el otro es africado. No se respeta el primer criterio al clasificarla como
fricativa: -1 punto.
D) Nasales, laterales y vibrantes son clasificadas como sonoras, cuando no existen las
correspondientes sordas. No se respeta el primer criterio en los tres casos; este rasgo es
constante, pero no opositivo. Su probabilidad de aparición es 1: -3 puntos.
Suman 10 puntos los que deben ser restados de 10. Por tanto, el modelo de cuadro
número uno merece la calificación de 0 puntos.
2. Modelo de cuadro 2.
A) /b, d, g/ son clasificadas como oclusivas, cuando poseen alófonos que no lo son; no
se respeta el primer criterio: -1 punto.
B) /θ, s/ son clasificadas como sordas, pero tienen alófonos sonoros; no se sigue el
primer criterio: -1 punto.
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C) No es económico mantener dos puntos de articulación como dental y alveolar cuando
sólo sirve para oponer /θ/ y /s/, que pueden diferenciarse por otros medios, ya que los
demás sonidos que o son dentales o son alveolares pueden ser reunidos bajo el mismo
punto puesto que se diferencian por otros rasgos más propicios; además está claro que el
hueco de las fricativas palatales posibilita la traslación de /s/ a ese hueco; por tanto, no
se respeta el segundo criterio: -1 punto.
Son 4 puntos los que hay que restar de 10; esto arroja una valoración de 6 puntos para
este modelo de cuadro.
3. Modelo de cruadro 3.
A) Primera, la consideración de /θ/ y /s/ como sordas cuando poseen alófonos sonoros;
por tanto no se respeta el primer criterio en una ocasión: -1 punto.
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general. Podemos adoptar ad hoc una denominación para este tipo de oposición
fonológica: llamaremos suaves a los sonidos que no poeen gran cantidad de ruido y
ruidosos a los sonidos que poseen gran cantidad de ruido; los suaves caracterizan a los
fonemas /p-b, t-d, č-y, k-g/ y los ruidosos a los fonemas /f, θ, s, x/; este rasgo sirve para
sustituir el oclusivo/fricativo y, por otra parte, define mejor el archifonema. Ahora sí
podemos sustituir con ventaja el sordo/sonoro por el tenso/laxo, que opone a cada pareja
neutralizada. Además debemos aceptar una clasificación mayor de los fonemas
consonánticos en obstruyentes y sonantes para reunir claramente a suaves y ruidosas,
por una parte, y, por otra, a nasales, vibrantes y laterales. Así el archifonema /B/ queda
caracterizado por los rasgos {obstruyente, labial, suave}, que sólo los posee él.
Para que el cuadro sea totalmente económico, debemos eliminar de las
sonantes las celdas (o casillas) que no funcionan, así hay que eliminar la columna de las
velares ya que no existen sonantes velares. Si en la bolsa de las sonantes meto la mano
para sacar una, es imposible que ésta sea velar, como no había bolas verdes en la bolsa
del ejemplo de la teoría de la información. Tampoco existen labiales en las laterales.
Aún más: las vibrantes deberán colocarse por separado, ya que los puntos de
articulación no son pertinentes para ellas. Con ello conseguimos un cuadro menos
homogéneo, pero que cumple perfectamente con los dos objetivos que hemos visto que
debe desempeñar: la descripción del contenido fonológico de cada fonema de forma
exclusiva y la presentación de la estructura del sistema consonántico. Este posee dos
subsistemas dependiendo de las dos clases mayores de sonidos. Y se comprueba que sus
comportamiento fonológicos son diferenciados.
vibrante tensa r
vibrante laxa r
Observaciones:
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pero, como esta oposición tiene otros usos, quizás sea preferible cambiarla por
sinónimos: en Mª Moliner, estridente se opone a suave, por una parte, y es sinónimo de
ruidoso por otra, lo cual justifica nuestra eleccción. Lo más importante es que nos
atengamos a la caracterización fonética de estos dos términos que hemos planteado
anteriormente.
Hemos prescindido del ángulo sobre el símbolo /c/, ya que el rasgo africado
que representa se ha mostrado no pertinente.
Por último, hemos seguido aquí una clasificación articulatoria para no variar
el criterio de los cuadros anteriores. Véanse, por otra parte, las propuestas de E.
Martínez Celdrán (1989) como alternativa a lo expuesto en este estudio.
6. Representación arbórea
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Subsistema fonológico de final de sílaba:
consonantes
obstruyentes sonantes
lb dt vl dt pl
B D G θ s N L R
7. Conclusión
Creo que los criterios establecidos son inapelables dentro del funcionalismo
y, como se ha comprobado, son útiles para evaluar los cuadros de fonemas. Sería
deseable que todos aquellos que se dedican a enseñar el sistema fonológico español
tomaran como guía un cuadro de fonemas coherente; es decir, un cuadro de fonemas que
sea fonológico, no un cuadro de fonemas fonético. Y que reflexionaran, como hemos
intentado hacer aquí, sobre la finalidad de un cuadro. Los fonemas se presentan en un
orden y ese orden se corresponde con la estructura del sistema. Habremos entendido ese
sistema si la descripción de cada fonema encuentra su explicación en su relación formal
con los demás fonemas, no en la mera descripción substancial. Esto es lo que hemos
pretendido mostrar en este estudio.
Referencias bibliográficas
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Barcelona, Ariel.
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1971.
MARTÍNEZ CELDRÁN, E. (1989): Fonología general y española, Barcelona, Teide.
POTTIER, B. (1972): Introduction à l'étude linguistique de l'espagnol, París, Ed.
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QUILIS, A. Y FERNÁNDEZ, J. A. (1964): Curso de fonética y fonología españolas,
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SECO, R (1930): Manual de gramática española, Madrid, Aguilar, 1967 (9ª ed.).
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la colaboración de Luis J. Prieto), Principios de fonología, Madrid, Cincel, 1973.
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