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Evaluación de los cuadros de fonemas

Eugenio Martínez Celdrán


Universidad de Barcelona

1. Introducción

Cualquiera que, por primera vez, se acerque al estudio de la fonología


estructural de una lengua, como el español, puede quedarse muy sorprendido al ver la
disparidad existente en los distintos cuadros de fonemas consonánticos que se ofrecen
sobre esta lengua. Se supone que todos parten de unos criterios afines al aceptar la teoría
estructural. Aún se podría precisar más si indicamos que se trataría de la corriente
funcionalista basada en las teorías praguenses, cuyos maestros ampliamente reconocidos
son entre otros: N. Trubetzkoy, R. Jakobson, A. Martinet, etc. No obstante, los
resultados son muy diferentes.
Pretendemos en este estudio exponer unos criterios objetivos basados en la
teoría funcionalista y someter a examen y evaluación los distintos tipos de cuadros que
se suelen presentar para determinar cuál es el que cumple mejor con los criterios
establecidos. También sugeriremos, como conclusión, un cuadro que respete todos y
cada uno de esos criterios.

2. Criterios para la confección de un cuadro de fonemas

¿Cuál es la finalidad de un cuadro de fonemas? Se supone que ha de cumplir


dos funciones: primera, proporcionar el contenido fonológico de cada fonema; es decir,
si se parte del concepto de fonema, expuesto reiteradamente por R. Jakobson y
respetado por los maestros del funcionalismo, como “un haz de elementos
diferenciales”, donde elemento diferencial es sinónimo de cualidades, propiedades o
rasgos distintivos (R. Jakobson, 1976:428); entonces el cuadro de fonemas cumple
primordialmente con la función de proporcionar los rasgos distintivos que caracterizan
cada fonema de forma exclusiva, lo que significa que no puede contener rasgos que no
sean distintivos; segunda función: el cuadro ha de servir también para mostrar la
estructura del sistema; lo dice expresamente N. Trubetzkoy al indicar que un cuadro no
“presenta sólo un interés gráfico, (sino que) corresponde a una realidad fonológica”
(1939:64). Este es, pues, el segundo objetivo de un cuadro.
Abundando en lo dicho en el primer caso hay que señalar que todos los
autores defienden que un fonema sólo puede ser caracterizado por un conjunto de rasgos
distintivos de forma exclusiva. R. Jakobson lo dice expresamente: “el fonema
permanece constante en todas sus representaciones, el fonema no es otra cosa que un
haz de elementos diferenciales constantes” (id., 430). N. Trubetzkoy indica que “el
fonólogo ha de tener en cuenta en un sonido, sólo aquello que cumple una determinada
función en la lengua” (id., 10). Y A. Martinet coincide con estas opiniones: “la
identificación del fonema resulta de la enumeración de sus características pertinentes,
características que aseguran la distinción entre este fonema y los demás fonemas de la
lengua” (1965:71). Y más adelante (p. 73) subraya que “abstraer los rasgos pertinentes,
esto es, los de los hechos de sustancia fónica que aseguran la función distintiva, función
fundamental del lenguaje humano, es el procedimiento preciso para separar entre lo que
es decisivo y todo lo demás”.

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1º El primer criterio para la evaluación de los cuadros que debemos
establecer es, por tanto, el de la invariación: cada fonema del cuadro estará
caracterizado de forma exclusiva por rasgos opositivos invariantes. En apoyo de
este criterio aducimos no sólo las citas anteriores sino también otras expresas de R.
Jakobson que dice: “el fonema es la invariante en las variaciones” (p. 430), y N.
Trubetzkoy indica que el contenido fonológico de un fonema deberá contener sólo “las
particularidades que son comunes a todas las variantes de ese fonema” (p. 59). Por tanto,
está claro que este criterio impone eliminar del cuadro rasgos que caractericen a una
sola variante y no sean comunes a todas las variantes del fonema. Coseriu (1981:225)
aclara además un punto a este respecto: “no sólo se excluyen los rasgos que caracterizan
las variantes, aun obligatorias, ... sino que tampoco se consideran como constitutivos
ciertos rasgos constantes, pero no opositivos...”

2º El segundo criterio se refiere a la economía de los sistemas: un rasgo


distintivo ha de caracterizar el máximo número posible de fonemas. Este criterio
encuentra justificación en citas de Coseriu como las siguientes: “en un sistema
lingüístico, las diferencias funcionales se presentan comúnmente, o con frecuencia, de
manera ‘sistemática’: se repiten para una serie de unidades análogas” (p. 227). También:
“un sistema es ‘económico’ si utiliza al máximo los rasgos distintivos que lo integran; y
entre varios sistemas, el más ‘económico’ será el que con el menor número de rasgos
estructure el mayor número posible de oposiciones y, por ende, de unidades”. Parece
claro que este criterio impulsa a eliminar de los cuadros aquellos rasgos que sólo sirven
para caracterizar a un único fonema. Sólo se deberá mantener este hecho si no hay
ninguna posibilidad de integrar dicho fonema en el sistema. Jakobson y Halle (1956:24)
apoyan este criterio: “hallamos la solución más económica y, por tanto, la mejor”. La
economía llega al máximo cuando un cuadro fonológico no posee casillas vacías.

Estos dos criterios serían suficientes para evaluar cualquier cuadro de


fonemas; no obstante ambos quedan reforzados y resumidos en la teoría de la
información que establece con rigor el criterio de pertinencia y redundancia. Será
pertinente todo elemento portador de información; será redundante si no transmite
información. La información es la cantidad total de elecciones efectuadas para codificar
o descodificar un mensaje: todo elemento que pueda ser elegido libremente será un
elemento distintivo del código. Los fonemas son elementos pertenecientes tanto al
código como al mensaje (Jakoboson y Halle, 1956:28) y, por tanto, han de ser
portadores de información. La información de un fonema es el conjunto de rasgos
distintivos. Cada rasgo distintivo constituye una elección libre y adecuada para
caracterizar el fonema en cuestión. No hay que entender que la información se refiere a
contenidos léxico-semánticos, cuando este término es utilizado por la teoría de la
información.
La información tiene una relación inversa con la probabilidad de aparición.
Si un elemento es predecible (es seguro que aparece), entonces no posee información o
no aporta nada a la información e, inversamente, si un elemento es impredecible,
entonces contribuye a aportar información.
La predecibilidad está asociada con la probabilidad de aparición. La
probabilidad de un suceso es el cociente de casos favorables por el número total de
casos posibles: Pr(A)=n/N. Supongamos que en una bolsa tenemos dos bolas blancas y
una negra. Al meter la mano para sacar una bola, la probabilidad de sacarla negra es de

2
1/3=0.33; mientras que la probalidad de sacarla blanca es de 2/3=0.66. Toda elección
para codificar un mensaje ha de tener una probabilidad entre 0 y 1. 0 representa la
imposibilidad de aparición. Siguiendo nuestro ejemplo, la probabilidad de sacar una
bola verde al meter la mano es igual a 0, porque no hay bolas verdes en la bolsa. En
cambio 1 representa la certeza absoluta; lo que significa en el ejemplo porpuesto que, si
en la bolsa tenemos tres bolas blancas, la probabilidad de sacar una blanca es igual a 1;
por tanto, carecería de información alguna el color de la bola que saquemos. El color
sería totalmente redundante. Cualquier elemento informativo siempre será mayor que
cero y menor que uno. Un elemento es predecible si su probabilidad de aparición es
igual a 1, entonces decimos que es redundante. Es impredecible si es un valor entre cero
y uno, entonces decimos que es distintivo o pertinente (Cfr. J. Lyons, 1968:85 y ss).
Ejemplos lingüísticos: en castellano toda /u/ es a la vez redondeada (o
labializada) y velar; por tanto, un rasgo presupone el otro. Ciertas convenciones suponen
que el rasgo velar tiene prioridad, por lo que, si coinciden en esta vocal, el redondeado
será redundante. ¿Qué probabilidad de aparecer tiene el rasgo redondeado en una vocal
velar en castellano? Probabilidad 1. Son dos las vocales velares (/o, u/) y las dos son
redondeadas Pr=2/2=1: es redundante (si velar, entonces redondeada; si no, no
redondeada). El rasgo velar se opone al palatal y al neutro. Su probabilidad es 1/3=0.33:
es pertinente. En sueco, por el contrario, el rasgo redondeado es pertinente, pues en su
sistema vocálico existen vocales velares redondeadas y velares no redondeadas: por
ejemplo, /u-ɯ/ y /o-ɤ/. Este ejemplo se refiere a los rasgos constantes no distintivos;
pero también la probabilidad sirve para rechazar los rasgos determinados por el contexto
que caracterizan las variantes combinatorias. ¿Qué probabilidad existe de que una vocal
entre nasales esté nasalizada? Probabilidad 1. Es obligatorio, no puede ser de otra
manera. Y lo obligatorio es redundante siempre. Lo informativo es elegible.
La aplicación rigurosa de la probabilidad admitirá o rechazará el número de
rasgos que deben formar parte del fonema y que pueden, por tanto, aparecer en los
cuadros de fonemas, con lo cual podemos estar seguros de que esos cuadros son
correctos desde un punto de vista fonológico estricto.
No obstante, “no debe desdeñarse el papel auxiliar de las redundancias. En
determinadas circunstancias pueden incluso reemplazar a los rasgos distintivos”
(Jakobson y Halle, 1956:23); pero, “de hecho, cuando operamos con un fonema o con
un rasgo distintivo, tratamos sobre todo de una constante...” (ibid, p.29). Entendemos
que es conveniente proporcionar un cuadro de fonemas en el que cada uno de ellos esté
caracterizado por un haz de rasgos invariantes y opositivos y otro cuadro de alófonos
con todos los rasgos que caracterizan a cada una de las variantes. El primero será un
cuadro verdaderamente fonológico y, el segundo, fonético y evitaremos, de esta forma,
un cuadro fonético de fonemas que es un híbrido absolutamente desdeñable. Con el
cuadro de alófonos tendremos todos los rasgos redundantes, que, aunque no deban ser
menospreciados, hay que situarlos en el sitio que les corresponde.

3. Cuadros de fonemas del español

Vamos a presentar tres modelos de cuadros. Cada uno de esos modelos es


seguido por un número variable de autores con ligeras variantes, aunque se puede decir
que básicamente es el mismo cuadro.

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Modelo de cuadro número 1

Bilabial Labioden Interdent Dental Alveolar Palatal Velar


Oclusiva p b t d k g
Fricativa f θ s y x
Africada č
Nasal m n ň
Lateral l l
Vib.simp r
Vib.múlt. r
sor - son sor - son sor - son sor - son sor - son sor - son sor - son

Vid. J. Alcina y J. M. Blecua (1975:299); F. Marsà (1986:17); A. Quilis (1993, pp. 54 y


55); A. Quilis y J. A Fernández (1964), p.XXXI; R. Seco (1930:270); etc.

Modelo de cuadro número 2

Obstruyentes Labiales Dentales Alveolares Palatales Velares


oclus.sordas p t č k
oclus.sonor. b d g
fricat. sordas f θ s x
Sonantes
nasales m n ň
laterales l l
vibrt. laxa ɾ
vibrt.tensa r

Vid. RAE (1973:37); Canellada y Kuhlmann (1987:38). El cuadro expuesto es de la


RAE. Canellada y Kuhlmann sólo cambian el rasgo oclusivo/fricativo y utiliza +/-
cierre: las oclusivas sordas son + cierre, las fricativas sordas son -cierre y las oclusivas
sonoras son ambas cosas a la vez +/- cierre o no son ninguna. La RAE considera, por
otra parte, que /y/ y /w/ son fonemas de deslizamiento y abre una nueva fila para ellos.
Por eso /y/ no aparece en este cuadro. Canellada y Kuhlmann incluyen /y/ juntamente
con las sonoras correspondientes.

Modelo de cuadro número 3

Labiales Dentoalveolares Palatales Velares


Oclusivas(sord) p t č k
Sonoras b d y g
Fricativas(sord) f θ s x
Nasales m n ň
Vibrantes r - r
Laterales l l

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Vid. E. Alarcos (1950:176) y (1994:31); A. Martinet, (1955:118); B. Pottier (1972:23).
El cuadro expuesto es de E. Alarcos. Pottier sigue llamando oclusivas a los fonemas /b,
d, g/.

4. Aplicación de los criterios de evaluación a los tres modelos

Para efectuar la evaluación supondremos que todos los cuadros parten de


una calificación máxima de 10 puntos y se restará uno por cada criterio que no respeten.

1. Modelo de cuadro 1:

A) /b, d, g/ Todos los autores coinciden en que estos fonemas poseen dos alófonos en
distribución complementaria: uno oclusivo y otro denominado fricativo por muchos
autores y que, modernamente, se ha demostrado que es aproximante. Ese segundo
alófono no es oclusivo de ningún modo. Por tanto falla el criterio 1: no es un rasgo
invariante: -1 punto.

B) /θ, s/ Todos los autores admiten alófonos sonoros en distribución complementaria en


estos fonemas. No se sigue el criterio 1 al clasificarlos como sordos: -1 punto.

C) /y/ Todos los autores admiten dos alófonos en distribución complementaria: uno es
aproximante y el otro es africado. No se respeta el primer criterio al clasificarla como
fricativa: -1 punto.

D) Nasales, laterales y vibrantes son clasificadas como sonoras, cuando no existen las
correspondientes sordas. No se respeta el primer criterio en los tres casos; este rasgo es
constante, pero no opositivo. Su probabilidad de aparición es 1: -3 puntos.

E) Lo mismo sucede en las vibrantes: ambas se oponen por simple/múltiple y no existen


otras vibrantes que no sean alveolares; por tanto, la probabilidad de que una vibrante sea
alveolar es igual a 1: no es un rasgo pertinente para ellas; es constante, pero no
opositivo: -1 punto.

F) El criterio 2 no se respeta en tres ocasiones. Se utiliza el rasgo labiodental para un


único fonema cuando ese mismo fonema se opone a los demás por otros rasgos; por
tanto, no es necesario en absoluto. Lo mismo sucede con el interdental y el africado: -3
puntos.

Suman 10 puntos los que deben ser restados de 10. Por tanto, el modelo de cuadro
número uno merece la calificación de 0 puntos.

2. Modelo de cuadro 2.

A) /b, d, g/ son clasificadas como oclusivas, cuando poseen alófonos que no lo son; no
se respeta el primer criterio: -1 punto.

B) /θ, s/ son clasificadas como sordas, pero tienen alófonos sonoros; no se sigue el
primer criterio: -1 punto.

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C) No es económico mantener dos puntos de articulación como dental y alveolar cuando
sólo sirve para oponer /θ/ y /s/, que pueden diferenciarse por otros medios, ya que los
demás sonidos que o son dentales o son alveolares pueden ser reunidos bajo el mismo
punto puesto que se diferencian por otros rasgos más propicios; además está claro que el
hueco de las fricativas palatales posibilita la traslación de /s/ a ese hueco; por tanto, no
se respeta el segundo criterio: -1 punto.

D) Se mantienen las vibrantes como alveolares, cuando el rasgo no es pertinente por su


probabilidad igual a 1: -1 punto.

Son 4 puntos los que hay que restar de 10; esto arroja una valoración de 6 puntos para
este modelo de cuadro.

3. Modelo de cruadro 3.

En este cuadro persisten dos inadecuaciones:

A) Primera, la consideración de /θ/ y /s/ como sordas cuando poseen alófonos sonoros;
por tanto no se respeta el primer criterio en una ocasión: -1 punto.

B) Segunda, las vibrantes se siguen clasificando como dentoalveolares cuando este


rasgo no es pertinente para ellas, como se ha dicho: -1 punto.

La valoración, pues, es de 8 puntos.

5. Hacia una valoración de 10 puntos.

Está claro que los 10 puntos se alcanzarán perfeccionando el modelo 3 de


cuadro. Para empezar hay que ver la manera de eliminar la oposición sorda/sonora que
es la causante del primer problema. No sólo hay que buscar una simple sustitución de
ese rasgo sino que también hay que conseguir que el cuadro refleje lo más fielmente la
estructura del sistema fonológico. En ese cuadro tercero es realmente raro el juego de
oclusiva/fricativa y sonora/(sorda). ¿Por qué se coloca entre paréntesis el rasgo sordo?
No creo que su autor pretenda oponer oclusiva/fricativa a sonora de forma directa.
Además, si se admite que en ese sistema /p-b, t-d, k-g/ se neutralizan y poseen los
archifonemas /B, D, G/ respectivamente (E. Alarcos, 1950), tiene que haber una base de
comparación (conjunto de rasgos distintivos comunes a cada pareja neutralizada) que
identifique y permita oponer los archifonemas a cualquier otro fonema o archifonema.
¿Cuál es el conjunto de rasgos que identifica el archifonema /B/, por ejemplo, y que
permite oponerlo a /f/, /m/, etc.? Siguiendo el cuadro tercero, lo único común es labial,
lo cual no lo identifica en absoluto, porque existen otras labiales. De modo que la
inadecuación del cuadro no es simplemente un problema de sustitución del rasgo
sordo/sonoro, sino también del oclusivo/fricativo, para eliminar las incongruencias que
no permiten poner al descubierto adecuadamente la estructura del sistema. ¿Qué
identifica a esos archifonemas frente a las fricativas correspondientes? Que no poseen
gran cantidad de ruido: las oclusivas sólo tienen una barra de explosión que no suele
superar las 15 milésimas de segundo; la africada posee un ruido que no supera las 50
milésimas de segundo; las aproximantes no poseen nada de ruido. En cambio las
fricativas poseen todas ruido que supera las 100 milésimas de segundo, por regla

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general. Podemos adoptar ad hoc una denominación para este tipo de oposición
fonológica: llamaremos suaves a los sonidos que no poeen gran cantidad de ruido y
ruidosos a los sonidos que poseen gran cantidad de ruido; los suaves caracterizan a los
fonemas /p-b, t-d, č-y, k-g/ y los ruidosos a los fonemas /f, θ, s, x/; este rasgo sirve para
sustituir el oclusivo/fricativo y, por otra parte, define mejor el archifonema. Ahora sí
podemos sustituir con ventaja el sordo/sonoro por el tenso/laxo, que opone a cada pareja
neutralizada. Además debemos aceptar una clasificación mayor de los fonemas
consonánticos en obstruyentes y sonantes para reunir claramente a suaves y ruidosas,
por una parte, y, por otra, a nasales, vibrantes y laterales. Así el archifonema /B/ queda
caracterizado por los rasgos {obstruyente, labial, suave}, que sólo los posee él.
Para que el cuadro sea totalmente económico, debemos eliminar de las
sonantes las celdas (o casillas) que no funcionan, así hay que eliminar la columna de las
velares ya que no existen sonantes velares. Si en la bolsa de las sonantes meto la mano
para sacar una, es imposible que ésta sea velar, como no había bolas verdes en la bolsa
del ejemplo de la teoría de la información. Tampoco existen labiales en las laterales.
Aún más: las vibrantes deberán colocarse por separado, ya que los puntos de
articulación no son pertinentes para ellas. Con ello conseguimos un cuadro menos
homogéneo, pero que cumple perfectamente con los dos objetivos que hemos visto que
debe desempeñar: la descripción del contenido fonológico de cada fonema de forma
exclusiva y la presentación de la estructura del sistema consonántico. Este posee dos
subsistemas dependiendo de las dos clases mayores de sonidos. Y se comprueba que sus
comportamiento fonológicos son diferenciados.

Obstruyentes labial dentalveol palatal velar


suaves tensas p t c k
suaves laxas b d y g
ruidosas f θ s x

Sonantes labial dentalveol palatal


nasales m n ň
laterales l l

vibrante tensa r
vibrante laxa r

Observaciones:

Hemos mantenido dentoalveolar tanto en obstruyentes como en sonantes a


pesar de que, desde un punto de vista fonético, las primeras son dentoalveolares y, las
segundas, alveolares propiamente, porque desde la perspectiva fonológica hay un solo
punto de articulación, puesto que no hay fonemas que se opongan por esos dos puntos.
Hemos respetado la propuesta de E. Alarcos de clasificar /s/ (apical
castellana y con pronunciación distinguidora de /θ/) como palatal no tanto porque
articulatoriamente sea palatal cuanto porque acústicamente es densa como cualquier
palatal.
Llámese como se quiera al rasgo suave/ruidoso (por ej. no
fricativo/fricativo), lo que importa es que se describa el sistema respetando su
estructura. Nosotros (E. M. Celdrán, 1989) sugerimos la denominación mate/estridente;

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pero, como esta oposición tiene otros usos, quizás sea preferible cambiarla por
sinónimos: en Mª Moliner, estridente se opone a suave, por una parte, y es sinónimo de
ruidoso por otra, lo cual justifica nuestra eleccción. Lo más importante es que nos
atengamos a la caracterización fonética de estos dos términos que hemos planteado
anteriormente.
Hemos prescindido del ángulo sobre el símbolo /c/, ya que el rasgo africado
que representa se ha mostrado no pertinente.
Por último, hemos seguido aquí una clasificación articulatoria para no variar
el criterio de los cuadros anteriores. Véanse, por otra parte, las propuestas de E.
Martínez Celdrán (1989) como alternativa a lo expuesto en este estudio.

6. Representación arbórea

Hay que reconocer que la representación del sistema fonológico mediante


cuadros es la más extendida y tradicional, pero probablemente no sea la más adecuada
cuando el cuadro no es absolutamente homogéneo y, por otra parte, no representa la
verdadera jerarquía de los rasgos. En cambio, la representación en forma de árbol obvia
estos inconvenientes. En esta representación los rasgos tienen plena justificación - por
ej. obstruyente/sonante con estructuras muy diferentes- y la obtención del contenido
fonológico de cada fonema es inmediata. Además queda manifiesta de forma clara cada
oposición fonemática bien sea mediante una sola pareja de rasgos por modo o por punto,
bien sea por dos parejas: modo y punto: ej. p/b: tensa/laxa; p/m: obstruyente/sonante; etc
parejas que sólo se oponen por modo; p/k: lb/vl o m/n: lb/dt, parejas que sólo se oponen
por punto. Frente a estas cabe la oposición mediante dos parejas de rasgos: p/s:
suave/ruidoso y lb/pl.

Subsistema fonológico de inicio de sílaba:

(Donde lb=labial; dt=dentoalveolar; pt=palatal y vl=velar)


Nota: r/ r no se oponen si la sílaba es inicial de palabra.

La jerarquía surge de forma natural del sistema al tener en cuenta los


criterios de invariación y economía, no ha sido impuesta de forma convencional.
Frente al subsistema anterior, podemos obtener otro que incluya los
archifonemas, ya que éstos aparecen principalmente en el margen posterior de la sílaba.

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Subsistema fonológico de final de sílaba:

consonantes

obstruyentes sonantes

suaves ruidosas nasal lateral vibrante

lb dt vl dt pl

B D G θ s N L R

Hemos seguido la propuesta de E. Alarcos (1950). Obsérvese que son


posibles las oposiciones entre archifonemas o de éstos con los fonemas que pueden
aparecer en esa posición silábica: acto/apto/harto/alto o corte/coste, etc. Si la sílaba es
final de palabra aún se reduce más el inventario, puesto que las obstruyentes suaves no
suelen aparecer en esa posición.

7. Conclusión

Creo que los criterios establecidos son inapelables dentro del funcionalismo
y, como se ha comprobado, son útiles para evaluar los cuadros de fonemas. Sería
deseable que todos aquellos que se dedican a enseñar el sistema fonológico español
tomaran como guía un cuadro de fonemas coherente; es decir, un cuadro de fonemas que
sea fonológico, no un cuadro de fonemas fonético. Y que reflexionaran, como hemos
intentado hacer aquí, sobre la finalidad de un cuadro. Los fonemas se presentan en un
orden y ese orden se corresponde con la estructura del sistema. Habremos entendido ese
sistema si la descripción de cada fonema encuentra su explicación en su relación formal
con los demás fonemas, no en la mera descripción substancial. Esto es lo que hemos
pretendido mostrar en este estudio.

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