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Introducción. ¿Y el pueblo dónde está?

La dificultosa tarea de construir una historia popular de la


revolución rioplatense

La palabra “pueblo” era y es un término polisémico y también un objeto de disputa social por los
intentos de definirla, pues es una cuestión problemática que no puede resolverse fácilmente. Lo que está
claro es que este vocablo a lo largo de la historia fue incorporando nuevos significados, principalmente
de parte de los historiadores. Por eso, el autor plantea pensar la pregunta de ¿qué es la “historia
popular”? retomando la proposiciones de la historia social británica, aquella que hace historia para
“ensanchar la base” y “ofrecer nuevos mapas de conocimiento”, lo que conocemos como “la historia
desde abajo” / “from below”. Busca un acercamiento a la “gente del común” o gente corriente para
“explorar una dimensión desconocida del pasado” (en palabras de Hobsbawm).

Lo que propone Fradkin es llevar este vocablo al contexto revolucionario de 1810 y ver cuál fue la
intervención y el rol de la “gente corriente” durante el proceso; y para ello quiere tratar de evitar dos
tentaciones: las que provienen del elitismo, que explican la intervención del pueblo por la manipulación
de sus líderes, y las que provienen del romanticismo, que suponen postular una conciencia popular sin
historicidad. Es decir, busca explicar el acercamiento histórico de los grupos sociales subalternos de la
época colonial, aquel conglomerado heterogéneo y móvil que se los denomina “populacho”, “plebe”,
“bajo pueblo” o “chusma”.

Una pregunta inquietante

En medio de los alborotos de la semana de mayo, precisamente el día 25, tras la reunión de la efímera
junta decretada el día 24, parte del pueblo provocó agitaciones, pues “quería saber lo que se trataba”.
Los capitulares querían escuchar de boca del pueblo los reclamos que tenían para hacer, pero cuando
salió a las galerías del cabildo, pronunció la famosa frase “¿y dónde está el pueblo?”, pues la multitud
rondaba los 300 o 400 persona simplemente.

A lo largo de la historia argentina, se representó al pueblo como un sector que había convivido con los
próceres, pero que quedaba evanecido a la sombra de ellos. Más allá de eso, la presencia popular se ve
claramente en los actos escolares del 25 de mayo o en las estatuas/monumentos del país, en los cuales
se representan las figuras borrosas de los hombres y mujeres del pueblo, que muestran como el pueblo
decide “con gloria morir”. Pero esto solo reproducía las carencias y las dificultades de la tradición
historiográfica que no podía definir a este grupo de la sociedad más allá de un retrato pintoresco o
alegórico.

Miradas de la revolución

La cuestión que preocupó a los historiadores era la de como integrar esta presencia del sector popular al
relato histórico. Bartolomé Mitre trató de superar este dilema planteando el argumento de la
identificación completa entre la “minoría ilustrada” y dirigente “las masas” que la seguían. Reconocía
que los “patriotas” compartían con sus adversarios una común prevención de “impedir que el populacho
tomase en la gestión de los negocios públicos una participación activa y directa”, aunque también
sostenía que ese “populacho” había formado el ejército de la reconquista y constituía la “gran reserva de
la Revolución”.

Sarmiento dice que la revolución había dado lugar a un extraño fenómeno, el de las masas populares
arrancadas de sus hogares pacifistas, guiadas por un espíritu de acción, llamado como el despertar de la
democracia en las antes sumisas colonias

El regreso de la revolución al primer plano

La historiografía argentina y la historia popular

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