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Democratización de la información y su importancia para la protección y promoción de los DDHH

Es indudable que la era digital ha abierto unas enormes vías para la transformación de las
relaciones entre las instituciones jurídicas y la sociedad. Esa transformación es fundamentalmente
positiva, es decir, abre posibilidades inéditas a la democratización de la información y a la
consiguiente protección de los derechos humanos. Pero no cabe ignorar que todo cambio de
envergadura trae consigo riesgos, el más evidente de los cuales, es el referido a la seguridad de la
información y la privacidad. Por otra parte, se podría decir que el primer gran desafío que esta
nueva realidad plantea a las instituciones académicas es, precisamente, conocer metódicamente
todas las posibilidades que se abren para diseñar las iniciativas correspondientes.

Esto nos sitúa en primer lugar en el plano de la investigación, lo cual supone, entre otras cosas,
determinar cuál es la capacidad actual de que la ciudadanía aproveche esas posibilidades. En la
actualidad la mitad de los países de América Latina cuenta con mediciones específicas sobre
conectividad en el ámbito rural (Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador, El Salvador,
Honduras, República Dominicana, México, Paraguay, Perú y Uruguay). Pero no hay comparaciones
con zonas urbanas. La escasez de datos disponibles se debe a que las estadísticas oficiales no
capturan la información sobre la conectividad diferenciando entre áreas urbanas o rurales. La
formulación de metas globales que ponen atención sobre territorios desfavorecidos requiere
aumentar los esfuerzos para esta cobertura fundamental.

Un 32% de la población de América Latina y el Caribe, o 244 millones de personas, no accede a


servicios de internet. Un total aproximado de 77 millones de pobladores rurales de 24 países de
América Latina y el Caribe no acceden a una conectividad con estándares de calidad mínimos
necesarios. El 71 % de la población urbana cuenta con servicios de conectividad significativa
mientras que, en poblaciones rurales, el porcentaje baja a 36,8%.

Eso nos señala ya un rol general en la materia, que es el de promover desde nuestro ámbito
particular el incremento de la conectividad y el cierre de brechas, como las de género y la étnica,
en nuestras sociedades.

Más allá de este papel general, tenemos otras funciones que cumplir, y una de las más importantes
es difundir entre la ciudadanía el conocimiento jurídico necesario para el mejor aprovechamiento
de las oportunidades. Eso empezaría por una difusión del marco legal sobre datos personales, y en
relación con el derecho a la información en la era digital. En el contexto actual de pandemia, la
CIDH ha identificado que el acceso a internet es indispensable para ejercer nuestros derechos ante
un escenario de confinamiento. Del mismo modo, ha destacado que los Estados deben garantizar
el acceso más amplio e inmediato al servicio de Internet a toda la población y desarrollar medidas
positivas para reducir de manera rápida la brecha digital que enfrentan los grupos vulnerables y
con menores ingresos.

Desde la actividad académica, que incluye la elaboración de propuestas de políticas para los
gobiernos, nos corresponde, por ejemplo, procurar que nuestros Estados pongan en vigor medidas
para garantizar el acceso, en la línea de lo que ha sido sugerido por la CIDH (Comisión
Interamericana de Derechos Humanos):

 Acelerar la implementación de políticas públicas que garanticen el acceso de calidad y el


desarrollo de habilidades digitales, lo cual significa promover alternativas para que las
empresas de telecomunicaciones no suspendan o corten los servicios por mora o falta de
pago, suspender transitoriamente impuestos relativos a servicios de internet durante la
vigencia de la pandemia, asegurar que toda política de acceso a internet incorpore tres
principios: i) cobertura abierta y competitiva, sin limitación de acceso a contenidos y con
total apego al principio de neutralidad de la red; ii) acceso a dispositivos en cantidad y
calidades acordes a las necesidades de las personas y tomando en consideración sus
vulnerabilidades físicas y socioeconómicas; iii) acompañamiento de procesos de
alfabetización y desarrollo de competencias y habilidades digitales.
 No recurrir a bloqueos generalizados o a la suspensión de contenidos, aplicaciones o sitios
web con el objetivo de combatir las noticias deliberadamente falsas sobre COVID-19.
 Fomentar medidas educativas que permitan a todas las personas hacer un uso autónomo,
independiente y responsable de internet.
 Respetar y garantizar el derecho a la privacidad como principio orientador del entorno
digital y como presupuesto del ejercicio del derecho a la libertad de expresión en línea.

Todo lo señalado hasta aquí se refiere a tareas para fomentar el acceso de buena calidad y un
marco de seguridad. En ese ámbito, nos corresponde elaborar propuestas técnicas y hacer
incidencia ante los gobiernos. Por otra parte, es importante tomar conciencia de los retos y
amenazas que también existen en la era digital. A las instituciones académicas nos corresponde
hacer una evaluación permanente de esas amenazas, que, por lo demás, no son estáticas, sino que
cambian a lo largo del tiempo, y también hacer tareas de formación y de divulgación, ya sea en
espacios académicos o dirigidos al público general, sobre tales desafíos.

La CIDH ha identificado como un tema crucial en el acceso a la información en la era digital la


protección de datos personales frente a la injerencia del Estado, bajo un argumento de seguridad
pública y la reducción de las brechas digitales. Existen, en efecto, prácticas nocivas tales como
formas intrusivas de vigilancia por el Estado, la desindexación de contenido por razones de
privacidad. Y por el otro lado hay necesidades como localización y la visibilidad de la información y
las noticias difundidas por los medios de comunicación, así como el acortar la brecha informática
en los países y entre ellos. Como señaló Michelle Bachelet, Alta Comisionada de las Naciones
Unidas para los Derechos Humanos, en un discurso programático de octubre de 2019: “Debemos
garantizar que cada proceso mecánico y cada sistema de inteligencia artificial cumplen con los
principios fundamentales de transparencia, justicia, responsabilidad, supervisión y reparación”.

Una amenaza adicional aparece en la forma de discursos de odio y prácticas de intimidación y


acoso en internet, que pueden traducirse en crímenes en el mundo físico.

Finalmente, cabe señalar que frente a todos esos riesgos es necesario ofrecer una respuesta
sistemática, en protocolos que sirvan de guía para las políticas estatales. También nos compete la
tarea de ayudar a que se logre protocolos comprehensivos, para lo cual ya se han dado
importantes pasos. Podemos tener en cuenta, por ejemplo, el primer acuerdo mundial sobre ética
de la inteligencia artificial adoptado este año por la UNESCO. Entre los temas centrales de ese
acuerdo encontramos:

 Protección de datos: acciones para mejorar la protección de los datos y el conocimiento y


derecho del individuo a controlar sus propios datos.
 Prohibición de los marcadores sociales y la vigilancia masiva: prohibición explícita del uso
de sistemas de IA para la calificación social y la vigilancia masiva. Este tipo de tecnologías
son muy invasivas, vulneran los derechos humanos y las libertades fundamentales y se
utilizan de forma generalizada.
 Ayudar a los países y a las empresas que desarrollan y despliegan sistemas de IA a evaluar
el impacto de esos sistemas en las personas, la sociedad y el medio ambiente.
 Protección del medio ambiente: los gobiernos deben evaluar el impacto medioambiental
directo e indirecto a lo largo del ciclo de vida del sistema de IA. Esto incluye su huella de
carbono, el consumo de energía y el impacto ambiental de la extracción de materias
primas para apoyar la fabricación de tecnologías de IA.

Estas son solo algunas de las numerosas maneras en que el mundo académico puede desempeñar
un rol en la democratización de la información. Esas maneras se centran, básicamente, en la
producción de conocimiento, la formación académica, la difusión y la elaboración de propuestas de
políticas para los Estados.

Conclusión

Con todo lo expuesto, puedo llegar a la conclusión de que internet es un recurso tecnológico
sumamente importante que viene a modificar completamente los métodos de comunicación,
investigación y conocimientos respecto de los tradicionales o antiguos que utilizamos diariamente
todos los seres humanos en cualquier parte del mundo.

Se utiliza en todos los ámbitos de la vida diaria, por ejemplo en el campo informativo es muy
efectivo, es muy útil de la misma forma en el ámbito educativo, en el comercio, en la comunicación
aunque ésta viene actuando en cada uno de los ámbitos. Así pues, internet vino a revolucionar
nuestra forma de vida, siento muy rápido, permitiéndonos así ahorrar tiempo, dinero y esfuerzo.

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