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El Encanto de La Lectura Física
El Encanto de La Lectura Física
Ante un panorama como éste, es oportuno cuestionar por qué los lectores, incluso los más jóvenes
—de acuerdo con estudios estadísticos que se mostrarán posteriormente—, prefieren la experiencia
tradicional de los libros físicos en contraposición con los aún novedosos libros electrónicos,
también conocidos como libros digitales, ciberlibros o e-books.
Con frecuencia, las diversas multifunciones que ofrecen los lectores de libros electrónicos o e-
readers ocasionan efectos contraproducentes en los lectores; la sobreestimulación, la facilidad que
supone conseguir un libro a la orden de un clic (sin ese preludio elástico; sin el entusiasmo
acumulado durante la búsqueda y el descubrimiento de cierta obra), pero, sobre todo, la carencia
de texturas, de olores satisfactorios y del simple contacto, figuran circunstancias propensas al
devaneo o descuido, a la indisciplina y a la normalización de la trivialidad en torno a la experiencia
completa de la lectura.
De acuerdo con el estudio de Baron, “los alumnos que formaron parte de la investigación
dijeron poder «ver» y «sentir» en qué parte del texto se hallaban, cosa que no ocurre con la lectura
digital”. (Vázquez, 2017, párr. 6). Desde luego, leer en papel no sólo contribuye a la concentración,
que además es recíprocamente proporcional al entendimiento de una obra; las vivencias que
conlleva la lectura física se convierten en un ejercicio de tolerancia e intimidad; en un vaso donde
vertemos aprendizajes entretejidos con emociones y anécdotas.
A pesar de que un e-reader, tableta o cualquier otro dispositivo electrónico sea más portable y
barato a largo plazo —debido a que los libros digitales suelen tener un precio relativamente menor
en relación con los físicos—; por más que se facilite, hasta cierto punto, la exploración y la
adquisición de ediciones tanto recientes como antiguas, no hay, y difícilmente habrá, remplazo al
encanto de la experiencia física.
Suprimir la naturaleza tangible no fomenta la lectura plena y, por lo tanto, no fortalece la vivencia
del lector. La sensación del papel, los volúmenes alterables a medida que se avanza, el placer de
los aromas y del diseño, forman parte de la inigualable complicidad entre el lector y el libro físico;
una confianza que nos permite empatizar con la lectura, es decir, generar recuerdos a través de
impresiones y conocimientos.
Bibliografía:
➢ Cordón García, J. A., Alonso Arévalo, J. y Martín Rodero, H. (2010) Los libros electrónicos:
la tercera ola de la revolución digital. Anales de Documentación, vol. 13, p. 53-80.
Recuperado de https://revistas.um.es/analesdoc/article/view/106991
➢ Vázquez, C. (2017, agosto) ¿Qué es mejor, leer libros impresos o electrónicos? elDiario.es.
Consumo Claro. Recuperado de
https://www.eldiario.es/consumoclaro/consumo_digital/mejor-leer-libros-impresos-
electronicos_1_3220278.html