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Taller de Redacción y Comprensión de Textos / Semestre 2021-2

Cándido Flores Tajonar Ejercicio núm.: 2


421060021 Texto argumentativo
Grupo 0004 27/05/2021

EL ENCANTO DE LA LECTURA FÍSICA

Frente al crecimiento exponencial de la digitalización, las sociedades cambian y las industrias se


reconfiguran. Remontamos un oleaje de transiciones constantes: de las máquinas de escribir a los
procesadores de texto, de los teléfonos fijos a la comodidad portátil de los celulares multiusos y,
recientemente, de los encuentros presenciales a los virtuales. En pocas palabras, brincamos de lo
analógico a lo digital y de lo físico a lo electrónico.

Ante un panorama como éste, es oportuno cuestionar por qué los lectores, incluso los más jóvenes
—de acuerdo con estudios estadísticos que se mostrarán posteriormente—, prefieren la experiencia
tradicional de los libros físicos en contraposición con los aún novedosos libros electrónicos,
también conocidos como libros digitales, ciberlibros o e-books.

En primera instancia, ambos formatos (el físico y el electrónico) representan alternativas


funcionales; optar por una u otra varía de lector en lector y responde a las necesidades,
predilecciones y posibilidades personales. Sin embargo, a partir de una observación rigurosa, se
manifiestan diferencias significativas que, puestas en una balanza, nos inclinan hacia el formato
físico. Las razones residen las características exclusivas de los libros tradicionales; particularidades
ventajosas que la era digital no ha podido sustituir o replicar.

La lingüista estadounidense Naomi Baron, perteneciente a la American University en Washington


DC, realizó una investigación respecto al tema. Se recopilaron “datos de 429 estudiantes
universitarios. […] Cuando se les preguntó con cuál de ambos soportes se concentraban mejor [si
con libros físicos o digitales], el 92 % de los alumnos respondió que con los textos impresos”.
(Vázquez, 2017, párr. 4). Más allá de la indiscutible tendencia por la lectura física, el estudio reveló
numerosos testimonios que justifican los porqués de su elección. Las constantes resultaron ser los
vínculos emocionales y sensitivos que despierta la experiencia tangible.

Con frecuencia, las diversas multifunciones que ofrecen los lectores de libros electrónicos o e-
readers ocasionan efectos contraproducentes en los lectores; la sobreestimulación, la facilidad que
supone conseguir un libro a la orden de un clic (sin ese preludio elástico; sin el entusiasmo
acumulado durante la búsqueda y el descubrimiento de cierta obra), pero, sobre todo, la carencia
de texturas, de olores satisfactorios y del simple contacto, figuran circunstancias propensas al
devaneo o descuido, a la indisciplina y a la normalización de la trivialidad en torno a la experiencia
completa de la lectura.

De acuerdo con el estudio de Baron, “los alumnos que formaron parte de la investigación
dijeron poder «ver» y «sentir» en qué parte del texto se hallaban, cosa que no ocurre con la lectura
digital”. (Vázquez, 2017, párr. 6). Desde luego, leer en papel no sólo contribuye a la concentración,
que además es recíprocamente proporcional al entendimiento de una obra; las vivencias que
conlleva la lectura física se convierten en un ejercicio de tolerancia e intimidad; en un vaso donde
vertemos aprendizajes entretejidos con emociones y anécdotas.

A pesar de que un e-reader, tableta o cualquier otro dispositivo electrónico sea más portable y
barato a largo plazo —debido a que los libros digitales suelen tener un precio relativamente menor
en relación con los físicos—; por más que se facilite, hasta cierto punto, la exploración y la
adquisición de ediciones tanto recientes como antiguas, no hay, y difícilmente habrá, remplazo al
encanto de la experiencia física.

Suprimir la naturaleza tangible no fomenta la lectura plena y, por lo tanto, no fortalece la vivencia
del lector. La sensación del papel, los volúmenes alterables a medida que se avanza, el placer de
los aromas y del diseño, forman parte de la inigualable complicidad entre el lector y el libro físico;
una confianza que nos permite empatizar con la lectura, es decir, generar recuerdos a través de
impresiones y conocimientos.

Bibliografía:
➢ Cordón García, J. A., Alonso Arévalo, J. y Martín Rodero, H. (2010) Los libros electrónicos:
la tercera ola de la revolución digital. Anales de Documentación, vol. 13, p. 53-80.
Recuperado de https://revistas.um.es/analesdoc/article/view/106991
➢ Vázquez, C. (2017, agosto) ¿Qué es mejor, leer libros impresos o electrónicos? elDiario.es.
Consumo Claro. Recuperado de
https://www.eldiario.es/consumoclaro/consumo_digital/mejor-leer-libros-impresos-
electronicos_1_3220278.html

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