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— La puerta falsa —

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La puerta falsa es

también un cuento,

un lugar y una historia;

contada por un niño

que se vuelve adulto

con un deseo que no

puede desaparecer,

¿que tendrá por dentro

la puerta falsa?
— La puerta falsa —

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— La puerta falsa —

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—¿Qué es?—

Recuerdo sentirme perdido


en un lugar desconocido,
la sensación de estar en
una casa que cada vez más
se hacía de polvo y cuartos
a los que no podía entrar;
recuerdo particularmente
esta habitación, con un
olor muy fuerte, de un
color arenoso y siempre
muy oscuro; en este lugar
trabajaban el hierro y allí
me sentía el prisionero de
una cueva de habitantes
marcianos que utilizaban
esta casa como fachada
para hacer armas y naves
con las que atacarían a la
tierra. Pero esta parte de
la casa solo era un peque-
ño lugar en donde hacían
arreglos a puertas y sol-
daban hierro para rejas y

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— La puerta falsa —

barrotes, no podía entrar a


menudo porque me decían
que si miraba por dema-
siado tiempo la chispa que
se genera al soldar podría
dejarme ciego. – Jamás lo
creí- me gustaba la acción
y porque no un parche en
el ojo para verme más rudo
y poder estar en este lugar
que parecía una caverna
con metal y martillazos,
con personas que parecían
de otra época golpeando
objetos.

Más allá de chispas corrien-


tosas y golpes estruendo-
sos lograba acercarme a
lo que en el fondo se veía
como una puerta gigante
blanca con la pintura que-

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—¿Qué es?—

bradiza, vidrios pequeños,


con mirilla y un candado.
Sigilosamente trataba de
esconderme en cajas o
en cajas de herramientas;
trataba de no ser visto por
estas personas gigantes
que solo emitían ruidos y
gritos. Me sentía como si
estuviera cometiendo un
crimen fríamente calculado,
ya que en momentos sentía
la sensación plena de estar
oculto y esto me liberaba,
me hacía pensar en el pre-
mio, como si se tratara de
un podio o una ovación de
pie por los mismos dioses.

Mientras me escabullía
podía ver que las personas
que trabajaban allí toma-
ban turnos para intentar

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— La puerta falsa —

abrir esta puerta; pero fa-


llaban en cada uno de sus
intentos. ¿Acaso existen
puertas que no se pueden
abrir? Tal vez yo sea el
único que pueda abrirla
y encuentre un lugar en
donde no pase el tiempo
y pueda hacer lo que yo
quiera, no como en la casa
de mi abuela, donde hay
tantas reglas.

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—¿Qué es?—

Pienso en el interior de esta


puerta tan inalcanzable,
que me iba quitando de a
poco todos mis miedos, en
mí no existía pensamiento
sobre el afuera o el aden-
tro; lo pensaba más como
el truco más peligroso y
elaborado de un mago que
se encierra y pierde la llave
para salir – donde todo
sale mal - y aun así que-
ría hacerlo. En cada visita
que teníamos a donde mi
abuela intentaba acercarme
a esta puerta para saber
que escondía era tanto el
misterio que en las noches
no podía pensar en nada
más.
Exploraba la casa de
mi abuela ya que tenía
muchos cuartos abiertos,

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— La puerta falsa —

pero en estos cuartos solo


había gente con recuerdos
e historias de tesoros; pero
nunca un tesoro real, como:
una pepita de oro, un collar,
un cofre, un cohete o el
secreto del universo. En mis
recorridos por la casa fui es-
cuchando relatos e historias
de esta puerta; al parecer
era especial porque según
mi abuela era un cuarto que
nunca lograron abrir, una
puerta atrancada, atascada
en el tiempo, mi abuela
contaba que una vez con-
trató al mejor cerrajero de
la ciudad y tuvo que pagar-
le todas sus herramientas
porque la puerta las rompió
todas; en otra ocasión con-
trato a las 50 personas más
fuertes del país y aun así la

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—¿Qué es?—

puerta ni siquiera se dobló.


En su último intento, utilizo
el explosivo mas fuerte del
mundo (no sé de donde
lo saco) pero ni siquiera se
rasguño la pared. Al escu-
char todas estas historias
sentí que mis intentos fraca-
sarían y que nunca lograría
acercarme a la puerta, ni
siquiera para tocarla.

Un día sin previo aviso


mi mama me llamo a lo
lejos y me dijo que la casa
de la abuela había sido
vendida, la rabia era tanta
que corrí a mi cuarto y
golpee la puerta, saque un
viejo cuaderno de notas y
comencé a dibujar el re-
cuerdo de esta puerta que

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— La puerta falsa —

tenía en mi mente para


así no olvidarla, pero mis
recuerdos eran cada vez
más confusos e intentar
dibujarla era como si fuera
un policía en su primer día,
sin talento para dibujar y
con un testigo que sufría
de alzhéimer, solo po-
día hacer malos retratos
hablados. Sentía pena por
el tesoro que mi abuela
tenía detrás de esa puerta
y nunca logro conseguir.

Después de la venta de
la casa de mi abuela no
pude ser el mismo y hasta
mis amigos se preocupa-
ron, hasta yo me preocupe
porque el misterio seria
eterno. Día tras día perdí
el interés y comencé a ver

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—¿Qué es?—

las puertas como lo que


eran, lo que me permitía
entrar o salir de un lugar
que nunca tendría nada
especial.

Pasaron los años y


me la pasaba noche tras
noche refunfuñando; sin
parar de contarles a los
dioses del odio, el engaño
y la timidez que me sentía
perdido y que en mi sole-
dad me creía extraño. Una
noche antes de dormir di
tres vueltas en la cama,
una a la izquierda, otras
dos a la derecha y luego
mirando al techo arre-
pentido quería volver a
hablarle a los dioses, esta
vez tenía un plan en mi
cabeza: engañar a los dio-

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— La puerta falsa —

ses diciéndoles que por


fin había encontrado la
solución de mis problemas
- pensando en que si los
dioses creían que había
superado todo este tema,
me iban a dejar ver que
había dentro de la puer-
ta- pero sin poder dormir
me levante de la cama
y comencé a dar vueltas
por mi casa, entraba a un
cuarto y luego cerraba la
puerta, salía e iba al baño
para hacer lo mismo, en
total termine abriendo y
cerrando las cuatro puer-
tas de mi casa unas quince
veces cada una.

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—¿Qué es?—

Volví a mi cama sa-


biendo que los dioses no
me habían contestado,
así que calle mi mente y
dormí, sin darme cuenta
de que había efectuado el
truco más barato, el ritual
más absurdo. Uno de los
dioses, al que nunca pen-
sé en llamar, se presentó
ante mí después de haber
cruzado las puertas de mi
casa en un orden especí-
fico – ¿Cómo iba a saber
yo esto?-. El mismísimo
dios de la puertas, JANO
se presentó ante mí; él
tenía una cara viendo al
pasado y otra al futuro,
equilibrando al universo
ya que podía controlar el
tiempo, él tenía el poder
de abrir todo lo que es-

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— La puerta falsa —

taba cerrado en la tierra;


estaba vestido con una
túnica hecha de estrellas
en la que se formaba una
puerta con un candado
gigante, puerta que se
decía era la puerta del
universo. ¿Por qué se pre-
sentó en mi mente? Solo
podía sentirme humano
como si cada momento
de mi vida fuera nuevo.

Vi a Jano cubrirse con su


capa, transformándose
en un portón gigante
que se abrió ante mí y al
abrirse un eco profundo
se escuchaba como un
llamado invitándome a
cruzar este umbral. ¿Qué
podía perder? Si siempre
busque cruzar el límite

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—¿Qué es?—

de una puerta que no se


podía abrir; porque arre-
pentirse ahora cuando me
están ofreciendo entrar
al universo. Sentía que
desaparecía lentamente
mientras pensaba en la
existencia y en las reper-
cusiones que tenía dejarlo
todo; Ahora estoy cru-
zando a otra dimensión,
donde todo se desdibuja
y desaparece, donde solo
queda la puerta, el limite;
el único objeto tangible
en este nebuloso lugar.
Entre planetas y estrellas
se construían pasillos
infinitos y cambiantes en
donde no podía descifrar
formas y tampoco po-
día recordar los caminos
que estaba recorriendo.

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— La puerta falsa —

Exploraba cada espacio


como si fuera luz, como si
mi cuerpo fuera energía;
me sentía como un globo
perdido en el cielo, flo-
tando sin ningún afán, no
sentía cansancio y comen-
cé a llorar acongojado por
mi situación.

Una mano se formó de


mis lágrimas y abrió una
puerta, al abrirse me
convirtió en un ojo; podía
ver como Jano me estaba
mostrando el universo y
como me daba el permiso
de ver que había en cada
una de sus puertas. Volví
al pasillo y el lugar era
como la casa de mi abue-
la; no recordaba la canti-
dad de puertas que tenía
o lo grande que era.

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—¿Qué es?—

Puerta tras puerta fui


viendo pequeños instan-
tes que se volvían reali-
dad, en los que yo hacía
parte; me transformaba
en personas que no era,
en recuerdos antiguos, en
nostalgia; me convertía en
vida, en objeto, en nece-
sidad, en elemento y aun
así sentía que el vestigio
de mi humanidad siem-
pre estaba allí, queriendo
convivir con alguien más,
para mostrarle mi historia.
En cada puerta decidí es-
cribir ya que era lo único
que podía tocar, escribí
como si fuera mi diario;
anotaciones de cómo me
sentía y sobre lo que veía.

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— La puerta falsa —

Mis recuerdos se fueron


disipando y olvide mi
misión; estaba extasia-
do, sintiéndome elegido
sobre los demás para
vivir esta experiencia
sobrehumana; empecé
a regodearme del cam-
bio y me sentí superior.
Fue entonces cuando el
universo se volvió oscuro
y a lo lejos se iluminaba
una puerta blanca con la
pintura quebradiza, vidrios
pequeños, con mirilla y un
candado; - no supe que
era- Me acerque y esta
puerta no era como las
otras puertas del universo
que permanecían cerra-
das, no se podía traspa-
sar; solo podía abrirla con
mi mano y volví a pensar
en mi cuerpo.

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—¿Qué es?—

Note que el candado


estaba roto y lo quite, abrí
el cerrojo lentamente y
al abrir la puerta estaba
Jano, sentí miedo ya que
cada una de sus caras me
veía. Con pequeños pasos
fui acercándome, mi voz
volvió a tener sonido y
empecé a agradecerle
por haberme escogido,
por la oportunidad de de-
jar mi humanidad y tener
una nueva misión. Jano
comenzó a reír llenando
el cuarto con un calor
envolvente, cuando se
detuvo me dijo que este
lugar trataría de alivianar
mis penas, pero nunca
cambiar lo que era.

Jano describió mi estadía


en su universo como un

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— La puerta falsa —

recorrido por mis recuer-


dos, selectivamente fue
transformándolos para
hacerme habitar todo lo
que siempre soñé; para
así saciar mi hambre de
búsqueda y dejar de
pensar en aquello que no
recordaba. Abrió la boca
del lado derecho de su
cara y fui arrastrado a lo
que parecía ser un aguje-
ro negro, en donde caí a
mi cuarto y desperté sin
saber porque me moles-
taba tanto; sentí paz pero
también desconcierto por
olvidar, tenía recuerdos
confusos de una puerta
que estaba cerrándose y
me veía de niño dentro
de esta puerta, tal vez
debía dejarme atrás, para
seguir con mi vida.

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