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CAYETANO SANTOS GODINO

“El Petiso Orejudo”

Cayetano Santos Godino (Buenos Aires; 31 de octubre de 1896


– Penal de Ushuaia; 15 de noviembre de 1944), más conocido
por su apodo el petiso orejudo, fue un joven asesino, uno de los
mayores sociópatas de la historia argentina, ya que a principios
del siglo XX fue responsable de la muerte de cuatro niños, siete
intentos de homicidio y el incendio de siete edificios.
El origen de su sobrenombre es bastante evidente cuando se
observan las imágenes de Santos Godino: su rostro estaba
enmarcado por unas enormes orejas que incluso llegaron a ser
analizadas para determinar si tenían algún vínculo con su
mentalidad criminal.
Hijo de inmigrantes italianos, Fiore Godino y Lucia Rufo,
Cayetano tenía nueve hermanos. Desde pequeño manifestó su
violencia, a tal punto que su propio padre pedía que la policía lo
detuviera.
Vivió en la miseria y era constantemente golpeado por su padre
y por su hermano, el Petiso Orejudo fue convertido en un
"monstruo" de la época.
Si bien Santos Godino cometió la mayoría de los crímenes
cuando tenía 15 años, su "carrera" delictiva había comenzado
mucho antes, cuando era apenas un niño. A los 8 años, llevó a
Miguel de Paoli, un niño de casi dos años, a un baldío, donde
comenzó a pegarle en la cabeza con una piedra. No llegó a
matarlo porque un vigilante lo descubrió. La misma suerte
corrieron Roberto Carmelo Russo, Ana Neri y Severino
Gonzales: en todos esos casos, alguien acertó a pasar por la
escena antes de que el Petiso llegara a cometer el crimen.
En el caso Russo, a pesar de que Cayetano repitió la historia en
la que decía ser el liberador del menor, fue arrestado. Pero al
poco tiempo lo liberaron por falta de mérito.
Pasaron años sin que nadie, salvo su preocupado padre,
comprendiera que aquel jovencito de orejas aladas, analfabeto y
pirómano, que finalmente se convertiría en un asesino serial.
El año 1912 sería clave: tres muertes terminarían por dejarlo al
descubierto. Los dos primeros fueron los crímenes de Arturo
Laurora y Reina Bonita Vainicoff. El primero, un niño de 13
años, fue hallado muerto a golpes y estrangulado en una casa
vacía en enero de 1912. Dos meses después, a Reina Bonita, de
5 años, la prendieron fuego y falleció al poco tiempo debido a
las quemaduras. No fue sino hasta el crimen de Jesualdo
Giordano, ese mismo año, que este joven asesino cayó
finalmente en manos de la Justicia.
Jesualdito no tenía ni cuatro años cuando desapareció de la
puerta de su casa. Su cadáver apareció en un baldío,
estrangulado con un piolín y con un clavo en la sien. La imagen
horrorizó a la población, que ya acusaba a Cayetano por el
horroroso crimen.
Los vecinos denunciaron que la última vez que habían visto a
Jesualdito, caminaba de la mano con el "Orejudo". La policía lo
detuvo el 4 de diciembre, y Cayetano confesó sus crímenes.
Sin remordimientos
-Siente usted remordimientos por lo que ha hecho?
-No entiendo...

Así contestó Santos Godino a la pregunta de uno de los doctores


que lo examinó una vez que fue apresado, acusado de cometer
numerosos y crueles asesinatos. Aquel que cazaba pájaros y les
pinchaba los ojos, sentía un intenso placer de hacer sufrir y ver
morir a sus víctimas, a las que elegía. Eran criaturas entre 4 y 6
años cuya inocencia los hacía sucumbir ante la promesa de
caramelos y de inocentes juegos.

. Un empleo que consiguió en una fábrica le duró lo que un


santiamén.

Provocaba incendios solo por el placer de ver las llamas,


contemplar a la gente correr despavorida y ver trabajar a los
bomberos. Por eso en enero de 1912 -año fatídico- incendió un
galpón de la calle Corrientes.

El declaro: “Muchas mañanas, después de los rezongos de mi


padre y de mis hermanos, salía de mi casa con el propósito de
buscar trabajo, y como no lo encontraba tenía ganas de matar
a alguien. Si encontraba a alguien chico me lo llevaba a alguna
parte y lo estrangulaba”, confesaría tiempo después.
Parece increíble que su raid delictivo haya comenzado cuando
tenía siete años, y su primera víctima tuvo suerte

Tenía apenas 15 años cuando fue procesado por los asesinatos


de los niños Arturo Laurora, Reina Bonita Vainicoff y Jesualdo
Giordano.
Luego de una serie de peritajes psiquiátricos, fue declarado, en
principio, inimputable, por considerárselo irresponsable, aunque
se decidió su internación provisoria en el Hospicio de las
Mercedes. Sin embargo, por decisión del Ministerio Público, el
Petiso fue trasladado a la Penitenciaría Nacional, en aquel
entonces ubicada en Las Heras y coronel Díaz.
En 1927 se lo sometió a una cirugía para reducir el tamaño de
sus orejas, ya que algunas teorías sostenían que eran el origen de
su crueldad. Esta decisión se dio en el marco del predominio de
principios positivistas de la época, que sostenían la idea de
"peligrosidad" de algunas personas y el concepto de la
delincuencia nata.
Santos Godino falleció en 1944 en la cárcel del Fin del mundo
en Ushuaia.

Lucia Baeza
15/03/2024 Saltillo, Coahuila.

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