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Què Hacen Los Intelectuales en El Perù
Què Hacen Los Intelectuales en El Perù
Los más se han metido en sus nichos, sus becas yanquis, sus paraguas, los sombreros
variados de la sombrerería.
Pero ninguno se pronuncia sobre esta tormenta que se ensaña con los más pobres.
Cuando fui niño y adolescente abría un libro y allí estaba Washington Delgado con su
espléndido desasosiego. Y estaban Alberto Hidalgo o Luis Nieto. Y frente a un Xavier Abril
o un Martín Adán, con los que volabas por esos parajes donde las palabras arden y se
esfuman, estaba Manuel Scorza que nos contaba sobre rostros vacíos, hombres de mirada
prematuramente cana y balnearios de hueso, chúpate esa.
Y si eso no te satisfacía, pues ahi estaba Mariátegui, para explicarte algunas cosas
plenamente vigentes. Y estaban Sebastián Salazar Bondy o Enrique Solari Swayne para
decirte que este país había que arreglarlo. Y si nada de eso te placía, les echabas mano a los
patriarcas, desde González Prada hasta Julio Cotler. Para no hablar de Vallejo, claro, o de
nuestros remotos consuelos: Hesse, Sartre, Camus, Tolstoi, Solzhenitsyn, Dos Passos, todos
los infelices que querían que supiéramos cuán idiotas debían ser los que andaban
reconciliados con el mundo. Lo que quiero decir es que había una trama de la inteligencia y
del espíritu que sostenía la esperanza. Y el sostén de la esperanza es la rebeldía.
Hoy todo eso parece roto, viejo, arqueológico. Los artistas se han dedicado a
sobrevivir, los escritores se mueren por complacer a ese gran mundo que los quiere recibir
castrados y pasteurizados, los sociólogos buscan maestrías y los filósofos languidecen en la
enseñanza.
¿Y dónde están nuestros intelectuales? ¿En qué torre se callan, desde qué azotea de
suicidas nos miran como si con ellos no fuera la cosa?
¿Dónde están los que deberían estar dándonos lecciones de coraje y compromiso
frente a una situación que es de las peores en la esperpéntica historia de nuestra república?
Están en lo suyo, repantigados en el comentario indulgente, esperando una llamada,
fingiendo independencia o encontrándole coartadas al asco.
En "Los tiempos modernos" Sartre, el inolvidable, escribió esto: "todos los escritores
de origen burgués han conocido la tentación de la irresponsabilidad; desde hace un siglo,
esta tentación constituye una tradición en la carrera de las letras. El autor establece rara vez
una relación entre sus obras y el pago en numerario que por estas recibe. Por un lado,
escribe, canta, suspira; por el otro, le dan dinero".