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Reflexiones y consejos antes de enviar tu manuscrito a una editorial

Por Ana Bustelo Tortella

Si eres escritor y estás pensando mandar tu obra a una editorial, espera un minuto antes de
hacerlo.
Piensa en la persona que lo va a recibir. Intenta imaginar al editor sentado a su mesa,
rodeado de manuscritos como el tuyo. Algunos le han llegado en papel y encuadernados;
otros en hojas sueltas (¡y sin numerar!) dentro de un sobre; cientos le han llegado por
correo electrónico; unos no los ha podido ni descargar porque estaban en un programa
indescifrable; otros más tenían fotos que pesaban un quintal; y unos cuantos han llegado en
Word, con una tipografía legible y acompañados de un correo corto y explicativo.
¿Cuáles crees tú que descartará el editor sin pensarlo? ¿Y cuáles leerá con una
predisposición positiva? ¿No crees que a ti te pasaría lo mismo? ¿Por qué debería un editor
intentar descodificar un programa que nadie utiliza? Es como si decides enviar un
currículum en japonés a una empresa en la que sabes con certeza que lo que se habla es
español. No tiene sentido.
De modo que guarda, durante unos días más, esos folios que ibas a meter en el sobre,
o tira el correo electrónico que tenías preparado, y lee estos consejos.
Yo he sido esa editora rodeada de manuscritos.

1. El contenido
Lo primero que te tienes que preguntar antes de enviar nada es si la obra que tienes, es tu
mejor versión.
No mandes ningún trabajo que no consideres que es lo mejor que has podido
producir. Léelo otra vez, dáselo a un corrector profesional, revísalo, aunque te dé la
sensación de que ya no se puede revisar más.
Lo ideal sería que se lo dieras a un editor —o corrector— porque lo verá con
objetividad, te dirá sinceramente lo que piensa sobre su viabilidad en el mercado y te podrá
dar ideas para cambiar lo que considera que no funciona en cuanto a contenido, estructura,
personajes, estilo, etcétera.
Muchos escritores consideran una ofensa que alguien les diga que deberían cambiar
algo en su texto, pero no se dan cuenta de que no se están haciendo ningún favor a sí
mismos. Los correctores y editores no quieren «fastidiar» al escritor. Quieren ayudar. A
menudo son escritores ellos mismos y entienden perfectamente por lo que estás pasando.
Otros piensan que contratar a un corrector es tirar el dinero. A mí, sin embargo, me
parece que es dinero bien invertido si es para mejorar la obra con la que has andado
obsesionado durante años. Creo que es como la salud: un área en la que no se debe ahorrar.

2. La forma
Una vez que el manuscrito está revisado hay que darle forma. Esto también lo puede hacer
un corrector y, de hecho, probablemente te habrá hecho algún comentario si ha visto
incorrecciones. Por ejemplo, Internet está acabando con algunas normas de puntuación y
se está adoptando la costumbre de separar los párrafos con una línea blanca y sin sangrado
en la primera línea de párrafo. Esto es incorrecto. Ve a tu estantería y abre cualquier libro.
Verás que los párrafos no están separados así y siempre llevan sangrado en la primera línea.
La línea blanca entre párrafos le dice al lector que la historia va a cambiar de rumbo, pero
no tanto como para iniciar un nuevo capítulo. Así que ¡ten cuidado! No querrás que parezca
que en cada párrafo va a haber un giro. En español tampoco es correcto dejar dos espacios
entre palabras, ni detrás de un signo de puntuación.
Y aquí voy a incurrir en lo que parece una contradicción. Hablo de «dar forma» al texto
o formato, pero al mismo tiempo quiero insistir en que es muy importante que no utilices
los «estilos» de Word. Las editoriales necesitan que el texto tenga el mínimo formato,
porque al maquetar el libro en el programa InDesign hay que deshacerlo.
Por ejemplo, si haces una lista y Word automáticamente la enumera, o haces un índice
de contenidos, InDesign no lo entiende. Es mejor numerar manualmente. Lo que sí se puede
hacer sin problemas en Word son las notas a pie de página. Por lo demás, haz lo justo: Pon
los sangrados, elige una buena tipografía, y nada más. No te empeñes en ser muy original y
poner una tipografía rarísima que has encontrado en las tripas de tu ordenador. A riesgo de
repetirme, insisto: si no se lee con facilidad, reduces las posibilidades de que el editor lea tu
manuscrito.

3. El archivo
Si resulta que tienes un amigo maquetista o has hecho un curso de maquetación y quieres
mostrar tus conocimientos al mundo, puedes enviar un pdf, pero ten en cuenta que, si al
editor le gusta tu libro, te va a pedir la versión en Word y va a tirar a la basura tu maqueta o
la de tu amigo. Si insistes en que sea un pdf, procura que no pese tanto que haya que
mandarlo por WeTransfer o algún otro sistema de almacenamiento en la nube.
Mi consejo: ahórrate trabajo, y ahórraselo a la editorial. Envía un documento de
Word. ¿Temes que te plagien el libro? Esa posibilidad SIEMPRE existe, pero no es corriente
en el mundo editorial y puestos a copiar, también se puede copiar un pdf.

4. Ilustraciones
Es posible que una parte importante de tu libro lo constituya el material gráfico. Es
importante decírselo al editor y enviar muestras. Pero bastará con cinco o seis, y deben
estar en baja resolución. Si están online, aconsejo enviar, además, un link a la web.
No insertes nada en el documento de Word; no funciona bien y la editorial las va a
quitar para maquetar.

5. Para concluir: 10 consejos muy básicos


 Manda el documento en un archivo de Word: .doc, .docx o .rtf.
Si es un pdf, asegúrate de que no pese mucho.
 Enumera los capítulos, numera las páginas (¡sobre todo si lo vas a enviar en papel!).
 Si los capítulos tienen título, haz un índice.
 Utiliza una tipografía de la familia Times o una de palo (Calibri, Helvética…)
 Cuerpo 12 (el tamaño de la letra).
 No utilices la opción de hacer estilos en Word.
 Utiliza siempre comillas angulares («»); son las que se utilizan en español.
 Utiliza un interlineado sencillo o 1,5, nunca doble.
 Evita las líneas blancas innecesarias y los asteriscos (***) entre párrafos.
 Dejar dos espacios entre palabras, o después de punto y seguido es incorrecto en
español.
Recuerda: el editor es una persona, con problemas muy parecidos a los tuyos y muy poco
tiempo, pero con muchas ganas de encontrar un manuscrito sorprendente. No dejes
escapar una oportunidad por ser chapucero y descuidado.

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