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Maria Teresa Salazar Ferreyros

Asociada en Payet, Rey, Cauvi, Pérez Abogados y especialista en derecho concursal,


derecho corporativo y fusiones y adquisiciones

Introducción
Desde que empezó la humanidad, han existido deudores y acreedores. Y, desde que
han existido deudores y acreedores, también han existido deudores que no han
podido (o querido) pagar sus deudas. Es por esto que, a lo largo de la historia, han
existido diferentes formas de lidiar con el desorden que queda cuando las deudas no
se pagan. Una de ellas es el derecho concursal.
Actualmente, en el Perú, el sistema concursal está regulado por la Ley No. 27809,
Ley General del Sistema Concursal (la “Ley”), promulgada el 26 de julio de 2002. El
objetivo del presente artículo es introducir al lector a los conceptos contenidos en la
Ley.
Definición del sistema concursal
En el Perú, podemos definir al derecho concursal como la rama del derecho dedicada
al estudio y desarrollo de la regulación jurídica de las crisis empresariales, la
suspensión de pagos, la insolvencia, reestructuración y quiebra de los agentes del
mercado, y los mecanismos de tutela que requieren los acreedores de los deudores
sometidos a un procedimiento concursal. En otras palabras, el sistema concursal
establece las reglas de juego para afrontar las crisis económicas y financieras ante las
que se pueda encontrar un agente del mercado y tiene la finalidad de viabilizar la
alternativa más eficiente para los acreedores, el deudor y la sociedad en general.
Ahora, es válido preguntarse si el sistema concursal está orientado a favorecer al
deudor que atraviesa una crisis o a los acreedores que esperan recuperar sus créditos.
Esta interrogante se encuentra en el centro de todo sistema concursal, y la opción
legislativa que cada país decida adoptar dependerá del modelo económico y los
intereses de orden público que el Estado busque proteger. Nuestro sistema, como
veremos más adelante, está orientado al favorecimiento y protección de los
acreedores.
Objetivo y finalidad del sistema concursal
De acuerdo con la Ley, el objetivo de sistema concursal peruano es “la recuperación
del crédito mediante la regulación de procedimientos concursales que promuevan
la asignación eficiente de recursos a fin de conseguir el máximo valor posible del
patrimonio del deudor”[1].
Además, la finalidad de los procedimientos concursales es “propiciar un ambiente
idóneo para la negociación entre los acreedores y el deudor sometido a concurso
que les permita llegar a un acuerdo de reestructuración o, en su defecto, a la salida
ordenada del mercado bajo reducidos costos de transacción”[2].
Como vemos, en nuestro país se ha aplicado un criterio de eficiencia económica
donde se considera que el patrimonio del deudor es importante y escaso, por lo que
el sistema concursal debe facilitar que los acreedores tomen decisiones eficientes
sobre el destino del deudor que maximicen el valor de su patrimonio en beneficio de
la colectividad de acreedores. En concordancia con esto, los principios de nuestro
sistema concursal son:
• Universalidad: el concurso produce sus efectos sobre la totalidad del patrimonio del
deudor, conformado por el total de bienes, derechos y obligaciones, con excepción de
los bienes inembargables y los excluidos expresamente por normas especiales.
• Colectividad: los procedimientos concursales buscan la participación y beneficio de
la totalidad de acreedores involucrados en la crisis del deudor, sirviendo como una
herramienta de ejecución colectiva del patrimonio de deudor en contraposición al
derecho de ejecución individual de cada acreedor.
• Proporcionalidad: los acreedores participarán proporcionalmente en el resultado
económico de los procedimientos concursales ante la imposibilidad del deudor de
satisfacer la totalidad de créditos con su patrimonio. Sin embargo, este principio no
es absoluto[3].
Principales actores en el sistema concursal
Los principales actores en el sistema concursal son la autoridad concursal, el deudor
y los acreedores.
En el Perú, la autoridad competente para conocer los procedimientos concursales es
el Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad
Intelectual (“Indecopi”), una autoridad administrativa, a diferencia de otras
legislaciones donde la competencia reside en la autoridad judicial. Dentro de
Indecopi, la Comisión de Procedimientos Concursales (la “Comisión”) es competente
para conocer los procedimientos concursales de deudores domiciliados en el Perú, y
deudores que domicilien en el extranjero, siempre y cuando se hubiese reconocido la
sentencia extranjera que declara el concurso y exclusivamente sobre los bienes de
titularidad del concursado que se encuentren en el Perú. Además, la Sala
Especializada en Procedimientos Concursales es competente para conocer los
procedimientos como última instancia administrativa. Sus resoluciones pueden
cuestionarse mediante la demanda contenciosa administrativa ante el Poder Judicial.
Por otro lado, la Ley establece que se entiende como deudor a toda persona natural
o jurídica, sociedad conyugal, sucesión indivisa o sucursal en el Perú de sociedades u
organizaciones constituidas en el extranjero. Asimismo, se considera que un deudor
es susceptible de ser sometido a concurso si realiza algún tipo de actividad
empresarial (entendida como cualquier actividad económica, habitual y autónoma
en la que confluyen factores de producción, capital y trabajo, desarrollada con el
objetivo de producir bienes o prestar servicios), y se cumplen los presupuestos
establecidos en la legislación concursal.
Igualmente, de acuerdo con la Ley, se considerará como acreedor a cualquier persona
natural o jurídica, sociedades conyugales, sucesiones indivisas y otros patrimonios
autónomos que sean titulares de un crédito. Resulta relevante distinguir entre un
crédito concursal y un crédito post-concursal, ya que, en principio, solo los
acreedores titulares de un crédito concursal podrán ser parte de un procedimiento
concursal. De acuerdo con la Ley, el crédito concursal es el generado hasta la fecha
de publicación de la situación de concurso del deudor, y el crédito post-concursal
será el generado luego de la mencionada fecha de publicación.
Tipos de procedimientos concursales
Ahora, habiendo revisado los conceptos básicos del sistema concursal, pasaremos a
resumir brevemente los tipos de procedimientos concursales.
Al respecto, cabe mencionar que existen dos tipos de procedimientos concursales: el
procedimiento concursal ordinario, y el procedimiento concursal preventivo. El
procedimiento ordinario busca enfrentar y revertir una crisis (o insolvencia)
manifiesta, mientras que el preventivo busca prevenir esa crisis antes de que se
materialice y así evitar una situación desesperada.
Cualquier deudor puede solicitar su sometimiento a un procedimiento concursal
preventivo, siempre que no se encuentre en alguno de los supuestos contemplados
en la ley para el sometimiento a un procedimiento concursal ordinario[4]. Esto
significa que debe encontrarse en una insolvencia inminente, no una insolvencia
actual, para poder solicitar el inicio de un procedimiento preventivo.
Por otro lado, la Ley ha establecido dos posibilidades sobre el inicio de un
procedimiento concursal ordinario: que el mismo deudor solicite su sometimiento a
concurso (lo que se conoce como concurso voluntario) o que uno o varios acreedores
soliciten el sometimiento de un deudor a concurso (lo que se conoce como concurso
involuntario).
Para solicitar su sometimiento a un concurso ordinario, el deudor deberá cumplir
con los requisitos señalados en la Ley4. Por otro lado, para que un acreedor solicite el
sometimiento de uno de sus deudores al concurso ordinario deberá contar con un
crédito por un valor superior a las cincuenta (50) UIT y que se haya mantenido
impago por más de treinta (30) días.
En todos los casos, la solicitud deberá presentarse ante la Comisión, quien revisará
el cumplimiento de los requisitos señalados en la Ley y decidirá si se inicia o no un
concurso. En el caso de un concurso ordinario solicitado por los acreedores, la
Comisión, luego de comprobar que se cumplan los presupuestos, emplazará al
deudor para que éste pueda optar por: (i) pagar el crédito, (ii) ofrecer pagar el crédito,
(iii) oponerse a la solicitud, o (iv) allanarse a la solicitud. Solo se iniciará un concurso
ordinario si el deudor se allana a la solicitud, la oposición presentada es desestimada,
o si el ofrecimiento de pago que realice es rechazado por el acreedor solicitante.
Una vez que la Comisión declare el inicio del concurso y esta resolución quede firme
o consentida, se publicará en el Boletín Concursal el inicio del concurso del deudor y
los acreedores titulares de créditos concursales deberán presentar ante esta entidad
las solicitudes de reconocimiento de sus créditos. Una vez los créditos se hayan
reconocido y la junta de acreedores se haya instalado, ésta decidirá sobre lo siguiente:
(i) en un procedimiento preventivo, deberá decidir aprobar o no el Acuerdo Global
de Refinanciación, y (ii) el un concurso ordinario, deberá decidir liquidar o
reestructurar al deudor.
1. Conclusión
Como se desprende de la Ley, en el Perú se ha aplicado un criterio de eficiencia
económica en el sistema concursal vigente donde se considera que el patrimonio del
deudor es importante y escaso, por lo que el sistema concursal debe facilitar que los
acreedores tomen decisiones eficientes sobre el destino del deudor que maximicen el
valor de su patrimonio en beneficio de la colectividad de acreedores, prefiriendo la
reestructuración sobre la liquidación. Así, se ha considerado conveniente la
regulación de dos procedimientos con finalidades diferentes: el concurso preventivo
y el concurso ordinario.

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