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A nivel nacional resulta que los ecosistemas y zonas más ricas biológicamente,
como los bosques tropicales y la gran variedad de tipos de vegetación del eje
neovolcánico transversal, son las históricamente ocupadas por los diversos grupos
indígenas, según lo demuestran las regiones indígenas actuales.
Así mismo, los cinco estados considerados más ricos en términos biológicos
(Oaxaca, Chiapas, Michoacán, Veracruz y Guerrero) son también los que contienen
la mitad de los ejidos y comunidades indígenas del país (Toledo, et al. 2001).
Las poblaciones humanas en el transcurso de su historia han desarrollado
conocimientos sofisticados sobre su entorno, sobre la flora y la fauna y sobre el uso
de diversas especies. Esta experiencia adquirida durante miles de años, conocida
como conocimiento ecológico tradicional, está estrechamente ligada al lenguaje, a
las tradiciones orales y a la cosmovisión de cada población. La transmisión de este
conocimiento se lleva a cabo mediante creencias, actitudes sociales, principios y
convenciones de comportamiento y prácticas desarrolladas por la experiencia. En
México el conocimiento ecológico tradicional es de suma importancia ya que
existen alrededor de 80 pueblos indígenas (12.4 millones de mexicanos) con una
gran variedad de lenguajes. A la fecha se registran en México 11 familias
lingüísticas, 68 agrupaciones lingüísticas y 364 variantes. Tan solo de las selvas
tropicales húmedas, se han documentado alrededor de 1,330 especies de plantas
útiles para el conocimiento indígena, de las cuales se obtienen más de 3,000
productos, entre medicinas, alimentos, materiales para construcción, madera,
forrajes, fibras, combustibles, etc.
Una parte importante de las plantas cultivadas que sustentan el sistema alimentario
mundial actual fue domesticada por los pueblos indígenas de América. Estas
plantas y sus productos han llegado a nuestras manos pasando por un largo
proceso de selección, diversificación, innovación, intercambio con otras regiones,
adaptación, mejoramiento genético, uso y manejo. Por ejemplo, en México
el 23% de la flora (equivalente a más de cinco mil especies) tiene algún uso
tradicional y hay más de 4,000 plantas medicinales. Sin pueblos indígenas y
campesinos esta experiencia se perdería (Boege, 2008).