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El despertar de la hormiga dormilona

6º Grado

En lo profundo del bosque, entre la hojarasca y los árboles centenarios, vivía una
hormiga muy peculiar llamada Rosita. Rosita no era como las demás hormigas que
trabajaban incansablemente desde el amanecer hasta el anochecer. Ella tenía una
característica única: le encantaba dormir. Desde que era una pequeña hormiguita,
siempre buscaba la forma de pasar más tiempo descansando que trabajando.
Un día, mientras el sol comenzaba a iluminar el bosque con sus cálidos rayos matutinos,
Rosita seguía profundamente dormida en su cómodo lecho de hojas. Mientras tanto, el
bullicio y la actividad de sus compañeras hormigas resonaban por todo el hormiguero.
Ellas se preparaban para salir en busca de comida y cumplir con sus deberes diarios.
La causa de la extraña somnolencia de Rosita se remontaba a un accidente que había
tenido cuando era apenas una larva. Una rama había caído sobre ella mientras exploraba
el bosque con su madre, y desde entonces, había sufrido de un sueño profundo y
constante. Aunque los demás habitantes del hormiguero intentaban despertarla con sus
esfuerzos y consejos, nada parecía funcionar.
El efecto de la somnolencia de Rosita era evidente: el trabajo de la colonia se veía
afectado, ya que una hormiga menos significaba una carga adicional para las demás. Las
provisiones disminuían y la preocupación crecía entre sus compañeras. Sin embargo, la
dulce y tranquila Rosita seguía durmiendo ajena a todo.
Un día, una gran tormenta azotó el bosque con furia. Los vientos violentos sacudieron
los árboles y las lluvias torrenciales inundaron el suelo. Las hormigas trabajaban
arduamente para proteger el hormiguero y recolectar suficiente alimento para sobrevivir
a los días de lluvia. Pero Rosita, como de costumbre, seguía sumida en un profundo
sueño.
La tormenta causó estragos en el bosque, arrancando árboles y arrastrando ramas por el
suelo. Una de esas ramas cayó justo sobre el lugar donde dormía Rosita, sacudiéndola
bruscamente de su letargo. La hormiga despertó de golpe, sorprendida por el caos que la
rodeaba.
El efecto de la tormenta en Rosita fue inmediato: finalmente comprendió la importancia
de estar despierta y activa para ayudar a su colonia en momentos de crisis. A partir de
ese día, Rosita decidió dejar atrás su hábito de dormir profundamente y se convirtió en
una de las hormigas más trabajadoras y diligentes del hormiguero. Su despertar no solo
salvó su vida, sino también la de toda su comunidad.

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