El 2 de abril es una fecha muy significativa para nosotros, de mucho dolor, pues es un acto

heroico. Muchos jóvenes argentinos, provincianos, dejaron su vida allí defendiendo con el alma
una porción de nuestro territorio, hace muchos años por Inglaterra.

Las islas son nuestras y ellos lo saben. Desde 1833 hasta el presente, nuestro país nunca abandono
el reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas. Hay hechos históricos, pruebas jurídicas,
negociaciones diplomáticas que confirman el reclamo indeclinable de soberanía. Amplios sectores
sociales todos los años reclaman sus vínculos con las islas mediante canciones, libros, actos,
homenajes, sitios de memoria, frases pintadas, entre muchas de las acciones. Pero todo parece
inútil.

Cada 2 de abril un hecho trágico del pasado permanece como una herida abierta, la guerra de
Malvinas ocurrida en 1982. Argentina jamás renunció a sus derechos. Luchó y buscó el dialogo con
Gran Bretaña una y otra vez con mas insistencia. Los invasores siempre se negaron al dialogo. El
reclamo dejo de ser Nacional, para convertirse en un grito regional, pedido de justicia que baja
desde Mexico y se extiende por toda Latinoamerica, el Mercosur, las Naciones Sudamericanas,
Unasur, la comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños . Todos son concientes de este
reclamo de Justicia. Las Islas Falkland y puerto Stanley son ingleses y no hay dialogo sobre
Soberanía dice el invasor.

¿Qué tienen las islas?

Importantes reservas de petróleo y gas.

Recursos Naturales únicos en el mundo: la pesca, el krill, crustáceos, moluscos y peces. Las aguas
más puras. Permanentemente vienen de otros países a saquear el Mar Argentino.

El ganado ovino.

Y un punto estratégico militar que le permite actuar rápidamente en cualquier parte del mundo.

Las consecuencias de la guerra fueron tremendas. Dejaron marcas muy profundas. Muchos no
volvieron y los que pudieron hacerlo, no pudieron reinsertarse en el mundo del trabajo. Desde
nuestro lugar de trabajo, los docentes, no debemos ser indiferentes. Malvinas es parte de nuestra
identidad.

Allí quedaron eternos centinelas, sin relevo, esperando que algún dia sin que con sangre vuelva…
la celeste y blanca a flamear sobre estas tierras argentinas.