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Madre Espiritual
Oraciones de Santos por las
almas consagradas
Santa Teresita
Santa Teresita del Niño Jesús dice:
¡Cuántas veces he pensado que muchas de las gracias
extraordinarias con las que Dios me ha colmado, se las debo a
algún alma humilde a la que sólo conoceré en el cielo!
¿Qué quiere decir esto?
Que Dios nos da muchas gracias y bendiciones, si se las
pedimos y no nos las dará, si no se las pedimos.
Por eso mismo, es una gracia muy grande de Dios poner en
nosotros el deseo de pedir algo que nos conviene.
Dice la misma santa Teresita:
Dios nunca me ha hecho desear algo que luego no me lo haya
concedido (MA folio 71).
No ha querido que tuviese ni un solo deseo sin verlo realizado;
no sólo mis deseos de perfección, sino aun aquéllos cuya vanidad
yo comprendía sin haberla experimentado
(MA fol 81).
Santa Teresita
Reflexiones del libro del Padre Busuttil S.J, que nos anima a rezar por
el aumento de las vocaciones, la santidad de los consagrados y así
contribuir a la salvación de las almas.
San Pablo VI,
1 de febrero de 1978
Iluminados y animados por tu Palabra, te pedimos, Señor,
por todos aquellos que ya han seguido y ahora viven tu
llamada. Por tus obispos, presbíteros y diáconos; y también
por tus consagrados religiosos, hermanos y religiosas; y
también por tus misioneros y por los seglares generosos que
trabajan en los ministerios instituidos o reconocidos por la
Santa Iglesia. ¡Sostenlos en las dificultades, confórtalos en
los sufrimientos, asístelos en la soledad, protégelos en la
persecución, confírmalos en la fidelidad!
Te pedimos, Señor, por aquellos que están abriendo su alma
a tu llamada o se preparan ya a seguirla. Que tu Palabra los
ilumine, que tu ejemplo los conquiste, que tu gracia los guíe
hasta la meta de las sagradas órdenes, de los votos religiosos,
del mandato misionero.
Que tu Palabra, Señor, sea para todos ellos guía y apoyo
para que sepan orientar, aconsejar y sostener a los hermanos
con aquella fuerza de convicción y de amor que Tú posees y
que Tú sólo puedes comunicar.
San Juan Pablo II,
6 enero 1979
«Señor Jesús, que has llamado a quien has querido,
llama a muchos de nosotros a trabajar por ti, a trabajar
contigo.
Tú, que has iluminado con tu palabra a los que has llamado,
ilumínanos con el don de la fe en ti.
BENEDICTO XVI
Al igual que tú, ellos fueron tomados de entre los hombres para
servir a Dios.
Amén.
Oración del Cardenal
Mercier
Jesús, Pastor eterno de las almas, escucha la oración
que te dirigimos por los sacerdotes.
Hacia ellos sientes el amor más afectuoso y más
delicado de tu Corazón ese amor profundo en que
parecen reunirse todos los lazos íntimos que te unen a
las almas.
Mira misericordiosamente a toda esa multitud de
almas ignorantes, para las cuales el sacerdote ha de
ser luz; a todos esos eslavos del trabajo, que buscan a
alguien que los libre de los engaños y que los salve en
tu nombre.
Piensa en todos esos niños, en todos esos jóvenes, que
buscan un guía capaz de llevarles hasta ti.
Piensa, Señor, en tantas criaturas que sufren y tienen
necesidad de un corazón que las consuele y que las
lleve a tu Corazón.
Piensa en todas las almas que podrían llegar a la
perfección, si encontrasen en su camino la ayuda de
un sacerdote santo.
Haz que tus sacerdotes conduzcan hacia ti a toda esta
Humanidad que sucumbe de debilidad, para que toda
la tierra se renueve, sea exaltada la Iglesia, y el reino
de tu divino Corazón quede establecido en la paz.
Oh Virgen Inmaculada Madre del sacerdote eterno, que
tuviste a Juan, el sacerdote amado de Jesús, como primer
hijo adoptivo, y que, en el cenáculo presidiste como Reina
la reunión de los Apóstoles, alcanza a la Iglesia de tu Hijo
un continuo Pentecostés, incesantemente renovado.
Así sea.
Invocación a la Virgen
María
María, figura de la Iglesia,
Esposa sin arruga y sin mancha,
que imitándote «conserva virginalmente
la fe íntegra, la esperanza firme y el amor sincero»,
sostiene a las personas consagradas
en el deseo de llegar a la eterna y única
Bienaventuranza.
Las encomendamos a ti,
Virgen de la Visitación,
para que sepan acudir
a las necesidades humanas
con el fin de socorrerlas,
pero sobre todo para que lleven a Jesús.
Enséñales a proclamar
las maravillas que el Señor hace en el mundo,
para que todos los pueblos ensalcen su nombre.
Sostenlas en sus obras en favor de los pobres,
de los hambrientos, de los que no tienen
esperanza,
de los últimos y de todos aquellos
que buscan a tu Hijo con sincero corazón.
A ti, Madre,
que deseas la renovación espiritual
y apostólica de tus hijos e hijas
en la respuesta de amor y de entrega total
a Cristo, elevamos confiados nuestra
súplica.
Tú que has hecho la voluntad del Padre,
disponible en la obediencia,
intrépida en la pobreza
y acogedora en la virginidad fecunda,
alcanza de tu divino Hijo,
que cuantos han recibido
el don de seguirlo en la vida consagrada,
sepan testimoniarlo con una existencia
transfigurada,
caminando gozosamente,
junto con todos los otros hermanos y hermanas,
hacia la patria celestial y la luz que no tiene ocaso.
Te lo pedimos,
para que en todos y en todo
sea glorificado, bendito y amado
el Sumo Señor de todas las cosas,
que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.
AMÉN
Oración a la Virgen María de
las madres de las 40 horas.
Oh Dulcísima Madre nuestra, tienes en tus manos todas las
gracias que Dios quiere derramar sobre el mundo.
Nosotras, tus hijas de las 40 horas te las queremos pedir
para tus hijos Consagrados, Tú los amas con un amor
especial, pues Dios quiere por medio de ellos extender el
Reino de su Amor, Mira Madre nuestra todos los peligros
que los acechan y protégelos, usa nuestras pobres
oraciones y nuestros pobres sacrificios para establecer en
torno a cada uno una multitud de ángeles que los ayuden y
enciéndelos en la Caridad más ardiente, para que
olvidados de todo lo que no sea la Gloria de Dios, se lancen
a convertir al mundo con la alegría de los verdaderos hijos
de Dios, que sean fieles a la Verdad, que imiten las virtudes
de tu Hijo, que acepten todas las cruces que la edificación
de la Iglesia y la salvación de las almas les traigan. No
dejes que el espíritu del mundo los confunda, antes al
contrario, que sepan predicar con la claridad nacida de la
oración, del ayuno, de la fe y la caridad, que sin Cruz no
puede haber Resurrección y así puedan despertar en los
hombres el ansia de la vida sobrenatural.
Oh Señora, nuestros ojos están fijos en Ti, porque en la Cruz
tu Hijo te hizo Madre de todos los hombres y ellos necesitan
las vocaciones y los consagrados para poder aspirar al
Cielo. Muéstranos que eres nuestra Madre y danos todas
las gracias que te pedimos.
Invocación a María,
Madre de la Iglesia
A Tí nos dirigimos, Madre de la Iglesia, a Tí que con
tu<<fiat>> has abierto la puerta a la presencia de Cristo
en el mundo, en la historia de las almas, acogiendo con
humilde silencio y total disponibilidad la llamada del
Altísimo.