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Oraciones de una

Madre Espiritual
Oraciones de Santos por las
almas consagradas

Oh Jesús que has instituido el sacerdocio para continuar en


la tierra
la obra divina de salvar a las almas
protege a tus sacerdotes (especialmente a: …………..)
en el refugio de tu SAGRADO CORAZÓN.
Guarda sin mancha sus MANOS CONSAGRADAS,
que a diario tocan tu SAGRADO CUERPO,
y conserva puros sus labios teñidos con tu PRECIOSA
SANGRE.
Haz que se preserven puros sus Corazones,
marcados con el sello sublime del SACERDOCIO,
y no permitas que el espíritu del mundo los contamine.
Aumenta el número de tus apóstoles,
y que tu Santo Amor los proteja de todo peligro.
Bendice Sus trabajos y fatigas,
y que como fruto de Su apostolado obtenga la salvación de
muchas almas
que sean su consuelo aquí en la tierra y su corona eterna en
el Cielo.

Santa Teresita
Santa Teresita del Niño Jesús dice:
¡Cuántas veces he pensado que muchas de las gracias
extraordinarias con las que Dios me ha colmado, se las debo a
algún alma humilde a la que sólo conoceré en el cielo!
¿Qué quiere decir esto?
Que Dios nos da muchas gracias y bendiciones, si se las
pedimos y no nos las dará, si no se las pedimos.
Por eso mismo, es una gracia muy grande de Dios poner en
nosotros el deseo de pedir algo que nos conviene.
Dice la misma santa Teresita:
Dios nunca me ha hecho desear algo que luego no me lo haya
concedido (MA folio 71).
No ha querido que tuviese ni un solo deseo sin verlo realizado;
no sólo mis deseos de perfección, sino aun aquéllos cuya vanidad
yo comprendía sin haberla experimentado
(MA fol 81).

Santa Teresita

Reflexiones del libro del Padre Busuttil S.J, que nos anima a rezar por
el aumento de las vocaciones, la santidad de los consagrados y así
contribuir a la salvación de las almas.
San Pablo VI,
1 de febrero de 1978
Iluminados y animados por tu Palabra, te pedimos, Señor,
por todos aquellos que ya han seguido y ahora viven tu
llamada. Por tus obispos, presbíteros y diáconos; y también
por tus consagrados religiosos, hermanos y religiosas; y
también por tus misioneros y por los seglares generosos que
trabajan en los ministerios instituidos o reconocidos por la
Santa Iglesia. ¡Sostenlos en las dificultades, confórtalos en
los sufrimientos, asístelos en la soledad, protégelos en la
persecución, confírmalos en la fidelidad!
Te pedimos, Señor, por aquellos que están abriendo su alma
a tu llamada o se preparan ya a seguirla. Que tu Palabra los
ilumine, que tu ejemplo los conquiste, que tu gracia los guíe
hasta la meta de las sagradas órdenes, de los votos religiosos,
del mandato misionero.
Que tu Palabra, Señor, sea para todos ellos guía y apoyo
para que sepan orientar, aconsejar y sostener a los hermanos
con aquella fuerza de convicción y de amor que Tú posees y
que Tú sólo puedes comunicar.
San Juan Pablo II,
6 enero 1979
«Señor Jesús, que has llamado a quien has querido,
llama a muchos de nosotros a trabajar por ti, a trabajar
contigo.

Tú, que has iluminado con tu palabra a los que has llamado,
ilumínanos con el don de la fe en ti.

Tú, que los has sostenido en las dificultades,


ayúdanos a vencer nuestras dificultades de jóvenes de hoy.

Y si llamas a algunos de nosotros,


para consagrarlo todo a ti,
que tu amor aliente esta vocación desde el comienzo
y la haga crecer y perseverar hasta el fin. Así sea ».
San Juan Pablo II
Señor tus nos dices que debemos aumentar nuestros
deseos porque tu misericordia los toma como hechos
cumplidos, que tenemos un poder sobre Ti que nos
asombraría si lo conociéramos, que das más de lo que
pedimos. Entonces nuestra almas se vuelven magnánimas
y queremos pedirte TODO.
Todo lo necesario para llevar a los religiosos a la mas alta
santidad.
Todo el fervor para que conquisten para para Tí a las
almas.
Toda la luz para llevarlas a la unión con Dios.
Toda la ternura para consolar a los que sufren.
Todo el fuego de la contemplación que hace falta para
inundar de gracias toda la tierra.
¡Señor da todo también a los llamados!.
Fuerza para vencer los obstáculos.
Luz ante las dudas.
Certeza ante tu llamado.
Prontitud para seguirte.
Paz para gozarte.
Humildad para imitarte.
Todo el fuego de tu Corazón para que den a las almas
Todo el amor a la Cruz que da vida
Todo, Señor, todo, y un ferviente amor a María!
San Juan Pablo II
Oh Jesús, Buen Pastor, acoge nuestra alabanza y nuestro
humilde agradecimiento por todas las vocaciones que,
mediante tu Espíritu, regalas continuamente a tu Iglesia.

Asiste a los obispos, presbíteros, misioneros y a todas las


personas consagradas; haz que den ejemplo de vida
auténticamente evangélica.
Da fortaleza y perseverancia en su propósito a aquellos que
se preparan al sagrado ministerio y a la vida consagrada.

Multiplica los evangelizadores para anunciar tu nombre a


todas las gentes.

Protege a todos los jóvenes de nuestras familias y


comunidades: concédeles prontitud y generosidad para
seguirte.
Vuelve también hoy tu mirada sobre ellos y llámalos.
Concede a todos los llamados la fuerza de abandonar todo
para elegirte sólo a Ti que eres el amor.

Perdona la no correspondencia y las infidelidades de


aquellos que has escogido.

Escucha, oh Cristo, nuestras preces por intercesión de María


Santísima, Madre tuya y Reina de los Apóstoles. Ella, que
por haber creído y respondido generosamente, es la causa
de nuestra alegría, acompañe con su presencia y su ejemplo
a aquellos que llamas al servicio total de tu reino.
Amén.
San Juan María
Vianney
Por las vocaciones
Señor Jesús, que mostrando a tus discípulos los campos
llenos de mieses, les mandaste orar pidiendo al Dueño de
la mies enviase obreros a su heredad: escucha nuestras
súplicas y concédenos muchos y santos sacerdotes.
(Respondemos: Danos muchos y santos sacerdotes)
Para que no deje de celebrarse la Eucaristía.
Para que nuestros oídos escuchen la Palabra divina.
Para que alcancemos el perdón de nuestros pecados.
Para que tengamos quienes oren por nosotros.
Para que los jóvenes respondan a la llamada divina.
Para que los aspirantes al sacerdocio perseveren en tu
santo servicio.
Para que las familias cristianas deseen tener un hijo
sacerdote . Escúchanos Señor, y ten piedad.
Oración: Dirige, Señor, tu mirada hacia nuestra
necesidad, bendícela con tu mano poderosa y concédenos
lo que te pedimos para que nuestro gozo sea pleno y con
él te alabemos eternamente.
Amén.
(Respondemos: Danos sacerdotes santos)
Señor, para celar tu honra y gloria.
Señor, para aumentar nuestra fe.
Señor, para sostener tu Iglesia.
Señor, para predicar tu doctrina.
Señor, para defender tu causa.
Señor, para contrarrestar el error.
Señor, para aniquilar las sectas.
Señor, para sostener la verdad.
Señor, para dirigir nuestras almas.
Señor, para mejorar las costumbres.
Señor, para desterrar los vicios.
Señor, para iluminar al mundo.
Señor, para enseñar las riquezas de tu Corazón.
Señor, para hacernos amar al Espíritu Santo.
Señor, para que todos tus ministros sean la luz del mundo y la
sal de la tierra.
Oración: Corazón de Jesús, Sacerdote Santo, te pedimos con
el mayor encarecimiento del alma, que aumentes de día en día
los aspirantes al sacerdocio y que los formes según los
designios de tu amante Corazón. Sólo así, conseguiremos
sacerdotes santos, y pronto en el mundo no habrá más que un
solo rebaño y un solo Pastor. Amén.

San Juan María


Vianney
Envíanos santos sacerdotes y
religiosos, según tu Corazón.
Señor Jesucristo, Sumo y eterno Sacerdote:
A vista de tantos Seminarios y Noviciados sin vocaciones,
y de tantos pueblos sin sacerdotes ni apóstoles, movido
nuestro corazón de la pena que arrancó del tuyo aquel
angustioso lamento: la mies es mucha y los operarios
pocos, obedientes a tu mandato de pedir por éstos, te
suplicamos:

(Respondemos: Envía operarios a tu mies, Señor)

Para que no falte quien lleve los niños a ti.


Para que vean los ciegos del alma y oigan los sordos, y
resuciten los muertos y se evangelicen los pobres.
Para que los oprimidos del diablo sean libertados, y los
justos se justifiquen más y los santos más se
santifiquen.
Para que no deje de haber en cada pueblo quien diga
a sus moradores: he ahí vuestra Madre, mostrando a la
tuya.
Para que todos los que sufren vayan a ti y, descansado
sobre tu pecho, encuentren la paz.
Para que en todo lugar se ofrezca a tu nombre la
limpia oblación de la Hostia pura, santa e inmaculada.
Para que diariamente se realice tu gran deseo de que
tus discípulos coman tu Pascua y la casa de tu festín
esté siempre llena.
Para que no quede un solo pueblo sin sagrario y sin
sacerdote que lleve sus vecinos a él.
Para que tu nombre sea santificado, venga a nosotros
tu reino eucarístico y por todos los hombres en la
tierra se cumpla tu voluntad como por los ángeles en
el cielo.
Señor, que la mies es mucha y los operarios muy
pocos.
R. Envíanos santos sacerdotes y religiosos, según tu
Corazón.

San Manuel González


Oración a la Virgen de
San Manuel González

María Inmaculada, Madre y Reina de los consagrados a


Dios.
R. Di a tu Hijo con la misma eficacia que en las bodas de
Caná: Mis hijos de la tierra no tienen sacerdotes ni
religiosos.
Ángeles de la guarda de los niños y de sus padres, san
José, patrón de la Iglesia Universal.
R. Pedid y trabajad por el fomento de vocaciones
sacerdotales y religiosas.

de San Manuel González


“¡Rogad, pues, al Dueño de la
mies que mande obreros!”.
“¡Rogad, pues, al Dueño de la mies que mande obreros!”.
Eso significa: la mies existe, pero Dios quiere servirse de los
hombres, para que la lleven a los graneros. Dios necesita
hombres. Necesita personas que digan: “Sí, estoy dispuesto a ser
tu obrero en esta mies, estoy dispuesto a ayudar para que esta
mies que está madurando en el corazón de los hombres pueda
entrar realmente en los graneros de la eternidad y transformarse
en perenne comunión divina de alegría y de amor.
“¡Rogad, pues, al Dueño de la mies!” quiere decir también: no
podemos ‘producir’ vocaciones; deben venir de Dios.
No podemos reclutar personas, como sucede tal vez en otras
profesiones, por medio de una propaganda bien pensada, por
decirlo así, mediante estrategias adecuadas.
La llamada, que parte del corazón de Dios, siempre debe
encontrar la senda que lleva al corazón del hombre.
Con todo, precisamente para que llegue al corazón de los
hombres, también hace falta nuestra colaboración.
Ciertamente, pedir eso al Dueño de la mies significa ante todo
orar por ello, sacudir su corazón, diciéndole:
“Hazlo, por favor. Despierta a los hombres. Enciende en ellos el
entusiasmo y la alegría por el Evangelio. Haz que comprendan
que este es el tesoro más valioso que que cualquier otro, y que
quien lo descubre debe transmitirlo!”.
Nosotros sacudimos el corazón de Dios.
Pero no sólo se ora a Dios mediante las palabras de la oración;
también es preciso que las palabras se transformen en acción, a
fin de que de nuestro corazón orante brote luego la chispa de la
alegría en Dios, de la alegría por el Evangelio, y suscite en otros
corazones la disponibilidad a dar su “sí”.
Como personas de oración, llenas de su luz, llegamos a los demás
e, implicándolos en nuestra oración, los hacemos entrar en el
radio de la presencia de Dios, el cual hará después su parte.
En este sentido queremos seguir orando siempre al Dueño de la
mies, sacudir su corazón y, con Dios, tocar mediante nuestra
oración también el corazón de los hombres, para que Él, según
su voluntad, suscite en ellos el “sí”, la disponibilidad; la
constancia, a través de todas las confusiones del tiempo, a través
del calor de la jornada y también a través de la oscuridad de la
noche, de perseverar fielmente en el servicio, precisamente
sacando sin cesar de este la conciencia de que este esfuerzo,
aunque sea costoso, es hermoso, es útil, porque lleva a lo
esencial, es decir, a lograr que los hombres reciban lo que
esperan: la luz de Dios y el amor de Dios.

BENEDICTO XVI

“¡Rogad, pues, al Dueño de la


mies que mande obreros!”.
Oración a San José por los
religiosos y religiosas

Glorioso patriarca San José, padre tutelar de Nuestro Señor


Jesucristo, te pido por todos los religiosas y religiosos.

Al igual que tú, ellos fueron tomados de entre los hombres para
servir a Dios.

Ayúdalos a imitar tu gran fe, tu castidad perfecta, tu entrega total


al servicio de Dios sin mirar las consecuencias, tu humildad, tu
trabajo constante, tu pobreza, tu obediencia, todas tus virtudes y
tu SI heroico.

Ayúdalos a imitarte a ti y a tu Hijo Jesús en todo.

Ayúdalos a ser buenos religiosos a los ojos de Dios, ayúdalos en


sus soledades y en sus momentos de tentación.

Acompáñalos en todos los momentos difíciles de su vida y en sus


momentos de alegría también.

Defiéndelos de todos los que quieren hacerle algún daño físico o


moral, como defendiste a Nuestro Señor Jesucristo, hasta que
lleguen al Reino de los cielos a gozar contigo para siempre de la
presencia de Dios nuestro Padre.

Amén.
Oración del Cardenal
Mercier
Jesús, Pastor eterno de las almas, escucha la oración
que te dirigimos por los sacerdotes.
Hacia ellos sientes el amor más afectuoso y más
delicado de tu Corazón ese amor profundo en que
parecen reunirse todos los lazos íntimos que te unen a
las almas.
Mira misericordiosamente a toda esa multitud de
almas ignorantes, para las cuales el sacerdote ha de
ser luz; a todos esos eslavos del trabajo, que buscan a
alguien que los libre de los engaños y que los salve en
tu nombre.
Piensa en todos esos niños, en todos esos jóvenes, que
buscan un guía capaz de llevarles hasta ti.
Piensa, Señor, en tantas criaturas que sufren y tienen
necesidad de un corazón que las consuele y que las
lleve a tu Corazón.
Piensa en todas las almas que podrían llegar a la
perfección, si encontrasen en su camino la ayuda de
un sacerdote santo.
Haz que tus sacerdotes conduzcan hacia ti a toda esta
Humanidad que sucumbe de debilidad, para que toda
la tierra se renueve, sea exaltada la Iglesia, y el reino
de tu divino Corazón quede establecido en la paz.
Oh Virgen Inmaculada Madre del sacerdote eterno, que
tuviste a Juan, el sacerdote amado de Jesús, como primer
hijo adoptivo, y que, en el cenáculo presidiste como Reina
la reunión de los Apóstoles, alcanza a la Iglesia de tu Hijo
un continuo Pentecostés, incesantemente renovado.
Así sea.
Invocación a la Virgen
María
María, figura de la Iglesia,
Esposa sin arruga y sin mancha,
que imitándote «conserva virginalmente
la fe íntegra, la esperanza firme y el amor sincero»,
sostiene a las personas consagradas
en el deseo de llegar a la eterna y única
Bienaventuranza.
Las encomendamos a ti,
Virgen de la Visitación,
para que sepan acudir
a las necesidades humanas
con el fin de socorrerlas,
pero sobre todo para que lleven a Jesús.
Enséñales a proclamar
las maravillas que el Señor hace en el mundo,
para que todos los pueblos ensalcen su nombre.
Sostenlas en sus obras en favor de los pobres,
de los hambrientos, de los que no tienen
esperanza,
de los últimos y de todos aquellos
que buscan a tu Hijo con sincero corazón.
A ti, Madre,
que deseas la renovación espiritual
y apostólica de tus hijos e hijas
en la respuesta de amor y de entrega total
a Cristo, elevamos confiados nuestra
súplica.
Tú que has hecho la voluntad del Padre,
disponible en la obediencia,
intrépida en la pobreza
y acogedora en la virginidad fecunda,
alcanza de tu divino Hijo,
que cuantos han recibido
el don de seguirlo en la vida consagrada,
sepan testimoniarlo con una existencia
transfigurada,
caminando gozosamente,
junto con todos los otros hermanos y hermanas,
hacia la patria celestial y la luz que no tiene ocaso.
Te lo pedimos,
para que en todos y en todo
sea glorificado, bendito y amado
el Sumo Señor de todas las cosas,
que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.
AMÉN
Oración a la Virgen María de
las madres de las 40 horas.
Oh Dulcísima Madre nuestra, tienes en tus manos todas las
gracias que Dios quiere derramar sobre el mundo.
Nosotras, tus hijas de las 40 horas te las queremos pedir
para tus hijos Consagrados, Tú los amas con un amor
especial, pues Dios quiere por medio de ellos extender el
Reino de su Amor, Mira Madre nuestra todos los peligros
que los acechan y protégelos, usa nuestras pobres
oraciones y nuestros pobres sacrificios para establecer en
torno a cada uno una multitud de ángeles que los ayuden y
enciéndelos en la Caridad más ardiente, para que
olvidados de todo lo que no sea la Gloria de Dios, se lancen
a convertir al mundo con la alegría de los verdaderos hijos
de Dios, que sean fieles a la Verdad, que imiten las virtudes
de tu Hijo, que acepten todas las cruces que la edificación
de la Iglesia y la salvación de las almas les traigan. No
dejes que el espíritu del mundo los confunda, antes al
contrario, que sepan predicar con la claridad nacida de la
oración, del ayuno, de la fe y la caridad, que sin Cruz no
puede haber Resurrección y así puedan despertar en los
hombres el ansia de la vida sobrenatural.
Oh Señora, nuestros ojos están fijos en Ti, porque en la Cruz
tu Hijo te hizo Madre de todos los hombres y ellos necesitan
las vocaciones y los consagrados para poder aspirar al
Cielo. Muéstranos que eres nuestra Madre y danos todas
las gracias que te pedimos.
Invocación a María,
Madre de la Iglesia
A Tí nos dirigimos, Madre de la Iglesia, a Tí que con
tu<<fiat>> has abierto la puerta a la presencia de Cristo
en el mundo, en la historia de las almas, acogiendo con
humilde silencio y total disponibilidad la llamada del
Altísimo.

Haz que muchos hombres y mujeres escuchen, también,


la voz apremiante de tu Hijo: <<Sígueme>>.
Haz que tengan el valor de dejar sus familias, sus
ocupaciones, sus esperanzas terrenas y sigan a Cristo
por el camino que El les señale.

Extiende tu maternal solicitud sobre los sacerdotes; sobre


los religiosos y religiosas que asisten a los ancianos,
enfermos, impedidos y huérfanos; sobre los que trabajan
en el campo de la enseñanza; sobre los miembros de los
institutos seculares, fermento silencioso de buenas
obras; sobre quienes, en la clausura, viven de fe y amor, y
oran por la salvación del mundo. Amén.
Súplica al Padre por
sacerdotes santos
Padre bueno,
en Cristo tu Hijo
nos revelas tu amor,
nos abrazas como a tus hijos
y nos ofreces la posibilidad de descubrir
en tu voluntad los rasgos
de nuestro verdadero rostro.
Padre santo,
Tú nos llamas a ser santos
como tú eres santo.
Te pedimos que nunca falten
a tu Iglesia ministros y apóstoles santos
que, con la palabra y los sacramentos,
preparen el camino para el encuentro contigo.
Padre misericordioso
da a la humanidad descarriada
hombres y mujeres que,
con el testimonio de una vida transfigurada
a imagen de tu Hijo,
caminen alegremente
con todos los demás hermanos y hermanas
hacia la patria celestial.
Padre nuestro,
con la voz de tu Espíritu Santo,
y confiando en la materna intercesión de María,
te pedimos ardientemente:
manda a tu Iglesia sacerdotes,
que sean valientes testimonios
de tu infinita bondad.
¡Amén!
Súplica a Jesucristo
Dulce Jesús nuestro,
Dueño de nuestros corazones,
Hacedor de nuestras vidas,
Verdadero Amante de las almas que a Ti se entregan por
completo,
Sustento de nuestras fatigas,
Compañero fiel de nuestros días,
Soberano de nuestros pensamientos, haz de nosotras
madres piadosas, recogidas, alegres, enamoradas de tu
Dulcísimo Corazón, fundidas en tus Santísimas llagas, para
que, el clamor que cada mes elevamos a Ti,
pidiendo santísimos sacerdotes, religiosos y religiosas, sea
la llave que abra las almas de tantísimos jóvenes a quienes
deseas llamar por nuestro clamor.
Qué así sea.
Súplica a Sagrado
Corazón de Jesús
Corazón tierno de Jesús que en un día de Junio bajaste de los
cielos para entablar una dulce conversación con Santa
Margarita, baja en este junio para hacer lo mismo con todas
las mujeres que rezan las 40 horas.

Resuenan en todas nosotras las palabras de tus lamentos de


ese dÍa:
»Al menos tu ámame»
y queremos contestar a ese pedido con nuestras vidas
siendo canales de gracias para todos los religiosos y también
para todos los llamados.

Escucha nuestros ruegos Corazón Bueno de Jesús.


Mira a tus elegidos perseguidos y dales fortaleza .
Mira a tantos religiosos confundidos y dales luz.
Mira como son atacados sin descanso.
Mira que muchos aún no conocen las dulzuras de tu Corazón.

Señor. ¿ Por qué no concederles gracias singulares en este


mes a todos ellos?
Queremos que el mundo arda en tu amor, necesitamos
«apóstoles del Corazón de Jesús».

Señor, si un grupito de mujeres, con una loca confianza, te


pide un lluvia de gracias especialísimas este mes?
De esas gracias que recibieron tantos santos, que lograron
cambiar el mundo.
Acaso no sufrís por tener gracias aprisionadas en tu
Corazón, que te hacen doler, por que deseas darlas y
nadie te las pide?
Señor somos nosotras las que fervorozamente te las
pedimos » hazlos los santos que den a conocer al
mundo el fuego de tu amor».
Queremos ser tus «queridas ladronas de gracias».
Mira cuantas almas se pierden sin conocerte, sin ni
siquiera escuchar tu nombre.
Danos urgentemente Corazón de Jesús, religiosos
que locamente enamorados se lancen a buscarte en
las profundidades de tu Corazón, para luego poder
conquistar para Ti, todas las almas.

Señor, baja del cielo en este junio para entablar


conversaciones nuevas con las mujeres que rezan
las 40 horas, !Queremos amarte, consolarte y pedirte
mucho!
Corazón de Jesús, que tiernamente amas a todas las almas,
envía muchas religiosas que enamoradas de tu Corazón te
den a conocer en todos los rincones del mundo.
Te pedimos

Contestar: Danos religiosas Santas.

Para que sean confidentes de tu Corazón.


Para que sean amantes esposas de tu Corazón.
Para que sean consoladoras de tu Corazón.
Para reparar los ultrajes a la Eucaristía.
Para rezar por la salvación de las almas.
Para propagar el evangelio.
Para ser luz de las almas.
Para reconfortar a los enfermos.
Para auxiliar a los moribundos.
Para ser madres de las almas.
Para transparentar el amor de tu Corazón.
Para enseñar el camino al cielo.
Para consolar a los moribundos.
Pródigo Corazón de Jesús, conforta y disipa las dudas de
todas las almas que son llamadas a desposarse contigo
y dales a que descubrir el amor de tu Sagrado Corazón, y
todas las celestiales dulzuras que sólo para tus esposas
tienes reservadas.
Súplica a Sagrado
Corazón de Jesús
Oración: Corazón de Jesús, que instituiste el sacerdocio
católico en la noche de la cena, como la expresión y fruto
de tu inmenso y suave amor; dígnate damos sacerdotes
amantes como Tú, de las almas, de los pobres, de la Cruz;
sacerdotes que a ejemplo tuyo, vayan haciendo el bien
por donde pasen, y sembrando entre los hombres la paz y
el perdón de los pecados.
Corazón amante de Jesús, dígnate escuchar la ferviente
oración con que pide tu pueblo la santificación de sus
pastores. Corazón pleno de amor, enséñalos a amarte
como deseas; hazlos santos, inmaculados, prudentes,
sabios. Haz que se hagan todo a todos conforme a tu
ejemplo.
Ellos son los guardianes de tu sagrado Cuerpo y Sangre;
hazlos, por tanto, fieles a tan santo encargo; infúndeles la
reverencia debida a tu Cuerpo, y una sed ardiente de tu
Sangre, para que, gustando su dulzura, puedan
satisfacerse, fortalecerse y purificarse en el fuego del
amor divino.
Acoge, Señor Jesús, nuestras humildes súplicas; mira
con tus divinos ojos desde el cielo a tus sacerdotes;
llénalos de celo ardiente por la conversión de los
pecadores; guarda sin manchas esas manos ungidas
que tocan diariamente tu inmaculado Cuerpo; sella
con santidad esos labios teñidos con tu preciosa
Sangre; conserva puro y sobrehumano ese corazón
marcado con la gloriosa señal de tu sublime
sacerdocio; bendice sus trabajos con abundantes
frutos, y haz que todos aquellos por quienes trabajan
en la tierra, sean un día su gozo y su corona en el cielo.
Corazón Eucarístico de Jesús, modelo de los corazones
sacerdotales, ¡concédenos sacerdotes santos!
Súplicas a Sagrado
Corazón de Jesús
Corazón Sacratísimo de Jesús
R/Dadnos sacerdotes santos.
Para afirmar y aumentar nuestra fe, R/dadnos sacerdotes
santos.
Para alentar nuestra esperanza, R/dadnos sacerdotes
santos.
Para hacer más fecunda nuestra caridad, R/dadnos
sacerdotes santos.
Para ayudarnos en la práctica de todas las virtudes,
R/dadnos sacerdotes santos.
Para que todas las gentes conozcan tu santa doctrina,
R/dadnos sacerdotes santos.
Para combatir el error, R/dadnos sacerdotes santos.
Para mejorar las costumbres, R/dadnos sacerdotes
santos.
Para desterrar los vicios, R/dadnos sacerdotes santos.
Para cristianizar la sociedad y la familia, hoy tan
paganizadas, R/ dadnos sacerdotes santos.
Para sostener tu Iglesia, R/dadnos sacerdotes santos.
Para dirigir nuestras almas, R/dadnos sacerdotes santos.
Para enseñar las riquezas de tu Sagrado Corazón,
R/dadnos sacerdotes santos.
Para acelerar el reinado de tu Sagrado Corazón, R/dadnos
sacerdotes santos.
Oración a Nuestro Señor
Mira nuestra unión de oraciones con todo el amor de Padre, que se
complace en los esfuerzos de sus hijos.

En estas 40 horas, queremos redoblar nuestro fervor.


Queremos ser como un torrente que se lanza impetuosamente
hacia el océano arrastrando tras de sí todo lo que encuentra a su
paso, queremos Jesús, hundirnos en el océano sin riberas de tu
amor llevando hacia Ti todas las almas de los consagrados.

Tú nos has permitido ser audaces contigo,


sabemos que cuanto más quieres dar, más haces desear.

Sabemos que la oración que llega a Ti, Señor,


envuelta de dulzura, conquista tu Corazón,

Sabemos que esta fuerza sobrenatural que nos dilata el alma se


debe a los deseos que Tú nos inspiras.

Queremos levantar los ojos y contemplar los campos de mies ,


que ya están listos para la siega y que nos digas:
“Siento por ustedes un amor tan tierno e incomprensible que
quiero que formen parte en la salvación,
pedidme trabajadores y yo los enviaré,
¡no espero más que una oración, un suspiro de vuestro corazón!”

Dadnos, Señor, un corazón maternal, reflejo del de María Santísima,


que sea eco de este pedido, que salve y santifique a los
consagrados y de fuerzas a los que son llamados para la salvación
de las almas. Amén
Oración a Nuestro Señor
Señor Jesús:
A vista de tantos seminarios y noviciados sin vocaciones,
y de tantos pueblos sin sacerdotes ni apóstoles, movido
nuestro corazón de la pena que arrancó del tuyo aquel
angustioso lamento: la mies es mucha, y los operarios
pocos, obedientes a tu mandato de pedir por éstos, te
suplicamos:

Para que no falte quien lleve los niños a ti, R/Envía


operarios a tu mies, Señor
Para que vean los ciegos del alma y oigan los sordos y
resuciten los muertos y se evangelicen los pobres,
R/Envía operarios a tu mies, Señor
Para que los oprimidos del diablo sean libertados y los
justos se justifiquen más y los santos más se santifiquen,
R/Envía operarios a tu mies, Señor
Para que no deje de haber en cada pueblo quien diga a
sus moradores: he ahí vuestra madre mostrando a la
tuya, R/Envía operarios a tu mies, Señor.
Para que todos los que sufren vayan a ti y descansando
sobre tu pecho encuentren la paz, R/Envía operarios a tu
mies, Señor
Para que en todo lugar se ofrezca a tu Nombre la limpia
oblación de la Hostia pura, santa e inmaculada, R/Envía
operarios a tu mies, Señor
Para que diariamente se realice tu deseo de que tus
discípulos coman tu Pascua y la casa de tu festín esté
siempre llena, R/Envía operarios a tu mies, Señor
Para que no quede un solo pueblo sin Sagrario y sin
sacerdote que lleve sus vecinos a él, R/Envía operarios a
tu mies, Señor.
Para que tu nombre sea santificado, venga a
nosotros tu reino eucarístico y por todos los
hombres en la tierra se cumpla tu voluntad como
por las ángeles en el cielo, R/Envía operarios a tu
mies, Señor.

V/ Señor, que la mies es mucha y los operarios


muy pocos.
R/ Envíanos santos sacerdotes y religiosos, según
tu corazón
V/ María Inmaculada, Madre y Reina de los
consagrados s Dios.
R/ Di a tu Hijo con la misma eficacia que en las
bodas de Caná:
Mis hijos de la Tierra no tienen sacerdotes ni
religiosos.
Oración a Nuestro
Señor, buen pastor
Jesús, Pastor eterno de las almas, escucha la oración que te
dirigimos por los sacerdotes.

Hacia ellos sientes el amor más afectuoso y más delicado de tu


Corazón ese amor profundo en que parecen reunirse todos los
lazos íntimos que te unen a las almas.

Mira misericordiosamente a toda esa multitud de almas que no t


conocen, para las cuales el sacerdote ha de ser luz; a todos esos
eslavos del trabajo, que buscan a alguien que los libre de los
engaños y que los salve en tu nombre.

Piensa en todos esos niños, en todos esos jóvenes, que buscan un


guía capaz de llevarles hasta ti.

Piensa, Señor, en tantas criaturas que sufren y tienen necesidad de


un corazón que las consuele y que las lleve a tu Corazón.

Piensa en todas las almas que podrían llegar a la perfección, si


encontrasen en su camino la ayuda de un sacerdote santo.

Haz que tus sacerdotes conduzcan hacia ti a toda esta Humanidad


que sucumbe de debilidad, para que toda la tierra se renueve, sea
exaltada la Iglesia, y el reino de tu divino Corazón quede
establecido en la paz.
Oh Virgen Inmaculada Madre del sacerdote eterno, que tuviste a
Juan, el sacerdote amado de Jesús, como primer hijo adoptivo, y
que, en el cenáculo presidiste como Reina la reunión de los
Apóstoles, alcanza a la Iglesia de tu Hijo un continuo Pentecostés,
incesantemente renovado.
Así sea.
Jesús, buen pastor de almas
Jesús, Pastor eterno de las almas, escucha la oración que te
dirigimos por los sacerdotes.

Hacia ellos sientes el amor más afectuoso y más delicado de tu


Corazón ese amor profundo en que parecen reunirse todos los
lazos íntimos que te unen a las almas.

Mira misericordiosamente a toda esa multitud de almas que no t


conocen, para las cuales el sacerdote ha de ser luz; a todos esos
eslavos del trabajo, que buscan a alguien que los libre de los
engaños y que los salve en tu nombre.

Piensa en todos esos niños, en todos esos jóvenes, que buscan un


guía capaz de llevarles hasta ti.

Piensa, Señor, en tantas criaturas que sufren y tienen necesidad de


un corazón que las consuele y que las lleve a tu Corazón.

Piensa en todas las almas que podrían llegar a la perfección, si


encontrasen en su camino la ayuda de un sacerdote santo.

Haz que tus sacerdotes conduzcan hacia ti a toda esta Humanidad


que sucumbe de debilidad, para que toda la tierra se renueve, sea
exaltada la Iglesia, y el reino de tu divino Corazón quede
establecido en la paz.
Oh Virgen Inmaculada Madre del sacerdote eterno, que tuviste a
Juan, el sacerdote amado de Jesús, como primer hijo adoptivo, y
que, en el cenáculo presidiste como Reina la reunión de los
Apóstoles, alcanza a la Iglesia de tu Hijo un continuo Pentecostés,
incesantemente renovado.
Así sea.
Oración al Espíritu Santo
Espíritu de amor eterno,
acuérdate de cuando en Pentecostés,
descendiste sobre los Apóstoles,
y mira a la Iglesia que tiene hoy
una particular necesidad de sacerdotes,
de consagrados y de consagradas.

Espíritu Santo, Manantial perenne de gozo y de paz,


abre los corazones y las mentes de los jóvenes
para que una nueva floración de santas
vocaciones
manifieste la constancia de tu amor,
y todos puedan conocer a Cristo,
luz verdadera del mundo. Amén.
Oración al Espíritu Santo
Espíritu de amor eterno,
acuérdate de cuando en Pentecostés,
descendiste sobre los Apóstoles,
y mira a la Iglesia que tiene hoy
una particular necesidad de sacerdotes,
de consagrados y de consagradas.

Espíritu Santo, Manantial perenne de gozo y de paz,


abre los corazones y las mentes de los jóvenes
para que una nueva floración de santas
vocaciones
manifieste la constancia de tu amor,
y todos puedan conocer a Cristo,
luz verdadera del mundo. Amén.
Señor la mies está a punto y no
hay trabajadores que la cosechen.
(Escrita por María Magdalena D’ Angelo de Curutchet)

Venimos a pedirte que nos des muchas y santas


vocaciones que te ayuden a realizar tu plan de salvación.
Señor danos muchos y santos sacerdotes, religiosos y
religiosas que atiendan a tus hijos.
Que sean sacrificados y alegres, que nos muestren que tú
pagas el ciento por uno aún en esta vida.
Danos Señor vocaciones que quieran servirte en los más
pobres de los pobres, en los más despreciados, en
aquellos que hoy se quiere eliminar.
Que vean tu rostro en sus caritas, que palpen en sus
cuerpos tu cuerpo lastimado, torturado, crucificado.
Que al protegerlos y ampararlos los traten como tu Madre
te trataba siendo niño, que al lavarlos sean otras
Verónicas limpiando tu rostro, que al compartir sus
sufrimientos sean otros Cireneos cargando tu cruz.
Que se alegren al acompañarte en tu camino a la cruz y
así alivien tus sufrimientos y hagan crecer la santidad de
toda la Iglesia.
Que de esta manera ayuden al mundo a darse cuenta
que toda vida humana es digna de ser vivida y se acabe
el flagelo del aborto.
Se dispone mi alma cuando se acercan las 40 horas, se
dispone con fervor a enternecer tu Corazón.
Quiere entrar por aquella abertura que hizo la lanza y
quedarse allí! Como una vela del Sagrario, que arde como
signo de mi amor y titila como signo de mi súplica.
Se que esta débil voz de mi oración que hago dentro del
volcán de amor de tu Corazón Tú la escuchas como un
trueno.
Cuán grande es el poder de la oración sobre Ti, Señor,
cuánto te duele que no pidamos mucho!

Mi oración pequeñita dentro de tu Corazón herido se


vuelve poderosísima. Déjame Señor palpar por un
momento cuánto alcanzan mis susurros.
Entonces mi confianza crecerá sin límites, pedirá sin
vacilar, sin cansarse, segura que diques inmensos de
gracias se abrirán y correrán imperiosamente sobre
todos los religiosos, todos los llamados y se renovará la
faz de la Tierra. Déjame palpar como amas a esa
pequeña vela, por un momento, Señor!

Señor como pasar nuestros días sin dolernos por las


almas que van confundidas hacia los peores abismos!
Señor como ayudar a tantas generaciones de almas
perdidas que no te conocen!.
Señor como trabajar en el la salvación de las almas y
consolar tu herido Corazón! Señor como calmar tu «Sed»!
Queremos todos los meses romper en las 40 horas un
frasco de perfumes en tus sagrados pies y que Tú, Señor
veas en esto una ofrenda de nuestro amor sacerdotal
que desea ser parte en la salvación de las almas,
intercediendo por todos los llamados, por todos los
religiosos a fin de que sean grandes santos y ningún
alma del mundo se prive de las dulzuras de calmar tu
Sed.
Cuando se piensa …
Por Hugo Wast

Cuando se piensa que ni la Santísima Virgen puede hacer lo


que un sacerdote.
Cuando se piensa que ni los ángeles ni los arcángeles, ni
Miguel ni Gabriel ni Rafael, ni príncipe alguno de aquellos que
vencieron a Lucifer pueden hacer lo que un sacerdote.
Cuando se piensa que Nuestro Señor Jesucristo en la última
Cena realizó un milagro más grande que la creación del
Universo con todos sus esplendores y fue el convertir el pan y
el vino en su Cuerpo y su Sangre para alimentar al mundo, y
que este portento, ante el cual se arrodillan los ángeles y los
hombres, puede repetirlo cada día un sacerdote.
Cuando se piensa en el otro milagro que solamente un
sacerdote puede realizar: perdonar los pecados y que lo que
él ata en el fondo de su humilde confesionario, Dios obligado
por su propia palabra, lo ata en el cielo, y lo que él desata, en
el mismo instante lo desata Dios.
Cuando se piensa que la humanidad se ha redimido y que el
mundo subsiste porque hay hombres y mujeres que se
alimentan cada día de ese Cuerpo y de esa Sangre
redentora que sólo un sacerdote puede realizar.
Cuando se piensa que el mundo moriría de la peor hambre si
llegara a faltarle ese poquito de pan y ese poquito de vino.
Cuando se piensa que eso puede ocurrir, porque están
faltando las vocaciones sacerdotales; y que cuando eso
ocurra se conmoverán los cielos y estallará la Tierra, como si
la mano de Dios hubiera dejado de sostenerla; y las gentes
gritarán de hambre y de angustia, y pedirán ese pan, y no
habrá quien se los dé; y pedirán la absolución de sus culpas,
y no habrá quien las absuelva, y morirán con los ojos abiertos
por el mayor de los espantos.
Cuando se piensa que un sacerdote hace más falta que un rey,
más que un militar, más que un banquero, más que un médico,
más que un maestro, porque él puede reemplazar a todos y
ninguno puede reemplazarlo a él.
Cuando se piensa que un sacerdote cuando celebra en el altar
tiene una dignidad infinitamente mayor que un rey; y que no es ni
un símbolo, ni siquiera un embajador de Cristo, sino que es Cristo
mismo que está allí repitiendo el mayor milagro de Dios.
Cuando se piensa todo esto, uno comprende la inmensa
necesidad de fomentar las vocaciones sacerdotales.
Uno comprende el afán con que en tiempos antiguos, cada familia
ansiaba que de su seno brotase, como una vara de nardo, una
vocación sacerdotal.
Uno comprende el inmenso respeto que los pueblos tenían por los
sacerdotes, lo que se refleja en las leyes.
Uno comprende que el peor crimen que puede cometer alguien es
impedir o desalentar una vocación.
Uno comprende que provocar una apostasía es ser como Judas y
vender a Cristo de nuevo.
Uno comprende que si un padre o una madre obstruyen la
vocación sacerdotal de un hijo, es como si renunciaran a un título
de nobleza incomparable.
Uno comprende que más que una Iglesia, y más que una escuela,
y más que un hospital, es un seminario o un noviciado.
Uno comprende que dar para construir o mantener un seminario o
un noviciado es multiplicar los nacimientos del Redentor.
Uno comprende que dar para costear los estudios de un joven
seminarista o de un novicio, es allanar el camino por donde ha de
llegar al altar un hombre que durante media hora, cada día, será
mucho más que todas las dignidades de la tierra y que todos los
santos del cielo, pues será Cristo mismo, sacrificando su Cuerpo y
su Sangre, para alimentar al mundo.
Oración de la madre de un
seminarista…
Señor:
Yo tengo un hijo que te ofrecí
desde que abrió los ojos a las sorpresas de la vida.
Tú me dijiste que lo querías.
Yo no te pido que me lo devuelvas.
Te pido que si lo has llamado,
lo hagas digno instrumento de tus dones;
que sea tu sacerdote.
Señor:
que sus manos
– las pequeñas manos que acaricié en la cuna –
ungidas un día con el Óleo Santo,
se transformen en manos milagrosas
que den vida y salud a los enfermos
y a los muertos del alma.
Que los sufrimientos
y las buenas obras de toda nuestra familia,
por los méritos de tu Pasión y Muerte,
preparen el gran don de tu Sacerdocio
para mi hijo seminarista.
Señor:
es largo esperar varios años,
pero no me canso de pedirte:
¡Déjame estar cerca de él en su primera Misa!
Te hará bajar del cielo con la misma voz
con que lo oí decirme tantas veces: ¡Mamá!
Señor, pongo en tus manos, mi ofrenda:
a mi hijo.
Amén.

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