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RESEÑA CRÍTICA

Realizado por:
Gabriela Ardila Galeano – 2117390
José Daniel Ortiz - 2117438

LOS GRANDES TEXTOS POLÍTICOS


Desde de Maquiavelo a nuestros días

JEAN-JACQUES CHEVALLIER
Madrid, 1957.

Capítulo II: “El Espíritu de las Leyes” de Montesquieu (1748)

Conocer los estudios de los grandes pensadores que han contribuido a la formación del
derecho es clave para entender la actualidad social y jurídica. Tener claro el porqué las
instituciones fueron creadas de determinada manera y con ciertas funciones específicas
permite evitar que se cometan errores que, de cierta forma, se pueden predecir por medio de
un análisis histórico. Por ello el libro “Los grandes textos políticos” de Jean-Jacques
Chevallier resulta ser tan importante para nuestros días. Este texto no sólo realiza una
compilación de escritos de figuras históricas sino también realiza un análisis detallado y, a
su vez, propone una lectura más digerible de los mismos. Sin embargo, la cualidad más
destacada de este trabajo es que por medio de él, Chevallier ofrece una visión panorámica
de lo que ha sido la evolución y los cambios en la teoría política.

El presente escrito pretende analizar las ideas propuestas por el autor en el segundo capítulo
del texto denominado “El espíritu de las leyes de Montesquieu”, así como también dar una
serie de opiniones en lo que respecta a la forma de abordar el tema y determinar la
relevancia para el curso de sociología jurídica.

No cabe duda de que Charles-Louis de Secondat, popularmente conocido por su título de


baronía, Montesquieu, fue uno de los pensadores más importantes en la filosofía política. El
francés, nacido en 1689, dejó para siempre en el legado histórico teorías tan importantes
como la separación de poderes. A lo largo de sus obras fue enfático en la defensa de la
libertad, así como también dio los primeros pasos para la consolidación de una sociología
política. Por estas razones resulta indispensable estudiar su pensamiento y sus aportes al
derecho.
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En el capítulo segundo, Chevallier inicia abordando brevemente la vida académica de


Montesquieu. El autor del texto “El espíritu de las leyes” dedicó toda su existencia al
estudio de disciplinas tan importantes para la sociedad como el derecho y la filosofía
política. Por esta misma razón es que los conocimientos plasmados a lo largo de sus
diversas obras resultan muchas veces contradictorios pues fueron realizados en diferentes
etapas de su crecimiento intelectual. De ahí también que el mismo Montesquieu reconozca
sentirse cansado al deslumbrarse con la inmensidad de aspectos por abordar en sus textos.
Sin embargo, todo aquel que hable de Montesquieu debe honrarle pues, gracias a un sin
número de viajes, fue el primer autor en edificar un enorme monumento de jurisprudencia y
política comparada, brindando clarividencia sobre los secretos del poder.

Cuando se habla de cuál es el espíritu de las leyes se quiere responder a cuál es el principio
de las leyes, cuál es la razón de ser y el motivo de estas. Montesquieu se muestra bastante
preocupado por entender cómo y por qué en una sociedad hay determinadas leyes y en otras
pueden ser completamente diferentes, se concentra también en responder por qué una ley
resulta ser eficaz y otra no.

Las leyes deben corresponder uniformemente a la naturaleza del gobierno. Montesquieu


distingue y estudia tres formas de gobierno: La república, la monarquía y el despotismo, y
los define de la siguiente manera

Supongo tres definiciones, o, más bien, tres hechos: uno, que el gobierno
republicano es aquel en que el pueblo en conjunto, o so· lamente una parte del
pueblo, tiene el poder soberano; el monárquico, aquel en que gobierna uno solo,
pero con leyes fijas y establecidas; mientras que en el despótico, uno solo, sin ley y
sin regla, lo arrastra torio por su voluntad y por su capricho: he ahí lo que llamo la
naturaleza de cada gobierno.

Montesquieu concibe la república dividida en dos: la demócrata y aristócrata. En el


gobierno democrático aparece la educación como un instrumento fundamental, si bien es
cierto que esta debe existir sin distinción del tipo de gobierno que se aplique, en la
democracia cobra un papel sobresaliente pues se debe educar a los niños con principios
basados en la defensa y prevalencia del interés público y el bien común sobre los intereses
individuales, ya que por medio de esta creencia se podrá construir los cimientos para una
sociedad estable, de ahí que el principio más importante en una democracia sea la virtud. El
interés público al ser un elemento esencial hace que las leyes de distribución de tierras no
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beneficien en abundancia a un individuo o pequeño grupo de individuos pues en sí su


propósito no debe estar encaminado al otorgamiento de beneficios para escasos particulares
sino por el contrario al bienestar común.

La igualdad prima en los gobiernos democráticos y forma la virtud. La deformación de esta


cae en la corrupción, cuando se atenta contra la igualdad estamos ante un gobierno corrupto
y cuando se pretende aplicar esta en exceso, por ejemplo, cuando se pretende estar en igual
posición que quienes ostentan el poder, se puede presenciar el fenómeno de la tiranía.

En la república aristócrata el poder no está en manos del pueblo sino de cierto número de
personas que lo componen y son aquellos que tienen las condiciones económicas e
intelectuales para hacerlo. En palabras de Montesquieu “la mejor aristocracia es aquella en
que la parte del pueblo que no participa del poder es tan pequeña y tan pobre que la parte
dominante no tiene interés en oprimirla”. En esta, el principio más importante es la
moderación, de esta forma la diferencia de los poderosos y el pueblo no será tan marcada.

Después se da paso a abordar la segunda forma de gobierno: La monarquía. Aquí el poder


recae en manos de una sola persona, pero, para que funcione, debe desarrollarse en torno a
leyes fijas y establecidas. A su vez se imponen limitaciones al rey por medio de los
“poderes intermedios” que son la nobleza, el clero y el parlamento, estos contienen las
facultades del rey y por ende evitan que se caiga en un despotismo o en un Estado popular.
El principio que debe predominar en una monarquía es el honor, aquel que motiva a una
sola persona para actuar en favor del bien común porque siente que esto sirve a su interés
particular.

Cuando la monarquía se corrompe aparece la tercera forma de gobierno: El despotismo,


cuyo principio vital es el temor, el miedo debe estar por encima del honor, de la virtud y de
la educación. En éste, al igual que en la monarquía, el poder lo tiene una sola persona, no
obstante, no se encuentra limitado por nada ni nadie, ni leyes, ni reglas. En este sistema la
producción de leyes es nula o muy escaza. Montesquieu permite ver su rotundo rechazo al
despotismo porque éste significa un insulto para la naturaleza humana, y advierte que la
diferencia entre la monarquía y el despotismo es que la primera es un gobierno moderado
mientras el segundo es violento. En el despotismo “el papel de los hombres, como el de los
animales, es aquí el instinto, la obediencia, el castigo”. El déspota oprime a su pueblo, lo
educa para servir, para convertirse en un ser sumiso incapaz de cuestionarle y siembra en su
corazón una sensación de temor.
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Uno de los resultados de sus estudios de derecho comparado le permite determinar a


Montesquieu que imperios como el ruso o el chino aplicaban el despotismo como forma de
gobierno.

Si las anteriores formas de gobierno descritas (exceptuando el despotismo) no van en


concordancia con sus respectivos principios pueden corromperse y terminar siendo algo
completamente negativo para una sociedad. Montesquieu ve con buenos ojos la democracia
y la monarquía en cuanto ambas, aplicadas de la manera correcta, garantizan la libertad del
pueblo.

La libertad resulta ser un problema que recibe especial atención de Montesquieu, no sólo en
este texto sino en cualquiera de sus manifestaciones intelectuales. Algo que sus constantes
viajes y estudios de derecho comparado le permitieron ver a este pensador es que el
concepto de libertad es diferente en cada sociedad. Sin embargo, se permite definirla así:
"La libertad es el J derecho de hacer todo lo que las leyes permiten; y si un ciudadano puf '
diese hacer lo que prohíben, no tendría ya libertad, porque los demás tendrían igualmente
ese poder”. Lo anterior permite intuir que la libertad la establece el hombre en la medida
que éste mismo es quién produce las leyes, así como también las leyes no limitan nuestro
actuar, sino que por el contrario nos protege de los gobiernos autoritarios. Observa el autor
que la libertad muchas veces se encuentra ausente en los supuestos gobiernos moderados,
esto se da con la aparición del abuso del poder, situación que debe limitarse a través del
mismo poder, pero esta vez proveniente de otra parte del gobierno. Bajo la anterior premisa
se habla por primera vez de la sublime teoría de la separación de poderes. Respecto a esto,
Chevallier nos dice lo siguiente:

Lo que supone no el poder único y concentrado, sino una fragmentación del poder y
cierta distribución de poderes separados. La expresión clásica "separación de los
poderes", que Montesquieu, por lo demás, no emplea nunca, es muy trivial, muy
pobre, para dar cuenta de una noción tan plena.
Luego de las observaciones realizadas por Montesquieu determinó que en la Constitución
Inglesa de la época se podía apreciar una clara separación de poderes y clasificó esta
separación en las tres ramas que ya todos conocemos: legislativa, ejecutiva y judicial.
Dichas ramas encontraban su razón de ser en las otras, así como también servían de freno
para evitar abuso del poder. En primer lugar, el legislativo inglés se encontraba en cabeza
del parlamento dividido en la Cámara de los Lores y los Comunes, estos estaban facultados
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para crear leyes y respondían de una u otra forma a los intereses del pueblo. En segundo
lugar, el monarca representaba al ejecutivo y se encuentra ampliamente limitado por el
legislativo. Y, por último, el poder judicial, en el cuál el autor resalta como los jueces
podían impartir justicia en donde la influencia del rey era prácticamente inexistente. Con el
fin de velar por la conservación de la libertad no debe existir interferencia en el ejercicio de
las tres ramas del poder.

Es útil mencionar que estas apreciaciones positivas sobre el ordenamiento jurídico inglés
suscitaron para Montesquieu duras críticas, así lo expresa Chevallier por medio de una cita:

“A fuerza de ser amigo de los hombres -escribiría Crevier-, el autor de El espíritu de


las leyes deja de amar a su patria como debiera. El inglés debe sentirse halagado
leyendo esta obra, pero esta lectura sólo es capaz de mortificar a los buenos
franceses."
Pero ¿por qué hay ciertas leyes en un sitio y otras completamente opuestas en otro? ¿por
qué hay leyes que funcionan en determinados territorios y en otros son consideradas un
total fracaso? Montesquieu despliega una serie de causas físicas que considera son cruciales
en la creación y la aplicación de las leyes. La mención de la cultura y la costumbre como
fuente o principio de las leyes no son una sorpresa para nadie, es claro que de acuerdo con
la cosmovisión predominante de un pueblo pues se elaboran sus leyes. Sin embargo, parece
impensable que el derecho pueda estar determinado por la naturaleza, pero esta idea es uno
de los más destacados postulados del texto El espíritu de las leyes.

La geografía cumplía un papel importante en la movilidad, en el comercio y en la defensa


de una civilización, dicha explicación permite digerir de mejor manera la relación entre la
producción de leyes y causas físicas, pues las necesidades que conforman el actuar de una
comunidad se encuentran determinadas, entre otras cosas, por la geografía, razón por la
cuál las leyes que se produzcan en ese territorio deben obedecer estrictamente a sus
particulares características previamente establecidas por su ubicación. Montesquieu creía
que las naciones ubicadas en zonas montañosas eran más seguras y propensas a la
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independencia, ya que la dificultad de acceso impedía las invasiones, lo cual permite


entender las posturas políticas y leyes desarrolladas en este tipo de lugares.

Otra causa física mencionada por el autor, y a la cuál Chevallier le dedica varias páginas, es
el clima. Para Montesquieu el clima de una región y la influencia que éste tenga en el
cuerpo humano era un factor que podía influir en el carácter de sus habitantes. Por ejemplo,
dijo que:

El aire frío, contrayendo las extremidades de las fibras exteriores de nuestro cuerpo,
disminuiría la longitud de estas fibras y aumentaría su fuerza; el aire caliente, por el
contrario, relajando las extremidades de las fibras y alargándolas, disminuiría su
fuerza y su elasticidad.

Entonces, aquellos territorios con un clima frío en donde se aumenta la fuerza corporal
serían más proclive a la rigidez y a la sensación de superioridad, hace que los individuos
desarrollen poca sensibilidad y esto se vea reflejado en el tipo de leyes emanadas ahí. Vale
aclarar que si bien Montesquieu reconoció el poder del clima y general de las causas físicas
no afirmó que la razón de ser de las leyes recayera únicamente sobre estas.

Postura frente a la lectura:

Después de haber ofrecido un detallado resumen de lo expuesto en el segundo capítulo de


“Los grandes textos políticos” se da paso a plantear brevemente las opiniones frente a la
lectura.

Es imprescindible reconocer el arduo trabajo de Jean-Jacques Chevallier pues éste realizó


una gran labor investigativa no sólo de Montesquieu sino también de los otros autores que
desarrolla en su texto. La lectura resulta ser comprensible y los análisis y aportes propios
ofrecidos por el autor son oportunos en la medida en que amplían, sin necesidad de ser
redundante, las teorías que Montesquieu aborda en su texto. Chevallier resalta los temas
más importantes del pensamiento del pensador francés, teorías tales como: las formas de
gobierno, la separación de poderes, la libertad y las causas físicas. No obstante, se
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evidencia una falta de atención a otras partes importantes del texto objeto de estudio, por
ejemplo, lo relativo a las leyes civiles que son tan importantes para acabar de comprender la
idea plasmada en El espíritu de las leyes.

Finalmente, esta lectura es reveladora a la luz de la sociología jurídica teniendo en cuenta


que Montesquieu fue uno de los intelectuales que dio los primeros pasos en esta disciplina.
Por medio de teorías tan importantes como la separación de poderes se puede entender la
razón de ser de las instituciones. Montesquieu nos permite ver como la sociedad influencia
al gobierno y el gobierno influencia a la sociedad y como esta relación es determinante en
el contenido de las leyes. Sin duda alguna este autor es indispensable en cualquier curso de
sociología jurídica.

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