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HELENA BÉJAR, El mal samaritano. El altruismo en tiempos del


escepticismo. Anagrama, 2001, 189 pp.

Salvador Giner nos ha recordado cualitativa. En su análisis nos presenta


recientemente que fue el padre fundador dos discursos principales: uno, que deno-
de la sociología, Augusto Comte, quien mina lenguaje individualista y liberal, y
introdujo el concepto de altruismo como otro que recibe el nombre de comunitaris-
respuesta laica a la noción cristiana de ta cristiano, caracterizado este último,
caridad. Helena Béjar ha elegido este con- como lenguaje moral fuerte, anclado en la
cepto, tan denostado en épocas de neoli- virtud. Hay un tercer discurso cívico que
beralismo rampante, para continuar sus identifica en el sentido más político y
anteriores investigaciones sobre indivi- republicano, con la participación. El pri-
dualismo, aunque esta vez desde el lado mero de los discursos lo adscribe a los
contrario, interesándose por ese republi- jóvenes, mientras que el segundo es adju-
canismo cívico que nos llega del otro lado dicado a los grupos de amas de casa cris-
del atlántico, y del que las organizaciones tianos. El tercero, en cambio, aparece
no gubernamentales podrían ser un buen entre los profesionales que trabajan en
exponente (Helena Béjar: El corazón de organizaciones de ayuda al desarrollo.
la república. Avatares de la virtud políti- Desde el punto de vista metodológico,
ca, Paidós). Dentro de su estrategia de una de las limitaciones importantes de
investigación, el objetivo del trabajo con- este trabajo es haber dado por supuesto
siste en analizar desde una metodología que los grupos objeto de estudio elaboran
cualitativa –entrevistas en profundidad y discursos homogéneos, esto es, que care-
sobre todo, grupos de discusión– la cen de contradicciones internas, no pre-
supuesta virtud cívica de los protagonistas sentan fisuras discursivas y carecen de
de este nuevo altruismo que protagonizan fracciones de grupo. Resulta difícil de
las ONG. aceptar que no haya contradicciones en el
No es la primera vez que Helena Béjar grupo de amas de casa que trabajan en
utiliza la metodología cualitativa para organizaciones de ayuda cristianas, e
fundamentar sus trabajos de teoría socio- incluso diferentes concepciones de la
lógica, pero en esta ocasión, y tal vez por- vida. Presuponer que las personas dedica-
que el trabajo fue presentado al premio das al voluntariado deben tener un discur-
Anagrama de ensayo, la parte metodoló- so diferente de las que se dedican a la
gica se ha visto reducida a un breve nota cooperación para el desarrollo, nos pare-
final (pp. 187-189) que impide apreciar ce, mas que una hipótesis de trabajo, un
con detalle todo el trabajo analítico, así prejuicio metodológico.
como cuestiones tan fundamentales en la La especialización funcional de las
investigación cualitativa como el diseño y organizaciones no tiene, en principio, por
la dinámica de los grupos. qué condicionar las orientaciones ideoló-
La autora se sitúa en una perspectiva gicas de sus miembros (entendida la ideo-
metodológica que busca descubrir «las logía, en sentido fuerte, como visión del
actitudes personales y las representacio- mundo). Al investigador le corresponde la
nes colectivas», así como «la reproduc- ardua labor de la interpretación, esto es,
ción a escala limitada de los discursos de atreverse a penetrar en el nivel de lo pre-
la opinión pública». El resultado final es consciente o pasar del nivel de la denota-
brillante, aunque sin duda, éste resultado ción al nivel de la connotación. Los dis-
se debe más a su destreza en el manejo de cursos en cuanto fragmentos del lenguaje
los textos clásicos, que a la experiencia en social, no pueden identificarse de un
el campo de la investigación empírica modo absoluto con las ocupaciones (amas
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de casa, profesionales) e incluso, con la técnica se complementa con el grupo de
situación social (jóvenes), en todo caso, la discusión, han de tenerse en cuenta sus
adscripción no es más que un simple diferencias. El grupo de discusión es una
punto de partida, un recurso útil en la con- herramienta potente en la producción dis-
fección del diseño. cursiva, en tanto que la entrevista, aunque
Los discursos son casi siempre trasver- con matices, lo es en el orden fáctico.
sales en la actualidad, otra cuestión es Como ha señalado Luis Enrique Alonso,
que, si así lo percibe el investigador, la técnica de la entrevista es útil para
pueda afirmarse que son dominantes en obtener informaciones de carácter prag-
ciertos grupos sociales, o que la clase mático (...) y por eso las preguntas ade-
social, como variable asociada al uso lin- cuadas son aquellas que se refieren a los
güístico, sea utilizada, como de hecho lo comportamientos pasados, presentes o
es, en el diseño de la investigación. La futuros, es decir, al orden de lo realizado
tarea fundamental del investigador, es la o realizable, no sólo a lo que el informan-
reconstrucción literaria de unos discursos te piensa sobre el asunto que investiga-
dotados de coherencia interna; cuestión mos, sino a cómo se actúa o actuó en
diferente es el habla de los actores que ha relación con dicho asunto 1, la entrevista
de ser también registrada, pero analítica- abierta produce, en realidad, un decir del
mente separada de los discursos. hacer.
Otra de las limitaciones es haber Uno de los capítulos más interesantes
supuesto que las citas de autores consa- del libro es el dedicado al discurso cristia-
grados poseen más valor que los discursos no, que la autora titula: El amor sin retor-
producidos por los grupos. En la investi- no. En él aparece el altruismo como acto
gación cualitativa, las citas de autoridad de compasión, pero también como ejem-
proceden de los propios entrevistados, y plo moral, como virtud. Desde el punto de
es siempre mucho más útil, analizar libre- vista de la dinámica, reconoce que es en
mente el discurso de los grupos, que bus- los grupos que produjeron este discurso
car desde el principio las trazas de Alexis donde surgieron momentos de emoción
de Tocqueville o conceptos como el de –de condensación, diríamos nosotros–. El
generación cívica de Robert D. Putnam. objetivo que se fija la autora en este capí-
Una cuestión que despista un poco, es tulo, es descubrir como funciona ese
el uso de nombres que suponemos reales, imperativo interior que empuja a los mili-
y que se facilitan junto a las característi- tantes cristianos a ayudar a sus semejan-
cas sociodemográficas. Puede ser un tes. Tal vez sea éste, el único capítulo
recurso útil desde el punto de vista edito- donde el discurso de los grupos cobra
rial, pero no lo es tanto para el análisis. La mayor protagonismo, mientras los textos
producción discursiva es social, no indivi- teóricos, en este caso textos sagrados, sir-
dual y lo que busca el investigador en un ven de apoyo al análisis y no tanto como
primer momento, es la reproducción de fuentes de hipótesis que hay que verificar.
los discursos, esto es, el material lingüís- Es también aquí donde aparece la fuer-
tico que en un segundo momento se inter- za del afecto, tema nunca olvidado por las
preta a la búsqueda de las claves estructu- religiones y que tal vez, podría servir para
rales que le dan sentido. Sólo en el último comprender la vitalidad actual de los
momento –el momento sociológico, lo
llamaba Ibáñez– puede enfrentarse el 1 Alonso, L. E., Sujeto y discurso: El lugar
material discursivo, ya organizado, con de la entrevista abierta en las prácticas de la
los actores y los conflictos sociales. sociología cualitativa. En DELGADO, J.M. y
Haber realizado entrevistas en profun- GUTIÉRREZ, J., Métodos y técnicas cualitativas
didad a dirigentes de ONG, es, sin duda, de investigación en Ciencias Sociales. Ed.
un acierto metodológico, pero si dicha Síntesis.
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movimientos religiosos frente a la lamen- autora termina preguntándose por la natu-


table situación que presentan las ideologí- raleza de la condición humana: ¿es egoís-
as herederas de la Ilustración; pero si el ta o altruista ? Puede que sea cierto, como
lector alberga alguna esperanza, la autora decía un viejo profesor de filosofía, y a la
se encarga de arrojarnos un jarro de agua sazón miembro de una orden religiosa,
fría al recordar con una cita de Juan Jaco- que cuando ayudamos a los demás lo
bo Rousseau, que sólo nuestras miserias hacemos para sentirnos bien con nosotros
nos unen por el afecto, mientras que las mismos, con lo que estaríamos, efectiva-
necesidades nos unen por el interés. No mente, ante una muestra más de egoísmo,
hay escapatoria posible. pero no cabe duda, que ese «egoísmo
La distinción entre solidaridad y cari- altruista», que cuenta con los otros, es
dad está tratada de modo consistente. La mucho más útil que el egoísmo a secas y
primera se presenta como significante cae de lleno en lo que el republicanismo
ligado a los movimientos sociales de ins- cívico plantea como virtud e interés por la
piración marxista que el tiempo ha cosa pública, asunto que, por cierto, la
demostrado muy frágil, mientras la cari- autora rebaja en sus conclusiones al nivel
dad, en cambio, cuenta con raíces profun- de una virtud republicana como la respon-
das y está bien anclada en el amor sin sabilidad.
retorno cristiano. También resulta muy Por último, entre los muchos méritos
sugerente el tratamiento de la deuda y la del libro hay que destacar la inclusión de
culpa. una guía bibliográfica comentada, que va
Las conclusiones, en cambio, son algo dando cumplida cuenta de las lecturas que
decepcionantes –evidentemente, no por la autora ha realizado en la preparación de
culpa de la autora–: el sostén de la nueva cada capítulo. Una magnífica guía para
filantropía es muy débil, los voluntarios todo aquel que quiera introducirse en estos
prestan ayuda para sentirse bien y en temas; lástima, que las políticas editoriales
general predomina el discurso individua- no permitan también, la inclusión de ane-
lista. El fundamento del altruismo moder- xos con los textos resultantes de la tras-
no no es el sentimiento, sino la racionali- cripción literal de los grupos de discusión.
dad. Por ello, el altruismo democrático es
compatible con el individualismo. La POR JOSÉ M. ARRIBAS

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