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podrían conocer a Jesús. Ellos tenían la desesperación apropiada para aquellos que
saben que hoy es el día de salvación.
El ciego no podía ver a Jesús, pero podía oírle – así que, al oír a la multitud que pasaba,
preguntó qué era aquello
¿Qué queréis que os haga? Esta es una pregunta maravillosa y simple que Dios no ha
dejado de preguntar. A veces vamos sin cuidado cuando a Dios le gustaría darnos algo,
simplemente porque no respondemos esta pregunta, y nosotros no tenemos porque no
pedimos (Santiago 4:2).
‘El reino del cielo sufre violencia, y los violentos son los que lo poseen.’ Oraciones frías
jamás se ganan el oído de Dios. Ponte de rodillas con todas tus fuerzas, si quieres lanzar
las flechas lo más alto que puedas al cielo.”
¿Qué quieres que te haga? Pareciera ser que la necesidad de Bartimeo era obvia. Pero
Jesús tenía un propósito deliberado en la pregunta. Había un poder real en ambos, en la
pregunta y respuesta de Jesús. Dios puede hacernos la misma pregunta, y debiéramos de
ser capaces de articular una respuesta que le glorifique.
Vete, tu fe te ha salvado: La fe del hombre ciego le salvó porque era una clase
de fe específica.
· Era una fe que estaba determinada en alcanzar a Jesús (´l clamaba mucho
más).
· Era una fe que sabía quien era Jesús (Hijo de David).
· Era una fe que vino humildemente a Jesús (ten misericordia de mi).
· Era una fe que se sometió humildemente a Jesús (Maestro).
· Era una fe que podía decirle a Jesús lo que quería (que recobre la vista).