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EL QUE NO GUARDO

SILENCIO

B.B. Marcos 10.46-52; Mateo 20.29-34; Lucas 18.35-43 (Entrar con capa)

Introducción.

En repetidas ocasiones les he comentado que estamos viviendo tiempos de mucha


necesidad, enfermedades, hambrunas, catástrofes naturales, violencia, problemas sociales,
físicos, espirituales, etc… vivimos en un mundo caótico, y hay algo que a veces no
podemos detener, ya sea que por consecuencia del pecado o por el mismo desgaste de
nuestro cuerpo mortal, llega la enfermedad…y quisiera que entendiéramos enfermedad
física, pero también del corazón.

La enfermedad física la conocemos, pero ¿Qué de la enfermedad del corazón? No hablo de


un corazón crecido, problemas cardiacos, etc.. me refiero a lo intangible, lo que no se ve,
esas heridas, traumas, etc.. que nos han ido enfermando.

La vida del ser humano es frágil. En el tiempo que tenemos en Cd. Frontera, me a tocado ir a
predicar en mas de 5 ocasiones a un funeral, de personas conocidas, ahora imagínese de
todo el mundo.

Por nuestra fragilidad podemos enfermar, pero tenemos un Dios que sana, que obra en su
pueblo. (Sana físicamente, y sana nuestro corazón)

Hoy vamos a reflexionar en un personaje de la Palabra de Dios que nos muestra su necesidad
y la actitud que tuvo para acudir al Señor y recibir su milagro.

I. Una situación miserable

Este pasaje lo encontramos en los 3 evangelios llamados sinópticos porque manejan pasajes
paralelos, pero, Marcos nos habla sobre la forma que le decían a este ciego, le decían
Bartimeo que quería decir hijo de Timeo, es decir este hombre no era conocido por su
nombre, era conocido como el hijo de, en este caso Timeo, lo que quiere decir que este
ciego no era para nada importante, de hecho, para esa cultura el hecho de ser ciego era
catalogado como una maldición debido al pecado, así que a este hombre solo lo conocían
como, ese es el hijo de Timeo, el que es ciego.

Se dice que todos los mendigos se ubicaban a la salida de Jericó porque ese camino guiaba
hacia Jerusalén y como estaba cerca la Pascua judía entonces por ahí transitaba mucha gente
y ellos aprovechaban para pedir limosna.

Si bien Bartimeo no podía ver a Jesús, sí podía oír el bullicio de la multitud. Imagino que
despues de haber investigado (¿Quién ese ese de quien hablan? ¿porque tanto ruido? ¿hace
milagros? ¿sana enfermos?), se da cuenta de que quien pasaba era Jesús de Nazaret.
Seguramente antes ya había oído acerca de Jesús, puesto que, al recibir la noticia,
inmediatamente grita, “Jesús, hijo de David, ten misericordia de mí”.

“Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: ¡Jesús, Hijo de David,
¡ten misericordia de mí! 48 Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba
muchomás: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí!” (verss. 47-48)

II. Un problema adicional

Pero, fíjense hnos. como la gente trataba a este hombre, fíjense como para esta gente este
pobre hombre no tenía oportunidad de conseguir algo de parte de Jesús, lo reprenden, cállese,
deje de gritar,no pierda el tiempo.

“…Muchos le reprendían para que callase…” v.48ª.

No sabemos exactamente por qué la multitud hizo esto. Posibles respuestas:

a) La gente tenía prisa por llegar a Jerusalén y no quería que aquel mendigo ciego
retuviera a Jesús.
b) Estimaban que sus gritos no estaban en consonancia con la dignidad de la persona a
quien se dirigía.
c) No deseaban que Jesús fuese proclamado públicamente como “el Hijo de David”

III. Su persistencia. (Hacia lo único que podía hacer porque no podía ver)

“…pero él gritaba más aún, “Hijo de David, ten misericordia de mí”…” v.48b.

Pero este hombre seguía haciendo lo único que podía hacer en ese momento, gritar, no veía
a Jesús, no sabía dónde estaba, no sabía si venía adelante de la multitud o en el medio o tal
vez vendría atrás. Era tan grande su necesidad, que gritaba aun más.

Bartimeo solo podía hacer algo y era tratar de gritar tan duro para que quizás Jesús lo
pudiera oír, aunque eso también era algo bien difícil debido a que Jesús no iba solo, era una
multitud que iba con Él, mucho ruido, gente gritando también, gente hablando. Sería difícil
ser oído de tal forma que llame la atención.
Bartimeo tal vez pensó es mi única oportunidad, Jesús nunca volverá a pasar por aquí, es
ahora o nunca, y no voy a desaprovechar esta oportunidad, nada ni nadie callará mi voz.

No se deja influenciar por lo que la gente dice. Muchas veces podemos llegar a callarnos, a
ya no pedirle a Dios, a perder nuestra fe, por lo que hemos escuchado, porque nos han dicho,
ya para que le pides, no te oye, ya resígnate… y sigue esa enfermedad…

PERO DIOS SIGUE ESTANDO ATENTO A NUESTRO CLAMOS.

Bartimeo no se deja influenciar por lo que la gente dice, él no se deja debilitar al escuchar las
palabras de la multitud que le dicen cállese, no grite, es en vano hacerlo, no lo intente más,
no lo va a conseguir, este hombre no los oye. Mucha gente puede intentar desanimarnos, no
los escuche.

Parece que Bartimeo también era sordo porque no oye a esta gente (JEJE), él se empeña en
gritar más y más fuerte sin importar lo que está oyendo decir, hace lo único que puede hacer,
gritar.

Bartimeo no recibió ninguna motivación, antes fue lo contrario, recibió desmotivación, pero
él tenía una necesidad, había algo en él que realmente necesitaba, “anhelaba ver”

Eso lo motiva a clamar fuerte a pesar que la gente le motivaba a no hacerlo, no grite,
cállese, Jesús no le va poner cuidado a alguien como usted, resígnese a esa condición pero
él no oye lo que la gente dice.

IV. La maravillosa bendición que Jesús le otorgó.

“Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten


confianza; levántate, te llama “. (vers. 49)

Bartimeo lo consigue, logra llamar la atención de Jesús y los que antes le decían cállese,
ahora le dicen ten confianza, levántate, Jesús te está llamando.

Podemos aprender también que: de la gente no se puede fiar, los que hoy se quieren hundir
mañana te pueden estar alentando, o los que hoy de alientan mañana de pueden estar
tratando de hundir. Las opiniones en las personas cambian mucho, los que hoy te quieren
mañana no, los que hoy no te quieren mañana si, pero debemos saber y tener
siempre presente que el Señor nunca cambia.

Jesús llama a Bartimeo. Respuesta de Bartimeo: “El entonces, arrojando su capa, se


levantó y vino a Jesús“. (vers. 50) TIRAR LA CAPA

No podemos dejar de lado esto que hace Bartimeo, dice que arroja su capa para ir a Jesús.
La capa para Bartimeo representaba su mayor tesoro, ellos dormían en la calle, se arropan
con su capa para protegerse del frío, en el día se cubrían del sol y la arena, allí mismo
recogían las monedas que les daban.

Seguramente al arrojar su capa también estaba arrojando el dinero recolectado en ese día,
pero era Jesús quien lo estaba llamando y no quería tener nada que pudiera obstaculizar su
caminar hacia Jesús.

Que importaban las monedas, que importaba su valiosa capa, luego de ir a Jesús él estaba
seguro que no necesitaría de nada de eso para vivir, ahora sería libre y podría ganarse el
sustento dignamente.

“Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que
recobre la vista“. (vers. 51) ¿a caso Jesús no sabía la necesidad de Bartimeo? Claro que
sí, entonces ¿por qué le pregunta que quiere que te haga?

Yo creo que nos sirve como testimonio a nosotros que lo que le pasó a Bartimeo fue lo que
él deseo que pasara y no algo que Jesús quiso hacer arbitrariamente, por eso Jesús pregunta
a Bartimeo, que quieres que te haga. Lo que pasaría en la vida de Bartimeo dependía de su
petición y Jesús decidirá si lo hace o no.

La pregunta del Señor invita al ciego y a cada uno de nosotros a plantearse: ¿que quiero
que haga por mí?, ¿realmente quiero salir de esta situación?, ¿realmente quiero que me
sane ese rencor o estoy muy a gusto con mi odio, echándole la culpa de mis males a esa
persona?, ¿de veras quiero superar ese defecto, ese hábito, ese pecado o quiero conservarlo
porque creo que me sirve, me conviene o ya me acostumbré a él? Jesús lo puede todo, pero
¿quiero permitírselo?

Versículos más arriba los discípulos Jacobo y Juan hacen una petición a Jesús, Jesús le
pregunta muy similar a lo que pregunta a Bartimeo, les dice, ¿qué quieren que os haga? Y
ellos dicen que nos sentemos el uno a tu derecha y el otro a tu diestra y Jesús les dice eso
no se los puedo conceder. Marcos 10.35-38
Toda petición que hacemos no tendrá la respuesta que esperamos, las peticiones las hicimos
nosotros no Dios y si algo falla fue debido a la petición que hicimos, tal vez pedimos mal,
bien lo dice Santiago cuando dice ustedes piden y no reciben porque piden mal para gastar
en sus propios deleites o motivados por sus malos deseos.

Pensemos por un momento; ¿si Jesús nos preguntará hoy lo mismo qué contestaríamos? Si
Jesús nos dijera ¿Qué quieres que te haga?

“Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús


en el camino.” (vers. 52)

¿Cuánta fe tenemos en que Dios pueda sanarnos, que pueda hacer un milagro? Veamos los
siguientes versículos: Lucas 7.9; Lucas 7.50; Lucas 17.19; Marcos 6.56; Marcos 5.34. Falta
de fe: Pedro en Mateo 14.31, perdió el enfoque.

Conclusión. Queremos recibir algo de Dios, aquí un ejemplo de una actitud que recibió lo
que pidió. Había una necesidad, reconoció a Jesús, clamó a Jesús, dejó su capa, tuvo fe.

• ¿Tienes una necesidad?

• RECONOCE A JESÚS, Él es quien puede sanar

• Clama a Él, aunque ya lo hayas hecho muchas veces, aunque te quieran callar,
aunque estés cansado de clamar, clama una vez más…

• Deja tu capa, todo lo que te esté estorbando (orgullo, rencor, temor, etc…)

• Y sobre todo …” TEN FE” …

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