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El Trivocalismo Quechua y Los Falsos Temores de Los Pentavocalistas
El Trivocalismo Quechua y Los Falsos Temores de Los Pentavocalistas
En lo que respecta al sistema vocálico de la lengua quechua, existen dos teorías que se oponen : una que sustenta
el trivocalismo y la otra que sustenta el pentavocalismo.
La corriente trivocalista sostiene que sólo hay tres fonemas vocálicos cuya representación gráfica en la escritura
se hace con las letras « a », « i », « u », respectivamente.
Los pentavocalistas, en cambio, sostienen que el quechua tiene cinco fonemas vocálicos, igual que el castellano,
representados gráficamente por las letras « a », « e », « i », « o », « u ».
El trivocalismo no es una teoría nacida del capricho de los que la sostienen, sino que es el fruto de trabajos de
investigación de carácter científico. Un trabajo es científico cuando se apoya en argumentos científicos, en
observaciones objetivas y cuando utiliza los elementos que la propia ciencia, cualquiera que sea, le proporciona. En
el caso presente, la ciencia es la Lingüística y aquél que utiliza para sus investigaciones los elementos que ella pone
a su disposición (filología, fonética, fonología, análisis fonológico, etc.), es el lingüista. Es por ello que sus trabajos
de investigación, así como los resultados de los mismos, tienen una validez y un carácter científicos. Y resulta que la
mayoría de lingüistas (por no decir los únicos) que se dieron el trabajo de realizar estos análisis son europeos o
norteamericanos, realidad que el orgullo y la arrogancia de los pentavocalistas les impiden admitir.
El pentavocalismo está representado principalmente por la Academia Peruana de la Lengua Quechua, con sede en
Cusco (Perú), cuyos miembros son todos peruanos, con una mayoría de cusqueños, y lo que les caracteriza es la
carencia de formación lingüística. Su único argumento, y que no tiene nada de científico, es el de « haber mamado el
quechua en la leche materna ».
El hecho de tener como lengua materna el quechua no basta para pretender conocer su estructura fonológica y
menos aún para negarle validez científica a trabajos de investigación que utilizaron métodos científicos para sus
análisis, aunque hayan sido realizados por lingüistas extranjeros.
Pero, justamente, el que suscribe y redacta estas líneas es peruano, de lengua materna quechua y, antes de
descubrir la ciencia Lingüística, escribía el quechua con las cinco vocales españolas, porque en la pronunciación « se
oían las cinco vocales » (argumento predilecto de los pentavocalistas). Así pues, se puede decir que en aquella época
yo también « era » pentavocalista sin saberlo ni tener conciencia de ello. He aquí cómo llegué a ser trivocalista.
Descubriendo el trivocalismo
En una universidad francesa, una de mis asignaturas para obtener el diploma de « Francés Lengua Extranjera »
(FLE), era el Análisis Fonológico, con el que analizamos, además del francés, una lengua africana. Luego, como
estaba buscando un tema para mi tesis, decidí aplicar esta técnica al quechua, mi lengua materna, y los resultados
hicieron que tuviera que admitir la evidencia de su estructura trivocálica.
Para la comprensión del auditorio, es necesario, tal vez, evocar sucintamente algunas nociones fundamentales:
La fonología es una ciencia cuyo objeto de estudio son los sonidos del lenguaje humano que asumen una función
determinada en una lengua. La fonología estudia por qué ciertos sonidos realizados de diferentes maneras pueden
ser percibidos como idénticos o por qué un fonema llega a tener dos o más sonidos diferentes, según su entorno
fonémico.
Abreviando, diremos que una de las técnicas del Análisis Fonológico es la conmutación que consiste en reemplazar,
en una palabra, un elemento fónico (consonante o vocal) por otro. Las dos palabras “confrontadas” de esta manera
constituyen un par mínimo. Si, al cabo de la conmutación, la palabra cambia de significado, los dos sonidos
conmutados deben considerarse como fonemas independientes. Pero si el significado no cambia, los dos sonidos
comparados (o conmutados) son variantes combinatorias de un mismo fonema.
A manera de ejemplo, pongamos la serie de palabras españolas « caca, cada, calla, cama, cana, caña, capa, cara,
casa, cata, cava y caza », en las que el objeto de conmutación son los fonemas consonánticos (c, d, ll, m, n, ñ, p, r,
s, t, v, z). Y, como de cada conmutación resulta una palabra diferente con significado propio, consideramos que se
trata de fonemas independientes.
Sin entrar en detalles, diremos simplemente que el resultado de las conmutaciones a las que procedimos entre (i) y
(e) no provocó cambio de significado de las palabras sometidas a comparación por este procedimiento y que, por
ejemplo, [qina] y [qena], se refieren al mismo instrumento (una « flauta» en castellano) y que [qusa] y [qosa]
siguen significando « esposo ». Hemos de añadir que los quechuahablantes nunca pronuncian [qina] ni [qusa]
porque el punto de articulación o de oclusión de las consonantes post-velares (q, qh, q’) (detrás del velo del
paladar) no les permite realizar los sonidos cerrados [i] ni [u], obligándolos a los abiertos[1] [e] y [o], como en las
palabras [qena] y [qosa]. Deducimos, pues, que la responsable de esta abertura es esta serie de consonantes post-
velares, porque, con cualquier otra consonante, sí es posible realizar los sonidos cerrados [i] y [u].
Concluimos, pues, que los sonidos [i] y [e] son dos alófonos o variantes combinatorias de un mismo fonema, que
proponemos representarlo con la letra « i », y que [u] y [o] son también variantes combinatorias de un mismo
fonema, que proponemos representarlo con la letra « u ».
Así pues, puesto que los sonidos [e] y [o] (que se producen únicamente junto a las consonantes post-velares q, qh,
q’) están ya representados gráficamente por «i» y «u», el empleo de las grafías “e” y “o” para su representación
resulta obsoleto, y no vemos la necesidad de consignarlas en el alfabeto quechua. De modo que la tesis
trivocalista del runasimi resulta de esta evidencia constatada.
Gringos
Los pentavocalistas afirman que el trivocalismo es una teoría desarrollada por
« extranjeros » que quieren negar la existencia en quechua de los sonidos [e] y [o].
Nada más lejos de la verdad, pues acabamos de demostrar que, con un mínimo de
nociones de Lingüística, incluso un peruano puede llegar a comprender la estructura
trivocálica del quechua. Y, por lo que se refiere a la negación de los sonidos [e] y
[o], los pentavocalistas pecan de mala fe, puesto que saben pertinentemente que,
como acabamos de demostrar, el trivocalismo no los niega, sino que reconoce la
realidad de su producción como variantes de (i, u) en un entorno constituido por las
consonantes post-velares (q, qh, q’).
Traumatismo
Otro argumento de los pentavocalistas, que tampoco tiene nada de científico, es su
temor de que el estudiante de quechua quede traumatizado si se le pide que
pronuncie [e] lo que está escrito como « i » o que pronuncie [o] cuando lo que está
escrito es « u ».
Les aconsejamos hacer un pequeño esfuerzo de entrenamiento de lectura (como
cuando eran pequeños y que aprendían a leer el castellano). Estamos seguros de que
al cabo de cierto tiempo llegarán a pronunciar [e] y [o] cada vez que encuentren una
«i» o una «u» al lado de las consonantes (q, qh, q’). No les tomará mucho más
tiempo que el que les tomó comprender que, en español, una “c” tiene tres alófonos
o variantes combinatorias, es decir, tres “sonidos” diferentes, según su combinación
con otros fonemas : [k] cuando está seguida de «a», «o», «u» (“cabra”, “conejo”,
“culebra”), [s] cuando está seguida de «e» o «i» (“cerdo”, “cisne”) y [x] cuando
está seguida de «t» o de otra «c» (“acto”, “acción”). Pensamos que, si al leer estas
palabras logran producir estos tres sonidos, del trauma que pudieron sufrir cuando
niños, no les queda nada.
No conocemos ningún caso de peruanos que, después del colegio secundario, donde
la enseñanza del inglés es obligatoria, hayan quedado traumatizados por el simple
hecho de haber aprendido que "football" se pronuncia [futbol], que "my wife" se
pronuncia [majwajf] o que "enaugh" se pronuncia [inof].
Y, sin salirnos del español, ¿cómo explican los pentavocalistas que no aparezca por
ningún lado el sonido de la “u” cuando leen “Miguel” y “Guido” y que, sin embargo,
cuando leen “agua” sí aparece? Pensamos que las mismas técnicas de enseñanza que
les permitieron esta proeza podrían aplicarse para hacer comprender a los
estudiantes de quechua que la combinación de las vocales (i), (u) con las
consonantes post-velares (q, qh, q’) hace que aquéllas sean realizadas como [e] y
[o]. Y esto no les provocará ningún traumatismo.
Testigos directos
Otro argumento de la corriente pentavocalista, esta vez en boca de Segundo
Villasante Ortiz, es el de que los primeros transcriptores del quechua (Fray Domingo
de Santo Tomás, 1560 y Fray Diego González de Holguín, 1607) utilizaron las cinco
vocales porque “tuvieron el privilegio de escuchar personalmente la pronunciación
de las palabras de los verdaderos monolingües quechuas en los primeros cincuenta
años de la dominación española”[2].
Una vez más, este argumento carece de validez científica, pues a estos frailes les
ocurría lo que a los pentavocalistas, a saber, que el único alfabeto que tenían a
mano era el castellano, con sus valores ortográficos y fonéticos correspondientes. La
diferencia está en que hoy podemos recurrir a la ciencia Lingüística (que nos
proporciona las herramientas necesarias para analizar cualquier lengua), mientras
que los frailes tuvieron que arreglárselas con sus propios recursos, además de que la
Lingüística, si es que ya existía, estaría aún en pañales en aquella época. Algunos
sonidos quechuas que tuvieron que transcribir les eran desconocidos porque no
existían en la lengua castellana, razón por la que, en los léxicos que recolectaron,
muchas palabras están ortografiadas hasta de tres maneras diferentes. Por otro lado,
nos bastaría pedir a Villasante que transcribiera el francés escuchando a verdaderos
franco-hablantes para ver si no reduce al pentavocalismo español
los dieciséis fonemas vocálicos con que cuenta el idioma francés. Imaginamos que su
tataranieto, dentro de 500 años, afirmaría que la traducción de “velada negra” se
escribe en francés “suaré nuar” puesto que su tatarabuelo había tenido el privilegio
de oírlo de la boca de verdaderos franceses en el francés más puro (cuando, en
realidad, ellos escriben “soirée noire”), o aseguraría que el francés no tiene más que
cinco fonemas vocálicos.
Nos imaginamos que, tanto en un caso como en el otro, Villasante habría reclamado
con garras y uñas que se mantuviera la ortografía “original”, a pesar de la adopción
de un alfabeto fonético internacional de base científica.
Ovejas negras
Los pentavocalistas siguen insistiendo en querer usar un alfabeto con las cinco
vocales españolas para la escritura del quechua, a pesar de que varios de sus
representantes reconocen y admiten que los sonidos [e] y [o] sólo aparecen en
contextos constituidos por las consonantes post-velares (q, qh, q’) y a pesar de que
en varios congresos internacionales de quechua fueron propuestos alfabetos
trivocálicos, así como por el ministerio peruano de Educación de diferentes épocas.
El pentavocalismo quechua es enarbolado por la APLQ. Sin embargo, Andrés
Alencastre Gutiérrez, dos veces presidente de esta institución, propone, en el
transcurso de su segundo mandato (1961-1963), un alfabeto con tres vocales (a, i,
u), alfabeto evocado en la revista "EL RUNASIMI se escribió y se escribirá con 5
vocales". Teniendo en cuenta la tendencia pentavocalista de la APLQ, es de suponer
que Alencastre Gutiérrez, fallecido en 1984, fuese tachado de esta institución a
título póstumo por haberse atrevido a insinuar el trivocalismo quechua.
Entre los autores pentavocalistas, hay quienes reconocen solamente tres fonemas
vocálicos (a, i, u) para el quechua : Clodoaldo Soto Ruiz (Quechua, Manual de
enseñanza, Lima, 1979) y Jesús Lara (Diccionario Castellano-Queshwa, Queshwa-
Castellano, La Paz, 1978). Pero, ambos utilizan las grafías "e" y "o" para la escritura
de palabras que llevan las consonantes post-velares (q, qh, q’).
La posición de estos autores merece nuestra especial consideración, pues, aunque
escriben con cinco grafías vocálicas, por lo menos tienen la honestidad de advertir
que sólo reconocen tres fonemas vocálicos para el quechua y que la utilización de las
grafías "e" y "o" no remite sino a una razón práctica.
Conclusiones
Para terminar, diremos que, los argumentos del pentavocalismo para rebatir la tesis
trivocalista, no tienen ningún sustento de carácter científico, puesto que reposan
sobre consideraciones empíricas y falsos temores que esconden, más bien, un orgullo
tenaz de no querer dar el brazo a torcer a pesar de que se les haya demostrado
hasta la saciedad la pertinencia del trivocalismo.
Recalcamos pues, una vez más, que el Análisis Fonológico es una de las técnicas que
la Lingüística pone a nuestra disposición para el estudio de las lenguas. El carácter
científico de esta técnica es, pues, incontestable. En este sentido, su aplicación en
el trabajo que hicimos, para el estudio del sistema vocálico del quechua, se inscribe
en el marco de un procedimiento científico propio de la Lingüística.
Los pentavocalistas deben admitir la evidencia del trivocalismo quechua que nuestro
análisis ha demostrado. Deben comprender que la utilización de tres vocales (a, i, u)
en la escritura del quechuano niega la existencia de los sonidos [e] y [o] ya que
éstos se manifiestan en las combinaciones de los fonemas (i) y (u) con las
consonantes post-velares (q, qh, q’).
Consideramos que la Lingüística no está para complacer o satisfacer los caprichos de
un grupo de personas demasiado poseídas por los valores ortográficos y fonéticos del
español (que ellos creen universales para todas las lenguas), y que no llegan a
admitir una evidencia científica, bajo el pretexto de consideraciones “tradicionales”
o “históricas” que dejan más bien ver un regionalismo y un chauvinismo propios de
un empirismo primitivo.
Son innumerables los documentos y textos literarios editados en quechua con la
utilización de sólo tres grafías vocálicas (a, i, u) y no por ello su contenido está en
absoluto alterado ni desnaturalizado.
El quechua no es tampoco la única lengua trivocálica. Un lingüista arabo-hablante
nos ha confirmado que la suya también lo es y que, en las diversas combinaciones de
sus fonemas, también se producen los sonidos abiertos [e] y [o].
Partimos del principio de que toda lengua debe disponer, para su escritura, de un
alfabeto o conjunto de signos gráficos convencionales que en sus diversas
combinaciones logren representar toda su gama fonética.
El problema en la transcripción del quechua surge cuando se constata que el
alfabeto español (el único que conocían los primeros transcriptores y que conocen
hoy los contemporáneos) no tiene signos ortográficos que puedan reproducir algunos
sonidos fonéticos propios de esta lengua, como las consonantes post-velares o la
serie de consonantes aspiradas y glotalizadas. En este sentido, los resultados del
trabajo de investigación que hicimos, contribuyen al establecimiento de un alfabeto
de base científica, es decir, en tanto que resultado de un trabajo lingüístico de
análisis fonológico.
La Lingüística moderna pone también a nuestra disposición la « Transcripción
Fonética » mediante la que es posible representar toda clase de sonidos emitidos por
el hombre en las múltiples lenguas que existen en el mundo. Los diccionarios
modernos, tanto monolingües como bilingües, consignan esta transcripción en cada
entrada de palabra, entre corchetes. Es, pues, deber de las instancias educativas
hacer que los niños aprendan a manejar esta herramienta de transcripción, tanto en
lectura como en escritura. Es más, el profesorado mismo tendría gran necesidad de
ponerse a día en esto.