Está en la página 1de 2

Oración.

“Amado Señor, ayúdame a esparcir tu fragancia donde quiera que vaya. Inunda mi alma de espíritu y vida. Penetra y posee
todo mi ser hasta tal punto que toda mi vida solo sea una irradiación de la tuya. Brilla a través de mí, y quédate en mí de
tal manera que todas las almas que entren en contacto conmigo puedan sentir tu presencia en mi alma. Haz que me miren
y ya no me vean a mí sino solamente a ti, oh Señor. Quédate conmigo y entonces comenzaré a brillar como brillas tú; a
brillar para servir de luz a los demás a través de mí. La luz, oh Señor, irradiará toda de ti, no de mí; serás tú quien ilumine
a los demás a través de mí. Permíteme pues alabarte de la manera que más te gusta, brillando para quienes me rodean.
Haz que predique sin predicar, no con palabras sino con mi ejemplo, por la fuerza contagiosa, por la influencia de lo que
hago, por la evidente plenitud del amor que te tiene mi corazón” Padre Nuestro……………………………….Amén.

REFLEXIONA: Jn.13,1-17 Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que le había llegado la hora de salir de este mundo para ir al Padre,
como había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban comiendo la cena y el diablo ya había
depositado en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle. Jesús, por su parte, sabía que el Padre había puesto
todas las cosas en sus manos y que había salido de Dios y que a Dios volvía. Entonces se levantó de la mesa, se quitó el manto y se ató una
toalla a la cintura. Echó agua en un recipiente y se puso a lavar los pies de los discípulos; y luego se los secaba con la toalla que se había
atado. Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: «¿Tú, ¿Señor, me vas a lavar los pies a mí?» Jesús le contestó: «Tú no puedes comprender
ahora lo que estoy haciendo. Lo comprenderás más tarde.» Pedro replicó: «Jamás me lavarás los pies.» Jesús le respondió: «Si no te lavo,
no podrás tener parte conmigo.» Entonces Pedro le dijo: «Señor, lávame no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.» Jesús le
dijo: «El que se ha bañado, está completamente limpio y le basta lavarse los pies. Y ustedes están limpios, aunque no todos.» Jesús sabía
quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos ustedes están limpios.» Cuando terminó de lavarles los pies, se puso de nuevo el manto,
volvió a la mesa y les dijo: «¿Comprenden lo que he hecho con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy.
Pues si yo, siendo el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Yo les he dado ejemplo,
y ustedes deben hacer como he hecho yo. En verdad les digo: El servidor no es más que su patrón y el enviado no es más que el que lo
envía. Pues bien, ustedes ya saben estas cosas: felices si las ponen en práctica.
Lc.22,39-54 Después Jesús salió y se fue, como era su costumbre, al monte de los Olivos, y lo siguieron también sus discípulos. Llegados al
lugar, les dijo: «Oren para que no caigan en tentación.» Después se alejó de ellos como a la distancia de un tiro de piedra, y doblando las
rodillas oraba con estas palabras: «Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.» (Entonces se le
apareció un ángel del cielo para animarlo. Entró en agonía y oraba con mayor insistencia. Su sudor se convirtió en gotas de sangre que
caían hasta el suelo.) Después de orar, se levantó y fue hacia donde estaban los discípulos. Pero los halló dormidos, abatidos por la tristeza.
Les dijo: «¿Ustedes duermen? Levántense y oren para que no caigan en tentación.» Todavía estaba hablando cuando llegó un grupo
encabezado por Judas, uno de los Doce. Como se acercaba a Jesús para darle un beso, Jesús le dijo: «Judas, ¿con un beso traicionas al Hijo
del Hombre?» Los que estaban con Jesús vieron lo que iba a pasar y le preguntaron: «Maestro, ¿sacamos la espada?» Y uno de ellos hirió
al servidor del sumo sacerdote cortándole la oreja derecha. Pero Jesús le dijo: «¡Basta ya!» Y tocando la oreja del hombre, lo sanó. Jesús
se dirigió después a los que habían venido a tomarlo preso, a los jefes de los sacerdotes, de la policía del Templo y de los judíos y les dijo:
«Tal vez buscan a un ladrón, y por eso han venido a detenerme con espadas y palos. ¿Por qué no me detuvieron cuando día tras día estaba
entre ustedes en el Templo? Pero ahora reinan las tinieblas, y es la hora de ustedes.» Entonces lo apresaron y lo llevaron a la casa del sumo
sacerdote, donde entraron; Pedro los seguía a distancia.

DAR
Hay quienes dan poco de lo mucho que tienen y lo dan buscando el reconocimiento y su deseo oculto malogra sus
regalos. Y hay quienes tiene poco y lo dan todo. Son estos los creyentes de la vida y en la magnificencia de la vida y su
cofre nunca está vacío. Hay quienes dan con alegría y esa alegría es su premio. Y quienes dan con dolor y ese dolor es su
bautismo. Y hay quienes dan y no saben del dolor de dar, ni buscan la alegría de dar, ni dan conscientes de la virtud de
dar; dan como, en el hondo valle, da el mirto su fragancia al espacio. A través de las manos de los que como esos son,
Dios habla y, desde el fondo de sus ojos, él sonríe sobre la tierra.
EXPLICACIÓN DE LA CELEBRACIÓN

La Semana Santa es el momento litúrgico más intenso de todo el año. Sin embargo, para muchos católicos se ha convertido
sólo en una ocasión de descanso y diversión. Se olvidan de lo esencial: esta semana la debemos dedicar a la oración y la
reflexión en los misterios de la Pasión y Muerte de Jesús para aprovechar todas las gracias que esto nos trae.
Para vivir la Semana Santa, debemos darle a Dios el primer lugar y participar en toda la riqueza de las celebraciones propias
de este tiempo litúrgico.

A la Semana Santa se le llamaba en un principio “La Gran Semana”. Ahora se le llama Semana Santa o Semana Mayor y a sus
días se les dice días santos. Esta semana comienza con el Domingo de Ramos y termina con el Domingo de Pascua.
Vivir la Semana Santa es acompañar a Jesús con nuestra oración, sacrificios y el arrepentimiento de nuestros pecados. Asistir
al Sacramento de la Penitencia en estos días para morir al pecado y resucitar con Cristo el día de Pascua.
Lo importante de este tiempo no es el recordar con tristeza lo que Cristo padeció, sino entender por qué murió y resucitó.
Es celebrar y revivir su entrega a la muerte por amor a nosotros y el poder de su Resurrección, que es primicia de la nuestra.
La Semana Santa fue la última semana de Cristo en la tierra. Su Resurrección nos recuerda que los hombres fuimos creados
para vivir eternamente junto a Dios.

LOS DÍAS MÁS IMPORTANTES DE LA SEMANA SANTA SON:

Domingo de Ramos: Lunes, martes y miércoles Santo:

Es el día que comienza el periodo de Semana Santa. Se celebran muchas procesiones para recordar
Este día se rememora la llegada de Jesús a cómo fueron esos días de Jesús y la traición de su
Jerusalén. A su llegada, la gente lo recibió con gran amigo Judas, que por tan solo 30 denarios (la
alegría y para demostrar su emoción, agitaban moneda de aquella época), lo vende ente las
palmeras como símbolo de emoción. autoridades.

Viernes Santo: Jueves Santo:

Durante todo ese día, Jesús tuvo que sufrir muchas Este día se rememora la última cena que Jesús
penurias hasta que finalmente murió en la cruz. La celebró con sus Apóstoles para despedirse de ellos.
justicia de aquella época no era como la de ahora y Como gesto de amor, Jesús lavó los pies de cada
no existió un juicio justo para él. uno de ellos, incluso a Judas, quien lo había ya
traicionado.

Domingo de Pascua o de Resurrección:


Sábado Santo:
Es el último día de celebraciones de la Semana
Está dedicado a María, la madre de Jesús, quien Santa. Este día se celebra que Jesús resucitó y por
acompañó a Jesús durante todo su sufrimiento en ello es un día de fiesta y felicidad. Este día también
el Vía Crucis, y por ello, el Sábado Santo está es conocido como Pascua, esta palabra significa
dedicado a honrar la imagen de la madre sufridora paso y en la Pascua de celebra que Jesús el paso de
de Jesús. la muerte a la vida.

También podría gustarte