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ESTLJDIOS. Revista de Investigaciones Lirerarias. Año 5, Ne 9. Caracas, ene-jun,1997,pp.

73-9}

LA LÓGICA DEL CONTRA-CANON


Y EL AXIOMA DE CREDIBILIDAD

Raú, Axtpt,o
Universidade Federal de Santa Catarina

"La escritura se uansformó, de.ese modo, junto


con la lengua, en uh a¡chivo de semejanzas no
sensibles, de correspondencias inmateriales".
WalterBenjamin, "Sobre la capacidadmimérica"
(1933).

Establecerrelaciones inédiuas y apropiadas. Formar series descuidadas, no obstante,


exactas. Multiplicar la red de analogías no percibidas de modo de construir un saber
secundario y veri-ticable, en el cual encontrasen coherencia los datos inmediatos de la
experiencia, así como los análisis y construcciones de la ciencia la encuentran en el
soporte inteligible y matemático de los fenómenos. Ese pro$ama de una poética
generalizadatpuedeservimospararetomaralgunascuestionesoportunarnenteformuladas
por Josefina Ludmer y que podríamos resumir en la idea de que en la tradición
latinoamericana, la historia cul¿ural serializa y define las construcciones identitarias,
nacionales y sociales. Ella define los marcos de representación (fronteras nacionales,
habitus sociales) y la duración de esas construcciones (es decir, las relaciones que esa¡r
formas establecen con el tiempo a ravés de pactos y alianzas). Los marcos segmentan;
la duración a¡ticula. obsérvese, sin embargo, que esas operaciones combinadas
unir-remiten, por un lado, a las retóricas canónicas nacionales, vistas como
-separar,
operaciones de unificación pero, por of,ro, trabajan con las retóricas anti-canónicas
(écnicas, de género, de creencias) que tanto son inslancias de discriminación como la
mat€ria misma de lo literario, en la medida en que las creencias --{ice Ludmer- son
siempre creencias en y sobre diferencias. En el entrelugar que une y separa lo estatal-
nacional y lo cultural, se arma el poder simbólico.
Sin embargo, como políticas públicas y prácticas culturales nunca coinciden, las
fábulas identitarias, verdaderas construcciones de la subjetividad moderna, son, en
nuestro contexto, siempre dobles y ambivalentes. En cuanto se imponen ruptr¡rÍrs

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modemizadoras en la esfera pública, en el campo cultural, por ejemplo, el debate se
bifurca y prolifera en procesos diseminados de transculturaciones, hibridaciones o
traducciones, es decil, de antropofagia cultunl. Lo nacional y lo cultural tensionan, de
este modo, las relaciones enfe unificación y segmentación o entre ruptura y autonomía
a punto tal que "las historias de la literatura podrían contar ambiguamente esa tensión,
en la üteratura misma, entre las políticas de las identidades, la nacional y la cultural. Y
2.
esa misma tensión penetraría la escritura de las historias", literarias y culturales
El discu¡so críüco de la modemidad latinoamcricana sería, en este sentido, fruto de
una tcnsa relación de hegemonía que, asumida por las instituciones periféricas, se
consütuye,paradójicamente, en condición de su propia autonomía. Esatensión, más allá
de la tensión enfe políticas nacionales y culturales, definiría un punto de vista, una
posición apartirdelacual sehabrían escrito,cn formaderelatos,las historiasregionales
o comparadas de América Latina. Ludmer ha desarrollado esas hipótesis en los análisis
de ficciones del delito, ficciones en que la construcción significante de la diferencia
3.
aparece como suplemcnto interior a los Estados nacionales
Me gustaría proponcr una va¡iante dcl modclo. Analizar el discurso crítico como
construcción suplementaria de la difcrcncia que se elabora en la tensión entre
represenhciones de canon y contra-canon, y que haría que la literatura, además de
situarse en el diferendo entre lo nacional y lo cultural, escribiese el rcvés del discuno
crÍtico o, si se prefiere, lleva¡ía a la crítica a alegoruu la lectura de esas narrativas,
decisivas, además, en la construcción de ficciones idcntitarias. El punto de vista es el del
crítico extranjero o el de la crítica como extrañamiento de la representación.

II

En el invierno de 1938, Victoria Ocampo asiste a algunas conferenciasenelCollége


de Sociologie. Conoce, en casa deJules Supervicllc, a uno de los conferencistas, Roger
Caillois. Poco después, y gracias al interés por piedras y desiertos, Caillois iríaa conocer
la Cruz dcl Sur, esa tiera que [anto exagcra "la part du ciel" y, provisto de una serie de
texúos, desembarca en Buenos Aircs, en mayo de 1939. A su llegada, Srr publica la
primera de sus acostumbradas'colaboracionespara larevista, "Sociología del verdugo",
incluida en 1943 en La communion des forts a. Como exordio a la versión de la revista,
el autor seveen laobligación dc observa¡, en nota apie de página, el estadode lacuestión
epistemológica o, en otras palabras, el punto a parür del cual ensaya colrespondencias
entte el mito y el hombre, para recupcraf los térrninos de su primer libro. Escribe:

Parecen prestarse muy palicularmente las circunstancias actuales avn trabaio


críticoreferente a lasrelaciones mutuas del ser del hombre yel serdelasociedad:
lo que él espera de ella, lo que ella cxige de él'
Los últimos veinte años han asistido, cn efecto, a uno de los más considerables
tumultosinlelcctualesquesepuetlan imaginar. Nadaduradero, nada sólido,nada

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quefunde; todo se pulveriza y pierde sus a¡istas, aunque el tiempo apenas haya
dadounpaso más.Peroexiste unaextraortlinariaycasi inconcebiblefermentación:
los problemas de la víspcra se plantezrn de nuevo cada día y un sin número de
otros extremos, desconcer[antcs- son incansablemenfe inventados
-nuevos,
por espíritus de prodigiosa acúvidad y no menos prodigiosa incapacidad de
paciencia y continuidad. En resumen: una producción que inunda realmente el
mercado, sin proporción con las nccesidades y la capacidad misma del consumo.
De hecho, muchas riquezas, muchos espacios vírgenes bruscamente abiertos a
la exploración y, a veces, a la explotación: el sueño, lo inconsciente, todas las
formas de lo maravilloso y de cxceso (lo uno definiendo a lo oro). Un
individualismo furioso que convcrtía al ¿ scándalo envalor, daba al conjunto una
especie de unidad efectiva y como lírica. Era, en verdad, pasa$e de la meta: en
todo caso, es mucho da¡ a la socicdad eso de complacerse tanto en provocarla.
Quizás deba vcrse allá el gcrmcn de una conl¡adicción cuya arnplitud creciente
tenía que acabar por dominar, bajo un cierto registro, la vida intclectual de la
época: intentando los escritores, con torpeza o soberbia, participar de las luchas
políücas, y viendo acordarse tan mal sus preocupaciones íntimas con las
exigencias de su causa, que pronl.o debían somcterse a abandonar la empresa-
De esas dos determinaciones opuestas, investigación de los fenómenos humanos
de gran profundidad, soliciración impcrativa de los hechos sociales, ninguna
puede ser dejada de lado sin quc muy pronto se lo lamente. En cuanto a sacrificar
a la una por la otra o esperar a que sca posible seguirlas ambas paralelamente la
experiencia no ha dejado de most¡ar a qué graves errores exponían tan falsas
soluciones. De otro lado debe vcni¡ la salvación.

Y ese "otro lado" es la cxpcricncia íntima czrpin dc proporcionar representaciones


de lo social o, para retomar el concepto dc Mauss quc tcndrá fortuna en la zuntropología
estructural, el hecho social total:

ElColegio de Sociologíaputedeescdato y seesfuerzapordescubrirmovimientos


equivalentes ---cn el corazón mismo de la existencia social- en los fenómenos
elementales de at¡acción y de repulsión que la dcterminan, así como en srts
composiciones más acusadas y significativas, talcs como las iglesias, los
ejércitos, las cofradías, las sociedades secrctas. Tales problemas principales
dominan este estudio: el dcl podcr, el de lo sagrado, cl de los mitos. Su solución
no es tan solo materia de información y dc exégesis: es necesario, además, que
abarque la actividad total del ser. Por cierfo, nccesita una labor emprendida en
común con una seriedad, un desintcrés, una severidad crítica capaces no sólo de
acreditar los resultados eventuales, sino de imponer respeto desde el principio de
la investigación. Empero, oculta una espcranza de orden muy distinto que da

t5
todo su sentido a la empresa: la ambición de que la comunidad asf formada se
desborde de su plan inicial, se deslice de la voluntad de conocimiento a la
voluntaddepotencia, seconvierlaen núcleode unamás vastaconjuración.Oculta
el cálculo deüberado de que ese cuerpo encuentre un almat.

Fundada, entonces, en estos postulados, la "Sociología del verdugo" de Roger


Caillois parte de una oposición binaria para, a continuación, interpretar uno de los
elementos, el verdugo, como la parte maldita de la sociedad moderna, ya que él
mantiene con la figura del rey una oscura y secreta ahnidad, en la medida en que la
ambigüedad específica de cda uno de ellos, rey y verdugo, se desdobla en otras tantas
tensiones entre ellos, "reuniendo uno en su persona todos los honores y odos los
respetos, y el otro todas las repugnancias y todos los desprecios. Así ocupan en los
espíritus como en la estuctura del Estado situaciones correspondientes y sentidos como
tales, únicos cada cual en su lugar y evocándose uno al otro precisamente por su
antagonismo". Apoyado en Frazer y Hans Mayerel ensayista sostiene que rey y verdugo
desempeñan funciones centrales y simétricas. El verdugo comparte con el médico los
poderes de la magia y se confunde, a veces, con el curandero. "El de Nimes es célebre".
Sin embargo, suele ser un criminal absuelto, un infarne. "Desempeñar las funciones de
ejecutor se convierte así en urn especie de dcrecho de entrada, de gaje de agregación a
una comunidad; en un cargo confiado a la persona que se encuentra en an periodo
margüwl y que debe asumirlo hasra que un recién venido ocupa su sitio de ,úkinto en
llegar y lo suelde definitivamente a los demás miembros de la colecüvidad". @l
traductor, además, se siente obligado a resalta¡ que esa expresión, derüer v¿nu, es, en
francés, meramentepeyorativa. La nota, sin embargo, desaparece en la versión en übro).
En resumen, para Caillois, "el verdugo y el soberano forman pareja". El honor que el
primero suscit¿ tiene su contrapartida en el esplendor del monarca, cuyo derecho de
gracia permite, en compensación, el gesto mortífero del criminal:

La vida de los hombres está en manos de ambos; por consiguiente no es extraño


que sean objeo de sentimientos de honor o de veneración cuya naturaleza
sagrada se advierte claramente. Uno protege todo lo que se respeta, todo lo que
constituye los valores y las insütuciones en torno a las cuales gravita la sociedad
entera; el otro parece contaminado por las máculas de aquellos a quienes libra a
la sociedad.

Bataille, enEl erotismo,teonzatambién una transgresión de la prohibición que no


solo está sujeu a nonnas como la misma prohibición, sino que, además, es ilimit¿da e
infinita, en la medida en que la violencia, como des-reglamentación de la norma,
sobrepasa todo límite. La muerte, por ejemplo, como exceso de regla, suele venir

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acompañadadeun sentimiento derupturaque implica unaperturbación aún mayorque,
sin embargo, está contenida por las ceremonias y rituales festivos: "si la muerte
prevalece sobre un ser supremo, que por esencia parecía haber triunfado sobre ella,
domina el sentimiento de ruptura total y el desorden se vuelve ilimitado"6. De forma
semejante, en "Teoría de la fiesta" (1940), parte integranle de L'Homme et le Sacré,
Caillois afirma, en el camino de Mauss, que la fiesta se define siempre por la danza y
por la excitación, por la comida y por la bcbida. Hasta el hastío, hasta el agotamiento,
hast¿ la enfermedad.

El exceso, por lo tanto, no sólo acompaña a la fiesta de una manera constante. No


es un simple t'enómeno de la agiución que aquélla dcsarolla. Es necesario al
éxio de las ceremonias celebradas, parúcipa en su virtud santa y conribuye
como ellas a renovar la naturaleza o la sociedad. Tal parece ser, en efecto, el
propósito de las fiestas. El ticmpo agota, extenúa. Es lo que hace envejecer, lo
queencaminaa la.muerte, lo que rsd: es ésteel senüdo mismo de laraízde donde
son extraídos en griego y en iranio las palabras que lo designan. [...] Hay que
recomenza¡ la creación del mundo. Estc se comporta como un cosmos regido por
un orden universal y funcionando según un ritmo regular. La medida, la regla,
lo mantienen. Su ley es que toda cosa se encuentre en st lugar, que fodo
acontecimiento llegue en su momento. Así se explica que las solas manifestaciones
de lo sagrado sean interdicciones, protecciones contra todo lo que podría
amenaz:r la regularidad cósmica, o expiaciones, reparaciones de todo aquello
que ha podido perturbarla. [...] Las instituciones sociales no parecen estar al
abrigo de estasucesiónalternada: también deben serperiódicamenteregeneradas
y purificadas de los deribs envenenados que representan lapafe nefasta dejada
por cada acto cumplido para el bien de la comunidad, pero que comporta algún
desdoro para quien asumió su responsabilidad?.

El principio antropofágico delafiesta actualiza cntonces el fantasmaprimordial de


una U r g e s c hi c ht e trav estsda de aclualidad:

La fiesta se presenta, en efecto, como una actualización de los primeros tiempos


del universo, del Urzeit,de la era original eminentemente creadora que ha visto
fijane en su forma tradicional y definitiva a todas las cosas, a todos los seres, a
todas las instituciones. Estr época no es otra que aquella en que vivían y actuaban
los antepasados divinos cuya historia nos cuentan los mitos. [...] Todas las
expresiones empleadas por los observadores tienden a poner en evidencia este
aspecto de la edad primordial. Para el Dr. Fortune, el üempo mítico es aquel en
que 'la existencia llega al ser y la historia natural comienza'. Está situado, a la

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vez, al principio y fuera del devenif.
Tal prácrica, transgresiva y dcsbordada, había aparecido algunos meses antes, en
noviembrede 1939, en una reseñaal ensayodc Hcnri LefcbvresobreNietzsche. Caillois
elogia, en esa ocasión, el hecho de que cl autor haya abordado el problema crucial de la
reforma reciente de las instituciones y de las frontcras y de "no reubica¡ a Nietzsche en
su época de una manera estética --{omo acostumbraba a hacerlo desde hace mucho
tiempo la historialiteraria-sino situarlo en un detcrminadopunto de un desarr.ollo que
lo supera, que comienza al nacer el mundo modcrno y que aún no ha terminado en la
actualidad'¡, esfuerzo que implicaría colocarlo, simultáneamente, en el comienzo y
fuera del deveni¡.
Desbordamiento de la razón, violación de los límites y ambivalencia del sentido,
marcan, también, oEo ensayo de esa época, una lectura dc Loyola, verdadcro manifiesto
de la transgresión, donde defiende la idca dc que:

la grandeza de los obsuículos extcriores no hace flaquear jamás una voluntad


dispuesta a derribarlos [...] y la fucrza dcl querer a menudo crece con la
resistencia que se le opone. Pero es nccesario, para ello, que el ser esté unificado,
liberado, que no desee otra cosa que alcanzu el fin propuesto, que reciba
desgraciase injuriascon igual semblants y que scpa rechazarcon igual desprecio
seducciones y amenazas. Que así como el fracaso no disminuya su coraje,
tampoco el éxito debilite su energía. Ncccsita, a un mismo tiempo, no temernada
y nada codiciar. Entonces, y solamcnte entonccs, todo rcsultia fácil para quien
quiere. El héroe resulta invulnerablc cuando vuelve de los infiernos llevando en
el rostro la palidez de los rcsucitados. Su frecuentación con la muerte le ha hecho
olvida¡ el miedo y por eso lo sientcn invcncibles aquellos a quienes espanta esta
familiaridad.

Sabemos que Roland Barthes describe los ejercicios ignacianos como algo temible
y, al mismo tiempo, deseable, pura deixis de lo moderno: "c'est que, comme dans la
revérie du haschich dont Baudelai¡e décrit I'effet tour á tour amenuisant ou dilatant, le
7e ignacien, quand il imagine selon les voies du fantasme, n'estpas une personne [...] il
n'est plus que le verbe qui soutient et justifie la scóne"'.. Caillois también lee los
Ejercicios como una biblioteca total, como un disposiúvo unificador exasperado:

hasta la construcción de ese aparato flexible , preciso, extremadamente c punto,


que debia permiürfies] cargar con el mundo a cuesf.as en un üempo tan breve. No
es dudoso que puedan obtenerse la mayores venhjas medinndo sobre esüa
perfecta técnica de dominación y su esl.udio (al cual me consagraré algún día) ha
de compensarel mrís difícil y paciente de los esfuerzos. Pcro debernos penuadimos
queesasrecetas son letra muertasi no las mueve unaenergía igual a la queLoyola

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adquirió durantesus diezaños demendicidad y de rudaspruebas,de vagabundaje
y de cárcel: su verdadero descenso a los Infiernos, idéntico al que consagra a los
héroes de los mitos y les conhcre los dones que alrancan el éxito".

Casi treinta años después, cn su "Reconocimicnto a Mendeleiev", manifiesta la


mismaintención defiliar un dispositivoautónomo de la vidasocial, comoel delaficción
de la Compañía, a un principio de descripción lingüísf.ica, idénüco al que conociera a
través de un amigo de Jakobson, et lingüista Bogatyrév, quicn, cn una visita a Praga, lo
iniciaen los trabajos dcl círculo lingüís.tico chcco. Sostiene entonces habersepersuadido
de que "la unidad del universo no conoce excepción", razonando a partir de ahí "como
si odoaquelloque, inclusode una formamuy distante, surgicrade estructurasprimarias
discontinuas, fuese por efecto de ese pccado (o dc esa virtud) original, de algún modo
y a cierto nivel, cuantificable"'t. Y remala la confesión, posteriormente, con una frase
emblemáúca de la biblioteca tot¿l: "El univcrso, sin duda, es inmenso y labcríntico".
Habrá quien lea esas repeticiones como parte dc un jucgo de correspondencias que
emana¡ía de la "tcncbreuse et profondc unité" de todo j ucgo. Aun cuando nadie consiga
probar que, por ejemplo, el aje.drez no sca una sublimación dcl complejo de Edipo, ya
que el rey a ser derrohdo, aunque con rcspeto y sin hacerlo desaparccer, es un símbolo
del padre", incluso así, es imposible no probar lo contr¿uio,'es dccir, que todo juego es
mezcla, solución decompromiso,organización aporéúca, al mismo üempo, indispensable
y gratuita. Una lectura privilegia cl agonismo; otra, el principio de nostalgia. Ambas
cuentian.
Borges imaginó que el universo fuese ilimitado y periódico. Caillois, más cauto tal
vez, que fuese apenas inmcnso, y no obstante, laberínúco. Para disciplinar la errancia,
se sometió a un principio periódico, est¡uctural, que le permitía pcnsar que no sólo en
el interior del universo sino también cntre los divcrsos reinos se a¡ticulasen series de
convivencias y repeticiones, admirables cruzamientos que reproducirían, en contexlos
opuestos y diversos, estructuras y solucioncs comparablest'. En esos cases d'un
echiquier se tocarían rey y verdugo, el criminal y el soberano, como tránsio y
transversalidad del lcnguajc.
En un artículo de 1937, motivado por L'Opposition et les cases coniuguées sont
réconciliés(1932) de M¿ucel Duchamp, Caillois ya buscaba, en tanl.o intérprete de los
movimientOs oblicuos, un punto que, simultáneamcnte, satisfaciese las diverSaS
exigencias de un sistema dado de relaciones, afgumentando que la seducción del juego
consistía en distanciarse de él sin, tampoco, identificarse con ninguna de las piezas que
estaban siendo manipuladas, de igual modo que, aún respetándola, un artista siempre
mantiene restricciones en relación a su obraú. En esa lectura de Duchamp, Caillois
habría fazado el tablero de ajedrez absoluto donde están o estarán todos los cuerpos
descubiertos o a descubri¡, "aqucllos que teribles laboratorios poüán aún fabricar,

'79
aquellos que encierran muestras de otro mundo"ró. El rey ahora üene nombre: Pierre
Mena¡d.
En efecto, en el mismo número en que Caillois se inicia en Szr, frente a é1, como en
un juego de truco oajedrez, Borges publica laprimera de sus Ficciones:"Pierre Mena¡d,
autor del Quijote'l?. Pa¡a continuar con las eventuales coincidencias (Menard, por
ejemplcr, traduce, prefacia y anota el Libro de la invención liberal y arte del juego del
ax¿drez de Ruy Lópezde Segura) las trayectorias de Mena¡d y Caillois mantienen una
proximidad mucho más que metonímica: el trabajo crítico como mutua determinación
del sujeto en la historia y de ésta en él; el ca¡áctcr estructural, total y funcional de la
ficción; la exigencia de libera¡ la historicidad del interior del mismo relato histórico,
mostrando que la auto'reflexividad, como contra-discursividad, está, por definición, en
la base pero también fuera de la transformación; el desbordamiento de la norma; la
equivocidad del sujeo que, explorando la faculuad miméüca del lenguaje, ansfu una
identificación total, aunque decididamente ilusoria; en fin, la ambivalencia de oda
apreciación.
Todo acontecimiento es incomparable; al mismo tiempo, la práctica habitual de las
traducciones nos muestra que todo trabajo críüco consiste, fundamentalmente, en
redunda¡ y variar. El agotamiento dc la norma, su transgresión, la exploración de lo
ficcional más allá de sus límites específicos, muestra lo irrisorio de toda tentativa
mimética, a condición de volverla visible y viable, en su mismo esfuerzo por existirtt.
En el caso de Borges, Pierre Menard, sin duda, lo coloca en el mapa. En el margen, no
obstante, dominante. En ese lance, posiciones conjugadas aunque opuestas se leen, en
verdad, como antagónicas pero a¡ticuladas. Saer destacó, recientemente, que:

"Pierre Menard autor del Quijote" es un arrcglo de cuentas con la literatura


francesa ---o con la idea que Borges se hacía en los años treinta de la literatura
francesa. Particularmente, con el simbolisruo y el postsimbolisto y,
personalmente, con la figura de Paul Valéry. Ignorarlo, equivaldría a ignorar
"l'élement transatlantique de sa nature" (Henry James). Excepción hecha de
Flaubert, de algunos versos de Verlaine y del inenarrable Léon Bloy, Borges
consideraba a la üteratura francesa como aflificial y frívola.

Más aún: en el inicio de la quena que llevó a Caillois a Buenos Aires, Borges ironizó
amarg¿rmente al,francés, represenüindolo como:

el hombre que identifica el destino del Universo con el de la sous-préfecture.


OEas naciones pierden una guera y dicen ¡mala suerte!; el francés no concibe
que la ocupación de Ménilmontant por una compañía de zapadores de la reserva
de Mecklenburg no sea una catástrofe cósmica. De ahí, su ingenua prédica de un
deber, universal, de "salvar a Francia" en cada uno de los duelos periódicos,

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previsibles ynada interesantes que mantiene con el "sale Boche". De ahf
también, el riesgo de que nosoEos intervengamos, por deseo de figurarre.

Por eso no cabría leer a Piene Menard como alter ego del escritor sino quiás del
sociologue:

Comparar a Borges con su criatura, sería m¿ís que una equivocación crítica, una
verdadera ofensa: para Borges, Pierre Menard es, en el mejor de los casos, un
frívolo, y, en el peor, un plagiario y un cha¡latán. [...] Si en el mejor de los casos
Pierre Menard no es un esLafador, podríamos prgguntarnos si lo que Borges
criticaen su métodoliterario (enelde Valéry), no es unaespeciedevoluntarismo
conceptual queéljuzga inadecuadopara lacreación literaria. Si esto fuesqverdad
[...] nos encontraríamos ante una curiosa paradoja: Borges sería exaltado por la
críüca francesa en nombre de cielos valores literarios a los que Borges se opuso
durante toda su vida2o.

Pero, justamente, en laincomprensión "real"porla escritu¡adelincuente, tendrfamos


que leer el gesocomplementario mediante el cual el verdugo se equipara al soberano.
En muchas oportunidades, Caillois que, no lo olvidemos, reescribió aBorgesen francés.
registnó su deudacon el narrador. EnCases d'un echíquier,porejemplo, o en suensayo
sobrejuegos para la Pléiade, cuando dice que:

Une nouvelle de Borges illustre fon clairement cet aspect humain de la mise,
c'estlaLorcrie de Babylon¿. Cette loterie fut d'abord, comme toutes les auBes,
proposée A la libre accepfation et au libre refus des Babyloniens. Achetait un
billet qui voulait. Et les lots, natu¡ellement, é[aient en "espcs", correspondant
sans doute A la redisribution partielle, sur les quelques numéros gagnants, du
total des "mises". Ce n'était qu'un jeu. Plusieu¡s transformations ingénieuses
firent bientót de cette loterie un destin. Ca¡ elle devint obligatoire, et les
organisateurs trouvérent intéressant de dissimuler le nom des gagnants et la
nature de ce qu'ils gagnaient. Il advint mOme un temps oü la loterie désigna,
toujours secrétement, des perdants. En sorte que les accidents, les maladies et les
morts furent imputés á la décision aveugle de la loterie, tout comme les
événements heureux ou simplement indifférents. Comment, en effect, penserle
destin autrement que comme une loterie obligatoire? Le destin n'est pas
seulement nécessité indéterminable, il est aussi, nécessité de cette nécessité. E¡
c'est la liberté de la mise qui assure cette conüngencd¡.

En"l¿l¡teríaenBabilonia"Cailloisencuentra, finalmente, sudestinosudamericano.


En su lectura de los cuentos borgianos pwa L'Herne, en compensación, podriamos

8l
interpretar la teoría de los ciclos como autobiografía dcl emigrado para quien el eterno
retomo es:

la consecuencia inmediata, nccesaria, de los movimientos locales de los


incomrptibles cuerpos celestes que vuelven a pasar periódicamente por los
mismos puntos del firmamento. Ahora bicn, estos cuerpos son, con placer,
imaginados como todopodcrosos. Sucedc que las transformaciones que suceden
a la materia conuptible, es dccir, vivicntc, sc tiencn, a su vez, como periódicas,
se repiten, fo¿osamentc, hasu cl inlinito, rcproducióndose cada vez que la
configuración formada por los ast¡os vuclve a ser idéntica a la anterioP.

Esta interpreución, que como vcstigio coincide con una escritwa de Caillois, la de
su ensayo sobre el tiempo circula¡ y cl ticmpo rccúlíneo que abre el número 42 de
Diógenes sobre el hombre y la noción de historia cn Oriente, csa interpret¿ción no revela
solo el destino sudamcricano,odes-astre personal dc Caillois. Señala además el propio
destino sudamericano de Borges ya que, a t¡avós de Caillois, Borges lce a Machado de
Assis.
En efecto, en "Las lol.erías 'culturales"', Caillois sostiene que, en la sociedad
modema, basada en la producción, el aza¡ funciona rctomar la expresión de Th.
Ribot- como "la fascinaLion d'acquérir d'un bloc, -para
sans peine, en un instant", una
invitación al viaje, al lujo, a la calma y a la volunucl.

A la patience et á I'effort qui rapportent peu, mais sürement, cette séduction


subütue le mirage d'une fortune instantanée, la possibilité soudaine du loisir, de
la richesse et du luxe . Pour la mulütudc qui travaillc péniblement sans beaucoup
accroit¡e un bien-0tre des plus relatifs, la chance du gros lot apparait comme
I'unique fagon de sortir jzunais d'une condition humiliée ou misérable. Le jeu
bafoue le t¡avail etreprésente une sollicitaüon concurrente qui, danscertainscas
au moins, prend asscz d'importance pour dótcrmincr cn partie le style de vie de
toute unc société.

Por lo general, se desconfía de esos jucgos, nos dice Caillois, porque ellos
esúmularían lapereza,el fatalismo y la superstición:

mais on n'imagine pas pour autant qu'ils soient capables de fourni¡ le modéle
d'unerepréscntaüon du monde ou d'ordonner, füt-ce á I'auveglette, une sorte de
savoir encyclopédique embryonnaire. Pour[ant le fatalisme, le déterminisme
strict, dans la mesurc oü ils nicnt lc libre a¡biue et la responsabilité, se
représentent l'univers entier comme une gigantesque loterie généralisée,
obligatoireet incessanl.e, oü chaque lot-inévitablc-n'apporte que la possibilité,

82
je veux dire la nécessité, dc participer au ürage suivant et ainsi de suite á I'infini.
En outre,chez des populationsrclativementoisives,dontle travailestloinentout
casd'absorberl'ónergiedisponible ct oü il neréglepas I'ensemble del'existence
acquiérent une importance cuiturelle inattendue qui influence également I'art,
l'éthique, l'économie et jusqu'au savoir¡.

La lotería cultural impone, sin embargo, la esperanza corno norna. Es lo que se lee
en el bolo de Camilo, el ganador de la quinicla de Machado de Assis, y es lo que nos dice
en tono displicente, como todo uso popular de la cultura letrada, la filosofía de
almanaque delas Mógoas e sonhos do povo de Lima Ba¡reto:

Plutarco u otro cualquiera, cuenta que Alejandro, en vísperas de sq muerte,


disribuyó su imperio entre sus gcnerales. Uno de ellos le preguntó: ¿qué te queda
general? El macedonio rápidamente responüó: La esperanza.

El axiomade credibilidad revelacl debilitamicnto del orden político,pasando deuna


posición estratégica a un sistema de representación (Camilo, el personaje de Machado,
es un amanuense; el Dr. Bico-Doce es tipógrafo de O Talisntá) y de la represenhción
se pasa al espacio actual en que, vaciados y multiplicados, los signos de esta peculi4r
zoologíafantóstica ya no representan nada extcrno a cllos mismos ni encuentran en lo
real wa sustancia concretra a la que afcrrarse.
El referente de la lotería cultural son las masas. De ahí cl regodeo incesante de
cualquier significación, reverberando cn el cucrpo social a'la manera de las cáma¡as de
simulación, y produciendo, en rigor, el abismo: la masa, paradójicamente, es objeto de
simulación y sujeto de simulación; no es sujcto pcro tampoco es objeto. Toda tentativa
de const¡ui¡ un sujeto social a partir de mágoas e sonhos da povo nos devuelve al
cesarismo,pero, en compensación, todavez que se inf.enta usaresa materiacomoobjeo
de un ardid, la técnica se vuelve y revierte sobre el manipulador, diseñando un límite
difuso e incierto que repite los debatcs sobre la materia y la teoría de los ciclos. Siendo
así, el uso que Caillois hace del conccpto d e Io t e r ía,su dimensión c ul tur al como lo otr o
de la sociedadjerárquica y reglada, no deja de reparar en los trazos post-utópicos de esa
simulación y, consecuentcmcnte, en la "exlraña simefía" que regula la modernidad
occidental, estructura complementaria que sólo por la participación del valor alterno se
manifiesta y así devela el carácter aporético de la violencia y del poder. Las loterías
cuh.urales:

frappées de suspicion, elles conscrvcnt. ccpendant un róle important, il est vrai


plus spcctaculaire que décisif.

83
Pero, en compensación,
une éfiange symétrie se fait jour: alors que le sport est fréquemment I'objet de
subventions gouvernementals, les jeux de hasard, dans la mesure oü l'État les
contrÓle, contribuent á alimenter sa caisse. Parfois, ils lui procurent m0me ses
principales ressources. La chance, mOme réprouvée, humiliée, condamnée,
garde ainsi droit de cité dans les sociétés les plus rationnelles et administratives,
celles qui sont les plus éloignées des prestiges conjugués du simulacre et du
vertigeF.

El axioma de crcdibilidad y su paradójico correlato no dcjan de implicar el rabajo


crítico mismo de Caillois. En ensayo recientc, Laurent Jenny aborda la cuestión al
afirmar que:

l'Esthétique généralisée opére done une double occultation: celle du sujet


esttrétique qu'elle implique malgré tout, mais aussi celle de I'auteur d'une
théorie si impersonnelle. La positivité des postulats dissimule mal la lumiére
étrangement soustractive dans laquelle baigne l'ensemble de la théorie. Caillois
soutient le paradoxe d'une esthétiquc non subjecúve, et cela ne va pas sans
évoquer une manaeuvre, d'inspiration manique, pour se faire disparaitre soi-
méme. Or un sujet si sévérement refoulé ne peut manquer de revenir, á titre de
fantóme, hanter le lieux dont íl a ét"é, exilé6.

En resurnen, el fan¿asma de esa estéúca es una ficción, la ficción del deüto verbal,
ficciónprimordialqueusala disimulación, el disfraz y laintimidación,es decir,lalógica
de lamáscara, pa¡a trazar unespacio pre-modernode simulacro y éxtasis, de mimetismo
y posesión. Esus ideas que Caillois desanolló en una conferencia de 1965 sobre las
relaciones entre el animal, el hombre y la máquina, hablan, al mismo üempo, de un
principio de agotamiento de la modernidad misma. Son una línea de fuga. Una pose.

IU

Al analiza¡ la fotograffa bajo el II Impcrio, Giséle Frcund observa que entonces "les
mains jouaient un róle tout particulier'2?, cstilema del que ella misma se apropiará en
varios trabajos. En los retratos que hace de And¡é Gide (1938), Ofega y Gasset (1939)
y VictoriaOcampo (1939) las manos siempre toman la cabezadel personaje; en los de
Walter Benjamin (1938) y Marcel Duchamp (1939), es el rosro el que descansa
apoyado en la mano; en los de Valéry (1939), Colette (1939), Tzara (1940) o Cocteau
(1939) la mano del reraüado se arnpara en el mentón. En este último, en particular,la
mano no es solo un marco sino que sc dcsdobla también como fondo, en un enorme

84
amuleto, un amuleto casi tan grande como cl modelo. En la línea de la teoría
baudelairiana del maquillaje,la mano funciona como índice de ambivalencia estética.
Es una exageración, o como diría Sylvia Molloy, una estrategia desafiadora para no
pasardesapercibido, para solicitarcl nrirar del otro, para forzar una lecturapero también
para imponer un discurscPt. Con todo, es precisamente la saturación del procedimiento
que connoüa un aspec[o satírico y, en un último análisis, asiméfico entre lo legible y lo
visible ya que si lo visiá/e de esos retratos es apcnas un cliche,lo legible es subterráneo
pero inhnitamente heroico, impar, por lo tanto, inacabado. Es la mano de GiséleFreund.
Por su intermedio, ficción y política se dan las manos.

IV

Aceptemos la hipótesis de que"Piere Mcnard,autordel Quijote" es un tipopeculiar


de ficción narrativa de dclito verbal en que simulacros y falsas identidades
-una
cuestionan verdad y legitimidad de las representaciones. Tendríamos, así, una ficción
quesupone al Estado moderno en su lógica específica. En ella, el poderes un delincuente
que hace de la censu¡a una lotería y de la quiniela, una üansgresión. Se superponen, por
lo tanto, ficción y políüca. A través de falsificaciones pierrmenardescas se insütuyen
sistemas de creencias. Pero es justamente porque hay falsificaciones (porque hay
distancia o diferencia) que la falsificación implica una reflexión sobre el simulacro. El
punto neutro alcanzadoporMcnard es resemantizado por Caillois: la misma vía a través
de la cual Borges guattzó su lectura es la vía por donde Caillois afirma su escritura.
Noporazar, al asumirsu puestoenlaAcademiaFrancesa. y ocuparlasilladeJeróme
Carcopino, Caillois pierrmena¡diza al maestro asociando su interpretación al trabajo del
detective o del juez, es decir, al trabajo de la lcy.

Encadenamientos rigurosos de silogismos conducen a ella. Juegos reversos de


alterantivas y de exclusiones, implicaciones inmediatas, indi¡ecfas o lejanas de
resultados ya adquiridos, en una palabra, una lógica vertiginosa precipita las
cosas. Sin duda extrapola, pero a la manera del epigrafista, eligiendo enEe las
conjeturas posibles, supliendo necesariamente las letras y las palabras que faltan
a partir de Io que subsiste2e.

Pero no es solo Caillois el desenmascarado. El axioma de credulidad reaviva,


simultáneamente, en Borges. Es sabido que, al incluir su cuento en Fic ciones,le coloca
un agregado que, a la luz de lo expuesto, rcvela las tensiones de la historia y el volumen
alegórico de su relación (por lo demás, tumultuosa) con Caillois3,. El pasaje, obedeciendo

85
a la lógica vertiginosa que precipita acontecimientos, nos define (a Borges, a Caillois,
a Pierre Menard y a mí mismo) como epigrafistas:

Hereflexionadoquees lícito veren el Quijote"final" unaespecie depalimpsesto,


en elquedeben t¡aslucirse los rastros-tenues pero indescifrables-de la"previa"
escriturade nuestro amigo. Desgraciadamente, sólo un segundo Pierre Menard,
invirtiendo el rabajo del anterior, podría exhumar y resucitar esas Troyas...3t

La sociología del contra-canon conoce solo dos actores: rey y verdugo. Ambos, no
obstante, son infinitos.

86
NOTAS

1. Roger Caillois. "Lugar de la poesía dc Baudclaire" en Infencío¿es. Traducción de


J. Bianco, Buenos Aires, Sur, 1980, p.253 (Traducción deCases d' un échiquier,1970).
2. Cfr. Josefina Ludmer: "Ciencia-ficción cn Ia historia: qué contarían las historias de
la literatura latinoamericana". Río de Janciro, SBPC, 1992 (mimeo).
3. Ludmer, Josefina: "Ficcioncs de exclusión" (cn Heloísa Buarque de Hollanda: Y
nosotras latinoamericanas? Estudos sobre género e raQa. Sáo Paulo, Memorial de
América Latina, 1992, p. 25-27); "Las justicias de Emma" (cn Cuadernos
Hispanoamerícanos,ne 505-507, Maüid, jul-set. 1992,p.413480): "El delito: ficciones
deexclusión ysueños dcjusücia" (enRe vi sta de crítica literaria latinoamericana,a.19,
n0 38, Lima,2a semestre de 1993, p. 145-153); "El coloquio de Yale: máquinas de leer
'fin de siglo"' y "Los escándalos de Juan Moreira" en Ludmer (comp.): Las culturas de
ftn de siglo en América Laüna,Rosario, Beatriz Vitcrbo Editora, 1994,p.7-24 y 102-
trz.
4. "SociologíadelVcrdugo",Srr,56,mayodcl939,p.l7-3S.Lacommuniondesforts
(Marscille, Le Sagitaire, 1943) traducido como,Fisiología de Leviatán (Baenos Aires,
Sudamericana,1946, p. 163-186). En su cnsayo "Roger Caillois y el intercambio
cultural" (cnRoger Caillois y la cruz del Sur en la Academia Francesa. Buenos Aires,
Sur, 1972, p. 9-19), Victoria Ocampo ubica la llcgada de Caillois cn junio de 1939.
5. Esas ideas desarrolladas, por ejemplo, en el cstudio sobre el "papadios" ("La mante
religieuse",Minotaure,5 mayo de 1934), ensayo quc se lee vis-¿i-viscon lasreflexiones
de Lacan sobre las formas paranoicas de la cxistencia ("Le probleme du style et la
conception psychiarique dcs formes paranóiaqucs de I'cxpéricnce",en Minotaure I,y
"Motifs du crime paranóiaque: le crime des soeurs Papin", en M inotaure 3 /4 , ambos de
1933), ransponen, como dicc el mismo Caillois, al ¡ímbito social las aspiraciones y
conflictos primordiales de la condición individual, programa dcl Colegio de Sociología
que Ie urge transcribir y divulgar:
"1. En cuanto se atribuye una imporlancia particular al estudio de las estructuras
sociales, se advierte que los pocos rcsultados obtcnidos por la ciencia en este dominio
no sólo son generalmenl.c ignorados, sino que, adcmás, esrán en contradicción directa
con las ideas corrientes acerca de estos temas. Esos resultados, t¿les como se presentan,
parecen sumamente promisorios y abren perspcctivas insospechadas para el estudio del
comportamiento del ser humano. Pcro sigucn siendo tímidos e incompletos, por una
parte, porque la ciencia se ha limit¿do demasiado al análisis de las estructuras de las
sociedades llamadas primitivas --desca¡tando las sociedadcs modernas- y, por otra,
porque los descubrimientos realizados no han morJificado tan profundamente como
debería esperarsc los postulados y el cspíritu de la invesügación. Aun parece que

81
obstáculos de naturaleza particular se oponen al desarrollo de un conocimiento de los
elementos vitales de la sociedad: el carácter necesa¡iamente contagioso y activista de
las representaciones que el rabajo pone de relieve parece serresponsable de ello.
"2. Por consiguiente, hay motivo para desarrollar entre quienes se proponen llevar lo
más lejos posible las investigaciones en ese sentido, una comunidad moral, en paÍe
distinta de la que une habitualmente a los sabios, y vinculada precisamente al ca¡ácter
virulentodel terreno estudiado y de lasdeterminaciones queen él serevelan pocoapoco.
"Esa comunidad no es por ello menos libremente accesible que la de la ciencia
constituidary todapersona puedeaportarle su punto de vista personal, sin consideración
de la preocupación particular que la induce a tomar conocimiento más preciso de los
aspecúos esenciales de la existencia social. Sean cuales fueren su origen y su meta, se
considera que esta preocupación es suficiente por sí sola para fundar los vínculos
necesarios para la acción común.
"3. El objeto preciso de la actividad contemplada puedc recibir el nombre de so ciologfa
sagrada, por cuanto implica el estudio de la existencia social en todas aquellas
manifestaciones en que se manificsu la presencia activa dc lo sagrado. Se propone así
establecer los puntos de coincidencia entre las tendencias obsesivas fundamentales de
la psicología individual y las cstructuras dirigentes quc prcsiden la. organización social
y ordenan sus revoluciones". Cfr. "Sociología del verdugo", op. cit., p. l8-19.
6. Georges Bataille. O Erotismo. Lisboa, Difel, p. 58-9.
7. Roger Caillois. "Teoria de la fiesla". ,!ur, nq 64, Buenos Aires, mayo de 1940, p. 60-
61. En esa línea se registra también la rescña d, Homa Ludens de Huizinga (.!r, 108,
1943, p. 75-8) y "Juego y Civilización" (Sur, 268, enero-febrero 1961, p. 60-8)
preanunciando su volumen para la Pléiade sobreJeux et sports (1967).
8. Ibidem, p. 62.
9. Roger Caillois. "Henri Lefebvre-Nietzsche, suivi de Textes Choisis". Sur,62,
noviembre 1939,p.77.
l0.Roland Barthes. Sade, Fourier, Loyola, Paris, Scuil, 1971,p.69.
11. Roger Caillois. "Ludwig Marcuse. Ignace de Loyola (Payot)". Sar, 64, enero 1940,
p.86.
12.Roger Caillois. "Reconocimiento a Mendeleiev" en Intenciones, op. cit., p.78-9.
13.Roger Caillois. "El poder de las palabras", Sur, nq 35, enero 1946,p.7-28.
14.Roger Caillois. Cfr. "La imaginación rigurosa", "Nuevo alegao para las ciencias
diagonales" y "Fantástico natural" en Intenciones, p. 34-45 y 58-71.
15.Roger Caillois. "Jeux et Techniques, I'opposition et les cases conjuguées sont
reconciliés". Nouvelle Revue Frangaise, ne 288, I sctiembre 1937 , p. 5114.
16. Roger Caillois. I ntencio ne s, p. 77 .
17. Jorge Luis Borges. "Pierre Menard, autor del Quijote".,Snr, 56, mayo 1939,p,7-16.
En agosto, Borgespublicaríasu siguienterclatoenS¡¿r,"La bibliotecatotal",protoversión
de "La biblioteca de Babel".
18. Beatriz Sa¡lo sosüene que "the paradox of Piere Menard illusrates the process of

88
writing, by taking, it to the ümits of the absurd and of imposibility, yet at the same time
making it visible. The proposition, formed in the geographical-cultural margin of the
River Plate, offers a new situaüon for the writer and for Argentine literatwe, whose
operations of mixtu¡e, of free choice without "devotions" [...] do not have to respect the
hiera¡chical order attributed o originals. If no originality is attached !o the text, but only
to the writing or reading of a text, the inferiority of thc margins vanishes and tl¡e
peripheral writer is entitled to úe same claims as his or her European predecessors or
contemporaries". Cfr.,Ior ge Luis Borges. AWriter on the Edge. Londres, Verso, 1993,
p.33.
19. Jorge Luis Borges. "América y el dcsüno dc la civilización occidental" . Nosotros,
año 1, n0 l, Buenos Aires, abril 1936, p. 61.
20.Juan José Saer. "Borges francófono" . Punb de Vista,36, diciembre 1989,p.224.
21. Roger Caillois. 'Teux de Hasard" en Jeux et Sports. Paris, Gallim ard,1967 ,p.445-
6.
22.ldem. 'I-es tlémes fondamentaux dc J. L. Borges". J. L. Borges. paris, L'Herne,
l98l,p.Zr2.Es lo que se comprueba, por ejemplo, en la recepción brasilera de caillois,
entrevistado por Brito Broca en su viaje a RÍo de 1948 (cfr. Letras e Artes, A Manhó,
3 de octubre 1948) o anaüzado, a partir de Babel,por cyro dos Anjos (cfr. "Literatura-
sociedade-discipüna", ibidem,9 de enero 1949) o Sérgio Milliet ("Uma crítica ao
relaxamento da vida moderna", ibidem,8 de enero 1950 y "Roger Caillois e a poesia",
ibidem,5 de febrero 1950).
23. Idem. "Les loteries 'culturelles"' en leux et Sports, op. cit., p. l0@-1010.
24.cfr. Joaquim M. Machado de Assis. "Jogo do bicho" en Relíquias ds'casa vellw,
vol. I, Rio de Janeiro, Jackson, 1937 y Lima Baneto, "Coisas do jogo do 'bicho"'en
Marginólia. Sáo Paulo, Leitura, 1953, p. 315. En su bibliografía, Caillois declara haber
consultado algunas crónicas sobre el asunto, una de Bilac enCrítica e Fantasia (1904),
otra de Rubem Braga, en la revista L eüura (1949), más citra, en O Cruzeiro (1951) de
Rachel de Quei¡oz y estudios de aquello que, en la época, se llamaba/o lklore como el
de Basílio de MagalháespuaCultura Política (1945) o de Joáo Ribeiro en el diarioA
Manhó (1944). Es bueno subrayar la peculiaridad dc los géneros menores que se
ocupaban "del bicho". En relación a ellas se invierte la ecuación acuñada por Lima
Barreto para describir su actitud hacia la Biblioteca, el suntuoso predio de la Biblioteca
Nacional que lo relegaba a la condición de "bandido tímido". Beatriz Resende analiza
el tópico en Lima Barreto e o Rio de Janeiro emfragmentos. Rio de Janeiro, Editora
UFRI,1993.
25.Roger Caillois. "Les loteries 'culturellcs"', p. 1020.
26.L¿urent Jenny. "Roger caillois: esthétique généralisée ou esthétique fantóme?"
Lítterature, 85, febero 1992, p. 64.
27."I*s uns se font representer la main droite sur la poitrine; les aut¡es la tenaient
négligemment replié sur la ceinture ou fombant le long de la cuisse. Ce monsieur joue
avec les breloques de sa montre, ce[ auEe a la main droite plongfu dans son gilet d'une

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faqon méditative, imitée des grar:ds oratcurs parlamcntaires. Dans les poses, mOme les
plus simples etles plus naturelles, en apparcnce, on scntporcer un gonflementintérieur,
une importance naive et comique; il n'cst pas jusqu'it la manidre dont ces braves
bourgeois portent lcur luncttes, qui n'ait son emphase ct son dignité". Giséle Freund.
Photographie et Societé, P¿uis, Seuil, 1974,p.66 e Itinéraires, Paris, Ccntre Georges
Pompidou, 1991.
28. Sylvia Molloy. "La política dc la posc" cn Las culturas de fin de siglo en América
Latina, op. cit., p. 128.
29.Roger Caillois. "Discurso" en Roger Caillois y la Cruz del Sur en la Academia
1i
Francesa,op. cit., p. 51.
30. En abril de 1942 (Sur, 9l) Borgcs rcscña L¿ roman policier que Caillois publicara
lil
a fines de 1941 por su editora portcña, Les Lettrcs Frangaises. Más que cuchillero,
verdugo, Borges ironiza: "Muchas páginas he leído (y escrito) sobre el gónero policial.
Ninguna me parece tan justa como ést¿s de Caillois. No excluyo el excelente tratado de
Frangois Fosca, Ilistoire et techniques du roman policier (1937 , Paris)", expresión que
motivaría la róplica de Caillois en el mismo númcro (p.71-2) y otra réplica de Borges
en el número siguiente (p.72-3).
3l.Jorge Luis Borges. "Picrre Mcnard, autor tJcl Quijotc". Obras complelcs. Buenos
i
Aires, Emecó,19"14, p. 450.

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