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CHIARAMONTE Naciones y Nacionalismos
CHIARAMONTE Naciones y Nacionalismos
II. Variaciones históricas del vocabulario político: los conceptos de nación, nacionalidad y Estado
Es oportuno recordar que cuando las naciones iberoamericanas comenzaron el proceso de
su formación no existía ese principio ni tampoco el actual concepto de nacionalidad. Por eso, para
entender lo que ocurrió en Iberoamérica a partir de los movimientos de independencia hay que
advertir que en la idea de nación hoy encerramos dos conceptos distintos, a saber, nación y
nacionalidad. En cuanto al primero de estos conceptos, debemos decir que la forma en que se lo
usaba en la primera mitad del siglo XIX no es equivalente a la actual por varios motivos pero sobre
todo porque no incluía el concepto de nacionalidad. Este concepto, que se difundió paralelamente
con el romanticismo, estaba ausente de la discusión sobre la formación de las naciones nuevas
luego de las independencias. Si el nuevo organismo político que se buscaba formar en ocasiones
era llamado nación se usaba en el sentido con que hoy usamos el vocablo Estado. Dicho de otra
forma, quienes discutían sobre la necesidad de organizar nuevas naciones para reemplazar a la
antigua, pertenecían a la nación española, empleaban la palabra nación como sinónimo de Estado,
y concebían el surgimiento de este Estado como un acto contractual, ajustado a las formas del
derecho político propio de la época.
Por tanto, como fundamento de la nación no existía ni una idea ni un concepto de una
nacionalidad preexistente, es decir, de un grupo humano étnicamente homogéneo cuya
homogeneidad hubiera reclamado la existencia de un Estado independiente. En la literatura
política de los siglos XVIII y XIX, tanto en Europa como en Iberoamérica después de las
independencias, se puede percibir que el origen común, el hecho de haber nacido en un mismo
territorio y de compartir una misma lengua, una misma religión, y otros factores comunes podían
ser concebidos como motivos que favorecían la unidad política pero no como caudas de ella. Era
un reconocimiento de factores que podríamos llamar psicológicos, muy al estilo del racionalismo
con que se manejaban los problemas en la época de la Ilustración, pero de ninguna manera como
“fuerzas telúricas”, fuerzas que vendrían de la profundidad de la historia para imponer a los
hombres una identidad política, como lo va a entender el Romanticismo.
ACTIVIDADES
1. Realizar una lectura cuidadosa atendiendo a las siguientes preguntas
a) ¿Qué cambios ha sufrido el significado del término nación a lo largo de la historia?
b) ¿En qué principio de legitimidad se sustenta el Estado-nación?
c) ¿A qué formas de organización política viene a sustituir el Estado-nación?
d) ¿Por qué dice el autor que “El supuesto, de tanto arraigo, según el cual las naciones
independientes provienen de nacionalidades preexistentes, es históricamente falso”?
e) ¿Por qué sostiene “para entender lo que ocurrió en Iberoamérica a partir de los movimientos de
independencia hay que advertir que en la idea de nación hoy encerramos dos conceptos distintos,
a saber, nación y nacionalidad”? ¿Qué distingue ambos conceptos?
f) ¿Cuál es la idea de nación imperante durante el la Ilustración y cuál es la idea que se desarrolló
durante el Romanticismo?
g) ¿Cómo entendían la nación los movimientos de independencia de las colonias españolas en
América?
ACTIVIDAD OBLIGATORIA
El autor concluye que que “En consecuencia, el supuesto de una homogeneidad étnica
como fundamento de las naciones es la excepción y no la regla, aunque en el mundo
contemporáneo ha llegado a constituir un equívoco que ha sido fuente de procesos políticos
deplorables.”
Comparar esta afirmación con los argumentos presentes en: Delrio, W., Lenton, D.,
Musante, M., Nagy, M., Papazian, A., Pérez, P. “Del silencio al ruido en la Historia. Prácticas
genocidas y Pueblos Originarios en Argentina.” En: III Seminario Internacional Políticas de la
Memoria. Buenos Aires, 28, 29 y 30 de octubre de 2010. Centro Cultural de la Memoria Haroldo
Conti y en: Bertoni, L. “La construcción de la nacionalidad en la Argentina”, en: Todavía, n°11,
2005.